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  • Una salsa de garbanzo que surgió en Loja

    Redacción Cuenca

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    Maskana es un emprendimiento que empezó en la capital lojana en julio del 2016. Surgió por el gusto que tiene Mariana Cárdenas por la cocina. Ella experimentó con varios productos y sabores para crear un ‘snack’ sano y gourmet.

    Su primer producto es el denominado humus de garbanzo. Es una salsa para acompañar productos a cualquier hora del día.

    Está hecho con este grano porque tiene altos porcentajes de proteína, fibra y folatos (componente principal del ácido fólico).

    Otros ingredientes son el aceite de oliva extravirgen, salsa tahini que es elaborada con ajonjolí y aceite de oliva, comino, sal, limón, entre otras especies.

    Según la emprendedora, todas estas características convierten al humus en un producto atractivo para quienes buscan una alimentación balanceada. En la actualidad, Cárdenas recibe la asesoría del Centro de Emprendimiento de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).
    Según esta empresaria, Maskana es una palabra kichwa que significa búsqueda y al estar relacionada con la comida representa “buscar dar vida”. El objetivo principal de Maskana es dar vida a través de alimentos sanos.

    Ella hizo una encuesta a sus amistades a través de Internet y de esa forma validó el nombre. Tuvo algunas opciones, pero le gustó la versión kichwa de Maskana.

    La comercialización de su producto empezó en ferias en julio del 2016. En la actualidad, vende en locales de Quito, Cuenca y Loja en presentaciones de 120 gramos y en el 2018 lanzará la de 250.

    Cada unidad cuesta USD 3.

    Maskana cuenta con un socio estratégico en Quito, que es FoodieUio, para hacer entregas a domicilio en esa ciudad. El próximo año venderá en Guayaquil, Tungurahua y un supermercado con alcance nacional.

    Además, lanzará una nueva línea de sabores de humus. “Hasta que el consumidor ecuatoriano aprenda y descubra qué significa, se decidió tener solo en una presentación, que sea más manejable y que sirva como una salsa para cualquier hora”, dijo Cárdenas.

    Ella recomendó acompañar con zanahoria, apio o pimiento rojo. También, con nachos, chifles, yucas o asados.

    En la actualidad, produce en la planta de emprendimientos de la UTPL. Cárdenas, quien es ingeniera comercial y licenciada en Ciencias Políticas, invirtió USD 20 000 para adquirir su propia maquinaria, que fue elaborada por un ingeniero en metalmecánica de la capital lojana.
    Ella explicó el proceso y necesidades y él las ejecutó en el diseño y construcción.

    Es un procesador, que se encarga de la cocción, licuado, esterilizado y envasado. “Este equipo cumple todo el proceso productivo para el actual producto y los nuevos que lanzaré. Las máquinas que tenía la universidad no servían para el procesamiento de semisólidos”, agregó.

    La producción mensual alcanza las 2 200 unidades y la proyección es llegar a 5 000. El 40% se vende en ferias y el porcentaje restante en otros locales. Seis personas están involucradas en el emprendimiento. Son operarios que laboran en la fábrica, en el diseño, fotografía y otras actividades.

    La ingeniera comercial lojana Mariana Cárdenas participa en ferias para posicionar su producto en el país. Cortesía de Maskana
    La ingeniera comercial lojana Mariana Cárdenas participa en ferias para posicionar su producto en el país. Cortesía de Maskana
  • El amor por la poesía surgió con la lectura

    Giovany Astudillo

    Por su afición a la lectura le surgió otra pasión: la poesía. El director del Departamento de Educación Continua de la Universidad de Cuenca, Marcelo Vázquez, ha publicado siete poemarios.

    Son textos románticos, en su mayoría, que fueron dedicados a su esposa, a sus hijos y a la unidad familiar. También, evocan las vivencias personales o problemas y otros son para sus amistades.

    El último y reciente poemario se titula ‘Entre nubes de papel’. Los anteriores fueron ‘Pensamiento’, ‘Un baúl de recuerdos y un puñado de sueños’. Tienen un lenguaje coloquial, personalista y de fácil lectura, señala Vázquez. Todos fueron apoyados por la Universidad de Cuenca.

    La lectura de los poemas del español Gustavo Adolfo Bécquer fue una inspiración para Vázquez. “Es un sentimentalista nato, que caló en mi afición”, cuenta el exgerente de la Cámara de la Pequeña Industria de Azuay. También, le gusta la poesía clásica como la de Pablo Neruda.

    Su hábito por la lectura empezó en la adolescencia cuando tenía 12 años y cursaba el primer año del colegio Rafael Borja. En ese entonces una editorial y un medio de comunicación nacional publicaban libros de literatura, que se denominaba Ariel Juvenil.

    Este economista, de 59 años, recuerda que esos textos salían cada miércoles y los adquirió todos. Era un gusto que compartía con un grupo de compañeros. Cada libro lo leía durante una semana para estar listo para el siguiente. “Me dedicaba, por lo menos, una hora al día. Cada uno tenía cerca de 40 páginas”. Eran obras clásicas de la literatura universal como ‘María’, de Jorge Isaacs.

    Según Vázquez, eso aportó mucho a sus conocimientos literarios; por ello, cuando los profesores del colegio le recomendaban la lectura de algún texto, él ya tenía conocimiento. Con eso, logró un hábito de lectura diario, que perdura hasta la actualidad.

    Ese gusto ha buscado transmitir a sus estudiantes universitarios durante los 36 años que tiene como docente de economía, microeconomía y otras cátedras.

    A Vázquez también le gustan los textos de ciencia ficción. Tiene cerca de 100 libros vinculados con esa temática. Para él, estas publicaciones le permiten salir del trabajo diario. “Mi trabajo se centra en números, estadísticas y presupuestos, lo que da una formación esquematizada. Por eso, estos textos ofrecen otra visión social y más humana”.

    Los libros vinculados a la economía, realidad local, ecuatoriana y Latinoamericana, también, entre las preferencias de Vázquez.

    Además, tiene textos de macroeconomía, microeconomía, economía… Su intención es prepararse permanentemente. “En el caso de la realidad nacional tengo que recurrir a medios digitales y de comunicación”.

    El catedrático tiene una biblioteca amplia, que ya no cabe en los estantes de su casa, por ello los tiene guardados. Por lo general, los libros los adquiere en cada uno de sus viajes a encuentros internacionales de educación continua. “Siempre busco los libros de literatura o de economía”.

    Marcelo Vázquez fue dirigente gremial. Tiene 36 años en la cátedra. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Marcelo Vázquez fue dirigente gremial. Tiene 36 años en la cátedra. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • En familia surgió un nuevo actor del negocio de lácteos

    María Victoria Espinosa (I) redaccion@revistalideres.ec

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    Desde hace 20 años, la familia Guerrero elabora quesos, yogur, manjar… que se distribuyen a escala nacional. Tienen tres sucursales en Pichincha.

    A simple vista parece un parador en el que se venden productos lácteos. Los visitantes de la cafetería y del restaurante Guerrero no se imaginan que detrás de estos locales se instaló la planta de Productos Guerrero, donde se elabora la mayoría de productos que se expenden en estos locales, ubicados el kilómetro 94 de la vía Calacalí – Los Bancos.

    La familia Guerrero lleva 20 años dedicados a la elaboración de productos lácteos como el yogur, una variedad de quesos frescos y maduros, manjar de leche, mantequilla, entre otros.

    En los últimos cinco años también incursionó en la elaboración de panes, galletas y bizcochos que se venden en el parador, que recibe a más de 400 personas al día. Al lado de este local también colocaron un restaurante de comida típica como la fritada.

    Para lograrlo, primero levantaron una granja con cerdos y gallinas. “La única forma de brindarle un producto de calidad al cliente es elaborarlo nosotros”, señala Alexander Guerrero, gerente general de este negocio.

    Este emprendimiento, que en la actualidad es una mediana empresa, nació en 1994, en una pequeña casa ubicada en el parque central de Mindo, de donde la familia Guerrero es oriunda. Los padres de Alexander, José y Alicia de Guerrero, empezaron con una producción de 25 litros de leche. El queso criollo y fresco se distribuía en Quito y en el noroccidente de Pichincha.

    El negocio empezó con el nombre de Quesos Mindo y estaba conformado por 12 socios que eran productores de la zona.  Pero la transportación y la maduración rápida del queso criollo hicieron que los socios renunciaran al emprendimiento.

    La familia Guerrero insistió en que el negocio funcionaría. Entonces llevaron a su vivienda las máquinas y los utensilios de cocina. Empezaron a producir 125 litros de leche al día, abastecidos por ganaderos de Mindo y San Miguel de los Bancos.

    Pero en 1994, la construcción de carretera Calacalí – La Independencia hizo que la leche no llegara hasta Mindo. Por ello la familia decidió arrendar una casa en San Miguel de los Bancos, para colocar una pequeña fábrica y así expandir su mercado no solo a Quito sino también a Esmeraldas y la zona norte del país.

    El grupo Guerrero ha empleado a 70 familias de la zona. Además 80 pequeños productores les suministran la leche. Luego de ocho años empezaron a construir la planta, el parador y el restaurante. En maquinaria e infraestructura invirtieron USD 700 000. La inversión total hecha en el tiempo es de USD 1 500 000.

    Los productos lácteos Guerrero se distribuyen en cadenas de supermercados como el Supermaxi y Akí. Hace dos años se distribuyeron en Miami (Estados Unidos) en una tienda para latinos.

    Silvana y Alexander Guerrero son los encargados de continuar con la  empresa familiar de lácteos que se encuentra ubicada en el kilómetro 94 de la vía Calacalí - San Miguel de los Bancos. Fotos: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    Silvana y Alexander Guerrero son los encargados de continuar con la empresa familiar de lácteos que se encuentra ubicada en el kilómetro 94 de la vía Calacalí – San Miguel de los Bancos. Fotos: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • Con juegos en las clases surgió este emprendimiento

    Redacción Quito

    Una clase “entretenida” de la universidad se convirtió en la inspiración para su emprendimiento. En el 2009, Andrea Vizcaíno y Hugo Dávalos se divertían en el taller de elaboración de quesos. Ellos estudiaban Ingeniería Agropecuaria en la Escuela Politécnica del Ejército (Espe).

    Lo que más les gustaba de esta materia era que podían experimentar con diferentes sabores, al mezclar los lácteos y frutas o especias para obtener un sinnúmero de variedades de quesos.

    El gusto por descubrir nuevas combinaciones no se quedó en el aula. Vizcaíno y Dávalos decidieron llevarlo más allá. Tras hacer varias pruebas y ver que sus quesos tenían éxito entre sus amigos y conocidos, decidieron crear su propio negocio. De esta forma, en octubre del año pasado nació su microempresa: Cowa Quesos Gourmet.

    Llevaron su proyecto a ConQuito para buscar financiamiento. Por ser una idea innovadora recibieron los USD 8 500 y el asesoramiento para el desarrollo de su plan de negocios.

    El dinero lo invirtieron en materia prima, utensilios para la elaboración de los productos, desarrollo de la marca y promoción por medio de redes sociales.

    Su pequeña fábrica la montaron en la cocina de la casa de Vizcaíno, que está ubicada en Sangolquí.

    Ahí elaboran sus cuatro líneas de productos: quesos combinados con frutos, especias, frutos verdes y frutos secos.

    Los venden en envases de 250 gramos; cada unidad cuesta USD 2,50. Su producción depende de los pedidos que se realicen cada semana. Por ejemplo, en octubre elaboraron 500 unidades, mientras que el mes pasado fabricaron 200 quesos.

    Todavía no cuentan con canales de distribución definidos; los productos los entregan directamente.

    Cowa describe a su público objetivo como jóvenes y adultos, que están entre los 18 y los 35 años de edad y les gusta experimentar nuevos sabores.

    André de la Rosa es gerente de Ventas de una agencia de viajes y se considera fanático de los quesos. Lo que le llamó la atención fue la mezcla de diferentes ingredientes . En principio fue escéptico del buen sabor, pero probó y ahora compra unas tres unidades a la semana.

    De la Rosa le contagió el gusto por Cowa a su compañero de trabajo Juan Diego Flándoli. Él señala que Cowa tiene buenas combinaciones de sal y de dulce, pero la que más le llamó la atención fue el queso con ‘pickles’ de pepino.

    Entre los proyectos de Cowa está conseguir financiamiento de la Corporación Financiera Nacional (CFN) para construir su planta. También se encuentra en conversaciones con Corporación Favorita para la distribución de sus quesos.