Etiqueta: semillas

  • Ellas elaboran bisutería con lana y semillas

    Mayra Pacheco

    Relacionadas

    Creer que las prendas tejidas son aptas solo para los días fríos, ahora no resulta tan cierto. Desde hace cuatro años, Luna Escarlata implementa la técnica del tejido para elaborar bisutería y apliques para prendas de vestir o accesorios que se pueden usar todo el año, sin importar el clima.

    La experiencia de casi 40 años usando el croché o los agujones permitió que las hermanas Margarita Lobato y Olga Lovato innoven en el arte del tejido. Al fin ambas -exceptuando el apellido por cuestiones administrativas- tienen mucho en común: tejen desde que eran jóvenes. Su fuente de inspiración fue su madre.

    Margarita recuerda que su mamá, Manuela Chulca, les confeccionaba la ropa sin emplear ninguna máquina. Sus únicas herramientas eran la tela, el hilo, la aguja y sus manos.
    Esto motivó a estas hermanas a involucrarse en esta actividad desde muy jóvenes. Lo que al principio fue una afición se convirtió en un emprendimiento que involucró a otros miembros de la familia. A Luna Escarlata se incorporaron Katherine y Verónica Haro, hijas de Olga.

    Este grupo de mujeres tejedoras se ha capacitado para elaborar aretes, collares, anillos, pulseras, gargantillas y apliques para bolsos y blusas. Todos hechos totalmente a mano con lana y croché.

    Aparte cada modelo que diseñan es único. Para confeccionar estos accesorios, las socias de Luna Escarlata toman en cuenta las preferencias de sus clientes. Esto permite ofrecer un servicio personalizado.

    Como materia prima se emplea, principalmente, lana sintética y de algodón. Estos productos se adquieren en el almacén Conson, en el Centro Histórico de Quito. La compra se hace cada quince días o una vez al mes. En esto se invierte alrededor de USD 15.

    La fina lana permite que Margarita, Olga, Katherine y Verónica tejan objetos casi diminutos y de formas diversas. Elaboran flores, mariposas, espirales, círculos. El modelo de la puntada sale de su imaginación y de algunas revistas especializadas en este tipo de arte.

    El costo de estos accesorios tejidos a mano es desde USD 1 un par de aretes hasta juegos de gargantillas y aretes en 15. En promedio, al año facturan USD 1 800.

    Además, de la lana, algunos modelos de esta bisutería incluyen semillas de sambo, achira, huairuro, corteza de coco y otros. Así se trata de fomentar el reciclaje. “Nosotras queremos rescatar lo tradicional. No creemos que todo debe ser industrializado. De esta manera cuidamos el planeta”, menciona Olga Lovato.

    Los apliques de lana que se colocan en los bolsos y en las blusas, en cambio, van sobrepuestos sobre prendas de tela. En estos artículos el valor se establece según la talla, el tamaño y el diseño solicitado.

    Las artesanas de Luna Escarlata están en condiciones de recibir pedidos al por mayor y por menor. Cuando se trata de un accesorio el tiempo estimado de entrega son dos días. Y si se tratan de cantidades más grandes, se llega a acuerdos con los clientes para tener a tiempo los productos.

    Hasta ahora, en los pedidos por mayor no han tenido complicaciones. Luna Escarlata ha participado en la elaboración de pulseras para la campaña presidencial de Cynthia Viteri, en el 2006. Entonces trabajaron con mullos en colores amarillo, azul y rojo.

    La experiencia más reciente fue en febrero del presente año. Este último pedido consistió en elaborar unas mallas tejidas para decorar unos centros de mesa para un matrimonio. Fueron 300 de estas unidades. Cada una costó USD 3, por la mano de obra.

    Paula Weiss, quien contrató este servicio, comenta que el producto fue fin al sorprendió a los invitados del matrimonio. Era una idea innovadora y de alta calidad.

    Además, Weiss destaca que a diferencia de otras tiendas con Luna Escarlata tiene la posibilidad de participar del proceso de elaboración y sugerir ideas. “Esto no es usual en otros sitios”.

    Por esto, Weiss menciona que cada vez que tiene un evento especial o compromiso acude donde las hermanas Margarita y Olga para escoger algún tejido como regalo para el homenajeado. Ella considera que este tipo de detalles son únicos y especiales.

    Katherine Haro (izq.), Olga Lovato y Margarita Lobato realizan diseños personalizados para sus clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Katherine Haro (izq.), Olga Lovato y Margarita Lobato realizan diseños personalizados para sus clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Ella elabora bisutería con semillas de aguacate

    Mayra Pacheco

    Relacionadas

    Las semillas de los aguacates, consideradas para muchas personas como desechos, adquieren un valor adicional en las manos de Ann Formeller, propietaria de Avocado Seed Jewelry.

    Desde hace cuatro años, esta mujer de doble nacionalidad: estadounidense y ecuatoriana diseña con estos productos collares, aretes, pulseras, dijes y llaveros.

    La inversión inicial para este emprendimiento fue de USD 500. Se invirtió principalmente en herramientas y materiales extras, porque las semillas de aguacate casi no le representan costos.

    La materia prima para elaborar este tipo de joyería se obtiene, mientras Formeller, de 56 años, prepara recetas que incluyen este fruto típico de las zonas cálidas de Ecuador. Ella hace guacamole, ensaladas y otras preparaciones, pero jamás desecha las semillas. Incluso acepta las pepas que le obsequian sus vecinos, propietarios de restaurantes y amigos.

    En estas semillas frescas, Formeller realiza cortes con una navaja. Estos pedazos conservan, en parte, la forma natural de las pepas. Tras este procedimiento que se realiza antes de que la materia prima se seque, se obtienen figuras en formas de corazones, gotas, círculos, óvalos, triángulos, cuadrados, medias lunas y más. Y de ahí se arma de paciencia.

    Para poder manipular las piezas talladas en las semillas de aguacate, esta artesana debe esperar al menos cinco meses. Transcurrido este tiempo las pequeñas figuras se vuelven rígidas y tienen una textura parecida a la madera.

    Sobre estos pedazos de semillas de aguacate, Formeller talla con un aparato especial motivos alusivos a las culturas indígenas ecuatorianas, animales de las Islas Galápagos, flores. Estos dibujos son pintados y, luego se coloca una capa de barniz no tóxico para proteger el diseño de la pieza.

    Para darle el toque final a estas joyas se incluye cintas, cuero, piezas metálicas bañadas en plata y otros materiales para que sus diseños sean funcionales para sus consumidoras. Además, esta bisutería hecha, principalmente, con materia orgánica, va dentro de una caja elaborada con otra fibra natural: la cabuya.

    La encargada de hacer las envolturas para estas joyas es Cecilia Pérez, de 50 años. Esta artesa hace estos paquetes en formas de caja y de sobre para complementar así el trabajo de Formeller. Estos productos se hacen totalmente a mano. Para esto se usa la fibra natural, resinas y gomas biodegradables. El costo de estas se incluye en el precio final de la bisutería.
    En el proceso de elaboración de los diseños de Avocado Seed Jewelry participan en total cinco personas, incluido un joyero.

    Esta bisutería se entrega bajo pedido, pero también los clientes pueden encontrar las piezas de Avocado Seed Jewelry en ferias artesanales, en Casa Raíz, ubicada en Rumihuaico, en Tumbaco; en la Fundación Conservación y Desarrollo, en el sector de La Concepción; en tiendas del aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela; y en Angelique Galería, en Santa Cruz, en las Islas Galápagos.

    Aparte las personas interesadas pueden adquirir estas joyas en el taller de Formeller, ubicado en las calles Gonzalo de Vera, casa 574 y Gonzalo Díaz de Pineda, en la parroquia de Tumbaco.

    Los diseños de Avocado Seed Jewelry son minimalistas. En estos priman los tonos marrones. Pero también se dispone de motivos que son réplicas en miniatura de los aguacates. Los costos de estas piezas van entre USD 2 y 45,90.

    En Santa Cruz-Galápagos, los diseños de Formeller han tenido gran acogida. Los turistas aprecian que estas joyas tengan motivos alusivos a las islas y además que en estas se emplee material reciclado, comenta Angelique Darling, propietaria de la tienda Angelique Galería. “Son piezas son muy lindas y originales. La gente valora la creatividad”.

    Por las características de estos productos, en esta zona turística las personas han pagado, sin problema, entre USD 12 y 18 por un juego hecho con semillas.

    El trabajo que ha realizado Formeller en este tiempo le ha permitido facturar alrededor de USD 1 000. Pero tiene expectativa por abrir nuevos mercados o adquirir un local propio en una zona con alto tránsito de turistas nacionales y extranjeros como por ejemplo, la terminal aérea de Quito.

    Formeller rescata que a diferencia de la joyería tradicional, en la elaboración de los diseños de Avocado Seed Jewelry la materia prima se obtiene de manera natural. En este emprendimiento no se trabaja en minas ni en condiciones precarias.

    Para darle forma a la bisutería, después de degustar este fruto en alguna comida, a las semillas de aguacate solo se les retira los restos del fruto y se remueve una cáscara oscura que recubre la pepa para empezar a hacer los cortes en este producto. Esto es lo único que ella desecha. La cobertura del exterior también la conserva para hacer papel para tarjetería.

    El proceso de elaboración de joyas con semillas es relativamente fácil, por eso esta artista que aún mantiene su acento extranjero no tiene complicaciones para enseñar a otras personas su técnica. Para ella el idioma no es una limitación. Formeller vive ya en el país desde hace más de 20 años y su español es fluido.

    Los talleres se realizan en su vivienda ubicada en Tumbaco. Los horarios se establecen en acuerdo con las interesadas. Cada hora de curso cuesta USD 5. Además, la artesana proporciona los materiales básicos. El tiempo de aprendizaje depende de cada persona. Para mayor información se pueden comunicar al 099 105 0525.

    A la final, el diseño definitivo de una joya hecha con semilla de aguacate depende de la creatividad de cada artista. No se pueden hacer juegos en serie, porque la labor es manual en todo el proceso. En promedio, un juego de bisutería se podría diseñar en un par de días, siempre y cuando se tenga ya las semillas secas en su totalidad.

    Las pepas de los aguacates son la materia prima de esta artista. Con esto  elabora figuras diversas para formar aretes, pulseras, cadenas, y llaveros. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
    Las pepas de los aguacates son la materia prima de esta artista. Con esto elabora figuras diversas para formar aretes, pulseras, cadenas, y llaveros. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Helados cautivan con semillas andinas

    Washington Benalcázar

    Relacionadas

    Los helados no solo deben ser refrescantes. También deben ser deliciosos y nutritivos.
    Bajo esa premisa, Edwin Patricio Campués Calcán, de 38 años, instaló la heladería Esencia Andina, que ofrece mantecados de quinua, amaranto, chaguarmishqui, linaza, zapallo, sambo, guarango…

    Los singulares ingredientes, típicos de la cocina tradicional indígena de la Serranía, atraen a los clientes a los locales ubicados en los cantones Cayambe y Tabacundo, en el norte de Pichincha.

    Una de ellas es Rosario Guaña, que desde la primera vez que probó los refrescantes bocadillos, hace cinco años, quedó fascinada.

    La comerciante aprovecha su tiempo libre para refrescarse con un heladito, cada día. Ella comenta que sus preferidos son los que tienen sabor de haba o de mora.

    Según Guaña, a diferencia de los típicos que tienen colorantes y sabores artificiales, los helados de Esencia Andina le alimentan.

    El emprendimiento comenzó hace 19 años. Campués y su esposa, Nancy Cabascango, decidieron dedicarse a la venta de estas frías golosinas. Pero querían ofrecer algo diferente. De esta manera decidieron sacar al mercado los mantecados nutritivos. Ese es el valor agregado.

    La iniciativa fue la tabla de salvación de la familia, luego que Edwin Campués fuera despedido del almacén de repuestos en donde trabajaba, en Quito.

    Por ese entones, la pareja tenía dos hijos. Ahora tiene seis.

    Con los 600 000 sucres que recibió de liquidación compraron un congelador, una licuadora, cinco litros de leche y las semillas andinas para elaborar los helados.

    En un cochecito con el que recorrían las calles del centro de Cayambe la pareja inició el negocio. Ahí pusieron en práctica las destrezas que habían adquirido en casa produciendo postres, con ingredientes tradicionales, para alimentar a sus pequeños.

    Nancy Cabascango rememora que así lograron reintroducir en la dieta familiar productos ricos en nutrientes, como la quinua y el amaranto, que sus hijos y sobrinos iban dejando de lado, poco a poco.

    Los helados nutritivos, elaborados con productos tradicionales andinos, tuvieron buena acogida.

    El floreciente negocio les permitió primero arrendar un local en el Mercado Municipal de Cayambe. Luego lo compraron.

    La heladería funciona en el segundo piso, en el local B-017. Ahí, Nancy Cabascango atiende junto a una de sus hijas, de lunes a domingo, de 09:00 a 18:00.

    Luego abrieron una sucursal, que está ubicada en La Y de Tabacundo, a la orilla de la vía Panamericana, junto a la estación de combustibles. En ese lugar, Edwin Campués y su hijo Jefferson, de 16 años, atienden la demanda de los golosos de martes a domingo, de 07:00 a 19:00.

    En los últimos años, el abanico de sabores creció a 22. Los que tienen mayor preferencia son los de quinua, amaranto y mora.

    Cada helado cuesta USD 1,25. Pero si el cliente escoge de dos o más sabores, por cada uno se cobra USD 1. Eso les garantiza ventas de USD 150 diarios.

    Campués, nativo de la parroquia Olmedo, de Cayambe, asegura que el proceso se inicia con la adquisición de las semillas.

    “Compramos los productos agroecológicos de la zona directamente a los campesinos”.
    Luego la materia prima es procesada. Los alimentos como la quinua y el arroz de cebada se trituran en molinos de piedra y se procesan en cocinas de leña. “Eso les da un sabor más delicioso. La idea es que no solo tengan elementos tradicionales, sino que se elabore a la vieja usanza”, explica el emprendedor.

    Se trata de procedimientos que han sido heredados de los pueblos ancestrales. El chaguarmishqui, por ejemplo, se extrae haciendo una perforación en la parte baja del tallo de los pencos de cabuya.

    La savia aflora como un jugo oscuro de sabor dulce, que se cuece con el arroz de cebada. Finalmente el elixir ingresa al congelador.

    Los fabricantes aseguran que el helado de chaguarmishqui es ideal para personas que sufren osteoporosis. También -comentan- previenen la inflamación de la próstata y ayuda a disipar las vías respiratorias congestionadas.

    Esencia Andina está innovando permanentemente los sabores. Quizá por eso sus productos han sido recogidos en varios textos sobre ‘huecas’ tradicionales de la Sierra Norte del país.

    Edwin Campués  es el fundador de este emprendimiento. Él cuenta con la ayuda de su esposa e hijos. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Edwin Campués es el fundador de este emprendimiento. Él cuenta con la ayuda de su esposa e hijos. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Las semillas pasan por una transición

    Sofía Ramirez

    Relacionadas

    La producción de semillas en Ecuador, desde el 2013 hasta el 2015, presentó un incremento del 76% según datos del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).

    El incremento se dio porque esta entidad estatal produjo semilla certificada de arroz, maíz suave, maíz duro, papa y fréjol a través de programas en los que se incentivaron mejores prácticas de producción agrícola.

    No obstante, la proyección en producción para este año -en relación al 2015- se reducirá en un 39,5%. Esto porque el Iniap se enfocará en mejorar el rendimiento de las semillas básicas y registradas, señala Juan Manuel Domínguez, director general del Iniap.

    En el país -de acuerdo con la Ley de Semillas vigente- se producen las siguientes categorías de semillas: genética, básica, registrada, certificada y común. En esta clasificación se toma en cuenta el origen, la calidad y la generación a la que correspondan.

    Las tres primeras categorías (genética, básica, registrada) son gestionadas por el Iniap y personas naturales y jurídicas autorizadas por el Ministerio de Agricultura (Magap); mientras que las semillas certificadas tiene un fin comercial con miras a obtener mayor rendimiento. Son utilizadas, principalmente por la agroindustria.

    Según Domínguez, los agricultores que usan las semillas genéticas, básicas y registradas han aumentado su productividad en un 48% entre 2013 y 2015.

    En los últimos cinco años el Magap desarrolló programas para mejorar el sistema de producción de semillas. La entrega de kits, que incluyen agroquímicos y fertilizantes, más las capacitaciones a agricultores denominados “semillaristas” ayudó a mejorar las técnicas de producción. El programa llamado Plan Semilla acoge a 45 asociaciones a escala nacional y agricultores individuales. El Magap invierte en el plan entre USD 25 y 30 millones al año.

    Javier Ponce, ministro de Agricultura, explica que este año para el cultivo de invierno de maíz duro y arroz, se planteará la introducción de insumos orgánicos: “es la primera experiencia de vinculación entre insumos orgánicos con algunos químicos”.

    Pese a que el país ha mejorado la capacidad de producción de semillas, todavía se importan hortalizas y maíz duro, desde México, Brasil y Bolivia.

    Pero la producción de semillas con la ayuda de agroquímicos no es la única opción en el país. Esto porque la producción agroecológica -que se refiere al tratamiento de semillas sin uso de pesticidas o químicos- también es una práctica común en el campo.

    La Red de Guardianes de la Semilla trabaja en el país desde el 2002. En 15 provincias del país, su principal labor es conectar la producción agroecológica de semillas, que se refiere al tratamiento de cultivo sin químicos, con las familias del campo, explica Javier Carrera, coordinador de Gestión Social de la organización.

    Aunque la red no lleva un censo específico de producción, calculan que unas 100 familias trabajan con ellos hasta la fecha.

    En su tarea la red toma en cuenta las semillas con referencia de 5 100 especies. Estas se derivan a decenas o cientos de propiedades distintas: “por ejemplo puede haber diferentes variedades de semillas de plantas medicinales, hortalizas, maíz, arroz entre otros”, dice Carrera.

    En las ‘chacras’ o parcelas de tierra de los campesinos o familias, que optan por la agricultura ecológica, el rendimiento de la semilla no se guía en función de una producción masiva, sino por la calidad del alimento en base a nutrientes y vitaminas.

    El proceso de producción de semilla puede durar hasta cuatro años, período en el que se selecciona el insumo hasta obtener algunas variedades, con características como óptima resistencia, y calidad.

    Además, el valor agregado de la producción agroecológica es que con esta práctica en la que no se utilizan insumos químicos, las semillas se adaptan a los microclimas de sus territorios. También se rescatan semillas que están desapareciendo, como la jícama (una raíz que produce un alimento similar al nabo), menciona Javier Carrera.

    Pero las semillas en el Ecuador también están en medio de un debate. En el 2012, la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa) presentó un proyecto de ley, que a la fecha está en consulta prelegislativa. Los puntos fuertes del proyecto son la obligatoriedad de semillas certificadas, o el ingreso de este insumo transgénico, entre otros. Ana Bravo, investigadora social de la Universidad Andina Simón Bolívar, indica que estos puntos deben debatirse con el sector de los campesinos.

    El Magap en cambio tiene sus observaciones. Por un lado, asegura que se fortalecerá la soberanía alimentaria, en miras al desarrollo de la agroecología. Pero también le preocupa la llegada de semillas transgénicas para el consumo humano. La opción es trabajar en más investigación.

    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla
    La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
  • Los cafetales registran cifras récord

    Redacción Guayaquil  (I) redacción@revistalideres.ec

    El rendimiento de las plantaciones de café del Ecuador experimenta un incremento sostenido. Es el resultado, en parte, de la introducción de semillas mejoradas del grano.

    La nueva semilla empezó a probarse en los cafetales del país hace dos años y ahora comienzan a verse los resultados. Estos se traducen en un incremento de la producción de las plantas.

    En el 2014, el país produjo alrededor de 600 000 quintales de 60 kilos de café, según información de la Asociación Nacional de Exportadores de Café del Ecuador (Anecafé). No existen datos actualizados sobre la extensión de los cultivos de café, pero de acuerdo a datos del Sistema de Información Nacional de Agricultura, del Ministerio de Agricultura y Ganadería (Magap), en el país había hasta el 2012 alrededor de 193 000 hectáreas (ha) sembradas. El 32% de esos cultivos se concentraba en tierras de la provincia de Manabí, y el 14% en la sureña provincia de Loja, según Anecafé.

    El Ministerio de Agricultura reportó que la producción de los cafetales creció, luego de tres años de la incorporación de esta semilla traída de Brasil. El rendimiento pasó de un promedio de cinco quintales por ha, a unos 30 quintales por ha, de la variedad arábiga, que significa alrededor del 75% de las tierras sembradas.

    En la planta de la firma Café Conquistador se tuesta y empaca el producto para su venta en supermercados con marca propia y con marca blanca, para otros comercializadores del país. Foto: Archivo Gabriel Proaño/ LÍDERES
    En la planta de la firma Café Conquistador se tuesta y empaca el producto para su venta en supermercados con marca propia y con marca blanca, para otros comercializadores del país. Foto: Archivo Gabriel Proaño/ LÍDERES

    La cosecha de café empezó este mes, en las zonas cultivadas del país. “Este incremento es el resultado de la siembra de semilla de Brasil entregada a los productores ecuatorianos, hace dos años por el Magap, a través de su proyecto Reactivación de Café y Cacao Nacional Fino de Aroma”, explicó Javier Villacís, gerente de esta iniciativa. Según el funcionario, la producción de 30 quintales por hectárea es un cifra récord, que a su criterio ha permitido al sector dar un salto tecnológico de más de 20 años de investigación. Con la semilla importada de Brasil fueron sembradas 43 373 ha de café arábigo, según el Magap.

    En el país, alrededor de 67 500 familias viven del cultivo del café.

    Aunque el rendimiento de las fincas cafetaleras creció, la industria que procesa el aromático producto requiere más de la variedad robusta, para la preparación del popular café soluble. En Ecuador, sin embargo, se cultivan alrededor de 68 000 ha de esta variedad, lo que obliga a la industria a importar.

    Las provincias de Santa Elena y Guayas, en el Litoral; y las amazónicas Orellana y Sucumbíos concentran los cultivos de café robusta, por su similitud de suelo y clima. El caficultor Rodolfo Torres, miembro de la Asociación Las Riveras, del cantón Balao (Guayas) menciona que, aunque el café robusta permite mayores ganancias por quintal, su cultivo demanda de más cuidados. Torres posee tres ha cultivadas, desde hace 12 años. “La producción la comercializo a una planta procesadora de Guayaquil, que cada año demanda más producto”.

    El Magap ejecuta también un plan de incentivos para los cultivadores de café robusta, con la intención de incrementar la oferta y sustituir la importación. El incentivo está destinado al establecimiento de cultivos nuevos.

    El país importa un promedio de 1,3 millones de quintales de café, de la variedad robusta, para cubrir la demanda de las firmas procesadoras del grano. Juan Carlos Núñez, director comercial de Café Conquistador, firma que procesa café bajo el mismo nombre y también marcas blancas para otras empresas del sector, indica que su materia prima la compra a fincas cafetaleras de las provincias de El Oro y Loja. El empresario manifiesta que solo procesa café nacional, pero considera que se requiere incrementar la producción para abastecer la demanda de la industria.

    Villacís, gerente del proyecto de reactivación del grano, explica que las semillas importadas poseen un elevado potencial genético que mejora la productividad. Las semillas introducidas fueron sembradas en todo el país, con excepción de Galápagos.

    Para el Magap, junto con el incremento del rendimiento, también está mejorando el proceso de comercialización del café. Villacís puso de ejemplo a los cafetaleros de Manabí, provincia que resultó afectada por el terremoto del pasado 16 de abril. “En Manabí, con una cosecha selectiva del grano maduro, se ha conseguido que se supere la intermediación, que hizo decaer la calidad del café ecuatoriano”, explicó.

    En la planta de la firma Café Conquistador se tuesta y empaca el producto para su venta en supermercados con marca propia y con marca blanca, para otros comercializadores del país. Foto: Archivo Gabriel Proaño/ LÍDERES
    En la planta de la firma Café Conquistador se tuesta y empaca el producto para su venta en supermercados con marca propia y con marca blanca, para otros comercializadores del país. Foto: Archivo Gabriel Proaño/ LÍDERES
  • Los collares se elaboran con las semillas

    José Luis Rosales  (F)
    Contenido Intercultural

    Relacionadas

    Diana Anrango Ponce y Elena Anangonó Suárez le apostaron a la bisutería como una alternativa de negocios. Hace cuatro años, las emprendedoras aprendieron las técnicas para elaborar collares, aretes y pulseras, con semillas y mullos.

    Esto les permitió abandonar los empleos temporales que conseguían en la siembra o cosecha de maíz, fréjol, caña de azúcar, etc. La iniciativa surgió luego de varios talleres, entre ellos uno de manualidades, que ofreció la Junta Parroquial de Salinas, del cantón Ibarra, en Imbabura.

    Este es uno de los negocios que han florecido en esta localidad afro de 1 935 habitantes, situada en el valle del Chota. La mayoría gracias al turismo, con la llegada del tren.
    Cuando empezaron a entretejer las cortezas vegetales, ‘no tenían ni idea’ de cómo se confeccionaban estos accesorios.

    Anangonó, afrodescendiente de 46 años, rememora que a la mayoría de las 40 mujeres que fueron capacitadas en bisutería no les interesó esta línea artesanal. Sin embargo, con Anrango encontró afinidad para abrir este negocio. Cada una instaló un taller en su casa. Ahí, junto con sus hijos confeccionan estos coloridos y vistosos adornos. Anrango tiene dos hijos y Anangonó, tres.

    El emprendimiento se tornó prácticamente familiar. Incluso, el nombre de la marca Diel lleva las dos primeras iniciales de Diana y Elena, por sugerencia de la familia. Los primeros materiales y herramientas para empezar la producción en serie fueron entregados, al final del primer curso de formación, por la Fundación Codespa, que les auspició.

    La microempresa ha ido creciendo paulatinamente. Los primeros clientes fueron las vecinas de la parroquia. Incluso, comentan, entre risas, que les vendían a crédito. Diel fue reconocida con una de las 23 mejores iniciativas del Programa Imbabura Diversa y Productiva 2014, impulsada por la Prefectura de esta provincia.

    El premio fueron USD 3 000. El dinero lo destinaron al fortalecimiento del taller de bisutería.
    También a la capacitación para mejorar el diseño de los productos. Además, adquirieron materia prima y herramientas.

    Pero quizás una de las alternativas para mejorar las ventas fue la publicación del catálogo de artesanías y bisutería Creaciones Diel, que se presentó el fin de año. En este material impreso se destacan variedades de collares, con nombres sugerentes como Pasión, Diana, Cielo, Catalina, etc.

    Este último es una gargantilla, de color rojo y azul, tejido en piedras, cocos y mullos.
    Lucía Cerón, técnica de la Prefectura, explica que para darle un toque de sobriedad las joyas artesanales llevan etiquetas y tarjetas.

    También dice que una de las particularidades de esta marca es el uso de semillas de tagua, pambil, mandarina, sandía, melón, camochiche, bisola, azait, acacia, fréjol, san pedro, guairuro, naranja y mandarina.

    Igualmente, destaca los innovadores diseños que van surgiendo. La mayoría son elaborados con diferentes tipos de tejido y con cortezas, mullos e hilos de nailon. El catálogo fue presentado con un desfile de modelos. Jóvenes de esta parroquia lucieron la variedad de collares de semillas, mullos y combinados.

    Con un tono de orgullo, Anangonó comenta que no es la primera vez que las Creaciones Diel han subido a la pasarela. Anteriormente, incluso, fueron el complemento de la colección de ropa denominada Coangue, Glamour y Color, de la artista afroecuatoriana Alicia Villalba.

    Estas prendas étnicas fueron parte del desfile de modas Tendencias Imbabura 2015. Curiosamente, Villalba fue la primera capacitadora de las emprendedoras.
    Las creaciones de Diel se venden en la Tienda del Tren, en la Estación de Salinas. Ahí ofrecen sus artículos a los turistas.

    Anrango comenta que los collares elaborados con semillas naturales cautivan a los extranjeros. Mientras que los mullos sintéticos, a los ecuatorianos. El próximo objetivo es impulsar las ventas por catálogo. La idea es contar con vendedoras en varias ciudades del Ecuador.

    una de las particularidades de esta marca es el uso de semillas de tagua, pambil, mandarina, sandía, melón, camochiche, bisola,
    una de las particularidades de esta marca es el uso de semillas de tagua, pambil, mandarina, sandía, melón, camochiche, bisola,
  • Semillas y granos se convierte en ‘snacks’

    Redacción Quito

    Las frituras de soja, pepas de sambo, camote y remolacha… son sembrados, cosechados y procesados por Mariana Chicaiza y su esposo Plácido Cunalata. Ellos comercializan sus productos con la marca Los Girasoles, una microempresa que esta pareja creó hace una década, en la capital.

    Chicaiza y Cunalata tienen un huerto en el sector de Guápulo (noreste de Quito), allí tienen cerca de 1 000 m² de tierra en donde siembran los granos y diferentes tipos de verduras que son la materia prima de sus productos.

    En un inicio, a Chicaiza se le ocurrió vender soja frita. “Es un refrigerio ideal para las personas que salen de paseo o se van de caminata, por ser un alimento sano y rico en proteínas”, cuenta.

    Poco después, comenzó a producir garbanzo frito. Cada producto es preparado el día anterior en su propia casa, luego se empacan las frituras en fundas de 200 gramos, que vende en USD 0,50 cada una. También oferta maíz tostado, pepas de sambo y habas fritas, al mismo precio.

    Para inicios de este año comenzó a vender un ‘snak’ diferente: las frituras de camote y remolacha. “Siempre experimentamos con nuevos productos, al inicio no sabia cómo preparar la remolacha frita, pero con el tiempo encontré la receta”, comenta Chicaiza y recuerda que la Agencia Metropolitana de Promoción Económica ConQuito le facilitó un sistema de riego por goteo para su huerto. “Con eso pude mejorar mi producto e incrementar mi producción”, agrega.

    Aparte de las frituras, en Los Girasoles también se ofrecen canastas ecológicas, en precios que varían de acuerdo con los pedidos de los clientes. Estas cuentan con siete variedades de lechuga, cebolla puerro, tomate, rábano de dos variedades, y huevos de codorniz, que crían en su propia granja.

    El precio de los huevos de codorniz es de USD 1,35 por cada 20 unidades, mientras que el de las canastas ecológicas oscila entre los USD 5 y los 10. Cada mes, como resultado de las ventas de todos estos productos, Los Girasoles percibe hasta USD 500.

    La venta de estos productos es rotativa. Los viernes en la mañana, esta micro levanta una carpa en los estacionamientos de ConQuito (sur); los sábados, abre un quiosco en el parque La Carolina y en el Itchimbía. Adicionalmente, entrega productos bajo pedido.

    Andrea Parra es fiel clienta de Los Girasoles y compra maní enconfitado y soja frita. “Son mi refrigerio de los viernes, es un producto limpio y bien preparado. Además el precio es muy bueno”.

  • La Espol afronta el reto de los transgénicos

    Redacción Guayaquil

    Hablar de transgénicos levanta diferentes opiniones. No obstante, plantear su utilidad y las ventajas de desarrollar organismos que puedan resistir plagas o que mejoren la calidad de un producto, es el desafío que los centros de investigación toman en sus manos.

    La Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) desarrolló una sesión de trabajo en la que se trató el tema de los transgénicos, su legislación y los resultados de las investigaciones que sobre el tema realiza el Centro de Investigaciones Biotecnológicas del Ecuador (CIBE). La cita se llevó a cabo en el campus Prosperina (norte de Guayaquil).

    Dejar de satanizar los transgénicos y aprovechar las oportunidades que ofrece es la posición que defiende Efrén Santos, investigador del CIBE. Este centro plantea entregar plantas de banano modificadas genéticamente y resistentes a enfermedades como la sigatoka negra, plaga que tanto afecta al sector bananero.

    El CIBE empezó este proyecto en el 2008, antes de que se aprobara la nueva Constitución. El art. 401 declara al país libre de cultivos y semillas transgénicas. Solo se permite una excepción: si el Presidente y la Asamblea creen necesario el ingreso de este tipo de semillas al país.

    Los miembros del CIBE proponen que el Estado revise este artículo, ya que en el proyecto no se importan semillas transgénicas como prohíbe la ley, sino que trabajan con cultivos autóctonos y experimentan con ellos. Otra variación que se trabaja es la inclusión de productos sisgénicos que, a diferencia de los transgénicos, son tratados con genes de la misma especie.

    Un proyecto de esta naturaleza puede tomar entre 10 y 15 años en su ejecución, debido a que el banano es una planta difícil de tratar. La primera fase del proyecto está finalizada en un 100%; la segunda, que es la fase de tratamiento de la especie, se encuentra en un 30%. Aún hay mucho por recorrer.

    Educar a la sociedad en estos temas es importante, ya que se busca abrir nuevos espacios en el país dentro de la rama de la ingeniería genética. El objetivo es utilizar estas técnicas, como una alternativa para mejorar los cultivos.

    Este tema se tratará en el Congreso Internacional de Biotecnología, que se realizará desde el 9 hasta el 12 de junio en el Hotel Sheraton (Guayaquil). En el encuentro se discutirán procesos de adaptación al cambio climático, tratamiento amigable de la planta del cacao y resistencia a fungicidas, junto con productores y exportadores agrícolas.

    Espol, además se reunirá en un congreso con otras universidades del país para difundir el sistema de acreditación internacional ABET, que certifica los niveles de competencia y calidad investigativa; en el caso de Espol, en las Ingenierías de Computación y Mecánica.401 es el art. de la Constitución que declara al país libre de semillas transgénicas