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  • El tiempo de evaluar las tareas empieza

    Arturo Castillo

    A lo largo de toda su existencia, el ser humano se ve sometido a diversos tipos de evaluaciones o pruebas por superar.

    Ni bien llegado a este mundo, y antes, debe enfrentar evaluaciones médicas. En algunos casos, el diagnóstico-evaluación puede ser de tal naturaleza que etiquete la existencia entera del sujeto con un ‘no está bien’.

    La etapa escolar es particularmente pródiga en evaluaciones; mejor, todo el sistema se asienta en la medición. El veleidoso criterio de los profesores puede elevar la autoestima de los pequeños estudiantes, o puede convertirlos en sujetos medrosos, inseguros de sí mismos.
    Bastante inspirado en ese modelo, el mundo laboral constituye un test permanente. Llámense competencias, destrezas, aptitudes, conocimientos, lo cierto es que son cosas mensurables. Es decir, cualquier aspecto del que el individuo presuma, se espera que puede ser llevado al banquillo de la evaluación.

    La reflexión viene al caso, ya que está por concluir el segundo semestre del año; consecuentemente, las evaluaciones se vienen encima en las oficinas. Qué se hizo y qué se dejó de hacer; cómo se hizo, con cuánta eficacia y oportunidad se trabajó. Y lo más crucial: cuáles fueron los resultados concretos.

    Sin duda alguna, para la generalidad de las personas, la evaluación es el ‘momento de la verdad’, la rendición de cuentas a la autoridad, que tiene la potestad para descalificar.
    Y es por ello justamente que la autoevaluación es una práctica poco cultivada, porque los individuos están condicionados, y confían más en la percepción ajena que en la propia.
    Obviamente, la evaluación del trabajo se hace a partir de los parámetros y exigencias de la empresa, con sus métodos de medición de resultados.

    En cambio, a nivel individual, la evaluación tiene que ver no solo con la eficacia y eficiencia, sino con el grado de satisfacción, con el sentido de plenitud del colaborador de la empresa.
    Ese balance puede poner al sujeto frente a una serie de dilemas éticos, frente a la honestidad personal; es decir, a frente a la cuestión deontológica, a la forma cómo lleva, cómo vive su profesión; asuntos que trascienden los controles empresariales.

    De otra parte, hay que recordar que hubo la ocasión, a mitad de año, para hacer los correctivos del caso, para dar golpes de timón, para identificar las debilidades; para mover las fichas del liderazgo, para modificar la imagen corporativa, las estrategias de comercialización y del servicio. La segunda mitad del año debió servir para la concreción de todo aquello que se revisó; sin ningún tipo de justificativos.

    A propósito de todo esto, en el mercado ya existen herramientas para evaluar el rendimiento de los trabajadores cotidianamente, con la utilización de tabletas y aplicaciones, que mantienen al gerente plenamente vinculado y al tanto de las acciones de los equipos de trabajo, que de esa manera tienen un ‘feedback’ o retroalimentación permanente.

    Los ‘millennials’ se sienten a gusto con esa tecnología, porque arroja resultados libres de subjetividades. De manera que cuando buscan promociones y aumentos de salario, la medición de rendimiento está plenamente evidenciada.

    Al respecto, el cambio de lenguaje es vital al momento de evaluar, como propone Richard Grote, autor de ‘How to Be Good at Performance Appraisals’.

    En vez de los habituales ‘bueno’, ‘malo’ o ‘excelente’, de alto contenido subjetivo y emocional, términos como ‘exhibe’, ‘demuestra’, ‘genera’, ‘posee, ‘comunica’, ‘dirige’, ‘logra’, dice el experto, suenan más profesionales y significativos.

    Cabe preguntarse, sin embargo, si las emociones no son un componente ineludible de las evaluaciones. ¿Usted qué piensa?

    Hay que recordar que a mitad de año, se pudo hacer los correctivos del caso, para dar golpes de timón.
    Hay que recordar que a mitad de año, se pudo hacer los correctivos del caso, para dar golpes de timón. Foto: Ingimage
  • La productividad se logra con estímulos

    Leonardo Gómez P. / Redacción Quito / LÍDERES

    Cuando un empleado salda sus expectativas salariales y materiales está cubriendo una parte básica de sus necesidades, lo que se traduce en mejores niveles de productividad. Sin embargo, su desempeño puede ser superior cuando la empresa en la que trabaja le da un espacio a la salud mental del individuo.

    «Hablar de salud mental en las empresas es hablar de un ambiente sano y amigable, y de empleados motivados que logran objetivos», dice Xavier Illingworth, trainer en Programación Neurolingüística. «Cuando las personas están felices, la productividad aumenta y los resultados son potencialmente mejores».

    Para eso, las empresas de ahora buscan métodos de motivación alternativos como la risoterapia, que consiste en romper la rutina en medio del ambiente formal de la oficina para afianzar las relaciones entre los empleados. También se puede recurrir a las pausas activas, que incluyen la práctica de ejercicios.

    Hay terapias con caballos para ejecutivos y deportes extremos que afianzan los valores del liderazgo, mientras que la programación neurolingüística constituye un sistema de terapia alternativa que se ocupa fundamentalmente de inculcar comportamientos exitosos.

    Illingworth asegura que la preocupación de las empresas por la salud mental de sus trabajadores es una tendencia que comenzó en Europa y los Estados Unidos a raíz de la última crisis financiera.

    «Con la crisis comenzaron los despidos, y la gente que se quedaba sentía la inestabilidad laboral. En ese momento se buscó potenciar sus capacidades a través de la motivación», explica.

    DirecTV, por ejemplo, realizó un coaching empresarial para potenciar el área de servicio al cliente, para lo cual se utilizó la programación neurolingüística.

    «Analizamos el nivel de satisfacción del cliente. Estudiamos los comportamientos de nuestros trabajadores y les dimos nuevas herramientas para potenciar esos servicios. Los resultados se vieron de inmediato luego del primer seminario», asegura Paulina Naranjo, directora de Costumer Experience Ecuador.

    Otro método alternativo de motivación es el utilizado por el grupo Clown Célula Roja, una organización que utiliza la comedia del clown para levantar el ánimo de la gente en las empresas.

    Magdalena Soto, directora de este grupo, asegura que este es un recurso no muy utilizado en el país para las campañas de motivación en las empresas y para temporadas de cambio que, generalmente, preocupan a los colaboradores.

    Camilo Carcelén, gerente de la firma de estrategias digitales Notuslink, cuenta que este tipo de motivación le ayudó a romper con el recelo y timidez de sus empleados, logrando un mejor ambiente laboral. «Se realizan dinámicas grupales en el mismo espacio de trabajo y eso genera en los empleados un sentimiento de confianza entre ellos mismos. Ahora trabajamos mejor como equipo».

    Para el gerente de la Holística Consultores, Édgar Lascano, la salud ocupacional es un elemento que puede definir la ruta de una empresa, y las buenas relaciones interpersonales mejoran el trabajo en equipo.

    Por esto se ha diseñado el Extreme Team Building, un programa que pone a trabajar en equipo a los grupos empresariales. Dentro del programa, un grupo de ejecutivos es sometido a pruebas de supervivencia, en las que deben aprender a dirigir grupos, administrar recursos y tomar decisiones. «Se realizan ejercicios con todas las normas de seguridad. La idea es que permanezcan dos días en el bosque y el grupo forme lazos de confianza. Los resultados a nivel empresarial son inmediatos».

    Metas es la palabra clave que impulsa las responsabilidades de los equipos de trabajo en las empresas.

    El especialista:
    Arturo Castillo Motivador y profesor de técnicas psicorrelajantes

    Bienestar, ¿responsabilidad empresarial?

    Dicho con objetividad, ninguna empresa quiere hacerse cargo de las patologías de sus trabajadores. En el mejor de los casos, las compañías obedecen a políticas generales de seguridad industrial y salud laboral, como dispone la Ley.

    Fuera de ello, se entiende que cada sujeto tiene que llevar su propia carga a su manera, con los recursos anímicos de que disponga. Aún en medio de su precario estado psicológico debe ser capaz de producir, de devengar el salario, de funcionar, porque la empresa espera de él ‘lo mejor’. La medicina del trabajo orienta su esfuerzo a la adaptación del sujeto en su ambiente laboral, buscando que las condiciones para el desempeño de sus tareas sean las más adecuadas.

    Los riesgos psicosociales del trabajo tienen que ver con la interacción sujeto-entorno. Aunque pueden señalarse circunstancias ambientales capaces de alterar el equilibrio psicofísico de los sujetos, también quedan evidenciados aspectos de su estructura anímica y psicológica, de sus condiciones físicas, que les hacen proclives a la enfermedad.

    Pero lo que interesa saber es cómo las empresas afrontan las enfermedades de los trabajadores y de qué manera previenen la manifestación de disfunciones como el estrés, la depresión, el cansancio crónico o las alteraciones anímicas. Por lo general enfatizan en actividades de tipo recreativo.

    La participación es colectiva, el aspecto organizativo es relativamente sencillo, los gastos manejables, y la gente se organiza ‘solita’.

    Puede que a RR.HH. se le ocurra alguna otra cosa menos trillada, como el ‘clown’, una que otra ‘pausa activa’, algún paseo, los consabidos talleres donde la gente puede desahogarse. Pero más allá de eso, no tienen ni el tiempo ni la paciencia, y menos el conocimiento, como para lidiar con gente ‘difícil’.

    Es infinitamente más sencillo catalogar a alguien de ‘enfermo’ cuando las dolencias son físicas, pero cuando el sujeto da cuentas de que se siente raro anímicamente, que las cosas han perdido sentido, que está deprimido, la reacción es asegurar que todo lo que le ocurre solo está en su cabeza, que ya se le pasará.

    arturocastillo1@yahoo.com

    Arturo Castillo Motivador y prof. de técnicas psicorrelajan tes

  • La consultoría es un don para explotar

    Ivanna Zauzich

    La consultoría organizacional o de empresas es un servicio de asesoría para potenciar la productividad de empleados, identificar problemas de la compañía y plantear soluciones que mejorarán la rentabilidad de la firma.

    Las compañías apetecen estos servicios, por lo que cada vez más profesionales se inclinan a esta actividad.

    No hay una tabla de precios definida, pero por cada mes de consultoría puede recibirse unos USD 2 000, explica el consultor Alejandro Sánchez.

    Para esta función es clave garantizar resultados a las firmas con las que se trabaja. De esa forma se construye una reputación y se obtienen más contratos. Para trabajar en esta área es clave tener habilidades personales que no se obtienen estudiando en la universidad.

    El consultor Santiago Trejo dice que se requieren tres cualidades: estar bien conectado, es decir tener buenas relaciones con empresarios y otros sectores para ser reconocido dentro del medio.

    La segunda es ser directo y frontal para decir lo que en realidad necesita cambiar la empresa y no decir lo que el empresario desea escuchar. De esta forma se puede proponer, trabajar en cambios y obtener resultados. La tercera cualidad es tener tacto para decir las cosas.

    El empresario Sergio Cordero explica que además de esas habilidades es indispensable ser organizado con el dinero, porque no es un trabajo estable y el consultor debe estar preparado ante cualquier eventualidad.

    A más de ser organizado en sus finanzas, este profesional debe saber trabajar en equipo y planificar. Cualquiera no puede ofrecer consultorías, ya que requiere de profesionalismo para identificar lo que requieren las empresas y así potenciar su productividad, mejorar el clima laboral, innovar en procesos, etc.

    En Ecuador, una de las consultorías más solicitadas es en la que el asesor visita las empresas durante un mes para identificar errores en diferentes áreas. En ese tiempo también capacita a los gerentes para que desarrollen nuevas prácticas y saquen lo mejor de su equipo de trabajo, explica Alejandro Sánchez.

    Un punto clave es que el consultor debe estar especializado en una rama, indica Miguel Muñoz, experto en RR.HH. Es decir, si el asesor trabajó durante años en compañías de consumo masivo, y tiene talento, su asesoría es vital para este segmento porque conoce la cadena de distribución, los puntos de producción, revisión de calidad, ventas, manejo de clientes… Aunque sí existen consultores ‘todoterreno’ por su amplia trayectoria, lo idóneo es buscar a alguien enfocado en el sector que se necesita.

    Un profesional que se dedique a la asesoría de empresas, recomienda Muñoz, debe prepararse para este reto. Debe informarse sobre cómo están las compañías, el mercado, las nuevas tecnologías, estrategias comerciales y todos los temas que influyen en la empresa.

    Con esto Muñoz deja claro que al perfil del consultor debe agregarse que sea afín a las nuevas tecnologías, conocer de aplicaciones tecnológicas, leer sobre actualidad, manejar el mercado bursátil y tener una perspectiva clara sobre cómo es la dinámica empresarial.

    Este azuayo coincide con que ese conocimiento no se obtiene en el aula de clase, sino que es un actitud de aprendizaje. El profesional que se dedica a la consultoría lo hace, no por ganar dinero, sino porque siente que su aporte dinamiza el sector empresarial.

    Si un profesional quiere aceptar el reto de la consultoría debe tener claro cómo vender sus servicios a las empresas. Con tacto debe acercarse a los gerentes y mostrar cómo su experiencia puede ayudar al crecimiento de la empresa, explica la consultora en tecnología, Carmen Mora.

    Otro punto clave es que tenga habilidades de negociación. Por ejemplo, acordar que si su estrategia no funciona, solo cobra una porción por la asesoría. De esta forma, gana confianza entre los empresarios, según esta profesional.

    El consultor debe guardar en un banco de datos sus casos de éxito y solicitar cartas de recomendación para mostrar a sus próximos clientes, acota Mora.

    Cómo ser consultor
    La trayectoria.  Es importante contar con experiencia laboral como empleado para conocer el funcionamiento de las empresas.

    Un colchón financiero.   El consultor debe tener capacidad de ahorro para afrontar temporadas en las que no tenga demanda de sus servicios.

    Formación.  Aunque no es necesario contar con estudios, los consultores más apetecidos tienen título de cuarto nivel, para tener una perspectiva amplia.

    Otros países.  Los consultores deben conocer otras realidades y dinámicas empresariales de otros países para ver si son viables en donde trabajan.

    EL ESPECIALISTA
    ARTURO CASTILLO / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes / arturocastillo1@yahoo.com

    ¿Es necesario el talento foráneo?

    Algunas empresas optan por contratar refuerzos profesionales externos, los llamados consultores. Nada tiene de extraño, sobre todo si el equipo regular no cuenta con ciertas destrezas, requeridas para proyectos puntuales. Es decir, como algo ocasional, con una duración específica.

    Si el recurso se vuelve un requerimiento frecuente, quizás sea tiempo de replantearse el tema. Y la reflexión debiera ser en torno a las jefaturas y direcciones de la empresa. Si dentro del equipo hay carencias, si hay que buscar talentos foráneos para cubrir necesidades, ¿por qué no integrar gente con perfiles que satisfagan determinadas expectativas? Los reparos tal vez se deban a las obligaciones que entraña contratar profesionales de cierto nivel a tiempo completo. Efectivamente, tener jugadores brillantes, pero no sacarlos al campo de juego regularmente, sería un lujo, un derroche imperdonable.

    De otra parte, quien ha optado por ofrecer sus servicios en calidad de consultor, debe, justamente, indagar cuáles son las carencias de la empresa. Debe conocer en detalle los productos y servicios que ofrece, a qué mercado llega; cómo está el servicio a cliente, cuán competitivos son sus productos.

    Obviamente, debe conocer las virtudes y debilidades de su equipo de profesionales. Solo teniendo la información adecuada, el consultor será capaz de ‘mercadearse’, de argumentar con propiedad por qué la empresa tendría que renunciar a utilizar el talento de su propia gente para contratarle a él.

    La fortaleza de un consultor radica en las debilidades de sus posibles clientes. Es decir, él debe tener competencias que aventajen a los profesionales que trabajan puertas adentro. Además, debe estar capacitado para interactuar con quienes la compañía señale como la contraparte para llevar adelante los proyectos.

    Nada raro sería que hallase resistencias, celos profesionales. Los dueños de casa podrían preguntarse: «¿quién se cree este tipo, que viene a enseñarnos cómo hacer nuestro trabajo?». De modo que tendrá que nadar en dos aguas: complacer a su cliente y tratar con el mayor tacto posible a los recelosos ‘lugareños’.

  • El trato es directo si se llama por el nombre

    Redacción Guayaquil

    Es la hora del almuerzo y en el centro de Guayaquil los restaurantes lucen llenos. Tres oficinistas acuden hasta uno de estos a almorzar, dos de ellos llevan en su cuello un gafete (credencial de trabajo con un cordón). Al consultarle al tercero por qué no lo lleva, afirma que siempre que sale de la oficina se lo saca. «No me gusta usarlo», indica. Sus compañeros en cambio dicen que a ellos se les olvida y permanecen con el gafete «todo el día».

    En el norte de la ciudad, en un local del McDonald’s, Michael Villao hace un pedido: «Hola Belén, puede darme una McBacon», dice. María Belén Moreira, quien labora en esa franquicia hace unos dos años, sonríe y prepara su orden.

    Villao sostiene que normalmente, cuando acude a un local de comidas o de venta de electrodomésticos o va al cine suele fijarse en el nombre de la persona que lo atiende. «Si les veo la identificación, me gusta llamarlos por sus nombres». Él labora en una pequeña empresa dedicada a la contabilidad, en donde no usan gafetes. Afirma que no le molestaría hacerlo, pero enfatiza en que no lo necesita, pues es un «pequeño negocio».

    El uso de los gafetes es parte de la imagen corporativa de una empresa. Permiten identificar al personal y posicionar a su marca en la mente del consumidor.

    Incluso da ‘status’ a quienes lo usan. Portar la credencial suele ser obligatorio en grandes empresas, por la imagen de esta. Aunque en otras, su uso responde a un tema de seguridad. «Los miembros de una organización deben estar identificados para evitar posibles robos de información, asaltos, altercados, etc.

    Solo el personal autorizado debe ingresar en espacios de una organización, más aun si son sitios sensibles, ya sea por información o vulnerabilidad», explica Ricardo Ortega, gerente de Enterprises Consulting. Para él, usar un gafete es fundamental por estos dos aspectos.

    Pero, ¿este tipo de identificación da un sentido de pertenencia al colaborador? Quezada cree que sí. Aunque no tan profunda, pues el sentido de pertenencia se liga al desarrollo organizacional -cultural que logre establecer un vínculo profundo entre el personal y la organización. Otro de los factores sobre el uso de identificaciones responde a que los clientes de una organización suele percibir esto como una señal de organización, elegancia, respeto y distinción.

    Freddy Cambal, gerente de Recursos Humanos de McDonald’s Ecuador, agrega que el uso de identificaciones es un pilar clave para el servicio al cliente. «La credencial es parte del uniforme; la atención con el cliente es directa». Para la firma, mantener gafetes permite que el cliente conozca quién lo atiende y se dirija directamente a este». Además, influye en la creación de un ambiente laboral positivo. «A todos nos agrada que nos llamen por nuestro nombre», sostiene.

    Las credenciales son opcionales para las empresas, salvo si esta cuenta con normas ISO, que exige su uso. «Las políticas de las compañías pueden obligar o no a los colaboradores a usarlas dentro del ambiente laboral, que no siempre es la oficina; por ejemplo, en una visita a clientes», indica Kléber Vera, jefe de Recursos Humanos de Laticobsa. Vera cree que el gafete es indispensable en el caso de los mensajeros. «Normalmente las organizaciones, por seguridad, tienen que identificar a esa persona, para ellos resulta muy útil portar una credencial».

    El especialista en Recursos Humanos Ricardo Ortega indica que uso de los gafetes debería ser parte de la política organizacional de una empresa. Y aclara que la exigencia de su uso debe ser posterior a un trabajo de talento humano que solidifique los lazos de pertenencia y orgullo entre la organización y la persona.

    Opciones de gafetes
    Formas y colores. Los hay cuadrados, rectangulares y ovalados. Las medidas suelen variar según la información que se incluya. Lo recomendable es hasta siete centímetros de ancho y siete centímetros de largo.

    Promueva ideas. Los gafetes pueden ser usados como un espacio para informar sobre promociones. Además, se puede incluir un pequeño adhesivo sobre alguna mención o reconocimiento que haya tenido el colaborador. ­’Empleado del mes’, por ejemplo.

    Material. Normalmente estas identificaciones están elaboradas en plástico, PVC o aluminio. La tendencia es usar gafetes de material reciclado.

    El especialista
    Arturo Castillo / Motivador y profesor de técnicas psicorrelajantes

    El uso de identidad e identificación como sinónimos constituye una confusión semántica y de entendimiento. Es bastante común, por ejemplo, hablar de cédula de identidad o de identificación. En realidad, la cédula es un instrumento público, que se basa en parámetros estadísticos y jurídicos, que dan cuenta del estatus de los sujetos.

    Cotidianamente, las personas tienen que probar, en diversas circunstancias, que son quienes dicen ser. La identificación, sin embargo, solo alude a su aspecto externo, social, mientras que su identidad permanece, por suerte, protegida.

    La exigencia de la identificación está también presente en las empresas. Hoy es común ver que del cuello de los trabajadores cuelgan carnés de identificación. Aparte de la utilidad de la identificación, algunos de estos carnés son también tarjetas de acceso, que autorizan o bloquean el ingreso a ciertas áreas de la empresa.

    En otras palabras, los individuos dejan de lado por unas cuantas horas su identidad para asumir la identificación. Llevan un distintivo que les hace parte de, que les confiere pertenencia, que les da cobijo grupal.

    De otra parte, el ambiente impersonal, el hecho de que los trabajadores se hayan convertido en un número y un código dentro de una organización, que ha crecido al grado de que ya no se sabe quién es quién, lleva a la decisión de ‘empadronar’ a los trabajadores.

    En verdad, es práctico y necesario, pues, por ejemplo, el gerente general, que jamás ha estrechado la mano del común de sus colaboradores, que nunca se ha presentado a sus trabajadores de cuerpo entero, que desconoce quiénes son los responsables de que su dinero se multiplique, si algún día llega a tropezar con uno de ellos, quizás atine a llamarlo por el nombre impreso en el colorido carné. Adicionalmente, en empresas multitudinarias, la seguridad es crucial, por aquello del espionaje científico, entre otras razones. Más vale entonces que la gente esté vigilada y, para ello, qué mejor que un carné magnético.

    La vigilancia, aunque todavía no es con la implantación de un chip, cuenta por ahora con un efectivo adminículo, con la foto de su ‘coqueto’ usuario.

    arturocastillo1@yahoo.com

  • Tras las vacaciones debe primar la calma

    Redacción Guayaquil

    El retorno de las vacaciones al trabajo puede generar tristeza, falta de apetito, desconcentración, cansancio e incluso insomnio.

    Aunque se puede considerar que un colaborador viene ‘recargado’ de las vacaciones, esto no siempre es así.

    Dependiendo del nivel de estrés que hayan acumulado las personas, estas pueden sufrir un síndrome conocido como posvacacional en los primeros días de su reintegración a la jornada de trabajo.

    Andrés V. labora en una entidad financiera. Él tomó sus vacaciones durante un período de 15 días. Al retornar se sintió algo desmotivado, pues no podía realizar sus labores con total normalidad. «Ponerse al corriente en el trabajo luego de 15 días de ausencia es un poco difícil. Y más, cuando se está acostumbrado a trabajar a un ritmo rápido», comenta.

    Él tiene ocho colaboradores a su cargo y ha notado que ellos experimentan algo igual cuando retornan de sus vacaciones. «Normalmente noto una carga de estrés. Esto, debido a que tienen que adaptarse a su trabajo de manera casi inmediata», indica.

    Carlos Medina Grunauer, presidente de la firma Servicap y consultor en Recursos Humanos, comenta que es necesario que el empleador o jefe superior otorgue un tiempo para que el colaborador pueda adaptarse al ritmo de la jornada laboral. A fin de evitar que este se sienta desplazado o que la reintegración le afecte anímicamente.

    El estrés es el principal factor por el cual se desarrolla el síndrome posvacacional. «Es necesario que el colaborador permanentemente realice actividades externas al trabajo, como practicar algún deporte; de esa manera, podrá superar ese estrés», indica Medina.

    En el Ecuador, un 82% de los colaboradores regresa más cansado de sus vacaciones y le cuesta acoplarse a su rutina a la empresa e incluso a tares básicas o simples, según datos de la consultora Enterprises Consulting.

    Una de las causas pueden ser los excesos en los horarios previos al regreso al trabajo. Es decir, dormir pocas horas en las vacaciones y adoptar la costumbre de despertarse muy tarde esos días. El regreso a una rutina poco confortable, en donde el colaborador debe igualarse en el trabajo e incluso asumir las tareas que quedaron a cargo del reemplazo es una de las causas de ese síndrome posvacacional. A esto se suma la carga emocional de volver a un trabajo que no le apasiona al empleado, dice Ricardo Ortega, director de Enterprises Consulting.

    «Es muy importante que una persona labore en un trabajo que sea de su agrado o acorde con sus expectativas; de lo contrario, siempre que regrese de vacaciones experimentará una mala experiencia», señala Carlos Medina.

    Para evitar que el síndrome posvacacional afecte a los colaboradores es recomendable planificar un reinicio de actividades. Incluso, los primeros dos o tres días de reintegración se deben considerar como una etapa de preingreso.

    «Se debe retomar el hilo del trabajo poco a poco, de una forma planificada sin causar estrés o llenar de tareas al trabajador», indica Medina. En los tres últimos días de vacaciones se recomienda retomar la rutina del horario de trabajo. Además de recordar por qué trabaja en ese lugar para que el retorno sea un gusto.

    Consejos al retornar
    La prevención.  El estrés no es catalogado como enfermedad, sin embargo es mejor asimilar la presión interna.

    No dejar tareas pendientes. Esto puede afectar a las vacaciones, pues constantemente estaría pensando en ello.

    Organizar el tiempo y dinero. Planear las vacaciones, para que no generen estrés y preocupación económica.

    Planificar el regreso. Si la persona viajó, hay que tratar de regresar un día antes de reintegrase a la jornada laboral.

    Reintegrarse progresivamente. Tomarse un tiempo para realizar las tareas importantes; no es recomendable hacer todo el primer día al reintegrarse.

    El especialista
    

    Arturo Castillo / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    
    Síndrome posvacacional: su cura

    El ser humano pareciera irremediablemente condenado al malestar. No importa lo que haga o intente hacer, siempre hay algo que obstaculiza su camino hacia la plenitud.

    En realidad, dicho con franqueza, está habituado a inventar alguna razón para frustrarse, para autosabotearse, para declararse víctima de las circunstancias.

    Cuando está cerca de sus objetivos, sentimientos de impotencia y de incredulidad le hacen retroceder, detenerse. «¿En virtud de qué tendría yo que ser feliz, experimentar una verdadera alegría», pareciera decirse a sí mismo.

    No está contento o satisfecho mientras trabaja; el aburrimiento y los condicionamientos le persiguen cuando es tiempo de descansar. Le encanta lamentarse, en cambio es pésimo para resolver los problemas propios de la existencia.

    Vive en un estado de vitalidad mediocre, deplorando sus carencias, mientras deja de disfrutar lo que tiene, lo que ha conquistado. En consonancia con todo esto, el llamado síndrome posvacacional es capaz de impedir que perdure en el ánimo lo rico de las vacaciones, porque no está bien ‘malacostumbrarse’.

    Efectivamente, la culpabilidad es un sentimiento bastante difundido en la sociedad contemporánea, que exalta la laboriosidad. Entonces, vacacionar, ¿cómo así? El descanso nunca parece tener justificación. Pero es necesario poner todo esto en perspectiva: cuando el individuo vive su trabajo como una tortura cotidiana, las vacaciones constituyen un alivio momentáneo, una escapatoria, de modo que el retorno viene a ser una experiencia dolorosa; es volver a la misma cosa. Solo de pensarlo, duele la cabeza, revuelve el estómago, se agria el carácter.

    Piénsese en cambio en aquella persona que ama lo que hace. Quizás hasta se resista a tomar vacaciones; y cuando regresa de ellas, siente que está de vuelta a su esencia, al disfrute de su vocación.

    El síndrome posvacacional seguramente pega con fuerza a quienes han escindido su vida entre lo satisfactorio del trabajo y el martirio de tener que trabajar. Todo esto es sintomático del desen­canto con que los individuos afrontan su existencia, con un dualismo que confronta violentamente todo lo que hacen.

    LA FRASE:
    «El síndrome posvacacional es capaz de impedir  que perdure en el ánimo lo rico de las vacaciones…»

  • Las empresas se apoyan en su consultoría

    Redacción Quito

    En el 2010, cuatro consultores se asociaron con el objetivo de potenciar el talento humano empresarial. Hasta entonces, cada uno facturaba unos USD 50 000 al año, en promedio. Pero una vez que fundaron el Grupo BET Latam y trabajaron juntos, su crecimiento en el mercado ha sido una constante.

    BET Latam es una firma consultora, especialista en estrategia comercial y ventas; clienting y cultura organizacional; liderazgo, coaching y PNL (programación neurolingüística). Su trabajo consiste en generar procesos de cambio internos, para viabilizar la consolidación de objetivos.

    Para ello, esta empresa diseñó su propia metodología y tres líneas de negocio especializadas, tanto para el sector privado como para el público. Esto permitió que en el primer año de BET Latam (2010-2011) su facturación alcanzara los USD 250 000, y para el 2012 esa cifra superó los USD 630 000.

    «Utilizamos una metodología propia, a la que bautizamos como DIME (Diagnóstico y diseño, Implementación, Monitoreo y Evaluación). Con ese proceso aseguramos que nuestros programas sean diseñados y personalizados para contribuir al desarrollo de cada empresa», explica Francisco Montesdeoca, gerente general de BET Latam.

    En cuanto a sus líneas de negocio, Montesdeoca explica que cuando iniciaron se enfocaron en la capacitación y consultoría para el sector privado, como primera línea, y en la programación neurolingüística (PNL) como segunda.

    Xavier Illingworth, gerente de PNL Esfera en BET Latam, explica que este sistema consiste en conocer los pensamientos que condicionan o limitan a los individuos para la consolidación de sus propias metas, tanto en lo laboral como en lo personal.

    «Las empresas de hoy le dan más énfasis en desarrollar al ser humano. En el momento que se potencializa las capacidades de sus trabajadores se les ayuda también a enfocarse en mejores resultados», explica Illingworth.

    Con el crecimiento del sector público también se abrió un nuevo nicho de mercado para BET Latam, pues entidades como la Fiscalía solicitaron sus servicios.

    Esto les impulsó en el 2013 a crear su tercera línea de negocios con las capacitaciones y consultorías especializadas para el sector público. Esta línea, según Pablo Illingworth, gerente de Sectores Estratégicos, cubre un promedio del 35% del presupuesto anual de la empresa.

    «La diferencia es que el sector privado ha estado más acostumbrado a un esquema de capacitación contínua. En el sector público vemos que ahora hay más preocupación», asegura.

    Hasta julio de este año, el Grupo BET ha facturado USD 700 000. Sus clientes son empresas de Chile, Panamá, Colombia, Puerto Rico, Perú… entre ellas DirecTV, BIC Ecuador, Coca Cola y Nestlé, asegura Pablo Pazmiño, el cuarto socio del Grupo BET.

    En la petrolera Río Napo, por ejemplo, la firma diagnosticó el ambiente laboral y dictó una capacitación en PNL. Carla Salazar, del área de Talento Humano, explica que luego de la consultoría y capacitación de se logró consolidar al equipo de gerentes, y en lo personal, aprendió a desarrollar mejor las relaciones interpersonales.

  • ‘Mala conducta’ en el trabajo causa estrés

    Redacción Guayaquil

    Las ‘faltas de respeto’, lo gritos y los abusos verbales en el lugar de trabajo son muestras de incivismo que afectan el ambiente laboral.

    Ana M. trabaja como asistente de contabilidad en una empresa, aunque afirma que la relación con sus compañeros de trabajo es buena, no puede decir lo mismo de su jefe. Este suele ‘alzar la voz’ para pedirle que realice alguna tarea. «Es un poco estresante tener a un superior que grita para dar una orden», cuenta. Aunque en un inicio su jefe hacía esas demostraciones de incivismo, cada vez fueron incrementándose, lo que llevó a Ana M. a plantearse la posibilidad de renunciar.

    El incivismo es un comportamiento irrespetuoso que afecta la dignidad y la autoestima de los colaboradores y crea un ambiente de trabajo tenso. Pues es también un factor que genera un negativismo en el trabajo. Según el estudio: Incivismo en el lugar de Trabajo: Un nuevo factor de estrés laboral realizado en el 2008 por Japcy Quinceno, Carmen Báez y Stéfano Vinaccia, el incivismo es un comportamiento aversivo.

    El informe, entre otras cosas, señala que este es un «comportamiento de baja intensidad que tiene o no la intención de hacer daño». Cuando esto se da en la oficina es necesario que las empresas tengan normas de convivencia para evitar, en lo posible, estas situaciones.

    Para Oscar Quezada, consultor en comunicación, este tipo de actos deben ser conocidos por los jefes, para que se tomen las medidas, que podrían derivar en sanciones, dependiendo de la gravedad de la falta.

    Quezada conoció un caso de una persona que tenía una jefa que no lo respeta y constantemente le gritaba. El problema de incivismo surgió cuando a este superior se le informó que por su buen desempeño, probablemente ocupe la gerencia de la empresa. «Esto tipo de conducta deriva en que los colaboradores deseen salir corriendo de la oficina, no produzca y no den su máximo esfuerzo, llegue tarde, se demore en el almuerzo…», concluye Quezada.

    Este fenómeno se puede dar también entre compañeros de un mismo nivel jeráquico, cuando no se tienen en claro las funciones de cada uno.

    El informe señala, además ,que las demostraciones de conducta instigadora tiene que ver con el uso del tono de voz altivo, inapropiado o agresivo, gestos físicos nos verbales como alzar las manos, mover los ojos, o también tomar objetos de los compañeros sin previo aviso, interrumpir conversaciones telefónicas o ingresar a la oficina del otro.

    Estas faltas entre compañeros y superiores pueden causar problemas de salud ocupacional y satisfacción en el trabajo.

    Belén M. labora en una empresa a medio tiempo y su jefe siempre trata de una manera despectiva a ella y a sus compañeros. Ella afirma odiar su trabajo, y que no le afecta lo que diga su superior por que ‘no le interesa ascender en la empresa’ o continuar ahí.

    El autoritarismo por parte de los superiores es un situación que las empresas tienen que evitar mediante la implementación de canales de comunicación entre colaboradores y empleador.

    En el caso de existir problemas relacionados el incivismo, lo mejor es fortalecer el dialogo y evitar que este termine en despidos.

    Quezada recomienda capacitar al personal en cultura laboral, comunicación, servicio y atención al cliente. Además de enfatizar en las relaciones personales (intra o interpersonales) e inteligencia emocional. Este último punto es esencial pues muchos colaboradores podrían percibir algún llamado de atención, o un tono de voz alto (no necesariamente un grito) como una forma de abuso por parte de su empleador.

    Evite estas conducta

    Programas de inducción. Es recomendable darle a conocer a los colaboradores la filosofía de la empresa.

    Respeto jerárquico. Hay que tener en claro los roles, cargos y funciones.

    Cultural Laboral. El personal debe conocer que se debe tener madurez en las relaciones intra e interpersonales.

    Prevenga. Estas actitudes no deben nunca terminar en agresiones físicas.

    Realice actividades. La propuesta puede ser organizar actividades recreativa o programas empresariales, como la celebración de cumpleaños o actividades que relacionen a los colaboradores entre ellos.

    El Especialista 

    Arturo Castillo – Motivador, Profesor de Técnicas Psicorelajantes

    Incivismo, cuando trabajar es una amenaza

    La maledicencia, la intriga, el abuso de autoridad, los celos; la hostilidad, la intimidación, la usurpación de logros, la humillación… La lista podría extenderse. Se trata de manifestaciones humanas en el ambiente laboral, formas de coexistencia que se prefiere ignorar, quizás porque los individuos tienen un generoso concepto de sí mismos, quizás porque las empresas optan por mentirse a sí mismas, convencidas de que gozan de un envidiable ambiente laboral.

    De este ‘muestrario’ de emociones y conductas, resulta difícil establecer cuándo las personas actúan inconscientemente, movidas por experiencias vitales que les marcaron, y cuándo lo hacen de manera deliberada, con cierto solaz…

    El incivismo en el lugar de trabajo, según algunos investigadores, sería la génesis de algunos de los azotes en el ambiente laboral, como el acoso sexual y el ‘mobbing’. Plantea, en definitiva, el sempiterno drama: ciertos sujetos parecieran destinados a tomar el control, a imponerse sobre otros, los débiles. Instigador y víctima, roles intercambiables que recrean los quehaceres humanos, en todos los ámbitos. Quien es victimizado, pronto hallará a quien victimizar.

    El asunto no termina ahí: el incivismo empresarial, en cambio, es generador de toda clase de interacciones disfuncionales. La segmentación jerárquica, el trato impersonal a los trabajadores, el autoritarismo, las prácticas de exclusión social a partir de la ‘nobleza’ académica, de los abismos salariales, son hechos que provocan frustración y hostilidad, ánimo de sabotaje. La insidia, los chismes malintencionados, las descalificaciones profesionales; los ‘olvidos’ de tareas, las demostraciones de poder, las actitudes territoriales, los alardes de superioridad, las rencillas, son más frecuentes de lo que se quiere admitir. De hecho, hay organizaciones enfermas, colectivamente neuróticas, que han hecho del afán de ganancia y de éxito su prioridad, donde los trabajadores son apenas máquinas competentes, dotadas de un buen ‘software’, con una robusta base de datos.

    Parecen empresas modelo, lideradas por gente altamente efectiva. Hacia dentro, el entorno laboral suele ser miserable, un martirio cotidiano. El ensimismamiento narcisista de los líderes hacen que todo gire alrededor de su búsqueda de admiración y deseo de poder.

    arturocastillo1@yahoo.com

  • Las empresas buscan motivar al ahorro

    Carolina Enríquez Redacción Quito / LÍDERES

    Fomentar el ahorro y desarrollar programas de control del uso del dinero y de las inversiones de los trabajadores es considerado como parte de la responsabilidad social de las empresas.

    Sin embargo, en el país, son muy pocas las compañías que ponen en marcha estos procesos. Según Human Plus, empresa de recursos humanos, entre el 12% y el 15% de las firmas trabajan en estos planes.

    «No se realiza esto, porque los trabajadores, usualmente, prefieren usar el total de su dinero y no ven al ahorro como necesidad. En otros casos, son los sindicatos quienes se encargan de desarrollar fondos», manifiesta Eddy Troya, titular de la compañía.

    Esto último lo comparte Edwin Bedoya, representante de los trabajadores ante el Consejo Nacional de Salarios (Conades). Él explica que en los organismos de ahorro que poseen los sindicatos es posible depositar desde USD 5; es decir, un valor accesible para el empleado.

    Otra forma de ahorro, asegura, es el que se genera a través del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Sin embargo, un ahorro mayor, fomentado por las empresas, no sería viable porque «los sueldos en el país son bastante bajos».

    Lo que sí destaca es que hay firmas que tienen una mejor organización y no solo fomentan el ahorro sino también la educación financiera y el crédito.

    Una de ellas es Telefónica Movistar de Ecuador. Los 1 300 colaboradores cuentan con un programa de asistencia, que brinda asesoría profesional en temas financieros-contables, legales, entre otros. Para utilizar este servicio, el empleado se contacta a través de una línea gratuita o envía su consulta por correo electrónico.

    Mientras que con relación al ahorro la empresa lanzó en el 2010 un plan global de compra de acciones, dirigido exclusivamente para empleados de las empresas del grupo, permitiendo así que todos inviertan en la compañía.

    Por otro lado, en Ecuador los colaboradores pueden acceder a un fondo de cesantía que facilita el ahorro para sus socios, a través de un aporte mensual que es directamente descontado de su rol de pagos. Alrededor del 90% está suscrito.

    Otras firmas como La Favorita explican que sí ha incentivado a sus colaboradores en el ahorro. La empresa dio charlas a todos los colaboradores a nivel nacional (8 000 empleados), sobre manejo del presupuesto familiar: definir el presupuesto mensual con base en sus ingresos, endeudamiento, no a los chulqueros, correcta inversión, consecuencias de un mal manejo de los fondos…

    Adicionalmente, La Favorita cuenta internamente con planes como «fácil ser accionista», con el objetivo de que los colaboradores puedan invertir correctamente sus utilidades. De igual forma a nivel de ejecutivos mantienen desde mucho tiempo un fondo de ahorro.

    Wilson Araque, director del área de gestión de la Universidad Andina, considera que las empresas que desarrollan estas prácticas ganan tranquilidad y estabilidad en los trabajadores.

    «Saben que cuentan con un fondo, que sirve como colchón, en caso de cualquier necesidad. Y no pierden la concentración, pensando en que tienen que pagar a sus acreedores, lo que impactaría en la productividad».

    El entorno nacional

    Un análisis. El presidente del Colegio de Economistas de Pichincha, Víctor Hugo Albán, reveló el año pasado que apenas el 20% de los ecuatorianos tenía la costumbre de ahorrar.

    En el país. La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos revela que el 58,8% de los hogares tiene capacidad de ahorro y posee más ingresos que gastos (el 41,1% tiene más egresos de lo que gana). Sin embargo, no precisa cuántas personas logran ahorrar en el país.

    El ingreso. El 83,5% del Ingreso Monetario de los Hogares tiene como fuente el trabajo (asalariado o independiente). El segundo rubro en importancia son las transferencias, con un 12,5%.

    Los datos. La encuesta de Ingresos la presentó el INEC el año pasado.

  • ¿Listo para convertirse en el empleado del 2014?

    Arturo Castillo, Especial para LÍDERES

    Es probable que muchas personas no vean en el Año Nuevo más que el inicio convencional de un nuevo calendario, una forma arbitraria de organizar la marcha del tiempo. La gran mayoría, sin embargo, está segura del valor simbólico del ‘nuevo tiempo’, de la incidencia positiva de ese tiempo por-venir, potencialmente provechoso, renovador.

    Para la mente, que suele aprisionarnos a los recuerdos, especialmente a los negativos, no es sencillo aceptar que se trata de un tiempo renovado, que conlleva nuevas oportunidades. La memoria prefiere aferrarse a esquemas ligados al fracaso, a temores de la más variada naturaleza.

    Efectivamente, los hábitos mentales se yerguen como barreras que impiden mirar las cosas, los eventos, las personas, con un sentido de novedad, como experiencias inéditas. Prevalecen, en cambio, los estereotipos, las ideas preconcebidas, los ‘ya lo sabía’.

    Es preciso convencerse a sí mismo, entonces, de que el Año Nuevo es un verdadero punto de partida, un puerto que permite zarpar hacia un tiempo prometedor, a condición de que se leve el ancla que ata al derrotismo, al pasado ingrato, al pesimismo.

    Así, la memoria constituye una rémora, a menos que la persona integre conscientemente al presente los errores y fracasos como experiencias enriquecedoras, como registros que evitan caer dos veces en el mismo hueco.

    Afincarse en el presente, como un mirador que permite tener una visión panorámica, ayuda a establecer un punto de partida, a resumir lo vivido, a fin de proyectarse al futuro despojados de miedos, de expectativas que desgastan el ánimo y la mente.

    Consecuentemente, proponerse cambios personales para el Año Nuevo tiene un valor personal estratégico. En el ámbito del trabajo, por ejemplo, abrirse a nuevos enfoques, a maneras innovadas de asumir las propias tareas, ayuda no solo a lograr niveles de efectividad, de mayor rendimiento, sino también a experimentar plenitud laboral.

    Hay que empezar con la elaboración de una lista concreta de los aspectos que se quiere mejorar o desarrollar, a manera de una maqueta donde se ven proyectadas, materializadas, las metas personales.

    La costumbre de llegar crónicamente atrasado, desalado, inventando todo tipo de pretextos, es algo que el sujeto tiene que erradicar. Quizás deba revisar el hábito de trasnocharse, tal vez deba aprender a ‘desenchufar’ la mente, a fin de obtener verdadero descanso.

    Para ello es necesario aplicar una estrategia, que empieza con la habilidad para desconectar la mente de todo lo ocurrido a lo largo del día. El ‘reseteo’ mental permite contactar con el presente, descolgarse del pasado. Aprender a relajar el cuerpo, a silenciar la cabeza, ayuda a dormir sin sobresaltos.

    Ejercicios, baño con agua al clima, un desayuno nutritivo, y la persona estará lista para la jornada. Llegará puntualmente, estará realmente despierta, será capaz de absorber las horas de trabajo sin cansancio, con mente alerta, distendida, con una actitud optimista.

    La costumbre de aplazar las tareas, producto de un estilo personal que tiende a aplazarlo todo, se resuelve con un adecuado enfoque mental, con la habilidad para atender eficientemente una sola cosa a la vez, sin atropello, sin dispendio de energía. Implica no tratar de abarcar más de lo que realmente se puede asumir.

    Pero es también importante evitar los dispersores de la atención, como los aparatos electrónicos. La disciplina para organizar el tiempo laboral podría plantear una revisión del estilo de comunicación con los compañeros. Evitar, con tino, al chismoso, al locuaz, a aquel que busca ‘socios’ para quemar el tiempo, al cuentacuentos, deja un montón de tiempo sobrante para el trabajo.

    La desorganización y el caos, el traspapeleo, el retraso de tareas, son condiciones de la mente. Muchos individuos viven en el despiste, en la fantasía, en el sueño diurno, incapaces de reconocer qué es prioritario para su vida, sin alcanzar a jerarquizar sus necesidades.

    Estos sujetos son víctimas del bullicio mental, de la falta de enfoque. Tienen que aprender a hacer silencio, a autoobservarse en las acciones cotidianas.

    La práctica sistemática de la meditación, como lo hace la multinacional Google con sus trabajadores, ha demostrado ser una herramienta eficaz, no solo para aumentar la productividad sino también para desarrollar a plenitud el talento humano.

    La saturación y la desidia son asuntos corrientes en el estilo laboral de nuestro tiempo.

    Si las tareas son repetitivas, sin posibilidad alguna para la innovación y la creatividad, la persona debe discutir el tema con la empresa que, a lo mejor, está haciendo de sus colaboradores entes estrictamente operativos, bastante parecidos a las máquinas.

    La autoridad puede volverse un vicio. Si el individuo se regodea en la cuestión del mando, si sus opiniones se imponen a las del equipo; si empieza a convencerse de que sus verdades son irrefutables, su liderazgo se ha desvirtuado. El mejor antídoto para el autoritarismo es la capacidad de escucha, una mente receptiva al cambio.

    El crecimiento profesional continuo va más allá de la formalidad académica; exige una mente dispuesta a explorar, a encontrar nuevos mecanismos que faciliten su creatividad, que promuevan la innovación. El maestro zen Shunryu Suzuki dijo: «La mente del principiante está vacía, libre de los hábitos del experto, lista a aceptar, a dudar y abierta a todas las posibilidades».

  • El cambio de gerente se maneja con pinzas

    Redacción Guayaquil

    La llegada de un nuevo gerente a una organización tiene efectos positivos y negativos. Por un lado, el nuevo ejecutivo va a aportar con una visión fresca del negocio; y por otro, el flamante jefe necesita adaptarse al puesto.

    Pero no solo él tiene que adaptarse a sus nuevas responsabilidades: el resto del equipo también afronta un proceso de adaptación. Es que los cambios de gerente de una empresa se dan por muchos factores. Cuando un gerente se va de la organización o deja el cargo en buenos términos es necesario que el sucesor se nutra de la persona a la que reemplazará.

    Ambos deben reunirse y compartir las fortalezas y las debilidades de la organización, recomiendan los especialistas. Esto es un aspecto casi obligatorio.

    En cambio, cuando el relevo se da con circunstancias distintas el nuevo jefe conocerá la firma paulatinamente.

    Una de las situaciones que inquietan a los colaboradores, al existir un relevo en el liderazgo de la empresa, es la incertidumbre en las tareas.

    «Se debe dar estabilidad al equipo durante el proceso de transición, esto genera un ambiente menos tenso. Cuando existen cambios todos están a la expectativa de qué va a pasar y eso genera inestabilidad lo que se plasma en la productividad del personal», comenta Ricardo Ortega, especialista en Recursos Humanos y director de la consultora Enterprises Consulting.

    Un estudio elaborado en el 2009 por el IESE Business School de la Universidad de Navarra y denominado Sucesión del CEO, cita que la primera fase que atraviesa un nuevo gerente es la posesión. «Esta primera fase suele durar de tres a seis meses y, con frecuencia, establece el tono del mandato del nuevo CEO» señala el estudio. Aquí el nuevo jefe aprenderá sobre los procesos de la compañía y se lo orientará sobre sus responsabilidades.

    El estudio también enfatiza que «el análisis de los procesos de sucesión comienza por el examen de las circunstancias que provocan la salida del actual CEO y que exigen poner en marcha la maquinaria de búsqueda de un relevo».

    Para Ortega, cuando este cambio de timón es asumido por alguien externo se debe seguir un minucioso proceso de selección. Se analizan factores como el estilo de liderazgo organizacional, la hoja de vida y resultados alcanzados en otras organizaciones. Si se elige un «mal elemento» esto puede derivar en afectaciones para la organización, de allí la importancia de esta selección.

    En cambio, cuando el cargo gerencial corresponde a un ascenso, el panorama es diferente; la persona seleccionada ya conoce la cultura de la organización y su proceso de adaptación será más rápido. Sin embargo, hay que tomar en cuenta los factores negativos que podrían o no surgir con esa decisión.

    Por ejemplo, los lazos de amistad o rivalidades entre los que no ascendieron. Cuando se realiza un ascenso, la nueva responsabilidad acarrea otras reglas y se debe dejar en claro eso, agregan los especialistas.

    Existen factores determinantes para la elección interna del nuevo jefe. En ocasiones cuando se ausenta el gerente hay una persona que lo reemplaza y asume momentáneamente el liderazgo de sus compañeros. En estos períodos se pone a prueba su capacidad de dirección y liderazgo. Trabajar en la transición es importante para el sucesor y para los colaboradores para el éxito de la empresa.

    El perfil en Ecuador

    Un estudio. Según un estudio de la firma Deloitte, elaborado en el 2011 hay varios aspectos importantes de los gerentes en el país:

    La edad. La edad promedio de un gerente general en Ecuador está en 47 años y además incluye unos 8 años de experiencia en este cargo.

    El área comercial.De una base de alrededor de 330 empresas a escala nacional, al menos del 60% de los gerentes tiene experiencia comercial.

    Otras áreas. Un 30% de los gerentes tiene experiencia en finanzas, administración o tecnología.

    Preparación. Incluye MBA y el manejo de dos idiomas o más.