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  • Los números del sector textilero se recuperan

    Evelyn Tapia

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    El 2016 fue uno de los peores años para el sector textil, industria que está conformada en su gran mayoría por pequeñas y medianas empresas. Nueve de cada 10 negocios corresponden a esa categoría, según Javier Díaz, presidente de la Asociación de Industrias Textiles del Ecuador (Aite).

    Sin embargo, los números de las 315 empresas del sector se están recuperando “y es una buena noticia, aunque aún no llegamos a cifras récord como las del 2013”. Con la desaceleración económica que atravesó el país, por la caída del precio del barril de petróleo, las ventas de los textileros cayeron USD 81,5 millones en el 2016 en relación a las alcanzadas en el 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos.

    De acuerdo con las cifras del Banco Central del Ecuador, en el primer trimestre del 2018, el PIB textil alcanzó los USD 478 millones; es decir, creció un 0,58% en relación a igual período del 2017.

    Las ventas al exterior también mejoraron este año. Según Aite, entre enero y junio del 2018, las exportaciones alcanzaron los USD 48,4 millones; esto es, un 5,8% de incremento con relación a los seis primeros meses del 2017. España y Argentina son los destinos en los que más se incrementaron las ventas.

    Aite destaca que el aspecto más relevante es que el 64% de las nuevas exportaciones corresponden a productos terminados, que representan USD 30,9 millones. Según el gremio, el sector tiene la meta de alcanzar los USD 350 millones en exportaciones textiles y de confección en los próximos cinco años.

    Como una de las estrategias para lograrlo, el gremio diseñó un catálogo electrónico que recoge lo mejor de la oferta de la industria para mostrar y vender sus productos en el exterior.
    En Manufacturas Americanas (Manamer), una mediana empresa que produce 30 000 prendas de vestir al mes, en Quito, esa recuperación se evidencia en dos aspectos, dice Daniel Ehrenfeld, gerente de la firma.

    Él cuenta que este año Manamer abrió cinco nuevos puntos de venta y contrató a unas 40 personas más, equiparando el número de empleos al que se registraba antes de la recesión del 2016.

    “Hubo más consumo en general en los dos primeros trimestres del año, y en nuestro caso, vimos crecimiento sobre los dos digitos, pero este tercer trimestre se siente algo de estancamiento”, menciona.

    La reducción de la inversión estatal en obra pública es uno de los factores que explica ese enfriamiento que está empezando a sentir en la segunda mitad del año, según el gremio textilero.

    Con menor liquidez circulando en el país, el consumo se está contrayendo y las ventas, así como la producción, podrían bajar, teme el vocero de Aite. Ehrenfeld señala que en este contexto, la estrategia de su empresa es enfocarse en mejorar la calidad y con ello, proyectan cerrar un 2018 con crecimiento por encima del 9%.

    “Nosotros preferimos competir mejorando en temas de calidad y enfocándonos no tanto en los precios. Así no sufrimos los altibajos del mercado. El cliente tiende a cambiar muy rápido cuando solo le ofrecen buen precio y no calidad”, señala el gerente.

    Los empresarios del rubro destacan que uno de los factores que han contribuido a la mejora del desempeño es que hay mayor estabilidad normativa. Pero a pesar de la recuperación, hay varios factores que impiden que las cifras sean mejores y perjudican la competitividad y la productividad del Ecuador, dice Díaz.

    Para el dirigente de la Aite, son tres los problemas principales que perjudican al rubro en relación a sus competidores de la región: la carga laboral, la tramitología y el costo de la energía y los combustibles.

    De acuerdo al tipo de prenda, la mano de obra puede representar entre el 25% y el 60% de los costos de producción; mientras que los gastos administrativos relacionados a tramitología suelen oscilar entre el 5% y 10%.

    “Los gastos en tramitología son demasiado altos, tomando en cuenta que se trata solo papeleo, de tener gente que llena documentos para cumplir con una serie de controles y que eso no se traslada al costo de venta”, cuestiona Díaz.

    Manamer es una empresa textil que produce en Quito desde hace 60 años. La empresa tiene una capacidad de producción de 30 000 prendas por mes que se agrupan en ocho marcas
    Manamer es una empresa textil que produce en Quito desde hace 60 años. La empresa tiene una capacidad de producción de 30 000 prendas por mes que se agrupan en ocho marcas. Foto: Archivo / LÍDERES
  • Estudiantes recuperan a los perros abandonados

    Fabián Maisanche

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    Los alumnos de la carrera de Veterinaria de la Universidad Técnica de Cotopaxi (UTC) deben viajar 30 minutos para llegar a la Fundación Latacunga Animalista, ubicada en la parroquia Joseguango Alto. En este espacio se hallan 74 perros de diferentes razas y tamaños, que fueron rescatados de las calles de la capital de Cotopaxi.

    Los 60 estudiantes del octavo ciclo académico de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales son los encargados de realizar una ficha médica a los canes. También les pusieron un nombre, desparasitaron y rehabi­litaron. Otra de las actividades de vinculación de los jóvenes fue trabajar en la parte emocional de los animales y que aprendan a ser guiados con una cuerda.

    Según Adriana Páez, directora de Latacunga Animalista, los futuros veterinarios conocen la realidad de los centros de rescate y ponen en práctica lo aprendido en las aulas. La activista explica que al final del ciclo académico de las prácticas, las mascotas son adiestradas y pueden entrar en adopción. “Algunos chicos se llevaron a sus casas a los animalitos que cuidaban. Fue tal el cariño y la vinculación que hubo entre docentes, estudiantes y directivos del centro que se hizo una clausura del trabajo realizado. A pesar de haber finalizado su tarea, los jóve­nes aún vienen los domingos”.

    El convenio de cooperación interinstitucional entre la UTC y el centro es por dos años. El objetivo es brindar atención primaria y rehabilitación a los animales abandonados en Latacunga y en otros centros urbanos.

    Mercedes Toro, docente responsable de vinculación de la carrera de Veterinaria de la UTC, explica que el programa con los estudiantes es parte de la formación profesional. Entre las obligaciones constan la ayuda médica a los canes, el adiestramiento y el cuidado al centro.

    Toro indica que el balance de ayuda en los canes fue positivo en el primer año de ejecución. La idea -señala- es que se vaya mejorando y concienciando a los futuros médicos.

    “Estamos formando estudiantes integrales y con conciencia humana, a través de los conocimientos prácticos”, asegura Toro.

    Hasta el momento, la carrera de Veterinaria trabaja con este centro donde están involucrados autoridades, docentes y estudiantes. Angélica Soria, estudiante de octavo ciclo de Veterinaria de la UTC, cuenta que al inicio solo arribaron para brindar los conocimientos prácticos, como desparasitar a los perros y conocer las instalaciones.

    La estudiante cuenta que en el momento de realizar sus actividades, se encontraron con que los perros “fueron abandonados y no tenían un hogar”. Soria explica que la idea fue creciendo y ahora están siendo atendidos los canes permanentemente.

    “Son seres que necesitan cariño. Les hemos dado confianza y los hemos recuperado para que sean adoptados. Hacemos un llamado a los dueños de perritos, para que no los abandonen”, asegura Soria.

    Los estudiantes de la UTC se encargan de pasear a los perros por los caminos de la parroquia Joseguango Alto. Foto: Glenda Giacometti /  LÍDERES
    Los estudiantes de la UTC se encargan de pasear a los perros por los caminos de la parroquia Joseguango Alto. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES