Etiqueta: Socialismo del siglo XXI

  • En cinco países, el Estado es el que manda

    Redacción Quito

    Tras la victoria en las urnas del actual presidente ecuatoriano, Rafael Correa, el proyecto «revolucionario» de la región parece extenderse. Esto, pese a la incierta situación médica del mandatario venezolano, Hugo Chávez, quien implantó esta ideología política-económica en 1999, que se ha replicado en los países vecinos con éxito para sus líderes.

    Al proyecto venezolano se le han ido sumando Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua, cada uno con sus propios matices, pero embanderados bajo el mismo objetivo: construir una economía «socialista». En ese contexto, como fichas de dominó fueron cayendo las regulaciones contra las bancas centrales, los sistemas monetarios, los regímenes cambiarios, tributarios y financieros, etc. Y en forma transversal, el empoderamiento político. En suma, el Estado es el motor.

    El término ‘Socialismo del siglo XXI’ fue acuñado en 1996 por el alemán Heinz Dieterich Steffan. El sociólogo señala que esta ideología supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar al desarrollo. Dieterich descubrió la aplicación práctica de sus teorías en la Venezuela chavista, gobierno del que fue asesor hasta 2007, pero luego tomó distancia.

    Sus socios en este plan de expansión han aplicado medidas similares, y se han caracterizado por una creciente intervención del Estado en la economía, con la nacionalización de empresas, la centralización del manejo de la hacienda pública, el anclaje de los precios de alimentos, medicinas y otros productos, y la fijación de tipos de cambio con controles, etc.

    Para la ex ministra de Finanzas de Ecuador, Magdalena Barreiro, los países que dicen aplicar este sistema tienen una característica fundamental: mejorar la equidad a través de un fuerte gasto público y una creciente injerencia del Estado .

    El analista boliviano Mauricio Medinaceli explica, sin embargo, que las nacionalizaciones emprendidas en la región recientemente no fueron «ortodoxas», como las ocurridas en los años setenta y que implicaron la confiscación de activos. En muchos casos, señala, se buscaron salidas negociadas.

    Explica que el alto precio de los hidrocarburos en la última década ha sido un factor fundamental tanto para financiar este tipo de modelos económicos como para emprender las nacionalizaciones.

    Pero aunque hay rasgos similares, analistas creen que no existe un modelo económico único en todas las naciones. Esto se debe a las realidades propias de cada país, aunque sus líderes lleven características de lideazgo idénticos.

    Para el economista Ernesto Becerra, es evidente que los modelos no son iguales, ya que las diferencias entre uno y otro país son abismales (ver datos infográficos, con corte al 2011). Sin embargo, asegura que lo que hay que ver no es tanto la forma, sino el fondo, y eso es el alineamiento a un modelo común. «O estás con el Estado o estás en contra. Eso se replica en los cinco países, y es la estrategia con la que actúan».

    Además, como común denominador está el hecho de que han sido regímenes permanentes en el tiempo, ya que sus líderes han logrado sostener una fuerza social de respaldo que repercute a la hora de las elecciones. También acumulan poderes y las fiscalizaciones son casi nulas.

    El origen
    ¿Respuesta al neoliberalismo? Este tipo de modelos busca un retorno al Estado como respuesta a políticas neoliberales que planteaban su reducción en los años 1990. A diferencia de Bolivia y Argentina, que vivieron fuertes ajustes, en Ecuador y Venezuela nunca se aplicaron estos modelos en estricto sentido, dice el analista político Santiago Basabe.

    Socialismo del siglo XXI desde 2005.  Aunque la propuesta inicial de proyecto político del gobierno de Hugo Chávez habló de una «profunda transformación de la economía «, el socialismo recién lo planteó en el 2004. En su primera administración, incluso la Constitución garantizaba el derecho a la propiedad privada.

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  • Argentina se radicaliza tras una década

    La política económica en Argentina lleva la misma línea ya una década. Desde el 2003, los Kirchner (primero Néstor y luego su esposa, Cristina) tomaron las riendas del país y no las han soltado. La toma del poder por parte de la pareja se dio en un escenario favorable de recuperación económica, muy común en los ciclos económicos, después de la profunda crisis financiera y social vivida por ese país entre 1998 y el 2002.

    La fórmula aplicada para alentar la expansión de la economía fue simple en su forma: incrementar el consumo. Con ese paraguas, desde las diferentes aristas de política económica se fueron engranando las diversas estrategias de política económica. Y en este escenario, el control de la divisa fue clave para que el Estado participara y definiera el horizonte en el mercado cambiario.

    Esto, según el economista argentino Alberto Carrizo, permitió impulsar las exportaciones (vía devaluaciones controladas), controlar la salida de dólares del país, incrementar el gasto público, etc.

    «Considero que fueron medidas acertadas en su momento. Pero hoy, la permanente incursión estatal en las actividades privadas y hasta personales está pasando factura a los argentinos. ¿Estamos bien? Y bueno, depende. Al corto plazo, quizás sí. A largo plazo, parece que no tanto», sostiene el especialista.

    Pero la presidenta Kirchner se vanagloria de los éxitos de los últimos diez años y enfiló principalmente contra la administración de la deuda externa. «Argentina está dispuesta a pagar, pero solo en las mismas condiciones aceptadas por los acreedores que adhirieron a las reestructuraciones de deuda del 2005 y 2010». También reivindicó medidas adoptadas como la nacionalización de los fondos de jubilación y pensión y la expropiación de filiales multinacionales.

    Esto, para Carrizo, es un mensaje claro de la radicalización del discurso socialista, que ha venido paulatinamente en aumento desde que están los Kirchner.


    La receta

    Manejo cambiario. Los argentinos deben reportar el origen y el destino de los dólares en su poder. Así se quiere evitar la salida de divisas.

    Control de precios. Menores ganancias para los productores. El control en los mercados causa desabastecimientos.

    Nacionalización. Empieza la nacionalización de empresas que supuestamente incumplen, como la petrolera YPF.

    Manejo de recursos.  Control estatal sobre los recursos naturales y estratégicos, con fines ambientales y financieros.

    Comercio exterior. Devaluaciones permanentes que abren conflictos comerciales con naciones vecinas.

  • El gasto público es el sustento para Ecuador

    Si hay algo que ha logrado la ‘Revolución ciudadana’, durante los seis años que está al frente de la economía ecuatoriana, ha sido cambiarle el rostro -físicamente hablando- al país.

    La histórica cantidad de recursos que durante este tiempo ha manejado el Estado le ha permitido imponer políticas económicas apegadas a un fuerte gasto público. Al no disponer de una política cambiaria, el objetivo se centró en armar todo una estructura donde los recursos ingresen permanentemente.

    De esta manera, vio en la política tributaria una herramienta vital para asegurar los fondos presupuestarios. Según explica el analista Andrés Romo, «el ajuste de tuercas en materia impositiva ha permitido poco a poco disponer de mayor cantidad de fondos. Sumado a esto precios del barril promedios del orden de los USD 90, ha facilitado el escenario para tener carreteras de primer orden, edificar infraestructura necesaria y sostener un gordo aparato burocrático».

    Ese cambio en la fisonomía es el orgullo del Gobierno ecuatoriano, quien asegura de manera constante que las inversiones en salud y educación han sido históricas y que hoy más que nunca el desempleo y la pobreza han disminuído.

    Sin embargo, todo este andamiaje también ha tenido una cara B: el fuerte impulso al consumo ha desarrollado una economía con fuerte presencia de importaciones. Además, los requerimientos para financiar los presupuestos anuales han obligado a incrementar la deuda externa (con China) e interna (emisión de bonos) y a diseñar leyes que cada vez presionan más al sector privado.

    La aplicación de la metodología socialista es similar con la de sus socios: renegoció su deuda e incumplió los compromisos asumidos con los Global 12 y 30; mantiene un control, vía impuestos, a la salida de divisas; entró a los mercados a regular los precios; y, aunque no lo ha hecho, también abrió la opción de expropiar bienes de firmas extranjeras.

    La receta
    Manejo cambiario.  Aumento paulatino del Impuesto a la Salida de Divisas, para mantener la moneda estadounidense y proteger la dolarización.

    Control de precios.  Regulación y control de los precios de 46 productos y evitar los fenómenos especulativos.

    Nacionalización. Se renegoció los contratos petroleros. Y se advirtió de expropiar a quienes incumplen.

    Manejo de recursos. Total dirección de los puntos clave: petróleo, minería a gran escala, combustibles, etc.

    Comercio exterior. Congelados los tratados comerciales con EE.UU. y la Unión Europea, socios principales.