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  • Por un consumo seguro y responsable

    Eco. Wilson Araque  (O)
    Especial para Revista LÍDERES

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    Parecería que con la nueva realidad que vive el mundo actual, la preocupación por la bioseguridad humana -como expresión de sobrevivencia- que, en medio de una pandemia, está bien su atención y priorización, estaría dejando a un “segundo plano” todo el avance que se había logrado hasta antes de marzo de 2020.

    Hasta esa fecha se venía promoviendo con fuerza, la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030.

    Lo cual, desde la óptica y acción del pensamiento sistémico, no debería ser, pues, en los tiempos de ahora -corto plazo-, es lógica “la preocupación desesperada” por la salud, para garantizar la sobrevivencia humana. Pero ya pensando en el largo plazo no se debe desmayar en el trabajo, al unísono, pro consumo seguro -bioseguridad- y consumo responsable -sostenibilidad- que permita el surgimiento creativo de medidas de bioseguridad que, en doble vía, sean también sostenibles.

    Se debe resaltar que antes de la pandemia, en todo tipo de iniciativa pública o privada, se tendía a incorporar tanto desde la filosofía como de la acción a los principios del desarrollo sostenible que, en esencia, buscan una interacción virtuosa entre lo económico, social y medioambiental.

    Incluso, desde el hogar y los centros educativos, como una buena práctica orientada a garantizar que el mundo pueda seguir vivo en el largo plazo, se venían inculcando, como parte de una educación sustentada en valores, formas de aprendizaje que, al final, logren cambios de actitud orientados a que la humanidad pueda desarrollarse de forma armónica y, así, ir rompiendo los efectos negativos de la destrucción medioambiental y el acrecentamiento de las desigualdades sociales.

    Pero, claro, llegó el enemigo invisible (covid-19) y como que las preocupaciones colectivas por un mundo más sostenible se han ido desvaneciendo. Por ejemplo, el uso excesivo de plástico ha ido en aumento, como también el uso mayor de agua; resaltando que estos dos comportamientos -como expresión de consumo de emergencia- se han potenciado, principalmente, por el miedo de la población al contagio del nuevo coronavirus. En donde, además, la desinformación proveniente desde fuentes no oficiales ha jugado un papel gravitante.

    De ahí, para lograr “un consumo seguro sin descuidar el consumo responsable”, en medio de un entorno de abundante información -mucha de ella incompleta, sin evidencias científicas de respaldo o falsa-, es clave el rol que deben jugar las autoridades competentes, los medios de comunicación y los líderes de opinión.

    El objetivo es que, con un enfoque de educación colectiva, se trasmitan “mensajes guía didácticos” orientados a que toda la población comprenda que para cumplir con el denominado triángulo básico de la vida –uso de mascarilla, distanciamiento social y lavado de manos-, no es necesario -por citar el caso ya resaltado-, como sensación de aportar mayor seguridad, usar grandes cantidades de agua u objetos de plástico que al final también afectan al bolsillo familiar.

    Pues, más bien, lo que se requieren son muchas dosis de disciplina y corresponsabilidad ciudadana.

    La ‘nueva normalidad’ determina aplicar otros patrones en la relación ‘oferta y demanda’. La sostenibilidad, las medidas de bioseguridad, la información adecuada, hoy tienen más influencia. Foto: Freepik.es
    La ‘nueva normalidad’ determina aplicar otros patrones en la relación ‘oferta y demanda’. La sostenibilidad, las medidas de bioseguridad, la información adecuada, hoy tienen más influencia. Foto: Freepik.es
  • Pierangela Sierra: ‘Al emprender se es más responsable y eso resulta gratificante’

    Redacción Quito

    Para Pierangela Sierra los negocios son parte de su día a día. Luego de una trayectoria en dos multinacionales, esta profesional ahora se mueve en el mundo de las ‘start ups’.

    Es la cofundadora de Tipti, una empresa ecuatoriana de comercio electrónico. Al escucharla es fácil darse cuenta que es una persona entregada a su trabajo, que le gusta planificar, medir resultados y trazar nuevos proyectos.

    En medio de la emergencia sanitaria que atraviesa el Ecuador ella no deja de trabajar y pensar en nuevas soluciones para los usuarios de la compañía que dirige con su esposo, Rafael Luque.

    Los negocios

    “Luego de varios años de trabajo he desarrollado competencias o características sobre cómo me gusta trabajar y proyectarme. Soy una persona bastante estructurada, me gusta tener un orden, objetivos, una visión.

    Creo mucho en que las personas debemos pedir retroalimentación constante para crecer. Por lo tanto me gusta evaluar métricas, no solo en lo cuantitativo, sino a escala cualitativa y en distintas jerarquías. Me gusta tener distintos puntos de vista porque todos son valiosos y nos dan un ‘feedback’ interesante. Por eso me gusta escuchar a las personas.

    Me he especializado en lo estratégico y me resulta fluido trabajar en planes de negocios. Esto me ha ayudado a estructurar objetivos en lo que hacemos en Tipti”.

    La faceta emprendedora

    “El mundo corporativo y la actividad emprendedora tienen algunas similitudes. Pero entre las diferencias están que el emprendedor puede darse ciertas licencias para equivocarse con mayor frecuencia, además se tiene más responsabilidad porque el emprendedor depende de sus decisiones; hay que hacer inversiones, pagar nómina, temas que tal vez no se los tiene tan presentes al ser parte de una gran empresa, que tiene una estructura sólida.

    En un emprendimiento hay que empujar más y es muy enriquecedora la experiencia, al poder construir, conocer más gente, enterarse de otros procesos, innovar y permitir que los equipos sean libres y flexibles, con aprendizajes, caídas y levantadas. Todo eso enriquece y vuelve gratificante la experiencia de emprender.

    Al comparar, me siento bien con ambas facetas, con la ejecutiva y con la emprendedora. Me fui haciendo emprendedora en el camino y hoy puedo tomar decisiones con seguridad por todo lo que aprendí en el mundo corporativo. Estoy contenta con la decisión de emprender. No se qué hubiera pasado hace 20 años, cuando tenía otras necesidades en lo profesional y en lo personal. Hoy me pongo nerviosa por muy pocas cosas y veo todo con más experiencia, con calma y eso me ayuda a avanzar y a tomar riesgos sin miedo”.

    Mujeres y empresas

    “El rol de las mujeres en las empresas siempre me ha llamado la atención. Como emprendedora he conocido a muchas mujeres en distintos ámbitos, de distintas edades que representan al género femenino con madurez, de manera consecuente, con propósitos claros, genuinos y transparentes.

    Existen grupos de mujeres que buscan más mujeres para apoyar y estos espacios son acciones concretas en favor de una agenda de equilibrio y oportunidades. Veo muy buenas acciones en distintos foros, sin renegar del género masculino, sino integrando a toda la sociedad.

    Hay mujeres líderes ecuatorianas que son invitadas a citas internacionales y están haciendo un papel espectacular. Se ve que están a favor de una real equidad de género”.

    El lado personal

    “El equilibrio total es difícil lograrlo. Para destacar en lo profesional hay que sacrificar algo y cada mujer va decidiendo qué sacrificar. Es clave que toda mujer tenga personas en las que apoyarse, puede ser el esposo, los padres, para lograr un acuerdo.

    Cuando se da ese consenso, quedan claros los apoyos que uno tiene. En mi caso, con mi esposo tenemos un acuerdo para no coincidir en viajes de trabajo fuera del país y así estar uno de los dos con nuestros tres hijos.

    A veces me he sacrificado yo, a veces él. Es un tema de equidad al interior del hogar, siempre pensando en un crecimiento profesional y familiar.

    El liderazgo es clave en este punto porque ayuda a entender dinámicas para manejar situaciones al interior de las oficinas, pero también en el hogar. Todo esto me ha permitido, por ejemplo, desarrollar equipos y desarrollar a la gente con la que uno se rodea”.

    Pierangela Sierra es la cofundadora de Tipti  reflexiona sobre su trayectoria profesional y el rol que tienen las mujeres en las empresas
    Pierangela Sierra es la cofundadora de Tipti reflexiona sobre su trayectoria profesional y el rol que tienen las mujeres en las empresas. Foto: Cortesía
  • Atuneras buscan la ecoetiqueta para el 2020

    Redacción Guayaquil

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    Un juego de naipes a bordo puede ser un pretexto para aprender sobre pesquería responsable. En una baraja se pueden encontrar nueve especies de tiburones y seis de peces variados, como el Dorado. También las tres especies de atunes que captura la flota ecuatoriana: barrilete, aleta amarilla y ojo grande o patudo.

    Pero no solo se trata de un juego de azar. Es parte de la apuesta sobre Buenas Prácticas a Bordo que promueve Tuna Conservation Group (Tunacons). Es una organización con cinco empresas que desarrollan un proceso que busca obtener la ecoetiqueta del Marine Stewardship Council (MSC) para las capturas que realizan sus flotas con red de cerco de jareta en el Océano Pacífico Oriental (OPO).

    En las cartas de la baraja también están las prácticas para liberar tiburones, tortugas y mantarrayas, que caen incidentalmente en las redes y se devuelven al mar. Esas son medidas de mitigación que son adoptadas por la Comisión Interamericana del Atún Tropical (Ciat). La tripulación es clave en este proceso de certificación internacional que promueve las prácticas sostenibles.

    Para lograrlo el grupo desarrolla desde el 2016 un proyecto de mejoramiento pesquero (Fisheries Improvement Project, FIP, por sus siglas en inglés) y cuenta con la cooperación del Fondo Mundial para la Naturaleza, capítulo Ecuador (WWF). Las empresas son Negocios Industriales Real S.A. (Nirsa), Eurofish, Grupo Jadran, Servigrup y Trimarine.

    Guillermo Morán, gerente de Tunacons, explica que el proceso FIP comenzó con tres empresas y luego se sumaron dos más.

    El MSC tiene estándares y criterios técnicos para fomentar e identificar las capturas pesqueras de forma sostenible y bien gestionadas. Para lograr la certificación se deben cumplir varias etapas.

    Los tres principios básicos son: el estado de las poblaciones atuneras; el impacto de las pesquerías en el ecosistema circundante, como pesca incidental; y el sistema de gestión y gobernanza.

    En la última evaluación del 2018 Tunacons recibió buenas calificaciones. “La meta es lograr la ecoetiqueta en el 2020”, dice Morán.

    En el proyecto están 44 barcos que tienen el 25% de las capturas en el OPO. Y sus tripulaciones reciben capacitación en buenas prácticas a bordo. También se desarrolla el prototipo de plantados con materiales biodegradables y reemplazar los plásticos y enmallados. Es una estructura flotante con un rabo o cola sumergible para agregación de peces (FADs, por sus siglas en inglés), que se lanza al mar para concentrar atún y luego se captura con la red.

    Morán dice que en 40 años la industria atunera del país ha logrado consolidarse. Pero es necesario conservar los ecosistemas pesqueros. Además, los consumidores “no solo están pidiendo una bonita etiqueta, buen sabor, con diferentes ingredientes”, sino que el origen del producto sea de una pesca responsable y sustentable.

    Ecuador es una potencia atunera en el OPO con 115 barcos y el segundo exportador mundial, después de Tailandia. En el 2018 se mantuvo como líder en capturas con 271 331 toneladas, el 46% del total de la región. Pese a que se registró una caída de 5,3%, en relación al 2017, según la Cámara Nacional de Pesquería (CNP).

    Andrés Aguirre, gerente de Ventas Internacionales del grupo Nirsa, señala que el proceso es clave para obtener la ecoetiqueta. “Recibir la certificación MSC hará que Ecuador se convierta en pionero en la industria del atún”.

    Según Aguirre, el consumidor se fija mucho en la sustentabilidad y la responsabilidad social, por eso la empresa desde hace años ha buscado cumplir esos estándares.

    Nirsa fue una de las primeras industrias en sumarse al programa de Tunacons. Posee una de las flotas atuneras más grandes del país con 13 barcos, exporta a 35 países y es el líder en el mercado local.

    Eurofish es otra de las grandes empresas. Tiene una flota de 21 barcos, con capacidad de capturas de 30 000 toneladas, que equivale al 70% de su materia prima.

    Como parte del programa también se trabaja en un plan estratégico de pesquería del atún que se entregará en mayo al Viceministerio de Pesca y que aspira a convertirse en una política nacional.

    El proceso

    Empezó en marzo de 2016 con la pre evaluación exhaustiva de todas las áreas involucradas: ecosistema, industria y normativas sostenibles.

    Luego se inicio el diseño del FIP Atunero (programa de mejoramiento) que se ha ejecutado en el 2017 y 2018.

    Tunacons elaboró un Código de Buenas Prácticas a Bordo sobre manejo de pesca incidental y uso de plantados, según las normativas del Ciat.

    Eurofish integra el grupo de Tunacons y es una las principales exportadoras de atún. La planta está instalada en Manta y tiene una capacidad de producción de 185 toneladas por día. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    Eurofish integra el grupo de Tunacons y es una las principales exportadoras de atún. La planta está instalada en Manta y tiene una capacidad de producción de 185 toneladas por día. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • La gestión socialmente responsable sí puede aumentar la rentabilidad

    Redacción Quito

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    No hay plan de Responsabilidad Social que pueda sostenerse en el tiempo si no aporta un beneficio a la organización. Esto se vio reflejado cuando en una encuesta realizada en el 2016 por la consultora Deloitte solo un 16% de las empresas participantes destinó un porcentaje de su presupuesto anual a proyectos de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa.

    En la década pasada se multiplicaron los rankings y reconocimientos a las buenas prácticas en este ámbito, lo cual derivó en maravillosos reportes -también conocidos como memorias- en ediciones a todo lujo. Las asesorías facturaban decenas de miles de dólares en trabajo de acompañamiento, levantamiento de indicadores, edición y difusión de estos documentos.

    Pero tal como explicaba ya en el 2014 Hugo Vergara, director de BSD Consulting, el reporte no es sino el resultado, la comunicación de un trabajo impulsado y aprobado desde la alta dirección. Y solo tiene su razón de ser si se convierte en una herramienta para que los grupos de interés puedan verificar el cumplimiento de los compromisos asumidos por cada organización.

    Global Reporting Initiative (GRI), entidad con sede en Holanda que coordina y actualiza el reporte de indicadores de gestión en términos de sostenibilidad, también evolucionó en este sentido. Si hace cinco años los responsables de los procesos de responsabilidad social se preocupaban por obtener una certificación con nivel B+ o en el mejor de los casos A+, desde mayo del 2018 proponen la aplicación de sus nuevos estándares, principalmente enfocados en el enfoque de gestión y en los resultados obtenidos del mismo.

    Las orientaciones en otras normas internacionales que sirven como guías para el fomento de la responsabilidad social apuntan a lo mismo: la norma ISO 26000, la SA8000 y la AA1000. Todas mantienen la orientación a una operación preocupada por el entorno, sin que esto merme su rentabilidad.

    Si bien en Ecuador no existe una legislación nacional específica sobre el tema, tal como ocurre en países como España, la necesidad de impulsar, mantener y comunicar procesos de responsabilidad social ya empieza a manifestarse en ámbitos como el acuerdo comercial con la Unión Europea. Los países del bloque comunitario tienen claras preferencias a hacer negocios e importar productos de empresas socialmente responsables.

    Evangelina Gómez, directora ejecutiva de Ceres, afirma que en el país todavía no existe una selectividad para preferir lo que se produce, por ejemplo, respetando la biodiversidad por sobre lo que es más barato.

    Pero lo que sí es cierto es que, a escala global, la generación de los milenials empieza a inclinarse hacia lo que se denomina “el consumo con causa”. En Estados Unidos y Europa, y en forma un poco más lenta en Latinoamérica, los sellos de comida orgánica, sin transgénicos, producida bajo normas de comercio justo, aumentan sus adeptos y muestran que, con una buena gestión, la sostenibilidad sí es rentable.

    En la década pasada se multiplicaron los rankings y reconocimientos a las buenas prácticas en este ámbito.
    En la década pasada se multiplicaron los rankings y reconocimientos a las buenas prácticas en este ámbito.
  • Daniel Javier: ‘Una empresa responsable será una firma líder’

    Redacción Quito

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    El director de Calidad y RSE de Worldcob habla de los tareas de las compañías.

    ¿Cómo se mide la responsabilidad social empresarial?

    Una de las grandes dificultades al hablar de responsabilidad social empresarial (RSE) es justamente que no es tan fácil de medir. En principio hay que pensar que cada empresa tiene que trazar sus objetivos y de acuerdo con eso tener sus propios indicadores. Esos indicadores van a reflejar objetivos que la empresa se tiene que poner, tienen que ser metas inteligentes; se tiene que partir de una situación y fijarse otra situación a la que se quiere llegar.

    La empresa marca el camino…

    Se define como responsabilidad social empresarial porque parte de un cambio en la mentalidad de la empresa. La RSE abarca holísticamente a la empresa, en toda su gestión, en todos sus ámbitos.

    ¿Existen experiencias en la medición de RSE?

    Hay empresas certificadas. Lo importante es que las empresas difundan sus experiencias. Todas las que están en esto deben mostrar sus indicadores; en todo sistema de gestión hay temas claves: uno es asignar responsabilidades, otro es tener indicadores para comparar el hoy con el mañana.

    ¿Qué se requiere para tener más conciencia al respecto?

    Primero habrá que mejorar el mensaje de parte de quienes impulsan la responsabilidad social empresarial. Habrá que ser funcionales y aplicar la estrategia de la ONU y el Pacto Global en este tema. A la empresa no se le pide que haga nada distinto a lo que ya hace, que es generar riqueza y crear valor, siempre con responsabilidad. Si causa impacto, la empresa debe hacerse cargo. También hay responsabilidad de los consumidores, que somos muy críticos con las empresas, entonces al comprar tenemos que hacerlo de manera racional y premiar a la empresa que hace las cosas bien.

    ¿Una empresa socialmente responsable crece?

    Será una empresa líder porque está está cambiando su gestión, la manera de hacer las cosas y está haciendo lo que se llama el ‘new management’, la nueva forma de administrar una empresa. Así cambia la manera de entender los servicios.

    Daniel Javier estuvo en Quito para una conferencia en la sede de la PUCE. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Daniel Javier estuvo en Quito para una conferencia en la sede de la PUCE. Foto: Julio Estrella / LÍDERES