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  • El menú sano fue la prioridad

    Redacción Cuenca

    Salmón enlatado, brownie sin gluten y minitortillas elaboradas con chochos fueron parte de la propuesta que presentaron los estudiantes de sexto ciclo de la carrera de Ingeniería de Alimentos de la Universidad del Azuay (UDA). Ellos expusieron sus iniciativas en la tercera Feria de Innovación Tecnológica, el 28 de junio en Cuenca.

    Unos de los participantes fue Xavier Benítez, quien trabajó durante un mes en su oferta, que consiste en un brownie sin harina de trigo, para las personas intolerantes al gluten (que se obtiene del trigo). Para reemplazar la textura de ese ingrediente mezcló maicena y harina de yuca, que no contienen gluten.

    Mientras Benítez explicaba cómo obtuvo este producto, la cuencana Carolina Suárez, visitante a la feria, se deleitaba probando este pastel.

    Otra idea fue el cereal de camote producido por Cristina Bustamante, quien buscó una alternativa a las hojuelas de maíz. «El valor agregado del camote es que es dulce y no hay que agregar miel».

    A su lado estaba Catalina Ordóñez. Ella presentó minitortillas de chocho horneadas para dar una opción saludable a los niños y adultos, que son amantes de los ‘snacks’.

    Para el catedrático de Investigación de mercados y Gestión empresarial de la UDA, Marcelo Calle, este año la exposición estudiantil tuvo un enfoque hacia los productos funcionales, porque el consumidor es más consciente de lo que come y demanda productos sanos.

    Los estudiantes, dice el catedrático, identificaron esa tendencia en el mercado y buscaron producir alimentos naturales, probióticos, sin gluten, con más proteínas y calcio, para atender las necesidades del mercado cuencano. Calle enfatizó en que esta no es una feria gastronómica, sino de innovación para aportar a la industria alimenticia del Ecuador.

    Otra de las creaciones que llamó la atención de los asistentes fue una pizza de harina integral con carne de soya. Su creador, Jonnathan Cadme, identificó una oportunidad en el mercado, porque cada vez hay más consumidores con restricciones para comer carne por su salud o porque son vegetarianos. «Esta pizza es para esas personas que no comen carne y quieren sentir el mismo sabor».

    Con agilidad, Cadme cortó trozos de cuatro centímetros para que los visitantes probaran. Daniel Cuesta probó y se quedó asombrado con el sabor. «Esta feria es una muestra del talento que existe en las universidades».

    El rescate de los sabores andinos también tuvo su espacio en esta feria de innovación tecnológica de la UDA.

    Nube Rivera desarrolló una torta de choclo con quinua, soya y avena. La idea es ofrecer una opción rica en fibra y nutrientes que pueda enviarse en la lonchera de los niños. Además de estos productos hubo ‘snacks’ de fréjol, caviar de frutas, masa lista para donas…

    LA CIFRA:
    50 proyectos se presentaron en esta feria de innovación alimenticia

  • La consigna de esta familia es comer sano

    Redacción Quito

    Shahnaz proviene del árabe y significa el orgullo del emperador. Por eso, la familia Constante Ron utilizó este nombre a su emprendimiento.

    La iniciativa busca el equilibrio entre la salud y el bienestar. Ellos se dedican al cultivo de alimentos orgánicos y sus productos se distribuyen en los supermercados de Corporación el Rosado y Corporación Favorita, a escala nacional, por lo que la empresa tiene una facturación promedio mensual de USD 15 000.

    Pimiento rojo y verde, zuquini, calabacín, lechuga, ají y brotes de alfalfa son algunos de los productos que la familia cosecha en su hacienda ubicada en Perucho (en el noroccidente de Quito).

    En su propiedad, que tiene 90 hectáreas, trabajan 16 personas en el proceso de producción de los alimentos. Se utiliza abono orgánico y fungicidas con sellos ecológicos.

    La historia de Shahnaz se remonta al 2006, cuando Ketty Ron heredó de sus padres la finca ubicada en Perucho. Su esposo, Carlos Constante Andrade, fue el que tuvo la idea de iniciar el negocio de la agricultura.

    En esa época, Constante trabajaba en una empresa petrolera, sin embargo, siempre tenía la inquietud de emprender un negocio relacionado con el agro.

    Dos años después, para iniciar la empresa, este matrimonio invirtió USD 100 000. Este monto sirvió para la compra del sistema de riego y adquisición de insumos, como semillas, abono, materiales para elaborar invernaderos, entre otros. Además, realizaron estudios del suelo y, finalmente, instalaron 17 invernaderos para la siembra de vegetales.

    Es así que en el 2012 se constituyó legalmente Shahnaz como empresa familiar. Ahora, los hijos tomaron el timonel de la compañía. María del Carmen Constante Ron es la gerenta General; su hermana, Jeannet se encarga del talento humano, mientras que Carlos Raúl es gerente de Negocios.

    Shahnaz ya no solo piensa en la producción de los vegetales. Desde finales del año pasado inició un nuevo proyecto que implica el procesamiento y empacado de los mismos, para buscar nuevos nichos de mercado.

    La principal premisa de este emprendimiento es «cambiar la cultura alimenticia de la gente». Por esta razón, en las próximas semanas lanzará al mercado unos ‘packs’ que contienen ensaladas listas para el consumo.

    Su target son los niños y jóvenes. El producto fue diseñado para ser llevado en la lonchera o mochila; uno de sus ingredientes principales es el tomate cherry, que ,según María del Carmen Constante, «son preferidos por los infantes».

    Álex Fonseca, gerente de Bodegas de Corporación El Rosado, señala que trabajan con Shahnaz desde hace seis años. Fonseca destaca la calidad y la puntualidad de entrega en los productos. María Quimbulco compra los productos de este emprendimiento y los vende a mercados, como el de Iñaquito. Ella también resalta la calidad de las verduras, por ello las comercializa desde hace seis años.

    Los ‘packs’
    Para niños. Este producto contiene tomate cherry y uvillas empacadas. Los productos ya están a la venta en supermercados y también se distribuirán en colegios y escuelas.

    Para oficinistas.  Las ensaladas empacadas listas para servirse para la oficina contienen brotes de alfalfa y tomate.

  • Lo natural y orgánico apoyan su expansión

    Redacción Quito

    El consumo de productos orgánicos es una tendencia que genera la demanda de alimentos naturales. Ante este nuevo mercado, más emprendimientos apuntan a la producción sin químicos ni preservantes. Pero surge una inquietud: ¿dónde comercializarlos? Alexandra Duarte, Michel Laforge, Rosa Mena y Enrique Tashintuña decidieron emprender en Megasano para brindar un espacio para empresarios, microempresarios y artesanos que se dedican a la fabricación de productos naturales y orgánicos. Laforge, un ingeniero agrónomo, señala que muchos productos se cultivan con químicos y los animales se desarrollan gracias al consumo de balanceados y hormonas. Por esa razón, su negocio busca «que el cliente consuma productos de calidad y naturales».

    Gabriela Andrade es vegetariana y considera que encontrar lugares que sean proveedores de carne vegetal es complicado. «Lo bueno de Megasano es que tienen productos que otras empresas no. La carne vegetal es difícil de conseguir y ahí la puedo encontrar con facilidad».

    El portafolio de la firma abarca unos 300 alimentos entre hortalizas, lácteos, quesos, carne vegetal, carne animal y productos de belleza. «Algunos productos no son 100% orgánicos. Por ejemplo, la miel es natural, pero no podemos garantizar que la abeja no consuma de una plantación con químicos y la miel no contenga productos nocivos. Por eso comercializamos lo natural», dice Laforge.

    En enero del 2013, Megasano comenzó como una iniciativa en Internet, donde los clientes realizaban sus pedidos. Los productos, según la especificación del cliente, se pueden entregar a domicilio o pueden ser retirados desde un punto de encuentro. A partir de marzo del 2014, decidieron ampliar su mercado e inauguraron un local en la av. de los Shyris y Gaspar de Villarroel (norte).

    40 proveedores trabajan con Megasano. El pago por sus productos es de manera inmediata y solo se encuentra a consignación aquello que se establecen por requerimiento de los productores. «Practicamos una política de precio justo con los proveedores. Nuestra ganancia no supera más del 35% del precio del producto», indica Duarte.

    Verónica Parra, propietaria de la microempresa Yananti, es una de sus proveedoras. Indica que se siente a gusto de las políticas de comercio justo que manejan, ya que le permiten desarrollar de manera positiva su emprendimiento.

    La facturación mensual de Megasano oscila entre USD 4 000 y 4 500 al mes. El 50% de sus ventas son por Internet y el resto en la tienda. Para las compras en Internet no se realiza el pago en el sitio web. La compra es directa o con transferencia bancaria y el costo del envío en Quito es USD 1,50. «Miércoles se cosechan las hortalizas y el jueves ya enviamos», dice Alexandra Duarte, administradora de Megasano.

    Sus principales clientes son personas menores de 30 años, vegetarianos y practicantes del yoga. Daniel Heredia, cliente de Megasano, señala que lo que más les gusta es la variedad y los bajos precios. «Uno piensa que porque es orgánico el producto es caro. Es todo lo contrario».

    Así también instituciones públicas y privadas solicitan sus servicios. Una escuela en Conocoto también solicita sus productos, por las normativas para brindar productos naturales a los niños.