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  • Esta tienda viste a mujeres de dos pueblos

    José Luis Rosales.  (F)
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    Los trajes de tonos turquesa y rojo priman en la nueva colección que Warmi Wasy (Casa de la Mujer, en español), sacará al mercado el próximo mes.

    La firma, que se especializa en el diseño y confección de ropa tradicional para damas kayambi y karanki, ofrece nuevos diseños, dos veces al año.

    El vestuario de las mujeres de estas dos parcialidades es parecido. En los dos casos consta de un anaco plisado, una blusa bordada, un chal, sombrero y alpargatas. Sin embargo, el bordado de la camisa karanki tiene un trazado más geométrico que la otra.

    La próxima presentación de los nuevos estilos coincide con la proximidad del Inti Raymi (Fiesta del Sol), que celebran en junio los pueblos de la zona andina.

    Esta es una de las épocas que se registra mayor cantidad de ventas. La otra es en Navidad, asegura la propietaria Esther Tambi.

    El taller y el almacén funcionan, desde hace 13 años, en la parroquia González Suárez, en Otavalo (Imbabura). La artesana, oriunda de la comunidad karanki de La Magdalena, es la líder de este emprendimiento familiar.

    Esther Tambi inició la microempresa; lleva cerca de cuatro década con el bordado. Fotos: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Esther Tambi inició la microempresa; lleva cerca de cuatro década con el bordado. Fotos: Francisco Espinoza para LÍDERES

    Tambi labora junto a sus hijas Sofía, que se encarga de los diseños, y Sandy Paola, de la administración de esta boutique étnica.

    La matrona lleva la mayoría de sus 45 años entre telas, tijeras, hilos y agujas. Aprendió los secretos del bordado de su madre, Mercedes Molina, que es la matriarca de tres generaciones de hábiles cosedoras. Seis de sus ocho hijas se dedican a este arte.

    Antes de instalar Warmi Wasy, Esther Tambi confeccionaba las faldas plisadas, que son más conocidas como centros, y blusas bordadas, para otros almacenes. Sin embargo, seis años después decidió abrir su propia tienda.

    La microempresaria recuerda que su primera máquina de coser era casera. Con ella labraba los dibujos de flores, animales, soles, con el apoyo de un tambor.

    Poco a poco, el taller se fue modernizando. Ahora posee dos máquinas bordadoras computarizadas profesionales, de nueve hilos, y otras dos semiprofesionales, de seis. También hay artefactos de costura recta y overlock.

    Otra de las innovaciones está en la línea de armado de ropa. Con el transcurso de los años aprendieron a satisfacer los gustos de sus clientes. La mujer karanki viste con adornos inspirados en la naturaleza, la kayambi prefiere íconos andinos. Hoy, una de las más solicitadas, especialmente entre las jóvenes, es la chacana bordada. La cruz andina se luce en el cuello de las blusas con aya humas, soles, explica Sandy Paola Tocagón.

    Todos esos cambios les ha permitido crecer. Ahora, a más del centro y camisas, ofrecen finas chalinas, alpargatas y hualcas, como se denomina a los collares de mullos dorados.

    Los diseños diferentes y la atención cálida es lo que más agrada a Margarita Quilumbaquín, una cliente frecuente. Por un último traje, que se compone de una falda y una blusa bordada a máquina, canceló USD 150.

    El taller garantiza el trabajo a las tres emprendedoras y una asistente. Además, cuentan con siete colaboradores externos que se encargan de las tareas de armado, bordado manual y planchado.

    Otros Datos 

    El almacén abre de lunes a viernes de 08:00 a 20:00. Los sábados, en cambio, atienden hasta mediodía.

    Los costos  de las blusas bordadas a máquina van desde USD 90. Si son a mano 150. Las faldas cuestan USD 60.

    Los materiales que utilizan para elaborar las prendas de vestir son nacionales e importados, como el encaje de randa.

    La primera feria  y pasarela de ropa indígena karanki y kayambi se efectuó en marzo último, en La Magdalena, en Ibarra.

    La promoción se realiza directamente en la tienda. Pero, además, a través de las redes sociales Warmi Wasy.

    Las hermanas Sofía y Sandy Paola Tocagón impulsaron el crecimiento del taller familiar. Fotos: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Las hermanas Sofía y Sandy Paola Tocagón impulsaron el crecimiento del taller familiar. Fotos: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Las artesanas se inspiran en los pueblos indígenas

    María Victoria Espinosa  (F) Contenido Intercultural

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    Tres artesanas de Santo Domingo se dedican a la elaboración de bisutería y artículos para el hogar, adornados con figuras tsáchilas y montuvias.

    Ellas trabajan desde sus casas y talleres. Pero exhiben sus productos en ferias artesanales, que realizan las autoridades provinciales.

    Teresa Larrea incluso se organizó con otras artesanas y conformaron la asociación Creando Ideas, que busca enseñar a otras mujeres el valor de la cultura Tsáchila y cómo plasmarla en artesanías con materiales del medio.

    Pero también con artículos que son típicos de las comunas, como las semillas para hacer pulseras o la tintura negra, que se obtiene de una planta medicinal nativa.

    La artesana cuenta que desde los 12 años empezó a dibujar figuras tsáchilas. “Me llamaban la atención su vestimenta, el idioma… y quise plasmarlos en recuerdos coloridos para el hogar”.
    Ella, además de los productos tsáchilas, también utiliza madera, mazapán, porcelanicrón, teca, bambú, caña guadúa, tagua, telas, cintas, entre otras.

    Una de sus últimas creaciones son sandalias bordadas con los coloridos telares tsáchilas.
    Las empezó a confeccionar hace un año y tienen un precio de entre USD 15 y USD 25. Para complementar el atuendo, también elaboró pequeñas carteras con la misma tela del par de sandalias.

    Larrea señala que su desafío permanente es innovar en cada feria con productos interculturales. “Los clientes siempre quieren productos tsáchilas. Pero que sean innovadores”.
    Además -agrega- deben ser ar­tículos que se relacionen con fechas especiales. Por ejemplo, si asistimos a una feria antes del Día de la Madre, procuramos hacer productos para que los hijos los regalen a sus mamás.

    En la feria, el jueves pasado en Santo Domingo, la artesana presentó lapiceros en forma de tsáchilas, porque al terminar el período escolar los padres de familia siempre dan obsequios a los maestros o se los compran a sus hijos para motivarlos.

    El guía nativo tsáchila Manuel Calazacón asegura que las artesanas han ayudado a que los niños y adolescentes se interesen por la cultura nativa, cuando ven cuadros de tsáchilas tocando la marimba. “A nuestra comunidad llegan chicos y nos dicen que solo nos conocían por artesanías”.

    La artesana Carmen Torres explica que el gremio de artesanas está planificando continuar haciendo figuras tsáchilas, pero también añadir a nuevas culturas, como los chachis y los pueblos afrodescendientes y montuvios.

    Ella ya está elaborando esas figuras con tagua y la cáscara de coco. Esas artesanías se venden en las ferias y almacenes de recuerdos de la provincia. También a través de las redes sociales. “Tengo pedidos de varias partes del país”.

    La emprendedora Denisse Garzón también promociona sus productos en las ferias. Ella instaló un local de bisutería hace ocho meses, en Santo Domingo.

    La pasión por las manualidades la aprendió de su madre Nidia Alvear, quien también es artesana.

    Garzón, desde pequeña, vio en su casa materiales como la tagua, piedras, madera, cintas y conchas de origen montuvio.

    Con esos productos se elaboran desde cuadros hasta bisutería. “Mi mami elabora los productos en esa línea. Yo me dedico a crear accesorios para la mujer”.

    Las ferias

    En promedio, cada emprendedora vende entre USD 50 y USD 200 en cada día en una feria artesanal.

    Los productos que más se venden son los tsáchilas. Los compradores por lo general son adultos, que buscan un obsequio o decoración para la vivienda o vehículo.

    Las artesanas deben prepararse con al menos un mes de anticipación para cada feria artesanal. Ellas señalan que se deben hacer al menos 20 productos diferentes, en varios colores y tamaños.

    Teresa Larrea se inspira desde hace 20 años en la nacionalidad Tsáchila para crear coloridas artesanías. Foto: María Victoria Espinosa / LÍDERES
    Teresa Larrea se inspira desde hace 20 años en la nacionalidad Tsáchila para crear coloridas artesanías. Foto: María Victoria Espinosa / LÍDERES
  • Pueblos y nacionalidades se mostraron en Boa Yaku Puyo

    Fabián Maisanche (F) 
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    El malecón Boa Yaku Puyo fue el sitio escogido para la realización del primer festival ancestral. Las delegaciones de pueblos y nacionalidades de la Amazonía, Sierra y Costa expusieron sus artesanías, danzas, rituales, música y vestimenta, la semana pasada.

    En la exhibición estuvieron representadas las culturas: Shuar, Kichwa, Waorani y Zápara. Además, de los Tsáchila, Shiwiar, Afro, Quijos, Cofán y Otavalo. Las lanzas, bastones de mando y cerbatanas no faltaron. A estos elementos se sumaron collares elaborados con piedras, huesos de animales y semillas portados en cuellos y pechos de los hombres.

    Mientras, las mujeres lucieron aretes de flores y semillas. Sus rostros estaban pintados con el wituk con imágenes y símbolos que representaban las montañas, la culebra, el mono o el jaguar.

    Yanda Inayu estuvo en representación de la nacionalidad Zápara. El junto con su familia y amigos vestían la llanchama que es la corteza de un árbol que se golpea y lava hasta que adquiere la textura de una tela corriente.

    A pocos metros se colocaron cinco integrantes de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae). En una mesa pusieron los collares, cerbatanas, correas, hamacas, individuales para la cocina y las mesas del comedor. Estos productos son elaborados con plantas de chambira. Patricia Nenquihui, presidenta de Amwae, dijo que otra de las mercancías apetecidas por los turistas fueron las barras de chocolate.
    Los frutos orgánicos con que se prepara el manjar se cosecha en las chacras familiares en las comunidades asentadas en las provincias de Pastaza y Napo.

    La dirigente señaló que la feria permitió que los turistas nacionales conozcan sus productos que son “adquiridos y valorados” por los extranjeros. “Estamos alegres de que adquieran nuestros productos. Lo que vendemos es retribuido a las compañeras de las diferentes comunidades y también nos ayudan a seguir capacitándoles”, dijo Nenquihui.

    El evento fue organizado por la Dirección de Turismo del Municipio de Pastaza y contó con el apoyo de los dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).

    Según datos del Cabildo de Pastaza al festival asistieron unos 2 000 turistas. Marlon Vargas, presidente de la Confeniae, indicó que la demostración artística fue recibida con agrado por la población urbana. “La riqueza cultural, espiritual y energética de las nacionalidades se pudo presenciar con los 10 grupos artísticos que participaron en el festival. Los jóvenes de la Confeniae anuncian nuevas sorpresas en la gestión cultural”, aseguró Vargas.

    El grupo Jokiwas amenizó la festividad con el acompañamiento de artistas de Otavalo, Cotacachi, Esmeraldas y Saraguro. Judith Cachipuendo, directora de Turismo del Cabildo, indicó que hubo una conexión total con la música. “Estas actividades buscan resaltar la cultura que hay en las nacionalidades de Pastaza. La participación de los pueblos amazónicos es importante en el cuidado de la selva”, comentó Cachipuendo.

    Representantes  de varias nacionalidades y culturas se presentaron durante el primer festival ancestral que se realizó en Puyo, Pastaza. Foto:  Cortesía
    Representantes de varias nacionalidades y culturas se presentaron durante el primer festival ancestral que se realizó en Puyo, Pastaza. Foto: Cortesía