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  • El licor que surge del cacao cosechado en Esmeraldas

    Redacción Esmeraldas

    En Esmeraldas se trabaja en la producción de licor de cacao desde hace seis meses, mediante una iniciativa microempresarial que nació hace cuatro años. Carlos Prias es dueño de la marca Varasu, licor hecho con cacao fino de aroma que se produce en las siete hectáreas sembradas en Tacole, una pequeña población rural de Esmeraldas.

    Desde hace dos meses el producto está en las perchas y se comercializa a USD 23. “El producto tiene acogida por el rico sabor a cacao”, dice Homero Cañote, propietario de licorería Piero.

    El nombre de Verasu resulta de la fusión de los nombres de dos fincas: Varas y Suras.
    La iniciativa, que permite la producción de 120 botellas diarias de licor, busca llegar a mercados del país e y el exterior.

    El proceso para obtener el producto va desde la cosecha, fermentación, secado, tostado, molido. El último paso es la mezcla del cacao fino de aroma con ron, leche y el neutro de la baba del cacao. El licor tiene un 6% de alcohol.

    El trabajo lo realizan cuatro personas y se procesa de forma artesanal. En la pequeña planta se cuenta con un molino semiindustrial, así como con recipientes para el embotellado manteniendo la línea sanitaria.

    La inversión realizada en esta iniciativa es de USD 10 000, pero se aspira invertir más una vez que aumente la demanda.

    El siguiente paso será lograr que el licor se destine a mercados internacionales para sus ventas, mientras tanto se trabaja en la elaboración de pequeñas cajas de bambú donde irá la botella.

    Boris Arévalo, de la Superintendencia de Control del Poder del Mercado, explica que han acompañado en el proceso de formación del emprendimiento hasta llegar a tener un producto de marca para acceder a los mercados formales.

    El licor cuenta con registro sanitario, códigos de barra y etiquetado; las botellas se adquieren en Quito y el embotellado se hace en las afueras de Esmeraldas.

    Todo el trabajo se ha sido coordinado con la Superintendencia, que asesoró para crear la marca Verasu, así como la notificación sanitaria y código de barras.

    De acuerdo con el manual de la Superintendencia del Poder de Mercado, el 20% de los productos que están en el mercado debe ser de los actores de la economía popular y solidaria, es decir pequeños emprendedores.

    Carlos Prias responsable de la marca de licor de cacao, reconoce que este ha sido un proceso largo, pues en sus inicios empezó elaborando la cocoa artesanal en su domicilio, luego elaboró pasta de cacao y ahora el licor.

    A la visión de Prias se ha sumado el Ministerio de Industrias, representado en Esmeraldas por Gabriela Zambrano, quien afirma que ya buscan mercado internacional para colocar el licor.
    Según la funcionaria, se puede aprovechar el programa Exporta Fácil, de Correos del Ecuador. Zambrano dice que se está trabajando en el proceso.

    En Esmeraldas existe una red de emprendimiento con 25 productores de cacao que están en proceso de formalización, y 65 productos que ya cuentan con la certificación sanitaria para salir al mercado.

    Carlos Prias es el responsable del desarrollo de esta bebida elaborada con cacao sembrado en Tacole, una pequeña población de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Carlos Prias es el responsable del desarrollo de esta bebida elaborada con cacao sembrado en Tacole, una pequeña población de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • La batería que surge del reciclaje en Baterías Ecuador

    Redacción Quito

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    Lo que hoy es Baterías Ecuador es resultado de un trabajo planificado y sostenido de la familia Rubio, que encontró la fórmula para relanzar la empresa, recuperar la marca y convertirla, hoy en día, en protagonista del sector autopartista ecuatoriano.

    La empresa nació en 1956 y fue de las primeras firmas nacionales en elaborar baterías para vehículos. Los fundadores mantuvieron la línea hasta mediados de la década de 1980, hasta que por los cambios de tecnologías se dejó de producir las baterías.

    En la década de 1990, la familia Rubio adquirió la empresa y dio paso a una segunda etapa de esta marca, valorada en la industria automotriz ecuatoriana. Así fue como Baterías Ecuador retomó la fabricación de baterías y poco a poco fue recuperando la confianza del mercado. Galo Rubio hijo cuenta que las inversiones permitieron relanzar el producto.

    Lo primero que se hizo fue comprar maquinaria para instalar una planta de producción de
    4 000 metros cuadrados, ubicada en Carcelén, en el norte de Quito. Allí trabajaban 150 personas.

    La meta, en ese entonces, era tener un suficiente volumen de producción que permita ganar peso en el mercado. Allí se producían -en 1992- cerca de 5 000 baterías al mes. Rubio cuenta que la marca aún tenía recordación entre distribuidores y clientes. “Eso nos sirvió para tener presencia, el apoyo de los distribuidores fue clave”.

    El siguiente reto era contar con la materia prima -el plomo- a precios competitivos. En un principio, el plomo se importaba desde Perú, pero esto hacía que la rentabilidad sea limitada. Por eso, la empresa diseñó un modelo de negocio en el que el reciclaje de baterías es el núcleo.

    Desarrollar el proceso de reciclar tomó su tiempo y arrancó en el 2010, cuando la empresa ya estaba operando en sus nuevas instalaciones, en la vía E-35 al oriente de Quito. “Con el nuevo modelo los costos bajaron y empezamos un proceso con un alto componente ambiental”.
    Baterías Ecuador contó con el apoyo del Municipio de Quito y elaboró un modelo efectivo. Los camiones que reparten las baterías nuevas en los puntos de venta y de distribución regresan a la planta con baterías viejas.

    Según Rubio, en Ecuador se reciclan cerca de 90 000 baterías mensuales. La empresa tiene el 50% de ese mercado.

    El ejecutivo destaca que con el reciclaje se controla la aleación de los materiales empleados en la batería, lo que garantiza la producción y la calidad. Por este proceso, Baterías Ecuador cuenta con la certificación ISO TS16949, dirigida para autopartistas y que, en pocas palabras, asegura la prevención de errores y certifica la reducción de desechos en procesos productivos.

    Hoy en día, la empresa ecuatoriana tiene dos canales para colocar sus productos. El 85% de las baterías que produce se mueve por su red de distribuidores. El 15% restante va para ensambladoras de autos como Aymesa, en Quito, y Ciauto, en Ambato.

    El titular de Ciauto, Pietro Pilo Pais, cuenta que la ensambladora trabaja desde hace dos años con Baterías Ecuador, en los vehículos de la marca Great Wall. En ese tiempo no se ha registrado ningún problema, dice Pilo Pais.

    Otro testimonio es el de Rolando Rivera, gerente de Importaciones Full Energy. Él distribuye el producto Baterías Ecuador desde el 2007. “La calidad del productos hace que sea de las más vendidas en el país hoy en día”. Rivera añade que la empresa ha perfeccionado el modelo de distribución y la atención al cliente. “Solucionan con agilidad cualquier inconveniente”, dice Rivera, quien distribuye el producto en Pichincha, Santo Domingo, Carchi, Napo…

    Los retos para la empresa de la familia Rubio continúan. El más cercano es enfrentar la contracción de las ventas del sector automotor de los últimos tres años. “Nosotros recién sentiremos ese bajón este año y el siguiente por que las baterías de vehículos se cambian cada dos años, en promedio”. El crecimiento de este año y el siguiente, por ejemplo, será de 1% o 2%, menor al 5% que crecía la empresa hasta el 2016.

    Para eso la firma ya tiene un plan que pondrá énfasis en la parte comercial y en los distribuidores. Además sigue con las inversiones. En los próximos cinco años planea destinar USD 3,5 millones para ampliar la capacidad de producción. “La hacemos -dice Rubio- porque creemos en el país”.

    Subgerente Galo Rubio
    Una de las claves para crecer es el sistema socialmente responsable de controlar los residuos. Eso favorece la cadena de distribución y reduce los costos de la empresa, lo que nos permite ser más competitivos. En este modelo es vital el trabajo de recolectar baterías viejas y tratarlas en nuestra planta, para aprovechar el plomo que tienen. Todo ese proceso se controla al detalle. Hoy por hoy, el 100% de la materia prima es producto reciclado. Al reciclar controlamos la calidad de la baterías.

    Dos empleados de Baterías Ecuador revisan el producto en la planta de producción, que está ubicada en la vía E-35, al oriente de Quito, cerca de Píntag. Fotos: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Dos empleados de Baterías Ecuador revisan el producto en la planta de producción, que está ubicada en la vía E-35, al oriente de Quito, cerca de Píntag. Fotos: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • De su planta surge la comodidad

    Washington Paspuel (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La forma en la que la multinacional Simmons, fabricante de colchones, ingresó al mercado ecuatoriano fue poco usual. Mientras que, como parte de su estrategia de expansión, muchas multinacionales se alían con firmas locales con experiencia y productos propios, en Ecuador la firma estadounidense optó por buscar a una organización nueva.

    Esa novel firma, Corporación Sicorpmattress, se constituyó en el 2013, y dos años después, en abril del 2015, empezó con la fabricación y comercialización exclusiva para Ecuador de los colchones Simmons, una corporación con 140 años en el mercado y con presencia en alrededor de 150 países.

    Sicorpmattress debió adecuar una infraestructura que ya existía en un predio de 8 000 metros cuadrados, en el kilómetro 6,5 de la vía Durán-Tambo, al norte de Guayaquil, para montar allí la planta de ensamblaje de los colchones Simmons.

    Fue una inversión que bordeó los USD 4 millones, que incluyó la adquisición de la maquinaria, la materia prima, la adecuación desde el 2014 del terreno y la campaña de promoción de la marca en el país.

    En abril del 2015, cuando la firma empezó la comercialización, contaba con nueve puntos de venta, en Guayaquil y Quito. A la vuelta de ocho meses, los puntos de ventas alcanzaron los 90 y se extendieron a otras siete ciudades.

    Identificada comercialmente como Simmons Ecuador, la compañía nacional basa su estrategia de expansión bajo las mismas directrices con las que opera la multinacional en otros mercados, aunque respetando las particularidades, en este caso, las del consumidor ecuatoriano.

    La estrategia de ventas de Simmons Ecuador se sostiene en la experiencia directa del comprador, que se consigue con la exhibición horizontal de los diferentes modelos de los colchones, sin sábanas ni nada más que los cubra. Es una de las pocas exigencias que tienen los puntos de venta, manifiesta José Adum, director general de la compañía.

    Las proyecciones de la empresa en cuanto a expansión en el país son llegar a los 150 puntos de venta al final del 2016. Para lograrlo, Sicorpmattress prevé ampliar la producción, que actualmente promedia los 100 colchones diarios, con la adquisición de una máquina que fabrica los resortes, el corazón de los productos de la multinacional.

    Esto implicará una nueva inversión de alrededor de USD 500 000. La intención, además, es reducir hasta en un 50% el uso de materia prima importada, que al igual que los tejidos recibe una fuerte carga tributaria para su ingreso al país.

    Los canales de ventas de la firma se centran en la exhibición a través de conocidos ‘retailers’ de artículos del hogar y la decoración, como Almacenes De Prati, Boyacá, Ferrisariato, etc.
    Soledad Ponce, gerenta senior de Marketing de la firma De Prati, considera que los productos de Simmons en sus locales les permitirán llegar a sus clientes, con una mayor oferta de ítems para sus líneas para el hogar.

    En febrero próximo la compañía espera firmar un acuerdo con dos cadenas nacionales de tiendas por departamento, con lo que planea duplicar sus ventas. También anuncia que lanzará nuevas líneas de colchones para el mercado del hogar, e ingresará al segmento hotelero con otras líneas exclusivas para ese sector.

    Para la compañía, la inversión en una nueva máquina para fabricar los resortes de los colchones desde este año es una movida para ser menos dependientes.
    “Es una inversión adicional que a la larga significa nueva tecnología, transferencia de conocimientos y generación de nuevos empleos”, considera Adum.

    Operarios en la planta de Sicorpmattress en Durán (Guayas) colocan las capas de esponjas especiales para armar el cuerpo de los colchones que saldrán a la venta. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
    Operarios en la planta de Sicorpmattress en Durán (Guayas) colocan las capas de esponjas especiales para armar el cuerpo de los colchones que saldrán a la venta. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
  • En dos plantas surge su cerveza

    Sofía Ramírez (I)

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    redaccion@revistalideres.ec

    Tres tanques fermentadores y carbonatadores son parte de las nuevas adquisiciones de la ‘brew house’ o cocina para procesar la cerveza artesanal de Camino del Sol. Estos equipos se encuentran en la segunda planta de producción que tiene esta iniciativa que surgió en el 2012.

    Desde el principio, el objetivo fue producir una bebida artesanal con maltas importadas desde Alemania. La meta se cumplió y hoy oferta en el mercado cuatro bebidas. Todas son artesanales y utilizan la imagen de cuatro animales: Turtle Pale Ale, Iguana IPA, Red Llama Ale y Black Bird Stout.

    La denominación Ale significa que tienen fermentación alta de levadura, con distintos aromas y sensaciones para los consumidores, según explica Ana Lucía Nájera, gerenta propietaria.
    Este negocio nació de una afición que tenía Nájera por descubrir el desarrollo de procesos bioquímicos de los lúpulos y la malta utilizados para elaborar la bebida.

    Esta empresaria es ingeniera en Alimentos con estudios en la Universidad Técnica Federico Santa María, de Chile. Además, se especializó como ‘brew master’ (maestra cervecera), en la Universidad Técnica de Berlín VLB (Alemania), en el 2008.

    Durante los estudios de especialización aprendió el proceso de malteado, es decir, cómo se llega de la cebada a la malta; también, entendió el proceso de molienda, maceración de los granos, el filtrado y la cocción para agregar los lúpulos dentro del proceso industrial de la cerveza.

    Con todo este conocimiento, regresó al Ecuador en el 2012. Junto a Fabián Armendáriz, su esposo, compraron un bar llamado Turtle’s Head, con una inversión cercana a los USD 100 000. En el local situado en la zona de la Mariscal Foch, en el norte, empezaron con la venta de 3 000 litros de cerveza artesanal, al mes.

    Este proyecto -vigente hasta la fecha- fue la antesala para que Nájera demostrara sus habilidades como ‘maestra cervecera’ en su propia empresa Camino del Sol. Con un capital de USD 120 000, la cervecería montó su primera planta localizada en Carapungo, en el norte de Quito. Al inicio, comenta esta emprendedora, la fábrica procesaba alrededor de
    3 000 litros mensuales.

    Para la elaboración de la cerveza artesanal, la firma importa cuatro toneladas mensuales de maltas, levaduras y los lúpulos, desde Alemania y Chile. A la fecha, la planta de Carapungo produce unos 8 000 litros mensuales.

    Esto permitió no solo un crecimiento del 70% anual. También empezó a colocar en el mercado presentaciones en barriles, cajas de 18 unidades y en ‘six pack’.

    Para el envasado y el etiquetado, Camino del Sol cuenta con proveedores como Cridesa o Etiquetar de Ecuador.

    Esteban Suárez, propietario de la última, cuenta que desde hace tres años trabaja con la cervecería de Nájera. Antes de que este producto se vendan en supermercados, como Supermaxi, Santa María y Oki Doki, les vendía alrededor de 20 000 etiquetas; pero desde hace siete meses la demanda aumentó un 40%.

    Este año la empresa montó una segunda planta en el sur de Quito, con 1 100 metros cuadrados para oficinas y producción. La capacidad de procesamiento es de alrededor de 80 000 litros.

    Las cervezas artesanales de esta firma se venden en más de 300 establecimientos, como bares, restaurantes, supermercados, en Quito, Cuenca, Guayaquil y Galápagos.
    Fabián Sáenz, gerente de distribución de Pincay & Asociados, con sede en Galápagos, distribuye los productos de Camino del Sol desde hace ocho meses. El producto llega a más de 25 establecimientos de las islas.

    Para continuar con el crecimiento, esta empresa mantiene negociaciones con distribuidores en Imbabura, Manabí, Esmeraldas y Tungurahua. Para noviembre, Nájera planea establecer un modelo de franquicia para bares y restaurantes, inicialmente en Quito y Guayaquil.

    Juan José Mantilla, director creativo de la agencia de publicidad El Carrusel, trabaja con Camino del Sol en el diseño de la marca. Este creativo menciona que el logo representado por el sol hace alusión a que la marca debe expandirse en todo el país.

    Sobre los diseños de los cuatro tipos de cervezas, como el cóndor, la tortuga, la llama y la iguana, Mantilla asegura que tiene aceptación en extranjeros.

    La gerenta

    Ana Lucía Nájera, gerenta de Camino del Sol. Una de las principales estrategias de la cervecería, de cara a fines del 2015 y para el 2016, es obtener certificaciones de buenas prácticas de manufactura en las dos plantas de la empresa. Además, el posicionamiento de la marca no solo será a través de la venta de los cuatro tipo de cervezas, sino también en la venta de otros artículos como portavasos, vasos cerveceros, camisetas, gorras con los diferentes diseños de Camino del Sol.

    Las cifras

    9 empleos directos se generan en Camino del Sol.
    300 establecimientos en Quito, Guayaquil, Cuenca y Galápagos venden esta cerveza artesanal.
    8 registros sanitarios, tanto para los barriles como para las botellas tiene la compañía.
    80 000 litros de bebida procesará la nueva planta.
    100 000 dólares se invirtieron para comprar el bar denominado Turtle’s Head, ubicado en el norte de Quito.

    Camino del Sol tiene dos plantas de fabricación de cerveza artesanal, en Quito. Jimmy Zambrano es uno de los colaboradores que trabaja en la planta de Carapungo. Fotos: María Isabel Valarezo/LÍDERES.
    Camino del Sol tiene dos plantas de fabricación de cerveza artesanal, en Quito. Jimmy Zambrano es uno de los colaboradores que trabaja en la planta de Carapungo. Fotos: María Isabel Valarezo/LÍDERES.