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  • Johanna Ochoa: ‘Se logró que la carrera de Ingeniería Ambiental sea diferente’

    Giovanni Astudillo. Editor (I)
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    En septiembre pasado se concretó uno de los principales proyectos que le han encomendado en su vida: la creación de la carrera de Ingeniería Ambiental en la Universidad del Azuay (UDA). Desde entonces, 12 estudiantes cursan el primer semestre. Son cuatro años y medio de estudio.

    Desde la infancia, la ingeniera Ambiental cuencana, Johanna Ochoa Ruilova, tuvo afinidad por el cuidado de la naturaleza. “Mi carrera, mis estudios, el cargo que tengo me facilitan tener varios campos de acción de esta área”. Cuando fue estudiante en la Politécnica Salesiana estuvo involucrada en el activismo y, ahora, que está dedicada a la investigación aporta desde la ciencia a la protección del ambiente y alternativas para el cambio climático.

    Según ella, uno de sus principales aportes ha sido permitir que en diferentes proyectos, obras o estudios se priorice el ámbito ambiental. Durante su trayectoria ha realizado seguimientos ambientales y fiscalización en proyectos pequeños, medianos y grandes como la construcción del Centro de Reclusión Social de Turi.

    Su primera vinculación con la docencia la realizó en la Universidad de Cuenca en la carrera de Filosofía. Allí, dictó durante dos años la cátedra de Ciencias Naturales y fue directora de prácticas. Su trabajo consistió en enseñar didácticas, estrategias, metodologías… sobre las ciencias naturales y cuidado del ambiente para los futuros docentes.

    La creación de la carrera

    “Mi trabajo en la Universidad del Azuay empezó en enero del 2018. El Rector y el Decano de Ciencia y Tecnología estaban interesados en ofertar la carrera de Ingeniería Ambiental. Me llamaron para generar el proyecto y aprobarlo en el Consejo de Educación Superior.

    Fue un desafío grande porque la idea nuestra como universidad era tener una malla académica y una oferta de estudios diferente a la que se encuentra en otros centros de estudios superiores. Identificamos que muchas veces el cuidado ambiental se está quedando en el romanticismo de cuidar y proteger, pero no hay acciones muy concretas.

    Quisimos destacar el área de ingeniería para que nuestros estudiantes y futuros profesionales estén en la capacidad de hacer cosas con un valor agregado frente a los profesionales de otras universidades. Por ejemplo, desarrollar tecnologías en favor del cuidado ambiental. Además, prevención, mitigación y acción concreta para el cuidado del ambiente.

    En nuestra malla académica se puede visualizar cómo las asignaturas como resistencias de materiales de concreto armado buscan destacar eso en los estudiantes su desarrollo en ingeniería. En saneamiento, por otro lado, que puedan hacer propuestas tecnológicas innovadoras. Todo el 2018 estuve generando y revisando el proyecto de la carrera con las autoridades de la UDA. Fue socializado con el Ministerio del Ambiente para tener la mayor cantidad de aporte. En mayo pasado tuvimos la aprobación”.

    Su paso por Australia

    “En el 2011 gané la convocatoria abierta de la Senescyt y obtuve una beca completa para estudiar un postgrado. Escogí la Universidad James Cook, en Australia. Me permitía ganar experiencia al otro lado del mundo, con personas de otras culturas y tradiciones, pensamientos e ideologías. Estuve prácticamente dos años. Cambié mi forma de ver las cosas.

    Mi maestría en Prácticas del Desarrollo me permitió conocer las experiencias de otras personas y trabajar de forma interdisciplinaria porque en este programa participamos personas con diferentes conocimientos de pregrado.

    Al final fuimos durante dos meses a Indonesia para realizar trabajos de campo. Formamos diferentes grupos y el mío estuvo integrado por 10 estudiantes, de Indonesia, Bangladesh, Vietnam, Camboya y Ecuador. Elaboramos una propuesta de ecoturismo para el poblado de Sugian, en la isla de Lombok. La idea fue aprovechar la riqueza natural de la zona, pero cuidando el ambiente”.

    El aporte profesional

    “Mi experiencia en consultoría se ha centrado en proyectos ambientales. Ahora, uno de los más importantes en los que estoy trabajando es el seguimiento ambiental en la construcción del campus de Baños de la Universidad del Azuay. Allí, funcionará el colegio La Asunción.

    Lo interesante es ver cómo uno genera cambios de hábitos en las personas y que aprendan que al mejorar la gestión ambiental se puede lograr hasta ahorros y mejorar la imagen de quienes están al frente del proyecto”.

    Hoja de vida

    Su formación. En la Universidad Politécnica Salesiana obtuvo el título de Ingeniera Ambiental. También cuenta con una maestría en Prácticas de Desarrollo que alcanzó en la Universidad de James Cook, en Australia. Allí, estuvo el 2012 y 2013.

    Sus actividades. Es Coordinadora encargada de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad del Azuay (UDA). Desde el 2014, también, realiza consultorías ambientales en la empresa Acotecnic.

    Su visión El área ambiental es dinámica e interdisciplinaria, por lo que el aporte es vital. Está involucrada, por ejemplo, con la arquitectura porque se requiere proyectos amigables con el ambiente.

    Johanna Ochoa es la Coordinadora de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad del Azuay. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Johanna Ochoa es la Coordinadora de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad del Azuay. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Las novelas y la poesía marcaron su trayectoria

    Giovanni Astudillo 
    Editor (I)

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    En su adolescencia, una familia inglesa vivía en su casa en la capital azuaya. Con ellos aprendió a dominar el idioma inglés y desde entonces se interesó por leer publicaciones en ese idioma.

    En esa época, la lectura ya era una afición para Francisco Salgado, rector de la Universidad del Azuay (UDA). Fue inculcada por su padre Daniel y ambos solían conversar sobre sus textos favoritos como ‘Platero y yo’, que les gustaba por estar vinculado con la poesía e imaginación.

    Pero, al aprender inglés, Salgado disfrutó de las publicaciones de una forma diferente y accedió a autores como el estadounidense Mark Twain y sus libros como ‘Las aventuras de Huckleberry Finn’ y ‘Las aventuras de Tom Sawyer’.

    “Allí, comprendí que la traducción es muy distinta. Por ejemplo, en Huckleberry Finn hay muchos modismos del dialecto afroamericano, que son muy difíciles de traducir y la comprensión de lo que significa es muy diferente”.

    Otras de sus publicaciones favoritas en inglés son ‘Hojas de Hierba’, del poeta estadounidense Walt Whitman o ‘Ulises’, del irlandés James Joyce.

    También, le marcaron los autores latinoamericanos como Julio Cortázar por su imaginación para escribir ‘Rayuela’. “Tiene mucha relación con muchas áreas que he vivido luego. Los ejercicios de leer un libro de diferente manera pueden servir cuando uno imagina cómo escribir un programa de computación”.

    Eso ocurrió cuando este ingeniero civil estudió una maestría en Ciencias de la Computación, en Estados Unidos. “Muchas de las cosas que Cortázar hizo en la literatura sirven para que uno pueda concebir la estructura de un programa. La posibilidad de ir de un punto a otro sirve para los algoritmos que, ahora, se usan para la inteligencia artificial”.

    Otros escritores latinoamericanos que marcaron su vida son Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

    Según Salgado, la vida del ser humano se marca por los libros que ha leído y que permiten literalmente transportarse al escenario de esa creación literaria ya sea poesía o novela, que son sus géneros predilectos. “Tenía un profesor brasileño que recomendaba que cuando estén preparando la tesis doctoral, en lugar de leer libros relativos al tema técnico, era preferible leer poesía”.

    Salgado explica que ese ejercicio le transporta a un mundo distinto y tiene la posibilidad de imaginar y allí surgen las inspiraciones para resolver los problemas. “Son importantes los momentos formales porque cumple la estructura fundamental de lo que tiene que hacer en la vida, pero las cosas que marcan un quiebre ocurren en otros momentos”.

    El rector de la UDA, quien también tiene una maestría en Antropología y un doctorado en Administración, prefiere los libros en papel porque la lectura se debe disfrutar y se debe encontrar un espacio. Para él, ese lugar es una sala confortable escuchando música suave y un domingo por la mañana. Suele leer varios textos a la vez y solo cuando uno capta su atención lo hace corrido.

    Francisco Salgado El Rector de la Universidad del Azuay es aficionado a leer las publicaciones en inglés.
    Francisco Salgado es el Rector de la Universidad del Azuay. Es aficionado a leer las publicaciones en inglés. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Un robot apoya a la investigación

    Redacción Cuenca

    Un hexápodo (una suerte de araña mecánica de seis patas) reconoce colores, rostros, fauna y flora, logos y cualquier objeto o especie que se programe desde una computadora, donde funciona su software.

    “Parece un invento desarrollado en la NASA”, pero fue creado por cuatro jóvenes de la Universidad del Azuay. Lo dicen, mientras relatan cómo trabajaron en el proyecto y cómo programan el hexápodo para que localice un objeto de color rojo. La araña, que tiene un celular Android con cámara en la parte delantera, busca este color y cuando lo encuentra se aproxima a cinco centímetros de su objetivo y envía la imagen a la computadora.

    Los realizadores de este proyecto son Gabriel Delgado, Mateo y Andrés Cabrera y Tatiana Sarmiento, quienes cursan el noveno ciclo de Ingeniería Electrónica en esta universidad.

    En julio surgió la iniciativa para construir un robot que sirviera para la investigación. Por ejemplo, que el hexápodo ingrese al Parque Nacional El Cajas, para explorar la fauna y flora, explica Delgado.

    Entre los cuatro integrantes del equipo reunieron USD 500 que fue lo que costó producir el robot.

    Para la estructura y las patas usaron un material que fusiona algodón y plástico, de esta forma es liviano y resistente. También añadieron 12 motores pequeños, para que tuviera autonomía y microprocesadores para captar la orden que se envía desde la computadora. Igualmente, desarrollaron el software para que el hexápodo identifique los objetos con una cámara de video, que puede ser el celular.

    Para el decano de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UDA, Germán Zúñiga, explica que el trabajo de los jóvenes es importante, porque surgió de la enseñanza que reciben en la academia.

    Con este proyecto, dice Zúñiga, los chicos participarán en el Concurso Ecuatoriano de Robótica de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), que tiene previsto realizarse en diciembre.

    Por esa razón, añade el decano, la UDA está apoyando a los jóvenes cambiando las piezas del robot, para que sea más resistente y explore superficies más agrestes. Marcelo Cabrera añade que esta ayuda significa unos USD 600.

    En el Campus Party que se realizó en Quito en septiembre pasado, estos estudiantes dictaron una charla de Cómo construir tu propio hexápodo. Para Daniela Rojas, de 23 años, quien asistió a la conferencia, “estos cuencanos son la prueba del talento ecuatoriano”.

    La perspectiva de estos jóvenes es continuar mejorando este modelo. La comercialización no está entre sus planes, sino que sea una herramienta para investigar.