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  • La siembra de trigo toma impulso en Chimborazo

    Cristina Marquez

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    Los campos de Alausí lucen dorados en esta temporada del año. Entre julio y agosto las cerca de 1 000 hectáreas de trigo que sembraron unas 2 000 familias de las 10 parroquias de ese cantón, situado al sur de Chimborazo, están listas para la cosecha.

    Alausí tiene la mayor cantidad de hectáreas sembradas con ese cereal en la provincia; le siguen Chunchi y Guamote. Chimborazo, a su vez, es la primera productora de trigo a escala nacional.

    Esa provincia abastece el 0,98% de la demanda nacional de trigo; entre Imbabura, Carchi, Loja y Cañar abastecen el 1,02%. El 98% restante se importa desde Canadá, Chile y Argentina.

    “El trigo es una de las materias primas que más requiere la industria. Se destina para la fabricación de harina, que es uno de los alimentos que más se consume en el país. Sin embargo, a pesar de que la demanda se incrementó, el número de productores ha estado disminuyendo”, cuenta Danilo Basantes, director provincial del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en Chimborazo.

    Algunas de las razones por las que los agricultores dejaron de sembrar trigo tienen que ver con los bajos precios que se pagaban en el mercado. Además, debido a un fuerte movimiento migratorio, escaseó la mano de obra.

    “Los jóvenes ya no quieren cultivar. Casi todos migraron a las ciudades a estudiar y ahora buscan trabajo en otras áreas. La agricultura ya no les interesa”, comenta Julio Sánchez, de la comunidad Guñac, en Alausí.

    Él, al igual que otros 26 agricultores de la zona, siembra trigo desde hace más de 30 años. Antes habían más productores, pero muchos abandonaron sus tierras por migrar a otros países.

    Según una investigación que hizo el MAG, la edad promedio de los agricultores es de 55 años y los jóvenes no demuestran continuidad con el oficio de sus padres.

    “Esa realidad nos motivó a diseñar una estrategia para motivar a la gente a volver a sembrar trigo. Se aplica con un enfoque de cadena productiva”, dice Basantes.

    El MAG se alió con la organización no gubernamental Codespa y a los gobiernos municipales para emprender la campaña. La ayuda consiste en capacitar y asesorar a los productores para que obtengan un mejor rendimiento en sus cultivos y prueben variedades idóneas para la industria panificadora – el pan es el alimento que más consumen los ecuatorianos – , pues las que actualmente se siembran (Vivar y Cojitambo), aún no cumplen con los parámetros de humedad, impureza y peso electrolítico que demandan las empresas molineras.

    “Estamos haciendo varias pruebas de campo para encontrar las variedades más aptas para esta zona”, explica Fabián Cerón, técnico del MAG para Alausí y Chunchi.

    La estrategia para impulsar la siembra del trigo se inició hace cuatro años y ya se miran los primeros resultados. En el 2014 se producía 0,6 toneladas de trigo en cada hectárea de terreno (t/ha); para el 2017 el promedio de producción se incrementó a 1,5 t/ha, aunque en algunos sitios el rendimiento fue de hasta 3 t/ha.

    Otro punto fuerte de la estrategia es la ayuda en la comercialización. En Gonzol, Chunchi, se construye un centro de acopio que entrará en funcionamiento en agosto, cuando se da la mayor cantidad de cosechas.

    Desde allí se distribuirá la totalidad de trigo acopiado al país. El MAG ya negocia la venta del cereal a las principales industrias molineras y, en ese proceso, se cuenta con el respaldo de los técnicos de la ONG Codespa.

    “Hemos logrado acuerdos muy importantes. Hay compañías que ya cuentan con planes de responsabilidad social que incluyen el apoyo a los pequeños productores, como Moderna Alimentos”, dice Freddy Costales, coordinador de Codepsa en Chimborazo.

    Los agricultores también reciben capacitaciones para aprender a manejar registros contables básicos y la visita constante de técnicos que revisan sus cultivos. Además, recibieron kits de fertilizantes y semillas certificadas.

    El acceso a microcréditos también es parte del plan. Hay instituciones aliadas como la Cooperativa Fernando Daquilema que ofrece créditos de fácil acceso, con intereses bajos.
    “El campo está tomando un nuevo impulso. Ahora ya no sólo pensamos en no dejar de producir trigo, sino en producir trigo de la mejor calidad para que el precio en el mercado se incremente”, dice Manuel Apulema.

    En Alausí, algunos trabajadores recogen el  cereal de manera artesanal. Es el cantón en el que más se produce a escala nacional. Durante la época de verano es cuando se hace la cosecha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    En Alausí, algunos trabajadores recogen el cereal de manera artesanal. Es el cantón en el que más se produce a escala nacional. Durante la época de verano es cuando se hace la cosecha. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La harina de trigo es su base

    Redacción Quito

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    La harina de trigo es el alma y el corazón de una empresa quiteña desde hace casi 80 años. Este insumo es una especie de cimiento en el que se asienta La Industria Harinera, fundada en 1938.

    Su primer centro de operaciones estuvo en el sector de La Floresta. Para 1948 a empresa entró en crisis y cambió de dueños: los hermanos Tobar Donoso se pusieron al frente de la compañía que se mantuvo en el barrio mencionado hasta la década de 1970. En ese período la marca Santa Lucía fue la tarjeta de presentación de la empresa en panaderías y hogares. El producto se distribuía en pequeños sobres.

    Para 1978 la empresa vivió su primer cambio de domicilio. Ese año se construyó el molino en el sector de San Bartolo, en el sur de Quito. La empresa y la ciudad habían crecido y era necesaria una nueva ubicación.

    El molino se instaló en un terreno de 10 800 metros cuadrados. El mercado ecuatoriano atravesaba una expansión y los consumidores se volvían más exigentes. Nuevas marcas y competidores llegaron y afectaron la evolución de esta compañía. Sus socios decidieron darle un nuevo giro a la firma y empezaron un proceso de modernización.

    El actual gerente de la empresa, Rafael Serrano, cuenta que la marca perdió espacio en el mercado. El sector se ha movido mucho en los últimos 20 años. “Vimos empresas consolidadas y otras que se fusionaron, perdieron espacio o desaparecieron”. En ese contexto los socios trabajaron duro e invirtieron capital para volver competitiva a la compañía, que hasta hace poco usaba máquinas de la década de 1950 y que ahora son parte de la historia de la firma.

    En este recorrido, la empresa ha sorteado obstáculos. Uno fue la elevación del precio del trigo en los mercados internacionales en el 2008. Otro desafío se dio cuando las políticas adoptadas por las autoridades afectaron al negocio con la pérdida de mercado.

    Estos y otros retos se superaron con el apoyo de los socios y con el manejo de conceptos como solidaridad, respeto e innovación, explica Serrano. Estos valores se advierten al recorrer sus instalaciones: el trato familiar y las bromas son parte del día a día.

    En la planta de San Bartolo, la moderna maquinaria europea reluce. Pero también es posible observar máquinas antiguas, algunas de madera, y que guardan buena parte de la historia de esta compañía, que trabaja con trigo importado desde Canadá.

    Una de las más recientes estrategias aplicadas fue habilitar un nuevo molino en el sur de Quito, en el sector de Turubamba. Allí, con una inversión de USD 10 millones, se adquirió un terreno y se levantó un nuevo molino, cuya construcción tomó dos años.

    Con las nuevas instalaciones aumentó la capacidad de producción (pasó de 50 toneladas por día a 120 toneladas). “Las ventas crecieron un 60% y podemos atender la demanda. Hoy, la empresa atiende al sector industrial, a panaderos y a hogares”.

    En el proceso de modernización y recuperación de mercado también se lanzaron al mercado premezclas para elaborar tortas caseras, así como para preparar pancakes y galletas.

    Otra estrategia fue lanzar al mercado la marca Delipan, que surgió luego de que la empresa -que llevaba ese mismo nombre y que era parte de La Industria Harinera- se liquidara por no ser rentable. Delipan surgió como un negocio de galletas y su objetivo fue convertirse en una cadena de panaderías. Pero los planes no funcionaron. Entonces se decidió aprovechar la mano de obra (40 personas) y la maquinaria. Hoy la marca gana espacio en supermercados, estaciones de servicio y tiendas. “Se pudo hacer eso porque hubo voluntad y recursos”, explica Serrano.

    El esfuerzo de la empresa es reconocido. La Cámara de Industrias y Producción la condecoró a inicios de diciembre por “su destacada labor a favor del desarrollo económico y progreso del país, sustentada en sus indicadores de gestión y prácticas responsables”.

    El gremio destaca la trayectoria, la generación de empleo, la innovación, el esfuerzo, la constancia y la inversión en infraestructura.

    La empresa abastece con harina de trigo al Gremio de Maestros de Taller en Panadería y Pastelería de Pichincha. Su presidente, William Cevallos, destaca el producto que ofrece La Industria Harinera. “Nos ofrecen harina de calidad, con aroma y sabor diferente”.

    Uno de los trabajadores de La Industria Harinera revisa los paquetes de la harina Santa Lucía que se elabora en la planta, ubicada en el sector de San Bartolo, en Quito. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
    Uno de los trabajadores de La Industria Harinera revisa los paquetes de la harina Santa Lucía que se elabora en la planta, ubicada en el sector de San Bartolo, en Quito. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
  • Un plan para producir más trigo en el país

    Cristina Marquez

    Motivar a los agricultores de seis provincias a optar por la siembra de trigo con la entrega de insumos, capacitación y asesoría técnica, es una de las estrategias propuestas por la Asociación de Molineros del Ecuador (Asermol), para incrementar la producción de este cereal en Ecuador.

    La Asociación está integrada por las 12 industrias nacionales que elaboran productos alimenticios a base de trigo. El proyecto es parte del programa de responsabilidad social de esa organización, con el fin de apoyar al fortalecimiento de ese sector productivo.

    Las 4 024,33 toneladas que en promedio se producen en Ecuador significan el 0,44% del total de la demanda anual nacional. El sector molinero aspira adquirir toda la cosecha de este año.
    Otro objetivo del proyecto es apoyar en el mejoramiento de la calidad de la semilla y las técnicas de manejo de los cultivos. Con ello esperan también mejorar la calidad de la materia prima que adquirirán en años posteriores.

    “Es un plan a largo plazo. La primera fase del proyecto es un acercamiento con los agricultores para motivarlos a recuperar este cereal y reactivar la producción. Todo es parte de nuestro compromiso con el desarrollo económico del país”, dice Fátima Villacís, directora ejecutiva de Asermol.

    Esta organización invirtió un total de USD 120 000 en un proyecto piloto que empezó a ejecutarse el año pasado, por medio de un convenio con la firma Trigocer. Esta empresa, calificada como semillerista de la variedad de trigo vivar, se dedica a repartir semilla certificada y a apoyar a los agricultores en el transcurso del cultivo, cuidado y cosecha.

    El proyecto es parte de un convenio que Asermol firmó con el Ministerio de Agricultura. El sector molinero se comprometió en adquirir el 100% de la cosecha del país al precio indicado por esa cartera de Estado, de USD 22 por cada quintal.

    Como contraparte, los molineros pidieron al Magap construir centros de acopio y dar acompañamiento para mejorar la calidad de la semilla y la producción.

    “Una limitante en el proyecto es la falta de semilla certificada. Hay muy poca en el país, mientras que en el extranjero nos ofrecen trigo de excelente calidad y de la textura adecuada para pan, galletas, y otros productos que requieren una variedad específica de trigo para cumplir con los parámetros de calidad”, afirma Villacís.

    Moderna Alimentos, una empresa dedicada a la fabricación de harina de trigo y productos derivados como aquellos de panadería, pastelería, pastas, fideos, mezclas instantáneas y una línea gourmet, es parte del plan de Asermol, pero también emprendió un proyecto propio.
    De hecho, su plan para impulsar la producción de trigo en el país fue la primera iniciativa desde el sector privado, que buscó fortalecer a ese sector productivo. Ellos iniciaron el proyecto en el 2010, como parte de su programa de responsabilidad social.

    Ese año compraron 38,3 toneladas trigo nacional por de USD 16 652. Cinco años después, en el 2015, compraron 3 000 toneladas por un monto de cerca de USD 1,4 millones. Para Mariela Gómez, responsable del proyecto, la cifra es el indicador del éxito que ha tenido el plan de impulso a la producción nacional de trigo, que se implementó en seis provincias.

    “Cuando empezamos el proyecto nos encontramos con una realidad muy triste. Los agricultores habían abandonado los campos, el poco trigo que se producía se utilizaba en mayor parte para el consumo familiar y la gente se había olvidado de cómo sembrar el trigo”, dice Gómez.

    La empresa empezó su plan con una investigación sobre las variedades de trigo más aptas para los campos ecuatorianos. Firmaron convenios con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y con el Magap.

    Otros procesos que llevaron a cabo fueron la entrega de kits agrícolas como anticipo del pago por la producción, capacitación y acompañamiento técnico para los agricultores.

    Moderna Alimentos participa en el plan de la Asociación de Molineros. Sin embargo, cuenta con un plan propio para fortalecer al sector productor de trigo, que inició en el 2010. Foto: Raúl Díaz para Líderes
    Moderna Alimentos participa en el plan de la Asociación de Molineros. Sin embargo, cuenta con un plan propio para fortalecer al sector productor de trigo, que inició en el 2010. Foto: Raúl Díaz para Líderes
  • Las exportaciones de trigo son las más bajas en 35 años

    La Nación de Argentina,GDA

    Este año se advertirá una consecuencia negativa más de la política de intervención del Gobierno en el mercado de trigo. Luego de que en el 2012 los productores huyeran de la siembra del cultivo y el área quedara, con 3,16 millones de hectáreas (ha), en el 2013 Argentina va a tener, con unos 3,3 millones de toneladas, la menor exportación del cereal de los últimos 35 años.

    Por pérdidas de negocios con el exterior, en Argentina ya dejaron de ingresar USD 5 200 millones desde el 2009.

    El dato sobre la menor exportación de los últimos 35 años se desprende de estadísticas de la consultora Agritrend, que conduce Gustavo López.

    Precisamente, entre el período 1979-2013 no se ve una exportación más baja que la que se prevé para este año. La excepción fue en 1978, cuando se vendieron 1,5 millones de toneladas.

    Los 3,3 millones de toneladas estimados se encuentran en el rango de lo que permitió exportar el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, tras registrarse una caída de 37,9% en la cosecha 2012-2013, que finalizó en 9 millones de toneladas. La merma en la producción achicó el saldo exportable.

    Y aun cuando se alcanzaran los 3,5 millones de toneladas que, por su parte, proyecta el Ministerio de Agricultura como exportación, también en ese caso se trata del volumen más bajo en 35 años.

    Desde 1979 hubo años de 3,6 millones de toneladas vendidas al exterior, como en 1981 y 1988, pero no menos que el nivel que actualmente se aguarda de volúmenes de venta al exterior.

    Con una menor performance exportadora, Argentina pierde mercados, lugares en el ranking exportador y, sobre todo, dólares en un momento en que el Gobierno los necesita.

    «De una media de 9,5 de millones de toneladas de exportación (2004-2008) bajamos a una media de 6,2 millones de toneladas, y este año estamos en 3,3 millones de toneladas», señaló López.

    Para el representante de la consultora Agritrend, solo la reducción del saldo exportable desde el 2009 en relación con los años anteriores representó que se dejaran de vender al exterior 16 millones de toneladas por USD 5 200 millones.

    Néstor Roulet, productor de la zona de Canals, en Córdoba, y ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), hizo más cálculos. «La menor exportación genera una merma de ingreso de divisas de USD 1 491 millones con respecto a la campaña 2010-2011, y de USD 2 192 millones con respecto a la del año anterior 2011-2012]».   LA NACIÓN (GDA)

  • Moderna Alimentos: el trigo es la materia que alimenta su expansión

    Pedro Maldonado. Redacción Quito / LÍDERES

    En 1954, el barrio de la avenida América, en el centro norte de Quito, se caracterizaba por las imprentas y por las tiendas de barrio. En ese sector, ese año abrió sus puertas la Panificadora Moderna, un negocio que fue iniciativa de Gonzalo Correa Escobar.

    La capital ecuatoriana tenía cerca de 250 000 habitantes en esa época. Eso motivó a que esta naciente panadería desarrollara un modelo de distribución de sus productos en las tiendas del sector. Esos fueron los principios de lo que hoy es Moderna Alimentos, una firma que el año pasado facturó USD 135 millones.

    Entre 1960 y 1980, la Panificadora Moderna se mantuvo como una panadería tradicional. El trabajo artesanal fue la clave para que este negocio familiar se mantenga y crezca sólidamente durante la segunda mitad del siglo XX.

    A finales de la década de 1990, el país sufrió una severa crisis económica. Pedro Vega, director comercial de Moderna Alimentos, recuerda que antes de la crisis, las devaluaciones del sucre afectaban al negocio. Pero con la implementación de la dolarización llegó una etapa de estabilidad para la empresa.

    Esa situación dio paso a una nueva etapa. Para el 2007 ocurrió un movimiento clave, señala Vega. Molinos Electromoderno, con sede en Cajabamba (Chimborazo); Panificadora Moderna (en Quito) y Molinos del Ecuador (en Guayaquil) se fusionaron y surgió Moderna Alimentos. «La conexión fue el mundo del trigo. Además, incidieron temas de transporte, de costos y de volúmenes de producción de las tres compañías involucradas».

    Vega comenta que el proceso de fusión resultó complejo. Los números estaban claros, pero lo complicado fue integrar las culturas organizacionales y los modelos de trabajo. «Tuvimos que adaptarnos; fue retador y nos tomó entre dos y tres años consolidarnos».

    Tras la fusión llegó la innovación. Por eso, la empresa puso en el mercado una línea de pan de molde gourmet. Ese producto acaba de recibir un premio en Bélgica, en mayo pasado. El pan gourmet de la empresa fue premiado en los International Taste and Quality Awards, que cada año reúnen en Bruselas a 60 chefs y 60 someliers de prestigio.

    Este jurado «evaluó a ciegas» la calidad y el sabor de más de 1 250 productos de 75 países. Entre los ganadores estuvo el pan gourmet de Moderna Alimentos.

    La empresa reúne unos 850 empleados y sus ventas anuales crecen un 8%. Tiene molinos en Cayambe, Cajabamba y Manta, así como la panificadora en Quito y centros de distribución en Cuenca, Santo Domingo, Ibarra… Además cada año se destinan USD 3,5 millones para líneas de producción, automatizaciones, nuevas áreas de negocios, etc.

    Uno de sus canales de venta es Corporación Favorita. Allí la línea integral gourmet de Moderna Alimentos crece un 15% anual. Un vocero de la firma señala que Moderna Alimentos se atrevió a innovar en sus productos combinando frutos y cereales, «sumando al aspecto saludable y funcional del pan integral un sabor más amigable lo que les permitió ampliar la base de consumidores».

    La Cámara de Industrias y Producción considera que el premio obtenido en Bélgica es una muestra del esfuerzo, trabajo, innovación y compromiso del empresariado nacional. «Un reconocimiento de esta magnitud implica el impulso de la marca a escala global».

    Dos divisiones

    La división industrial. Esta parte del negocio se encarga de la venta de harina a firmas como Nestlé, Sumesa y panificadoras a escala nacional.

    La división de consumo. Allí está el pan empacado, las pastas y fideos marca Cayambe y harinas con la marca Ya.