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  • Japón y el dilema de un sello rojo

    Agencia AFP

    Los empleados de oficina en Japón continúan desplazándose a sus lugares de trabajo a pesar del estado de emergencia declarado en parte del país para luchar contra la pandemia de covid-19. Esto ocurre por un pequeño sello tradicional que marca muchos documentos con una suerte de logo rojo.

    Si bien el teletrabajo se ha extendido ampliamente por la pandemia, el uso del ‘hanko’ (que sirve para firmar contratos, aprobar propuestas y verificar quién ha visto este o aquel documento) todavía empuja cada día los días a muchos empleados en el metro y en los trenes suburbanos.

    Único para cada persona y empresa, generalmente es cilíndrico con una superficie entintada no más grande que una uña. Por razones de seguridad, el hanko de una empresa no debe llevarse fuera de la propia oficina.

    “Tengo que estar físicamente presente en la oficina porque tengo que revisar documentos en papel y sellarlos”, dice Mizuho, quien trabaja en una empresa de tecnología de la información. Aunque trabaja en un sector que utiliza las nuevas tecnologías, el ‘hanko’ sigue siendo la norma en la empresa, agrega Mizuho, que no quiso revelar su apellido.

    “Utilizamos software de Microsoft como una herramienta de comunicación (…) pero no podré trabajar desde mi casa mientras exista la cultura del ‘hanko”.

    Ella incluso teme que su compañía no tome en serio la pandemia, ya que un empleado del edificio ha contraído el virus. “ Siento una presión tácita que me empuja a estar en la oficina”, señala la ­empleada.

    La mayoría de adultos nipones tiene su propio sello, marcado con sus nombres en caracteres japoneses y utilizado como firma para autentificar una multitud de documentos, desde abrir una cuenta bancaria hasta recibir ­cartas registradas.

    Grandes empresas, incluidos importantes bancos, han comenzado a eliminar esta práctica.
    Sin embargo, los pequeños sellos permanecen firmemente anclados en la tercera mayor economía del mundo, al igual que otros hábitos que parecen arcaicos en los otros poderes económicos, como el uso del fax y la preferencia por el documento en papel.

    Según una reciente encuesta realizada por la Asociación Japonesa de Directores Financieros (Jacfo), 40% de las empresas que han introducido el teletrabajo indican que los empleados continúan yendo a la oficina, principalmente para tratar documentos en papel y hacer uso del hanko.

    “Hay una cultura conservadora, una negativa de las compañías a cambiar su forma de trabajar”, dice Hiroshi Yaguchi, de Jacfo.

    Aunque el número de compañías que cambian a documentos digitales está en aumento, deberían ir más allá al introducir conferencias en línea para facilitar el teletrabajo, comentó.
    El Gobierno japonés introdujo esta semana un estado de emergencia en siete regiones. El primer ministro pidió una reducción del 70% al 80% en los contactos personales para frenar la progresión del coronavirus, mientras que los expertos temen una explosión en el número de casos.

    Japón registra más de 9 000 casos confirmados de contagio, con más de 90 muertes. La ley japonesa ofrece muy pocos medios de coerción en esta área, y este estado de emergencia no implica un confinamiento impuesto como en otras regiones del mundo. Sello electrónico

    La cantidad de pasajeros en los trenes y trenes subterráneos de Tokio, que suelen estar abarrotados durante la hora pico se ha reducido drásticamente, pero Yumi, una empleada de una compañía de seguros, dice que el teletrabajo es imposible para ella y sus colegas.

    “En mi empresa todos vienen (…) nuestros clientes completan las solicitudes de seguro y, por lo tanto, es difícil para nosotros trabajar en casa”, dice, negándose a dar su apellido. Ella trata de tener cuidado en el tren eligiendo los vagones que parecen menos llenos.

    Por el contrario, la agencia de viajes de Yuki, de 30 años, utiliza principalmente documentos electrónicos y un hanko digital.

    “Con un clic puedo añadir el sello digital a los documentos. Es fácil”, dice esta japonesa.
    Sin embargo, no todos los datos son accesibles de forma remota y todavía tiene que ir al sitio varias veces a la semana.

    “Los japoneses son trabajadores y si no se les impide ir a trabajar, será difícil reducir el contacto en un 80%”, comenta Yuki.

    El primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunció el jueves pasado que extendía el estado de emergencia a todo el país, para poder luchar más eficazmente contra la propagación del nuevo coronavirus.

    “Las zonas donde el estado de emergencia debe aplicarse pasarán de siete regiones a todas las regiones”, dijo el Jefe de Gobierno en una reunión con expertos médicos dedicada a la pandem

    Decenas de japoneses en una estación del metro de Japón, rumbo a sus trabajos, en esta foto del 20 de febrero pasado
    Decenas de japoneses en una estación del metro de Japón, rumbo a sus trabajos, en esta foto del 20 de febrero pasado. Foto: Charly Triballeau / AFP
  • El ‘oro rojo’ cedió paso a los tableros

    Mónica Orozco / Redacción Quito

    Los pequeños y grandes fabricantes de muebles del país dejaron hace tiempo de moldear al ‘oro rojo’, nombre con el que se conoce a las maderas finas.

    Caoba, guayacán, cedro y otras maderas tropicales han sido reemplazadas por tableros industrializados, según empresas del sector consultadas. Uno de los factores de este cambio es que estas especies son cada vez más escasas en el país. “El cedro y la caoba son especies que tienen veda. Ya no existen en abundancia debido a la tala indiscriminada”, explica Juan Carlos Palacios, de la Corporación de Manejo Forestal Sustentable (Comafors).

    Pero el consumidor también ha cambiado. Lorena Cortez, del área de producción de Aktuell Mobel, fabricante de muebles, percibe que este proceso de transformación del mercado ocurre desde hace unos 10 años. Una década atrás, “la gente tenía miedo de usar tableros industrializados, pero se ha dado cuenta de que es una opción de calidad y resistencia e, incluso, mucho más sustentable”, opina la arquitecta de la firma, que empezó su negocio con este tipo de tableros.

    Entre un 60 y 70% del árbol se desperdiciaba en los procesos productivos, dice el ebanista Salomón Flores, que tiene su taller en el sur de Quito. En tanto que los tableros se aprovechan en un 90 y 100%. “Las maderas finas y todas las maderas duras (tablones), se usan cada vez menos, solo cuando la gente pide. La madera tiene que estar bien seca para poderla trabajar, en cambio los tableros vienen listos”.

    Hay sistemas de optimización de corte y aprovechamiento de piezas, que hacen mucho más eficiente el uso del tablero industrializado, explica María Paulina Ron, gerenta comercial de Edimca.

    La ejecutiva indica que lo que más demanda el mercado hoy son tableros de fibra de madera y aglomerado de partículas de madera con recubrimientos. Entre ellos enchapes, que son pequeñas láminas de madera que se colocan sobre los tableros; se encuentran de caoba, cedro…

    Oswaldo Recalde, gerente de Placacentro, indica que reemplazó las maderas sólidas de sus perchas de forma paulatina y desde hace tres años vende solo tableros. Las maderas sólidas, especialmente laurel o pino, se utilizan hoy más en las estructuras de los muebles, aunque también esto ha ido cambiando.

    “Cada vez más se utilizan otras estructuras, de metal, por ejemplo. Hay un cambio muy interesante en el mercado”, explica Roberto Maldonado, presidente ejecutivo de Colineal, que hoy utiliza maderas enchapadas, MDF, aglomerados y materiales similares para sus muebles.

    Ecuador también se ha especializado en la producción de enchapes y tableros, que incluso exporta a Colombia, Panamá y otros países. En el 2011, el país vendió USD 35,6 millones en estos materiales.

    La importación de estos rubros también creció. En el 2011, estas sumaron USD 35,5 millones, casi seis veces más que en el 2004, cuando fueron de USD 6,8 millones. Estos productos se compran de EE.UU. y Chile, principalmente.

    Palacios dice que en Ecuador también se han desarrollado plantaciones de madera fina, especialmente de teca. Según datos de Comafors, del total de plantaciones de árboles que hay en el país (unas 160 000), 30 000 son de teca. De estas, casi 6 000 ha están en aprovechamiento permanente. Además, hay unas 2 000 hectáreas de caoba y de cedro en el país, “pero cuyo aprovechamiento está para 25 ó 30 años, pues son especies de más largo plazo de cosecha”, acota Palacios.

    Una reducción en el número de aserraderos también muestra el cambio de mercado, dice Recalde. En el sector de Chillogallo, en el sur de Quito, hace cinco años existían unos 22 aserraderos de madera dura. Hoy existen apenas cinco.

    El país consume 3,9 millones m³ de madera por año de origen legal, de los cuales 3,1 millones proviene de bosques plantados, 400 000 de bosques nativos y el resto, entre árboles que quedan en potreros y tierras agrícolas, según Comafors. La tala ilegal no está cuantificada.