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  • Roberto Dunn: Un inversionista aporta con contactos

    Redacción Líderes

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    Roberto Dunn, el director ejecutivo de Consorcio Nobis y Fundación Nobis habla sobre la inversión de impacto social. Cree que la agricultura sostenible, la educación, el ambiente y los servicios de básicos son sectores que pueden beneficiarse de esta tendencia.

    La inversión de impacto social es incipiente en Ecuador. ¿Qué condiciones se requieren para elevarla, para incrementarla?
    Al igual que en el caso de las inversiones y emprendimientos tradicionales, es clave fortalecer el ecosistema de inversión de impacto, mejorando nexos e incentivando el rol de cada uno de sus actores. Dentro del ecosistema se debe fortalecer el conocimiento y la capacidad de actuación de cada actor: inversionistas, emprendedores, facilitadores o aceleradores y marco regulatorio. En este tipo de ecosistema los inversionistas deben entender el modelo propuesto por la inversión de impacto y estar dispuestos a financiar proyectos o modelos de negocio con enfoque social, siendo flexibles con respecto al rendimiento económico esperado.

    ¿Cree usted que las grandes empresas ecuatorianas están conscientes de lo que significa inversión de impacto?
    Considero que muchas empresas ecuatorianas todavía desconocen lo que es la inversión de impacto, es por ello que Fundación Nobis en alianza con Innobis organizó el Foro Impact Investment, realizado a finales de junio, al cual asistieron más de 100 empresarios, expertos en inversión de capital de riesgo, representantes de la academia, emprendedores y los diferentes actores del ecosistema. Al finalizar este foro, varias empresas mostraron su interés en sumar esfuerzos para potenciar este nuevo mecanismo de inversión en el país. Las empresas B son un buen ejemplo de impacto social.

    ¿Qué modelos pueden adaptar las empresas tradicionales de la experiencia de las empresas B?
    Las empresas B buscan generar un impacto positivo, se rigen por altos estándares sociales, ambientales y de transparencia, considerando no solo los intereses financieros de sus accionistas, sino también otros intereses de largo plazo tales como los empleados, los proveedores y clientes, la comunidad. Uno de los aspectos que las compañías tradicionales pueden ir adoptando de las empresas B es la incorporación, desde el punto de vista estratégico, de un claro enfoque para lograr el desarrollo sostenible, teniendo en cuenta los intereses y bienestar de todos sus actores. Las inversiones de impacto tratan de atacar una problemática que afecta a la base de la pirámide y las empresas B se enfocan en problemáticas que afectan al entorno en donde se desarrolla su negocio. En ambos casos resaltan el desarrollo sostenible como una tendencia global.

    ¿Qué papel juegan o deben jugar los inversionistas, pensando en recursos que causen impacto social?
    Su trabajo es fundamental, dado que proporcionan los recursos financieros para impulsar el desarrollo y crecimiento de proyectos o modelos de negocio que solucionan una problemática social de manera sostenible y escalable. En el caso de la inversión de impacto, no solo es clave el acceso a recursos sino el involucramiento del inversionista en los emprendimientos, ofreciendo guía y apoyo. En el foro, Fernando Cortés, Director del fondo Inversor en Colombia, resaltó la importancia de tener una perspectiva realista sobre el acompañamiento que se le debe dar al emprendedor y de estar abiertos a encontrar retos diferentes a los de una inversión tradicional. Creo que la práctica nos clarificará un poco la incidencia del rol de los inversionistas en el Ecuador.

    ¿Qué diferencias existen entre un inversionista tradicional y uno que busca transformación social?

    Un inversionista tradicional analiza su inversión en función a la rentabilidad financiera esperada. Un inversionista de impacto busca un efecto social o ambiental positivo junto con un retorno financiero, generando no solo desarrollo económico sino también transformación social. Además, un inversionista de impacto no solo aporta con recursos financieros sino también con su experiencia y red de contactos.
    Riesgo, retorno e impacto son las variables que siempre se miden en una inversión.

    ¿Qué ocurre cuando se trata de una inversión en un tema social?
    En la inversión de impacto prima el efecto social sobre una población vulnerable, ya que surge como una iniciativa de transformación social (…) una inversión en un frente social debe tener claramente definido cuál es el impacto positivo que genera e identificar las herramientas e instrumentos para su medición, lo que permitirá valorar el efecto que la organización o proyecto está teniendo, justificando el alcance y efectividad de la inversión.

    En su experiencia, ¿qué sectores de la economía ecuatoriana tienen mayor potencial para recibir esta clase de inversiones?
    Agricultura sostenible, educación, medioambiente y el acceso a servicios de básicos. En el sector de agricultura, por ejemplo, se pueden desarrollar cadenas de suministros más incluyentes de poblaciones vulnerables, generando de esta forma un comercio justo. En educación estamos conscientes de la importancia de dotar a los niños y jóvenes de oportunidades y herramientas para un mejor futuro.

    ¿Cómo pueden involucrarse los emprendedores en este tema?
    Los emprendedores tienen que proponer modelos de negocio bien estructurados e innovadores, capaces de contribuir a cerrar las brechas de inequidad existentes en el país; deben de entender las redes y aprovechar las oportunidades que el ecosistema de inversión de impacto les ofrece.

    ¿Cómo piensa que evolucionará el tema en Ecuador?
    La inversión de impacto desafía el punto de vista tradicional de que los problemas sociales y ambientales deben abordarse solo mediante donaciones filantrópicas y que las inversiones en el mercado deben centrarse solo en lograr rendimientos financieros. Este mecanismo ofrece oportunidades diversas y viables para que los inversores generen soluciones sociales y ambientales con recursos que también producen rendimientos financieros.

    Roberto Dunn, el director ejecutivo de Consorcio Nobis y Fundación Nobis. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    Roberto Dunn, el director ejecutivo de Consorcio Nobis y Fundación Nobis. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • Roberto Villamil: ‘La innovación pasa por la educación’

    César Augusto Sosa 

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    El especialista de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Actividades para los Empleadores reflexiona sobre la cuarta revolución industrial y los retos que eso implica para las empresas, los trabajadores y los gobiernos de la región.

    ¿Qué trascendencia tiene que el sector empresarial del Ecuador haya planteado un plan con miras al 2030?

    Es un paso muy importante, pues además de reclamar sus legítimos intereses, el sector empresarial elaboró unas propuestas de desarrollo alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Eso demuestra que el sector tiene una visión de desarrollo que va más allá del crecimiento económico.

    ¿En qué sentido?

    Los ODS tienen como eje principal la erradicación de la pobreza. Y eso pone en el centro del debate el papel de las empresas como generadoras de más y mejores empleos. Cuando la ONU elaboró los objetivos de desarrollo sostenible se basó en una investigación internacional, la cual consultó a los ciudadanos del mundo sobre sus prioridades. La gente dijo que lo que más necesita es un trabajo.

    Empresarios y Gobierno tienen diferentes visiones para alcanzar los mismos objetivos. ¿Cómo superar eso?

    No es lo mismo gestionar un gobierno que estar al frente de una empresa. Lo que se debe buscar es que los Estados implementen políticas de desarrollo productivo orientadas a mejorar la competitividad y la productividad del país. Tenemos que lograr una diversificación de la matriz productiva. Las materias primas aún pesan en los países latinoamericanos, pero generan poco valor agregado. Las economías basadas en la producción y exportación de bienes primarios siempre estarán en desventaja respecto a aquellas que tienen como base las industrias innovadoras.

    ¿Hay que priorizar las empresas tecnológicas?

    No necesariamente. La idea es tener sectores modernos, que incorporen la tecnología para hacer mejor lo que vienen haciendo, con mayor calidad y productividad.

    ¿Por ejemplo?

    En España hay una empresa que elabora detergente, un producto sencillo de producir. Pero esta empresa aplica la tecnología en el proceso de producción, de almacenamiento y de distribución, usando canales no convencionales. Es decir, elabora un producto elemental, pero lo hace con un nivel de conocimiento que le permite ser muy competitiva. Y se trata de una pequeña empresa que ocupa 80 personas, pero factura 50 millones de euros anuales. Hay que repensar los modelos de producción y ver sectores que están ganando protagonismo como los servicios. La población está cambiando, hay menos jóvenes para mantener a los adultos y ahí hay oportunidades de negocios.

    ¿Qué políticas públicas han funcionado para que se desarrollen las empresas?

    Aquellos países que muestran una mayor orientación a innovar y a promover el emprendimiento, sobre todo entre los jóvenes, tienen mejores resultados. Igual sucede con aquellos que ponen énfasis en la educación, no solo en la formal sino en la profesional, para que los trabajadores del futuro tengan los conocimientos que las empresas demandarán en el futuro. Y sobre todo, los países con estabilidad política, paz social, un sistema judicial que funciona y menores niveles de corrupción tienen mejor desempeño.

    ¿Es necesario flexibilizar la legislación laboral para adaptarse a la cuarta revolución industrial, en la que los negocios cambian rápidamente?

    La flexibilización del mercado de trabajo no puede significar dejar a un lado derechos de los trabajadores. Hay que respetar la norma internacional del trabajo.

    En Ecuador se prevé reformar el Código del Trabajo, que data de 1938. ¿Qué se debe tener en cuenta para hacer reforma laboral en un mundo que cambia muy rápido?

    Si se va a emprender un cambio profundo en el Código del Trabajo hay que involucrar a los actores: empresarios y trabajadores, pues un Código no se hace todos los años. Hay que pensar en una normativa que avizore los cambios que ya se están dando como la cuarta revolución industrial o el pensamiento exponencial. El Ministro de Trabajo de Ecuador nos visitó en Lima y, entre otras cosas, planteó que la OIT ofrezca asistencia técnica para este cambio del Código del Trabajo.

    ¿Qué temas requieren mayor atención cuando se moderniza una norma?

    Los sistemas de producción, de trabajo y la forma de comunicarnos están cambiando rápidamente. Debería apostarse fuertemente a la promoción de la innovación y el emprendimiento entre los jóvenes, para que ellos entren o desarrollen nuevas actividades que tengan como materia prima el conocimiento. Y eso implica trabajar muy fuerte en educación.

    ¿Qué hacer en educación?

    Hay que modificar las bases de los sistemas educativos, para que los niños estén preparados para el mundo que se viene. Y hay que reestructurar los sistemas de formación profesional, para que los trabajadores adquieran las habilidades que demanda el mundo del trabajo y que no suelen estar en los sistemas de formación.

    ¿A qué se refiere?

    En América Latina se escucha que las empresas no encuentran trabajadores formados para cubrir sus necesidades. Pero el problema puede ser que nunca se trabajó en formar a la gente con esas habilidades. Las empresas debieran poner atención en las habilidades que necesitarán varios sectores dinámicos en el futuro.

    ¿Como cuáles?

    Servicios de salud, de cuidado a personas adultas, de acompañamiento. En esas áreas no hay mucha oferta de formación, pese a que tendrán mucha demanda. Cuando se quiere transformar una matriz productiva y tener productos con mayor valor agregado hay que incentivar al sector privado para que incorpore nuevas tecnología e innove. Y un buen paso es apoyar a los jóvenes, que hoy registran más desempleo

    ¿Qué tipo de apoyo debieran tener los jóvenes?

    Los países más desarrollados ven al joven no solo como un futuro profesional o trabajador, sino como un futuro emprendedor. Y los apoyan con las herramientas que les permitan crear empresas. Y aunque algunas puedan fracasar, otras pueden desarrollarse y ofrecer trabajos de mejor calidad.

    ¿Cuál es el escenario para las nuevas empresas en un mundo donde los robots desplazan a los trabajadores?

    Es un temor que todos tienen. Hay trabajos de baja calificación que han sido sustituidos por máquinas. Por eso la importancia de trabajar en educación y formación. En América Latina tenemos una gran cantidad de personas con educación básica.

    ¿Cómo superar eso?

    Hay dos problemas por resolver. Primero, se necesita reformular los sistemas educativos para que los futuros trabajadores estén capacitados para el mundo que se viene. Y segundo, tenemos que reconvertir a la gente que hoy no conoce las nuevas tecnologías y no está preparada para realizar otro tipo de trabajo. Los ciudadanos deberían pelear por la educación con más entusiasmo.

    Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • Roberto Estrada: El milenial gana peso en la economía

    Pedro Maldonado

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    El socio de Deloitte Consulting y catedrático habla sobre la irrupción de la generación Y en el mercado laboral, las empresas y la economía en general. Calcula que el 30% de los empleados pertenece a esta generación y que llega con ideas frescas.

    ¿Cómo aporta la generación milenial al aparato productivo en el país?

    Los jóvenes milenial que están concluyendo sus estudios y empiezan a involucrarse con el sector productivo aportan de dos maneras: la primera es cuando ingresan a empresas con nuevas ideas, conocimientos y la energía propia de alguien que empieza su carrera profesional y que siempre trae vientos frescos a una organización. El segundo aporte, que quizás marca la diferencia en cuanto al pasado, es que muchos milenial apuntan a desarrollar proyectos propios y aportan con ideas de negocios. No es extraño ver a jóvenes en el mundo empresarial que quieren dedicarse al comercio, a producir de manera artesanal para desarrollar nichos. Considero que son esfuerzos muy significativos, si bien el aporte de capital es modesto, pero en conjunto es representativo para la economía. Además, crean plazas de empleo, tal vez pocas, pero en la sumatoria total generan un valor agregado a la economía.

    Es común hablar de ciertos prejuicios cuando se analiza a los milenial. Pero lo cierto es que hay emprendimientos y ‘start ups’ que son levantados por ese grupo poblacional…

    Chicas y chicos jóvenes quieren poner negocios de comida, de asesoría, de coaching, ofrecen servicios apoyados en la tecnología. Esto muestra que hay una diversidad que antes no existía; normalmente en el pasado, hasta la generación anterior, era muy clásico escuchar que los jóvenes querían buscar trabajo en una empresa para empezar una carrera profesional para consolidarla en el tiempo. Eso en la actualidad no pasa, el objetivo de los milenial es otro. Muchos quieren empezar su propio proyecto. Si la economía ecuatoriana tuviese este momento otras condiciones, esto se vería de manera masiva, pero las circunstancias actuales restringen la inversión y no todos los jóvenes pueden concretar esas aspiraciones que son muy naturales en esta generación.

    ¿Se puede cuantificar el peso de los milenial en el mercado laboral?

    Dentro de la población económicamente activa diría que el porcentaje de jóvenes es cada vez más significativo. En algunas empresas ya están analizando el porcentaje de sus empleados pertenecientes a los milenial, que normalmente son menores a 30 años. Vemos que los porcentajes pueden estar entre el 30% o 40%. Ese grupo podría ser mayor si la dinámica empresarial fuera distinta, si existieran más oportunidades, más empleos. En las actuales circunstancias es duro ver que jóvenes con buenos antecedentes a académicos, empiezan a trabajar no necesariamente en lo que han estudiado sino en lo que pueden acceder. Se produce, entonces, una desconexión y a la larga los milenial no dan lo mejor de ellos porque están en áreas que no conocen. Por eso prefieren empezar proyectos propios.

    ¿Las empresas se fijan en la ‘condición’ de milenial al contratar personal?

    Hace pocos días, al conversar con un cliente, representante de una importante institución financiera del país, me decía que ellos quieren enfocarse en los milenial porque con la revolución de los ‘fintech’ y la evolución digital de la banca, qué mejor que tener a representantes de su generación para que traten con los clientes, que conozcan sus tendencias, su comportamiento. Es una manera de responder al mercado. Otra compañía, del sector de retail, que también es cliente, piensa igual y busca rejuvenecer la cartera de clientes y apunta al segmento joven que prefiere el comercio electrónico. En esa empresa el objetivo es entender y ayudar a desarrollar el negocio para tener un impacto más preciso en ese target.

    Otro tema que vale analizar es el consumo de los milenial. ¿Qué pasa con estos nuevos clientes?

    Los milenial son muy independientes, cada vez buscan más desprenderse de su ‘cordón umbilical’ y desenvolverse por sus medios. Creo que quieren consolidarse personal y profesionalmente. Por eso tratan de establecer una división de sus padres y de personas de otras generaciones. Quieren abrirse camino solos.

    ¿Esta intención de emprender que tienen los milenial es sostenible en el tiempo?

    Lo que pasa es que el sector empresarial está en sus límites. Con esto quiero decir que es difícil hoy por hoy crear empleos. Por eso la gente que se gradúa de la universidades no puede quedarse inactiva y por eso trata de independizarse, así sea con microemprendimientos. A ellos les corresponde identificar formas para obtener ingresos y aunque no estén en su máxima capacidad es algo que les da experiencia y cierta trayectoria. ¿Hasta qué punto es sostenible? Creo que en toda economía es necesario tener dependientes y emprendedores. No todas prosperan, pero han permitido el surgimiento de grandes proyectos.

    ¿Se puede cuantificar el aporte de esta generación al PIB del país?

    Es muy prematuro. Una pauta se podrá tener en el 2020 con las promesas hechas para milenial emprendedores desde el sector público. Eso permitirá presentar resultados conseguidos. Es evidente que si se apuesta por esta generación es porque se estima que de allí pueden salir buenas ideas y buscar, más que carreras tradicionales, otros mecanismos de diversificación y gente que pueda desarrollarse y contribuir a la economía del país.

    Hemos hablado del mercado laboral y las empresas. ¿Qué están haciendo las universidades al respecto?

    Las universidades tienen que estar pendientes de la evolución tan dinámica de las nuevas generaciones y es común encontrar en las universidades laboratorios para ‘design thinking’, espacios de ‘coworking’, pasantías internacionales para complementar la formación. Los estilos de vida en las universidades del país están siguiendo las corrientes globales. Las universidades han entendido el mensaje, de contar con gente que cuestione, que sea disruptiva y presente nuevos enfoques en la educación. Eso es muy apreciado por los jóvenes que viven a través de la tecnología y a tener información de manera instantánea.

    Foto: Archivo / LÍDERES
    Foto: Archivo / LÍDERES
  • Roberto Aspiazu, un ávido lector que hurga en la historia

    Gabriel Flores

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    Esta historia comienza y termina en el interior de un ascensor. Es miércoles en la tarde. Roberto Aspiazu, director ejecutivo del Comité Empresarial Ecuatoriano, sostiene en su mano izquierda un maletín negro. En su interior está un libro de pasta amarilla que terminó de leer hace unas horas.

    “Hoy acabé de leer ‘El Evangelio según Jesucristo’”. Mientras lo dice saca las llaves de su casa, un espacio poblado de libros, y se dirige directo a su biblioteca. Con la novela de Saramago, este empresario suma 23 libros leídos en lo que va del año.

    Sí. Aspiazu es un lector compulsivo, una rara avis, un empresario que lee, en sus peores momentos, 100 páginas diarias. Lo hace al despertarse, en su ‘lunch’ de media mañana, después del almuerzo y antes de dormir. Cuando cuenta que su récord de lectura son 82 libros, en un año, frunce el ceño.

    Antes de hablar de su pasión literaria, los textos de historia, saca de su biblioteca dos libros de autores que ganaron el Nobel de Literatura. El uno está autografiado por Mario Vargas Llosa y el otro por J.M. Coetzee. Aspiazu muestra sus joyas literarias con orgullo, como esos niños posmodernos que hinchan el pecho enseñando su muñeco original de Darth Vader o de Spider-Man.

    Georgina Estrada, la madre de Aspiazu, es la responsable de que a este empresario, que también ejerció como periodista, la lectura se le haya convertido en un hábito. “Desde que era pequeño mi madre, una mujer universitaria, me inculcó el amor por la lectura”.

    Ese amor encontró en la historia del país su veta más fructífera. De corrido recita los nombres de autores clásicos de los cuales ha leído la mayoría de su obra: el Padre Juan de Velasco, Pedro Fermín Cevallos, Pedro Moncayo, Jacinto Jijón y Caamaño…

    Una de sus colecciones más interesantes es la biografía indiana en la que hay libros de autores como Bartolomé de las Casas, Guillermo Prescott, Francisco López de Gómara, del Padre Joseph de Acosta y Garcilaso de la Vega.

    A su pasión por los libros de historia se suman las novelas históricas y las biografías. Una de sus preferidas es ‘Memorias de Adriano’, de Marguerite Yourcenar.

    Los libros de estos autores, que en su mayoría corresponden a su primera edición, están llenos de notas y párrafos subrayados con lápiz. “Tengo el hábito de subrayar -dice- porque siempre pienso en la información que puede servirme para mis escritos”.

    Para este empresario, leer y escribir son dos actividades que siempre terminan conectándose. En el escritorio de su biblioteca está el machote de su primer libro, que se publicará en los próximos meses con el apoyo del Municipio de Guayaquil, y que habla, como no podía ser de otra manera, sobre la historia del Ecuador.

    De regreso al ascensor, Aspiazu suelta un adagio en latín que dice: el que escribe lee dos veces. Antes de que se cierre la puerta cuenta que entre sus pendientes está escribir una novela sobre Atahualpa porque lo considera un personaje indispensable para entender la identidad ecuatoriana. Ese será, a la cuenta, su cuarto libro.

    Roberto Aspiazu en la biblioteca de su casa ubicada en el norte de Quito. Foto: Armando Prado / LÍDERES
    Roberto Aspiazu en la biblioteca de su casa ubicada en el norte de Quito. Foto: Armando Prado / LÍDERES
  • Roberto Aspiazu: ‘Con Trump no hay mayor claridad’

    Pedro Maldonado

    Donald Trump asumirá la Presidencia de EE.UU. el 20 de enero. ¿Qué se puede esperar en las relaciones comerciales con México?

    Existe mucha preocupación en México. La prueba de ello es que el peso ha venido cayendo en su cotización ante el dólar por las expectativas negativas que genera la transición política en EE.UU., en particular por las decisiones que pueda adoptar Trump sobre el acuerdo comercial (Nafta), según lo ha anunciado desde la campaña. Este acuerdo es una herramienta importante de desarrollo para México, que de alguna manera, permitió su cambio de matriz productiva. A raíz del Nafta, en 1993, México logró una reconversión industrial muy importante. Ya hablamos de casi 25 años, no es poca cosa. Del lado de los mexicanos hay preocupación porque no está claro aún cómo van a cambiar las reglas de juego. Por ejemplo, si se imponen elevados aranceles a los automotores mexicanos se va a generar un problema mayúsculo a esa industria porque la mayor parte de sus exportaciones de vehículos van a EE.UU.

    ¿El incremento en la exportación de vehículos y otros rubros son resultados del acuerdo comercial de 1993?

    Claro. Siempre México ha tenido a EE.UU. como su principal comprador, es algo histórico. EE.UU. tiene alta capacidad de consumo y son mercados complementarios. Los mexicanos, por ejemplo, alegan que si hacen un cruce de cuentas con el estado de Texas, este registra un superávit comercial de USD 95 000 millones. Es un tema que hay que sopesar debidamente; es natural que existan expectativas, pero pienso que el tema tiene todavía que aterrizar por obvias razones. Sabemos bien que una cosa es lo que un candidato dice en campaña y otra es la que hacen cuando se posesiona y se da cuenta de las dificultades para llevar a cabo promesas de campaña.

    Ese temor de los mexicanos ya se sintió en la campaña electoral y ahora que inicia el año se confirma con la decisión de Ford de no invertir en una planta de producción de vehículos en México…

    Recordemos que Detroit fue la capital de la industria automotriz de EE.UU. y perdió preponderancia en la economía estadounidense. Esto fue consecuencia de la pérdida de empleo que generó la migración de la industria automovilística de EE.UU. a México por los menores costos de mano de obra fundamentalmente. A esto se suma el tipo de cambio que se está convirtiendo en un factor que muestra la intranquilidad de los mercados en México, ante lo que pueda suceder con el Nafta. El Gobierno de México ya ha dicho en varias ocasiones que se va a tener que renegociar el acuerdo, pero hasta ahora no hay bases concretas sobre los términos de la renegociación. La noticia de Ford es solo una parte del problema entre los dos países, pero no vemos la globalidad de otra dinámica que está sucediendo en México.

    ¿A qué se refiere?

    Por ejemplo, en el sector turístico para este año están programadas inversiones importantes de cadenas hoteleras no solo americanas, sino también europeas. México prevé este año inversión extranjera de USD 33 000 millones de diferentes vertientes. Una de las más importantes va a ser la de Exxon, cuyo principal acaba de ser designado Secretario de Estado. La firma petrolera programó una inversión de 6 600 millones en el Golfo de México. Por eso insisto en ver todo el panorama.

    ¿Entonces la situación no es tan complicada?

    Tiene su grado de complicación porque no hay claridad sobre lo que va a suceder. Eso se está reflejando en la inestabilidad del mercado cambiario. La gente prefiere tomar posición por monedas duras, cuando desconfía de la moneda nacional y eso es lo que le está pasando al peso mexicano. Una vez que se posesione Trump será necesario negociar y conversar para que las reglas del juego queden claras. Recordemos que la frontera más activa del mundo es la de EE.UU. con México.

    ¿Y qué se puede esperar en el resto de América Latina?

    Vamos a tener algunas sorpresas porque en materia de política internacional, la administración Trump se va a enfocar en los lugares que más le interesan, con temas como el Estado Islámico, la lucha contra el terrorismo en Europa y, eventualmente, dentro de EE.UU.
    Esos van a ser los temas fuertes. América Latina, desde hace algunas administraciones de la Casa Blanca, ha quedado relegada, tiene menor importancia económica, las inversiones estadounidenses existen, pero no han tenido un crecimiento significativo. En Ecuador, más importantes son las inversiones chinas y en su momento las mexicanas con la telefonía móvil.

    ¿Qué podría pasar con los acuerdos comerciales de EE.UU. con países de la región como Colombia o Perú?

    No creo que sea una prioridad en EE.UU. Por ahora, pienso que el tema se focaliza más con el acuerdo comercial con México. No he escuchado a Trump o a sus colaboradores hablar sobre la región y no cabe pensar que la región será un foco de atención. Ahora, si lo que va a suceder con México pueda tener una extrapolación con otros países no lo sé aún.

    ¿Se debería espera un tiempo determinado?

    Tal como están las cosas, las tratativas con México tendrían que darse de manera rápida, sobre todo para tener claridad de lo que va a suceder con su acuerdo comercial. Hoy por hoy, en las inversiones extranjeras en México, el 61% va al sector manufacturero, 12% va a servicios, 4% a construcción… pero el manufacturero es el sector que capta mayor inversión extranjera en México. Esto ha permitido diversificar su oferta exportable, con mayor valor agregado. Los mexicanos van a priorizar la definición de las reglas de juego con EE.UU.

    ¿Ecuador cómo queda en este punto?

    Nuestras exportaciones a EE.UU. aún se benefician del SGP, que se vencen a finales de este año. Nos toca trabajar con otros países, cerca de 140, para que se renueven este sistema de preferencias. Además hay gestiones para lograr que cuatro productos específicos (atún, brócoli, alcachofas y rosas) se incluyan en el SGP, pero esas gestiones no han avanzado por los problemas que Ecuador ha tenido ante la Organización Mundial de Comercio por la aplicación de medidas de restricciones comerciales que han afectado a las relaciones con algunos países, entre esos EE.UU. En la medida en que Ecuador mantenga esa posición comercial va a ser difícil que se permita el acceso a los productos mencionados. El problema es que, en su momento, no se firmó un acuerdo con EE.UU. cuando se pudo hacerlo.

    ¿Ve posible un acuerdo en el mediano plazo?

    No, porque Trump está con un discurso proteccionista y es un tema que no reviste prioridad para los americanos. Es cuestión de ver cifras, ellos son importantes para nosotros, pero nosotros no para ellos. Somos muy marginales. Entonces no habrá un tratamiento prioritario. Habrá que ver quién gana las elecciones en Ecuador.

    El presidente de la Cámara Binacional de Comercio Ecuador-México habla sobre posibles efectos en México y América Latina ante la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Foto: Paúl Rivas / ÚN
    El presidente de la Cámara Binacional de Comercio Ecuador-México habla sobre posibles efectos en México y América Latina ante la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Foto: Paúl Rivas / ÚN