Etiqueta: temor

  • El temor de abrir los negocios en Italia

    Franck Iovene (AFP)

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    Insatisfechos con la ayuda asignada, irritados por las directivas poco claras, muchos comerciantes y dueños de restaurantes de Italia se niegan a abrir sus tiendas pese al llamado del gobierno para reactivar el sector.

    Sin clientes ni visitantes, ciudades turísticas como Roma, Florencia y Venecia están en crisis y la apertura autorizada a partir del pasado lunes no logra aliviar las pérdidas, por lo que las puertas de muchas tiendas y restaurantes siguen cerradas.

    Los italianos, en general, tampoco quieren ir a los restaurantes.

    La capital del turismo mundial, Venecia, es el emblema de esa situación. Portavoces de los negocios se preguntan irónicamente si había que abrir los bares y restaurantes “ para las gaviotas y palomas ” , tras la desaparición de buena parte del millón turistas que visita todos los años la ciudad de Marco Polo.

    El sector basa todas sus esperanzas en la apertura a principios de junio de las fronteras a los europeos.

    Por otro lado, de norte a sur de la península, la reticencia y las protestas se han multiplicado en los últimos días debido a las medidas de bioseguridad impuestas para evitar contagios.

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    Ilustración: LÍDERES
  • El miedo de volver al sitio de trabajo

    Redacción Quito

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    Ivanna es empleada privada con un trabajo que la obliga, de manera casi permanente, a tener contacto con personas. Se muere del miedo de que una vez que se levanten todas las restricciones por covid-19 tenga que dejar su casa y volver a su actividad regular en el exterior.

    Tiene el denominado síndrome de la cabaña o de la cueva, una situación que cientos de personas en el mundo, que han estado en cuarentena, la están enfrentando.

    Belén Álvarez, psicóloga clínica con especialidad en Psicología Jurídica y Forense, explica que es una reacción ante la obligación de salir de la zona de confort o de un hábito que se generó al pasar en casa durante mucho tiempo.

    Ella dice que lo que genera el miedo es la incertidumbre. Hay personas que consideran que aunque se protejan o hayan reducido los contagios pueden infectarse. Al cerebro eso le angustia y le genera estrés y elevada ansiedad.

    Precisamente, eso es lo que siente Ivanna, quien vive en Guayaquil. “Pude cumplir 60 días de cuarentena sin salir, ni tener ningún tipo de contacto con el exterior. Me tocó salir de emergencia el día lunes y para mí fue muy impactante ver como afuera ‘no pasa nada’. Eso realmente me preocupa, porque siento que en muchos casos la gente ha perdido mucho cuidado en las normas, como cumplir la distancia, el lavado de manos constante o la precaución de tener contacto con otros. Regresar al trabajo es volver al día a día; aunque no queramos, el riesgo será muy alto. Pese a que yo me cuide no sé si lo esté haciendo también otro”.

    Esta, sin embargo, no es la única razón que genera miedo. Hay personas que se dieron cuenta que pueden realizar su trabajo muy bien desde casa y, a la par, lograron un equilibrio con su vida familiar. Regresar a la oficina implica una ruptura a este logro alcanzado.

    Para otros, el temor viene por el lado de tener que regresar a un empleo en el que las cosas no iban bien, explica Pedro Flor, docente de Psicología de la Universidad de las Américas. Existen casos de trabajadores que no tenían una buena relación con jefes o compañeros o se encontraban desmotivados por causas profesionales.

    “Siento que hago un buen trabajo y me gusta siempre dar ideas nuevas. Sin embargo, nadie las toma en cuenta. Por otro lado, en casa me he sentido más productiva, porque hago mi trabajo y cuido de mi familia. He podido pasar más cerca de ellos y ha sido lindo”, dice la empleada privada Adriana.

    Al tener empleados con este síndrome habrá un impacto en dos segmentos de cualquier organización: el clima laboral y la productividad del personal.

    Oswaldo Paredes, gerente de HR & SS Consulting, explica que el miedo y la inseguridad llevan a que la persona se desconcentre. Explica que mucha gente, particularmente la que tenía antes contacto con público, podría negarse a hacerlo para evitar el riesgo o bajar los estándares de antes.

    También es posible que haya gente que termine renunciando a sus trabajos, porque al volver no llegarán a encajar en una lógica de rigidez y verticalidad. “Pueden sentirse desanimados. Tal vez al teletrabajar podían organizar mejor sus tareas y en la oficina no.”

    Otro de los temores que tiene la gente es a perder su empleo o enfrentar ajustes en el mismo. Los empleados temen que al volver les hagan anuncios que impacten su economía o sus rutinas laborales.

    Esta inestabilidad, a decir de la psicóloga Álvarez, puede generar a corto o mediano plazo cuadros de ansiedad o, en el peor de los casos, enfermedades mentales. Lo primero es posible aliviarlo con ejercicios de concentración o respiración, para enfocarse.

    Javier Verdesoto, CEO de Nexos Talent EFH Ecuador, explica que es importante una guía para que las personas se acostumbren a su lugar de trabajo y a los nuevos mecanismos para laborar. El apoyo psicológico y la empatía de los empleadores son fundamentales.

    “Debe haber total comunicación. Hay que escuchar a los trabajadores, más aún si han enfermado o ha fallecido algunos de sus parientes”, indica el experto.

    Explica que de nada van a servir las medidas de seguridad si no se impulsa una mentalidad positiva.

    El síndrome de la cabaña implica no querer salir de casa ante el temor de un contagio o un mal empleo
    Imagen referencial. El síndrome de la cabaña implica no querer salir de casa ante el temor de un contagio o un mal empleo. Foto: Pixabay
  • ‘La lactancia y el temor a ser despedida’

    Arturo Castillo. Motivador y Profesor de técnicas psicorrelajantes

    En algunas empresas, embarazarse puede resultar, laboralmente hablando, embarazoso; tanto que puede resultar en despido. Y cuando el despido no ocurre de manera frontal, la mujer puede estar sujeta a circunstancias hostiles, a un clima laboral tenso, amenazante. El nerviosismo aumenta cuando tiene que guardar silencio acerca de su estado.

    Las dificultades se prolongan cuando la madre retorna a sus labores, cuando tiene que hacer uso de su horario espacial de lactancia. En muchos casos, la mujer vive un dilema cotidiano, con la sensación de que está haciendo algo indebido. A veces debe soportar la mirada crítica del patrono incomprensivo.

    En este contexto, la nueva Ley que aprueba 12 meses de horario especial por lactancia constituye una justa reivindicación para las mujeres. La incidencia social de esta garantía es importantísima. Justamente, uno de los temas que aqueja al mundo contemporáneo es la ausencia prolongada de la madre en el hogar, debido a las exigencias económicas, a las presiones del consumismo.

    No es mera especulación afirmar que la sociedad está dislocada justamente por la carencia de comunicación, afecto, cuidado y contacto físico entre madres e hijos, en una fase de la vida tan decisiva como es la infancia.

    El temprano destete, el ‘biberón de encargo’, consistente en dejar en un envase la leche materna para que alguien se encargue de dársela al ‘interesado’. El hecho de dejar al infante dormido y retornar a casa y encontrarlo dormido, al cuidado de personas no siempre confiables, constituyen son conductas crueles que son aceptadas.

    Respecto de la responsabilidad social que atañe a las empresas, muchas se quedan cortas, porque carecen de una filosofía del trabajo, porque no han explorado el sentido humanista del servicio; simplemente se han mentalizado, se han encerrado en su burbuja del debe y el haber.

    Ocasionalmente, cuando la parturienta se reincorpora a su trabajo, se encuentra con la desagradable sorpresa de que ‘ya no es necesaria’, que su puesto fue cubierto o que se le asignaron otras tareas. Obviamente, en esos casos, los departamentos de RR.HH. no cumplen con sus funciones a conciencia, no actúan como exige la ley, de modo que comprometen a la empresa, aunque crean que de esa manera agradan a sus jefes.

    Sabido es que las leyes no son, lamentablemente, una garantía; que quienes no están dispuestos a acatarlas encuentran modos imaginativos de burlarlas.El mejor antídoto es que, en este caso, toda mujer conozca sus derechos y beneficios, y los ejerza de manera resuelta, valiente.

  • Emprendedores, del temor al primer paso

    Mariana Maldonado. El Universal de México (GDA)

    ¿Tienes miedo al fracaso y a la bancarrota? ¿Rechazas la incertidumbre de lo que representa aventurarse a abrir una nueva empresa? ¿Crees que tu idea no es lo suficientemente buena para pasar esa dura prueba frente al consumidor? O, ¿eres un obsesionado por la perfección y temes que las cosas no salgan como tú lo estás pensando? Quizá no tienes ese ‘gen’ que distingue a los emprendedores natos y que los hace triunfar así como así. Creencias o miedos, cualquiera de estas situaciones se convierten en barreras que el propio individuo se pone para evitar emprender. Ambos son centrales para la decisión de fundar o no una empresa, y han merecido numerosos estudios académicos.

    Otros factores relacionados con el emprendimiento son la necesidad de éxito, de tener el control, la de tomar riesgos, la poca o mucha tolerancia a la ambigüedad y la autoconfianza, según un estudio publicado en la Revista Asiática de Emprendimiento y Sustentabilidad. Todos, absolutamente todos, ponen barreras a la hora de planear una nueva empresa.

    Víctor Moctezuma, director del Hub de innovación y emprendimiento iLab Veracruz, asegura que dentro de su entrenamiento se encuentra el prepararlos para enfrentar todo tipo de miedos y obstáculos propios de estos sentimientos negativos. «La primera cosa que les reclamamos es: no hay tolerancia al marasmo mental, porque esa es la primera barrera que hace que todo lo demás esté en contra. Si tú no das el paso adelante, no te quitas las venda de los ojos de que es imposible, nadie lo hará por ti».

    EN BÚSQUEDA DEL GEN
    ¿El emprendedor nace o se hace? Es una pregunta que se ha planteado una y otra vez. Bill Aulet, director del Martin Trust Center del MIT, en su libro ‘Disciplina para emprender. 24 pasos para una exitosa puesta en marcha‘, dice que el emprendimiento se puede enseñar.

    «Cuando vemos a Richard Branson, Steve Jobs, Bill Gates, Larry Ellison, y otros emprendedores que llaman la atención, parecen extraordinarios. Pero cada de sus éxitos es el resultado de un gran producto que los hizo exitosos, no de un gen especial«, asegura en la introducción de su libro. Adiós gen, hola, enseñanza.

    MIEDO AL FRACASO
    Es quizás el ‘rey’ cuando se habla de emprender. El miedo a la bancarrota es un factor de decisión para muchos emprendedores potenciales para no emprender un negocio, según un informe realizado en los Países Bajos. El riesgo de fracasar parece ser alto. En México: 70% de los negocios no llegan a su tercer año de vida, según un estudio de KPMG.

    El libro del fracaso elaborado por Fuck Up Nights y por el Instituto de Emprendimiento Eugenio Garza Lagüera incluso lo aborda con humor y sostiene que con el tiempo es posible digerirlo.

    Una frase del dramaturgo Samuel Becket citada ahí puede ayudar: «Fracasa. No importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor».

    La aversión al riesgo es otra barrera psicológica hacia emprender, según un estudio publicado en la Revista Internacional de Negocios y Management. Un estudio de John Morgan, un profesor de temas empresariales de la UC Berkleys, añade que a los empresarios no solo no les gusta el riesgo sino que se mueven por lo que él llama «aversión a la pérdida».

    Los otros factores

    Búsqueda de reconocimiento. El libro del Fracaso dedica un apartado a este punto y lo titula: «Si buscas reconocimiento, detente», y sostiene que, quizá seas el más guapo para tu pareja y el más inteligente para tus padres, pero… no lo serás para todos.

    Mejor, perfecto. La perfección no existe, ¿cierto? El libro del fracaso recomienda que se asuma como lo que es: «un ideal que te anima a emprender acciones», y no como la última meta.

    Tolerancia a la frustración. Se relaciona con intentarlo una y otra vez porque, seguramente, a la primera no va a salir. «Todo el tiempo estás rodeado de obsesiones, no puedo, no debo. Es lo primero que se debe de romper», asegura Víctor Moctezuma, director del Hub de innovación iLab Veracruz.

    El especialista

    Emprendedor, ¿con el corazón o con la cabeza?

    Resultan sorprendentemente sencillos y hasta cierto punto elementales y de sentido común los relatos de los individuos exitosos. Ellos hablan de sus logros como asuntos que pudieron ocurrírseles a cualquier persona; afirman que sus decisiones fueron simplemente consistentes con las circunstancias, que hicieron lo que era necesario hacerse, en el tiempo y espacio apropiados, con un nivel de convencimiento que era casi imposible que no les llevara a lograr el éxito.

    Advierten, eso sí, que saborearon derrotas y frustraciones, que tuvieron que sobreponerse a sus propios miedos, condicionamientos mentales, al autosabotaje; dejar de culpar a las circunstancias. Lo intentaron una y otra vez, y solo entonces vieron materializarse sus sueños. Sin embargo, nunca creyeron que habían tocado el cielo con las manos.

    A partir de esos testimonios, centenares de autores han intentado descifrar los misterios del éxito, convencidos de que debe haber un método capaz de hacer de cualquier sujeto medianamente ambicioso un triunfador.

    Es evidente que el tiempo y los contextos son cambiantes. Por ejemplo, la presente generación cuenta con recursos y medios tecnológicos que permiten hacer todas las previsiones posibles antes de lanzarse a las turbulentas aguas de los negocios. Entonces, los emprendedores evitan todo lo que parece subjetivo, como las ‘corazonadas‘; prefieren dejarse guiar por lo ‘concreto‘. Echan mano de los indicadores económicos, estudian las estrategias de sus potenciales competidores, conocen el mercado y el comportamiento de los consumidores, saben de ‘marketing‘; dominan el ‘branding’, el ‘e-commerce’.

    Aún así, el pánico y la inseguridad les acompañan siempre. El problema radica en la avidez, en la búsqueda neurótica del éxito, en la pereza, que prefiere cómodos atajos. En cambio, los emprendedores de inicios del capitalismo contaban con escasos datos, de modo que su intuición era su principal herramienta. También hay diferencias ‘filosóficas‘ respecto del dinero y el trabajo. Muchos de los acaudalados empresarios de antaño atribuían su buena fortuna a sus convicciones espirituales. Por su parte, los emprendedores de estos tiempos conciben a Dios, en el mejor de los casos, como un socio estratégico; prescindible si llegara a oponer resistencias éticas para alcanzar el éxito.