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  • Saberes ancestrales se unen en una casa

    Redacción Quito

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    Ellos son los maestros de los saberes ancestrales, Personas que se dedican a trabajar la arcilla, los tejidos, la madera, el café, el maíz…. Ellos se organizaron en un emprendimiento denominado Raiz.ec, que se levantó en la parroquia de Tumbaco.

    Se trata de un concepto de hospedaje, que brinda a los viajeros la posibilidad de vivir una verdadera aventura ancestral junto a unos 30 maestros de los saberes, que realizan turismo colaborativo.

    La idea nació hace un año de la mano de Jairo Calupiña y su madre Mariana Hidalgo, quien es la promotora del emprendimiento.

    Ella es una amante de la tierra y lo demuestra con un amplio terreno en el que tiene sembrado plantas típicas de la localidad como el aguacate, las rosas, las plantas medicinales y demás. Pero, sin duda, lo que destaca es la plantación de café caturra, un tipo de grano que tiene un exquisito olor y sabor.

    Precisamente, este huerto es parte de la experiencia que pueden vivir los viajeros. Así que si usted es un amante de las plantas puede observar la variedad de especies en este terreno y disfrutar, por ejemplo, del plátano rojo o de un grano de café. Posteriormente puede disfrutar de la vivencia de hacer café y degustarlo.

    Calupiña explica que la idea surgió de una necesidad, que es la falta de turismo en las parroquias rurales de Quito. Pese a estar cerca del aeropuerto Mariscal Sucre (Tababela), los turistas no se quedan. “Se generó mucha expectativa con la llegada de la terminal aérea pero solo un 3% se queda en la zona, por lo que falta una oferta turística que ofrecer”.

    Si el visitante prefiere las artesanías típicas de la localidad existe una serie de alternativas.
    Las figuras en arcilla, la madera, la pintura con café, las esculturas en raíces de los árboles, los sombreros de lana de animales, las artesanías con pepa de aguacate son algunos de los emprendimientos que se reúnen en esta casa, que no perdió su brillo pese al paso de vías de conexión al aeropuerto.

    Lo importante de los emprendimientos es que la mayoría son elaborados por adultos mayores. Se suma que dan una oportunidad para las personas que no han tenido una oportunidad laboral.

    Si el visitante prefiere el contacto con la naturaleza puede acceder al turismo cultural. En este espacio hay emprendedores que elaboran horchata con plantas sembradas de forma orgánica, es decir, sin químicos.

    Esta casa tiene un espacio de ‘coworking’, en la que los maestros de los saberes muestran sus productos y enseñan. “Eso es lo importante”, señala Calupiña.

    Los cuartos del tercer piso son los indicados para realizar las actividades. En el primero están las personas de la comuna Tola, que se dedican a la elaboración de la horchata, que es una mezcla de plantas como la hierbaluisa, toronjil y otras.

    Gerardo Simbaña se reconoce como parte de la comunidad Quitu Cara y es vicepresidente de la comuna Tola. Para él, el objetivo es recuperar la identidad de las festividades típicas de la serranía. “En la comunidad hacemos el Inti y el Colla Raymi, en el Ilaló”. Además, cuando los turistas suben se enseñan las prácticas de riego para proveer de agua al bosque nativo de la localidad (cosecha de agua).

    Las personas que tienen una conexión con las energías, también, tienen un espacio en esta casa de alojamiento de la mano de Fabiola Pérez, quien es la encargada de activar la mente y el cuerpo de las personas. Realiza yoga y terapias alternativas. “Me encargo de sacar lo que las personas no deben tener en su cuerpo y recargar el cuerpo y la mente”.

    La estancia en la casa no puede terminar sin que el viajero disfrute de la música y de la danza.
    En la terraza, los cantantes y los bailarines realizan sus coreografías para entretener a quienes eligen esta casa de hospedaje.

    En la casa hay 18 habitaciones decoradas con motivos indígenas y típicos de la localidad. Si está interesado en el alojamiento y en vivir esta experiencia, el costo es de USD 60. En este paquete se puede acceder al hospedaje y cualquier saber que le interese. Incluye la comida típica como tamales de arroz, horchata y más. Hay paquetes más económicos.

    El levantar una casa de este tipo para huéspedes y emprendedores implicó una inversión que fue de USD 300 000 y los ingresos suman 3 000 al mes.

    Los maestros de los saberes ancestrales realizan pintura con café, artesanías con arcilla y trabajos en madera. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Los maestros de los saberes ancestrales realizan pintura con café, artesanías con arcilla y trabajos en madera. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • En el agro se aplican los saberes ancestrales

    Redacción Sierra Norte

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    Para los indígenas kichwas, el pasado 21 de diciembre inició el Kapak Raymi (Fiesta de la Sabiduría, en español). El ciclo se extiende hasta marzo próximo, explica Shayri Quimbo, estudioso de esta cultura originaria.

    La festividad andina coincide con el ciclo agrícola del maíz. “Desde este mes los sembradíos, que fueron plantados en septiembre, empiezan a crecer hasta alcanzar la maduración”.
    Para campesinas como Zoila Sandoval, de la comuna de Zuleta situada en el suroriente de Ibarra, esta es una época para arrancar la maleza que se cría entres los plantíos. Comenta que su abuelo, Federico Alvear, le explicaba que entre la naturaleza y +el hombre hay un nexo permanente.

    Se trata de una creencia parecida a la que tiene Delia Caguano, presidenta nacional del Consejo Ciudadano Sectorial del Ministerio de Agricultura (Magap).

    Caguano, oriunda de Chimborazo, asegura que en las comunidades hay sabiduría que debería ser compartida. Ese, precisamente, fue el objetivo del Encuentro de Saberes Ancestrales, que se realizó el 8 de diciembre pasado, en Cotacachi, Imbabura. La iniciativa nació desde las mujeres del Consejo Ciudadano Sectorial y la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (Unorcac).

    Líderes kichwas expusieron temas de la cosmovisión andina, como las fiestas del calendario andino, el calendario lunar en las prácticas agrarias y la cosmogonía de los pueblos ancestrales, entre otros.

    Alfonso Morales, líder de la Unorcac, comentaba que antes los padres recomendaban no trabajar los domingo ni los lunes; tampoco sembrar, porque las semillas se comerían los pájaros.

    También, explicó que en un esfuerzo por reencontrarse con los saberes ancestrales, la Unorcac elabora un calendario lunar cada año. La idea es que las nuevas generaciones recuperen los conocimientos sobre fases ideales para la preparación de la tierra, siembra y cosecha. En el encuentro, en el que participaron varios pueblos, se resaltó la práctica de guardar las semillas como una estrategia de seguridad alimentaria.

    Según Morales, en Cotacachi se rescató 12 especies de maíz de las 29 que hay en el Ecuador gracias a las prácticas milenarias. Una de ellas que no está desligada de la actividad agrícola, en la tradición kichwa, es realizar rituales de agradecimiento a la Pachamama (Madre Tierra, en español).

    Narciza Pupiales, nativa de San Clemente, Ibarra, tiene una especie de altar en honor a la naturaleza en el medio de su huerto. Con una vela, flores y semillas realiza las ofrendas. El investigador Ramti Chuma asegura que cuando entierran las semillas, se hace un homenaje a los abuelos.

    Mujeres de la comunidad de  Pucará, en A. Ante, siembran semillas que pasaron una noche bajo la Luna. Foto: Francisco Flores para LÍDERES
    Mujeres de la comunidad de Pucará, en A. Ante, siembran semillas que pasaron una noche bajo la Luna. Foto: Francisco Flores para LÍDERES