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  • EE.UU., el nuevo destino de sus quesos azules

    José Luis rosales  (I)   redaccion@revistalideres.ec

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    El Queso Francés S.A. se centró desde marzo pasado en ultimar el proceso para la exportación del tipo Andean Blue, de leche de vaca, y a la par sacó al mercado nacional seis nuevos productos.

    La empresa, fundada en 1989, se especializa en la fabricación de productos lácteos bajo la marca Mondel. El nombre está inspirado en los vocablos francés ‘monde de delice’: un mundo delicioso.

    El gerente general, Jaime Erazo, señala que por más de tres décadas se ha enfocado en el mercado nacional. Pero, se aprovechó la pandemia para acelerar sus planes de expansión al exterior.

    Para finales de septiembre enviará los primeros 100 Kilos (kg) de queso azul hacia EE.UU. Es un producto que se adapta bien a diferentes recetas y tiene demanda, explica Erazo.
    La firma dio los primeros pasos para vender el producto en otro país. Óscar Ruano, gobernador del Carchi, resalta que la firma tiene la certificación para exportar.

    El Queso Francés obtuvo el aval de la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad), para la exportación de este alimento funcional.

    También se registró ante la Administración Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales (Aphis) del país norteamericano.

    A la par, se creó la firma Mondel USA, que tiene en trámite su certificado de importador y comercializador de productos lácteos. Erazo señala que eso facilitará acuerdos de negocios y la distribución del producto en ese país.

    Previamente, dice, se hizo un sondeo en Nueva York, Chicago, Houston y Miami. Las personas que degustaron el queso azul resaltaron el tamaño diferente, empaque novedoso y sabor especial.

    En este último, aseguran, influye la alimentación que reciben las vacas Holstein, a base de forraje de raigrás, llantén, trébol y flores del campo. El hato ganadero es de la hacienda Troya, situada a 3 200 metros de altitud en la cordillera oriental de Los Andes, en el cantón Tulcán, en Carchi.

    En los dos últimos años la empresa ha invertido USD 200 000 para aumentar espacios de producción, consultorías e innovación, nueva imagen de la marca, campañas en redes sociales e imagen para exportación.

    Ahora prepara el camino para la exportación del Andean Blue, de leche de cabra. La materia prima la abastecen productores de comunidades afro de Tumbatú, Mascarilla, Púsir y La Portada.

    Ellos entregan 1 000 litros cada semana. Los 11 integrantes de la Asociación de Producción y Comercialización de Leche de Mascarilla se vincularon, hace 14 años, como proveedores de Mondel. El dirigente Tarquino Minda señala que proveen 240 litros.

    Uno de los retos ahora es la obtención del certificado de buenas prácticas agrícolas para estos pequeños productores.

    La planta principal de Mondel, situada en Troya, produce entre 8 000 y 10 000 kg de queso al mes. Tiene 25 variedades.

    En la pandemia se diseñó el Fondue con queso azul, Raclette, Saint Paulin de Hierbas, Andean Mountain, selección de quesos Silver y yogur Griego.

    Jaime Erazo, gerente general de Mondel, señala que durante la pandemia se crearon nuevos productos y planes de autoservicio. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Jaime Erazo, gerente general de Mondel, señala que durante la pandemia se crearon nuevos productos y planes de autoservicio. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Un negocio con 10 variedades de quesos maduros

    Redacción Cuenca

    (I)

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    Quesos El Bueste, del cuencano Patricio Muñoz, fue escogido como el mejor producto de los que estuvieron en la feria MercArt, que se cumplió entre el 10 y 12 de este mes en Cuenca. Este es un espacio de promoción e impulso para los emprendedores locales y nacionales, que se realiza desde el 2015.

    El Bueste ofrece 10 variedades de quesos maduros de orégano, mostaza Dijon, ajo, ahumado, hongos portobello, pimienta, aceituna, ají, entre otras. Estos son elaborados solo con la leche del hato de la Hacienda El Bueste, ubicada en el cantón cañarense de Biblián. Esta propiedad pertenece desde hace varias generaciones a la familia de Muñoz.

    Él señala que al tener el control de la alimentación y de la salud de su ganado puede garantizar la calidad de la leche, que es fundamental para el sabor de sus quesos. El proceso de maduración también se cumple en su hacienda.

    La elaboración de quesos artesanales maduros empezó hace tres años con gouda, que es una variedad holandesa en la que se adhiere un fermento.

    Posteriormente, fue incorporando las otras alternativas como ají y orégano de acuerdo con el conocimiento, gusto de su familia y de sus clientes. “Todas las 10 variedades tienen muy buena acogida”, señala el emprendedor, quien garantiza seis meses de duración “o, incluso, más”.

    Muñoz señala que es una oferta amplia, por lo que no planea incorporar nuevos sabores en la actualidad. Más bien su objetivo es aumentar las ventas y, posteriormente, la producción, pero solo usando leche que obtiene de sus vacas, para asegurar la calidad de sus productos.

    En la actualidad, El Bueste procesa 4 500 litros de leche al mes para elaborar 2 000 quesos en la presentación de 400 gramos. La intención es duplicar.

    Sus quesos son comercializados en presentaciones de 400 gramos a USD 6,50. También ofrece las ruedas grandes o quesos enteros, que se venden al peso.

    Sus productos están en locales cuencanos como Gran Sol, Plaza Europea, La Italiana, Megatienda del Sur (Chaullabamba), estaciones de servicio, locales de eventos sociales y otros espacios. Muñoz promociona mediante ferias, degustaciones y redes sociales como Facebook. Tuvo una invitación para asistir en una feria en Inglaterra y están por confirmarle para un concurso en Italia.

    Este emprendedor explica el proceso de elaboración y maduración de sus quesos. Este último tarda entre dos y cuatro meses, en la cámara de maduración. Allí, se da la vuelta cada semana.

    Según él, el ordeño en su propiedad es mecánico. La leche pasa a un tanque de acero inoxidable para elaborar los quesos. Luego la leche es pasteurizada a 75 grados y enfriada, se coloca un fermento láctico y cuajo y se corta, entre otros pasos. Dos personas le ayudan en la producción y su familia en la comercialización.

    Patricio Muñoz muestra parte de las variedades en la casa de la hacienda El Bueste, en el cantón Biblián, Cañar.
    Patricio Muñoz muestra parte de las variedades en la casa de la hacienda El Bueste, en el cantón Biblián, Cañar. Foto: Xavier Caivinagua / Líderes
  • Esta fábrica de quesos es el sustento de una asociación

    Redacción Sierra Centro
    Contenido Intercultural

    La leche de buena calidad que se utiliza para manufacturar quesos frescos, mozarella y semimaduros es el valor agregado de la fábrica de quesos de la Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos de la comunidad La Esperanza, en Chimborazo.

    Los 36 socios invierten en el cuidado y en el manejo de las vacas lecheras para obtener un producto limpio, con la acidez adecuada y para evitar enfermedades como la mastitis, que alteran el sabor y la calidad del resultado.

    “Nos costó mucho mejorar la calidad de la leche que estábamos produciendo. La gente de la comunidad no entendía porqué era necesario invertir para ganar más”, cuenta Segundo Pilamunga, gerente del emprendimiento.

    Antes de convertirse en asociación, los habitantes de La Esperanza se dedicaban a la agricultura y a la venta de leche a los carros recolectores que cada día pasaban por la comunidad. Pero frecuentemente eran víctimas de estafas.

    “A veces los carros pasaban por aquí y se llevaban la leche pero nunca volvían con la paga. Otros carros nos pagaban USD 0.25, o menos”, cuenta Pilamunga.

    Eso los motivó a fundar un emprendimiento propio. Los ganaderos empezaron a organizarse en el año 2009, cuando recibieron la visita de voluntarios de la organización italiana Ayuda Directa.

    Eso marcó un antes y un después. Ellos les capacitaron en temas relacionados a la salud y a la educación, pero también les enseñaron cómo convertirse en emprendedores. El objetivo fue capacitarles para mejorar por sí mismos las condiciones de vida de las familias de la comunidad.

    El primer reto para los dirigentes fue convencer a los comuneros de cambiar las tradicionales prácticas ganaderas para mejorar la calidad de la leche. Para lograrlo recibieron capacitaciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

    Luego, los productores lecheros aprendieron a elaborar quesos gourmet. Un convenio que se firmó con la fábrica El Salinerito, en Salinas de Bolívar, les permitió capacitarse para elaborar quesos de tres variedades, ideales para la alta cocina.

    La planta de producción se inauguró en enero del 2014. Ese día los socios festejaron el arranque de su emprendimiento con una comida comunitaria para degustar sus nuevos productos. Fue un momento especial para todos los miembros de la asociación.

    El producto estrella y la especialidad es el queso andino. Se comercializa en presentaciones de un kilo y cuesta USD 8,50. Esa variedad se caracteriza por su sabor delicado debido a que es semimaduro y bajo en sal.

    El queso mozarella también tiene una alta demanda. Se comercializa en dos restaurantes de Quito y en los puntos de venta de El Salinerito, cuesta USD 7.50.

    En la fábrica también se elabora queso fresco que se distribuye en Milagro y en otras ciudades costeras, pero a futuro los emprendedores planean cerrar esa línea de producción para especializarse en quesos madurados y mozarella.

    “Son los que tienen más demanda. Por nuestro convenio con El Salinerito, tenemos el mercado para esas dos variedades y necesitamos incrementar nuestra producción”, cuenta Pilamunga.

    Los socios logran reunir cada día en el centro de acopio 250 litros de leche. La asociación sólo adquiere la producción certificada de los socios, por cada litro se pagan USD 0.40.

    “Nunca más seremos estafados o nos pagarán un precio injusto por nuestra leche. Ese es el objetivo”, dice Pilamunga pensando en el futuro de la asociación..

    Segundo Pilamunga, presidente de La Esperanza, y Fabiola Cepeda, jefe de producción, muestran las tres variedades de queso de Mi Chacra. Foto: Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Segundo Pilamunga, presidente de La Esperanza, y Fabiola Cepeda, jefe de producción, muestran las tres variedades de queso de Mi Chacra. Foto: Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Yogures y quesos son la apuesta para ganar mercado

    Redacción Quito

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    El mercado ecuatoriano de lácteos tiene un alto potencial de crecimiento y empresas como Alpina están aprovechando esa oportunidad para expandirse.

    El ecuatoriano consume 1,7 kilos de queso al año, según datos del Centro de la Industria Láctea (CIL).

    Esa cifra ubica al país en el puesto ocho de 13 países de América Latina, de acuerdo con un estudio de Euromonitor. Los países con más consumo de queso son Chile con 11,1 kilos al año, seguido de Argentina (7,5) y Uruguay (5).

    Con una participación del 15%, Alpina es el líder del mercado ecuatoriano en quesos. La firma lanzó este año nuevos productos para aumentar ese porcentaje.

    La estrategia es acercarse al cliente con productos más asequibles y, en otros casos, diseñar alternativas enfocadas en características propias del consumidor ecuatoriano.

    En esa línea, lanzó un queso amasado, muy utilizado en el país para sopas. En semimaduros se introdujeron nuevas presentaciones. Por ejemplo, el provolone a la parrilla ahora también se encuentra lonjeado y en cubos.

    “Trabajamos en entender qué es lo que le interesa el consumidor local, por eso nos ha ido bien con algunos de los nuevos lanzamientos porque no es algo que lo vimos en otros países y lo copiamos”, indica Gabriel Eisemberg, gerente de Alpina.

    Otra característica del consumidor ecuatoriano es que es amante de los sabores fuertes e intensos.

    El 70% del yogur que produce el país es sabor a frutilla o fresa, lo cual deja a la industria láctea un amplio espacio para innovar y diversificar.

    En esta categoría, Alpina lanzó sabores como la mezcla de piña-coco y guanábana-mora. Además, promociona su nueva línea de productos Finesse. La nueva marca incluye alternativas bajas en grasa y con calorías reducidas. Esto, enfocado fuertemente en el mercado femenino.

    La empresa espera subir las ventas en un 3% este año, gracias a un aumento de facturación en yogures.

    En el resto del portafolio se espera mantener ventas, indicó Eisemberg.

    Para el 2018, el ejecutivo augura un crecimiento del 5%. El 50% de las ventas de la firma se genera por los quesos, un 35% por yogures y el resto por postres como arequipe y otros.
    La empresa inauguró, el mes pasado, un nuevo centro de distribución en su planta ubicada en Machachi.

    La firma invirtió cerca de USD 500 000 en la nueva área, que demandó la contratación de 72 nuevos trabajadores. El centro, por su ubicación, permitirá generar ahorros de USD 200 000 al año.

    Hasta septiembre pasado, la empresa invirtió USD 1,4 millones en la planta, que tiene una capacidad para procesar unos 30 000 litros diarios de leche.

    A estos se suman los 120 000 litros de capacidad de producción en la fábrica ubicada en San Gabriel, Carchi.

    El CIL había proyectado en junio pasado que preveía este año un incremento del 23% en las ventas por volumen (promedio diario) en todas las categorías del sector.

    La leche líquida, que entre 2015 y 2016 tuvo una reducción en términos de ventas del 15%, principalmente por la situación económica, será el producto de mayor recuperación durante este año, con una variación de 36%. La sensación de que existe un mayor dinamismo económico es un elemento que también impactó en el consumo en general de los hogares.

    El CIL considera que la mejora en la industria se puede sostener en el mediano plazo si se concreta una reforma al etiquetado de alimentos procesados.

    Junto con el resto de la industria láctea, Alpina trabaja en llegar a consensos con el Gobierno para modificar el denominado semáforo de alimentos, el cual ha impactado a esta actividad.

    Para modificar el semáforo rojo y pasarlo a verde o amarillo, el sector propone que no se considere el azúcar natural de la lactosa y que los yogures se midan como alimentos y no como bebidas. El tema aún se encuentra en diálogos con autoridades del Régimen, mientras la empresa continúa con la innovación.

    La fábrica de Alpina, en Machachi,  tiene una capacidad para procesar 30 000 litros diarios de leche. En septiembre inauguró un nuevo centro de distribución en ese complejo. Foto: Armando Prado / LIDERES
    La fábrica de Alpina, en Machachi, tiene una capacidad para procesar 30 000 litros diarios de leche. En septiembre inauguró un nuevo centro de distribución en ese complejo. Foto: Armando Prado / LIDERES
  • Artesanías, quesos y turrones por cuidar el páramo de Natawa

    Redacción Sierra Centro
    (F-Contenido Intercultural)

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    Los indígenas de San José de Natawa, de la parroquia Salinas, en Guaranda, ofertan el turismo comunitario y la visita a los talleres artesanales y de elaboración de turrones y quesos. Estos emprendimientos surgieron por la necesidad de recuperar sus páramos y vertientes de agua.

    Según Juan Chulco, dirigente de la comunidad, las 50 familias criaban entre 40 y 90 ovejas. Las pezuñas de los borregos destruían las plantas y se requerían pastizales por el aumento de los animales. Toda esta destrucción no representaba una ganancia para el campesino que ofertaba a las ovejas en las ferias de la provincia de Bolívar.

    El dirigente explica que el proceso de cambio en los sectores turísticos, artesanal y gastronómico inició en el 2004. La primera medida de la comunidad fue reducir la cantidad de ovejas e introducir las vacas y llamas.

    “La capacitación fue el eje principal para los emprendimientos de la quesería y los turrones. Los compañeros comprendieron la importancia de cuidar la naturaleza y aprovechar los recursos de los animales para generar ingresos económicos”, asegura Chulco.

    Las mujeres tuvieron la iniciativa con la elaboración de canastos, llaveros, sombreros y aretes. Las artesanías tienen diferentes modelos y técnicas de elaboración con la paja y la fibra de la cabuya. Su costo es de USD 2,50.

    María Aucatoma es la encargada de coordinar y trabajar con 26 compañeras. La mujer de contextura delgada explica que con la lana de borrego y de llama incursionaron en la elaboración de los ponchos, suéteres, gorros y guantes con la lana. Los precios van desde los USD 8 hasta los 28.

    “Los productos se ofertan en las ferias de la comunidad y la expoferia de la parroquia Salinas que será en septiembre. Invitamos a los turistas a adquirir nuestros productos”, indica Aucatoma.

    La elaboración de quesos es otro de los ejes que mueve la economía de la comunidad. Los dirigentes con el apoyo de empresas privadas lograron construir la quesería Natawiñita. Allí se elabora el queso andino y mozarela.

    César Poaquiza es el encargado de elaborar el producto que se oferta en los mercados de Latacunga, Quito, Guayaquil, Ambato y Riobamba. El indígena explica que en el día se elaboran 50 quesos y la cantidad sube cuando llega la leche de las comunidades vecinas.
    “Hay algunas variedades de quesos que estamos de a poco incursionando. Nuestros productos participan en el festival del queso que se realiza en noviembre y donde hemos logrado varios reconocimientos”, asegura Poaquiza.

    A pocos metros se encuentra la fábrica de turrones de 30 y 45 gramos. Al día se elabora 500 dulces elaborados con miel, yema de huevo y maní. Estos son envueltos con papel especial con la marca Turrón El Danielito.

    Marco Mazabanda trabaja cinco años en la elaboración del producto. “Estamos posicionados en el mercado local pero buscamos afianzarnos en las provincias de la Sierra centro”, indica Mazabanda.

    Los dos productos artesanales son entregados al proyecto Salinerito para que puedan comercializarse en otras zonas del país o sean exportados.

    Los hermanos Marco y Édgar Mazabanda son los encargados de elaborar los turrones de la marca El Danielito en la comunidad. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Los hermanos Marco y Édgar Mazabanda son los encargados de elaborar los turrones de la marca El Danielito en la comunidad. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Una cita con sabores de más de 40 variedades de quesos

    Redacción Quito

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    Más de 40 variedades de quesos se presentarán en la séptima edición de la Feria Nacional del Queso, del 11 al 13 de agosto, en Cayambe.

    Esta será la parte principal del encuentro, en el que participarán 21 emprendimientos de todo el país. Acudirán queseros de Carchi, Imbabura, Pichincha, Bolívar, Loja y Chimborazo.

    Luis Chávez, presidente de la Corporación Produ-Cayambe, organizadora de la feria, explica que en un primer momento solo presentaron los quesos de hoja, fresco y mozarela. Sin embargo, conforme se han dado las ediciones de la feria han aparecido otros tipos como aquellos con orégano, ají, albahaca, frutas, andino, etc.

    La idea de este encuentro es concientizar a la población sobre el consumo de derivados lácteos. Al 2015, según el Centro de la Industria Láctea, el ecuatoriano consumía, por ejemplo, 1,61 kilos de quesos al año. Esa cifra creció en 10 años, no así la de la leche y el yogur, que han disminuido, aunque en un lapso menor.

    Chávez también espera que se valore la producción de quesos con características especiales, de diferentes zonas del país. El organizador cree que los productores deberían comenzar a nombrar a los quesos con denominaciones propias del territorio ecuatoriano.

    Incluso, consideran que podría potenciarse la exportación de estos alimentos destacando que son hechos en la mitad del mundo, con leche de vacas que pastan a más de 3 000 metros de altura.

    Se espera que unas 18 000 personas acudan a la feria y conozcan estos objetivos. En la cita habrá resultados con relación a la sugerencia que les hizo el público el año pasado: aplicación del queso en la cocina. “Habrá la preparación de unos 20 platos. Se cocinarán pizzas, panetones, tortillas, empanadas y locros con tres variedades de queso al mismo tiempo. Lo haremos con asesoría de chefs ecuatorianos, técnicos del Instituto Técnico Superior Rumiñahui”.

    Esto es lo que más le entusiasma a consumidores como María Silva, quien prevé acudir al encuentro. Cree que el queso es un alimento versátil y que hay alimentos que al combinarlos con este lácteo incrementan su sabor.

    Precisamente, en la feria habrá la oportunidad para conocer sobre el maridaje del queso: con vino, cerveza artesanal, café, chocolate, carnes maduras, embutidos, entre otros. De hecho, también estarán presentes productores de estos alimentos ecuatorianos.

    Los visitantes a la feria también tendrán la posibilidad de acceder al salón del emprendimiento. Allí participarán comerciantes de todo el país quienes ofrecerán calzado, tejidos, chompas, dulces, miel de abeja, entre otros.

    Durante la feria se elegirá, además, al mejor queso de Ecuador. Se realizará una cata a ciegas con jueces internacionales para determinar el sabor y la calidad de los quesos por categorías.
    Chávez dice que se debe cuidar a este sector productivo porque, actualmente, el 20% de la población del país depende de la generación de lácteos.

    La feria se llevará a cabo en el recinto Ferial Nápoles Sport Center, a 500 metros de Cayambe, en la vía a Otavalo. El costo de la entrada para el público es de USD 2.

    La séptima edición de la Feria Nacional del Queso se llevará a cabo entre el 11  y el 13 de agosto. La cita se ha replicado en diferentes ciudades. Foto: Archivo
    La séptima edición de la Feria Nacional del Queso se llevará a cabo entre el 11 y el 13 de agosto. La cita se ha replicado en diferentes ciudades. Foto: Archivo
  • Doce familias sostienen El Cebadeñito

    Cristina Marquez

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    Las siete variedades de quesos tradicionales y gourmet que se fabrican en El Cebadeñito tienen acogida en Chimborazo, Pichincha y Morona Santiago. Este negocio le pertenece a las 12 familias que forman parte de la Asociación de Trabajadores Agrícolas Autónomos de Cebadas.

    La empresa produce en promedio 5 000 quesos, que cada mes que se distribuyen a 32 minimercados, locales de productos artesanales y tiendas de las tres provincias. Además, tiene puntos de venta en Quito y Riobamba.

    El queso mozarela y el queso fresco andino, son los productos estrella y los que tienen mayor demanda, debido a su textura cremosa y sabor equilibrado. Ambas variedades son elaboradas para el uso en la cocina doméstica y la gastronomía gourmet.

    El menú de productos incluye también otras variedades de quesos frescos y madurados como gouda, tilse y dambo. Estos se elaboran especialmente para degustar con vinos, frutas y embutidos.

    La organización se inició en 1982, como una estrategia para mejorar la calidad de vida de 36 familias de Cebadas, una parroquia situada a 30 minutos de Guamote, en Chimborazo. Antes de asociarse ellos subsistían de la agricultura y de la producción de leche que vendían individualmente.

    “En esa época aún había grandes haciendas y los patrones no nos pagaban un precio justo por la leche. Éramos bastante pobres”, recuerda José Luis Aucancela, presidente de la organización.

    La idea de utilizar la leche que producían para elaborar quesos surgió tras conocer la experiencia de un grupo de agricultores de Salinas, en la provincia de Bolívar. “Ellos empezaban a tener éxito en la venta de sus quesos y decidimos seguir su ejemplo”.

    Sin embargo, a pesar de que se capacitaron e invirtieron en una infraestructura para la fábrica, los primeros intentos fallaron. Los quesos no salían bien, la calidad de la leche era desigual, el sabor no era agradable y no contaban con todos los equipos.

    “Fracasamos muchas veces y todos estábamos desanimados”, recuerda Ricardo Guambo, uno de los fundadores.

    Los problemas administrativos continuaron durante los tres primeros años. Los socios tuvieron que solicitar préstamos para adquirir los equipos, las utilidades no alcanzaban para pagar los sueldos y los quesos no se vendían como esperaban.

    Pero la situación cambió cuando en 1985 un nuevo grupo de socios decidió volver a capacitarse y contratar técnicos consultores que ayudaran a solucionar los problemas de la fábrica. “Fue un reto grande. Nos tocó volver a aprender todo, y convencer a la gente de mejorar la calidad de la leche que producían, pero cuando todos decidimos trabajar, nuestra vida cambió”, dice Aucancela.

    En solo unos meses, cuando lograron elaborar un queso de alta calidad comenzó la tarea de comercializar y posicionar el producto en el mercado. Cada socio ayudó en esa tarea, todos recibían una cantidad de productos y recorrían las tiendas de Riobamba presentando el producto y haciendo degustaciones.

    Para el año 2000, los quesos del Cebadeñito eran los más solicitados en las tiendas, y en las instituciones donde se entregaban los productos.

    El incremento en las ventas les incentivó a diversificar su producción, pues en un inicio solo se elaboraban dos variedades de quesos. Parte del crecimiento de la empresa también se debió a la reinversión de las utilidades.

    Darío Suárez, Cathy Taday, Ricardo Guambo, Alberto Ailsalla y José Luis Aucancela forman parte de la Asociación de Trabajadores de Cebadas. Foto; Cristina Márquez / LÍDERES
    Darío Suárez, Cathy Taday, Ricardo Guambo, Alberto Ailsalla y José Luis Aucancela forman parte de la Asociación de Trabajadores de Cebadas. Foto; Cristina Márquez / LÍDERES
  • En San Gabriel invirtió en su planta de quesos

    REDACCIÓN QUITO (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Luego de 25 años de trabajo en una gran empresa del sector de lácteos, Joseph Puthukulangara decidió que era tiempo de emprender su propio negocio.

    Este empresario, nacido en la India y radicado en Ecuador, trabajó para la firma Kiosco durante un cuarto de siglo. En esa compañía empezó como técnico en quesos y terminó de gerente de planta en la San Gabriel, población ubicada en Carchi, provincia ganadera de la frontera norte.

    La experiencia y los conocimientos acumulados en esa empresa permitieron que Joseph Puthukulangara montara una planta de quesos. Su pequeña empresa del sector quesero se llama Milmalac y se conformó hace un año.

    Para empezar invirtió alrededor de USD 150 000. “Arrancar fue difícil. Al principio la gente no conocía los productos, fue una etapa difícil, pero la superamos con la ayuda de amigos y amigos de esos amigos que fueron probando nuestros productos y los recomendaban”.

    La propuesta con la que Milmalac ingresó al mercado fue variada: queso mozarela, queso fresco, semimaduro, holandés y provolone. “Era una oferta bastante ambiciosa, pero como conocía el mercado sabía los tipos de quesos que tienen aceptación en el país”, revela Puthukulangara.

    En el inicio de la planta, este empresario se apoyo en su hijo y un trabajador. Entre los tres se encargaban del proceso de elaboración de los quesos.

    Para darse a conocer Milmalac aplicó estrategias como degustaciones y visitas a potenciales clientes. “De esa manera empezaron a llegar los primeros pedidos desde Ibarra y Quito, que se han ido incrementando con el tiempo. Hoy en día también llegamos hasta Guayaquil”.

    Jorge Luis Vargas trabaja en la empresa Descalzi y es proveedor de Milmalac. Él describe a Puthukulangara como un excelente técnico que conoce muy bien el negocio de este derivado de la leche. Vargas le provee a Milmalac fermento y cuajo para los quesos. “Trabajo con la empresa de Puthukulangara desde hace un año. Es muy cumplido en los pagos, es un gran cliente y una muy buena persona”, dice Vargas.

    El trabajo para este empresario que apuesta por el Ecuador continúa. Cuenta que las inversiones siguen porque este negocio siempre requiere capital, solo así se logra crecer.
    Al analizar el primer año de su pequeña empresa se declara satisfecho. En ese período sorteó una serie de retos y procesos para consolidar su negocio. Por ejemplo, cuenta que en los primeros cinco meses de su negocio se dedicó a cumplir trámites como el registro sanitario, el etiquetado de sus quesos, entre otros.

    “Todo lo hacemos con calidad y pensando en ofrecer lo mejor a nuestros clientes”, dice Puthukulangara, con su acento extranjeros. Las expectativas en dos o tres años se enfocan en buscar más mercados, mantener la calidad y seguir creciendo.

    Joseph Puthukulangara es el fundador y gerente de la empresa de quesos Milmalac, en San Gabriel. Foto: Cortesía
    Joseph Puthukulangara es el fundador y gerente de la empresa de quesos Milmalac, en San Gabriel. Foto: Cortesía
  • La asociatividad impulsa sus quesos

    Cristina Marquez

    (F)
    Contenido intercultural

    El sabor equilibrado y la textura cremosa caracterizan a la marca Guamoteñito, una empresa integrada por siete queseras comunitarias del cantón Guamote, situado en el centro de Chimborazo. Los quesos frescos que se producen allí son apetecidos en mercados como Guayaquil, Daule, Esmeraldas y otros cantones de la costa ecuatoriana.

    La marca es un emprendimiento comunitario impulsado por la Asociación de Queseros de Guamote. 150 personas se benefician directamente de la empresa y otras 400 familias, que les proveen de leche fresca de alta calidad, se benefician indirectamente.

    El producto estrella es el queso fresco de mesa, que se puede adquirir en unos 150 puntos de distribución por USD 2,50. El queso se caracteriza porque está elaborado con una receta casera, ideal para la gastronomía y para el consumo de mesa, que se diferencia de la fórmula de otros productos lácteos que se procesan industrialmente.

    “Nuestro valor agregado es el sabor natural y casero de los quesos que siempre se han consumido en las comunidades, pero elaborado con procedimientos mejorados y de mayor calidad e higiene”, cuenta José Caiza, presidente de la Asociación de Queseros de Guamote.

    El emprendimiento se fundó en el año 2002, cuando cerca de 70 queseros de Guamote se unieron para integrar una asociación. El primer año, la organización no prosperó y la mayor parte de integrantes decidió separarse de la agrupación.

    Pero en el 2003, el grupo recibió el apoyo técnico de la Fundación Marco. Sus integrantes les capacitaron para mejorar el proceso de producción y la calidad del queso. También, hicieron estudios de mercado y les apoyaron en el proceso de comercialización.

    Mejorar la calidad fue el reto más grande que enfrentó la Asociación. Las normas para conseguir un registro sanitario y garantizar la apertura de mercados eran exigentes y se requirió de una inversión familiar.

    Cada quesera adquirió ollas pasteurizadoras, mesas de aluminio, moldes y otros implementos para adecuar las fábricas en sus respectivos hogares. Caiza, por ejemplo, invirtió alrededor de USD 5 000 en equipos y otros implementos para su negocio.

    Además, las revisiones técnicas de calidad fueron exigentes, por lo que varios socios desertaron de la agrupación. “Fue difícil convencer a la gente de mejorar sus productos para conseguir un mercado y un mejor precio. El posicionamiento de la marca requirió compromiso y un trabajo duro”, cuenta Patricio Pérez, quien asesoró a la asociación en el 2003.

    Parte del apoyo de la Fundación Marco incluyó el diseño de la marca corporativa de la empresa. El logotipo muestra los páramos de Guamote y a dos personas que visten el traje originario de la cultura Puruhá. La imagen identifica a los emprendedores y los parajes donde se elaboran los quesos.

    El logotipo de la empresa es la razón por la cual sus clientes fieles los identifican como ‘el queso del ponchito’.

    Pero el que la marca incluyera una representación gráfica de sus propietarios no siempre benefició a la empresa. Cuando se inició la distribución de los productos los clientes los rechazaban. “La gente desconfiaba, menospreciaban los quesos y notamos una actitud racista”, cuenta Pérez.

    Sin embargo, él desarrolló una estrategia para posicionar la marca y cambiar la mentalidad de la gente a la que querían vender sus productos. Las degustaciones de sabor y las pruebas gastronómicas en los mercados con más concurrencia les aseguraron un espacio en el mercado.

    Hoy, las siete queseras procesan cada mes entre 6 000 y 7 000 litros de leche, y producen unos 6 500 quesos que se entregan en cinco cantones de la Costa, así como en Colta y Riobamba.

    “Cuando empecé mi negocio, solo procesábamos 50 litros de leche. Hemos llegado a ser una organización fuerte porque perseveramos e invertimos en nuestras empresas”, dice Caiza. Su quesera funciona en la comunidad Sablón Gampalá y trabaja junto con el apoyo de sus cinco hijos.

    En el futuro la empresa asentada en Guamote espera llegar a los supermercados del país, por lo que a mediano plazo esperan conseguir una certificación para sus productos y adquirir un sistema de enfundado al vacío.

    MÁS DATOS

    En promedio, la Asociación factura USD 12 000 mensuales.

    Los quesos se venden en presentaciones de 1 000 gramos y cuestan USD 2,50.

    Guayaquil y Machala son los principales mercados de la asociación. A esa ciudades se entrega el 70% de la producción.

    La materia prima se adquiere en unas 30 comunidades de Guamote. En el futuro aspiran adquirir ganado propio.

    Wílmer, José y María Caiza son parte de la comunidad que decidió elaborar y comercializar quesos bajo la marca Guamoteñito. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
    Wílmer, José y María Caiza son parte de la comunidad que decidió elaborar y comercializar quesos bajo la marca Guamoteñito. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
  • En esta hacienda los quesos ganan premios

    Redacción Quito

    En 12 hectáreas se levanta la Hacienda La Jesús. Allí, en las faldas del nevado Cayambe, en el norte de Quito, Ibeth Cela y Karen Aguirre elaboran quesos y yogures.

    Ellas también poseen una plantación de eucalipto de moneda donde hay 4 000 árboles. Las ramas son utilizadas para los arreglos florales que se comercializan en San Valentín, Día de la Madres Día de los Difuntos… Sus principales clientes son las floriculturas del sector.

    La propiedad fue adquirida hace 13 años. El precio fue de 10 millones de sucres (USD 865 al cambio de la época). El dinero fue obtenido de ahorros y préstamos bancarios. Cela, como amante de la naturaleza, adquirió cuatro vacas. Luego, con su esposo, Patricio Aguirre, decidieron aprender a elaborar queso artesanal, hace unos 10 años y empezaron con el emprendimiento.

    Ambos se capacitaron en cursos de la Corporación Financiera Nacional. En ese entonces, la facturación de La Jesús no superaba los USD 500 anuales.

    Sin embargo, desde hace tres años, Hacienda La Jesús dio un giro de negocio. Karen, hija del matrimonio Aguirre Cela, terminó sus estudios en la Universidad Zamorano, en Honduras. Ella es Ingeniera Agroindustrial y tomó la batuta de la producción lechera en la hacienda.

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    Para eso, la familia Aguirre pidió un crédito de USD 70 000 a la CFN en el 2009. Ese dinero sirvió para mejorar la infraestructura de los procesos del queso. Por ejemplo, se construyó un cuarto frío, un furgón para la transportación del queso y se mejoraron las instalaciones del sistema de ordeño. “Antes eran de cemento, hoy las instalaciones poseen baldosas”, explica Karen Aguirre.

    Con esas mejoras, la facturación, en lo que va del año, llegó a más de USD 2 000. “Es bueno tomando en cuenta la inversión que se ha hecho”.

    Este año se celebró la Feria del Queso en Cayambe, organizado por el Ministerio de Industrias. Ahí se premió al mejor queso fresco ecuatoriano. Participaron 25 empresas especializadas ante un jurado argentino. Ese fue el evento al que le apuntó Aguirre, para posicionar su queso. Gracias a las mejoras, la producción de leche mejoró. Hoy se producen 300 litros diarios de leche y antes no se llegaba a los 100. Es un promedio de 25 litros por vaca. Con ese aliciente, decidió participar.

    Se preparó desde el año pasado y ganó como el mejor queso fresco del Ecuador.

    Diego Proaño, gerente del Patronato Municipal de Ibarra, califica al producto como muy bueno. Según él, la calidad de los quesos es excelente. “Somos exigentes con el tipo de producto que se comercializa en nuestros supermercados”. Por eso, los pedidos de lácteos a La Jesús se hacen dos veces a la semana.