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  • La planta láctea renació después del terremoto

    María Victoria Espinosa (F) Contenido Intercultural

    El terremoto del 16 de abril de 2016, acabó con la microempresa de lácteos Lalo Loor, pero no derrumbó los sueños de su dueño.

    Este emprendimiento tiene 30 años en el mercado y debió empezar nuevamente a la semana del sismo, que afectó a Manabí y Esmeraldas. Pero desde hace un año y seis meses recién inició la producción de yogur.

    Lalo Loor tuvo que remover los escombros que habían caído en las maquinas. Una parte de la producción, logró salvarse y fue donada a los niños de Tabuga y Jama (Manabí), donde se encuentra instalado este negocio.

    Para que esa producción no se perdiera, Loor debió conseguir hielo para hacer funcionar una máquina y comprar una planta de energía, debido a que la luz a penas fue reinstalada dos meses después del terremoto.

    Pese a ese esfuerzo por colocar la luz en la planta láctea, que fue de unos USD 5 000, Loor entendió que reabrir su planta tardaría más tiempo porque el sistema de enfriamiento del yogur había colapsado, al igual que las máquinas con las que se mezcla el yogur. “Hubo momentos en los que no sabía qué hacer. Pero con mi familia decidimos no rendirnos”.

    Loor decidió vender el ganado que le proporcionaba la leche para hacer el yogur. Con ese dinero, alrededor de USD 10 000, compró nuevamente la maquinaria Pero esta vez la leche tuvo que comprársela a los ganaderos montuvios de la zona de Tabuga.

    Al día llegan unos 50 litros de leche hasta la planta con los que se hace yogur, queso y postres.

    Hasta antes del terremoto la producción diaria era de hasta 30 litros de yogur, ahora mermó a la mitad. Loor señala que se debe a que aún no ha podido recuperar el cuarto frío para almacenar el producto. Por el momento, la producción se guarda en refrigeradoras industriales. “Aplicamos a créditos y ayudas del Estado, pero no fuimos favorecidos”.

    Sin embargo, el manabita afirma que de a poco ha ido recuperando a sus clientes, más de 100 y el producto se volvió a comercializar en Pedernales y Jama.

    El punto de venta principal está ubicado en el kilómetro 28 de la vía PedernalesJama.
    Ahí, la familia Loor construyó una cabaña típica del pueblo montuvio. En ese sitio funciona una tienda en la que ofrecen los yogures con trozos de piña, coco, mora, fresa y durazno, que cuestan entre USD 1 y USD 5, según la presentación y el tamaño.

    También se venden postres como las frutillas con crema batida y el flan de fresa. “No utilizamos preservantes. Son postres con recetas típicas manabitas”.

    En esa cabaña también se encuentran productos típicos de Manabí, que son elaborados por emprendedores de Jama y Pedernales. Se encuentran dulces manabitas, café de Tabuga, rosquillas, queso de finca, dulce de leche, entre otros.

    Esos productos, en su mayoría, son comprados por los turistas y estudiantes que visitan el bosque Lalo Loor, ubicado a pocos 700 metros de la cabaña, o las playas.

    El turista Juan Carlos Borja viaja hasta Bahía de Caráquez cada dos meses y una de las paradas es en la tienda de ‘don Lalo’. Él asegura que en el lugar hay un espacio para descansar y comprar productos típicos manabitas. “Siempre venimos para tratar de reactivar los negocios que se afectaron en el terremoto”.

    Sobre el negocio

    La planta láctea Lalo Loor se creó hace 30 años, cuando la familia empezó a dedicarse a la ganadería, en Tabuga.

    Del ganado lechero obtenían la leche para vender y para fabricar el yogur. Pero en el terremoto debieron vender las vacas y ahora compran a los montuvios de Tabuga.
    El negocio tiene cinco empleados entre familiares y lugareños. El producto se vende en las tiendas de Jama y Peder­nales. Pero también a los turistas que vistan la playa y el bosque de esa zona.

    En una cabaña, en la vía Jama - Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez  para LÍDERES
    En una cabaña, en la vía Jama – Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Cuba vive un renacimiento de la clase media y sector privado, según informe

    Agencia EFE

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    Fruto del histórico deshielo entre EE.UU. y Cuba y varias reformas económicas internas, una nueva clase media con «alto poder adquisitivo» se ha gestado en la isla, dando origen a un «verdadero boom en el sector privado cubano», resalta en un informe The Havana Consulting Group (THCG).

    Se trata de una clase media que ha crecido rápidamente y dado una clara muestra de «autonomía económica, gran emprendimiento, poder innovador y una tremenda fuerza para generar riqueza», indica el artículo elaborado por Emilio Morales, presidente del THCG.

    Aunque todavía de forma limitada, esta nueva clase media ha logrado en el período 2010-2016 concretar modelos de negocio «muy exitosos y lucrativos», que van desde «paladares» (restaurantes privados) y hoteles para el alquiler de habitaciones hasta salones de belleza, talleres para reparación de teléfonos celulares o venta de calzado.

    Los «paladares» se convirtieron en 2016 en la modalidad más lucrativa de negocio, con 1.716 licencias otorgadas y una facturación máxima anual estimada de algo más de 693 millones de CUC (peso convertible cubano equivalente a dólares).

    En segundo lugar se situaron los salones de belleza, con 17.837 licencias y una facturación máxima estimada de unos 120 millones de CUC, seguidos del mercado mayorista a distancia y el hospedaje (alquiler de viviendas y habitaciones).

    Según el THCG Business Report de junio, los emprendedores cubanos que trabajan en las modalidades citadas y otras autorizadas por cuenta propia «han formado un tejido empresarial muy exitoso».

    Sin duda, destaca en el informe Morales, la ayuda económica de los cubanos en el exterior supone un «factor clave» en el desarrollo del naciente sector privado en la isla caribeña, un mercado de bienes y servicios que se estima entre 2.500 y 3.800 millones de CUC anuales.

    Especial relevancia alcanza el capítulo de las remesas enviadas por la diáspora cubana, en la actualidad la principal fuente para el sostenimiento del «comercio minorista dolarizado de la isla y su valor total».

    Así, entre los años 2009 y 2016, durante el mandato del entonces presidente Barack Obama, los cubanos recibieron USD 21.235 millones en remesas en efectivo, lo que supone un crecimiento del 108,4 %. Solo en 2016, las remesas ascendieron a 3.444 millones de dólares, comparado con los 1.653 millones de dólares en 2009.

    También ayudó la apertura económica puesta en marcha por el presidente cubano, Raúl Castro, que «permitió la expansión del sector privado a 201 modalidades en un ambiente de leyes más flexibles».

    El informe del THCG apunta que, al cierre de 2016, se reportaban unos «535.000 cubanos trabajando directamente en el sector privado de forma legal por medio de licencias», frente a los 157.371 que lo hacían en el año 2010.

    Morales recuerda que, no obstante, los emprendedores sufren numerosas limitaciones por parte de la Administración cubana, como los altos impuestos o la falta de un mercado mayorista para adquirir bienes.

    Y es que, como subraya el artículo, el sector estatal cubano ha alcanzado un peso en la economía como nunca había tenido en los 60 años de Gobierno comunista.

    De hecho, precisa, las Fuerzas Armadas cubanas «controlan sectores estratégicos»: el 85 % del mercado minorista, el 40 % del sector hotelero, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y el 27 % de ETECSA (empresa de telecomunicaciones estatal), entro otros.

    Resalta también el informe el «crecimiento meteórico» del turismo nacional en los últimos nueve años, con 991.122 cubanos hospedados en 2016.

    Starwood se convierte en la primera empresa, con sede en Estados Unidos, en operar en Cuba. Foto: AFP
    Starwood se convierte en la primera empresa, con sede en Estados Unidos, en operar en Cuba. Foto: AFP