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  • Prótesis robótica local de bajo costo

    Redacción Sierra Centro (I)redaccion@revistalideres.ec

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    La prótesis que diseñaron los docentes de la carrera de Mecánica de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch) capta los estímulos eléctricos del cerebro y de los músculos para moverse. Es ergonómica, ligera, fácil de manipular y permite a las personas que perdieron sus extremidades superiores hacer gran parte de sus tareas cotidianas.

    La prótesis se fija en la parte externa del muñón del brazo. En la cabeza se colocan sensores que captan las señales electromiográficas que emite el cerebro y así el usuario puede mover los dedos de la mano artificial, para trasladar objetos y cumplir tareas como alimentarse y cepillarse el cabello.

    A diferencia de otras prótesis con funciones similares que ya están en el mercado, el diseño de los académicos riobambeños es menos costoso, por lo que es accesible para las familias de clase media y baja del país.

    Una prótesis con control de dedos puede costar entre USD 20 000 y 60 000 en el mercado, mientras que el valor estimado de la prótesis de la Espoch es de USD 3 000. El bajo costo se debe la naturaleza de ayuda social del proyecto de estos académicos.

    El prototipo es el resultado de una investigación que se inició en el 2015. En un inicio el equipo de docentes se reunió para diseñar un guante de seguridad para trabajos de alto riesgo.

    La idea era proporcionar a los técnicos una especie de mano robótica que se guiara con los movimientos de un guante para manipular de forma segura químicos u otros productos que representan un riesgo para el trabajador. Ese proyecto se presentó en un grupo nacional de investigación de biotecnología.

    Ese grupo está integrado por investigadores de varias academias del país. Allí les recomendaron probar su invención con personas que perdieron alguna de sus extremidades y aprovechar el reflejo de ‘miembro fantasma’, para orientar su estudio al diseño de una prótesis para personas con discapacidad.

    Los estudios previos les tomaron cerca de siete meses. Al equipo se incorporaron especialistas en automatización, electrónica, mecánica, diseño, seguridad y administración de empresas. Ellos estudiaron cada detalle del movimiento de la mano y las necesidades de una persona que perdió una extremidad.

    La investigación previa fue minuciosa. Los docentes, incluso, tuvieron que familiarizarse con términos médicos y aprender más de la anatomía humana.

    El brazo robótico para seguridad industrial que diseñaron en un inicio evolucionó hasta convertirse en una prótesis autónoma. Para el 2017 ya habían hecho cerca de 12 prototipos.
    Ese mismo año se empezó una nueva fase de la investigación cuando los docentes recibieron la llamada de Patricia, una joven de 22 años que perdió su brazo derecho en un accidente. Es la primera usuaria del diseño de la Espoch.

    Para colocarle la prótesis, los especialistas tuvieron que hacer nuevos cálculos y una evaluación ergonómica completa. “Hicimos modelos en 3D y varias pruebas de un sistema de control que tiene que calibrarse constantemente a medida que los músculos del brazo se adaptan”, cuenta Juan Carlos Cayán, uno de los investigadores.

    El diseño de la prótesis les acercó a la realidad que viven las personas con discapacidad, por lo que el grupo de investigación también trabaja en el diseño de otros artefactos como caminadoras especiales para pacientes con paraplejia, vehículos para personas con inmovilidad de sus extremidades inferiores, entre otros.

    Los docentes lograron publicar cuatro artículos científicos y asesorar más de una decena de tesis estudiantiles que se hicieron sobre prótesis robóticas. 

    Eduardo García, Carlos Santillán, Jhonny Orozco y Juan Carlos Cayán son parte del equipo de investigación. Cristina Márquez / LÍDERES
    Eduardo García, Carlos Santillán, Jhonny Orozco y Juan Carlos Cayán son parte del equipo de investigación. Cristina Márquez / LÍDERES
  • Él emprende utilizando la robótica

    Cristina Marquez

    (I)

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    Willow, un robot terapéutico diseñado para el tratamiento psicológico de los niños con síndrome de Asperger o autismo, es el proyecto más sobresaliente en la lista de inventos de Cristian Arellano y otros tres estudiantes de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo. Él fue designado por la Fundación Hult Prize como el nuevo Campus Director de esa academia.

    Esa designación llegó tras obtener con su equipo varios premios, y luego de representar al Ecuador en torneos internacionales, cursos y ponencias en Dubái, Italia, Estados Unidos y El Salvador.

    Cristian tiene 22 años, una personalidad inquieta y una mente que no para de crear. Él cursa el noveno semestre de la carrera de Ingeniería Electrónica y es parte del grupo Fábrica de Ideas de la Espoch, que busca solucionar los problemas sociales del mundo con propuestas innovadoras.

    Él empezó a diseñar prototipos en el 2015. La inspiración llegó tras visitar la Fundación Fe y Alegría en su natal Santo Domingo, donde se educan niños y jóvenes con discapacidades.

    “Vimos que con nuestro talento podíamos ayudar a estos niños. Empezamos a investigar sobre algunos trastornos y así fue como surgió Willow, no nos imaginábamos el éxito que íbamos a tener”.

    Apenas cursaba el tercer semestre de su carrera, cuando se alió a Jeferson y a Daniel Vallejo, estudiantes de la Facultad de Ingeniería Electrónica, y a Jesenia Moreano, de la Facultad de Administración de Empresas, quienes forman parte del Willow Team.

    Además, junto a su coterráneos Jeferson y Daniel, formó la empresa Danosos Company, que ofrece cursos de robótica para niños y jóvenes y asesoría en cualquier tipo de proyecto electrónico. La empresa funciona con más fuerza durante la temporada vacacional y está ubicada en Santo Domingo.

    El primer éxito con sus creaciones lo obtuvieron en la feria de Ciencia, Innovación y Tecnología organizada por el Municipio de Riobamba en el 2016. Willow obtuvo el primer lugar y los chicos ganaron un capital semilla de USD 7 000, que impulsó el crecimiento de la empresa.

    El dinero se invirtió en la compra de dos impresoras 3D, servomotores y otras piezas para continuar desarrollando ideas. La adquisición de los nuevos materiales permitió mejorar el diseño y la funcionalidad de Willow y así entrar en el concurso local de Hult Prize Ecuador.

    A finales del 2016 el equipo ganó el primer premio otorgado por esa Fundación, y viajó a Dubái para representar al Ecuador en el torneo mundial. Allí Willow se presentó como una herramienta útil para las terapias psicológicas que requieren los más de 10 millones de refugiados en el mundo.

    El robot funciona como una especie de juguete que es manejado por terapeutas especialistas a través de una conexión a Internet, desde cualquier parte del mundo.

    Además, se comprobó que el artefacto reduce el tiempo de terapias de cinco a dos años.
    Aunque en Dubái no obtuvieron el premio, el concurso fue una vitrina para difundir su creación.

    Tras esa presentación, Cristian fue invitado por la Universidad de Oriente, en El Salvador, como ponente en un congreso tecnológico. Luego, obtuvo una beca otorgada por la Embajada de Estados Unidos en Ecuador, para tomar un curso sobre emprendimiento social, que duró dos meses y que se dictó en la Universidad de Miami.

    Allí también participó en un concurso, y obtuvo un capital semilla para promover un emprendimiento turístico en una comunidad indígena de Tena.

    Juan Carlos Pomaquero, uno de los tutores de Fábrica de Ideas, lo describe como un joven curioso y activo que ha evolucionado a pasos agigantados por su dedicación y creatividad.

    “Él puede llegar hasta donde se proponga. Es muy emprendedor y estoy seguro que al terminar su carrera tendrá muchos más éxitos con su empresa”, dice Pomaquero.

    El Willow Team, integrado por estudiantes y tutores recibió reconocimientos en el Municipio de Riobamba y en la Espoch por las representaciones internacionales en Dubái e Italia. Foto: Glenda Giacometti / Lideres
    El Willow Team, integrado por estudiantes y tutores recibió reconocimientos en el Municipio de Riobamba y en la Espoch por las representaciones internacionales en Dubái e Italia. Foto: Glenda Giacometti / Lideres
  • Él trabaja con la robótica como eje de desarrollo

    Carolina Enriquez

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    El país que no desarrolla su propia tecnología está destinado a la dependencia y al subdesarrollo”. La filosofía de trabajo del abuelo Al también se convirtió en la del vicepresidente de Grupo Firmesa, el quiteño Ronny Horvath.

    Él es parte de la segunda generación de la familia nacida en Ecuador. Tres de sus cuatro abuelos fueron europeos y emigraron a América en la década de 1930.

    Al Horvath es pieza clave en la vida de la familia, pues fue él quien creó lo que ahora es el Grupo Firmesa. Este cuenta con una serie de empresas, entre las que se encuentra 360Life Technologies, fundada por Ronny, y cuyo objetivo es impulsar la inteligencia robótica para el crecimiento de Ecuador.

    El quiteño desarrolló su espíritu innovador gracias a las enseñanzas de su familia. Recuerda que desde los ocho años colaboró en diferentes áreas de Firmesa, con el objetivo de conocer qué es lo que se realiza en cada una y valorar el empleo de los colaboradores.

    “Iba a trabajar los veranos. Aprendí a jugar con resistencias, a quemarme con el cautín… Uno de los trabajos que hice fue pintar componentes para guardar la confidencialidad de fábrica. También he estado en bodega, en ventas, entre otros”, recuerda Ronny.

    Una vez que se graduó del colegio Einstein viajó a la Universidad de Massachusetts, en EE.UU. Allí estudió administración de empresas con enfoque en marketing y administración deportiva.

    Durante esos años no se quedó quieto. Se convirtió en tutor en matemáticas y español de destacados deportistas de la universidad; algunos de los jóvenes que capacitó llegaron a la NBA. También tuvo la posibilidad de conocer gente de diferentes nacionalidades, lo que le permitió ampliar su visión sobre el mundo.

    El empresario rememora su historia académica en una moderna sala de las instalaciones de Grupo Firmesa. Es un área llena de ‘puffs’ y asientos de colores, pensada en despertar la creatividad del personal del ‘hub’ de emprendimiento e innovación del conglomerado.

    Allí señala su escritorio, que está junto al de otras personas, y dice que no cuenta con una oficina cerrada pues prefiere trabajar codo a codo con su equipo.

    Ronny es un emprendedor nato. Así lo describe Mauricio Montalvo, quien lo conoce desde hace 15 años. “Es creativo, innovador, constantemente desarrolla nuevas ideas y analiza cosas que van saliendo al mercado. Es dado a la gente y un amigo incondicional”.

    Todas estas características las puso en práctica desde que asumió como socio de Firmesa en 2004, es decir, tres años después de graduarse en EE.UU. Quería dar todo de sí en la firma, por lo que no pensó dos veces viajar nuevamente a ese país para estudiar un MBA con enfoque en empresas familiares, en Babson College.

    Un año más tarde volvió a Ecuador y, junto al equipo gerencial, arrancó un proceso de diversificación para el Grupo. Iniciaron el negocio de diseño y construcción de ambientes para data center.

    A la par que se desenvolvía en esta área, lo hacía también en una de sus pasiones: el fútbol.
    Esos recuerdos traen de nuevo a la mente de Ronny al abuelo Al, quien fue uno de los fundadores del Deportivo Quito; de él heredó el gusto por la dirigencia futbolística.

    En el 2002 fue la primera vez que ocupó un cargo de este tipo. Llegó, incluso, a ser vicepresidente del equipo de la ciudad y entre los recuerdos más gratos en la dirigencia está el hecho de haber ganado el campeonato nacional en el 2011 y la participación en Copa Libertadores y Sudamericana.

    Durante su trabajo como presidente de la comisión de marketing y relaciones públicas de la institución desarrolló la marca AKD. Aún hoy sigue al equipo en sus partidos en la segunda categoría.

    El desarrollo de estas actividades no impidió que siga innovando dentro de Grupo Firmesa. Su participación en Singularity University le permitió impulsar dos nuevos emprendimientos.

    El primero es Exponential, que busca la aplicación del Internet de las cosas en elementos no inteligentes para volverlos inteligentes, en el sector corporativo. Por ejemplo, reconocimiento facial en bancos, que arroja todos los datos de identificación de la persona.

    El otro es 360 Life Technologies. Esta última busca reducir en Ecuador la tasa de infecciones asociadas a la atención de salud . ¿Como? Con dos robots que desinfectan, a través de un proceso técnico, camas y cuartos de hospitales, quirófanos, sillas de ruedas, caminadoras, etc (ver recuadro).

    Quienes trabajan en estos proyectos destacan la actitud de Ronny. “Él nos empuja a seguir adelante. Tiene la habilidad para, en equipo, hallar mejores resultados”, dice Eugenia Andrade, gerente de marketing de Firmesa.

    Ronny Horvath en Grupo Firmesa con el robot para desinfección de 360Life Technologies. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Ronny Horvath en Grupo Firmesa con el robot para desinfección de 360Life Technologies. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Robótica para la diversión y la salud

    Marcel Bonilla

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    Germán y Paúl Mera son dos hermanos gemelos esmeraldeños que han destacado en robótica, con sus participaciones en concursos nacionales en los que han recibido premios por los triunfos alcanzados.

    Ambos trabajan en los proyectos para sustentar sus tesis como ingenieros en Mecatrónica, estudios que terminaron hace dos meses en la Escuela Superior del Ejército (Espe) en Latacunga.

    La idea de crear cosas empezó desde que eran niños . En la escuela tenían iniciativas para reparar equipos electrónicos, pero no fue hasta que comenzaron a estudiar en la universidad cuando pusieron en práctica sus ideas junto a un grupo de compañeros de aulas.

    Los estudiantes, durante los cinco años de carrera, representaron a su centro de estudios en ferias de innovación tecnológica, robótica y drones. Allí demostraron el potencial de usar estas iniciativas en la vida en general.

    Cuando cursaban el tercer año de Mecatrónica, estos innovadores crearon un software para detectar trampas de valor (una empresa que aparenta cotizar por debajo de su valor pero que, por alguna razón, no está infravalorada, sino sobrevalorada) como parte de un proyecto para Petroecuador. Su propuesta ganó a otras que se presentaron.

    “Esta fue una muestra de que podíamos hacer cosas mayores con más dedicación, pues en ese proyecto trabajamos hasta en las noches”, señala Paúl Mera.

    También han puesto todos sus esfuerzos en la construcción de robots de batalla, con pesos que van desde 1 hasta 120 libras. Estos poseen armas de hasta 9 000 revoluciones por minuto, que permite destruir a su oponente.

    Desde que empezaron a competir con sus robots, durante la época universitaria, han acumulado 170 medallas, 10 trofeos y 30 placas de reconocimiento por el trabajo.

    Germán Mera, quien tiene 25 años, asegura que el trabajo lo han realizado con otros estudiantes de la Espe, que se sumaron a la iniciativa para crear aparatos robóticos que también aporten a la salud y personas con discapacidad.

    Entre los miembros del equipo están Álvaro Velasco, María Erazo, Diego Camacho y Paúl Mera. Crearon el robot de batalla de 120 libras, con el que obtuvieron el primer lugar en más de una competición a escala nacional.

    Ahora los dos estudiantes Mera trabajan como parte del proyecto de tesis, en una prótesis transfemural con fluidos magnetobiológicos. Con este mecanismo se trata de crear una especie de amortiguación para la pierna de personas que han perdido parte de sus extremidades inferiores.

    La otra propuesta es la construcción del control de una mano biónica por medio de redes encefalográficas. Funciona con un casco con el que se mide las ondas cerebrales y permite manipular las manos con el pensamiento.

    Este invento servirá para las personas que tienen parálisis y permanecen en sillas de ruedas.
    El padre de los gemelos Mera señala que sus hijos desde niños mostraron su inclinación por armar y desamar equipos electrónicos. En la casa se encargaban de la reparación de las compacteras, DVD, entre otros. “Me siento orgulloso de las propuestas innovadoras que tienen mis hijos”.

    Recuerda que cuando mostraron su inclinación por temas electrónicos, decidieron estudiar ingeniería mecánica. Sin embargo, cuando se enteraron de que había la carrera de Mecatrónica en Esmeraldas lo aprovecharon.

    Ambos estudiantes señalan que con lo aprendido podrán desarrollar diferentes iniciativas entre las que está la automatización de procesos industriales. La idea es hacer mejor los productos, trabajando las 24 horas del día.

    El exdecano de la Facultad de Ingenierías y Tecnologías de la Universidad de Esmeraldas, Luis Vargas Torres, Guillermo Mosquera, cree que este es un gran paso. “Estudiantes esmeraldeños han logrado sobresalir en otras universidades del país”, indicó.

    Los gemelos buscan impulsar el conocimiento de la Mecatrónica, como una de las carreras universitarias que darán impulso a la innovación. La idea es que los jóvenes puedan estudiar en otras universidades esmeraldeñas como la Católica y Luis Vargas Torres.

    Aunque, en ambos centros de estudios superiores, las unidades de emprendimiento cuentan con propuestas como el diseño de programas sistematizados, así como el diseño de robots.

    Una imagen de los jóvenes innovadores, entre ellos Paúl Mera (quinto desde la izq.) y Germán Mera (octavo desde la izq.), junto a sus robots. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Una imagen de los jóvenes innovadores, entre ellos Paúl Mera (quinto desde la izq.) y Germán Mera (octavo desde la izq.), junto a sus robots. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • La robótica convoca a decenas de estudiantes

    Redacción Quito

    redaccion@revistalideres.ec

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    Robota, el club de robótica de la Escuela Politécnica del Litoral, se posiciona y gana participantes. Esta iniciativa académica surgió hace una década y cada año suma nuevos participantes dentro de esa casa de estudios.

    El club se creó con un objetivo claro: que los estudiantes de la Politécnica del Litoral (Espol) incursionasen en el mundo de la robótica, una disciplina que cada a vez es más usada en la industria. Así lo explica Efrén Herrera, catedrático del centro de estudios y mentor de los estudiantes que se integran al club Robota.

    Herrera cuenta que los participantes no necesariamente estudian electrónica o mecánica. “Participan estudiantes de distintas disciplinas. Todos los alumnos de la Espol pueden participar”.

    Uno de los participantes de este club es Kevin Cornejo, estudiante de Ingeniería Química. Él cuenta que decidió integrarse a Robota, porque le llamó la atención la posibilidad de construir prototipos con sus propias manos.

    “Yo, concretamente, trabajo en robots de batalla, que son robots construidos para enfrentar a otros prototipos. Pero también trabajamos en otros proyectos”. Entre otros, Cornejo menciona robots seguidores de línea, robots laberintos y también proyectos de impacto tecnológico, “que son iniciativas que buscan solucionar problemas de índole social o industrial, usando la robótica”.

    El club recibe cada año a cerca de 25 estudiantes. Todos participan activamente, según Herrera.

    El catedrático destaca las ganas de aprender que tienen los alumnos de la Espol. “Casi siempre se involucran hasta el final de sus carreras. Por lo general, permanecen en Robota entre dos o tres años, aunque hay otros que pasan en el club hasta cuatro años”.

    En esta década de trabajo, ya existen resultados tangibles. Entre otros, Herrera menciona el desarrollo de manos robóticas y equipos que pueden servir para transportar a personas con discapacidades. “Se buscan soluciones a muchos problemas y lo mejor es que todas son ideas de los estudiantes”, destaca el profesor.

    La clave es que estos proyectos se apliquen en las carreras de los estudiantes. En el caso de Cornejo, él considera que los conocimientos de robótica en la automatización de procesos químicos y en el análisis de muestras.

    En Robota se organizan además concursos y encuentros entre universidades del país que también promueven esta disciplina. Allí se prueba el ingenio de los estudiantes, con concursos como batallas de robots, juegos de laberintos, robot bailarín, entre otros.

    Al hablar del potencial de esta materia, Herrera asegura que en el campo industrial la robótica es la norma y muchas universidades caminan hacia eso. Por eso la Espol trabaja para apuntalar esta materia. “En el país, el interés de las universidades en este campo empezó hace cuatro o cinco años. Ahora, cada vez se habla más del tema y eso es bueno para la universidad y para los sectores productivos”.

    Entre los planes de corto plazo de la Espol -para dar mayor impulso a la investigación y al aprendizaje de robótica- está organizar un encuentro universitarios con estudiantes del país y otros países.

    Efrén Herrera (centro) con parte de los estudiantes que integran el club Robota, en la Espol, en Guayaquil. Foto: Joffre Flores / LÍDERES
    Efrén Herrera (centro) con parte de los estudiantes que integran el club Robota, en la Espol, en Guayaquil. Foto: Joffre Flores / LÍDERES
  • Ellos diseminan la semilla de la robótica en el país

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Lo que nació como una empresa de desarrollo de software y consultoría, evolucionó a una suerte de escuela física y virtual de robótica y programación. En cinco años de trabajo Clear Minds-It se posicionó como un emprendimiento que promueve el desarrollo tecnológico en niños, jóvenes y en profesionales.

    La empresa se constituyó en noviembre del 2010 y su origen estuvo en las aulas de la Escuela Politécnica Nacional. Santiago Mosquera, gerente de este negocio, se desempeñaba como profesor de programación en ese centro de educación superior, en Quito. En las clases, conversando con sus alumnos, surgió la idea de enseñar nociones básicas de programación a los más pequeños.

    Mosquera, de 36 años, explica que el objetivo inicial fue llegar a un segmento vulnerable de la población: niños de escasos recursos económicos. La capacitación a profesionales fue derivando en nuevas actividades y proyectos.

    El emprendimiento ofrecía cursos pagados y sus responsables quisieron ir a sectores pobres, para comprobar que niños sin mayores recursos se podían interesar sobre tecnología. Por eso, hace dos años esta iniciativa tomó un nuevo rumbo: “En la Navidad del 2013 hicimos un programa con niños de la ciudadela Roldós (norte de Quito), al que asistieron más de 100 niños. Tras una semana de clases vimos que la autoestima de los chicos mejoró. Además, empezaron a pensar en tecnología”.

    La idea era sencilla: En lugar de obsequiar juguetes y caramelos Mosquera decidió regalar conocimiento para pensar en el futuro. “Analizando tiempo después, vimos que no hicimos mucho, porque no hubo un proceso”.

    Una de las dificultades o limitantes era el precio del robot (USD 600) y Clear Minds-It disponía de seis. Para enfrentar este obstáculo dejaron los robots y apelaron a al programa gratuito ‘Scratch’, que permite programar.

    Con este software en línea, Clear Minds-IT capacitó a 2 600 niños de manera virtual en 21 provincias. Esta capacitación en línea se desarrolló en marzo del año anterior y tuvo el apoyo de Yachay y del Ministerio de Educación. Fue el Scratch Day Ecuador.

    En la capacitación a los pequeños también usaron el sistema Lego Mindstorm, una línea de juguetes de robótica para niños fabricado por la empresa Lego, que cuenta con elementos básicos de las teorías robóticas.

    En el proceso de enseñanza surgió el Teebot, un kit de enseñanza de programación y robótica, que está en etapa de prototipo y que tiene un costo de USD 180.

    Los esfuerzos no se detuvieron y así surgió este año un nuevo producto: el Y-Bot. “Se trata de un robot armable de cartón y que permite a los niños familiarizarse con circuitos electrónicos. Con esto no vendemos un juguete sino un proceso de aprendizaje. Es una manera de enseñar a crear”.

    Todo lo logrado es fruto del trabajo y de la asociatividad. En estos proyectos, Clear Minds-IT trabajó con EGM Robotics y con Fabricio Beltrán y David Lombeida.

    El Y-Bot, cuyo valor es de USD 19, estuvo incubándose hasta hace dos semanas en Kruger Labs. Su coordinador comercial, Cristian Torres, comenta que el proyecto es muy bueno. “El modelo de negocio va más allá de vender el robot. Es oro en polvo”.

    Mosquera ahora piensa en el 2016. La meta es seguir trabajando para los niños y capacitando a profesionales de empresas privadas y entidades públicas.

    Insignia

    ‘Este trabajo me permite soñar’

    Adriana Mora. Gerenta de Marketing

    Trabajo en Clear Minds-It desde su creación; es decir, hace unos cinco años. Empecé como asistente administrativa y contable; luego, me nombraron Gerenta General y ahora me desempeño como Gerenta de Marketing.

    Esto es parte de mi vida. Este trabajo me ha permitido soñar, aprender cosas nuevas de mi profesión, equivocarme y aprender de los errores y crecer con ese aprendizaje.

    Siempre destaco que uno aquí se siente libre de opinar y sugerir; esa libertad nos permite a los colaboradores crecer, poner un granito de arena y sacar adelante a la empresa. Las ideas que uno tiene se plasman en los eventos de la empresa y en las estrategias que se aplican.

    Ahora, lo más importante para nosotros es generar productos y propuestas innovadoras.

    Nuestro objetivo es sumar aulas virtuales y llegar a más ecuatorianos, niños, jóvenes y adultos. La meta es seguir empapándonos de tecnología, de una manera atractiva y lúdica.

    Clear Minds-It
    Jonathan Muñoz, Santiago Mosquera, Paulina Mora y Renata Maldonado, en las aulas de capacitación de Clear Minds-It. Este sitio de capacitación está ubicado en el norte de Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Los robots protagonizaron una competencia de destrezas

    Redacción Quito

    La competencia de robótica Umebot celebró su séptima edición el pasado 6 de septiembre en las canchas de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), en Quito. Los organizadores del evento tecnológico fueron la Unidad de Mantenimiento Electrónico de la Politécnica Nacional (UME) y el club de robótica del establecimiento.

    Nelson Parra, presidente del club de robótica, explica que el concurso consiste en una competencia de prototipos robóticos que se enfrentan en categorías.

    En esta edición hubo tres categorías en las que participaron 60 estudiantes de la EPN, la Universidad Salesiana de Quito y Guayaquil, la Escuela Politécnica del Ejercito, colegios…

    Las categorías fueron: estilo libre, minisumo y megasumo. La primera consiste en un seguidor de línea, es decir, un robot que sea capaz de seguir comandos de manera automática siguiendo una línea trazada en el piso esquivando obstáculos.

    El ganador de esta categoría fue Paúl Mosquera, con 17 años, estudiante del Colegio Spellman de Quito. “Cualquier persona puede concursar si tiene el afán de hacerlo”, cuenta Parra.

    Las categorías megasumo y minisumo consisten en peleas de robots. Estos se colocan en una especie de tatami (círculo de lucha) en el que los dispositivos se empujan mutuamente hasta sacar a uno del círculo. Las unidades en esta categoría son autónomos, es decir, se conducen solos sin necesidad de control.

    Las categorías megasumo y minisumo se diferencian en el peso. Los robots de megasumo pesan 3 kilogramos y miden 20 x 20 cm. Los minisumo pesan 500 gramos y miden 10 x 10 cm.

    Dentro de estas categorías se destacaron Víctor Ramírez, primer lugar en la categoría megasumo, y Nelson Parra, segundo lugar en la misma categoría.

    El premio por el primer lugar fue de USD 200 y para el segundo lugar USD 50; el costo de fabricar uno de los robots puede llegar hasta USD 2 000.

    Diego Aro, ganador del segundo lugar en la categoría minisumo, indica que el costo de su unidad fue de USD 150 y la patrocinó el mismo. El proceso de elaboración de la unidad fue tres meses. Él considera que lo importante no es el premio sino la posibilidad de utilizar sus conocimientos para construir robots. “La tecnología en nuestro país no está tan desarrollada así que nosotros debemos ser quien la mejore y la innove”.

    Las redes sociales fueron las plataformas que utilizadas para difundir la competencia. En Facebook tuvieron 400 usuarios.

    Datos adicionales

    Las ediciones anteriores. El concurso de robótica viene desarrollándose hace 8 años. El año pasado no pudo realizarse por falta de apoyo.

    La elaboración. El proceso de elaboración de un robot puede durar un mes y  se divide entre la fabricación y la programación.

  • La robótica es un ámbito que se destaca en la investigación

    La innovación tecnológica y los proyectos de investigación en la UTA se incrementaron en los últimos dos años. Ante el proceso de acreditación, las facultades han tomado acciones encaminadas al desarrollo de proyectos.

    La Facultad de Ingeniería en Sistemas, Electrónica e Industrial, por ejemplo, es una de las más emblemáticas. En 1991, se estructuró como Facultad y luego incorporó carreras como la de Ingeniería Electrónica y Comunicaciones.

    Para la gestión de proyectos de investigación, la facultad cuenta hace tres años con profesores del programa Prometeo. Actualmente son cinco los catedráticos extranjeros con título de PhD, que trabajan dentro de núcleos de investigación. Estos se complementan con docentes locales y estudiantes, quienes planifican y desarrollan un proyecto cada semestre.

    Así se diseñó una silla construida con componentes robóticos, que se controla mediante las ondas cerebrales o con un sistema de control de movimiento.

    El alumno José Varela presentó, como tesis de grado, la creación de la caja de circuitos que controla el movimiento y posición de la silla. Es un sistema que utiliza un algoritmo de control que permite ajustar los valores como peso, posición y altura de quien va a utilizar la silla.

    Varela explica que el proyecto está enmarcado dentro de la Robótica de Asistencia, que brinda soluciones tecnológicas a las personas con discapacidad. «El objetivo es facilitar el libre desplazamiento y las herramientas para que sea independiente en el movimiento».

    Para su manejo y control, hay dos alternativas. Una de ellas es un casco neuronal, con 16 electrodos que van en la cabeza. Estos electrodos envían señales mediante Wi-Fi al programa instalado en la computadora, que procesa estas señales y permite el movimiento de la silla.

    Para eso, quien lo utilice requiere un nivel básico de concentración para controlar la movilidad. Varela señala que es necesario un ligero entrenamiento para dominar los comandos de dirección.

    La otra alternativa es mediante el sensor de movimiento para videojuegos llamado Kinect. Este sensor posee cámaras y detectores de proximidad. «El accesorio realiza un escaneo a la persona para determinar su altura y contextura corporal. Cada persona es única».

    La posibilidad de seguir a una persona mientras camina haciendo compras o ayudar a las enfermeras en el traslado de los pacientes a sus habitaciones son las aplicaciones que tendrá este robot.

    Varela señala que se quedará en la facultad para que los estudiantes puedan perfeccionarlo. Actualmente existen 19 laboratorios dotados de implementos como osciloscopios e implementos para el ensamble de robots. También existe un Club de Robótica, que genera proyectos cada semestre como parte de su formación académica.16 300 alumnos tiene la Universidad Técnica de Ambato en sus campus.

  • Cualquier necesidad ellos la resuelven con tecnología

    Redacción Loja (I)

    Tres jóvenes lojanos, Bruno Valarezo, Vicente Quezada y Jefferson Camacho desarrollaron la firma tecnológica Kradac. La idea de esta sociedad surgió en el 2010, cuando su interés por la robótica era un espacio para poner en práctica sus conocimientos. Era como un ‘hobby’, porque formaron un club cuando estudiaban en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).

    Kradac está conformada por un equipo especializado en ingeniería que diseña, desarrolla e implementa soluciones tecnológicas. El capital semilla con el que surgió la iniciativa fue de USD 3 000, tanto de los inversionistas y el aporte del anterior Valle de Tecnología, actualmente Centro de Emprendimiento (Prendho) de la UTPL, impulsadora de empresas y emprendimientos, generadora de conocimiento, innovación y desarrollo.

    «La empresa desarrolla nuevos sistemas, con miras a seguir creciendo con los servicios que saldrán al mercado», dice Quezada, quien es parte de la administración de Kradac. Uno de sus productos de rastreo satelital está al servicio de 12 compañías de taxi en Loja y cinco en Quito. Cada socio canceló USD 300 por el equipo y paga USD 10 mensuales por el servicio de mantenimiento.

    Este sistema lo aplican para los buses urbanos de Loja; asimismo, les permite controlar el tiempo en el recorrido de rutas. Además, vendieron los equipos de taxímetros en las unidades ejecutivas en Loja, por USD 280.

    Para Leoncio Chiriboga, taxista ejecutivo de Loja, el servicio técnico de Kradac es excelente. «Con el servicio de mantenimiento en Loja, ellos están pendientes de los equipos». Dice que los colegas del taxi convencional tienen que viajar a Quito y a Ambato para buscar el mantenimiento para sus taxímetros.

    Kradac también desarrolla productos de robótica, sistemas de seguridad (alarma y videovigilancia), sistema de control de personal y tableros electrónicos. «Son muy pocas las empresas que han desarrollado este tipo de sistemas y que han podido competir con multinacionales», explica Bruno Valarezo, gerente de Kradac. Los equipos y sistemas se importan desde EE.UU. y al mes invierte USD 5 000. Otros productos llegan de China.

    Jefferson Camacho, ingeniero técnico de Kradac, recuerda que entre los retos que tuvieron que experimentar fue ofrecer sus productos ‘puerta a puerta’. «No nos querían creer, porque nos veían muy jóvenes. A veces ya dejábamos las cosas hasta ahí, sin embargo insistimos mostrando nuestro servicio».

    Proyectos en marcha

    En Loja. Kradac trabaja en una tarjeta electrónica para el Sistema Municipal de Estacionamiento Rotativo (Simert). Además, está en las pruebas finales para implementar la caja común para el Consorcio de Buses Urbanos de Loja.