Revista Líderes presenta a sus lectores este lunes 15 de junio del 2020 un informe sobre cómo las TIC facilitan los trámites legales. Firmas y contratos electrónicos, notarías virtuales, uso de ‘blockchain’ y ‘big data’ son algunas de las soluciones digitales en la pandemia. En entrevista junto al gerente de Petroamazonas, Juan Carlos Bermeo, dice que ‘la producción de crudo es estable’ en el país. Mira nuestra edición impresa.
Portada de la Revista Líderes del lunes 15 de junio del 2020.
El estudiante universitario en Ecuador tiene entre 17 y 26 años, en su mayoría. Además, está marcado por la diversidad y se apoya cada vez más en las tecnologías de la información (TIC) a la hora de investigar y aprender.
Basta recorrer los pasillos de las universidades del país para encontrar una serie de características como las mencionadas. Algunos son emprendedores, mientras que otros trabajan a medio tiempo. También son, en parte, descomplicados y el trato con los docentes es de mayor confianza, en comparación con lo que ocurría hace 10, 20 o más años en las aulas del Ecuador.
Buscan de manera constante becas dentro y fuera del país, y aprovechan las redes sociales para crear contactos que les pueden servir en su futuro profesional. Cada vez son más digitales en lo social y lo académico.
En la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), los estudiantes de pregrado tienen edades entre 17 y 24 años y se gradúan cuando están entre los 22 y 24 años, ya que se ofertan carreras de tres, cuatro y seis años.
“Tenemos un grupo de estudiantes homogéneo. Las aptitudes más destacadas de nuestros estudiantes es que son librepensadores, emprendedores, entusiastas, líderes”, dice la Universidad San Francisco de Quito.
Este centro universitario aplica el sistema de Artes Liberales. Por eso los estudiantes acceden a las carreras en base de su interés o no de matemáticas. “Esto les permite reflexionar en los primeros semestres, ya con conocimiento, sobre cuál carrera optar. Podría decirse que el efecto de las artes Liberales hace una diferencia crucial en su formación, incluso en las profesiones liberales como medicina, arquitectura y leyes”.
La USFQ también destaca la diversidad de los alumnos. El centro recibe estudiantes de todos los estratos, de las 14 etnias del país y más de 1 000 estudiantes extranjeros de 43 países.
En la Universidad de las Américas también hay información que permite delinear el perfil del universitario ecuatoriano. Luis Vaca, director de Inteligencia de Información de la UDLA, informa que sus estudiantes ingresan desde los 17 años; el mayor número de alumnos se concentra entre los 21 y 22 años, el 28,98% se encuentra en este rango.
Otro dato indica que el mayor número de estudiantes graduados se encuentra entre los 23 a 26 años.
¿Son más mujeres u hombres? Según Vaca, el universo de estudiantes actuales de la UDLA se encuentra dividido: 53% corresponde al género femenino y 47% al masculino. En lo que tiene que ver con los graduados, el 52% son mujeres y el 48%, hombres.
Vaca ofrece más números sobre los alumnos de la institución. Dice que en el caso de estudiantes hombres el 81,7% son dependientes de sus padres y el 18,3% son independientes. En el caso de las alumnas, el 79,33% son dependientes y el 20,67% son independientes.
Estas y otras universidades saben que los estudiantes de hoy tienen intereses específicos. Allí están temas como la industria 4.0, la economía naranja, los temas ambientales, entre otros. El desafío, dicen los expertos, es ofrecer carreras acordes a estos intereses.
Las becas
Datos de la Senescyt muestran que hasta octubre del 2018 se habían entregado 14 133 becas internacionales. De esa cifra, 13 312 se canalizaron por la Senescyt y 821 con organismos cooperantes.
Estas becas fueron principalmente para carreras enfocadas en ingenierías, salud, ciencias naturales, matemáticas, etc.
La misma institución dice que se dieron 19 235 becas nacionales Eloy Alfaro. La mayoría, 15 807, fueron para estudios de pregrado.
Estudiantes de la universidad Estatal de Guayaquil, en una imagen de noviembre del 2019. Foto: archivo / LÍDERES
Desde que la economía argentina tomó un rumbo incierto el pasado año, en el que el peso se devaluó fuertemente y la inflación se disparó, el trabajo a distancia se ha convertido en una suerte de migración virtual que permite cambiar de economía sin dejar el país y obtener ingresos en divisas estables.
Doce meses atrás el dólar estadounidense cotizaba en valores cercanos a los 20 pesos por unidad, una cifra que se ha incrementado hasta alcanzar números récord de hasta 46 pesos en las últimas semanas, generando un clima de inestabilidad acentuado por la incertidumbre que arrojan las elecciones presidenciales de este año a los mercados de financiación internacionales.
Junto a la depreciación de la divisa se sitúa la inflación, que supera el 54% interanual, como principales problemas de un país acostumbrado a los vaivenes económicos y en el que sus ciudadanos han aprendido a guardar sus ahorros en dólares, los mismos dólares que ahora se han convertido en una posibilidad de ingresos gracias al trabajo a distancia.
En este contexto se enmarca el crecimiento de plataformas como Freelancer, que según su vicepresidente para Latinoamérica, Sebastián Siseles, ofrece la posibilidad de “conectar” a trabajadores y empresas de todo el mundo.
“Cuando hay una crisis de empleo o monetaria en un país la gente se empieza a preocupar y dice: ¿Qué es lo que hago? ¿Cómo me protejo contra la devaluación? Es donde vienen con mayor asiduidad a nuestra plataforma y dicen: Cómo empiezo a trabajar y salir de una exposición netamente local a exponerme internacionalmente”, aseguró Siseles desde su despacho de Buenos Aires.
Las tecnologías de la comunicación han derribado fronteras y han permitido a los principales mercados llevar su crecimiento más allá de sus límites.
“Los mercados que mas están demandando talento son los de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia. Saber inglés siempre es un plus”, detalla Siseles, responsable de una plataforma en la que se generan más de 10 000 oportunidades laborales cada día, en su mayoría vinculadas con “la economía creativa y la economía digital”.
Los argentinos también buscan con mayor entusiasmo los mercados anglosajones, que con sus divisas fuertes han visto cómo el tipo de cambio juega a su favor: cuanto más se devalúa el peso argentino mayor es el poder adquisitivo de los que cobran en dólares, euros o libras esterlinas.
Este el caso de Giannina Gastaldo, arquitecta de Córdoba que comenzó a trabajar con empresas extranjeras de manera esporádica hace tres años, aunque fue en los últimos seis meses cuando empezó a hacerlo de forma exclusiva.
“Venía haciendo este trabajo cuando tenía tiempo libre. A partir de fines del año pasado que el dólar subió muchísimo y que acá en Argentina se paró un poco el tema de la construcción yo le empecé a dedicar todo el tiempo y me fue muy bien porque gano todo en dólares y con lo que sale el dólar acá en Argentina me conviene muchísimo”, afirmó.
El cambio de divisa provocó en la vida de esta cordobesa “un vuelco terrible”, ya que ahora tiene “tranquilidad” y puede “empezar a proyectar cosas”, y no se plantea volver al mercado nacional.
“La verdad que me quiero quedar así, primero por la tranquilidad que tengo. Además acá en Argentina es difícil confiar en la gente, si te van a pagar o no”.
A pesar de que la devaluación de la moneda la beneficia, espera que esta se pueda controlar en el futuro, en parte “por el país” y su beneficio y en parte para reducir la tasa de inflación. “A mi me convendría que siga bajando el peso pero me gustaría que se estabilizara y que ya quedara el dólar en un valor fijo”, subrayó.
En una situación parecida se encuentra Jorge Javier Pierini, ingeniero de sistemas oriundo de la ciudad bonaerense de La Plata, quien también se debate entre su interés personal y el del país.
“No deseo que se desplome (el peso) pero como contrapartida sí es beneficioso. Cuando yo comencé con esto, la relación entre el dólar y el peso era de un dólar 9 pesos. Hoy estamos en 45-46. Económicamente en mi caso particular la verdad que sí me rinde”, dice este profesional.
Jorge Javier Pierini (c), ingeniero de sistemas, rodeado del equipo de Freelancer. Esta empresa conecta a trabajadores y firmas de distintos países. Foto: EFE