Tal vez la expresión vip o club aleje a los usuarios de estos servicios en los aeropuertos. Lo cierto es que acceder a estas salas de espera es más económico de lo que se podría imaginar, principalmente si es que se viaja solo o entre pocas personas.
La sala vip de la salida de vuelos internacionales del Aeropuerto Mariscal Sucre, por ejemplo, tiene un precio de USD 31,56 por persona, si es que se paga con tarjeta. En efectivo y por motivos de practicidad con los vueltos, el precio es de USD 31.
El ingreso a la sala vip de los vuelos nacionales es de USD 19,33 con tarjeta y de USD 19 en efectivo.
Además, las personas que tengan tarjeta Diners Club y tarjetas platinum obtienen el 15% de descuento, mientras que con las tarjetas ‘black’ se puede acceder sin costo a este espacio. Se puede consultar las tarjetas en los banners ubicados al ingreso.
Pero este precio no es exclusivo en Ecuador. En general, a escala mundial el precio promedio por persona para una sala vip estándar es de USD 25. Los precios varían de acuerdo con el país y con los servicios. Por ejemplo, en el Plaza Premium Lounge ubicado en el Aeropuerto Heathrow de Londres, el costo por una estadía de hasta tres horas en una suite doble es de unos USD 117, según un reporte del periódico The Independent.
La oferta es variada, pero el objetivo principal es el mismo: espacios diseñados para brindar un mayor nivel de comodidad a los pasajeros. En Quito, las salas vip, en la salida nacional como en la internacional, cuentan con salas de lectura, televisión por cable e Internet inalámbrica.
La barra de alimentos y bebidas tiene menús, según la hora del día. Si bien la comida es tipo ‘snack’, busca satisfacer las necesidades de un desayuno, almuerzo o cena.
En la sala de la salida internacional hay beneficios extras. Los usuarios pueden hacer uso de las duchas y solicitar una toalla o acudir al cuarto de descanso, que cuenta con camillas, lámpara de lectura y temporizador con alarma. Este espacio también cuenta con una sala de negocios, equipada con computadoras y una impresora.
El ingreso se hace usualmente unas tres horas antes del vuelo. Si es que hubiera retrasos en el itinerario, la estadía es flexible. Así lo da a conocer Luis Galárraga, gerente de comunicación externa de Quiport.
Un ambiente tranquilo, con bebidas y bocaditos a la mano, y otros servicios ofrece el Aeropuerto Mariscal Sucre. Foto: Julio Estrella / Líderes
Jugar en la oficina dejó de ser un tabú. El ocio momentáneo dejó de ser un enemigo de la productividad, uno de los más grandes temores en las empresas. Ahora, cada vez es más frecuente que las firmas le apuesten a los centros de entretenimiento o ‘amenities’.
De hecho, divertirse es un requisito en las empresas cuyo mayor porcentaje de trabajadores son jóvenes de la generación Y o también conocidos como ‘millenials’ (nacidos entre 1980 y 1995).
Esta tendencia inició en compañías tecnológicas como Google o MercadoLibre.com, en la región. Pero no solo se trata de espacios de juego, también son salas de descanso, espacio multiusos, gimnasio, salas de ‘brainstorming’ (lluvia de ideas), guarderías y salas de lactancia, son solo algunas de las propuestas de los nuevos entornos laborales.
Según una encuesta de la International Facility Management Association (IFMA, una asociación global que reúne a profesionales de gestión de edificios), que se realizó el año pasado, los ‘amenities’ más comunes son salas de descanso (93%), espacios multiusos (72%), gimnasios (54%), servicios de cafetería y comida (52%), guarderías y salas de lactancia (50%) y salas de estar (39%).
Pilar Moncayo, presidenta de la Asociación de Gestión Humana del Ecuador (AGHE), señala que estos espacios en las organizaciones sirven para que los colaboradores puedan distraerse y salir de la rutina diaria.
El tener espacios de diversión, dice la especialista, permite que las personas tengan más compromiso y motivación para continuar con su jornada laboral. La implementación de estos ambientes deben estar ligados a una estrategia comunicacional de la empresa.
Para las nuevas generaciones, la parte recreativa es fundamental por lo que las empresas deben adaptar los lugares de trabajo.
En el país, agrega Moncayo, las empresas que están a la vanguardia en este tipo de espacios son las firmas tecnológicas, las agencias de publicidad, el sector bancario, la construcción y petroleras.
Empresas de otros sectores, que se dedican a la manufactura y deben cumplir con metas de producción diaria, no implementan estos lugares. “Todo depende del giro del negocio”, dice Moncayo.
En agosto del año pasado, la empresa tecnológica GMS inauguró sus renovadas oficinas en Quito. El nuevo espacio de trabajo cuenta con una sala de juegos que posee un futbolín, mesas recubiertas con vidrio para escribir lluvias de ideas y un PlayStation 3.
María de los Ángeles Andrade, gerenta de Recursos Humanos de la firma, indica que el espacio ha fomentado el trabajo en equipo y mejoró la productividad.
En principio, Andrade describe que los colaboradores se quedaban demasiado tiempo jugando futbolín o videojuegos. Pero ahora, han equilibrado el espacio que le dedican a cada actividad.
Uno de los aspectos positivos en los que ha favorecido la sala de juegos, explica Andrade, es que se organizan campeonatos que fomentan el compañerismo. “Las horas en las que más se juega es luego del almuerzo o a la hora de salida de la oficina”.
En Grupo Provedatos también cuentan con una sala de juegos desde hace seis meses. Esta firma tecnológica implementó una cafetería con una mesa de pimpón para la distracción de sus empleados. En 15 días, contarán con una cancha de minigolf en la terraza de su edificio.
Rafael Meneses, gerente de Provedatos, dice que gracias a esta iniciativa se fortalecen los equipos de trabajo y se mejoran los lazos de amistad.
“La empresa cuenta con 90 empleados y muchos de ellos ni se saludaban. Gracias a ello, se conocen más y han nacido amistades”.
Meneses añade que no han establecido reglas para el uso de la mesa de pimpón. Pero aclara que luego de unas semanas de haber implementado este espacio las normas se establecieron solas.
“En el primer mes notamos a los empleados que no hacían buen uso del espacio, se quedaban demasiado tiempo, por lo que se les llamó la atención. Luego de eso no hemos tenido más problemas”, asegura Meneses.
En Location World también cuentan con una ‘amenitie’. Antonio Morales, gerente de Location World, otra empresa tecnológica comenta que disponen de una cafetería con juegos de mesa; debido al espacio en ese lugar suprimieron los videojuegos.
Desde su experiencia, Morales sostiene que estos espacios contribuyen para que los empleados “recarguen baterías”.
Bolívar Muñoz, especialista en gamificación o ludificación del trabajo, cuenta que este tipo de tendencias nacieron en Google, EE.UU. Sin embargo, su propuesta es que todo el trabajo debe ser visto como un juego; se debe realizar una analogía con algún deporte para conseguir mejores resultados.
Jugar en el trabajo, ¿y el desempeño? Arturo Castillo. Profesor de yoga y experto en RRHH Algunas empresas están concibiendo espacios de recreación para sus trabajadores. Más propiamente, están preparando ambientes para que los adultos jueguen.
Se pensaría que se trata de un cambio de mentalidad, pues comúnmente se tiene la convicción de que no hay nada más mortalmente serio que el trabajo, nada más adulto que el acto de trabajar. Es decir, trabajo y juego se conciben como antípodas; infancia y adultez, como polos irreconciliables, sin conexión alguna.
Obviamente, la psicología se ha encargado de desvirtuar tales prejuicios. En realidad, en innumerables ocasiones, ciertas experiencias de la infancia siguen incidiendo en la vida adulta de los sujetos. Y quizás no hay reconciliación más plena, mejor forma de salvar ese abismo, que el juego. El adulto que juega, si juega de manera genuina, sin los propósitos adultos, se acerca a su infancia.
Un grupo de empleados de GMS se entretiene jugando futbolín. La compañía tecnológica también habilitó un espacio para que sus colaboradores jueguen con videojuegos. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES.
La cadena de cine Supercines sumó 16 nuevas salas de exhibición en el mercado local. El pasado 30 de diciembre, la cadena -que es parte del grupo empresarial Corporación El Rosado– abrió al público las nuevas salas Supercines El Dorado, ubicadas dentro de la Ciudad Comercial El Dorado. Se trata de un complejo que se levanta en el kilómetro 10,5 de la vía a la Aurora, en el cantón Daule, al norte de Guayaquil.
Marcel Morán, vocero de la firma, señaló que la inauguración oficial del nuevo complejo de cines se tiene previsto realizar el próximo 22 de enero.
El complejo de cines se ubica en un sector estratégico, en una zona donde se asientan más de 14 urbanizaciones de clase media y alta, y otros emprendimientos inmobiliarios. En la zona habitan alrededor de 42 000 personas, según un reciente censo municipal.
Son 15 salas tipo estadio, con pantallas de pared a pared, y asientos reclinables estilo ‘loveseat’. La tecnología de sonido y los sistemas de proyección son los más avanzados para este tipo de espacios, según voceros de la cadena.
Sin embargo, el mayor atractivo de este nuevo complejo de cines es la sala de exhibición Imax 3D, que según Supercines es la más grande del país. La cadena posee otras salas de ese tipo en Guayaquil y Quito.
La sala Imax, que se estrenó en diciembre pasado, da cabida a 490 espectadores, que estarán dispuestos frente a una pantalla curva de 24 metros de ancho, por 14 metros de alto.
El área vip de esta sala de proyección dispone de 40 asientos reclinables de cuero, con un ingreso independiente y atención personalizada.
El nuevo complejo de cines tiene una capacidad total para 3 000 espectadores.
La cadena Supercines posee otras 116 salas de exhibición en todo el país. La salas se ubican, además de Guayaquil y Quito, en las ciudades de Machala, Manta, Milagro, Santo Domingo, La Libertad, Portoviejo, Quevedo, Babahoyo, Daule, Playas, Durán, y Riobamba.
El complejo de cines se suma a otras edificaciones que conformarán la Ciudad Comercial El Dorado, un complejo comercial, hotelero, hospitalario y de diversión que se levanta en etapas sobre un área de alrededor de 400 000 metros cuadrados. Según sus mentalizadores, el complejo incluye un centro comercial de 86 000 m2, un coliseo, un patio de comidas y un hospital.
La Cooperativa de ahorro y crédito La Merced diversifica su negocio hacia las salas exequiales para atender a sus 40 000 socios y al público en general que requiera estos servicios.
Esta entidad, con casi 50 años en el mercado, abrió, hace un mes, un espacio de servicios exequiales de 3 800 m2 llamada Sueños de Fe. Éste cuenta con tres salas de velaciones (en promedio para 250 personas cada una), 40 parqueaderos, cafeterías, áreas de descanso…
Para administrar esta sala, La Merced creó la firma Servicios Construcción Inmobiliaria (Sercoinca) para realizar estas inversiones, explica el gerente de esta empresa, Germán Moreno.
Crearon Sercoinca para desarrollar negocios, sin afectar el segmento de ahorro y crédito. «Es política de la cooperativa La Merced no mezclar el dinero del segmento financiero con otros negocios. Por eso llevamos cuatro décadas en el mercado», explica Moreno.
El objetivo de esta sala de velaciones es dar a los socios este servicio por un pago mensual de USD 0,50 hasta que necesite usarlo. Al ahorrista se le debita este dinero de la cuenta y cuando requiera usar la sala de velación solo llama solicitando el espacio. Moreno acota que Sueños de Fe tiene ocho empleados especializados en atención al cliente, marketing, psicología, entre otros profesionales para dar un servicio de calidad.
Para Mariela Quizhpi, una de las socias, esta es una iniciativa importante, porque cuando alguien fallece, los gastos funerarios ascienden a USD 2 000.
En esos casos, dice Quizhpi, se necesita un préstamo para obtener ese dinero. Mientras que con estos USD 6 al año, que debitan en la cooperativa La Merced, «no se afecta financieramente al familiar del fallecido. «