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  • El traje estilizado indígena es su oferta

    Modesto Moreta

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    Una boutique impone la moda en la vestimenta de las jóvenes en los pueblos Salasaka, Tomabela, Quisapinchas y Pilahuín, en Tungurahua; Puruhá, en Chimborazo; Saraguro, en Loja; y Otavalo, en Imbabura.

    Los diseños estilizados con toques juveniles, manteniendo la esencia andina, son un atractivo de los ejecutivos que trabajan en las empresas, instituciones públicas y las cooperativas de ahorro y crédito de esas localidades. La idea es que los chicos vistan algo moderno, elegante y a la moda.

    Un dato importante que destacar es que en Boutique Jenny los ‘taitas’ y las ‘mamas’ también tienen su espacio. En el local, fundado por Jenny Ainaguano, se comercializan los trajes autóctonos de cada uno de los pueblos.

    Este emprendimiento familiar alzó vuelo hace 12 años, con la idea de que la gente indígena tenga un sitio donde se vendiera cada una de las prendas que identifican a su comunidad. “Antes no había un lugar donde los indígenas pudiesen encontrar su vestimenta original y estilizada, lo que hizo es darles su propia boutique donde la atención sea en el idioma kichwa y no haya discriminación”, explica Jenny Ainaguano.

    El negocio arrancó con USD  2 000. Con el dinero se adquirieron vitrinas, maniquíes y la mercadería se comenzó a comprar a las artesanas de Chibuleo, ubicado en la vía Ambato-Guaranda.

    Boutique Jenny está en el centro de Ambato. En el momento, 30 mujeres trabajan en la elaboración de los bordados de las blusas con contenidos interculturales.

    Según Ainaguano, la finalidad de abrir un local fue darle importancia que se merece el pueblo indígena. “Son prendas hechas a mano y únicas, no ofrecemos nada en serie, por eso es especial. Eso permitió que tengamos demanda de nuestros productos”.

    En el local, en un inicio se comercializaban prendas de los cuatro pueblos de Tungurahua: Salasaka, Tomabela, Quisapincha y Pilahuín. En la actualidad se incrementaron: el Puruhá, de Chimborazo, Saraguro, de Loja. Otavalo, de Imbabura y también, de Cayambe.

    “La mayoría de la vestimenta de los pueblos es estilizada y para todos los gustos, pero que no pierden sus características autóctonas de cada comunidad, como los colores. Hay colores que identifican a cada comuna y los mantenemos. Hay gente que también requiere algo tradicional y sin cambios”, explica Ainaguano.

    A pesar de la crisis económica que vivió el país el año pasado, la emprendedora pensó que era una oportunidad para crecer con un local más grande. Decidió invertir USD 20 000 que consiguió con fondos propios y un crédito a una institución financiera. Con el dinero compró más mercadería, maniquíes, vitrinas e incrementó nuevos diseños en prendas.

    A esto se suma la sección shigras (bolsos) tejidas con cabuya o lana. Estas prendas hacen juego con los trajes. En los próximos días abrirá en su local la venta de artesanías elaboradas en cada una de las comunidades de Tungurahua, Bolívar y Chimborazo.

    Ainaguano dice que lo interesante es que no solo se benefician los propietarios de la boutique, sino también los hombres y las mujeres que tejen y bordan en las comunidades, al pagarles el precio justo, es decir, un comercio justo, por sus artesanías. “Valoramos la labor de la gente con el objetivo de que su trabajo no sea explotado y que este legado continúa vigente en las comunas”.

    Las ventas mensuales bordean USD 10 000. En su almacén oferta a más de la ropa típica estilizada, sombreros, fajas, anacos, blusas, alpargatas, collares, aretes…
    María Sisa es una de los clientes frecuentes de Boutique Jenny. Ella arribó del pueblo Pilahuín. Buscaba las fajas o chumbis para ajustar su anaco. Está alegre porque pudo encontrar estas prendas en diversos colores, contenidos gráficos y tamaños “Es importante que tengamos un almacén donde encontremos nuestra vestimenta, podemos acceder a una serie de alternativas el momento de buscar ropa de nuestra comunidad”.

    Jenny Ainaguano, con ayuda de su madre, administra Boutique Jenny, en el centro de Ambato, hace 12 años. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Jenny Ainaguano, con ayuda de su madre, administra Boutique Jenny, en el centro de Ambato, hace 12 años. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Innovó el traje de la chola cuencana

    Redacción Cuenca (I) (F-Contenido Intercultural)

    Su objetivo es que la identidad cuencana trascienda en el resto del país y en el extranjero. Carmen Cuji nació en Chunchi, en la provincia de Chimborazo, hace 44 años, y desde hace 26 vive en la capital azuaya. Llegó en busca de trabajo, pero al inicio no tuvo suerte.

    Pasó el tiempo y aprendió costura en un taller ubicado en las inmediaciones del mercado 10 de Agosto, en el Centro Histórico de Cuenca. Tras algunas equivocaciones, perfeccionó los secretos del oficio y, desde 1999, se independizó. Lo hizo con una inversión inicial de USD 300 que destinó a materia prima.

    Con el objetivo de que su negocio crezca, estudió Marketing en la Universidad Tecnológica América. También, investigó sobre el uso de las prendas de vestir tradicionales de la capital azuaya. «Aprendí sobre la identidad cuencana para poder transmitir parte de nuestra cultura a través de las prendas de vestir».

    Ella hizo una innovación a las polleras y blusas que lucen las cholas cuencanas. En lugar de telas, como el terciopelo, emplea las de algodón, para elaborar las polleras que son bordadas con flores, hojas, tallos… y en colores como naranja, amarillo, violeta, rosado y verde. También, realiza diseños precolombinos.

    Hubo dos razones fundamentales para su innovación. La primera es que las mestizas también luzcan estas prendas en compromisos sociales o a diario.

    La otra, dice Cuji, es que tras la crisis económica en EE.UU. (2008), los emigrantes envían una menor cantidad de dinero a sus familiares, quienes consumen menos y, por ende, ya no se interesan tan seguido por adquirir las polleras costosas que superan los USD 400.

    Su propuesta cuesta USD 48 (promedio) y se elabora en telas de colores naranja, verde y negro. Estas últimas tienen más demanda, porque en esa tonalidad se aprecia mejor la vistosidad de los tres metros de bordados. En promedio, vende seis al mes, tanto a visitantes nacionales como extranjeros. La época de mayor demanda va desde junio hasta agosto.

    Ella continuamente aplica sus conocimientos para innovar y tener más clientes que llegan a su local Folklore y Tradición, ubicado en el Centro Municipal Artesanal. «Invertí, porque en la ciudad no había una tienda que venda prendas vinculadas con la identidad azuaya».

    Desde hace ocho meses elabora zapatillas y alpargatas tradicionales pintadas a mano, bordadas o con restos de macanas, que es el chal de la chola cuencana. «Lo que buscó es ofrecer productos que vinculen la identidad con las tendencias de moda como los colores».

    De estos últimos productos tiene seis modelos, que se venden desde los USD 19 hasta los 42. Cada mes comercializa 20 unidades a clientes que llegan de la Costa y del norte del Ecuador, principalmente.

    En total, Cuji tiene cerca de 100 productos como las blusas con encajes y bordados. Cada una se diferencia por el diseño del bordado, para crear una suerte de personalización.

    La artesana también oferta carteras bordadas en terciopelo negro, que cuestan USD 48. «Son muy laboriosas y su bordado dura una semana».

    Esta artesana ha participado en las ferias denominadas Excelencia Artesanal, que se realizan en noviembre por las fiestas de Independencia de Cuenca y son organizadas por el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap). Además, ha realizado exposiciones en este mismo centro.

    Ella bordó el traje tradicional que la diseñadora de ropa cuencana Silvia Zeas elaboró para la candidata a Miss Ecuador Doménica Zaporitti, en el 2008. Zeas destaca la calidad del bordado, porque con ese traje de la mujer de Zuleta se obtuvieron tres reconocimientos en el Miss Ecuador, Miss Continente Americano y en un certamen de belleza en España. «Su trabajo es de calidad y es muy responsable en lo que se le pide».

    En su local Floklore y Tradición también oferta ropa religiosa para las imágenes del Niño Jesús, pero solo se vende en Navidad. Cuestan de USD 10 a 15 dependiendo de los bordados.