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  • Tsáchilas realizan rituales de fin de año

    María Victoria Espinosa

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    Las ceremonias tsáchilas para la buena suerte son las más cotizadas en Santo Domingo de los Tsáchilas desde la primera semana de diciembre.

    A las comunas tsáchilas asisten alrededor de 3 000 pacientes para realizarse limpias, baños de purificación, rituales antiestrés, entre otros procedimientos.

    Los pacientes llegan desde Quito, Quevedo, Babahoyo, Ambato, Riobamba y Guayaquil.

    El chamán Abraham Calazacón señala que hace unos cinco años, los clientes se hacían los baños por curiosidad y como parte del turismo chamánico que se ofrece en cinco de las siete comunas.

    Pero a medida que han pasado los años, los clientes han regresado porque los rituales les han dado buenos resultados.

    Incluso hay pacientes que regresan a Santo Domingo para la fiesta Kasama, donde se realizan rituales parecidos. En esa ceremonia recargan de energía sus amuletos y se realizan baños para la suerte y la prosperidad.

    El jueves 12 de diciembre del 2019, el centro cultural Mushily recibió al primer grupo que se realizaría estos rituales.

    Los chamanes realizaron una ceremonia nocturna en la que se convocó a los espíritus de la naturaleza para que entregaran esperanza y protección a las 50 personas que participaron del ritual.

    Miriam Calazacón, guía del centro cultural Mushily, afirma que los rituales nocturnos son claves cuando las personas están muy estresadas. Eso debido a que antes de la ceremonia, primero se hace un recorrido por los senderos con antorchas.

    Ahí los pacientes deben caminar por la naturaleza, oler las plantas, abrazar cierto tipo de árboles.

    Luego se hace una demostración de los bailes típicos de la nacionalidad con tambores y marimbas. Además pueden conversar cerca de una fogata con piedras obtenidas de los bosques pertenecientes a los tsáchilas.

    Tras tomar una infusión, se inicia el ritual en el consultorio del chamán. Ahí se utilizan al menos 20 plantas medicinales.

    El chamán invoca a los dioses y una vez que obtiene el permiso para presidir la ceremonia, empiezan los baños de vapor, de florecimiento, las limpias y tomas de brebajes, según los síntomas e intenciones del paciente.

    En el Museo Etnográfico también se realizan estos rituales, aunque por lo general se hacen durante el día para aprovechar el sol, que es el responsable de energizar las piedras y amuletos. Incluso, ellos construyeron una cabaña con un agujero en el techo para realizar estos rituales.

    Manuel Calazacón es uno de los chamanes. Él afirma que el ritual funciona de acuerdo a la fe que el paciente le tenga al tratamiento, los cuidados que realice en casa y al tipo de plantas que utilice el chamán o poné (sabio).

    Para conseguir las mejores plantas, es fundamental que se corten según el ciclo lunar. “Según la enfermedad o el estado de ánimo del paciente se hacen cortes mirando el calendario lunar”.

    Para Calazacón, primero es fundamental que el paciente conozca el ritual. Por eso, la primera fase es una explicación de la medicina ancestral y los tratamientos. También se da una charla sobre la alimentación, el estrés y cómo lograr que la energía positiva no disminuya durante el año.

    El chamán José Aguavil, de la comuna El Poste, asegura que es importante que el paciente obtenga un amuleto después del ritual. Esta pulsera o collar va a repeler las energías negativas. “Luego del ritual, las energías se reconstituyen y si no se tiene el amuleto es más fácil que el paciente se contamine de malas energías”.

    Los rituales para fin de año se realizan desde la primera semana de diciembre y se extienden hasta principios de enero del 2020.

    En las redes sociales de los 10 centros culturales tsáchilas se encuentran publicaciones sobre los rituales, los costos y las recomendaciones que debe seguir el paciente. Una de ellas es utilizar ropa blanca o de colores claros.

    Sobre los rituales

    Los precios de los rituales están entre los USD 10 y 50. Incluyen baños, limpias, amuletos, un ritual y una infusión.

    Los pacientes deberán hacer peticiones para el nuevo año y repetirlas durante los baños para atraer la buena suerte.

    Hay dos amuletos. Uno es personal y por lo general es una pulsera o un collar con semillas obtenidas del bosque y bendecidas por el poné (sabio). Los amuletos para proteger negocios, inmuebles o vehículos son una especie de lanza, que usaban los cazadores.

    El chamán Abraham Calazacón realiza rituales matutinos y nocturnos en el centro cultural Mushily. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    El chamán Abraham Calazacón realiza rituales matutinos y nocturnos en el centro cultural Mushily. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Los tsáchilas venden sus productos en un mercado

    María Victoria Espinosa

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    En el centro de Santo Domingo se fundó un mercado para que los tsáchilas pudieran vender los productos que siembran y cosechan en sus comunas.

    Hace 15 años, los vecinos de la urbanización Albarracín decidieron donarles un espacio a los tsáchilas para que instalaran un mercado artesanal y productivo.

    María Calazacón recuerda que esa decisión se tomó, luego de que un grupo de tsáchilas le contara a los vecinos las dificultades que tenían para comercializar sus productos en los mercados.

    Una de las razones era que debían pagar un arriendo para poder vender en los mercados y un vehículo para que los transportara desde las comunas hasta la ciudad con sus productos. “No era rentable porque teníamos poca producción y no nos quedaba nada para nosotros”.

    En ese terreno, construyeron pequeñas cabañas con materiales como el pambil y la caña guadúa, que obtuvieron de los bosques nativos. Ahí, 32 tsáchilas exhiben de lunes a domingo productos como la piña, plátano, papaya, naranjas, entre otras, que se dan en las parcelas tsáchilas.

    Cada tsáchila invirtió alrededor de USD 50, para acondicionar el terreno para construir las cabañas y recibir a los clientes. Además hicieron estanterías y sillas de madera para acomodar productos.

    Entre los frutos más comercializados están el plátano, las naranjas y la piña. Esos productos son comprados por dueños de los restaurantes aledaños al mercado. “Solo nos pitan y ya sabemos que vienen a comprarnos y le llevamos las frutas”, dice Calazacón.

    Las artesanas también venden collares, pulseras, faldas típicas y artículos de madera para el hogar.

    Los tsáchilas reciben alrededor de 60 clientes semanales en el mercado. La mayoría son vecinos de la urbanización, aunque también llegan personas de otros lugares para buscar productos orgánicos.

    Uno de los clientes es Miguel Flores. Él señala que los productos tsáchilas aún se cosechan con las técnicas ancestrales y que por ello no contienen químicos. “El sabor es diferente, más natural”.

    Además son alimentos económicos. Los tsáchilas ofrecen piñas desde USD 0,50 y racimos de verde desde USD 3.

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería les ayudará a organizar una feria artesanal y productiva cada jueves para atraer a más clientes. La semana anterior se realizó la primera feria con la que se re inauguró el mercado.

    Miguel Aguavil, presidente de la Asociación de Tsáchilas, afirma que a diario se seguirá atendiendo a los clientes. Pero que el jueves habrá más variedad de productos.

    Susana Aguavil, de la comuna Colorados del Búa, afirma que para economizar USD 20 diario que cuesta un vehículo para transportar los productos desde la comuna hasta el mercado, ella solo saldrá los jueves a vender sus productos en la feria. “Hay días que se vende poco (USD 10). Pero en la primera feria vendimos más de USD 100 en frutas”, asegura.

    María Calazacón, de la comuna Chigüilpe, en cambio, venderá a diario debido a que en su cabaña puede almacenar los productos y por eso solo ocupa un vehículo semanalmente, por el que paga USD 10.

    Según el gobernador tsáchila, Javier Aguavil, se trabajará en la promoción de la feria. Se hará a través de la radio comunitaria tsáchila Sonba Pamin. También harán la invitación a través de las redes sociales.

    A esa iniciativa de la feria también se unirán los tsáchilas que realizan remedios naturales y artesanías como collares y pulseras para evitar las malas energías.

    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Las artesanías tsáchilas vuelven con fuerza

    María Victoria Espinosa

    María Victoria Espinosa  (F) Contenido Intercultural

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    Los tsáchilas retomaron la confección de las coloridas faldas típicas de esa nacionalidad.
    La elaboración de esas prendas puede tardar hasta dos meses, porque se debe hilar el algodón y teñirlo. Luego, enhebrar los hilos en los telares de madera tsáchila.

    La guía nativa Miriam Calazacón señala que esa actividad, por ser tan laboriosa, dejó de practicarse en las siete comunas.

    Los grupos que se dedicaban al turismo empezaron a comprar las prendas en Otavalo (Imbabura) por USD 20 y USD 30. “La calidad no era la misma y los turistas empezaron a decir que querían productos de nuestra nacionalidad”.

    Hace unos cinco años, la actividad se retomó con la intención de recuperar esa tradición. Y los pedidos de bufandas, faldas y cintillos tsáchilas empezaron a aumentar de tres a 15 mensuales.

    Incluso, en las siete comunas se crearon las marcas Tsafiki, Mapalí, Tsáchila, Tolón Pelé y Colorados, que este año buscan patentar sus productos.

    En promedio, cada centro cultural vende entre 30 y 50 productos semanalmente.
    Este año, en la comuna Chigüilpe ya se han elaborado 40 prendas de vestir, que serán vendidas a emprendedores para elaborar zapatos y también a turistas, que las llevarán como obsequios a Europa y EE.UU.

    Las prendas, elaboradas en los telares tsáchilas, cuestan entre USD 5 y USD 100. El precio varía dependiendo del tamaño y del tiempo de elaboración.

    Abraham Calazacón, líder del centro cultural tsáchila Mushily, indica que el interés de los turistas hacia los productos tsáchilas creció cuando se empezó a mostrar y a promocionar la verdadera cultura ancestral.

    Él afirmó que el turismo que se hacía en algunas comunas hace unos 15 años era de demostración. “Solo nos vestíamos cuando recibíamos turistas. Ahora es un hábito, que es aplaudido y apreciado por los visitantes”.

    Otro factor que favoreció a que las prendas empezaran a venderse fueron las ferias de emprendedores que se realizan dos veces al año en Santo Domingo.

    Además de las prendas, se elaboran artesanías con las semillas de los árboles. Las pulseras no solo son un adorno. También sirven como un amuleto para evitar las malas energías, según la cosmovisión tsáchila.

    Por eso son unas de las más compradas por los turistas. Incluso para darle garantías al comprador, la pulsera es bendecida en un ritual presidido por un chamán.

    En los siete centros culturales de Chigüilpe se venden hasta 200 pulseras al mes, según la directiva de esa comunidad.

    Agustín Calazacón, del centro cultural Tolón Pelé, explica que otro producto que también compran los turistas son las lanzas con símbolos de colores elaboradas con chonta por los artesanos.

    Estas sirven para proteger las casas o locales comerciales de robos y para atraer la fortuna.
    Las personas deben comprar un par. Eso debido a que los árboles de chonta tienen dos colores diferentes. Según la creencia tsáchila, la chonta café representa a la mujer y la negra al hombre. Cuando las dos se unen, el poder de protección es más intenso.

    El par de lanzas cuesta entre USD 5 y USD 20, según el tamaño y los adornos.

    Juan Zambrano compró un par para decorar un restaurante de carnes. Él cuenta que cada seis meses las lleva a Chigüilpe para que los chamanes le coloquen un ungüento y las bendigan. “A veces es bueno confiar en la sabiduría indígena. Además, es una forma de incentivar a los tsáchilas a que recuperen sus raíces”.

    Otro rédito importante para los tsáchilas son los brebajes para aliviar los problemas de estrés y cansancio. También para revertir las malas energías.

    Se venden en pequeños frascos de plástico y cuestan entre USD 3 y USD 5. Son elaborados con plantas extraídas del bosque tsáchila y deben frotarse en el cuello y las manos en la mañana y en la noche.

    El chamán Manuel Calazacón vende 50 frascos mensuales.

    Los productos

    Las artesanías son elaboradas en su mayoría con materiales que se obtienen del bosque como la tagua y las semillas rojas y negras.

    En la inversión en materiales como elásticos y broches, los tsáchilas gastan mensualmente alrededor de USD 50.

    En los centros culturales también se pueden encontrar artesanías de los chachis de Esmeraldas, que están radicados en Santo Domingo.

    Los días de mayores  ventas son los fines de semana, en las vacaciones estudiantiles y en los feriados. En esas fechas las ventas diarias pueden ser de hasta USD 600.

    En el centro cultural Mushily 10 personas se dedican a la elaboración de tejidos y artesanías tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    En el centro cultural Mushily 10 personas se dedican a la elaboración de tejidos y artesanías tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Chigüilpe es una comuna para el turismo

    María Victoria Espinosa

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    Tres nuevos emprendimientos turísticos se han creado en la comuna tsáchila Chigüilpe.
    Los nativos han utilizado los espacios verdes y el pequeño bosque para mostrar a los turistas, las tradiciones ancestrales.

    El centro cultural Ka-tiluli, que en tsa’fiki significa árbol de palma real, fue inaugurado hace cinco meses y está integrado por 18 tsáchilas de todas las edades.

    Ellos construyeron dos espacios para el proyecto turístico. En el primero se encuentra el área musical y el taller de artesanías.

    Mientras que al cruzar una calle de tierra se puede observar la entrada hacia el bosque nativo. Allí se construyó un sendero con plantas decorativas y escaleras de madera. Al transitar por el lugar, el turista se encuentra con más de cinco estaciones en las que se exponen las costumbres tsáchilas como los telares donde se confecciona la indumentaria tradicional.

    También se puede ver las plantas de la caña de azúcar con la que preparan la chicha o malá en tsa’fiki o el consultorio chamánico, la vivienda ancestral e incluso hay una estación en la que se le rinde tributos a los ancestros tsáchilas, entre otros.

    Una de las novedades de Ka- tiluli es que los turistas pueden aprender sobre las tradiciones agrarias nativas. Los guías tsáchilas le explican al visitante cómo se cultiva el cacao e incluso les venden la mazorca por USD 0,50.

    Para construir esos dos espacios, los tsáchilas debieron conseguir más de 18 000 toquillas y
    10 000 cañas guadúa. “Fue un trabajo en minga con materiales del medio”, señala la líder del proyecto, Flor Aguavil.

    Al frente de Ka-tiluli se creó otro emprendimiento nativo llamado la Isla Tsáchila.
    En este lugar se ofrecen caminatas por el río Chigüilpe en las que se pueden observar animales como aves, peces, guantas, sapos, escarabajos, mariposas e insectos.

    Según Leonardo Aguavil, representante de Isla Tsáchila, la idea del emprendimiento es fomentar el ecoturismo en la provincia.

    Hace unos meses este centro cultural firmó un convenio con Ka-tiluli para ofrecer un paquete de USD 2 por persona, que incluye la caminata por el río y una exposición de las costumbres y tradiciones tsáchilas.

    La guía turística tsáchila, Cruz Calazacón, explica que este tipo de alianzas son importantes porque se unen esfuerzos y se le brinda una mejor atención al turista.

    Ella señaló que a través de las redes sociales se están promocionando y en cinco meses ya han tenido la visita de dos grupos extranjeros.

    A unos 200 metros de estos emprendimientos, la familia Calazacón también instaló un centro cultural llamado Tradiantsa (Tradición ancestral tsáchila).

    Este emprendimiento aún está construyéndose, pero ya recibe turistas. Los mayores atractivos de este centro cultural es el grupo de música, que ha participado en concursos nacionales y la medicina ancestral.

    Esta actividad es realizada por una mujer: Albertina Calazacón. “Antiguamente la medicina solo la podían practicar los hombres. Pero se ha demostrado que el don también lo tenemos las mujeres”, señala Melina Calazacón, guía nativa de Tradiantsa.

    Según el gobernador tsáchila, Javier Aguavil, Chigüilpe se ha convertido en una de las comunas más visitadas por su cercanía a la ciudad (15 minutos del centro). Por eso, ya se han instalado siete centros culturales.

    Según Augusto Calazacón, historiador tsáchila, esta comuna fue la primera en recibir turistas que buscaban curaciones de los chamanes hace más de 40 años.

    Hace dos décadas se creó el primer emprendimiento turístico que fue el Museo Tsáchila. “Allí se formaron los líderes de los otros centros culturales, quienes incluso le enseñaron a los tsáchilas de otras comunas”, dice Calazacón.

    Según la Directiva Comunitaria de Chigüilpe, la primera actividad económica de la comuna es el turismo, seguido de la agricultura. Al año se reciben a unos 4 000 turistas nacionales y extranjeros.

    La tsáchila Flor Aguavil lleva ocho años trabajando en los centros culturales de la comuna Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    La tsáchila Flor Aguavil lleva ocho años trabajando en los centros culturales de la comuna Chigüilpe. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Los tsáchilas rescatan su cultura con turismo

    María Victoria Espinosa (F) Contenido intercultural

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    Dos años tardó la familia Calazacón para construir 12 cabañas en las que se desarrolla el Proyecto Cultural y Turístico Abraham Calazacón.

    Este emprendimiento busca rescatar la cultura y las tradiciones de la nacionalidad Tsáchila a través del turismo.

    Por eso, cada cabaña es un museo etnográfico en el que se expone al turista los oficios ancestrales como la elaboración de tejidos, artesanías e instrumentos musicales, entre otros.
    Además, tienen un consultorio médico subterráneo, que se denomina la casa del chamán. Ahí un ‘vegetalista’ trata enfermedades como la diabetes, el colesterol elevado, entre otras. Lo hace con plantas nativas, que se encuentran en los senderos tsáchilas y que pueden ser observadas por los turistas.

    Abraham Calazacón es el líder del proyecto. Él señala que la construcción del centro lleva grabado el esfuerzo de su familia.

    Unas 10 personas trabajaron en sus tiempos libres para adecuar el terreno de una hectárea y que pertenece por décadas a la familia Calazacón de la comuna Chigüilpe, en Santo Domingo de los Tsáchilas. “Apenas había un tiempo entre las labores agrícolas, toda mi familia trabajaba en recolectar el pambil, la caña guadúa y la paja toquilla del bosque tsáchila”.

    La inversión total fue de USD 30 000. Con esos recursos se pudo reconstruir los instrumentos musicales y las máquinas de los telares donde se fabrican las chumbillinas (faldas) típicas de la nacionalidad.

    Además se invirtió en la capacitación de 30 niños y jóvenes que son los guías turísticos del lugar. Shyrley Calazacón, de 19 años, es una de ellos. La tsáchila explicó que además de la riqueza cultural que se le enseña a los turistas. También se están rescatando los deportes y oficios en el bosque como la caza.

    Por ejemplo, se realizan excursiones para conocer las plantas sagradas de la nacionalidad. Ahí el turista puede conocer árboles milenarios como el pechi, que tiene el poder de generar energía positiva al turista, según la creencia tsáchila.

    Además se puede realizar canoping, buceo y pesca deportiva. El ingreso a las instalaciones tiene un costo de USD 3. Mientras que los recorridos y deportes acuáticos tienen un precio de USD 5.

    Abraham Calazacón señala que el centro turístico se inauguró hace cuatro meses. Desde entonces la acogida ha sido buena. En los dos primeros meses recibieron a 400 turistas aproximadamente.

    Mientras que solo en diciembre tuvieron 500 visitantes. Eso debido a que se promocionaron los baños de endulzamiento y florecimiento para iniciar el 2017 cargado de energías y pensamientos positivos.

    Lourdes Peña vive en Quevedo. Ella señala que cada año se realiza baños de la buena suerte en fin de año. “Vi en las redes sociales las fotos que compartió un amigo. Así que averigüé y los precios eran cómodos y el ambiente familiar así que fui con mis hijas”.
    Ella señala que le llamó la atención que el centro turístico está rodeado de naturaleza. “Se puede respirar aire puro. No hay ruido ni contaminación de los ríos. Es perfecto para desestresarse”.

    Otra de las actividades que se pueden realizar en el centro turístico es observar una presentación artística realizada por los niños de la etnia. Ellos tocan la marimba, el bombo y el shuade (que es un instrumento que emula el sonido de la lluvia y las cascadas).

    Asimismo, el turista podrá aprender cómo se realizan las artesanías tsáchilas. Génesis Calazacón les explica el proceso de recolección y secado de las semillas con las que se elaboran collares, pulseras, anillos y amuletos de protección y buena suerte. Las artesanías tienen un costo aproximado de entre USD 1 y 10.

    Abraham Calazacón es el líder del centro  turístico, que lleva su nombre. Está ubicado en el kilómetro 7 de la vía Santo Domingo - Quevedo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Abraham Calazacón es el líder del centro turístico, que lleva su nombre. Está ubicado en el kilómetro 7 de la vía Santo Domingo – Quevedo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • El comercio une a tsáchilas, chachis y afros en Ecuador

    Redacción Santo Domingo 

    Tres etnias compartirán espacio e ideas en un centro que se levanta en Santo Domingo. Este espacio servirá para el intercambio de las artesanías y de las materias primas que utilizan y elaboran los pueblos tsáchilas, chachis y afros; también será un sitio para la gastronomía y los servicios de las etnias citadas.

    El proyecto no solo abarcará a las comunidades sino que será un espacio abierto para todo el público, según explica la concejala Susana Aguavil, quien propuso la edificación del centro artesanal.

    La idea es que los miembros de las etnias tengan un solo sitio donde se puedan comercializar cerca de 150 toneladas de artesanías que elaboran estas etnias al año, sin verse perjudicados por el comercio informal o los intermediarios.

    Para el montaje del lugar se cuenta con un presupuesto de USD 500 000; en el momento se estudian las condiciones y factibilidad de los terrenos donde será el sitio multiétnico.

    Los tsáchilas, por ejemplo, venden sus artesanías a los chachis, como canastos, abanicos y cestos. Es una estrategia que se basa en el intercambio de la materia prima necesaria para la elaboración de las artesanías.

    Los tsáchilas también les proveen de la paja toquilla a los chachis de manera gratuita y estos les entregan sus acabados a costos de producción. Es decir, a un promedio de entre USD 3 y 5 por artículo, explica el representante de los chachis, Luis Cimarrón. Sin embargo, el dirigente cree que en el nuevo establecimiento ellos podrán vender de forma directa.

    Cayetano Tenorio, líder de la Asociación de Afros Mayoritarios en Santo Domingo, asegura que desde hace varios años los afrodescendientes han anhelado e intentado desarrollar este proyecto, pero de manera esporádica.

    Por las fiestas de cantonización de Santo Domingo, el Municipio les prestaba a los comerciantes la explanada del recinto ferial, para que ofrezcan sus platos típicos, como el ensumacado, encocado y tapao arrecho. “Considero que este centro multiétnico animará a muchos de nuestros hermanos que trabajan en la informalidad y a los que no tienen un empleo fijo”.

    La semana pasada, una delegación del Municipio acompañada de los representantes de los tres grupos étnicos recorrió un terreno ubicado en la avenida Abraham Calazacón y Tsáfiqui. Según el alcalde, Víctor Manuel Quirola, ese sitio es una de las opciones que tienen para empezar con el montaje del centro intercultural.

    Según Calazacón, al estar en el centro de la ciudad traerá mucho dinamismo para los involucrados.

    Los detalles de la organización interna dentro del centro se definieron según una planificación consensuada entre los involucrados. Entre cada espacio se procurará hacer un intercalado entre miembros de las distintas nacionalidades.

    Es decir, si un primer cubículo lo ocupa un afro, en el siguiente irá un tsáchila y a su lado un chachi, explicó que el jefe de Planificación del Municipio, Juan Carlos Valencia. “La idea es que no se den conflictos internos y se respete el principio de igualdad”.

    La gastronomía será parte del centro multiétnico que se levantará en Santo Domingo, en un mes. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    La gastronomía será parte del centro multiétnico que se levantará en Santo Domingo, en un mes. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • La alianza con los tsáchilas impulsa el turismo rural

    María Victoria Espinosa (I)  redacción@revistalideres.ec

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    La alianza con los tsáchilas fue clave para que la firma turística Suárez & Suárez desarrollase una estrategia en el turismo local.

    El propietario de la operadora turística, Lizardo Suárez, trabajó en Londres (Inglaterra) en hoteles y restaurantes. Allí conoció el interés europeo por las culturas ancestrales y nacionalidades indígenas de Latinoamérica.

    Cuando llegó a Santo Domingo en 1999, conoció un balneario tsáchila en la comuna Chigüilpe. Hizo contactos con los líderes comunitarios, como Albertina Calazacón y Henry Calazacón. Con ellos empezó a promocionar las riquezas culturales como las limpias purificadoras, artesanías y vestimenta autóctona.

    A la par, inauguró la agencia y operadora turística Suárez & Suárez. La primera actividad fue promocionar en ferias y medios de comunicación a la etnia.

    Henry Calazacón asegura que fue la primera vez que salieron de la comuna a otras ciudades como Cuenca y que los ecuatorianos los conocieron en persona. “Solo sabían de nosotros por libros o porque nos veían en el centro de la ciudad”, señala.

    Poco a poco empezaron a organizar tours y a promocionar el ecoturismo. Suárez visitó también los balnearios y restaurantes de las zonas rurales para desarrollar alianzas. El trato al que llegaron fue que él llevaba grupos de turistas y los propietarios ofertaban platos de calidad y buen trato. “Al principio fue difícil convencer a las personas que Santo Domingo era una plaza turística. Tuvimos que dialogar mucho con los empresarios y dueños de locales para que inviertan en infraestructura”.

    En la actualidad, alrededor de 500 trabajadores turísticos se benefician de Suárez & Suárez de forma directa e indirecta. “Por ejemplo, cuando se hacen rutas con extranjeros, ellos se interesan en comprar frutas de los vendedores informales o jugos de caña”.

    Mientras formaban grupos turísticos tsáchilas y comunitarios también visitaban los colegios de la provincia, para ofrecer destinos turísticos fuera de la ciudad. “Fue difícil entrar a este mercado, porque los profesores ya tenían un esquema definido de viajes. Pero les demostramos que se podía viajar de forma económica, divertida y organizada”, dice el empresario.

    Luego, la firma incursionó en el mercado extranjero. “De mi estadía en Europa conseguí contactos con agencias turísticas. Eso me permitió inmiscuirme en ese nicho de mercado, al que en esa época (16 años) solo tenían acceso agencias de Quito y Guayaquil”.

    En el momento, Suárez & Suárez trabaja con aliados estratégicos a escala internacional como la cadena hotelera Barceló, que tiene 100 hoteles en 17 países. “Nosotros trabajamos con alrededor de cuatro aliados por país”.

    Según la cadena de hoteles Decameron, se trabaja con la agencia a través de promociones y descuentos a los turistas en temporadas bajas y altas.

    Para Suárez, el mayor nicho de mercado se encuentra en Panamá y Costa Rica, porque son destinos económicos, con riqueza cultural. “Allí tenemos más de ocho aliados con los que trabajamos según el tipo de cliente”.

    La facturación anual de la operadora turística es de alrededor de USD 500 000. En épocas vacacionales tienen contratos al exterior de hasta USD 100 000.

    Juan Carlos Peña viajó hacia Estados Unidos en un tour a Miami y Orlando hace dos años. Este cliente destaca el servicio que recibió, al contratar a esta agencia en la conexión hacia su destino.

    Lizardo Suárez es el gerente propietario de este emprendimiento familiar que nació en Santo Domingo de los Tsáchilas, hace unos 16 años. Ha potencializado el turismo rural. Foto: Juan Carlos Pérez / Líderes.
    Lizardo Suárez es el gerente propietario de este emprendimiento familiar que nació en Santo Domingo de los Tsáchilas, hace unos 16 años. Ha potencializado el turismo rural. Foto: Juan Carlos Pérez / Líderes.