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  • SkyTeam, oneworld y Star Alliance se unen para promover la seguridad aérea

    Giovanni Astudillo (I)

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    Las tres alianzas de aerolíneas SkyTeam, oneworld y Star Alliance se integraron para resaltar las medidas que las aerolíneas adoptan, para garantizar la bioseguridad de los pasajeros. Entre estas representan más del 50% del tráfico aéreo mundial.

    Según Kristin Colvile, CEO de SkyTeam, la seguridad y el bienestar de los pasajeros y empleados siempre han sido la prioridad de las aerolíneas miembros de SkyTeam. “Hay cooperación dentro de toda la comunidad de la aviación para implementar múltiples niveles de protección en términos de salud e higiene. Los pasajeros pueden estar seguros de que, cuando viajan, se han tomado muchas medidas para garantizar su seguridad personal, en el aeropuerto y a bordo».

    Estas medidas van desde el check-in hasta su destino. Entre otras constan la obligación para los pasajeros y el personal de las aerolíneas de utilizar mascarillas quirúrgicas, tanto en el aeropuerto como a bordo y un ambiente seguro en el aeropuerto con distanciamiento social.

    Además, desinfección tanto en tierra como en la cabina del avión, con especial foco en las áreas de alto contacto y filtros de aire de alta eficiencia de nivel quirúrgico a bordo de los aviones, dijo Colvile. Los filtros son conocidos como HEPA (High Efficiency Particulate Air) y “extraen el 99,99% de las partículas y contaminantes en el aire”.

    Por su parte, el CEO de OneWorld, Rob Gurney, señaló que con las medidas adicionales de salud y bienestar implementadas por las aerolíneas miembro y toda la industria, “los clientes pueden embarcarse en sus viajes con confianza».

    Cada una de las tres alianzas globales anunció iniciativas que se centran en un enfoque en distintos niveles para operaciones seguras.

    «Nos complace haber tenido la oportunidad de trabajar con múltiples partes interesadas en la industria, para transmitir a los clientes, en una sola voz, un mensaje que brinde tranquilidad en la seguridad de la salud y la higiene en los viajes aéreos”, resaltó Jeffrey Goh, CEO de Star Alliance.

    Él agregó que enfrentan el mayor desafío en la historia de la industria, pero están decididos a superarlo a través de medidas que restablezcan la confianza en los viajes aéreos.

    Imagen de referencia de un avión de carga de KLM en el aeropuerto de Quito. Foto: Archivo / Líderes
    Imagen de referencia de un avión de carga de KLM en el aeropuerto de Quito. Foto: Archivo / Líderes
  • Cabañas que unen el confort y la cultura

    José Luis Rosales

    Contenido Intercultural

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    La ibarreña Viviana Erazo ha desarrollado varias iniciativas productivas, en las dos últimas décadas. Recuerda que instaló una papelería, luego una empresa consultora y una fundación que capacita a emprendedores.

    En enero pasado abrió en Cotacachi (Imbabura), Sara Lodge. Es un establecimiento turístico que ofrece alojamiento en cabañas de bambú, comida y ceremonias ancestrales, caminatas, cabalgatas dirigidas a los visitantes nacionales y extranjeros.

    La empresaria es apasionada por los bellos paisajes, las manifestaciones culturales y la variada naturaleza del país.

    Sus emprendimientos están inspirados en los principios de la economía social y solidaria. “El ser humano como centro, la generación de trabajo como objetivo, el cuidado del medio ambiente y la protección de la sabiduría local”.

    Erazo estudió la carrera de Negocios Internacionales, en Ibarra. También cursó una maestría en Desarrollo Local Rural, en España. Ha recorrido 30 países del mundo por trabajo y turismo. Le gusta conocer nuevos destinos y culturas. Hace una década tuvo la oportunidad de visitar Japón, en donde conoció el uso del bambú.

    A su retorno a Ecuador se vinculó a una organización no gubernamental que desarrolla labores en Manabí. Ahí reforzó su gusto por las edificaciones levantadas con el bambú nativo de Ecuador.

    El año pasado empezó a construir Sara Lodge (en idioma kichwa sara significa maíz). Calcula que ha invertido USD 100 000.

    El 90% del capital aportó Erazo de recursos de la venta de una oficina, créditos de hermanos y de una entidad bancaria; el 10% proviene del aporte de una socia.

    El dinero lo destinó para adquirir el terreno, edificar la infraestructura hotelera (compuesta por dos cabañas de bambú y dos domos geodésicos de estructura metálica, aún en construcción).

    Su idea fue generar opciones de alojamiento alternativo para los visitantes. Por eso, el mayor reto fue edificar en el páramo las cabañas de bambú, que provienen del litoral. Esta obra fue ejecutada por obreros de la Fundación Hogar de Cristo, de Guayaquil.

    En los acabados se colocó canaletes metálicos, esponjas térmicas y paredes de gysump, para combatir el clima frío de la zona. La idea es mantener un ambiente cálido al interior de las cabañas.

    En las 1,5 hectáreas que mide el terreno se adecuó una zona para camping, un huerto orgánico, un jardín y un área para animales.

    El lugar tiene una vista privilegiada de los volcanes Cotacachi, Imbabura, Cayambe y Fuya Fuya. También se observa los valles en donde se asientan las urbes de Otavalo, Cotacachi y Atuntaqui.

    Los viajeros pueden participar de actividades culturales y recreativas en Sara Lodge y en lugares cercanos. Una de ellas es la Danza de los Yumbos, un baile tradicional de la zona.

    También se puede avanzar a la laguna de Cuicocha. Allí, una opción es una caminata por la Ruta Sagrada, en donde se puede observar la flora y fauna del lugar. El recorrido dura 30 minutos.

    Otra de las rutas se dirige a la comuna kichwa de San Nicolás, que ofrece una convivencia con familias nativas. También hay alternativas de paseos a caballo y recorrido en bicicletas.

    Uno de los servicios que implementará Erazo es el alojamiento en los domos geodésicos y un sitio para el cuidado de mascotas.

    Las redes sociales han sido aliadas para darse a conocer el lugar. Ahora también oferta los servicios en línea a través de Airbnb, Booking y Tripadvisor.

    Una de las estrategias de Sara Lodge es trabajar en alianzas con el turismo comunitario. La idea es que los 200 000 visitantes que llegan a la Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas, cada año, ayuden a dinamizar la economía de las comunidades vecinas de Cuicocha.

    Viviana Erazo planea construir cabañas turísticas en Las Peñas, en el norte de Esmeraldas, pero con el mismo concepto de Sara Logde. El objetivo es ofrecer, a futuro, los destinos páramo y playa a los turistas.

    Datos

    El establecimiento está ubicado tres kilómetros antes del ingreso de la Laguna de Cuicocha.

    Hay paquetes desde USD 35, todo el día. Otra opción es tres días y dos noches, todo incluido, por USD 180.

    El servicio de restaurante ofrece desayuno, almuerzo y cena. Hay varias opciones.

    Para realizar los trekking y caminatas al páramo se ofrece los servicios de guías locales indígenas.

    El citi tour ofrece un recorrido por los almacenes de prendas y artículos de cuero, en el centro de Cotacachi.

    Viviana Erazo está al frente de esta nuevo establecimiento turístico en Cotacachi. Tiene toques ecológicos. Foto: Álvaro Pineda para LÍDERES
    Viviana Erazo está al frente de esta nuevo establecimiento turístico en Cotacachi. Tiene toques ecológicos. Foto: Álvaro Pineda para LÍDERES
  • Productores de Napo se unen para esta Navidad

    Andrea Medina

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    Un grupo de pequeños y medianos emprendedores de comunidades kichwas y campesinas de Napo participan en un nuevo proyecto.

    Buscan dar a conocer sus productos, a propósito de la temporada navideña que ya llegó.
    Las autoridades del Gobierno Provincial de Napo trajeron hasta Quito la idea de la ashanga o canasta navideña, como una opción para regalar en estas fechas.

    Lomos de cachama enlatados, nibs de cacao o aceite de semillas de sacha inchi son algunos de los productos que tienen las ashangas, que son de tamaño mediano y que se caracterizan por incluir artículos artesanales y orgánicos.

    Otros productos que contiene son las barras de chocolate de la Asociación Kallari, formada por productores -kichwas en su mayoría- de Tena. “Esto es algo que se ve por primera vez en la Amazonía y es bueno porque nos está ayudando mucho”, manifiesta Neptalí Andi, uno de los productores de la asociación.

    Kallari está conformada por cerca de 850 socios, cuyos productos benefician a 200 familias.
    Andi vino desde Napo hasta la capital en noviembre. Junto a él estuvo Estefanía Villamarín, quien ofrece botellas de yogur de uvilla, sambo, chonta y otras frutas propias de la Amazonía.

    Los derivados del cacao de la marca Tsatsayaku también están en las canastas de Napo.
    Sofía Murgüeytio, directora de Promoción, Cooperación Internacional y Comunicación de la Prefectura del Napo, señaló que todos los componentes de las ashangas tienen los respectivos registros sanitarios.

    Las canastas se ofertan como parte del proyecto de promoción Napu Marka. En Quito este tiene un stand en el CCI.

    Las canastas o ashangas tienen variedad de productos de la Amazonía. En el estand en el CCI se puede comprar o solicitar estos productos. Foto: Andrea Medina / LÍDERES
    Las canastas o ashangas tienen variedad de productos de la Amazonía. En el estand en el CCI se puede comprar o solicitar estos productos. Foto: Andrea Medina / LÍDERES
  • Familias se unen para exportar cacao a Europa

    Mayra Pacheco

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    Los pequeños productores pueden ser parte de proyectos importantes. En Aguarico, provincia de Orellana, 70 familias de las nacionalidades Kichwa y Waorani destinan su producción de cacao a un centro de acopio comunitario para luego exportar su cosecha a Italia, en Europa.

    El ingreso del cacao al mercado internacional empezó el año anterior, luego de que las familias recibieran asistencia técnica que permitió mejorar la producción en esta zona. En este proceso participan la comunidad, Petroamazonas y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

    Cada año desde las ‘chakras’ que están próximas al Parque Nacional Yasuní, uno de los sitios con mayor biodiversidad del Ecuador, se comercializan alrededor de 400 quintales de cacao orgánico certificado. El área total, donde estas familias siembran este fruto, asciende a unas 65 hectáreas.

    Esta área no está en un solo sitio. Los terrenos individuales de cada familia no supera la media hectárea (5 000 metros cuadrados), menciona Wladimir Ramírez, técnico agropecuario de la Empresa Pública Petroamazonas.

    Tras cosechar el cacao, los pobladores que son parte del proyecto entregan las apetecidas pepas al Centro de Acopio Comunitario de Boca Tiputini, administrado por el MAG. Este establecimiento se encuentra ubicado a un costado del centro poblado de Tiputini.

    En este lugar, las semillas son clasificadas y extendidas sobre una plataforma para someterlas a un proceso de secado. Para esto se emplean grandes palas. Estas permiten remover las semillas para que la pérdida de humedad se produzca de manera uniforme.

    Durante esta etapa se pueden apreciar los distintos tonos del cacao. Hay unos que son café oscuro y otros son casi anaranjados. Cada uno da cuenta que proviene de una plantación distinta. Pero a la final el contenido es el mismo, refiere Fabián Cárdenas, técnico agropecuario que trabaja en el Centro de Acopio Comunitario.

    Una vez que las pepas están secas, se realiza la selección de los granos para luego colocarlos en sacos oscuros y almacenarlos.

    Cuando se reúnen 200 quintales se entrega el producto a la Asociación Agroartesanal Kallari, ubicada en Tena, provincia de Napo. Esta organización conformada por indígenas kichwas sirve de nexo para transportar el cacao del Yasuní a Italia, en Europa. La venta al exterior se hace dos veces al año.

    Wilson Condo, habitante de Tiputini, comenta que de sus ‘chakras’ saca al menos un quintal y medio de cacao a la semana, cuando la temporada es alta. Los sacos con las pepas van hasta el Centro de Acopio Comunitario, que está cerca de su casa.

    En promedio, por cada quintal de cacao los productores, reciben entre USD 80 y 100. En el mercado internacional, este producto seleccionado -sin cáscara ni residuos- llega a costar hasta 150.

    Parte de estas ganancias son invertidas en el Centro de Acopio Comunitario y para cubrir los costos de producción del cacao.

    Para los compradores finales el precio de estas semillas se justifica, porque el chocolate que se elabora con esta materia prima tiene un aroma, sabor y textura particular, menciona Bladimir Dahua, gerente de la Asociación Agroartesanal Kallari.

    Esta iniciativa favorece a las comunidades que debido a su ubicación no tienen facilidad para comercializar los productos. Aguarico está a orillas del río Napo, cerca de la selva amazónica.
    Las personas se trasladan en embarcaciones. Pero los viajes son largos; al Coca, por ejemplo, el viaje toma entre ocho y 10 horas.

    “Buscamos que las comunidades que están alejadas tengan las mismas oportunidades para sacar sus productos”, precisa Dahua.

    Así, en este año se espera facturar alrededor de USD 55 000 por exportar cacao. Además, un pequeño porcentaje de esta producción (5%) se emplea para hacer chocolates que se comercializan bajo la marca de Kallari. Estos se venden en Europa: en Alemania, Suiza, Inglaterra, República Checa, Francia y, a escala nacional, en las ciudades de Quito, Baños, Cuenca y Galápagos.

    Para el próximo año la meta es exportar más cacao. Se quiere pasar de 400 quintales al año a 800, esto se logrará ampliando el Centro de Acopio. Además, se espera contar con una plataforma individual para procesar el café que se produce en esta zona amazónica.

    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • 18 barrios se unen por la limpieza

    Marcel Bonilla

    Marcel Bonilla

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    Cincuenta mujeres de los barrios del sur de Esmeraldas realizan la limpieza hospitalaria en la Unidad de Salud tipo C, de Las Palmas. Este espacio de trabajo les permite a cada una de las mujeres un ingreso mensual de USD 366 (375 desde este año), más horas extras mediante una tarea que implica mantener desinfectadas todas las aéreas de esta casa de Salud, que atiende un promedio de 400 personas diarias.

    Desde hace ocho meses cuando se conformó la Asociación de Servicios de Limpieza (Asoserliser), por medio de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria, se dio oportunidad para emplear a 100 personas de 18 barrios.

    La organización nació para defender los espacios de trabajo de los habitantes del Valle de San Rafael, donde habitan unas 50 000 personas. Luego 18 de 60 dirigentes barriales decidieron legalizar una asociación para buscar oportunidades ofreciendo estos servicios de limpieza.
    Una vez conformados legalmente, el talento humano empezó un proceso de integración para que se cataloguen en el portal de contratación pública, explica Damián Vera, representante legal de la Asoserliser.

    Como asociación de limpieza están catalogados en tipos de limpieza: limpieza tipo 2, que es la que se realiza en oficinas. La tipo 3, que es una limpieza más completa y que se lleva acabo en las entidades públicas.

    En ocho meses de trabajo la Asociación ha logrado tres contratos de USD 24 000, 40 000 y
    60 000; además oferta sus servicios a otras entidades.

    Entre las instituciones que les han abierto las puertas están el Distrito de Salud de Esmeraldas, Termoesmeraldas y Cenel-Esmeraldas, con contratos para limpieza de oficinas y ambiental.

    “Esta es una buena experiencia porque se ha empezado a confiar en la iniciativa esmeraldeña, que puede hacer un buen trabajo”, señala Carme Joutieaux, presidenta de la organización.
    Para Lorena Ontaneda, usuaria de la unidad de Salud, el trabajo de limpieza se nota, porque en la sala de urgencias en donde ha estado por su embarazo, siempre las encargadas de la limpieza están pendientes de que todo esté higiénico.

    Quienes realizan la limpieza son mujeres de barrios como Propicia 1 y 2, El Quilombo, Valle Hermoso, Voluntad de Dios, Los Samanes Alto, Lucha de los Pobres, Cóndor Mirador, Gatazo, entre otros.

    Daira Valencia es una de las mujeres que trabaja para esta organización popular. Ella se ha preparado en temas como desinfección hospitalaria; está a cargo de un grupo de mujeres que realiza el trabajo.

    La proyección de esta Asociación de limpieza es constituirse en una gran organización que puede competir en el resto del país. Por eso Gaby Campos, integrante de la Asociación, se encarga de retroalimentar a sus compañeras con la capacitación que recibe periódicamente del Servicio de Contratación Pública y la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria, en temas de manejo de desechos hospitalarios.

    Cristian Coral, funcionario de los Servicios de Salud, asegura que el trabajo de la organización es importante porque ha logrado ajustarse a los parámetros de calidad, exigidos durante los cinco meses que llevan trabajando.

    Esta es una de las organizaciones populares de limpieza que con una visión de empresa ha logrado ganar espacio en poco tiempo entre las entidades del sector público.

    Huberto Quimí, coordinador de la Asoserliser, explica que la organización está en la capacidad de competir con otras empresas que ofrecen este servicio en el país, por la experiencia lograda con su equipo de 100 personas.

    La organización también aprovecha los fines de semana para hacer trabajo social con los habitantes de los barrios del sur, a los que se les enseña métodos de emprendimientos para mejorar la economía familiar.

    Roxana Benítez, de la unidad de emprendimiento de la Universidad Católica de Esmeraldas, señala que como universidad están dispuestos a fortalecer estas iniciativas, que redunden en beneficios de las familias del sur de la ciudad de Esmeraldas

    Parte del equipo de trabajadores que conforman  la Asociación de Servicios de Limpieza, que opera en distintos barrios de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Parte del equipo de trabajadores que conforman la Asociación de Servicios de Limpieza, que opera en distintos barrios de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • En una casa centenaria se unen el reciclaje y la gastronomía

    Redacción Quito

    El arte en reciclaje y la gastronomía se fusionan en un solo lugar: La Cuchara de San Marcos. Esta iniciativa de la familia Criollo, situada en el centro de Quito, consiste en un espacio cultural que integra la artesanía y los alimentos.

    En una casa de arquitectura colonial de inicios del siglo XX, ubicada en el barrio de San Marcos, se ofrece este servicio desde diciembre del 2011. Allí se ofertan artículos realizados con materiales reciclados como llantas viejas, CD, papel, cartón, botellas de plástico, discos de acetato…. En La Cuchara de San Marcos, unos 20 artesanos exhiben desde marzo productos como carteras, taburetes, joyas, máscaras… Para estar allí, ellos deben aportar al proyecto con el 20 % de la venta de cada uno de sus productos.

    La gerenta de esta iniciativa es Lorena Criollo. Ella destaca que el lugar es una vitrina para que los artesanos expongan sus productos. Además de la galería, el espacio cuenta con un complemento gastronómico. Un restaurante, ubicado en el mismo sitio, brinda al consumidor platos con alimentos orgánicos, además de una propuesta vegetariana gourmet. Los precios oscilan desde los USD 6 hasta los 12.

    La inversión provino del patrimonio de la familia Criollo. Cerca de USD 20 000 fueron utilizados para abrir las puertas de La Cuchara de San Marcos.

    El local tiene un espacio de 500 m² y es arrendado. La inauguración de este negocio, el pasado12 de abril, permitió que un promedio de 15 artistas se reúnan, den a conocer sus productos y compartan experiencias con todos los invitados.

    Gabriela Martínez es representante de la marca ‘Quinde’. Ella, junto a dos colaboradores, elaboran máscaras con cartón y plástico desde hace un par de años; se comercializan entre USD 8 y 10.

    Habitualmente venden sus productos en ferias. Ahora, dice Martínez, cuentan con un nuevo espacio para promocionar su trabajo y quieren dejar un mensaje para que los consumidores sean responsables con el ambiente. “Las cosas desechadas pueden servir como materia prima”.

    Bisutería fabricada con discos compactos sin uso es otra de las opciones que se encuentran en este lugar. Wilma Buitrón y Antonieta Vizueta son amigas y arrancaron su negocio en el 2010. Cada mes diseñan unas 15 piezas de joyas.

    Cristina Criollo también forma parte de este proyecto y combina sus tareas con la dirección de la Fundación Climambiente. Ella, quien contactó a los artesanos, cree que el reciclaje es una buena opción donde se combina el arte con el apoyo a los emprendedores. Dice que estos productos deben ser susceptibles de exportación, con precios considerables en el mercado.