La presencia del virus también despertó los sentimientos de solidaridad. Muchas organizaciones han puesto sus recursos, capacidad productiva, logística para atender la emergencia en el mundo. La empresa Amazon contratará 100 000 personas para garantizar envíos. Novartis dona 130 millones de dosis de hibroxicloroquina para enfrentar el virus.
En España, las grandes empresas del Ibex 35 se unieron de forma voluntaria para organizar la entrega de material de primera necesidad para hacer frente a la crisis sanitaria. En Colombia la empresa Postobón invertirá en el desarrollo de ventiladores mecánicos. Arturo Calle cerró sus tiendas, sin embargo, ofreció mantener los sueldos de sus empleados mientras dura la crisis.
En Ecuador, muchas empresas locales adaptaron su cadena productiva para fabricar alcohol y gel antibacterial. Pintulac, Wesco, Zhumir, Cervecería Nacional, entre otras. Muchos grandes retailers donaron cajas de alimentos para repartirse entre la población más vulnerable. No alcanza el espacio para nombrar a todos, pero si para enviarles un sonoro aplauso de pie.
Comercio Los envíos crecieron 9,39% al comparar el primer semestre del 2017 con el mismo período del año en curso. Se destacan productos como banano, cacao, flores y agroindustria. La asociatividad y la solidaridad son dos valores fundamentales de este sector productivo.
La economía popular y solidaria va consolidándose como un segmento con dinamismo. Allí se encuentran asociaciones, organizaciones y emprendedores que creen en sus capacidades y ya están exportando con éxito.
Según la agencia de promoción de exportaciones ProEcuador, los envíos de la economía popular y solidaria (EPS) crecieron en 9,39%, al comparar el primer semestre del 2017 con el mismo período del año en curso. Los ingresos generados pasaron de USD 162,3 millones a 177,5 millones.
ProEcuador añade que durante el primer semestre de este año, las exportaciones de la EPS representaron el 2,78% del total de las exportaciones no petroleras. Esto refleja un crecimiento de 0,24 puntos porcentuales, si lo comparamos con el mismo período del año anterior.
En esos envíos que crecen se destacan productos como el banano, que fue la exportación con mayor representación. Otros sectores son cacao y elaborados; flores y plantas; y agroindustria, en la que se encuentran productos hechos a base de quinua, maní y hierbas medicinales.
El negocio de la EPS se caracteriza por valores como la cooperación, la asociatividad, el comercio justo y los productos orgánicos, según fuentes consultadas.
ProEcuador asegura que cada vez se registra una mayor demanda de productos de la EPS, a la par que aumentan consumidores responsables que desean conocer el origen de los productos que consumen y su historia, así como el valor de su calidad. “Esto se puede ver claramente a escala mundial ya que el consumo de productos de comercio justo, que en su mayoría provienen de pequeños productores, crece a un promedio del 10% anual”.
En este sentido, las organizaciones EPS ecuatorianas aprovechan estas tendencias incrementando su volumen de exportación, señala la entidad estatal.
¿Qué tan preparadas están las organizaciones de EPS para competir en el mundo? Para ProEcuador, la clave es la cooperación entre las mismas. “Por los factores de asociatividad y solidaridad de estas existen espacios de diálogo entre exportadores -de distintos países- que discuten precios mínimos, métodos de trabajo y otros factores que pueden resultar beneficiosos para todas las partes”.
Entre los casos de éxito se encuentran organizaciones que se reparten en distintos puntos del país. Allí se cuentan la Cooperativa Padre Rafael González, que está en Cañar, o la Asociación de productores de frutas tropicales Costa Verde, en El Oro.
La primera ha exportado en los últimos dos años sombreros de paja toquilla a Francia y Estados Unidos. Funciona desde hace cuatro años y agrupa a 67 socias del centro de Biblián y comunidades cercanas como San Pedro, Gulanza, entre otras.
La Asociación Costa Verde, en cambio, trabaja desde hace 15 años y desde hace dos empezó a exportar banano a Rusia, Chile y Argentina. Está integrada por 25 productores de banano, según explica su representante Darwin Orozco. “Hay que entender el mercado y conocer bien a los clientes, para evitar engaños y malos ratos”
Costa Verde envía en la actualidad 10 000 cajas semanales a Rusia, cinco contenedores de 1 200 cajas a Chile y cuatro contenedores de 1 080 cajas a Argentina. Según Orozco, la clave es mantener la calidad y hacer contactos en ferias internacionales.
La asociatividad es la esencia el sector
EE.UU., China, Costa Rica, Perú, Singapur, Italia, Francia y España son los destinos de exportación de los sombreros y bolsos tejidos en paja toquilla por las socias de las cooperativas de producción artesanal Puertas del Cielo y Padre Rafael González.
Esta última funciona en el centro de Biblián, en Cañar. El martes pasado, las socias se reunieron en el centro de acopio para alistar parte del pedido que deben entregar este mes y enviar a Italia, el principal destino de exportaciones de la economía popular y solidaria (EPS).
Son 1 200 sombreros que serán enviados, dijo la gerente de la cooperativa, Zoila Chimborazo. Según ella, en los últimos dos años han exportado a Francia y a Estados Unidos. A ese último destino también envían bolsos.
A finales de 2017, por ejemplo, exportaron 3 000 sombreros a Francia. Además, bolsos, joyeros, llaveros y otros artículos a EE.UU. Chimborazo dice que, en la actualidad, mantienen contactos para vender sombreros a China.
La representante de la cooperativa señala que sus principales clientes son visitantes nacionales y extranjeros que adquieren bolsos, sombreros u otros artículos para llevarlos al extranjero como un regalo para su familia o amigos.
Puertas del Cielo, en cambio, funciona en el cantón Azogues. Está integrada por 104 socias de Charasol, Guapán, Delég y Biblián (provincia de Cañar).
Rosa Cadme colabora en la administración de la organización. Según ella, en julio pasado 500 sombreros tejidos fueron enviados a China. Fue una nueva propuesta en la que los sombreros son tinturados con la técnica denominada degradé. Es decir, mientras baja la intensidad de un color desde la copa hasta el ala del sombrero, la otra tonalidad gana protagonismo al subir desde el ala hasta la copa.
Esta organización exporta desde agosto del 2016 a EE.UU., China, Costa Rica, Perú, Singapur y España. Cada mes envían al exterior entre 300 y 500 unidades. Al mercado brasileño, en cambio, envían bolsos y a EE.UU. abanicos, cajas, llaveros, bisutería tejida en paja toquilla. Los precios de los sombreros cuestan entre los USD 15 y USD 250, dependiendo de la calidad del tejido. Los bolsos van desde los USD 15 hasta los USD 50.
En El Oro también hay casos de productos de la economía popular y solidaria de exportación. La Asociación de productores de frutas tropicales Costa Verde está ubicada en el sector conocido como La Iberia, en el cantón El Guabo. Este pequeño gremio reúne a 25 productores de banano que envían su producción a mercados como Rusia, Argentina o Chile. Darwin Orozco, vocero de Costa Verde, cuenta que las exportaciones empezaron hace dos años, tras recibir asesoría de ProEcuador.
Esta entidad estatal asegura que dentro de las organizaciones EPS exportadoras se repiten factores de éxito que se podrían considerar como claves para iniciar actividades exportadoras. “Entre estos se encuentran la importancia de contar la historia del producto, es decir su procedencia, atributos, la manos que lo trabajaron”. También importa la trazabilidad, calidad y que las organizaciones cuenten con un departamento de ventas o responsables que estén en la búsqueda de mercados.
Entre las dificultades, según ProEcuador, está la falta de capital de trabajo de las organizaciones con sus socios para el pago de sus productos. Este factor también causa que las organizaciones no inviertan en actividades de promoción de sus productos, ni cuenten con departamentos comerciales que puedan captar oportunidades de negocios para la organización.
La Cooperativa Padre Rafael González funciona en el centro de Biblián, en la provincia del Cañar. Fotos: Xavier Caivinagua para LÍDERES
El ají, refrito y aliño del negocio Picando ando conservan las recetas tradicionales manabitas. Los productos se elaboran en hornos de leña para conservar el sabor de los aliños que se preparan en las zonas montuvias de Manabí.
El emprendimiento Picando ando nació a raíz del terremoto del 16 de abril de 2016. Lorena Castillo recuerda que Portoviejo estaba devastado. El departamento en el que vivía se desplomó y lo perdió todo. Así que debió dormir durante dos meses en un parque.
Pese a que las donaciones llegaban hasta ese albergue, Castillo necesitaba mejorar la calidad de vida de sus dos hijos. Así que decidió hacer ají. “Dos meses antes del terremoto perdí mi trabajo y empecé a vender ají a mis amigos para sobrevivir”.
Una amiga le regaló USD 5. Con ese dinero compró los ingredientes para hacer el ají nuevamente y ofertarlo a sus conocidos. Pero la Cámara de Comercio de Portoviejo había improvisado una rueda de negocios e invitó a los emprendedores de los albergues a que exhibieran sus productos.
Castillo participó del evento con la intención de vender las tres botellas de ají natural, que había preparado con su madre Deysi Chávez en el garaje de la casa y envasado en frascos reciclados. Pero el emprendimiento llamó la atención de una firma privada, que le hizo un pedido de 100 botellas de ají. “Era una locura porque yo solo preparaba hasta cinco botellas en un día. Pero no tuve miedo y decidí intentarlo”.
En esa rueda de negocios, los medios de comunicación hicieron varios reportajes que se subieron a las redes sociales y las personas empezaron a interesarse en el ají. El guayaquileño Reinaldo Bravo, la contactó a través de Facebook para hacerle una donación de materia prima para cumplir con el primer pedido.
Las primeras ganancias fueron de USD 350. Ese dinero lo invirtió en mejorar las etiquetas y presentación de sus productos. A los 15 días participó en otra rueda de negocios organizada por la Prefectura de Manabí y la empresa privada. En este evento también exhibió un aliño casero y un ají fuerte y extra fuerte.
Castillo consiguió en ese evento el apoyo de Supermaxi para obtener el registro sanitario y cuatro códigos de barra. “Esa donación fue importantísima porque la mayoría de emprendimientos fracasa por esos trámites”.
Ya con los documentos en regla, Castillo pudo participar en más de 20 ferias a nivel nacional. Además, empezó a innovar con nuevos productos como un aliño gourmet para preparar las cenas navideñas, un refrito y ají de mango, maní y maracuyá.
Almacenes Tía se interesó en el producto y le hizo un pedido de 540 frascos de ají y 200 de aliño en octubre del año pasado. A los 15 días realizó un nuevo pedido de 8 000 frascos de aliño y 5 500 frascos de ají. Desde entonces, lo surten cada mes.
En la actualidad, la producción de Picando ando es quincenal de alrededor de 3 000 frascos de aliños, ají y refrito.
María Elisa Bravo compra el ají en un Tía, en Quito. Para ella, los productos de Picando ando le traen recuerdos de su niñez. “El sabor del aliño es igual al que hacía mi abuelita”.
Lorena Castillo es la propietaria de Picando ando, un emprendimiento que rescata las costumbres manabitas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
Su receta es una mezcla de sazón manabita y solidaridad. Los cocineros de este negocio son cuatro amigos que brindan empleo a las personas afectadas por el terremoto de Manabí y Esmeraldas.
Rubén Corrales, Daniel Encalada, Pablo Pineda y Ximena Oña son los cuatro emprendedores que levantaron el restaurante Megalunch, donde predomina el sabor costeño en cada plato.
El ‘manaba’, el ‘guayaco’, el churrasco, los apanados, la comida rápida son algunas de las delicias preparadas en este local, ubicado en el interior de un centro comercial del norte de la capital.
Actualmente tiene cuatro trabajadores de diferentes localidades de Manabí. Ellos realizan trabajos como la preparación de alimentos, ayudantes de cocina, caja y otras actividades. Los cuatro llegaron a Quito tras el movimiento telúrico del 16 de abril.
Carlos Franco, oriundo de Portoviejo, perdió su casa por el terremoto y emigró a la capital para buscar una mejor situación económica para él y su hijo de tres años. “Mi casa se cayó y no encontré trabajo en Manabí, por lo que busqué otras opciones”.
Afortunadamente, Franco logró emplearse en Megalunch y se convirtió en ayudante de cocina hace casi un año. Para él, esta fue una oportunidad para ayudar a su familia, a quien visita cada mes en su natal Portoviejo. “Tengo que enviar dinero para la manutención de mi hijo”.
Emplear a personas que lo perdieron todo tras el movimiento telúrico representa una satisfacción para Rubén Corrales, uno de los mentalizadores del restaurante. “La única forma de ayudar es brindando trabajo a las personas que fueron afectadas”.
En esto coincide Ximena Oña, quien es parte de los socios del local. Para ella, lo importante es ofrecer estas plazas de trabajo y, mejor aún, si logran que otros emprendedores adquieran la marca y levanten sus negocios propios.
“Mandamos vituallas una o dos veces hacia Manabí pero la pregunta que nos planteamos es cómo ayudarles a salir adelante luego de lo que pasó”.
Según Oña, la idea de su restaurante responde a la responsabilidad social que se plantearon este grupo de amigos hace un año.
En Megalunch además de la solidaridad destaca la innovación en sabores. Cada temporada cambian los platillos que no tienen buena acogida por los clientes. Pero, mantienen los precios, que van desde los USD 3,50 hasta los 5,99; todo depende de las delicias costeñas que se degustan en las instalaciones de este local.
Otro de sus ‘plus’ es el tamaño de sus platos, que miden hasta 30 centímetros de diámetro. La idea es que las personas queden satisfechas, explica Corrales, quien además comenta que la inversión para levantar Megalunch fue de unos USD 50 000. El monto destinado fue para adquirir la indumentaria necesaria para brindar un producto de calidad; se suma que tuvieron que adecuar el espacio para el restaurante, que hoy por hoy factura USD 18 000, al mes.
Este año está lleno de retos para estos emprendedores, que buscan abrir un nuevo punto de venta en un centro comercial del sur de la ciudad. La constancia y la amistad son las claves para lograrlo, aseguran estos jóvenes que tienen entre 30 y 35 años. Hasta que eso ocurra, estos amigos mantienen su iniciativa de dar una mano a los hermanos de Manabí y Esmeraldas.
Rubén Corrales, Ximena Oña y Pablo Pineda son tres amigos que levantaron el restaurante Megalunch, en el norte de Quito. Su idea fue ayudar a las personas de Manabí tras el terremoto. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
El Grand Bazaar realiza del 3 al 5 de junio una edición especial denominada ‘Un Verano Solidario en El Grand Bazaar’. La quinta edición de esta vitrina de emprendimiento y creatividad recaudará fondos en beneficio de los niños de la costa afectados por el terremoto del pasado 16 de abril. Lo que se reúna servirá para la creación de una escuela móvil en conjunto con el Proyecto Amor 7.8 para niños y niñas de las zonas afectadas.
Esta feria, que comenzó con 3 000 visitantes, convoca en la actualidad a unas 10 000 personas en cada una de sus ediciones: El Grand Bazaar Mayo; El Grand Bazaar Gourmet; El Grand Bazaar Navidad; y por esta ocasión una edición especial de Grand Bazaar Solidario.
El evento se desarrolla en el Club California, en Cumbayá, cerca de la Urbanización La Vieja Hacienda. 95 expositores presentan su oferta con una serie de productos organizados en diversas áreas como: moda masculina y femenina (sombreros, ropa, calzado, pieles y accesorios), niños, decoración, mini market y lounge bar. Además se realizarán shows especiales para que los visitantes puedan disfrutar junto a su familia y amigos.
Por otro lado, El Grand Bazaar junto con la Alianza para el Emprendimiento e Innovación (AEI) vuelven a aunar esfuerzos para entregar un premio a los tres mejores emprendimientos que exhiban sus productos en esta Feria. El reconocimiento les dará la oportunidad de contar con asesoría y capacitación por parte de la AEI, así como financiamiento para impulsar su iniciativa.
95 expositores presentan su oferta con una serie de productos organizados en diversas áreas como: moda, decoración, mini market y lounge bar. Foto: Archivo Líderes
Edison Intriago observaba cada detalle de su nueva casa, ubicada en el noreste de Santo Domingo de los Tsáchilas. La vivienda fue donada por la cooperativa Mutualista Pichincha y está valorada en USD 13 137.
Intriago postuló a través de la asociación Somos Patria. El gremio se contactó con el Consejo de Protección de Derechos del municipio de Santo Domingo y expuso el caso de Intriago, para que sea evaluado por un Comité especial de la Mutualista Pichincha.
Él es un padre soltero, que debe repartir su tiempo entre cuidar a su hijo Kevin, que tiene el 95% de discapacidad física y mental; y trabajar como vigilante de motocicletas, en el centro de Santo Domingo.
Hasta esta semana, Intriago vivía con sus familiares, porque el dinero que gana, USD 160, no le alcanza para pagar un alquiler.
El gerente general de Mutualista Pichincha, René Cordero, aseguró que la entidad bancaria tiene un programa de ayuda social, que se inauguró en el 2012 como un tributo por cumplir 50 años de servicio. En esa primera entrega se construyeron 50 casas en ciudades como Santo Domingo, Quito, Guayaquil, Cuenca, entre otras.
Este programa está dirigido a familias o personas con discapacidad y de escasos recursos económicos. “En el 2012 cuando donamos 50 casas, una por cada año de vida institucional, en conjunto con la Misión Solidaria Manuela Espejo, nos permitió palpar las necesidades de este sector vulnerable. Y ha sido, desde entonces, nuestro compromiso continuar con este proyecto de donación de casas a personas con discapacidad”.
En Santo Domingo de los Tsáchilas se han entregado 14 casas desde el 2012. Las viviendas entregadas son de hormigón armado. Tienen 36 metros cuadrados, dos dormitorios, un baño diseñado y equipado para personas con discapacidad, cocina y sala – comedor. “Este año ocupamos el presupuesto para regalos de Navidad en este programa. Cada una de las cuatro casas está valorada en alrededor de USD 13 137”.
Cada una de las cuatro casas donadas está valorada en alrededor de USD 13 137, Foto: Juan Carlos Pérez/El Comercio
El Colegio Isaac Newton se planteó un reto: seleccionar un grupo de estudiantes y motivarlos a que inicien su propio negocio.
Poniendo a prueba su creatividad, 21 estudiantes del bachillerato dieron vida a la marca AlterNativo Bags, cuyos productos son unas bolsas deportivas con capucha incluida, y otras similares fabricadas con cáñamo de yute, pero con su toque personal: un forro interior de tela y tirantes.
Desde marzo de este año, hasta mediados de mayo, los estudiantes vendieron 300 bolsos con capucha a un precio de USD 6,50 por cada uno, y 60 bolsos fabricados con cáñamo de yute, a USD 4,50 por unidad.
Por la venta de esos productos se recaudó un total de USD 2 220. De esta cantidad, una parte (150) será entregada esta semana como donación al Hospital de Solca, explica Rosario Llerena, coordinadora del área de Inglés del colegio y encargada del grupo de estudiantes emprendedores.
“El valor de la donación ya estaba incluida en el precio de los bolsos. Tal vez no sea un monto muy alto, pero es producto del trabajo de los estudiantes, la idea es que tengan una lección de responsabilidad social”, asegura.
La idea de este emprendimiento comenzó con una invitación de la organización internacional Junior Achievement, para participar en el Concurso Intercolegial La Compañía, que cada año busca orientar a los jóvenes en la creación y dirección de sus propios emprendimientos.
Para financiar su proyecto, los estudiantes invirtieron USD 500 que obtuvieron previamente en una simulación de oferta pública en la Bolsa de Valores de Quito, organizada como parte del concurso. Con estos fondos fabricaron los primeros bolsos: 46 con capucha y 20 de cáñamo de yute.
El lanzamiento oficial del producto se realizó el pasado 10 de marzo, en la feria de ciencias del colegio.
Ese mismo mes los alumnos vendieron sus bolsos en la Feria de Compañías, que se desarrolló en la Plaza de las Américas, y a inicios de mayo tuvieron su propio estand en la Feria 60 y Piquito, realizada en el Centro de Exposiciones Quito, por invitación de la Fundación Reina de Quito.
“También vendimos bolsos en algunos parques como La Carolina, fuimos a los estadios, al ciclopaseo…”, explica Belén Ortiz, estudiante de quinto curso, quien además, figura como gerenta de AlterNativo Bags.
Cristian Cevallos, compañero de Ortiz y gerente financiero de AlterNativo, cuenta que al principio les costó un poco abordar a la gente para vender su producto. “Pero con el tiempo le perdimos el miedo. Los compañeros con más facilidad para las ventas apoyaban a los que no”.
Para Marcelo Romero, un cliente de AlterNativo, estos bolsos son muy útiles pues, dice, que a diario sale a correr al parque La Carolina y “como no pesan mucho son muy prácticos para llevar un saco y una botella de agua. Lo que más me llamó la atención fue que los bolsos tienen capucha”.