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  • La campaña de San Carlos va por la cuarta renovación

    Flor Layedra / edacción Guayaquil

    Im ágenes de la Catedral de Cuenca, la Columna de los Próceres de Guayaquil, el León Dormido de Galápagos, la Mitad del Mundo y otros sitios turísticos del Ecuador son la presentación de los sachets genéricos de azúcar blanca del ingenio San Carlos. Esta idea es parte de la campaña ‘Hagamos del Ecuador un lugar más dulce’, que la firma promueve desde el 2011.

    Como parte de la cuarta renovación de la imagen de los sachets, a partir del 2000 cuando lanzó su primer diseño, la empresa buscó innovar su producto para ofrecer una presentación novedosa y atractiva para los locales de sus clientes, principalmente de hoteles y restaurantes.

    La firma quería llegar a aquellos clientes que manejan locales pequeños y no podía invertir en funditas personalizadas, explica Andrés Rovello, coordinador del área de Marketing y Ventas del Ingenio San Carlos.

    La idea era darles un producto que se vea bien en su local sin tener que hacer un gasto elevado. “Queríamos algo bonito y llamativo, por lo que comenzamos a trabajar en un diseño que siga con la campaña del 2011”, expresa Rovello. La nueva presentación estuvo a cargo de la agencia de publicidad Puromate, y salió al mercado en julio del año pasado. La inversión de los diseños fue de USD 8 000.

    Con un producto fresco, por medio de colores llamativos y fondos con texturas (de una hoja o de un pétalo, con y sin rocío), la firma busca provocar una sensación de dulzura hacia el país. Por esto en esta campaña se utilizan los colores azul, rojo, naranja y verde.

    Para el especialista en marketing Marcell Barcellos, la firma busca con esta estrategia (insights del consumidor) generar un sentido de pertenencia con el producto. “Hay casos interesantes y exitosos que se han logrado, como: Inca Kola (Perú) y Pilsener (Ecuador), que han vestido sus marcas con la identidad nacional y han logrado posicionarse como ‘la gaseosa de los peruanos’ o ‘la cerveza de los ecuatorianos’”.

    Desde la perspectiva de José Henríquez, ejecutivo de cuentas de la agencia de publicidad Coleto, el tomar riesgos al manipular la imagen de un producto muestra que la empresa es madura, ya que cuando está introduciéndose en un mercado no es posible hacerlo. Además, como su campaña está reflejada en su producto hace que la marca sea recordada, añade el ejecutivo.

    Para Patricia Enríquez, jefa de Compras Nacional del grupo KFC, no solo el gráfico es importante sino los colores que se utilizan. “Al usar colores vivos y llamativos hacen que el consumidor no pase desapercibido de la imagen. Ahora no la desechan, sino que se las llevan”. La firma compra para el restaurante Menestras del Negro 300 pacas de 2 000 funditas, además de las envolturas personalizadas, cada mes, en promedio.

    También, la panadería y pastelería La Selecta compran los sachets genéricos. Al mes, este negocio adquiere ocho pacas de 2 000 envolturas. John Uzho, administrador de la firma, señala que el cliente se siente muy atraído por los empaques y los observa detenidamente.

    A través de un manejo atractivo de colores, mensajes y contenidos se establece una comunicación con el consumidor, indica Barcellos. De esta forma se diferencia de sus competidores y destaca su marca evocando emociones.

    En el 2012, según Rovello, aumentaron en un 25% las ventas frente al 2011. En ese año se vendieron aproximadamente 1,5 millones de funditas.

    Un poco de historia

    • En el 2000.  El ingenio San Carlos sacó al mercado su primer diseño de sachets.
    • En el 2003 y 2006.  Durante este período se aplicaron modificaciones a la imagen del producto.
  • San Carlos: El proyecto de cogeneración eléctrica

    Por Pol Herrmann y Mónica Gordillo IDE Business School

    Ser el ingenio azucarero más grande no daba una tranquilidad absoluta a sus directivos y un mercado internacional muy saturado, no representaba un panorama muy positivo.

    En un mercado altamente competitivo y habiendo diversificado sus operaciones en distintas empresas, la Sociedad Agrícola e Industrial San Carlos, tenía en frente una alternativa de inversión: El proyecto de cogeneración eléctrica a partir de biomasa.

    San Carlos incurría en costos por eliminar el bagazo (sobrante de la caña dulce), que podía pasar a ser la materia prima para generar energía eléctrica limpia, para utilizarlo en sus propias actividades y para el resto de la sociedad.

    La decisión no era del todo simple, ya que requería de una gran inversión, adicional al compromiso que se adquiría con el medio ambiente, y la adopción de una nueva política institucional.

    A continuación, en la serie de Casos Empresariales, presentamos una versión resumida de una experiencia relacionada con Estrategia empresarial.La empresa

    El ingenio San Carlos arrancó en 1897 y alcanzó a producir anualmente unos 3 050 000 sacos de 50 kg en el 2001, de azúcar blanco sulfitado en distintas presentaciones. Ade más de azúcar crudo para exportación; y productos como azúcar impalpable, panela, panela granulada y miel de caña destinados para el mercado nacional.

    San Carlos era el ingenio más grande: producía el 35% del azúcar del mercado nacional y exportaba a EE.UU., Perú y otros países que lo convertían en uno de los grandes generadores de empleo en el país. Cultivaba entre el 65 y 70% de la caña que molía anualmente comprando la diferencia a cañicultores y finqueros.

    San Carlos tenía un alto sentido de responsabilidad social y compromiso con el desarrollo agroindustrial del país, así como con la calidad y la conservación ambiental. En 1999, San Carlos aprobó una escisión del capital de la compañía y formó Inversancarlos SA, un holding que fue el propietario de las acciones de la empresas que se formaban para diversificar las inversiones y utilizar los subproductos de la caña de azúcar como Doconsa, que tenía bodegas de azúcar en Durán; Papelera Nacional, la productora de papel y cartón; Codana y Soderal, que producían alcohol y derivados, e Intercia, la recicladora de cartón y papel.La empresa en el 2001

    Debido a que operaba en un mercado de muy bajo crecimiento, en el que su principal producto era el azúcar, San Carlos, en su necesidad de crecer se había visto constantemente obligada a invertir en comprar tierras, comprar caña de azúcar y a la vez hacer investigación de nuevas variedades de caña y procesos de producción.Muchas de las innovaciones que se implementaban para tratar de mejorar las tasas de crecimiento eran las que ya habían funcionado en el mundo azucarero, del que constantemente adquirían información por diferentes medios. El mercado a nivel mundial tenía una sobreoferta que incidía en el precio.

    Xavier Marcos había sido gerente general del ingenio desde 1978 y conocía muy bien el mercado y la empresa en la que había trabajado desde 1960. Sabía que aunque fuera el centro de su negocio, no podía depender solo del azúcar y por eso tenían estrategias para optimizar el uso de los subproductos, destinando el bagazo a la producción energética y la melaza, al alcohol.

    Esta dependencia del azúcar se volvía más crítica por situaciones políticas inciertas que tendían a proteger al consumidor y a subir los salarios, incidiendo en los costos de operación, que subían en un mercado de bajo crecimiento.El mercado del azúcar

    El tamaño del mercado del azúcar en el Ecuador era relativamente pequeño, en el que lo que hacía un ingenio lo sabían y a menudo imitaban inmediatamente los competidores.

    Además, se trataba de un mercado que se encontraba saturado, y que frecuentemente obligaba a los ingenios a exportar los excedentes que no eran vendidos en el mercado local.

    Sin embargo, el mercado del azúcar a escala mundial era controlado y tenía grandes barreras de entrada que dificultaban grandemente la comercialización, por lo que un saco de 50 kilogramos que se vendía a 21 dólares en el nivel doméstico, podía ser vendido a solamente 9 dólares el momento de exportarlo.

    Por esta razón, la producción y comercialización del etanol eran por lo general consideradas como una mejor opción que la de exportar azúcar.

    En lo que tiene que ver con el aporte económico al país, la producción de azúcar representaba aproximadamente el 1,4% del Producto Interno Bruto (PIB) del Ecuador.

    Mientras que en el mercado interno, más del 85% de la producción de azúcar consistía en azúcar sulfitado, el resto era producción de azúcar refino (10%) y azúcar cruda (5%), que se elaboraba exclusivamente para aprovechar el sistema de cuotas de exportación que otorgaba Estados Unidos al país.Una oportunidad

    La idea del proyecto de cogeneración en San Carlos nació después de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, que estableció el compromiso de promover la aplicación y difusión de tecnologías, prácticas y procesos que permitan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.San Carlos, constantemente, buscaba incrementar su productividad y su eficiencia. El estudio de mejores procesos de producción se lo realizaba con la ayuda de asesores externos, con los que se identificaban los problemas o necesidades, que muchas veces resultaban en nuevas ideas como fue la de la cogeneración. Había un sobrante de bagazo que creaba el problema de eliminarlo, a veces resuelto mediante acumulaciones en el campo o con quemas en un basurero. Se calculaba que eliminar el bagazo tenía un costo de USD 35 000 al año. La necesidad de crecer obligaba a San Carlos a considerar las ventajas y desventajas del proyecto de cogeneración eléctrica.

    San Carlos contribuiría a la reducción de la emisión global de gases de efecto invernadero, con el proyecto de cogeneración con bagazo, y podría suministrar energía obtenida a partir de biomasa al Sistema Nacional Interconectado y aportar al objetivo de reducir el consumo de combustibles fósiles en actividades de generación eléctrica.La energía eléctrica

    El sistema eléctrico del Ecuador tenía una capacidad instalada de 3,3 GW (Gigavatios o miles de millones de vatios), proveída por diferentes fuentes, de las que el 51,5% era energía hidroeléctrica y el 48,5% restante estaba constituida por combustibles fósiles y de biomasa. Se estimaba que a finales del 2004, más del 12% de la demanda de energía eléctrica en el país se la satisfaría con importaciones de Colombia. Las cinco últimas plantas que se habían incorporado a la red nacional en ese entonces eran de combustible fósil.

    Al producir energía eléctrica, San Carlos la estaría vendiendo en el mercado nacional y sus principales clientes serían empresas del Estado, como las eléctricas de Guayaquil y de Quito, que distribuían la energía a consumidores privados y a quienes se entregaría el 90% de la energía, a las que debía cobrarse rigiéndose a las mediciones del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) que era el administrador de la energía del país.

    El Estado crearía una estructura legal con fideicomisos para que la energía de los generadores la recibieran las distribuidoras que venderían al consumidor final. El dinero cobrado iría al fideicomiso que se encargaría de pagar a generadores como San Carlos.

    Preguntas del caso Un par de inquietudes para el análisis.  ¿Qué riesgos trae la diversificación, de ser una empresa agroindustrial a pasar a cogenerar energía eléctrica y además, comprometerse con el medioambiente? ¿Se puede aplicar esta estrategia de crecimiento en todo tipo de industrias?Los proyectos en marcha

    El proyecto de San Carlos se convirtió en el primer plan ecuatoriano de cogeneración eléctrica a partir de biomasa en lograr un registro internacional en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como proyecto de Desarrollo Limpio MDL.

    Desde el 2012, como parte de su compromiso con el medioambiente, están en marcha otros tres programas: Agricultura de precisión: consiste en la optimización del uso del suelo mediante un manejo diferenciado de los tipos de suelo.

    Optimización del Uso del Agua: mediante la mejora en los procesos, se logró disminuir el consumo del agua.

    Recuperación de Aceite Usado: creación de una planta destinada al reciclaje y re-uso del aceite usado en las maquinarias y vehículos. Todo esto la convierte en la primera empresa ecoeficiente a escala nacional por sus proyectos con la certificación «punto verde» del Ministerio del Ambiente.

    A finales del 2012, la empresa decidió invertir en aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica conseguida en el 2004. La nueva inversión, que entra en producción en julio del 2014, logrará que la disponibilidad de energía a disposición del país se incremente en 3,5 veces de la conseguida 10 años atrás.