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  • Mientras escala rocas motiva a trabajar en equipo

    Redacción Quito

    La escalada fue la pasión de Carlos Gallegos desde que tenía 17 años. Tras 10 años de entrenamiento, él encontró en este deporte la vía para emprender y para incentivar el trabajo en equipo.

    Gallegos es guía profesional de turismo y fue miembro de la Escuela de Escalada de Pichincha durante tres años. Allí obtuvo los conocimientos necesarios para en el 2009 crear Basalto Escalada en Roca, una microempresa dedicada a la instrucción de rafting y escalada deportiva, tanto en un rocódromo como en roca.

    La inversión inicial de esta microempresa fue de USD 2 000 para comprar cuerdas, mosquetones, arneses, frenos de seguridad y zapatos para escalar conocidos como ‘gatos’. Por seguridad Basalto renueva sus equipos cada año, en esto invierte entre USD 500 y 700 anuales.

    En este emprendimiento las clases son en grupos o en pareja. La razón: fortalecer los lazos de confianza entre los aprendices de escaladores. “La escalada es una actividad que, por seguridad, se practica en grupo. Siempre es necesario un mínimo de dos personas: una que escale la pared y otra que se quede en el piso para sostener la soga y asegurar a su compañero si resbalara o si necesitara descender”.

    Esto, según su hermana y colaboradora en la iniciativa Jenny Gallegos, fomenta la confianza en los grupos y parejas que se inscriben. “Cuando no hay confianza no escalan bien”, dice.

    Irela Santos corrobora lo dicho. Ella inscribió a sus dos hijos al curso de escalada y cuenta que desde entonces confían más el uno en el otro. “Estaba nerviosa porque tenían 10 y 12 años, pero en Basalto cuentan con todas las seguridades”.

    Las clases se dictan en el Rocódromo de Quito, ubicado en La Vicentina, y en el sitio conocido como Las Canteras, en la Antigua Vía Interoceánica, en el oriente de la capital. Las clases individuales tienen un costo de USD 25, pero como estrategia para que se inscriban en pareja se cobra USD 30 por dos personas.

    Los cursos de escalada son permanentes, pero antes de escalar en roca es necesario aprobar un curso inicial de seis horas para aprender el manejo del equipo y técnicas básicas para escalar. Este curso se dicta en el Rocódromo y Basalto facilita el equipo e implementos necesarios.

    Las clases de rafting toman un día y se cumplen en el Puyo (Pastaza) y cuestan USD 50 por persona. Se requiere un mínimo de ocho personas e incluye transporte privado, guía y refrigerios.

    Basalto recibe un promedio de 20 personas por mes. Entre sus clientes se cuentan trabajadores de Petroecuador, profesores y alumnos del Colegio Atenas y la Universidad Tecnológica Equinoccial, de Quito. Cristina Hidalgo, ex egresada de la UTE, asistió con sus compañeros al Rocódromo. “Fue un trabajo de grupo. El curso se volvió más colaborador”.

  • Dos empresas en Ecuador donde es un gusto trabajar

    Carolina Enríquez / Redacción LÍDERES

    Equilibrio entre trabajo y familia, sueldos competitivos, planes de carrera, capacitación, buen ambiente laboral, etc., son elementos que se destacan en Telefónica y en Banco General Rumiñahui, ganadoras del Great Place to Work (El Mejor Lugar para Trabajar) en las categorías más de 500 empleados y menos de 500 empleados, respectivamente.

    Telefónica sustenta su política organizacional en cinco pilares: liderazgo, comunicación interna, desarrollo personal, reconocimiento y compensación, calidad de vida y bienestar, dice la vicepresidenta de desarrollo humano, Sahira Herrera.

    Los empleados tienen el día libre en su cumpleaños y 15 días laborables (tres semanas) por vacaciones, que pueden tomarlos juntos o por separado. “Esto es importante, pero también el respeto por el horario de trabajo. Yo tuve una niña hace 10 meses. Puedo realizar mi trabajo en la mañana y en la tarde pasar con ella”, contó Diana Briones, quien labora en la firma hace siete años y hoy es Especialista en Lealtad (retención de clientes).

    También hay oportunidad para crecer y asumir puestos de mayor responsabilidad con mayor remuneración. Herrera dice que el 60% de las vacantes se llenan con personal de la propia firma. A esto se suma la posibilidad de capacitarse en cursos e, incluso, en carreras de cuarto nivel (cada año se auspician 20 maestrías).

    La firma, de 1 164 empleados, usa parámetros de equidad, competitividad y desempeño personal para el pago de remuneraciones. Se dictan cursos sobre estos mecanismos, lo cual es valorado por el trabajador, por la transparencia.

    En el Banco General Rumiñahui (BGR), también galardonado por Great Place to Work, laboran 425 empleados, cuyos sueldos se definen con base en dos elementos: equidad interna (a través de evaluaciones) y competitividad externa (mediante uso anual de encuestas de remuneración en el mercado financiero).

    La entidad financiera paga bonos extraordinarios acordes con políticas establecidas para nacimiento de hijos, Navidad y culminación de carreras de tercer y cuarto niveles. Según Selene Coral, gerenta de Desarrollo Humano y Organizacional, el banco se maneja en base a indicadores fina ncieros, clima laboral y calidad de servicios.

    “La gestión del talento humano no es responsabilidad exclusiva de Recursos Humanos, sino de todos. Nos reunimos con los diferentes equipos de trabajo, sin líderes, para que la gente nos cuente lo que les hace sentir bien y qué desean mejorar. Emitimos un informe a las gerencias de cada área para que se hagan los cambios”, señaló la funcionaria.

    Esto hace que la gente se comprometa con la empresa, como Mónica Jiménez, empleada del Área de Recuperaciones y Cobranzas. “Resalto el tema de capacitación. Hemos participado en una escuela de finanzas, a través de la cual nos formamos para que haya una línea de sucesión con los mismos empleados de la entidad, comentó la empleada, quien destacó el equilibrio entre familia y labor.

    1 589 empleos generan las dos empresas reconocidas por Great Place To Work

  • ¿Existe el lugar perfecto para trabajar?

    Arturo Castillo / Motivador y Prof. De Técnicas Psicorrelajantes Arturo.castillo@catarsis.ec

    Quienes buscan ‘el mejor lugar para trabajar’, se lo imaginan, probablemente, como un paraíso, donde todo lo que hay que hacer es disfrutar, porque ya todo está hecho. Visualizan jefes perfectos, compañeros de trabajo superprofesionales, linda gente.

    Están seguros de que los beneficios deben ser abundantes, con sueldos generosos, con políticas de estímulos sin igual; con planes de carrera concebidos para que los trabajadores alcancen el éxito. En fin, están convencidos de que ese ambiente laboral envidiable espera por ellos. Estos soñadores no están conscientes de que esa ‘tierra prometida’ exige niveles de compromiso, de responsabilidad, más allá de lo que están habituados. Ignoran que el mejor lugar para trabajar se lo construye cada quien, con una conducta activa, madura.

    Piensan, consecuentemente, que la responsabilidad recae exclusivamente en la empresa, que los trabajadores son beneficiarios pasivos del buen ambiente laboral. Obviamente, se establecen parámetros generales, principios de convivencia, procesos administrativos, normas de conducta; misión y visión, una filosofía organizacional. Se respetan las normas legales, se tiene vocación social, se prioriza al ser humano por sobre el afán de ganancia.

    Todo aquello, sin embargo, constituye el esqueleto, el aspecto formal de una organización. Lo que la sustenta, en realidad, es el espíritu humano, quienes se esfuerzan cada día, que brindan lo mejor de su talento, su precioso tiempo, a veces a expensas del bienestar de su familia. Sin esos elementos, se trata simplemente de un ente que realiza actividades comerciales, que ofrece y recibe servicios.

    Aquello de ‘el mejor lugar para trabajar’ es algo que expira todos los días, que empieza cada mañana y se prolonga hasta el cierre de la jornada. Es una conducta consistente, una cultura organizacional incluyente, que funciona como un eje que lo atraviesa todo. Parte del directorio e inspira a todos los colaboradores.

    Los ejercicios estadísticos, la determinación matemática del mejor lugar para trabajar, no siempre hacen justicia a la realidad; por eso deben relativizarse. El rostro que la empresa muestra debe guardar correspondencia con los hechos, con lo que ocurre puertas adentro. Una dosis razonable de imperfección sienta bien incluso a las empresas consideradas excepcionales; evita que envanezcan.

    “El rostro que una empresa muestra  debe guardar correspondencia con los hechos, con lo que pasa puertas adentro”.

    Escriba a Arturo Castillo

  • Sonríe, Ríe y sé feliz para trabajar mejor

    El Universal de México. Grupo de Diarios América (GDA)

    En el 2010, un camión escolar pintado de azul salió a recorrer las calles de Austin, Texas, para «escuchar» de primera mano cómo la gente estaba transformando sus vidas a través de la felicidad.

    Suena frívolo o banal, pero Jenn Lim, entonces mánager de Tony Hsieh, CEO de la firma de zapatos Zappos, reconocida por ser uno de los mejores lugares para trabajar según la revista Fortune, y Hsieh hallaron que la felicidad dentro de las oficinas puede ser un modelo de negocio. Es decir, que entre más felices sean las personas en una organización, más ganancias habrá para esa empresa.

    ‘Entregando Felicidad’, el libro en el que el CEO de Zappos explica las bases de la cultura organizacional basada en la felicidad y que se ha traducido a 20 idiomas y ha vendido 550 000 copias, fue precursor de un movimiento que se ha contagiado a través del mundo.

    ‘Entregando Felicidad’ hoy es una consultoría fundada por ella y por Hsieh que ha logrado influencia en 110 países en la que Jenn es en vez de CEO, CHO, Chief Happiness Officer (que podría traducirse como oficial en jefe de la felicidad); se encarga de inspirar pasión y propósito en el trabajo y en la vida.

    Lo que hace un CHO, según Jenn, es lo mismo que un CEO pero a través de la felicidad como un modelo de negocio.

    La felicidad no solo es uno de los más placenteros sino uno de los que hacen ganar más dinero a las organizaciones, según demuestran varios estudios.

    Los efectos de la felicidad en el trabajo traen 300% más innovación en las empresas; 37% más en ventas, 31% más en productividad; 125% menos de personas sufriendo ‘burnout’, síndrome que fatiga a colaboradores e incluso les impide trabajar, y 66% menos ausentismo laboral, según fuentes de la consultoría.

    La idea de ‘Entregando Felicidad’ parece sencilla y hace sentido al hablar de negocios: empleados felices = a clientes felices = a empresa exitosa.

    En una entrevista a propósito de su visita al INCMonterrey -uno de los eventos más grandes de emprendimiento organizado por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey-, Jenn Lim, cofundadora de este movimiento, asegura que construir una organización a través de este método se convierte en una ventaja competitiva que la hace exitosa a largo plazo.

    «Si puedes aumentar la felicidad o el bienestar de tus empleados como individuos y como equipo se sienten más comprometidos con su trabajo; se sienten alineados con los valores y el propósito de la compañía y alinean los suyos a estos.

    Eso en sí es más motivante, y en consecuencia, los vuelve más productivos al final, ya que hacen las cosas porque las quieren hacer, no porque las tienen que hacer», explica Lim.

    Buscar la felicidad al interior de las organizaciones no es algo frívolo como puede sonar para algunos, es en realidad una estrategia de negocio. En tres años desde que fue fundada por Lim y Tony Hsieh, ‘Entregando Felicidad’ ya ha trabajado con empresas como Deloitte, Morgan Stanley, HP, Audi, Cisco, The Economist y Facebook, entre otras. «Sugeriría considerarlo como algo que necesita ocurrir para innovar, para mantener a buenos empleados y atraer a verdaderos buenos empleados», dice Lim.

    El propósito de ‘Entregando Felicidad es crear más personas, compañías, comunidades y en consecuencia, un mundo más feliz. Esta felicidad dentro de las organizaciones se logra a través de la alineación de los empleados con los valores y esta razón de ser de la empresa.

    Quizá haya quienes no crean en esta metodología, asegura Jenn, sin embargo, no es asunto de hacer cambiar a las personas de opinión, sino que en realidad se trata no de obligar a ser felices sino de mostrar la manera en la que se logra dentro de las organizaciones.

    Así lo ha logrado su staff, hoy desperdigado alrededor del mundo. El proceso siempre será inacabado, porque la felicidad es una travesía. «Es casi como el champú: enjuaga, lava y repite. Es un ciclo cambiante y dinámico», asegura.

    Mandamientos de Zappos
    Para los analistas corporativos, el punto central del éxito detrás de Zappos está en los 10 mandamientos que orientan su forma de hacer negocios: 1) Sorprender con calidad de servicio. 2) Tener mentalidad permanente de cambio. 3) Disfrutar y divertirse con el trabajo. 4) Aventurar con creatividad. 5) Crecer y aprender constantemente. 6) Construir relaciones transparentes basadas en buena comunicación. 7) Trabajo en equipo y espíritu familiar. 8) Hacer más con menos. 9) Pasión y 10) Humildad.

    En cuanto a la mística laboral, la firma también ha marcado la diferencia. Sus más de 1 400 empleados comparten diariamente información a través de Twitter, transmitiéndose lecciones en un ambiente de trabajo que empieza con cuatro semanas de inducción remuneradas.

    Alcanzar la felicidad

    El proceso. La manera en la que ellos (Lim y Tony Hsieh) lo hacen en el interior de las empresas es esta: primero, educan e inspiran con la historia de la felicidad como un modelo de negocio.

    El siguiente paso. Aplican una encuesta entre los empleados para medir los niveles entre el equipo. Luego se reúnen con los líderes para definir las metas, visión, valores y el propósito de la empresa, porque toda esta metodología se basa en que la organización, para lograr que todos sus empleados estén felices, tenga un propósito y valores.

    Resultados. Esta meta va más allá de generar dinero y busca la creación de una propuesta de valor para los clientes.

    El especialista

    Felicidad laboral, ¿existe tal cosa?

    Arturo Castillo. Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    No hay nada que el ser humano busque con más afán que la felicidad; nada que le resulte más difícil de alcanzar. Está convencido de que al hallar la felicidad, conjurará definitivamente el sufrimiento. No se le puede culpar, solo trata de escapar del dolor.

    Por ello, le resulta difícil rehusarse a cualquier promesa de felicidad, por ello se vuelve vulnerable, manipulable, al punto de confundir felicidad con ilusión. Sin embargo, lo que concibe como felicidad, no es algo duradero, permanente, una posesión. Pronto se verá enfrentando la frustración, de vuelta a algún refugio, a una nueva promesa de felicidad.

    Y esa promesa puede estar en diferentes lugares, como un señuelo. Por ejemplo, puede que la persona busque la felicidad en el trabajo, en su profesión. En sintonía con ese anhelo, quizás algunas empresas se propongan garantizarle la consecución de la felicidad; pero se trata de un ofrecimiento que excede sus verdaderas posibilidades.

    Es bien sabido que la felicidad es transitoria, que, en el mejor de los casos, los individuos experimentan momentos de fugaz felicidad.

    Consecuentemente, en el campo del trabajo, parece más pertinente hablar de satisfacción, como un sentimiento de autorrealización.

    Mientras que la felicidad está condicionada a factores externos (como una empresa que se ‘encarga’ de que sus trabajadores sean felices), la satisfacción es, en cambio, una conquista personal, algo que se experimenta en la entrega plena, en la conexión emocional con los quehaceres.

    Desde esta perspectiva, la satisfacción no es un subproducto del trabajo, sino aquello que lo sustenta, su valor espiritual. La satisfacción es un sentimiento íntimo, que no se mide, necesariamente, con la productividad.

    ¿Se puede ser feliz sin experimentar satisfacción? Difícilmente.

    En ese sentido, tal vez las empresas debieran medir el grado de satisfacción de sus colaboradores desde otros parámetros que no sean estrictamente el rendimiento y la eficiencia. Finalmente, no se puede pretender que la felicidad se convierta en una experiencia colectiva, como si se tratara de una droga infalible. Tal propósito trae a la memoria el relato futurista de Aldous Huxley, en su famosa obra ‘Un mundo feliz’.

    La frase. «La satisfacción es un sentimiento íntimo, que no se mide, necesariamente, con la productividad en el trabajo».