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  • Las truchas, la nueva opción de los agricultores

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

    Los proyectos piscícolas se incrementaron en el 2018 en Chimborazo. La abundancia de agua sin contaminación en los páramos y la buena acogida de las truchas en el mercado son las razones que motivaron a más campesinos a cambiar sus actividades agrícolas por la crianza de truchas.

    En esa provincia, situada en el centro del país, más de 200 familias recibieron ayuda del Gobierno Provincial para iniciar sus emprendimientos piscícolas, y se calcula que hay al menos otros 67 proyectos independientes.

    “En el 2014, cuando empezamos a fomentar la piscicultura, solo teníamos siete emprendimientos familiares y comunitarios. Pero cada vez han llegado más interesados a solicitar apoyo”, explica Ana María Pilamunga, técnica de la unidad de Fomento Productivo.

    Ella cuenta que los habitantes de las comunidades encontraron en la abundancia de agua una oportunidad para emprender. De hecho, el requisito más importante para iniciar un criadero de truchas es contar con agua sin contaminación y que se capte de una corriente para que se oxigene constantemente.

    “Antes solo utilizábamos el agua de la vertiente para uso doméstico. Hoy tenemos tres piscinas de crianza”, cuenta Alfonso Yucailla.

    Él y su familia aprovecharon un espacio libre en el patio de su casa para construir tres piscinas. Invirtieron cerca de USD 900 en la compra de materiales para impermeabilizar el suelo; también recibieron ayuda del Gobierno Provincial, los técnicos les entregaron alevines y les capacitaron.

    “Aprendimos a cuidar a los peces, nos enseñaron cómo alimentarlos y las condiciones higiénicas de los tanques”, dice Yucailla.

    Humberto Yucailla trabaja con cuatro miembros de su  familia. Tiene cuatro tanques de truchas y comercializa 50 kilos a la semana.
    Humberto Yucailla trabaja con cuatro miembros de su familia. Tiene cuatro tanques de truchas y comercializa 50 kilos a la semana. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

    Los cinco miembros de su familia se integraron al emprendimiento. Sus hijos incluso se turnan para cuidar de los peces y luego venderlos, así evitaron migrar de su comunidad El Retorno Las Palmas, en Pallatanga.

    La familia comercializa 30 kilos de truchas cada semana y casi no necesitan salir de su casa para vender los peces. Los compradores más frecuentes son los propietarios de restaurantes y turistas que llegan desde Guayaquil, Bucay, Pallatanga y Riobamba.

    “Algunos disfrutan de la pesca recreativa y vienen para pescar sus propios peces. Por eso soñamos con tener un espacio turístico, cabañas y un restaurante”, dice Humberto Yucailla, otro emprendedor de Pallatanga.

    Pilamunga explica que la demanda de la trucha está insatisfecha en el mercado local, por lo que es un producto de alta rentabilidad. Otra potencialidad es el tiempo de ‘cosecha’ de los peces. La variedad de truchas que prueban los emprendedores es nativa de la zona andina y se cosecha entre los seis y siete meses.

    “Es como un cultivo de ciclo corto. En los climas más cálidos, suele estar lista hasta en cinco meses”, dice Humberto Yucailla.

    Cada emprendimiento busca distinguirse. En Rumipamba funciona un negocio comunitario, allí los socios reemplazaron el balanceado por alimentos orgánicos para las truchas.

    “Utilizamos exclusivamente zanahoria rallada y verde troceado. Así les ofrecemos a nuestros compradores un pescado totalmente natural, la carne tiene un sabor único”, dice Alfredo Sagñay, presidente de la comunidad.

    Allí habitan 142 familias que dependen de la agricultura y la ganadería para subsistir. En el 2013 decidieron alternar sus actividades con la piscicultura.

    “Cuando empezamos no teníamos mercado para vender las truchas. Tampoco sabíamos cómo cuidarlas apropiadamente, pero en los últimos cinco años el negocio se ha incrementado. Ahora los clientes incluso nos buscan en la comunidad”, cuenta Sagñay.

    Uno de los mercados predilectos para los productores de truchas son las ferias artesanales que se organizan cada viernes en los exteriores del Gobierno Provincial. Los emprendedores se turnan para acudir, y casa semana se comercializan entre 60 y 70 kilos de truchas. Cada kilogramo se vende por USD 5.

    Los emprendimientos de truchas están en 12 comunidades de Riobamba, Pallatanga, Guamote, Colta y Alausí, la mayoría está en las zonas altas. La piscicultura se considera una actividad amigable con los páramos.

    Ana María Pilamunga, técnica del Gobierno Provincial de Chimborazo, supervisa el criadero de la familia Yucailla, en la comunidad El Retorno Las Palmas, en Pallatanga.
    Ana María Pilamunga, técnica del Gobierno Provincial de Chimborazo, supervisa el criadero de la familia Yucailla, en la comunidad El Retorno Las Palmas, en Pallatanga. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La trucha activó a toda una comunidad

    Cristina Marquez

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    El sabor silvestre de las truchas que se crían en las piscinas del río Daldal es el principal atributo del producto que ofrece la familia Aisalla. Sus miembros comercializan truchas listas para el consumo, criadas en agua de río y alimentadas de forma natural.

    Esa forma de crianza inspiró el nombre de la microempresa: Aguas Cristalinas Daldal, un centro piscícola donde también se ofrece pesca deportiva y un recorrido por el sendero ecológico que llega al río. “El eje de nuestro negocio es el turismo y las truchas”, cuenta Washington Aisalla, uno de los propietarios del negocio. Él decidió iniciar un criadero piscícola en el 2002, como una alternativa de trabajo.

    Ese año, él regresó a su comunidad Daldal, situada a 40 minutos de Riobamba, en la parroquia Pungalá, después de haber migrado a Quito. “No había trabajo estable y con mi esposa pensábamos en algún negocio para mantener a nuestras hijas”, recuerda Aisalla al hablar del inicio de la iniciativa.

    Así surgió la idea de comercializar las truchas que crecían silvestres en las aguas del río. Sin embargo, pescarlas era difícil y un primer intento por hacer un estanque, fracasó debido a la habilidad de los peces de nadar contra la corriente.

    Luego Aisalla probó suerte con la siembra de alevines, es decir, adquirió pequeños peces y los crió durante casi un año. Las truchas tuvieron tanta acogida en el mercado, que decidió ampliar las piscinas e invertir todos sus ahorros en su negocio.

    Unos años después, Aguas Cristalinas Daldal se convirtió en una empresa familiar e incluso se integró a la Asociación de Trucheros de Chimborazo. Esta organización cuenta con el respaldo de la Unidad de Emprendimientos del Gobierno Provincial.

    Formar parte de la Asociación les permitió recibir asesoramiento técnico, balanceado y una nueva variedad de alevines que están listos para comercializarse en solo siete meses.

    “Tenemos muchas expectativas con este proyecto, porque las truchas tienen una muy buena acogida en el mercado. En el futuro incluso esperamos dotarles de un centro de faenamiento para comercializar filetes de truchas en los supermercados y otras provincias”, dice Beliza Álvarez, coordinadora de esa unidad.

    La familia Aisalla es una de las más prósperas de esa organización. Ellos invirtieron unos USD 40 000 en la construcción de seis piscinas en el río, allí siembran 5 000 alevines cada dos meses y comercializan entre 30 y 80 kilogramos cada semana.

    La cantidad de peces que se venden depende en gran parte de los turnos que cubren cada viernes en la feria de emprendimientos del Gobierno Provincial. “Desde que participamos en esa feria nuestro negocio tomó más impulso. Tenemos un mercado seguro, la gente ya nos conoce y nos hacen pedidos entre semana”, dice Norma Toaquiza, también propietaria del emprendimiento.

    De hecho, la mayor cantidad de ventas se realiza cada quince días en esta feria, pero también se reciben turistas y se entregan pedidos a domicilio para familias y restaurantes. Cada kilogramo cuesta USD 5,00.

    En el futuro esperan ampliar su negocio y fortalecer el aspecto turístico de la empresa. A mediano plazo ellos instalarán unas cabañas equipadas con asadero para que los visitantes puedan preparar sus truchas y degustarlas junto al río, también se ofrecerá el servicio de restaurante.

    Otro proyecto familiar que se ejecutará es la implementación de una nueva piscina para tilapias, otra variedad apetecida en el mercado local. La familia Aisalla aprovechará un pogllo (naciente de agua), para el proyecto, además usarán una técnica similar a los invernaderos agrícolas para mantener la temperatura cálida del agua.

    Otros emprendedores que forman parte de la Asociación están en los páramos de Alausí, Colta, Chunchi y Guamote. En estos sitios hay una gran cantidad de vertientes de agua y pogllos que se aprovechan para la piscicultura. “Apostamos por las piscícolas en la provincia por esa potencialidad. Además, la crianza de truchas es una actividad amigable con el ambiente”, afirma Álvarez.

    Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Pedro Brito, Washington Aisalla y Norma Toaquiza muestran una trucha en el río Daldal. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Máchica, mashua y trucha, en la receta ganadora

    Redacción Cuenca

    Locro de mashua (una especie de tubérculo), cebiche de trucha y brownie de máchica. Los tres platos conformaron el menú con el que tres estudiantes del Instituto Superior San Isidro, en Cuenca, ganaron el primer lugar, en la categoría senior, del Primer Festival de Cocina Ecuatoriana que se realizó, en marzo , en la sede de la Escuela Politécnica del Ejército (Espe), en Latacunga.

    Carlos Molina, María Eugenia Molina y Alicia Peláez, estudiantes de sexto ciclo de Gastronomía, tardaron un mes para idear este menú que presentaron en el certamen. Su motivación fue usar ingredientes poco usuales para diversificar la cultura gastronómica del país, señala Molina.

    Geovanny Acosta, director de la carrera de Ingeniería en Administración Turística y Hotelera de la Espe, señala que la participación de los jóvenes fue profesional y por eso obtuvieron el reconocimiento.

    Algo similar opina el director de Proyectos del Instituto Superior San Isidro, Juan Diego Villavicencio. Él cree que el desempeño de los tres estudiantes en el concurso, que albergó a unos 70 participantes, fue importante, porque demostraron la formación que reciben en San Isidro en cuanto a la valorización de los ingredientes ecuatorianos, la creatividad para preparar las recetas, la presentación de los platos, etc.

    Para Villavicencio, la formación de la academia se conjuga con la actitud de los estudiantes. En este caso, los integrantes del equipo ganador son proactivos y curiosos. “Buscan aprender nuevas formas de hacer gastronomía”.

    Para el gerente del catering Eventos y Bodas (Cuenca), Daniel Carrión, el trabajo de estos jóvenes fue estupendo, porque con ingredientes nacionales crearon platos que podrían servirse y posicionarse en cualquier restaurante de otro país.

    Carrión cuenta que su empresa de catering ha contratado a estudiantes egresados del Instituto San Isidro. De ellos destaca su proactividad y el conocimiento adquirido en las aulas.

    Para Molina, la experiencia que ha obtenido en la institución es clave, porque ha aprendido a sembrar y cultivar vegetales y frutas para utilizar en sus recetas. También conoció términos de cocción, tácticas reposteras, marketing y administración de restaurantes y hoteles.

    El pénsum de Gastronomía en San Isidro incluye clases prácticas donde aprenden a cocinar en horno de leña, estufa de gas o eléctrica, indica Villavicencio.

    Esa versatilidad en la enseñanza es clave para que los estudiantes, una vez graduados, tengan la capacidad de desempeñarse en restaurantes, hoteles, lodges ecológicos… asegura el director de proyectos.

  • El cebiche de trucha es su estímulo empresarial

    Redacción Cuenca

    En la parroquia Jima (cantón Sígsig), la familia de Fabián Uyaguari tiene un área para la producción de truchas. Este azuayo, de 23 años, aprovechó esas condiciones para desarrollar un cebiche con este tipo de pez y enlatarlo.

    Uyaguari cursa octavo ciclo de Ingeniería de Alimentos en la Universidad del Azuay (UDA). El semestre pasado trabajó en un proyecto, donde debía dar valor agregado a un producto, diseñar la planta de producción, crear una etiqueta, etc.

    Él relata que desde marzo, cuando le plantearon el proyecto, pensó en cómo transformar la trucha en un producto atractivo. De esa forma se le ocurrió el cebiche que tiene jugo de naranja, limón, cebolla, condimentos, salsa de tomate…

    No obstante, el proceso requería más que eso. Por ejemplo, el pescado se sometió a un proceso de autoclave (esterilización con vapor de agua).

    Asimismo, la selección de la trucha fue minuciosa, recuerda Uyaguari, quien escogió las especies de ocho meses y 600 gramos de peso. Esto porque de su filete salen cubos de cinco centímetros. “El objetivo es que sean pedazos grandes, para que sea agradable al gusto”.

    Este azuayo trabajó durante cuatro meses perfeccionando el producto y elaboró 80 latas de 250 gramos cada una. No vendió ninguna, porque no era parte del ejercicio, pero espera graduarse para complementar el negocio de su familia con este producto.

    En julio pasado, en la UDA se realizó la feria donde se presentaron los proyectos de la escuela de Ingeniería de Alimentos y allí expuso Uyaguari.

    Pablo Crespo fue uno de los visitantes y se asombró con el cebiche de trucha enlatado y la capacidad del emprendedor para explicar las bondades de su producto. “Conoce el proceso de la trucha y cada etapa de la preparación del cebiche”.

    Para el director de la escuela de Ingeniería de Alimentos, Fausto Parra, este fue un proyecto innovador en el que Uyaguari aprovechó su conocimiento sobre las truchas, para crear un producto de calidad. “Él trabajó mucho y eso se reflejó en la acogida que tuvo el cebiche durante la exposición”.

    Este azuayo tiene previsto que cuando se gradúe deberá invertir USD 80 000 para adquirir un autoclave, una marmita (una suerte de olla de presión industrial), un cuarto frío, entre otros equipos para producir el cebiche enlatado. Asimismo, en clases explora los métodos de ahumado, para crear otros productos con la trucha.

    Es importante que los jóvenes vinculen su carrera con el sector productivo y diseñen una estrategia comercial. “Uyaguari tiene una visión clara al respecto”, señala el Director de la Escuela de Ingeniería.

    Cebiche

    • El costo. La producción de cada lata de cebiche de trucha bordeó los USD 2,50.
    • El proceso. La trucha se limpia, se retira el cuero, se cocina, se condimenta y se esteriliza por 80 minutos a 121 grados centígrados.
    • El enlatado. La UDA facilitó la maquinaria para este paso.