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  • Esta cerveza se saborea en 4 provincias

    Bolívar Velasco

    Las fiestas populares fueron la locación ideal para medir el nivel de aceptación de las primeras variedades de cerveza artesanal que empezó a procesar Rolando Remache en Santo Domingo.

    Corría mediados del 2015 y esta cerveza se degustaba gratuitamente en medio de la algarabía de los transeúntes que presenciaban las comparsas de un desfile de esa ciudad. Ahí se ensayaba un estudio de mercado para saber cuál de las 11 variedades de esta bebida finalmente se quedarían en el mercado bajo la marca Triple.

    En las degustaciones tuvieron mayor peso la ‘blonde’, ‘stout’ y la ‘ipa’; se descartó por decisión de los mismos consumidores la de maíz que en realidad pretendía ser el producto novedoso de esta línea de cerveza artesanal.

    La gente no estaba familiarizada con una composición distinta a la clásica que contiene como ingredientes el lúpulo y la cebada.

    Por eso Remache se animó a potenciar las tres variedades aceptadas por el público y empezó a probar suerte con los 20 litros que procesaba a la semana para distribuirlas en bares de la urbe.

    La respuesta fue la esperada como la ocasión de las primeras degustaciones; eso lo llevó a incrementar su producción a 40 litros semanales.

    Todo fue tan rápido que la demanda subió como la espuma de la cerveza dice Rolando Remache al referirse a la aceptación que hoy tiene su producto en los dos años que lleva en el mercado.

    En la actualidad, la producción de la Triple es de 2000 litros mensuales. Estos se despachan en botellas de 330 milímetros para 25 puntos de comercialización en Quito, Latacunga, Tungurahua y Santo Domingo de los Tsáchilas.

    La idea de emprender con esta clase de bebidas surgió de los viajes que Remache hizo en el 2014 a Estados Unidos donde visitó varios bares que se especializan en venta de cerveza artesanal. Al siguiente año, al retornar al Ecuador, observó que en Quito empezaban a despegar negocios con esta línea y eso lo alentó a iniciarse como productor.

    En marzo del 2015 asistió a un curso de elaboración de cervezas artesanales que dictó en Riobamba el juez de cervezas Francisco Olachea. Remache le atribuye a este mexicano el haber pulido sus conocimientos y también el hecho de catar sus primeras variedades de cerveza que recibieron el visto bueno de este experto.

    No pensé encontrarme una persona que haga una cerveza buena, fueron las palabras de Olachea que alentaron aún más a este emprendedor.

    Los inicios de Remache con la cerveza Triple fueron con una inversión de USD 1 500 que le permitieron acondicionar un espacio en su casa, ubicada en la Cooperativa de Vivienda Santa Martha, en Santo Domingo.

    A mediados del 2015, cuando supo de la aceptación de su marca, inauguró una planta de 20 x 15 metros cuadrados en el kilómetro 54 de la vía Santo Domingo – Quevedo; invirtió USD 100 000 fruto de los ahorros familiares.

    Manuel Remache, padre de Rolando, cuenta que dentro de esas instalaciones aprovechan los acuíferos naturales para obtener el agua ara la producción.

    Este agrónomo cuenta que esto es una ventaja a la hora de procesar el producto debido a que llega al consumidor con un plus natural. El nombre de Triple tiene un sentido especial para su creador.

    Se debe a las letra R que llevan el nombre y apellido de él, sus tres hermanos y sus tres amigos que son parte de la promoción, procesamiento y distribución.

    Con este equipo de trabajo cada día trata de posicionar la marca y para eso se basa en sus conocimientos en marketing.

    Oriol Solano, encargado de la promoción, cuenta que en redes sociales manejan una intensa campaña que consiste en interactuar con el público, por ejemplo, a través de concursos.
    Se les pide un ‘like’ para la ‘fanpage’ y a continuación compartir un video. Esto les permite tener un diagnóstico de la aceptación y también hacer una suerte de posicionamiento de la marca.

    Rolando Remache, con apoyo de su familia, sacó al mercado su cerveza artesanal en Santo Domingo. Foto: Bolívar Velasco / LÍDERES
    Rolando Remache, con apoyo de su familia, sacó al mercado su cerveza artesanal en Santo Domingo. Foto: Bolívar Velasco / LÍDERES
  • La combinación de sabores posicionó a este helado caleño

    María Victoria Espinosa (I)

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    La combinación de sabores ácidos y dulces en un helado, hizo que Cholados se posicionara en el mercado de Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Este negocio se fundó en el 2013, con un producto de Cali, Colombia. Xavier Benalcázar, el propietario, asegura que en un principio la meta fue enfocarse en la colonia colombiana, que vive en la ciudad. Pero rápidamente el producto tuvo aceptación, especialmente en estudiantes.

    Un cholado está compuesto de una capa de escarcha de hielo, frutas tropicales, leche condensada, chocolate en polvo, helado y un aderezo como chispas de chocolate, una cereza, entre otros, que elige el cliente.

    Pero el toque especial es un extracto de taxo o maracuyá, que al combinarse con la leche condensada causa en el paladar un sabor agridulce. “En Cali se venden cholados en cada esquina. Eso nos dio ánimo para creer que aquí también se vendería”.

    Benalcázar y su esposa Lorena Chamorro obtuvieron la receta de un familiar colombiano. Pero les tomó casi dos meses encontrar la fórmula exacta. Ellos elaboran la leche condensada y la miel para lograr el sabor dulce.

    Chamorro reconoce que al principio no fue fácil que el negocio despuntara porque las personas no conocían los productos que ofertaban como el cholado, salpicón con queso, batidos y jugos con combinaciones de frutas dulces y ácidas. Por eso decidieron comprar un remolque para promocionar el producto en las fiestas de provincialización del 2013. “Les brindábamos muestras gratis. Lo probaban y luego empezaron a comprarnos“.

    Al principio, las ventas eran de entre USD 30 y USD 50, los fines de semana. Chamorro recuerda que en varias ocasiones se desanimaron porque llegaba poca clientela. “Una vez cerramos porque no venía gente. Pero luego empezaron a buscarnos hasta en las redes sociales”.

    Desde hace dos años, las ventas se han mantenido en USD 200 y USD 300 los sábados y domingos. Entre semana las ventas bajan a USD 100. “La acogida que tuvimos nos motivó a abrir nuevos locales en lugares cercanos a colegios”, señala Chamorro.

    Los emprendedores ofrecen un cholado estudiantil, que cuesta USD 1. Los venden a los jóvenes que llevan uniforme. Los demás clientes encuentran cholados y batidos desde USD 1,50 hasta USD 5, para tres personas.

    En la actualidad el negocio tiene cinco locales. Tres en Santo Domingo, uno en La Concordia y otro en El Carmen. En cada negocio se ha invertido entre USD 6 000 y 7 000 en refrigeradoras, máquinas para escarchar el hielo, mesas, sillas, entre otros.

    Mariana Zambrano es cliente de Cholados desde hace dos años. Ella viajaba con sus tres hijos desde El Carmen para degustar de los helados. “El dulce se contrasta con la fruta que siempre es fresca”.

    Para Benalcázar el éxito del negocio se debe a que en los cinco locales se mantienen los mismos estándares de calidad. “Estamos pendientes de que los productos estén en buen estado siempre y de que la atención sea buena“.

    El negocio familiar se inició con dos empleados, que se encargaban de preparar los cholados y atender a los clientes. Pero durante los últimos tres años debieron contratar a ocho más. “Pensamos en empezar a vender franquicias. Pero primero queremos consolidar la marca en las provincias cercanas”.

    Los emprendedores Lorena Chamorro y Xavier Benalcázar abrieron el primer local de Cholados en el 2013. Ahora tienen cinco sucursales más cerca de colegios y en el centro de la ciudad. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    Los emprendedores Lorena Chamorro y Xavier Benalcázar abrieron el primer local de Cholados en el 2013. Ahora tienen cinco sucursales más cerca de colegios y en el centro de la ciudad. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • 162 artesanos visten a escolares y ejecutivos

    Bolívar Velasco (I) Redacción Santo Domingo / LÍDERES

    Desde hace dos años, el trabajo de los artesanos en sastrería no se ha detenido. Los contratos que 162 de ellos mantienen con el Estado a través del programa Hilando el Desarrollo los mantiene ocupados casi todo el año. Se encargan de elaborar la indumentaria escolar y, por contratos adicionales, realizan uniformes para empresas públicas y privadas de Santo Domingo.

    Los sastres se preparan desde noviembre para confeccionar 51 000 kits de uniformes para los estudiantes de Educación Inicial y Básica de la provincia Tsáchila.

    Las dos paradas compuestas por pantalón, falda gabardina, camisetas, busos y calentadores deben estar listos en 45 días y entregarse en marzo, sin falta.

    Cuando este período finaliza ingresan a la feria de uniformes que, desde mayo del 2013, se realiza en la parte baja del Cabildo local, donde los costos son a precio de fábrica para los padres de familia.

    La siguiente temporada para los artesanos arranca en julio y agosto. Entonces, emprenden en la venta de uniformes deportivos para empresas y planteles educativos que dinamizan al sector con las jornadas de juegos internos.

    En Santo Domingo las empresas que agrupan a los artesanos son Asoilán, Nueva Era y la Asociación Textil Artesanal Tsáchila. Esta última es la pionera en la elaboración de los uniformes con un universo de 62 integrantes. Su presidente Marcelo Martínez señala que los contratos a gran escala les permitieron crecer y salir de la era en la que solo se reducían a recibir obras menores, que no les generaban gran utilidad.

    Pero también abrieron espacio para nuevas fuentes de trabajo. Cada artesano contrata en promedio a cinco operarios. Hasta el año pasado se les pagaba el salario básico unificado de USD 340 o recibían un sueldo por obras del día.

    Los profesionales de la textilería obtienen una utilidad de USD 4 000 a USD 5 000 cada uno en temporada alta de trabajo. El contrato que el año pasado se estableció con el programa Hilando el Desarrollo fue de alrededor de USD 1,2 millones por la elaboración de los uniformes para 30 planteles educativos.

    Martínez señala que el Instituto de Economía Popular y Solidaria es un pilar fundamental para su desarrollo. La entidad los apoya en la logística y en la organización que se necesita, por ejemplo, para la feria del uniforme.

    La Universidad Tecnológica Equinoccial y el Ministerio de Inclusión Económica y Social también los ayuda en capacitación, asociatividad y cursos de informática, que ayudan a los artesanos formalizar sus actividades ante el SRI.

    El crecimiento

    Inversiones. A medida que los ingresos de los artesanos crecieron ellos también adquirieron nuevas maquinarias. Ahora, tienen en sus talleres máquinas industriales de overload, costura recta, recubridora, ojaladora…

    Los proveedores. Quien les provee de materia prima es la Asociación de Industriales Textileros y compañías independientes, como Textiles del Valle. Estas empresas dotan de tela jersey, gabardina y fleece perchado.

    Los alumnos. El número de beneficiados creció desde el 2010. Entonces se entregaron uniformes a 20 182 estudiantes. La inversión ese año fue de USD 415 750 en Santo Domingo.