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  • La talabartería: un oficio que perdura en Sangolquí

    Redacción Quito   

    Mauricio Loachamín es un talabartero que guarda el legado del oficio de su padre y abuelo, con orgullo. Hace 20 años, el hombre decidió abrir su local en Sangolquí, en el barrio Luis Cordero, en el oriente de Quito.

    Cuando era un niño aprendió a moldear el cuero. Poco a poco y con constancia empezó a transformar este material en productos para los amantes de los caballos. Las monturas, los zamarros y las vetas son algunos de los productos que realiza en su talabartería, que lleva el nombre de San José.

    Loachamín recuerda cómo fueron sus primeros pasos en este oficio, que ha ido desapareciendo con el paso de los años. “He tratado de mantener los conocimientos que me impartió mi abuelo, quien trabajó en el campo y domaba los caballos bravos en el páramo”, señaló.

    Su abuelo le pedía que le ayudara en el campo a domar los caballos. Así aprendió cada uno de los atados para hacer las riendas, las monturas o los famosos zamarros. Además, aprendió a ‘curar la piel del animal’ para que tenga la resistencia y la flexibilidad para elaborar los diferentes modelos para sus clientes.

    Y, ¿cuál es su plus? El hombre relató que confecciona sus productos a la medida del cliente y bajo pedido. Cuando una persona busca un zamarro, lo primero que hace es tomar sus medidas para que se amolde a su cuerpo. Posteriormente, acude a comprar las pieles y confecciona el traje. “Me demoro entre cinco y seis días, porque es un trabajo de calidad y lo hago solo”, dice el hombre de 39 años.

    Los precios de los productos son módicos, depende de la calidad del material y de la complejidad del producto. “Tengo todos los materiales necesarios para elaborar un producto de calidad, ya que invertí un capital de USD 10 000”.

    Uno de los productos más demandados son las monturas. Los costos van desde los USD 800 en adelante. Los zamarros están entre los USD 300 y 500. Mientras que las riendas o vetas cuestan USD 180 o más. En el momento, el hombre factura USD 600 aproximadamente, al mes.

    Una de las situaciones que alegra a Loachamín es que su hijo mayor le ayuda a elaborar los insumos y espera que también mantenga estos saberes ancestrales. “En la localidad ya son pocos los que se dedican a ser talabarteros, en especial, aquellos que elaboran todos los aperos del caballo”, comentó.

    Las mejores épocas para el talabartero son las fiestas del cantón Rumiñahui, ya que jóvenes y adultos compran estas indumentarias para los desfiles.

    Mauricio Loachamín tiene su taller en el barrio Luis Cordero. En este espacio tiene la maquinaria necesaria para elaborar zamarros, riendas y monturas. Los precios son económicos; depende del modelo. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES
    Mauricio Loachamín tiene su taller en el barrio Luis Cordero. En este espacio tiene la maquinaria necesaria para elaborar zamarros, riendas y monturas. Los precios son económicos; depende del modelo. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES
  • Una feria para reactivar la economía en el Valle de Los Chillos

    Redacción Líderes

    Este sábado 30 de abril del 2016 se cumplirá la segunda edición de la feria Mitmakuna en Sangolquí, en el valle de los Chillos, al oriente de Quito. El objetivo es fomentar el turismo y permitir un mayor dinamismo de la economía del Valle de los Chillos, afectada luego de la reactivación del volcán Cotopaxi, en agosto del año pasado y por la contracción de la economía ecuatoriana.

    Los organizadores señalan que la feria busca dar a conocer la gran calidad y variedad de emprendimientos que existen en el sector. Este año la feria Mitmakuna cuenta con 50 participantes cuyos emprendimientos reúnen productos orgánicos y artesanales de todo tipo de materiales. A la vez, la feria contará con una oferta de joyas, accesorios, ropa, elementos de decoración, diseño de interiores y exteriores, jabones, cremas, alimentos empacados y conservas.

    También dieron a conocer que los emprendimientos han sido seleccionados principalmente por su calidad, su estética y por el segmento de mercado al que va dirigido, que siempre va a depender de la temática de la feria, en este caso el Día de la Madre y el Día del Padre.

    La primera edición de Mitmakuna se realizó en diciembre del 2015, por Navidad. En este entonces, la feria contó con 60 estands y el objetivo era llegar a todo tipo de público, por lo que se seleccionó una gran variedad de productos. La feria se cumplirá este 30 de abril en la calle Mirasierra Oe14-221 y será de entrada gratuita.

    La primera edición de la feria Mitmakuna se cumplió en diciembre del año pasado. Foto: cortesía Mitmakuna
    La primera edición de la feria Mitmakuna se cumplió en diciembre del año pasado. Foto: cortesía Mitmakuna
  • La pasta italiana se cocina en Sangolquí

    Redacción Quito

    André Schettini viste su mandil blanco y dice sentirse como si fuese un conductor de carreras automovilísticas. Luego se coloca una malla en el cabello, como lo hiciese un ciclista que se protege con un casco.

    Con el equipo de trabajo listo camina hacia el fondo de la planta de producción de la empresa Schettini Alimentari para iniciar su jornada y encender el “Ferrari”, que es como él llama a su máquina para elaborar raviolis. Así se desarrolla la jornada de Schettini en su emprendimiento ubicado en Sangolquí, al suroriente de Quito.

    Este negocio produce desde el 2007 comida típica italiana congelada y de fácil cocción. Entre su oferta destacan raviolis de carne y espinaca, pizzas, lasañas y gnocchis de papa. Para servirlos, explica, se los cocina entre cinco y siete minutos.

    Schettini explica que el gusto por la cocina italiana la obtuvo de su familia pero aclara que la idea se materializó con el apoyo de su esposa Gabriela León. La pareja preparaba raviolis y pizzas y los vendía entre amistades y vecinos; producían hasta 30 cajas de raviolis al día.

    Para el 2011, con una inversión de USD 90 000, Schettini y León decidieron industrializar su elaboración de comidas con el objetivo de consolidar una iniciativa que sea el sustento económico de su hogar. Actualmente el negocio factura unos USD 5 000 al mes.

    “Observé la cantidad de marcas de pastas que se ofertan en los supermercados. Entendí que los comensales locales gustan de estas comidas y que los raviolis podrían ser una opción para ellos”, explica Schettini. Añade que identificó que estos últimos no se consumen masivamente por la dificultad de su elaboración manual.

    María José Aguirre, jefa de Operaciones y Compras de Catering Rout Food, cuenta que adquiere productos de Schettini Alimentari desde hace seis meses. Ella explica que como parte del menú compran alrededor de 5 000 ravioles al mes para los 3 500 comensales a los que sirve diariamente esta firma quiteña de catering.

    Schettini es cauteloso al nombrar los ingredientes de sus raviolis: huevos, harina y sal para la masa; carne, espinaca y queso ricotta, para el relleno; prefiere no indicar sobre porcentajes ni detalles en los tiempos de preparación.

    La “Ferrari” es una máquina extrusora que le permite elaborar hasta 5 000 cajas de raviolis al mes. Cada caja contiene 48 unidades y dos sachets de salsa napolitana básica, que se comercializan bajo la marca de Pepe Bucatto y cuyos precios van desde USD 5.

    Actualmente cuenta con una cartera de 120 clientes, en su mayoría ubicados en el norte de Quito y los valles a quienes entrega pedidos a domicilio, que se realizan a través de su sitio web www.pepebucatto.com.

    La tarea de Schettini se apuntala con los proveedores. Jorge Espinosa, jefe de Ventas de Molinos e Industrias Quito, cuenta que le proveen harina de trigo desde octubre pasado. Él destaca la puntualidad en los pagos y la calidad del producto final de Schettini.

  • Insercruz. Ellos previenen daños en el eector industrial

    Pedro Maldonado, Redacción Quito / LÍDERES

    ¿Se pueden predecir daños o anomalías de equipos industriales antes de que un proceso productivo se afecte? Para la empresa Insercruz, la respuesta es afirmativa.

    Esta compañía, cuya oficina principal está en Sangolquí, al oriente de Quito, se dedica desde finales del 2006 al mantenimiento predictivo de equipos industriales. Este emprendimiemto surgió por iniciativa de los hermanos Luis y Edwin Cruz; ambos tenían experiencia en mantenimiento industrial, en el sector petrolero y en tareas de electromecánica.

    La inversión inicial de esta empresa fue de USD 50 000. Ese dinero sirvió para adquirir equipos, tecnología y para movilización. Hoy en día, entre sus clientes están la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL), la Empresa Eléctrica Centrosur, la Empresa Eléctrica de Loja, Edesa, Pronaca, Cartopel…

    «Somos una especie de médicos de grandes máquinas. Hacemos diagnósticos en el sector industrial y prolongamos la vida útil de los equipos de distintas industrias». Así explican los directivos de Insercruz el trabajo de esta firma.

    El valor agregado de esta compañía es prevenir o predecir futuros daños, antes de que sucedan. Para esto, la firma se apoya en la técnica de termografía, que permite medir la temperatura de grandes máquinas con el uso de cámaras. Es un trabajo que empieza con una inspección visual, apoyada por la tecnología y que se desarrolla con trabajo técnico.

    Así, Insercruz ha colaborado con empresas estatales y privadas que buscan mejorar sus indicadores, así como evitar daños en sus equipos. La Corporación Nacional de Electricidad seleccionó a Insercruz el año pasado.

    En la Dirección de Mantenimiento de esta compañía estatal señalan que el cuidado de las redes eléctricas es clave para garantizar el servicio. «Insercruz participó en un proceso de contratación y trabaja con nosotros desde el año pasado. Hemos obtenido excelentes resultados como, por ejemplo, la mejora en los tiempos de respuesta para detectar fallas en el sistema eléctrico». Esa es la opinión de un vocero del área de Mantenimiento de la empresa estatal.

    Con la CNEL, Insercruz trabaja en las provincias de Guayas, Los Ríos, El Oro y Manabí. Fue el trabajo con esta entidad la que impulsó la gestión y los ingresos de Insercruz: el año pasado la compañía facturó USD 1,7 millones.

    Los servicios también los brinda en el sector privado. Para Pronaca realiza trabajos de mantenimiento predictivo, análisis de vibraciones, térmico, etc., según indica Julio Aguilar, director de Operaciones de la firma de alimentos. En los últimos cuatro años, Insercruz ha hecho trabajos en tres plantas de Pronaca: Yaruquí, Puembo y Valle Hermoso.

    Edesa también es un cliente. Vicente Unda, jefe de Seguridad, Salud y Ambiente, sostiene que son técnicos muy capacitados para realizar diagnósticos preventivos. «Los servicios son de calidad y realizados de manera muy profesional».

    La estrategia que aplicó esta empresa familiar combina una buena gestión administrativa con el dominio de la parte técnica que se requiere. Luis Cruz reconoce que su empresa aprovecha que la tecnología es todavía poco conocida. «Es un servicio virgen», resume.

    La empresa tiene 12 trabajadores entre personal técnico y administrativo. Pero el número de empleados aumenta según la cantidad de trabajo. Estos días gestiona la obtención de la ISO 9000.

    El trabajo

    La tecnología. Las inspecciones visuales se cumplen, por lo general, en la noche, cuando se da un mayor consumo de energía. El uso de cámaras de alta tecnología es importante.

    El personal.  En la selección pesa mucho la actitud de cada nuevo empleado.

    EL INSIGNIA
    Edwin Cruz. Gerente técnico
    Los valores agregados que ofrece la empresa al mercado son la innovación, la actitud de mejorar siempre y el hecho de perpetuar la información.

    El ambiente de trabajo es amigable, porque para mi compartir conocimiento con los técnicos de la empresa es muy agradable. Si faltara alguien, la persona que lo reemplace va a tener los conocimientos para seguir adelante con el trabajo y los proyectos de la empresa. No existe egoísmo en la parte técnica. Por eso transmitimos conocimientos a todo el equipo de trabajo y eso permite tener un ambiente de trabajo liviano.

    Trabajamos para mejorar el modelo de las empresas con las que trabajamos. Y para eso la información es clave.

    «EN LA EMPRESA NO EXISTE EGOÍSMO. TODOS APRENDEMOS ALGO NUEVO TODOS LOS DÍAS Y LO COMPARTIMOS».