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  • ¿Es usted un colaborador descartable?

    Arturo Castillo / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    En relación con el talento, todas las empresas son asimétricas; cuentan con talentos excepcionales, aceptables y mediocres. A partir de ello, se sobreentiende que las organizaciones clasifican a sus colaboradores como imprescindibles, necesarios y ‘descartables’.

    La asimetría se agudiza aún más, pues las oportunidades para desarrollarse, para hacer carrera dentro de la organización; las políticas de estímulos, el apoyo para avanzar académicamente, se concentran en los mejores, en quienes están aventajados intelectualmente.

    Las consecuencias de esta política selectiva, mejor discriminatoria, se sentirán en el clima laboral, que estará marcado por el recelo, la competitividad, la hostilidad encubierta. Otro efecto es la exagerada rotación de personal, especialmente en ciertas posiciones que no demandan de grandes destrezas o preparación, que, a juicio de la empresa, pueden ser realizadas por ‘cualquier persona’.

    En cambio, los puestos considerados vitales, que exigen de trabajadores con formación especializada, tienden a ser más estables. “Todos son necesarios, pero nadie indispensable”, dice el cliché, pero, algunas ocasiones, las empresas tienen que dejar de lado el orgullo para poder conservar a ciertos colaboradores.

    Todas las compañías tienen trabajadores con corona, los preferidos de los jefes; aquellos que, a juicio de los demás empleados, ‘hacen lo que les da la gana’.

    Esta realidad se evidencia cuando, por ejemplo, la empresa tiene que decidir con qué recursos debe quedarse. Habrá empleados que siempre estarán en la lista de los ‘descartables’; en tanto que otros serán los intocables.

    Lo paradójico, sin embargo, es que los individuos talentosos generalmente no están interesados en permanecer de por vida en la empresa. A la primera oportunidad que se les presente, no dudarán en marcharse, pues son gente volátil.

    Curiosamente, los trabajadores de talento discreto, que rinden dentro de parámetros aceptables, son quienes, a la postre, sostienen y dan estabilidad a las organizaciones. Quieren superarse, esperan una oportunidad, están dispuestos a asumir nuevos retos, no tienen la actitud de ‘yo, el indispensable’; no presionan por reivindicaciones, aunque, secretamente, esperan que ocurran; son emocionalmente estables.

    ¿Es coherente, entonces, que las empresas se desvivan por los ‘nerds’, mientras desdeñan a los trabajadores ‘normales’? ¿No les convendría capacitar a quienes ahora ven como descartables, llevándoles a otro nivel, estimulándoles, conformando con ellos equipos de trabajo efectivos?

    Email: arturo.castillo@catarsis.ec

  • Si tiene un trabajo usted es afortunado

    Arturo Castillo / Especial para LÍDERES

    Resulta contradictorio y paradójico que mientras culturalmente se exalta el valor del trabajo, la desocupación pese como un estigma sobre un número cada vez creciente de individuos. Y no se trata de un fenómeno aislado o circunstancial, pues aun los países industrializados afrontan el problema de la falta de fuentes de trabajo.

    Previsiones pesimistas anuncian que en las décadas venideras habrá millones de personas imposibilitadas de trabajar, mientras que los gobiernos no contarán con los recursos necesarios para subsidiar la desocupación.

    Aunque suene apocalíptico, la realidad es que ‘el fin del trabajo‘ parecería estar cerca, como especula Jeremy Rifkin, ex asesor de Bill Clinton, en su libro llamado justamente «El fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y el nacimiento de la era posmercado», donde postula, entre otros cruciales asuntos, que el hombre ya no es sustancial en el proceso de producción de la riqueza social.

    En un tono menos radical, el sociólogo estadounidense Richard Sennett habla de los miles de jóvenes profesionales, con impecables trayectorias académicas, que no hallan trabajo, viéndose obligados a subemplearse o a conformarse con trabajos de medio tiempo, no siempre dentro de su especialidad, y lo que es peor, muchos optan por la medida extrema de la migración, particularmente hacia el Oriente Medio y Asia, que están contratando a graduados jóvenes que tienen dominio del inglés.

    Estos hechos cambiarán la forma de trabajar, las relaciones laborales, la oferta y demanda de mano de la mano de obra; la producción de bienes, la microeconomía y, fundamentalmente, la macroeconomía, entendida esta como la correlación de fuerzas productivas que buscan apropiarse del mercado global.

    Sennett, autor de «La cultura del nuevo capitalismo», atribuye el déficit de fuentes de empleo al hecho de la aparición de las computadoras. «Y la única forma de enfrentarse con esto es compartir el trabajo. Tomar un trabajo y dividirlo en dos o hasta en tres partes.

    Después, el Estado tendrá que darles suplementos a los sueldos de los trabajadores por el tiempo que no estén empleados. En otras palabras, «hay que sacarse la idea de que un trabajo a tiempo completo es para una sola persona«, remarca el sociólogo.

    La precariedad laboral no se restringirá a lo que se conoce hoy como tal. Será una forma de precariedad que marginará a individuos intelectualmente favorecidos, que recibieron entrenamiento especializado, pero que se verán obligados a realizar tareas ‘indignas’, que les provocarán un creciente sentimiento de frustración y resentimiento.

    En estas condiciones, los trabajadores ya no podrán aspirar a hacer carrera y jubilarse en una sola empresa, a diferencia de las generaciones precedentes.

    Es en este contexto que hay que entender las relaciones laborales en el futuro cercano. Definitivamente, las empresas cambiarán la forma de vincular y desvincular a sus trabajadores. Su capacidad para generar empleo, en un entorno económico en crisis, declinará ostensiblemente.

    Del otro lado, la situación de los trabajadores se caracterizará por la incertidumbre; estarán más vulnerables que nunca. Hoy mismo ya se siente este fenómeno, con centenares de profesionales que ya no saben cómo diferenciarse de los demás postulantes, que también poseen todos los títulos imaginables.

    Bajo este panorama, las empresas de diferentes sectores productivos se tornan cada vez más exigentes respecto del tipo de colaboradores que seleccionan, con énfasis no solo en los conocimientos teóricos, en la trayectoria académica; buscan que los sujetos tengan valores sólidos, un sentido ético.

    Consecuentemente, las compañías actúan con total pragmatismo y frialdad cuando se trata de desvincular a personas que no se alinean con su filosofía de trabajo.

    Algunas cifras

    México. La tasa de desempleo se ubicó en 4,76% en febrero pasado, 0,45% menos que en enero, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía En Francia.  La economía francesa se contraerá en 2013, con un primer semestre estancado y un segundo semestre en el que su actividad aumentará solo un 0,1 %, mientras que el desempleo subirá hasta el 11 %.

    En Costa Rica.  La tasa de desempleo se mantuvo cercana al 10 % durante el 2012 y la participación en el empleo informal rondó el 11 %, informó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Censos.