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  • La economía tsáchila se activa con el Kasama

    María Victoria Espinosa

    (F – Contenido Intercultural)

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    La fiesta tsáchila Kasama es un imán para atraer a turistas nacionales y extranjeros. Para esta celebración, que coincide con Semana Santa, los tsáchilas organizan más de 30 actividades entre concursos, rituales, presentaciones artísticas y festivales gastronómicos y artesanales.

    La fiesta oficial se realiza cada año en una de las siete comunas, de acuerdo a un cronograma que estableció el Consejo de Ancianos de la Nacionalidad Tsáchila.

    Sin embargo, en los 18 centros culturales y turísticos también se realizan actividades festivas y chamánicas, como el ritual de la ayahuasca y el de purificación. Los tsáchilas invierten entre USD 300 y USD 3 000 en adecuar el lugar para recibir a los viajeros.

    La Gobernación Tsáchila espera que a Santo Domingo lleguen 20 000 personas para la fiesta oficial del Kasama, que en tsa’fiki significa Nuevo Amanecer. Se tiene previsto que cada turista deje entre USD 40 y 60 diarios.

    Diana Aguavil, gobernadora tsáchila, afirma que este año la celebración oficial será en la comuna Cóngoma Grande, a 30 minutos de la ciudad.

    Ella está gestionando – con las autoridades – el auspicio para que los turistas puedan viajar en bus gratuitamente hasta el Cóngoma, donde será la celebración entre el 18 y el 21 de abril.

    En la fiesta oficial, cada año la Prefectura y el Municipio invierten USD 40 000 en publicidad y en armar un escenario y stands para que los tsáchilas realicen los festivales gastronómicos, artesanales y chamánicos.

    El guía nativo Manuel Calazacón afirma que la fiesta Kasama reactiva la economía de las siete comunas, especialmente porque coincide con el feriado de Semana Santa y también con las vacaciones escolares de la Costa.

    Él señala que no solo se reactiva el turismo sino también la agricultura y los restaurantes de la zona.

    En el caso de Fernando Aguavil, de la comuna El Poste, en cada Kasama vende hasta 40 racimos de plátano en dos días. Mientras que en una semana normal solo vende 10 racimos.

    Esto se debe a que una de las comidas típicas de los tsáchilas es la bala de verde, que es una masa de plátano con maní. Además, en los festivales tsáchilas también se ofertan empanadas, chifles, plátano asado y otros.

    Los tsáchilas que se dedican a la avicultura señalan que esta es la mejor temporada de ventas.

    Rosa Calazacón, de la comuna Los Naranjos, afirma que en los festivales gastronómicos de la fiesta Kasama vende hasta 100 platos de seco de gallina. “Debemos aprovechar cuando la gente viene a las comunas porque el resto del año debemos ir a los mercados a vender las gallinas”.

    Los centros culturales y turísticos también obtienen buenos réditos. Según el centro cultural Mushily, a diario unas 300 personas visitan el lugar para conocer costumbres y tradiciones nativas.

    Además, quienes participan de los rituales, pueden hospedarse en este lugar. Los huéspedes tienen dos opciones. Una son las cabañas ecológicas y otra el servicio de camping.

    Según la Gobernación, en los centros culturales hay hospedaje habilitado para unas 100 personas. Pero los turistas tienen la opción de alojarse en hosterías y hoteles que están ubicados a 20 minutos de las comunas tsáchilas.

    Los centros culturales ya se preparan para recibir a los turistas en la fiesta tradicional Kasama. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Los centros culturales ya se preparan para recibir a los turistas en la fiesta tradicional Kasama. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La agricultura es el sustento del tsáchila

    María Victoria Espinosa

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    La agricultura es la principal actividad económica de las siete comunas de la nacionalidad tsáchila. El 60% de la población, que corresponde a unos 2 000 tsáchilas, se dedican a la producción de plátano, yuca, orito, cacao, caña de azúcar y frutas tropicales.

    El agricultor Carlos Calazacón, de la comuna Chigüilpe, señala que hace 400 años la principal actividad de los tsáchilas era la pesca y la cacería. Pero esas fueron desapareciendo cuando se empezó a poblar Santo Domingo y se contaminaron los ríos y se talaron los bosques. “Al ver que los colonos tenían parcelas y que vendían esos frutos, los tsáchilas también quisieron incursionar en la agricultura hace 50 años”.

    Según datos de la Gobernación Tsáchila, 7 000 hectáreas, ubicadas en las siete comunas, están dedicadas a la producción agrícola. Hasta hace dos años, el 40% de esas hectáreas de tierra había perdido los nutrientes por las malas prácticas de los agricultores.

    Para recuperarlas, técnicos del Ministerio de Agricultura realizaron talleres prácticos sobre la fertilización y el control de plagas en las parcelas. Desde entonces, la producción ha mejorado y eso permitió que los tsáchilas se asociaran con organizaciones productivas con centros de acopio y que comercialicen directamente el producto.

    La principal es la Corporación Productora y Comercializadora Unión Carchense, que exporta directamente a la Unión Europea 3 000 cajas de orito (baby banana) semanales. En esa asociación se han agrupado más de 50 productores. Ellos cosechan ese producto en 260 hectáreas distribuidas en varias zonas de la provincia, como la comuna Otongo Mapalí. Ahí los tsáchilas cosechan unas 30 hectáreas de orito.

    Miguel Aguavil, agricultor de Otongo Mapalí, señala que en esa comuna unas 30 personas se dedican a la producción de 500 cajas de orito semanales para exportación. Cada caja se vende entre USD 5 y USD 7.

    Los otros productos se cultivan para el consumo interno y también se comercializan a los centros de acopio provinciales o en los mercados de la ciudad.

    Según la Gobernación Tsáchila, la economía en las comunas se mueve a través de la agricultura, el turismo y el chamanismo. De acuerdo a un sondeo que realizó la Gobernación a los cabildos de cada comuna, por esas actividades ingresan alrededor de USD 8 000 mensuales a cada comuna. Pero esa cifra varía de acuerdo a los ciclos de cultivos y cosechas, feriados y vacaciones escolares.

    Agustín Calazacón vive en la comuna Chigüilpe. Él es productor de plátano y cacao, guía turístico y vegetalista. Foto: Juan Pérez / LÍDERES
    Agustín Calazacón vive en la comuna Chigüilpe. Él es productor de plátano y cacao, guía turístico y vegetalista. Foto: Juan Pérez / LÍDERES
  • Du Tenka preserva su cultura a través del turismo

    María Victoria Espinosa

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    Seis familias de la comuna tsáchila Otongo Mapalí crearon el centro cultural y turístico Du Tenka, ubicado en Santo DomingoMiguel Aguavil, líder del proyecto, recuerda que la iniciativa de abrir el centro cultural nació tras la muerte del legendario José María Aguavil, uno de los poné (sabios) más reconocidos de la nacionalidad tsáchila.

    Tras la pérdida del poné hace siete años, los indígenas empezaron a notar que la cultura se estaba perdiendo en esa comunidad. Así que se reunieron y decidieron conformar un sitio que les permitiera, a través del turismo, recuperar las tradiciones y costumbres ancestrales.

    En las primeras reuniones hicieron mingas comunitarias para aplanar un terreno, cerca del bosque llamado Du Tenka. Luego, se adentraron a ese remanente para buscar árboles que les permitieran construir cabañas para recibir a los turistas.  A la par, empezaron a escuchar las grabaciones que dejaron los adultos mayores de la comuna y así memorizar su historia.

    De a poco, los niños comenzaron a participar con danzas y a colocarse la vestimenta típica. Los adultos, en cambio, construyeron unas seis cabañas con paja toquilla y pambil para recibir a los visitantes de diversos sitios.

    Aguavil señala que al principio, no llegaban muchos turistas, unos 10 al mes. Pero hace cuatro años, con la apertura de la vía Aventura, que es la única en la provincia que tiene un carril para ciclistas, todo se transformó y mejoró.

    Cada semana, Du Tenka, que en tsa’fiki significa Corazón de la Montaña, recibe a 200 turistas, la mayoría locales. Ellos, por lo general, consumen entre USD 5 y USD 7. “Llegan al río, se bañan, conversan con nosotros y nos compran nuestro platos típicos”. Las mujeres de la nacionalidad se han encargado de recolectar las recetas de comidas tradicionales para volver a elaborarlas.

    Entre estos platillos se encuentra el ayampaco de gallina criolla o pescado, el huevo asado, la bala (masa) de plátano verde con maní, entre otros. Cada uno cuesta unos USD 3, 50. También se pueden degustar de las frutas de temporada y de la chicha tsáchila.

    Los turistas de otras provincias visitan la comunidad en feriados y fines de semana. Buscan rituales chamánicos, recorridos por el bosque y presentaciones artísticas del grupo musical Du Tenka.

    El recorrido por el bosque incluye un paseo por unas seis estaciones en las que se explica cómo vivían los ancestros en el sitio, cómo enterraban a los muertos, hacían la comida, entre otros. “Es una experiencia inolvidable porque se hacen rituales y aprendemos sobre la cultura”, señaló la turista Génesis Zambrano.

    Los extranjeros solo llegan a la comuna cada seis meses. Son grupos de extranjeros europeos que realizan voluntariado en Ecuador. Con ellos se desarrolla un intercambio cultural por 15 días.

    En ese tiempo, los tsáchilas organizan un campamento para 20 personas y proveen de alimentos a los visitantes, por paquetes desde USD 20. Estas personas les ayudan a reconstruir las cabañas o a recolectar frutos. “También realizan proyectos como la dotación de agua potable”.

    Algunos datos
    La inversión inicial fue de unos USD 200, que ocuparon para comprar materiales para construir. El resto lo hicieron a través de mingas.

    El proyecto está ubicado en unas dos hectáreas, que incluyen parte del bosque tsáchila. Ahí han descubierto alrededor de 200 plantas medicinales y aromáticas.
    El centro cultural está conformado por 32 personas, entre niños y adultos. A la semana ingresan entre USD 200 y USD 800, según la temporada (feriados, visitas extranjeras).

    El Centro Du Tenka está conformado por seis  familias que buscan rescatar la cultura a través del turismo. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    El Centro Du Tenka está conformado por seis familias que buscan rescatar la cultura a través del turismo. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • La gastronomía esmeraldeña se instaló en tierra tsáchila

    María Victoria Espinosa (F) Contenido intercultural

    La sazón afroesmeraldeña se trasladó a Santo Domingo de los Tsáchilas. El bailarín Frixon Angulo abrió un restaurante que conservara el sabor y la tradición de Esmeraldas, la ‘Provincia Verde’.

    El objetivo de este emprendedor es transportar a sus comensales hacia esa zona costera, no solo por el sabor de la comida sino por la decoración del local.

    Al lugar se lo pintó de verde y blanco, que representa la bandera de Esmeraldas. En el techo, con la ayuda de una tela azul, se emula al mar con sus olas y peces.

    Mientras que a la entrada del restaurante se observa una red con peces y los instrumentos musicales que identifican a los afrodescendientes: marimba, maracas, cununo y bombo.

    En las paredes se han pegado fotografías sobre el paso de Angulo por varios ‘realities’.
    Uno de esos fue ‘Bailando por un sueño’, en el que concursó con la actriz Sofía Caiche y del que adquirió el apodo ‘Marimba’.

    De hecho, por eso su restaurante se llama ‘La sazón de Marimba’. El esmeraldeño señaló que en el restaurante pudo mezclar sus dos pasiones: la gastronomía y el baile. Eso debido a que se hacen presentaciones de danza afrodescendiente al son de la marimba.

    La idea del negocio nació hace más de un año. Angulo y su familia vivían en Chone (Manabí) cuando se dio el terremoto del 16 de abril. “Mi esposa era profesora en ese sitio y la trasladaron a Santo Domingo. Así que decidimos viajar todos porque allá no había oportunidades de trabajo”.

    La familia Angulo invirtió USD 18 000, que eran sus únicos ahorros, en el restaurante. Compraron cocinas, refrigeradoras, mesas, sillas, vajillas, utensilios de cocina, entre otras cosas.

    Para hacer la cartilla con el menú, Angulo recordó los platos de su niñez en el barrio Isla Piedad, de Esmeraldas. “Éramos 13 hermanos y mi mamá trabajaba. Así que yo me hacía cargo de la alimentación de los más pequeños como podía. Así aprendí”.

    También recordó los platos de su provincia que añoraba mientras vivía en Quito, Guayaquil y Chone e inventó recetas como el bolón relleno de mariscos.

    Marlon Rivadeneira es un comensal que visita el lugar cada domingo. Lo hace porque esos días se puede degustar del bolón de mariscos y del tapao arrecho.

    Este último es popular en Esmeraldas y sirve para aliviar el malestar de la resaca. “Antes para el ‘chuchaqui’ solo comía encebollado, pero el tapao es levanta muertos”, señaló Rivadeneira.

    Angulo aseguró que los fines de semana empezó vendiendo el encebollado esmeraldeño, pero a la par promocionaba el tapao, que es una sopa con diferentes tipos de carnes y embutidos. Ahora esos dos platillos se venden por igual.

    Según Angulo, las ventas han aumentado en los últimos meses de 50 a 100 platos diarios y los fines de semana esa cifra se triplica.

    Él afirmó que el éxito que ha tenido se debe a que los clientes han recomendado el lugar con otras personas por la sazón y porque los precios son económicos. En el restaurante se encuentran platos desde USD 2 hasta USD 10.

    Además no se utilizan aliños y saborizantes que contienen químicos. “Solo utilizamos las especies como la chillangua, que son típicas de Esmeraldas”.

    Para el comensal Gilberto Morán, la clientela también regresa por la atención que se les brinda.“Los platos son grandes y si uno quedó con sed puede pedir más jugo sin pagar adicional”.

    A los clientes les atiende Angulo o alguno de sus tres hijos, quienes aprovechan para tomarse fotografías con ‘Marimba’, en una pared especial para esta actividad.

    El negocio

    La primera inversión en el restaurante fue de unos USD 5 000 para comprar los utensilios de cocina.

    En la decoración del local gastaron unos USD 3 000. Solo en la impresión de más de 200 fotografías se invirtió USD 500.

    Los instrumentos musicales y los barcos fueron elaborados en Esmeraldas, para generar empleo para los artesanos.

    La música  hace parte de los servicios que ofrece el restaurante. Cuando hay reservaciones de más de 20 personas, el grupo de bailarines realiza una presentación gratuita.

    El restaurante se promociona a través de las redes sociales y con volantes.

    Frixon Angulo instaló hace un año un restaurante, que rescata la tradición gastronómica afrodescendiente. Foto: Juan Carlos Përez para LÍDERES
    Frixon Angulo instaló hace un año un restaurante, que rescata la tradición gastronómica afrodescendiente. Foto: Juan Carlos Përez para LÍDERES
  • La cultura Tsáchila fue la inspiración de esta artesana

    Red. Santo Domingo (F) Contenido intercultural

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    El colorido de la indumentaria y las tradiciones tsáchilas fueron la inspiración de la artesana Teresa Lema.

    Ella tiene un taller en el que elabora artesanías con figuras de mujeres y hombres tsáchilas.
    La artesana, radicada en Santo Domingo, ha patentado 60 figuras de tsáchilas elaboradas con porcelanicrón, teca, bambú, caña guadúa, entre otros.

    Una de sus últimas creaciones es una lámpara con la figura de una mujer vestida con la indumentaria tsáchila. “Trato de que mis diseños reflejen la realidad de su cultura para que no se pierda”.

    Lema realiza este tipo de artesanías desde hace 17 años. Al principio lo hizo en un pequeño taller en su casa. Pero desde hace unos meses decidió instalar un local en la Plaza Wilson, en el centro de Santo Domingo. Lo hizo porque por ese sector circulan turistas, que buscan un obsequio autóctono de la región. “La clientela ya no es la misma y debemos abrir nuevos mercados para que la actividad artesanal no se pierda en la provincia”.

    Al principio solo los turistas compraban figuras tsáchilas. Ahora su clientela ha variado y ella debió innovar con artesanías que decoren el hogar para el cliente oriundo de Santo Domingo. Por ejemplo, elabora casas, porta vasos, esferográficos, entre otros.

    La santodomingueña Martha Ramos decoró su casa con artículos tsáchilas. En el comedor colocó un reloj y en la mesa tiene un porta vasos, un servilletero y un salero. Ella cuenta que escogió esa decoración porque cada año recibe a huéspedes extranjeros en su casa y quiere que se interesen por la cultura de la zona.

    Lema afirmó que pese a que cada artesanía ha nacido de su inspiración, debió estudiar a la nacionalidad para representar correctamente sus prendas de vestir, las líneas negras en el cuerpo y el cabello de los hombres, en el cual colocan achiote como un símbolo de protección contra las enfermedades. “No se trata solo de elaborar una pieza bonita sino de mostrar la cultura. Hacerla visible en el mundo”.

    Los mayores compradores de la tienda Artesanías Tsáchilas son personas que viajan al exterior y quieren llevar regalos a sus familiares o amigos. Los llaveros, lámparas, aretes, esferográficos y demás artículos han sido llevado a Europa y EE. UU como regalos típicos del Ecuador.

    El operador turístico Sebastián Armijos comenta que las agencias también regalan a sus clientes artesanías de la tienda de Lema. “Les obsequiamos esferos con figuras tsáchilas o marimbas para colocar en las oficinas. Ellos se van felices”, señaló.

    También las instituciones públicas y privadas utilizan como decoración las artesanías de la nacionalidad tsáchila. 

    Lema afirma que hace falta apoyo para los artesanos por parte de las autoridades. “Solo pedimos que se impulse nuestro trabajo a través de ferias o de un mercado artesanal”. 

    Ella afirma que unos 50 de los 100 clientes fijos que tiene el negocio, se contactan en las ferias cantonales y provinciales. “Si se hicieran más ferias en el año, tendríamos la oportunidad de crecer”, dice Lema.

    Teresa Lema inauguró este año un nuevo local en la Plaza Wilson, en el centro de Santo Domingo. En el lugar vende artesanías tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Teresa Lema inauguró este año un nuevo local en la Plaza Wilson, en el centro de Santo Domingo. En el lugar vende artesanías tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La cultura Tsáchila, un imán para los turistas

    María Victoria Espinosa 
    (F – Contenido Intercultural)

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    Los centros culturales y turísticos tsáchilas calificaron a esta temporada de vacaciones escolares de la Sierra como positiva.

    Según la Gobernación tsáchila, al menos 500 familias de la Sierra visitaron los emprendimientos nativos, ubicados en Santo Domingo de los Tsáchilas. Los hicieron entre julio y agosto.

    Al Centro Cultural Mushily llegaron cada semana unas 200 personas desde Quito, Ambato, Loja y también de la Amazonía.

    En julio, la mayoría de turistas eran grupos de colegios de la Sierra, que decidieron hacer el paseo de fin de año en la Costa. “Nos hemos beneficiado porque estamos cerca de la playa y somos una etnia lleno de color, que a los niños les llama la atención conocer”, señaló Abraham Calazacón, líder del proyecto turístico Mushily.

    En ese lugar, el turista puede hacer un recorrido por las 11 estaciones en las que se muestra la cultura ancestral tsáchila en el ámbito cultural, artesanal, medicinal, musical y familiar.

    El docente quiteño Roberto Mora, señaló que los viajes escolares hacia las comunidades indígenas son importantes porque los estudiantes pueden conocer de forma entretenida, lo aprendido en clases. “Vinimos con 20 niños. Ellos se impactaron con las viviendas y la gastronomía exótica”.

    El gobernador tsáchila, Javier Aguavil, señaló que de las siete comunas cuatro están promocionando los atractivos turísticos de la nacionalidad.

    Chigüilpe es la aldea que mayor demanda tiene de turistas por encontrarse a 10 minutos del centro de la ciudad. Ahí hay cinco emprendimientos turísticos dirigidos por tsáchilas. Unos se encargan de mostrar la medicina ancestral y otros de promocionar la cultura.

    Según Mateo Calazacón, presidente de la comuna Chigüilpe, en el año se calcula que llegan unos 6 000 turistas.

    De esos, el 70% llega para la fiesta Kasama (Nuevo Amanecer), en Año Nuevo para realizarse rituales de purificación, sanación y baños para la buena suerte y entre junio y octubre.
    Para esta última temporada también llegan turistas extranjeros de Colombia, Perú, EE.UU. y Europa. “Por el momento no buscamos lucrarnos de nuestra cultura. Por eso los precios son entre USD 1 y 3 por persona”.

    Buscamos -agregó- que nos conozcan y aportar con nuestra medicina a los mestizos.
    La comuna Otongo Mapalí también ha captado a turistas de la Sierra en estos dos últimos años.

    En esa aldea hay tres centros turísticos. Uno de esos es Du Tenka, que en tsa’fiki significa Corazón de la montaña. En el lugar se ofrecen recorridos por el bosque. Ahí se pueden apreciar árboles como el shanshui, que es utilizado en los rituales tsáchilas. También, pueden bañarse en el río Otongo Mapalí, donde se hacen juegos típicos y rituales.

    Miguel Aguavil, dirigente de Du Tenka, señaló que los emprendimientos en las comunas han servido para que se conserven costumbres como la vestimenta, alimentación e idioma nativo.
    Él afirmó que, al menos, quienes se dedican al turismo deben vestir con la chumbillina y pintarse el cabello de rojo con achiote. “Debemos estar preparados porque los turistas siempre vienen de improvisto”.

    En las comunas Colorados del Búa y El Poste la llegada de turistas es menor. Eso debido a que son sectores más alejados de la zona urbana. Sin embargo, unas 100 familias asistieron a los tres centros culturales que hay en esas comunas tsáchilas.

    Según la Gobernación, en los últimos cinco años los centros turísticos tsáchilas han ido capacitándose para brindar nuevos servicios. De los 12 centros turísticos, seis ya cuenta con cabañas para hospedar a los turistas.

    Además se ofrecen otras actividades como deportes extremos en los ríos cercanos a las comunas.

    También hacen propaganda a través de las redes sociales e invitan a personajes reconocidos de Ecuador para que conozcan las costumbres tsáchilas.

    Los turistas de la Sierra visitaron la comuna Chigüilpe para conocer sobre la cultura de los tsáchilas. Foto: Cortesía / Centro Cultural Mushily
    Los turistas de la Sierra visitaron la comuna Chigüilpe para conocer sobre la cultura de los tsáchilas. Foto: Cortesía / Centro Cultural Mushily
  • La visión tsáchila está en la construcción de las cabañas

    Red. SANTO DOMINGO 
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    Las viviendas, centros turísticos y espacios ceremoniales tienen cada vez más un factor común: muestran las nuevas y antiguas técnicas de la construcción ancestral de la cultura Tsáchila. La proximidad de los bosques con las comunas de esta etnia alienta esta propuesta.

    Los tsáchilas tienen en sus parcelas extensas plantaciones de caña guadúa; esta realidad facilita emprender nuevas construcciones y remodelar las existentes en sus siete comunas. El producto que aprovechan para sus nuevos inmuebles lo tienen a mano.

    Budy Calazacón ejecuta el proyecto de Chozas Luna en unos terrenos de la comuna Chigüilpe, en la vía a Quevedo. Cuenta que hay turistas nacionales y extranjeros que se interesan por ser parte de estas nuevas construcciones. Él enseña los secretos para la poda de la paja toquilla y de la caña. También, les permite que se involucren en el montaje.

    Hay turistas extranjeros, de Europa y de Norteamérica, que se enteran de este tipo de proyectos y que llegan al país expresamente para visitarlo. Ellos se enteran principalmente a través de las redes sociales. En la ejecución de estas construcciones los tsáchilas siguen su cosmovisión y no descuiden las costumbres de sus ancestros. Ellos deben cortar la paja toquilla, el pambil y la caña bajo una noche de luna llena.

    Esta es una forma de garantizar los años de vida de los materiales, pese a que soportan los diferentes cambios climáticos que se dan en sus territorios. “La mayor parte del tiempo pasa nublado y eso ayuda a que los productos que no siguieron los mandamientos de nuestros antepasados se deterioren con facilidad”, contó Calazacón cuando se realizó este reportaje. En cada familia tsáchila se construye o remodela un promedio de dos a tres viviendas o centros de rituales.

    De igual forma, habló Javier Aguavil, gobernador de los tsáchilas, sobre el proyecto. “No se trata de demoler un inmueble por cuestión de gusto o estética, sino porque tenemos viviendas y construcciones que superan los 50 y 100 años de existencia”, comenta.

    Pero los materiales que se desmotan no se desechan, sino que pasan a cumplir una función distinta, por ejemplo, para elaborar nuevas marimbas.

    De esa forma se observan que los viejos troncos de pambil se emplean para elaborar las teclas y los palos que ayudan a entonar ese instrumento. Lo que no se logra reutilizarse definitivamente es la paja toquilla, que debido al exceso de humedad y la exposición continua al sol se debe desechar. 

    Se trata de una campaña que se ejecuta en las siete comunas para mejorar la imagen y el ornato de los caseríos. Bajo ese concepto, se trabaja en las mejoras y reemplazo de un 80% de las antiguas construcciones, señala el gobernador.

    José Aguavil construyó su casa con un diseño cuadrangular. Él utilizó un 80% de caña guadúa fresca y bambú para levantar la estructura en la comuna El Poste, ubicada en el baipás Chone-Quevedo. La vivienda es de 40 metros cuadrados y se edifica en un terreno que anteriormente utilizó para dar alojamiento a los turistas.

    Este proyecto genera el interés en otras nacionalidades.

    La caña guadúa es una de las maderas que más se utilizan para la construcción de las viviendas de las familias tsáchilas. Foto: Archivo LÍDERES
    La caña guadúa es una de las maderas que más se utilizan para la construcción de las viviendas de las familias tsáchilas. Foto: Archivo LÍDERES
  • El turismo con la identidad de Tolón Pelé

    María Victoria Espinosa (F)
    Contenido Intercultural
    redaccion@revistalideres.ec

    Santo Domingo 25 mujeres tsáchilas son las encargadas de este proyecto turístico. Ahí los turistas disfrutan de las tradicionales viviendas, comida y rituales típicos de la etnia. 

    Tolón Pelé cambió el rol de la mujer en la cultura tsáchila. Hace seis años, 25 emprendedoras se asociaron para crear una microempresa comunitaria de la nacionalidad. Albertina Calazacón, líder del proyecto, recuerda que en los inicios había temor entre sus compañeras, porque culturalmente las mujeres tsáchilas se dedicaban a las labores domésticas y para ellas el turismo era algo nuevo.

    Por ello, mientras construían las cabañas tsáchilas, que servirían de hospedaje para los turistas, ellas se capacitaron en atención al público, inglés básico, manipulación de alimentos, entre otros.

    El 11 de noviembre del 2009, Tolón Pelé abrió sus puertas. “Estábamos nerviosas, nos daba recelo atender a los turistas”. Actualmente, la situación es diferente. Ellas muestran una sonrisa y se sienten orgullosas de vestir la indumentaria tsáchila y de enseñar su cultura.

    En Tolón Pelé, que significa árbol sagrado en el idioma nativo tsa’fiki, se puede hacer recorridos por el bosque tsáchila. Con la compañía de una guía, los visitantes pueden conocer lugares mitológicos de la etnia.

    Una de ellas, Sonia Calazacón, relató a unos turistas que los árboles milenarios fueron chamanes que se enterraron en el bosque y que por su sabiduría se convirtieron en parte de la naturaleza.

    Uno de estos es Tolón Pelé, que mide 62 metros de altura y tiene 350 años de vida. “Mi padre, que fue un chamán reconocido, nos dijo que este era el nombre adecuado para rendir tributo a nuestra nacionalidad”, explica Albertina Calazacón.

    El proyecto cultural, turístico y comunitario Tolón Pelé nació con la ayuda económica del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), la Prefectura, el Municipio de Santo Domingo y de los 30 tsáchilas que se asociaron.

    El monto de cofinanciamiento institucional fue de USD 122 179 para infraestructura, zonas de capacitación y materiales para la elaboración de artesanías. Los socios de la empresa financiaron USD 42 122,85 en terreno, mano de obra y materiales que se encontraban en la zona.

    25 mujeres y cinco hombres se encargaron de construir siete cabañas para hospedaje, un restaurante, una sala de eventos y un pequeño museo, en donde el turista puede observar las casas típicas tsáchilas, los telares, los rituales chamánicos, las moliendas y las plantas. “Las mujeres no cumplimos con un rol específico. Todas hacemos desde el mantenimiento hasta la atención al cliente”.

    Albertina asegura que de a poco lograron que Tolón Pelé se diera a conocer. La facturación anual del emprendimiento es de entre USD 18 000 y 25 000, en promedio, al año. La ganancia es repartida entre los socios. “Con lo que gano puedo aportar en mi hogar y darle una mejor educación a mis hijos”, opina Sonia Calazacón.

    Para la turista suiza Nathalie Zuber, Tolón Pelé es un lugar para conectarse directamente con la naturaleza y las costumbres ancestrales de los pueblos indígenas de Latinoamérica. Según Albertina, entre junio y agosto se reciben entre 300 y 500 turistas nacionales. Mientras que, desde septiembre hasta diciembre, existe una mayor afluencia para las visitas desde Estados Unidos, Europa y los países vecinos como Colombia y Perú.

    Hay turistas que visitan el lugar por la gastronomía típica, como el ayampaco (pescado cocinado en hojas de plátano) o los mayones asados (pincho de gusano).
    El quiteño Javier González visitó Tolón Pelé con su hijo Carlos, de 10 años. “Vinimos porque le están enseñando las etnias en la escuela y quiero que las conozca de primera fuente. Es una suerte que tengamos una nacionalidad viva y que los jóvenes no tengan que aprenderla por dibujos”.

    El prefecto Geovanny Benítez afirmó que el emprendimiento tsáchila es una puerta en la provincia para el turismo nacional e internacional. Por ello, para este 2015, se tiene previsto que se arregle la vía hacia Tolón Pelé.

    Las mujeres muestran a los turistas de la Sierra, cómo utilizar una molienda de caña típica de la nacionalidad. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    Las mujeres muestran a los turistas de la Sierra, cómo utilizar una molienda de caña típica de la nacionalidad. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • La Fabril llena más tanques con biodiésel

    Redacción Santo Domingo

    ¿Se puede producir biodiésel sin comprometer la soberanía alimentaria del país? Para la empresa La Fabril no solo es posible, sino rentable. En Ecuador hay un excedente de producción de palma que sirve para la elaboración de este combustible y hay nuevas oportunidades de negocio. En lugar de exportar la materia prima cruda se puede sacar un valor agregado haciendo biodiésel, explica Carlos González, gerente general.

    Según la Fundación de Fomento de Exportaciones de Aceite de Palma y sus Derivados de Origen Nacional (Fedepal), en el 2012 se produjeron 480 000 toneladas métricas, con un excedente de 270 000 t; casi 100 000 más que el 2010, lo que da una tendencia al alza.

    La Fabril ha exportado 16,6 millones de galones a EE.UU., Alemania y Perú, desde el 2005. Y hoy quiere convertirse en el principal proveedor del país. El año pasado, mediante el Decreto nro. 3103 se dispuso que el diésel sea mezclado con biocombustible vegetal de producción nacional. Primero en una proporción del 5%, pero se debe llegar al 10%. El proceso debe comenzar en mayo próximo.

    La tendencia mundial en combustibles es hacerlos más ecológicos y el biodiésel de palma es biodegradable.

    La Fabril montó dos plantas de producción de biocombustible en Guayaquil y Montecristi. Tiene una capacidad para producir 12 000 toneladas métricas por mes.»El decreto presenta una oportunidad para el desarrollo de biodiésel en Ecuador. Espero que en poco tiempo se realicen inversiones en otras plantas de biodiésel, ya sea de parte de otras refinerías como de parte de extractoras de aceite crudo de palma», agregó González.

    Además, ha adoptado como estrategia el fortalecimiento de la cadena de producción. Se ha transferido tecnología para mejorar la productividad de los cultivos y cumplir la normativa ambiental. También ha facilitado crédito para insumos agrícolas y maquinaria a más de 2 000 agricultores de Santo Domingo, Los Ríos y Esmeraldas.

    El ministro coordinador de Producción, Santiago León, visitó la extractora de aceite rojo de palma La Comuna, en Quinindé y luego la de Montecristi.

    Ahí se recordó que la palmicultura genera más de 100 000 empleos directos e indirectos en el campo ecuatoriano. La mayoría son pequeños productores de palma, con propiedades menores a las 50 ha. Esta actividad aporta con el 1,8% del PIB Nacional y el 15,32% del PIB Agrario, según el censo realizado entre Ancupa y el Magap-Sipagro, en el 2010.

    El mercado Las ventas. El último año, La Fabril ha exportado unas 20 000 toneladas de biocombustible. Su principal comprador es PetroPerú.

    Los procesos. La Fabril recibió la certificación ISO 14001:2004 por parte de SGS, con base en los procesos de un Sistema de Gestión Ambiental (SGA).