Etiqueta: velas

  • LuGel compite con velas de marcas importadas

    Redacción Guayaquil

    Las velas de gel se pusieron de moda, como elemento decorativo, en el 2002. En ese año, María de Lourdes Cañizares, atraída por esta tendencia, investigó cómo se elaboran y de dónde proviene la materia prima. Así nació LuGel, un emprendimiento que lleva 11 años en el mercado guayaquileño.

    Cañizares aprendió a elaborar velas de gel y de cera, de manera artesanal.

    En una cocina y usando ollas, derretía cera para luego darles diferentes formas. En el 2006 y con más experiencia, lanzó una línea de velas corporativas. «Las empresas se interesaron en mi producto para darlo de recuerdo en sus ferias, conferencias, fiestas…», recuerda. Los contratos los obtenía por recomendaciones de sus conocidos, así fue ampliando su cartera de clientes. «Normalmente yo le doy opciones de modelos de vela. La variedad es lo que atrae al cliente», expresa.

    En el 2011, Cañizares se asoció con sus sobrinas: María del Pilar y María Cristina de Icaza. Las tres aportaron con un capital de USD 80 000. El objetivo fue crear una línea de velas de cera aromáticas de calidad, que pudiese competir con las marcas importadas. Con la inversión, las socias de LuGel adquirieron una máquina de envasado de velas. Esto reemplazó la labor artesanal.

    «Queríamos crear un producto de calidad, con un diseño único», comenta Cañizares. Luego de seis meses, concretaron la idea: una línea de velas que representara a las cuatro regiones del país.

    «Lo más difícil fue escoger un nombre para la colección, finalmente salió Scálida (de cálido). Queríamos un nombre que englobe lo que es Ecuador», cuenta Cañizares.

    Scálida tiene cuatro modelos de velas ecológicas. Por ejemplo, la de Costa tiene diseños de caracoles y una mezcla de leche de coco fresca, limón y lima. La de la Sierra evoca la flora y fauna de esa región con un aroma de canela, vainilla, sándalo, mandarina y otras especias.

    Este emprendimiento factura, en promedio, USD 10 000 mensuales. Las velas se distribuyen en 8 locales de Guayaquil. Para finales del año, LuGel prepara una línea de velas aromáticas para spa.

    El negocio

    Producción. LuGel fabrica 250 velas por semana. La producción se realiza por pedidos.

    Materia prima. Utiliza cera ecológica de soya y esencias que son importadas de EE.UU.

  • La creatividad y lo ecológico encienden este emprendimiento

    Redacción Quito

    Cubos, cilindros, mariposas elefantes… Las formas y figuras que el cliente pueda imaginarse se transforman en velas, todas con un agradable olor. Esta es la propuesta de Moni­candles, una iniciativa que nació hace cinco años, en Quito.

    Una de las características diferenciadoras de este emprendimiento es que los productos están elaborados con materias primas naturales, como ceras naturales (provenientes de plantas), aceites esenciales para dar olor, colorantes de origen natural, entre otros. Esto, al contrario de las velas tradicionales que utilizan la parafina, una sustancia que se obtiene de la combinación de hidrocarburos. Por ello sus fabricantes las denominan «ecovelas o velas ecológicas».

    Monicandles cuenta con el legado de Almon, una compañía que tiene 28 años de experiencia en la fabricación de velas en el Ecuador. Alfonso Hernández y Mónica Vivanco son los fundadores.

    Hernández, quien está al frente de Monicandles, comenta que se invirtieron unos USD 5 000 para le implementación del negocio. El monto se destinó para la compra de materia prima y la implementación del sitio www.monicandles.com.

    Antes de iniciar el proyecto los propietarios realizaron estudios sobre cómo se elaboran las velas, cuáles son las formas y olores preferidos por los clientes. Todo el proceso de producción se desarrolla en su planta ubicada en el valle de Los Chillos (suroriente de Quito).

    En principio, su propuesta era la venta de las ­velas decorativas, pero ahora su giro de negocios se enfoca en la venta de su portafolio por medio de su portal web, que implementó en este año.

    En este sitio el comprador puede encontrar cada uno de los productos y adquirirlos; la entrega se realiza a domicilio.

    Al mes, Monicandles factura unos USD 5 000 y produce cerca de 4 000 unidades. La venta es directa, o por medio de distribuidores en provincias como Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas o Chimborazo.

    Magdalena Samaniego es propietaria de La Concepción, tienda que vende ­velas y decoraciones. Este bazar ­ adquiere este producto desde hace cinco años. Samaniego comenta que con esas velas, los clientes hacen arreglos para matrimonios, primeras comuniones y eventos especiales. Al mes comercializa unas 900 unidades.

    Asimismo, Lenin Morocho, gerente de Súper BM, autoservicio especializado en cocina hogar y decoración en Santo Domingo de los Tsáchilas, cuenta que desde este año comercializa los productos de Monicandles. Morocho asegura que al mes vende unas 200 unidades.

    EL MERCADO

    Las edades. Su público objetivo son jóvenes y adultos que están entre los 18 y 35 años de edad.

    La tendencia. Este segmento prefiere los productos que cuidan del bienestar del ser humano y la relajación mental.

  • El diseño a mano es el sello de esta empresa

    Mónica Orozco

    Hace un poco más de cuatro años, Eduardo Intriago dejó la industria láctea para internarse en un mundo de parafina y aromas.

    Tras 25 años de largas jornadas de trabajo fuera de casa, este ingeniero se cansó de estar lejos de la familia y, casi sin pensarlo, decidió comprar una pequeña empresa de fabricación de velas.

    Para ello obtuvo un crédito bancario y juntó los ahorros de su familia.

    Intriago le dio un nuevo impulso al negocio que hoy se llama Flowermaster (Luz y Aromas es su nombre comercial). Originalmente, la fábrica, ubicada en Tambillo (sur), producía solo cirios tradicionales. «Era una fábrica que tenía algunas ventas. Con nosotros, se amplió la lista de clientes y la oferta de productos», indica Intriago, quien gerencia la firma.

    Hoy, la oferta incluye productos con diseños que se ajustan a los pedidos y gustos de los clientes; entre ellos, velas multicolores, de corazones, corales y conchas marinas, entre otras. La más reciente colección que desarrolló, por ejemplo, tiene incrustaciones de piedra.

    Las colaboradoras de la planta elaboran los productos con base en un diseño general, pero cada pieza es única, porque gran parte del trabajo es manual.

    Las velas se elaboran en un hangar en el que pueden observarse mesas y tanques, en donde se mezclan la parafina y las esencias. Algunas velas requieren elaborarse por partes. El proceso termina con la colocación de las mechas y el empaque.

    «Es una tarea creativa, de mucha paciencia y donde las manos de nuestras colaboradoras son las que imprimen el toque personal en cada pieza». Así comenta Liliana Tamayo, la presidenta de la empresa. Ella, quien es abogada, dejó su empleo privado para apoyar el emprendimiento de su esposo, Eduardo.

    «Los sueños se tornan realidad a fuerza de constancia», indica Tamayo.

    El negocio es un emprendimiento familiar. En la planta también trabajan sus tres hijos, quienes apoyan en el desarrollo de productos y ventas. El aroma es otra fortaleza. Las esencias van desde tulipán, magnolia hasta aromas más exóticos como chocolate y orquídeas.

    Norma Ortega trabaja desde hace casi cinco años en la firma y es la encargada del área de desarrollo. «Verifico la calidad de los insumos; creo los modelos que son ofrecidos a los clientes. Me baso en el Internet, revistas y veo cómo puedo combinar la decoración con las velas».

    Los ingresos de la firma bordean los USD 20 000 mensuales, pero Intriago aclara que esto depende del mes y de los pedidos de los clientes.

    La empresa coloca sus productos con la marca Eternia, pero también maquila velas con marcas blancas para grandes cadenas. Entre sus clientes están las firmas Sukasa, Megamaxi, Supermaxi, De Prati, Yanbal, entre otros. La cartera de la empresa suma más de 50 clientes; de esos, al menos, 18 son fijos.

    Para algunos de ellos, la fábrica desarrolla colecciones cada tres meses. También elabora bases de parafina, para arreglos florales. Rocío Jaramillo, propietaria de la Floristería Santa Bárbara, dice que compra los productos de esta pyme, desde hace cuatro años.

    «Comenzamos a trabajar con esta empresa, porque son productos innovadores, de buena calidad. También tienen colores y diseños especiales, no es lo común que se encuentra en otros lados», dice Jaramillo, quien adquiere unas 50 bases para armar arreglos florales al mes. En temporadas como San Valentín, el pedido llega a 180 bases mensuales.

    La producción

    Los insumos.  Las velas de esta firma no contienen plomo, por lo que son amigables con el medioambiente.

    Otra línea de productos. Flowermaster tiene además un área de empaque de productos. Esta línea representa un 50% de la facturación de la firma.

  • Almon, durante tres décadas sus velas siguen prendidas

    Sebastián Angulo. Redacción Quito / LÍDERES

    En los principios de la década de los ochenta, uno de los sueños para un economista que se graduaba en la universidad era gerenciar una multinacional o un banco de gran prestigio. Para Alfonso Hernández, no. La idea de tener su propia empresa le quitaba el sueño.

    Su ímpetu era tan grande que, cuando conoció a Mónica Vivanco -quien se convirtió en su esposa en 1983-, también le contagió su espíritu emprendedor.

    El joven matrimonio decidió incursionar en el negocio de las velas. Hernández había trabajado en Paraceras Ecuatorianas, una firma española que distribuía materias primas, como parafina y cera.

    Hernández, al conocer cuál era la dinámica del mercado, creyó que el camino para iniciar su empresa era más fácil. Pero no fue así. Luego de invertir unos USD 475 para adquirir moldes y parafina, y aplicar procesos artesanales para elaborar las velas, el negocio fracasó y debió abandonar su proyecto por un año y medio.

    El primer intento le dejó una lección: la tecnología en los procesos productivos es clave para fabricar con rapidez y mayor calidad. Por ello, invirtió USD 800 en una máquina para fabricar velas.

    Así, en 1985 nació Almon. La marca es el resultado de la fusión de los nombres de la pareja (Alfonso y Mónica). Aunque ellos ya contaban con una línea de producción tecnificada, otro reto fue abrirse mercado y distribuir los ítems.

    Entre los recuerdos de Hernández están viajes al Oriente, a la Costa o lugares recónditos de la Sierra, para entregar personalmente los paquetes de velas.

    28 años después, el esfuerzo dio sus frutos. Ahora, Almon fabrica 300 000 paquetes de velas al mes en su misma planta donde iniciaron, ubicada en el valle de Los Chillos (suroriente de Quito). Durante estos años han logrado cubrir un cuarta parte del mercado.

    En sus casi tres décadas de operaciones, Almon ha buscado renovar constantemente sus productos. Ha probado con materias primas chinas, brasileñas y sus propias mezclas. En la década de 1990 el negocio repuntó debido a los racionamientos energéticos; el consumo de velas por los apagones se intensificó.

    Pero Almon también tuvo que enfrentar otro embate, al igual que muchos ecuatorianos, sufrió el congelamiento de sus depósitos en el feriado bancario de 1999 y la dolarización, en el 2000.

    Con recortes de personal y presupuesto lograron estabilizar el negocio a mediados del 2001. Gracias al crecimiento y la reinversión, la empresa nuevamente creció en la década pasada.

    A pesar de que la época de los apagones terminó en el país, Almon le siguió apostando a las velas. Esta firma se consolidó gracias a la innovación. Las ‘velas de apagón’ de colores y velas decorativas forman parte de su portafolio.

    Actualmente, la segunda generación es responsable de estos cambios: Francisco, Alfonso y Mónica Hernández Vivanco ahora aportan con sus conocimientos para que la empresa se modernice y se promocione en medios digitales.

    Leonardo Maldpud es propietario de Leomal, distribuidora de velas. Él comercializa los productos desde hace 22 años. Al mes vende unas 700 cajas; la época de mayor demanda es noviembre, por el Día de los Difuntos. «Es un producto con tradición y calidad», añade. En ello coincide Lenin Morocho, gerente de Súper BM, autoservicio especializado en cocina, hogar y decoración en Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Los productos Monicandles . Es una nueva línea de la empresa que distribuye velas ornamentles, por medio de una página web.

    Los distribuidores.  A escala nacional, cuentan con 13 grandes distribuidores. Desde hace unos 15 años también comercializan menaje de hogar.

    El insignia

    ‘Se preocupan del ser humano’

    Walter Paucar. Contador

    Ingresé a la compañía a los 18 años, como empaquetador de velas. Cuando me incorporé, el gerente tenía un proyecto para los empleados: a más de trabajar, él buscaba que nos formemos.

    Por ello, nos dieron la posibilidad de estudiar la secundaria. Gracias a los estudios secundarios pude ascender a asistente de contador. También estudié a distancia contabilidad y fruto de ello ahora soy el contador de toda la compañía.

    Trabajar en Almon ha sido muy bueno, porque se preocupan no solo del ámbito profesional, sino también de que crezcamos como personas. Los directivos están preocupados de nuestros ámbitos con el fin de que tengamos bienestar y por ende, buen desempeño.

    ‘No es solo importante ganar un buen sueldo. también nos ofrecen bienestar».