Etiqueta: sombrero

  • La tradición del sombrero perdura en Quito

    Redacción Quito  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Humacatama significa cabeza cubierta. Luis López fundó esta sombrerería con el objetivo de rescatar una antigua tradición familiar que viene desde sus padres y abuelos.

    López, de 63 años, es analista de sistemas. Aunque aprendió desde los 10 años el oficio de elaborar sombreros, se mantuvo alejado de dicha actividad hasta el 2007, cuando fundó su negocio.

    La razón para dedicarse a la actividad artesanal fue su interés y habilidad para trabajar diferentes materias con sus manos. “Dejé mi profesión porque me di cuenta que no era lo mío. Siempre he tenido un lado artístico, una gran habilidad con las manos” comenta.

    El negocio se ubica en el centro histórico de Quito. Nació como parte de un proyecto de restauración de la calle La Ronda, impulsado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).

    Esta tradición viene de familia. El abuelo de López se dedicaba a ello en Ambato, en la década de los 20 y su padre también. “Este último, Luis Gerardo López se trasladó a Quito, junto a mi madre, alrededor de 1940. Vivieron en la Flores, cerca de la Plaza del Teatro, donde elaboraron sombreros hasta la década del 60. Desde entonces la gente dejó de utilizar estas prendas de vestir”.

    Los sombreros se elaboran artesanalmente y se inspiran en distintas épocas históricas de la ciudad. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
    Los sombreros se elaboran artesanalmente y se inspiran en distintas épocas históricas de la ciudad. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

    El negocio no solo elabora y vende sombreros. Su intención es brindar un servicio. “Nos caracterizamos por el trato al cliente y la calidad en la elaboración de nuestros productos, hechos de manera artesanal. Queremos no solo ofrecer un buen producto, sino también experiencias”.

    Humacatama funcionó en la tradicional Casa de Los Geranios hasta el 2018. Desde febrero de este año se encuentra en la casa 625, en el segundo piso.

    En el negocio se invirtieron USD 20 000 para la adecuación del local, adquirir muebles y herramientas necesarias. Parte de los implementos son herencia del padre de López.

    El artesano cuenta con distintas líneas de diseño de sombreros. La más reciente es la Facinator, inspirada en diseños europeos. También se ha implementado una línea con detalles de pelo artificial, dirigida al ámbito oncológico, sin dejar de lado la moda.

    El cliente puede acceder a una amplia variedad de sombreros; para dama, caballero y niño. Pueden ser modelos modernos o de anteriores épocas, como la de los 20’s o la edad media.

    Los sombreros se elaboran en tela, fieltro o paja toquilla, usando moldes y maquinarias artesanales. “Optamos por la elaboración artesanal porque es algo que nos diferencia de la competencia. Al elaborar pocas unidades, ofrecemos un producto único y selecto”, señala López.

    La meta a futuro para Humacatama es asegurar el legado familiar. “A mi edad me he dado cuenta de que no podré continuar para siempre trabajando solo. Aunque estoy cerca de jubilarme, deseo seguir dedicándome a esta actividad hasta que mi fuerza aguante, pero espero que mis hijas continúen con la tradición”.

    La hija mayor, Alejandra López, dirige desde hace tres años una sucursal de Humacatama, que también se encuentra en el Centro de Quito. La menor, Cristina López, está aprendiendo el oficio de mano de su padre.

    Datos

    Se invirtió USD 20 000 para adecuar el local donde funciona el negocio y ambientarlo como en los años 30.
    Los ingresos mensuales bordean los USD 5 000.
    El precio promedio de un sombrero es de USD 40.
    El sombrero tejano es un modelo de origen ecuatoriano.
    La venta se realiza en los locales de Humacatama. No se realizan ventas al por mayor a otras tiendas.
    Los clientes europeos representan un 70% del total.

    Luis López elabora sombreros artesanales de fieltro, tela y paja toquilla. También fabrica pedidos especiales. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Luis López elabora sombreros artesanales de fieltro, tela y paja toquilla. También fabrica pedidos especiales. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • ‘Hat Friday’ es la campaña que se impulsa en Azuay

    Redacción Cuenca

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    La Asociación de Jóvenes Empresarios de Cuenca impulsa la campaña denominada ‘Hat Friday’. Es una iniciativa que busca consolidar la imagen del sombrero de paja toquilla para que sea más utilizado en Ecuador.

    La campaña empezó hace un mes con la intención de que las personas usen esta prenda en sus trabajos o cualquier actividad los viernes, inicialmente. La idea es que las personas se fotografíen con los sombreros y suban las imágenes a las redes sociales con el ‘hashtag’ #hatfriday.

    Según el presidente de esta asociación cuencana, Nicolás Muñoz, cuando preguntan qué prenda visten los ecuatorianos, “hay algunas respuestas y entre las más comunes está el sombreo de paja toquilla. Todos sabemos de la calidad, pero no lo usamos como deberíamos en Ecuador, sino cuando vamos al extranjero”.

    Muñoz agrega que otro objetivo es que en el extranjero el sombrero de paja toquilla sea reconocido como ‘Ecuadorian hat’ y no como ‘Panama hat’, como ocurre ahora.

    Aurelio Ortega representa a La Paja Toquilla, que se dedicada a la exportación de los sombreros. Según él, esta campaña cuenta con el apoyo de las 10 empresas más emblemáticas del sector en el Ecuador. Entre otras están Homero Ortega, Kurt Dorfzaun, Serrano Hat, Paredes, La Paja Toquilla, Bernal, entre otras y asociaciones de tejedores de sombreros. “Logramos que se unan y apoyen”.

    Ortega dice que estas empresas colaboran con el conocimiento sobre esta prenda para impulsar la campaña. Adicionalmente, entregan sombreros para obsequiar a los ‘influencers’ para que ellos se tomen fotografías y suban a sus redes sociales.

    Empresarios cuencanos impulsan el uso de los sombreros de paja. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Empresarios cuencanos impulsan el uso de los sombreros de paja. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES

    El arquitecto Pablo Vélez forma parte de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Cuenca, que se constituyó hace tres años. Cuentan con 50 socios en la capital azuaya, que se dedican a actividades como profesionales en libre ejercicio, emprendedores…, que tienen entre 16 y 35 años.

    Para Vélez, esta campaña es de largo plazo para lograr que la calidad del sombrero de paja toquilla sea conocida en todo el mundo y que los ecuatorianos lo luzcan con orgullo. Él agrega que esta iniciativa se ejecuta por etapas.

    La primera fase consiste en usar el sombrero solo los viernes y hacer sesiones de fotos con ‘influencers’ para tener más impacto inicialmente en Cuenca. En la segunda etapa se tiene previsto llegar a otras ciudades del Ecuador y, posteriormente, al extranjero. Para ello, los integrantes de esta asociación ya tienen previstas reuniones con personajes de Guayaquil y Quito.

    Además, quieren que los sombreros de toquilla sean usados otros días, ya no solo los viernes.

    Muñoz señala que esta iniciativa también cuenta con el respaldo de las siete cámaras de las Producción de Azuay. Es decir, de Industrias, Producción y Empleo, Comercio, Turismo, Pequeña Industria, Agricultura. Minería y Construcción.

    De acuerdo con las cifras del Banco Central del Ecuador, el año pasado se exportaron USD 16,01 millones en sombreros de paja toquilla. Los principales mercados son Estados Unidos, Brasil, Francia, Italia, Canadá, los países asiáticos, entre otros. En el 2017 se vendieron USD 16,3 millones. Los empresarios del sector estiman que más del 90% de las exportaciones salen desde el Austro.

    Otros proyectos

    El gremio. A principios de año se eligió la nueva directiva de esta asociación en Cuenca. Su trabajo fue establecido en tres ejes: representatividad, networking y, finalmente, la capacitación.

    La capacitación. En este ámbito, dice Nicolás Muñoz, presidente de la asociación en Cuenca, se busca capacitaciones modernas para los jóvenes empresarios de la ciudad. “Que estén enfocadas a las necesidades”. Entre otras, finanzas para no financieros, contabilidad, marketing, manejo de redes sociales y otras.

    Hernán Monsalve, Aurelio Ortega, Nicolás Muñoz y Pablo Vélez impulsan esta iniciativa en la capital azuaya. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Hernán Monsalve, Aurelio Ortega, Nicolás Muñoz y Pablo Vélez impulsan esta iniciativa en la capital azuaya. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Las artesanas de El Morlán y el sombrero de Imantag

    Red. SIERRA NORTE (F)
    Contenido intercultural

    La vida de María Laura Araque ha transcurrido entre su huerta y un taller de elaboración de sombreros de paño.

    Tiene 67 años y forma parte de la Asociación Ñawpachik Ayllu, que se especializa en la elaboración de sombreros artesanales.

    Todas sus integrantes habitan en la comunidad El Morlán, en Cotacachi (Imbabura). La mayor parte de la población se autoidentifica como indígena.

    En el paisaje hay casas diseminadas y rodeadas de pequeñas parcelas. En una de ellas, Araque produce maíz, fréjol y papas. La mayoría de los cultivos está destinada al consumo de la familia.

    Al igual que las otras artesanas, esta mujer de estatura pequeña y su rostro marcado por el tiempo comenta que cuando empezaron no tenían conocimientos sobre las técnicas de la sombrerería.

    Esta actividad es prácticamente nueva en la parcialidad. María Diaguillo, líder de la organización, explica que todo empezó hace 15 años cuando les propusieron que aprendieran a confeccionar estas prendas infaltables en la cabeza de los kichwas. La idea es generar ingresos para el hogar.

    La campesina, de 47 años, cuenta que se capacitaron en el denominando sombrero imanteño. Es un modelo de copa y ala pequeña.

    En esta localidad, como en el resto de la parroquia de Imantag, el sombrero lo utilizan tanto hombres como mujeres indígenas. En el caso de las damas, es parte de la vestimenta que incluye un anaco o falda, blusas bordadas y collares de pequeñas esferas doradas.

    En la casa de María Celia Orbes, otra de las socias, el grupo de artesanas instaló el pequeño obraje. Esta mujer, de 63 años, es una de las más diestras. El proceso empieza con los capachos -como se denominan a los gorros-, los cuales son sometidos al vapor para que se vuelvan dúctiles y maleables, con el fin de trabajarlos.

    Luego con una mezcla de almidón y gelatina sin sabor forman una especie de goma que untan en la prenda, como barniz, para que tomen forma.

    Para el hormado, en cambio, se emplean planchas antiguas de hierro, que son previamente calentadas en el fuego de una cocina.

    Hay dos tipos de planchas. La más delgada se usa para quitar arrugas del ala del sombrero, explica María Sánchez, otra de las colaboradoras de la asociación.

    Por último, se colocan el forro, el tafileti y el cintillo. Sánchez también explica que en el caso de los hombres la talla del sombrero oscila entre 13 y 14 centímetros. Mientras que para mujeres, la talla es de 9 a 10.

    Hay una amplia variedad de colores. Los más comunes son los de tono negro, gris, verde, café. Los aficionados prefieren para combinarlos con la ropa.

    Las formas responden al pedido de clientes. Los diseños, similares al sombrero español, son preferidos en su mayoría por mestizos. Pero también hay pedidos de los kichwas Otavalo.

    Desde el año pasado, la Asociación Ñawpachik Ayllu tiene el apoyo del proyecto de Fortalecimiento a Emprendimientos e Iniciativas productivas locales de Imantag. La idea es mejorar la situación de las familias, comenta Lucía Linquinchano, presidente de la Junta Parroquial.

    Las artesanas muestran los sombreros hechos con sus manos. Las comercialización se realiza en ferias populares. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Las artesanas muestran los sombreros hechos con sus manos. Las comercialización se realiza en ferias populares. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Él preserva la tradición de Montecristi

    Maria Angelina Castillo

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    En el centro de Guayaquil, en las calles Primero de Mayo 114 y avenida Quito, funciona el local más antiguo que comercializa sombreros de paja toquilla.

    El gerente es Jouberth Barberán Vélez, de 78 años de edad. En 1940 estuvo a cargo de su padre, Carlos Barberán Loor y a comienzos del siglo pasado, de su abuelo, Carlos Barberán Pinargote,

    Este último fue el fundador de una historia que comenzó en Montecristi, cantón de la provincia de Manabí, en la región Costa.

    Barberán es un apellido asociado a la tradición de tejido, reconocida en el mundo. Consiste en entretejer la fibra vegetal de las hojas de palma conocida a escala nacional como paja toquilla.

    Este producto existe desde la época precolombina. Los artesanos de Jipijapa y Montecristi los utilizaban para cubrirse del sol durante las jornadas de trabajo.

    Barberán Vélez cuenta que en su familia todos participaban en la elaboración del sombrero, que luego su padre llevaba a Guayaquil y comenzó a vender en un local ubicado en Malecón y Aguirre, frente al Río Guayas.

    “Por ahí comenzaron a llegar los buques chiquitos al Yacht Club de Guayaquil y los turistas cruzaban y caminaban al local”, recuerda.

    Relata que la familia también se dedicaba a otras actividades como la pesca. “Eso desde la época de mi abuela, mis tías, en Manabí. El sombrero más fino se teje de noche, con la paja tierna y húmeda. La elaboración puede tomar todo un año”, explica.

    Estos, que son los extra finos, se venden en USD 2 000. También hay otros más económicos, cuyo valor parte desde USD 40.

    Son diversos los modelos que se exhiben en el local: algunos de color y otros con motivos decorativos como lazos y flores con cintas, para las mujeres.

    Al establecimiento de Guayaquil llegan los sombreros desde Montecristi y es allí donde se hacen las medidas y se terminan los detalles. Esto gracias a una maquinaria que trajeron desde Nueva York hace más de 30 años para hormar y prensar el producto.

    Barberán Vélez recuerda que en el siglo pasado se vendían sombreros por cerca de 5 000 sucre diarios. Él asumió la gerencia del negocio a comienzos de la década de los sesenta, cuando regresó de los EE.UU.; su padre lo había enviado al país del norte para que estudiara en una Academia Militar en Georgia. Estuvo seis años.

    “La gente nos busca porque nuestros sombreros son famosos en el mundo”, expresa y señala fotografías viejas que exhibe en las vitrinas del local. Allí aparecen retratados personajes como el expresidente estadounidense Theodore Roosevelt hasta la cantante mexicana Thalía.

    Habilidad y paciencia son elementos clave en la elaboración de los sombreros. En un principio se creyó que eran originarios de Panamá, pues muchos trabajadores los utilizaron durante la construcción del canal marítimo del país centroamericano. En ese entonces, intermediarios los importaban desde Ecuador para comercializarlos en ese lugar.

    Pero la confección del sombrero de paja toquilla es local. Los artesanos ecuatorianos deben comenzar temprano la jornada, antes de que el calor y la humedad que existe en la provincia manabita maltrate la fibra y pueda dañar el resultado del producto.

    El nombre científico de la herbácea es “carludovica palmata”, a la que también se le conoce como “Jipijapa”, y es propia de las costas del país. Para las familias que practican esta actividad, como el caso de la familia Barberán, constituye un rasgo distintivo de su identidad y parte de su vida.

    De hecho, el sombrero de paja toquilla de Ecuador fue declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2012.

    Actualmente, el negocio Sombreros Barberán comercializa cerca de un centenar de sombreros al mes; los que más se venden son los más económicos. Incluso, reciben pedidos de clientes en el exterior. Por ejemplo, a EE.UU. hacen envíos anuales de unas 50 docenas del accesorio.

    Joubert Barberán es el gerente del establecimiento, que perteneció a su padre y su abuelo en el siglo pasado. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
    Joubert Barberán es el gerente del establecimiento, que perteneció a su padre y su abuelo en el siglo pasado. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
  • El sombrero de paja toquilla se promociona en el aeropuerto de Madrid

    Carolina Enriquez

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    Con la finalidad de dar a conocer el verdadero origen del sombrero de paja toquilla, Pro Ecuador inició una campaña de difusión del producto en el aeropuerto de Madrid.

    La entidad informó que, hasta fines de julio, lo primero que los viajeros verán al llegar a la zona de facturación del terminal cuatro será un video de 10 segundos con este artículo. La idea es aprovechar la temporada veraniega e indicar que la prenda es ecuatoriana.

    En el video se muestra que el producto lo elaboran artesanos de las provincias de Azuay, Cañar y Manabí. Además, que su tejido ha sido declarado como patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

    Adicionalmente, los viajeros pueden fotografiarse con esta prenda y subir las imágenes en la red social Instagram, para participar en un sorteo y llevarse el sombrero.

    La campaña podría impactar a cerca de un millón de personas y complementa otras iniciativas para promocionar los productos. Una de ellas ha sido el uso de esta prenda por parte de artistas y personalidades como los integrantes de La Oreja de Van Gogh.

    De acuerdo a cifras del Banco Central del Ecuador, en Europa las exportaciones ecuatorianas de este producto pasaron de USD 2,3 millones en el 2013 a USD 3,6 millones en el 2017, registrando un crecimiento del 11.7%.

    En esa zona los principales mercados son Italia, Francia, Alemania, España y Reino Unido.

    Este producto lo elaboran artesanos de las provincias de Azuay, Cañar y Manabí. Foto: Archivo / LÍDERES
    Este producto lo elaboran artesanos de las provincias de Azuay, Cañar y Manabí. Foto: Archivo / LÍDERES
  • Marcas fortalecen el sombrero de paja toquilla

    Ana Cristina Alvarado

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    El sombrero de paja toquilla ha adquirido nueva vida en los últimos años, gracias a marcas ecuatorianas que trabajan de forma directa con los artesanos, para sumarle diseño a la prenda.

    Valdez es una de las firmas con más trayectoria en el extranjero. Fue creada por Gabriela Gold­baum hace siete años. La diseñadora estudió en el Instituto Marangoni en Milán y después, ya en Nueva York, adquirió experiencia en Óscar de la Renta, Zac Posen, Carlos Campos y Theory.

    Esto le permitió conocer diferentes áreas del mundo de la moda y crear una propuesta que entró de forma ágil en Calypso, una tienda artesanal de lujo en Nueva York. Después se le abrieron las puertas en Opening Ceremony y en Bergdorf Goodman.

    Ahora, Valdez está en tiendas de diseño de todo el mundo. Referentes de la moda como Linda Fargo o Cara Delevingne usan esta marca, que también ha sido nombrada en publicaciones como W Magazine y Popsugar.

    Metier nació hace nueve años de la mano de Diana Pazmiño y Alessandro Benincasa. En el 2012 arrancaron con una estrategia que todavía manejan: exponer y vender sus productos en eventos de polo, equitación y otros de altos niveles socioeconómicos.

    Esto les ha permitido tener a celebridades como Steven Spiel­berg y Bo Derek entre su clientela. Además, está en tiendas de moda y diseño en Australia, Nueva Zelanda, México e Italia. La marca ahora se abre mercado en España, Oriente Medio y China.

    Pazmiño cuenta que una de las claves para que Metier se haya posicionado en el extranjero es que realiza un estudio de mercado con el objetivo de crear productos únicos para cada país, tienda o evento.

    La marca Collab Store arrancó en marzo de este año. La diseñadora cuencana María José Ordóñez es la directora creativa, desde Nueva York. Gracias a este vínculo, la marca ha podido ser conocida en círculos de creativos en esa ciudad y ha llegado a las manos de J Balvin, el reguetonero colombiano referente de la moda latinoamericana.

    Collab Store busca que sus diseños sean frescos, juveniles y juguetones. Ordóñez dice que el objetivo es que esta pieza, considerada clásica y usada por gente mayor, también sea usada por adolescentes y jóvenes.

    Charona y Maki Hats son otras marcas ecuatorianas que también apuestan por la calidad, el diseño y la exclusividad del sombrero de paja toquilla, para llegar a públicos exigentes.

    Metier fue parte del Visionary Pool Party, realizado en el Four Seasons Hotel Florence, en el 2016. Foto: Cortesía
    Metier fue parte del Visionary Pool Party, realizado en el Four Seasons Hotel Florence, en el 2016. Foto: Cortesía
  • La Pile mantiene la tradición del sombrero de toquilla

    RED. SANTO DOMINGO  (F)Contenido intercultural

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    El sitio La Pile, en el cantón Montecristi, es una meca de tejedores del sombrero de paja toquilla manabita.

    En cada vivienda se encuentra un espacio destinado para desarrollar esta destreza artesanal del montuvio de esta provincia.

    Es una costumbre que está ligada a la actividad agrícola de este grupo étnico, que tiene al campo como su aliado para surtirse de la materia prima necesaria para esas creaciones artesanales.

    El poblado se encuentra a un costado de la Ruta del Spondylus y a 45 minutos de Manta.
    Está rodeado de montañas y de una espesa vegetación entre la que sobresale la toquilla.
    Ahí Fidel Espinal aprendió a cultivar y cosechar esa planta que resalta por sus finas hojas de color verde. Pero este habitante sabe que para elaborar un sombrero únicamente necesita del cogollo.

    Este debe pasar por un proceso de cocinado y secado para que adquiera esa característica de hilo amarillo delgado, que resalta en los sombreros.

    Espinal tiene 40 años en el arte y explica que La Pile es popular en varias latitudes del país y del mundo por que ahí se confecciona el sombrero más fino y original.

    Los hombres y mujeres del poblado aprendieron a elaborar este accesorio para mantener la tradición del montuvio, que utiliza los sombreros para protegerse del sol y diferenciarse de otras personas.

    En las áreas de las viviendas, destinadas para la sala, es común observar taburetes de madera y las hormas que sirven para moldear los sombreros.

    El día a día de los miembros del hogar transcurre entre esos maderos y los diminutos hilos que ellos entrelazan con los dedos de la mano hasta que la pieza tome esa forma redonda donde cabe la cabeza de una persona.

    Lo hacen recostados sobre los taburetes, en una posición que necesariamente amerita poner el pecho sobre el madero y con la cabeza casi fija hacia el piso.

    Ana Delgado explica que permanecer por largas horas en esa posición provoca mareos y dolores en las articulaciones.

    Por eso hacen pausas cada media hora, pero dice que es un esfuerzo que al final del día es valorado por los visitantes que llegan al poblado en busca de un sombrero autóctono.
    Los venden hasta en USD 150 y uno de los atractivos para enganchar al turista es enseñarles en el mismo instante cómo se logran los acabados.

    Delgado cuenta que las familias tienen modelos semielaborados, es decir con los hilos de la circunferencia que protege parte de la cara sin procesar.

    Así enseñan al visitante, por ejemplo, que es el modelo originario del montuvio. Que no necesita el acabado de los que actualmente se elaboran.

    Esto porque los montuvios antepasados procuraban proteger su cabeza de las inclemencias del sol, antes que por una moda.

    Esta explicación se cuenta como una leyenda a los estudiantes del Centro de Formación Artesanal de La Pile.

    El lugar se construyó en el 2012 para mantener la tradición del sombrero de toquilla. Actualmente 15 jóvenes del pueblo tecnifican sus conocimientos.

    El sombrero de paja toquilla autóctono se confecciona en el poblado de La Pile, en el cantón Montecristi, en la provincia de Manabí. Foto: Katherine Delgado para LÍDERES
    El sombrero de paja toquilla autóctono se confecciona en el poblado de La Pile, en el cantón Montecristi, en la provincia de Manabí. Foto: Katherine Delgado para LÍDERES
  • Campaña por el sombrero de paja toquilla

    Redacción Quito

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    A escala nacional, pero sobre todo internacional existe una idea equivocada sobre el origen del sombrero de paja toquilla, ya que se lo conoce como Panama Hats, pese a ser procedente de Manabí.

    Para cambiar esto el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI) está ejecutando una campaña de difusión tanto dentro como fuera del país, en la que se busca recuperar la identidad de este producto, considerado un símbolo de orgullo ecuatoriano.

    Dentro de la campaña se muestra la historia del origen del sombrero de paja toquilla, industria que creció a mediados del siglo XIX con la elaboración manual de estos productos, a cargo de artesanos manabitas, específicamente provenientes del cantón Montecristi.

    Los sombreros terminados se exportaban en grandes cantidades, y uno de los lugares a donde llegaban era Panamá, país en donde eran utilizados por los trabajadores que se encargaron de la edificación del Canal.

    A partir de la visita del presidente estadounidense Thedore Roosevelt a la zona de construcción del Canal de Panamá los sombreros se popularizaron. A esto se sumó que los viajeros europeos llegados al continente atraídos por la ‘fiebre del oro’ en América del Norte los adquirían por sus características de elegancia, frescura, ligereza y calidad. Entonces se generó la confusión del nombre, al creer que se elaboraban en Panamá.

    Con estos antecedentes, la campaña promueve que se reconozca a este producto como el sombrero de Montecristi, para lo que se desarrollaron dos videos, uno educativo y otro promocional, que cuenta con traducción en seis idiomas: inglés, francés, portugués, árabe, chino y japonés.

    La campaña se lanzó en diciembre de 2016 y su difusión se realiza a través de DirecTv y redes sociales como Facebook y Twitter, además de la página web del IEPI.

    El sombrero de paja toquilla es uno de los tres productos ecuatorianos que cuentan con Denominación de Origen protegida, bajo el nombre Montecristi. La importancia de contar con la denominación es que permite el reconocimiento de productos especiales que cuentan con características exclusivas de la zona geográfica de donde provienen y del factor humano que interviene. Esto además impulsa al turismo en las zonas de producción.

    La declaratoria del uso de la denominación de origen Montecristi se dio el 15 de junio de 2009 y la primera solicitud de uso fue el 17 de febrero de 2015, por parte de la Unión de Artesanos de Paja Toquilla de Montecristi. Al momento se han emitido 91 autorizaciones de uso de la denominación.

    Según datos de Proecuador, en 2015 Ecuador exportó USD 17 millones en sombreros de paja toquilla, además de cascos para sombreros y fieltro para la elaboración de estos productos. Algunos de los principales destinos de las exportaciones de los sombreros de Montecristi son EE.UU., Francia, España, Italia y Japón.

    Este último país tiene un importante crecimiento en los últimos años, ya que según cifras citadas por Proecuador, en el 2013 se comercializó USD 826 730 hacia Japón. Esta cifra subió a USD 1,2 millones en 2014, mientras que en 2015 el monto se incrementó a USD 1,9 millones. Entre enero y mayo de 2016, las ventas de sombreros de Montecristi a Japón alcanzaron los USD 1 787 072.

    Por medio de una campaña audiovisual, el IEPI busca recuperar la identidad de los sombreros de Montecristi. Foto: Archivo / LÍDERES
    Por medio de una campaña audiovisual, el IEPI busca recuperar la identidad de los sombreros de Montecristi. Foto: Archivo / LÍDERES
  • El sombrero de paja toquilla gana espacio

    Redacción Guayaquil

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    Los sombreros de paja toquilla ganan más espacios en mercados donde ya tienen presencia y se abren camino en otros. El año pasado, el país exportó alrededor de USD 7 millones en estos finos sombreros y sus similares, elaborados principalmente en las provincias de Manabí y Azuay.

    Para este año se prevé que los envíos sean similares a los del 2015, pero con nuevo elemento: la consolidación en sus tradicionales mercados, entre ellos Japón, y la incursión en otros nuevos.

    La producción del sombrero tuvo un bajón en la provincia de Manabí, tras el terremoto del pasado 16 de abril, que destruyó parcialmente talleres y alejó a los compradores. En comunidades como Pile, parroquia del cantón Montecristi, en Manabí, la fabricación de la prenda se afectó por los daños en los talleres y por la dificultad para acceder a estos lugar.
    En Pile y otras localidades rurales de Montecristi se elabora el sombrero más fino, por la laboriosidad del tejido de la paja toquilla.

    En los locales de Montecristi, un sombrero fino, que tarda hasta seis meses en tejerse, puede alcanzar un valor de USD 5 000, menciona Victoria Pachay, comerciante del sombrero en el centro de la ciudad. Ella exhibe en las vitrinas de su local los modelos de los sombreros que exporta. El producto lo adquiere a los tejedores artesanos de Pile.

    El tradicional tejido de paja toquilla fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en diciembre del 2012. Desde entonces el Gobierno impulsó su promoción en otros mercados, a través de organismos como Pro Ecuador y mediante ferias comerciales y turísticas.

    En mayo pasado, la Embajada ecuatoriana en China promocionó el sombrero en Pekín, a través de una exhibición que mostraba el proceso de elaboración, con dos mujeres artesanas. El embajador de Ecuador en China, José María Borja manifestó en un comunicado de Pro Ecuador, que se busca incrementar los contactos comerciales con China, sobre todo entre los compradores más pudientes.

    La versatilidad de la paja toquilla permite elaborar, además de sombreros, otros productos que también se exportan, como bolsos, canastas, carteras y adornos.

    En agosto pasado, Pro Ecuador organizó una exhibición de los tradicionales sombreros en Japón, con el auspicio de la empresa nipona General Design. La actividad, que se realizó en Tokio tuvo el objetivo de consolidar las ventas en este país, uno de los principales compradores.

    Según datos del Banco Central del Ecuador, Japón es el tercer comprador del sombrero ecuatoriano, debajo de Estados Unidos. Japón adquirió USD 1,9 millones en estas prendas y sus similares, en el 2015.

    Gina Vasco, propietaria de la empresa Tagua Land, que exporta sombreros elaborados en Manabí y Azuay, menciona que Japón es un mercado en crecimiento para la prenda de paja toquilla. Considera, sin embargo, que otros países, como Alemania e Italia, también muestran potencial de exportaciones.

    Los sombreros más finos se elaboran en pequeñas comunidades como Pile, en el cantón Montecristi (Manabí). Foto: Archivo Enrique Pesantes/ LÍDERES
    Los sombreros más finos se elaboran en pequeñas comunidades como Pile, en el cantón Montecristi (Manabí). Foto: Archivo Enrique Pesantes/ LÍDERES
  • La venta del sombrero de paja se redujo

    Washington Paspuel

    Contenido intercultural

    Los artesanos tejedores de los tradicionales sombreros de paja toquilla de Montecristi, en Manabí, todavía tienen dificultades para comercializar sus creaciones.

    Luego del terremoto del pasado 16 de abril, que afectó una parte de la infraestructura y vialidad manabita, las ventas de estos productos se redujeron. En la provincia la confección de sombreros de paja toquilla se concentra en el cantón Montecristi, muy particularmente en la parroquia Pile, un poblado de alrededor de 2 000 habitantes, a 20 minutos de Manta.

    Carmen Espinal, tejedora de 55 años, aún no ha podido vender tres sombreros que una de sus hijas, quien también teje, le llevó para que los oferte a los turistas que suelen visitar el caserío, precisamente por la fama del producto.

    Espinal ahora teje poco debido a una dolencia en la espalda, que le impide permanecer mucho tiempo reclinada, una posición para entretejer la fina paja desde arriba.

    En la sala de su vivienda, a un costado de la calle principal de Pile, esta artesana montó su taller. Allí, bajo la luz que ingresa desde una ventana, permanecen tres sombreros a medio tejer, a la espera de compradores. Estos suelen llegar los fines de semana, atraídos por la fama del poblado. También, llegan turistas extranjeros, que desembarcan en los cruceros en Manta. Ella menciona que desde el terremoto los visitantes dejaron de llegar a Pile.

    En el 2015 Ecuador exportó USD 17 millones en sombreros de paja toquilla que, además de en Montecristi, también se elaboran en Azuay, con texturas y calidades que difieren según su procedencia. Los sombreros se exportan principalmente a Europa, EE.UU. y Japón, según el Banco Central.

    Los tejedores de Pile aseguran que ellos elaboran los sombreros más finos. “Un sombrero fino demora hasta seis meses en tejerse. Esos se venden por no menos de USD 600 aquí”, dijo Espinal.

    En Pile, los sombreros más sencillos, confeccionados mediante un entrelazado de filamentos más gruesos de paja, tardan alrededor de cuatro días en su confección. Su costo en los talleres promedia USD 150. Pero, Espinal dice que ahora los compradores que los llevan a Montecristi para comercializarlos les están fiando. “No nos están pagando de contado, porque a ellos también les fían”, asegura.

    En Montecristi hay artesanos que se encargan de planchar, acomodar el tejido y personalizar los sombreros con cintillos de colores, en algunos casos. Estas piezas luego se destinan a la exportación.

    La esperanza de que la tradición del tejido del sombrero de paja toquilla se mantenga entre las nuevas generaciones de la parroquia Pile, está puesta en el Centro de Formación Artesanal, donde funciona una escuela taller. Allí recibe clases de dos horas diarias, de lunes a viernes, un grupo de jóvenes de la comunidad.

    Ellos aprenden todo el proceso involucrado en la confección de estas piezas, desde el tratamiento de la paja recién cortada, para que alcance el color, textura y finuras necesarios, hasta las técnicas de armado y acabado final.

    La primera escuela taller estaba ubicada en la casa comunal del poblado, pero ahora ocupa la segunda planta de un moderno local, en el centro del caserío. Fidel Espinal, uno de los instructores del taller, menciona que la intención es preservar la tradición del tejido entre los más jóvenes. “Por eso también se dan charlas.

    Para manabitas como Ana Delgado es importante que se preserve el tejido de los sombreros de paja toquilla, “que tanto renombre le han dado a la provincia. Son elegantes y protegen del sol”.

    En junio, el Ministerio de Comercio Exterior mantuvo una reunión en Montecristi con los artesanos de paja toquilla para definir acciones para reactivar el comercio de los sombreros.
    Según Pro Ecuador, la finura del sombrero se mide en grados, a mayor finura mayor es el grado, y mayor su valor comercial. Ecuador se especializa por producir finas variedades de sombreros que cumplen con altos estándares y exigencias de los consumidores a nivel internacional.

    En detalle

    Precio bajo Los sombreros más sencillos se venden ahora en Pile en alrededor de USD 60. Hasta antes del terremoto se pagaba no menos de USD 100 en los taller del poblado.
    Las herramientas  La confección del sombrero, como se elabora en Pile, requiere de un soporte base de madera, en forma de trípode. Sobre este se ubica la horma que le da forma a la pieza de paja.

    Organización  En la parroquia Pile no hay una asociación de artesanos de tejido de paja toquilla que los agrupe. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural administra el centro de formación artesanal para preservar este arte.

    Los sombreros se elaboran en las casas de los habitantes de esta parroquia del cantón Montecristi, en Manabí. Foto: Enrique Pesantes/LÍDERES
    Los sombreros se elaboran en las casas de los habitantes de esta parroquia del cantón Montecristi, en Manabí. Foto: Enrique Pesantes/LÍDERES