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  • Manamer, 60 años de tradición textilera

    Evelyn Tapia

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    Es mediodía y el sonido de las máquinas de coser no cesa en las instalaciones de Manamer (Manufacturas Americanas), en el kilómetro 5,5 de la vía Panamericana Norte, en el norte de Quito.

    Mientras un grupo de operarios revisa la calidad de las telas, otro corta patrones, otro cose y otro plancha el producto final.

    Este es el ritmo de trabajo de los 150 operarios que laboran en la planta de esta empresa textil que produce unas 30 000 prendas de vestir al mes y que en el 2017 cumplió 60 años en el mercado.

    Manamer es una compañía limitada que está a cargo de la tercera generación de la familia Ehrenfeld. Daniel Ehrenfeld, gerente general desde el 2013, cuenta que su abuelo, también de nombre Daniel, llegó a Ecuador desde Europa en la década de los cuarenta para trabajar en el sector agrícola.

    “Estuvo algún tiempo dedicado a eso hasta que decidió tener una empresa propia. Comenzó con una fábrica de ladrillos, pero no le fue muy bien”, cuenta Ehrenfeld.

    Poco tiempo después, por la invitación de unos amigos que acababan de abrir la fábrica Manufacturas Americanas, Daniel Ehrenfeld comenzó a administrar ese negocio. Era 1957.
    La firma inició con la producción de camisas y ropa interior.

    “Con el tiempo mi abuelo fue adquiriendo participación hasta que compró el negocio”, recuerda Daniel Ehrenfeld.

    En la actualidad, Manamer genera 350 empleos. Tiene ocho marcas de ropa y una de calzado.
    Pical ofrece ropa formal de caballeros; Identity produce uniformes empresariales; John Henry y Manhattan son marcas de ropa de hombre que se venden al por mayor en boutiques y tiendas de retail y de las tradicionales Peter Pan y Teenform, de ropa interior para adultas y adolescentes.

    Además de estas marcas propias, Manamer adquirió en 2009 la franquicia española de accesorios juveniles Funky Fish; en 2011 la franquicia peruana Do it y en 2016 la franquicia israelí de zapatos Marcha Ballerina.

    Ehrenfeld menciona que de todas las marcas la que más ha crecido es Pical. Esta se creó en 2003 y aglutina el 30% de la producción de Manufacturas Americanas. Con Pical comenzaron a vender en puntos de comercialización propios. Antes, la firma solo producía y distribuía al por mayor.

    “Las tiendas nos permitieron hacer muchas mejoras. Como mayorista no nos enterábamos de la retroalimentación del cliente final”, manifiesta.

    También tiene un peso importante en la producción (25%) la fabricación de ropa de marca propia para las cadenas de retail, añade.

    Actualmente, Manamer tiene 35 puntos de venta propios en Quito, Guayaquil, Ambato y Latacunga. En 2018 planean abrir cinco más en Manta y en Cuenca.

    Aunque es una empresa de origen familiar, Ehrenfeld destaca que fue necesario cambiar la forma de gobierno de la misma para expandirse. El 2013 marca un antes y un después ya que fue el año en el que otorgaron jefaturas y gerencias a los empleados.

    “Hay que salirse del modelo familiar para crecer. Yo he visto empresas destruirse porque la mamá es la diseñadora y piensa en la moda como hace 40 años o padres que se niegan a liquidar inventarios. Hay que salir del concepto del gobierno central, hay que empoderar a la gente porque valen oro y saben muchísimo”, explica el gerente general.

    El cambio más importante fue la innovación, señala Ehrenfeld. Antes la compañía textil trabajaba con una sola persona encargada de los diseños y hoy hay seis; además, reciben asesoría de una consultora externa italiana.

    “La producción textil nacional sí funciona siempre que se le dé valor agregado. Si una camisa blanca la vendes sin valor agregado es vender commodities. Tienes que estar rogando que te paguen un precio”, señala.

    Esa es una de las características que destaca Esther Palma, propietaria de Camisería Barón, en Manta, que comercializa una de las marcas de Manamer. “Los hombres hoy en día buscan estar a la moda y saben de las tendencias y esta marca ofrece modelos de vanguardia y de mucha calidad”.

    En el proceso de crecimiento de Manamer fue necesario invertir en tecnología, consultorías y nuevos procesos de eficiencia que demandaron USD 250 000. Ehrenfeld dice que fue la mejor estrategia para posicionarse en el mercado textil, en el que la competencia extranjera es muy fuerte.

    La tercera generación maneja Manamer
    La tercera generación maneja Manamer
  • Textilera con metas ambiciosas

    Patricia González

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    El ruido es casi ensordecedor. A las 10:00 del pasado 10 de abril, la planta del Grupo Delltex, que opera desde 1992 en el sector de Cumbayá, está en plena producción en las tres líneas de productos: hilos, telas y cobijas.

    En la sección de corte y mezcla el proceso parece casi automático; es poca la intervención humana. Allí se convierte el poliéster acrílico y poliéster lana en fibras de diferentes tipos. El hilo en su estado crudo pasa luego por la sección de tintorería, donde obtiene la coloración deseada y, finalmente, se ensambla en conos para su entrega final al cliente.

    El hilo fue el primer producto de fabricación del Grupo Delltex, que en 1963 nació como Hilatura Delltex, cuando la oferta y la demanda de este material eran escasas en el país. Actualmente, laboran en la empresa 208 personas.

    La compañía textilera fue fundada por Alberto Deller, quien emigró desde Alemania junto con sus padres, huyendo de la guerra en Europa. Además de Delltex –su primera gran inversión–, la familia Deller es propietaria de empresas en el sector comercial, el sector aeroportuario y la industria de la construcción.

    En 1973, la producción del Grupo Delltex se expandió a las telas, en poliéster acrílico y poliéster lana. Y para 1998, incursionó en la fabricación de cobijas de microfibras, con diferentes diseños.

    La capacidad instalada de la planta, que ocupa una extensión de tres hectáreas, es de una producción semanal de 193 500 kilos de hilos, 85 metros de telas y
    32 000 cobijas. Sin embargo, actualmente trabaja al 80% de su capacidad. Santiago Andrade, coordinador de marketing de la firma, explica que esto responde a la demanda del mercado.

    A escala nacional, Delltex está posicionada como proveedor de cobijas en cadenas de supermercados, hogar y ropa. Entre sus clientes están Supermaxi, Megamaxi, Mi Comisariato, Sukasa, De Prati, Bebemundo y la empresa de textiles Finatex.
    Colombia, país al que se destina 48% de su producción, es el principal mercado extranjero para Delltex. Pero también ha exportado sus productos hacia Perú, Bolivia, Brasil, Chile y Estados Unidos.

    A finales de 2015, Delltex sufrió cambios a nivel gerencial. Andrade explica que uno de los objetivos fundamentales de la nueva gerencia es apuntar con más fuerza hacia mercados internacionales.

    Los objetivos se están cumpliendo. En el país de Norteamérica están calificando para proveer a cadenas de supermercados como Wallmart y Target. Y para el segundo semestre comenzarán a exportar cobijas como proveedores de Walt Disney Company.

    “En 2016 exportamos USD 1,5 millones entre cobijas, hilos y telas. Este año el plan es incrementar las exportaciones en 20%”, indica David Dueñas, gerente comercial. En unidades, la empresa exportó alrededor de 40 500 cobijas, 215 000 kilogramos de hilos y 4 800 metros de telas.

    La facturación de la empresa en 2016 fue de USD 12 millones, lo que representó una caída de 15% en relación a las ventas del 2015.

    Los voceros de la compañía explican que el decrecimiento de las ventas es producto de varios factores. “La subida del precio del acrílico (materia prima de sus productos), la crisis económica que está sufriendo el país y el bajo control a las importaciones ilegales”, señala Andrade.

    La recuperación es prioridad. Para este año, indica el gerente comercial, el objetivo es facturar más de USD 13 millones y para 2020 volver a niveles de años atrás y llegar a los USD 20 millones.

    El coordinador de marketing resalta que a lo largo del tiempo la fidelidad de los clientes ha sido alta. Finatex, empresa que produce y comercializa productos textiles para el hogar, es cliente del Grupo desde hace 20 años, específicamente en la línea de cobijas. Paúl Bastidas, gerente comercial de Finatex, subraya que Grupo Delltex destaca por su buen servicio y la calidad de sus productos.

    “Nuestra cartera siempre debe ser de buena calidad y de medidas completas, y los productos de Delltex se alinean a esas condiciones, por eso siempre hemos trabajado con ellos”, señala Bastidas.

    En 2016, la empresa invirtió más de USD 1,5 millones en las maquinarias de la planta, con el objetivo de reducir el impacto ambiental que se produce en el área de calderos y estampado. “Para 2017, proyectamos hacer una inversión similar en la planta”, subraya el gerente comercial.

    La capacidad instalada de la planta de Grupo Delltex es de una producción semanal de 193 500 kilos de hilos, 85 metros de telas y 32 000 unidades de cobijas. Fotos: Vicente Costales/LÍDERES
    La capacidad instalada de la planta de Grupo Delltex es de una producción semanal de 193 500 kilos de hilos, 85 metros de telas y 32 000 unidades de cobijas. Fotos: Vicente Costales/LÍDERES
  • Textilera colombiana abrirá una planta en Ecuador

    Redacción Líderes

    La revista especializada Dinero de Colombia informó que la empresa Artextil tiene previsto abrir una planta en Ecuador. De acuerdo con la publicación se trata de una compañía antioqueña que se dedica a estampar y teñir telas que se encuentran en su estado más básico. Con una inversión, hasta el momento, de USD 3,5 millones, en marzo “prenderá motores una nueva planta ubicada en Quito”.

    Dinero señala que las restricciones arancelarias a los productos exportados desde Colombia a Ecuador tienen en ascuas y con dolor de cabeza a muchos empresarios del sector textil. Sin embargo, como si hubiera tenido una bola de cristal, una compañía familiar colombiana con sede en Itagüí (Antioquia), se adelantó a la situación actual de salvaguardias y decidió hace unos años establecer una planta de producción en el país vecino.

    “Muchos clientes en Ecuador empezaron a buscarnos desde hace cuatro años. Nos decían: ‘vengan, monten una empresa que acá no hay’. Decidimos hacerlo y hace tres años empezamos el montaje, pero pasó ese intento de golpe de estado a Rafael Correa y nos tocó retrasar el proyecto dos años”, cuenta a Dinero, Carlos Andrés Aristizábal, gerente general.

    Artextil tiene 34 años de existencia en el mercado y emplea a unas 300 personas. Su negocio consiste en la transformación de bases textiles, es decir, coger telas en su estado más básico y de acuerdo con las necesidades del mercado -en tiempos muy cortos, en cantidades muy flexibles y con un alto grado de innovación-, estamparlas, teñirlas y realizar el proceso de acabado.

    En enero del año pasado decidieron retomar el proyecto y poner el acelerador a fondo. “Veíamos en Ecuador un mercado con mucha protección, con unas barreras técnicas y unos cupos ya muy definidos de importación de productos y se veía venir algún tipo salvaguardias”, explica Aristizábal.

    La fábrica está prácticamente lista y se abrirá el 20 de marzo del 2015 en una primera etapa en la que se encargará de la estampación. Para el segundo semestre del año, iniciarán con el proceso de tintorería y en el año 2016, pondrán en marcha los procesos de acabados. Se procesarán alrededor de 400 000 metros mensuales en estampación y 200 000 toneladas en tintorería.

    “Nos cayó como anillo al dedo el tema de la salvaguardia, porque Ecuador tiene una vocación textil bien importante, pero no tiene empresas que vayan al ritmo de la moda como pasa en Colombia y Artextil está acostumbrado a eso. Entonces vamos a llevar todo el conocimiento en el manejo de la moda y definitivamente, allá se va a dinamizar todo lo que es el tema de producción interna, debido a todas estas barreras técnicas, de cupos y de salvaguardias”, expresó el gerente general.

    Hasta el momento las inversiones en la planta suman USD 3,5 millones y al final de todo el proyecto, para el primer semestre del año entrante, serán alrededor de USD 5 millones.

    La planta está localizada en Quito, en el cantón de Rumiñahui y atenderá todo el mercado nacional: Guayaquil, Cuenca, Ambato, Atuntaqui y Quito. “Llevamos mano de obra colombiana: se van a vivir unas 6 personas de Colombia allá y el resto será mano de obra ecuatoriana. Vamos a tener alrededor de 50 empleados en esta primera etapa y cuando esté a la capacidad total creemos que será alrededor de unos 100-120 trabajadores”, le contó Aristizábal a Dinero.

    Artextil viene a un ritmo de crecimiento sostenido de 2 dígitos durante los últimos cinco años, y con la nueva planta espera incrementar sus ventas un 13%

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