Etiqueta: quichua

  • Los diseños de Quichua Marka no abandonan sus raíces

    Relacionadas

    Puntada tras puntada, Enrique Males y su esposa Lucila Lema lograron consolidar Quichua Marka (Pueblo Quichua, en español), una de las firmas de elaboración de ropa más reconocidas de Otavalo, provincia de Imbabura.

    El almacén de estos emprendedores del pueblo kichwa está ubicado frente al tradicional Mercado de Ponchos, uno de los íconos turísticos de la Sierra Norte.

    Los modelos de las coloridas prendas de vestir se pueden admirar en las perchas, vitrinas y maniquíes del local comercial, ubicado en la esquina de las calles Salinas y Modesto Jaramillo.
    Son diseños innovadores y modernos, que se fusionan con los trajes típicos. En la mayoría de prendas resaltan los bordados a mano de flores y de figuras de las culturas ancestrales andinas. También los tinturados artesa­nales. “Nos especializamos en ropa de verano, elaborada en tela de algodón y con diseños exclusivos”. Así resume Lucila Lema la línea de producción.

    Quichua Marka lleva 23 años en el mercado. Los diseños nacen de las ideas de Enrique Males, su esposa y Luis, el último de los cuatro hijos de la pareja, que hoy apoya
    la microempresa familiar.

    No se puede desconocer la influencia del patriarca de la familia, que ahora tiene 63 años. Durante su juventud recorrió, como muchos otavaleños, Norteamérica y Europa. Luego participó en cursos de diseño de modas, en Colombia, en donde vivió varios años. Eso le ha permitido ampliar la perspectiva de producción.

    A Males siempre le gustó confeccionar blusas y camisetas. Inicialmente se especializó en el estampado. Pero tras la capacitación decidió poner su toque personal. Ahora ofrece pantalones flojos y entallados, blusas escotadas o discretas y también vestidos para toda ocasión.

    Con los años, han desarrollado actividades puntuales. Enrique Males se encarga del área de corte, costura y detalles de la confección de cada prenda. Mientras que Lucila Lema es la responsable de los trabajos de bordado y del tinturado manual. La emprendedora los elabora según el diseño y el modelo de cada blusa, falda o vestido.

    Entres sus clientes están ciudadanos nacionales y extranjeros. Muchos de ellos mantienen nexos comerciales por años, como Rosa Cotacachi, vinculada al grupo de música tradicional Charijayac, que reside en España.

    Lema comenta que periódicamente Cotacachi adquiere cientos de camisas, para atender los pedidos de clientes europeos. Otros pedidos llegan de Quito, Guayaquil, Cuenca y de Estados Unidos, Francia e Italia.

    Cada año, antes de empezar el verano, se elaboran las nuevas colecciones. Aunque permanentemente Quichua Marka está innovando, hay diseños que no pasan de moda, afirman estos emprendedores imbabureños.

    También aseguran que los compradores difícilmente pueden conseguir productos similares entre los 3 000 comerciantes de textiles artesanales de la vecina Plaza de Ponchos. Eso se debe a que en el taller de Quichua Marka se hace hincapié en el control de calidad, principalmente de la materia prima y los terminados.

    Varios diseños también provienen de ideas y sugerencia de los amantes de este estilo de ropa, que llegan a la tienda.

    La firma no ha estado libre de los intentos de copia de sus diseños. A eso se debe que innovan permanentemente. Prefieren ser discretos en la presentación de los nuevos modelos. Es por ello que ni siquiera tienen una página Web, explica Luis Males.

    El taller de producción está ubicado en la segunda planta del almacén. Sin embargo, cuentan con colaboradores externos. Hasta hace ofrecían trabajo a 20 personas encargadas de la confección de los trajes y 30 bordadoras, a los que se les enviaba el material.

    Sin embargo, tras una paulatina baja de las ventas se quedaron con cuatro costureras y cuatro bordadoras. Males y Lema confían en que los diseños exclusivo de Quichua Marka les mantendrá a flote en su negocio.

    Francisco Espinoza / para LIDERES
    Lucila Lema y su esposo, Enrique Males, levantaron esta microempresa que tiene fama dentro y fuera del país. Foto: Francisco Espinoza / para LIDERES
  • En publicidad, el uso del quichua tiene limitantes

    Xavier Montero / Redacción Quito

    El segundo artículo de la Constitución de Montecristi (2008) determinó al quichua y al shuar como idiomas oficiales de relación intercultural en el país.

    Por ese motivo, asegura Tomás Nieto, director general de The Nada Producciones, las agencias publicitarias buscan para su oferta de servicios y en el catálogo de colaboradores a traductores, actores, locutores… que dominen ambas lenguas.

    The Nada Producciones ha realizado desde el 2008 cinco campañas informativas de entidades públicas que incluyeron anuncios en quichua y shuar. En ese tiempo han advertido limitaciones. “El banco de voces (locutores) es limitado. Los quichuahablantes natos no hablan mucho español y pueden existir problemas al momento de entender nuestros pedidos dentro del estudio de grabación”, explica.

    Nieto añade otro aspecto trascendente: la transmisión literal del guión. “Una cuña radial en español -pone como ejemplo- que dura 30 segundos, al llevarla al quichua, puede extenderse hasta los 45 segundos para expresar la misma idea”.

    El quichua es una lengua permisiva, prudente y alegórica, que está llena de superlativos y diminutivos, explica Julio Saransig, catedrático de la Universidad Intercultural Amawtay Wasi, en Quito. “Una frase en castellano requiere de más palabras para transmitirla en quichua”, explica el docente, quien ha locutado unas tres cuñas radiales y ha traducido unos 50 ‘scripts’ publicitarios.

    Para Saransig, oriundo de Imbabura, existe un reto al trasladar una idea para el público kichwa: algunos parámetros de vida de aquellos pueblos no contemplan conceptos ni palabras literales para términos como explotación de recursos, ganancias, entre otros.

    “Existen particularidades en la pronunciación y escritura de un mismo término”, continúa Saransig y cita un ejemplo. La palabra cariño se pronuncia y escribe kuyay entre los quichuahablantes del sur del país. Pero los pueblos del norte la pronuncian como ‘juyay’. “Aquello influye en la credibilidad del mensaje dado”, añade.

    Ricardo Meneses, asistente administrativo del centro cultural Kinti Wasi (Casa del Colibrí), ubicado en el sur de Otavalo, explica que la señalética de sus instalaciones está escrita en quichua, inglés y español por dos motivos.

    El primero, manifiesta Meneses, es promulgar la apropiación ideológica de este local con los moradores (31 330 personas se autoidentificaron como pertenecientes al pueblo Otavalo en el 2010, según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos); y el segundo, la promoción turística de la agenda cultural que manejan.

    Desde el sector privado, existen casos de entidades financieras que usan el quichua como gancho comercial. Algunos ejemplos son visibles dentro de las 39 entidades del Sistema de Cooperativas de Ahorro y Crédito registradas en la Superintendencia de Bancos con oficinas en ciudades de la Sierra centro.

    La Cooperativa Mushuc Ñan (Nuevo Camino), con sede en Salasaca (Tungurahua), prioriza en su papelería informativa de productos y servicios los textos en quichua. Rosa Jerez, representante administrativa de la sucursal de Imbabura, que opera hace tres años, considera que sus clientes se fidelizan al recibir mensajes en su lengua materna.

    La voz de Rosa Ainaguano se ha escuchado en una decena de cuñas radiales de campañas informativas para entidades como el Ministerio de Educación. Según ella “la estructura gramatical del quichua: ‘verbo + sujeto + predicado’, permite expresar ideas generales para un público ávido de conocer más sobre su cultura”.

  • Las llamadas y los mensajes, en quichua

    Redacción Quito

    José Tayupanta habla en quichua y cuenta que uno de los principales inconvenientes que tiene para utilizar teléfonos celulares es el idioma. Este habitante de Colta (Chimborazo) se queja porque los aparatos que se ofertan solo manejan el inglés o el español en sus sistemas operativos.

    “Cuando quiero mandar mensajes, el teléfono no me reconoce las palabras en quichua. Tengo que saber leer en español o en inglés si quiero utilizar el celular”, dice este hombre de 45 años.

    Este panorama cambió en octubre del año pasado, con el lanzamiento del nuevo ZTE GS 512. Este teléfono celular, lanzado por Claro, en colaboración con el Ministerio de Telecomunicaciones, cuenta con un sistema operativo traducido completamente al quichua. Pero además, el usuario puede optar las preferencias de idioma español e inglés.

    Con el equipo es posible encontrar palabras como ‘kayashka’ en lugar de llamadas; ‘pukllay’, en vez de juegos; o ‘akshay’, en vez de menú. Esta innovación alegró a Tayupanta.

    María José Proaño, jefa de Relaciones Públicas de Claro, explica que para habilitar esta opción de idioma fue necesaria la participación de un equipo calificado de la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe, que en el 2012, durante cuatro meses, trabajaron con la empresa china ZTE en la traducción de más de 5 000 palabras presentes en el teléfono para su correcto funcionamiento.

    Proaño no menciona el monto de la inversión realizada para el desarrollo de este teléfono, pero asegura que de los 25 000 celulares que fueron introducidos al mercado ecuatoriano en octubre pasado, cerca de 20 000 ya se vendieron hasta el 15 de enero de este año. La operadora incluso analiza desarrollar teléfonos inteligentes en quichua.

    El precio final del equipo es de USD 50,39 y cuenta con Radio FM, mensajería SMS, calculadora, conversor de unidades, linterna, juegos, reloj mundial y un manual de usuario disponible en español y en quichua. Su modalidad de servicio es prepago.

    Como una estrategia de marketing Claro hizo la presentación del ZTE GS 512 en Colta, población con alta concentración de población que habla quichua.

    Al ser un producto para un segmento específico, Claro no organizó una campaña masiva de publicidad, sino que concentró sus esfuerzos en capacitar adecuadamente a su personal de servicio al cliente para hacer comunicación en el punto de venta.

    De su parte, el ministro de Telecomunicaciones, Jaime Guerrero, explicó que el apoyo a esta iniciativa responde a la necesidades de casi 600 000 personas que hablan en quichua a escala nacional, es decir, casi un 4% de la población.