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  • Ellas siembran y venden canastas a domicilio

    José Luis Rosales (F)   redaccion@revistalideres.ec

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    El maíz es uno de los cultivos tradicionales en el pueblo kichwa Natabuela, que ocupa un territorio entre los cantones Antonio Ante e Ibarra, en Imbabura.

    Con los granos dorados, mujeres como Luzmila Meza, preparan el popular mote. Este maíz cocinado va acompañado de arveja, fréjol, maíz tostado y chochos, que igualmente son sazonados.

    La mujer indígena sostiene que se trata de un proceso laborioso. Todo inicia con la selección de los granos. Ella prefiere las mazorcas de la variedad amarilla.

    Con una habilidad que llama la atención desprende una delgada lámina transparente del maíz. Luego la lava y pone a remojar. El siguiente paso es la cocción, que dura entre cuatro y cinco horas.

    Este potaje que se ofrece en los mercados de Imbabura ha dado fama a mujeres natabuela, que son las principales productoras.

    Sin embargo, a raíz de la emergencia sanitaria por la pandemia del covid-19 y por las restricciones que se aplicaron para frenar la propagación de la enfermedad dejaron temporalmente de acudir a sus puestos de venta.

    Como una alternativa formaron el emprendimiento comunitario Warmikuna Natabuela, que se dedica a la venta de productos agrícolas y alimentos preparados a domicilio. Esta iniciativa es impulsada por 12 mujeres de diferentes sectores de este pueblo.

    Magdalena Chávez, mentalizadora del proyecto, señala que para dinamizar la economía de estas familias se han enfocado en la práctica comunitaria de la minga. “Lo que hemos invertido es nuestro esfuerzo y voluntad por la asociatividad”. El próximo paso es el registro en el Instituto de Economía Popular y Solidaria.

    El cliente tiene la opción de armar su canasta con productos como choclo, fréjol, arveja, tomate, lechuga, aguacate, limón, babaco, piña, fresa, mora. También hay hornado y, por supuesto, mote.

    Cada una de las integrantes aporta con verduras, hortalizas y frutas que ellas mismas siembran. Luz María Potosí, de 65 años, arrienda un terreno en el que cultiva haba, fréjol, arveja, choclo. Una parte de la producción la destina ahora a estas canastas.

    Los pedidos se despachan cada miércoles y sábado. Luzmila Meza, presidenta de la organización, explica que han abierto mercado en las ciudades de Ibarra, Atuntaqui y Otavalo.
    Las actividades empezaron en mayo último. Margarita Chávez, otra de las integrantes, cuenta que este emprendimiento lo promocionan por redes sociales.

    Incluso, algunas socias se capacitan en comunicación digital para microemprendimientos.
    Además, tienen un catálogo con productos y precios que los compradores pueden adquirir. Hay canastas básicas de USD 20. Cada día vende entre 20 y 30.

    Se ha establecido un protocolo de bioseguridad para la selección, empaque y entrega de los productos de este denominado supermercado comunitario.

    Estas emprendedoras también participan en cursos de manejo sustentable agroecológico que les brinda el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

    Esta es una de las comunidades de aprendizaje que se han establecido en cada parroquia de la provincia, explica Marco Vargas, técnico del Ministerio.

    En un reciente taller aprendieron sobre el manejo y prácticas para la conservación del suelo.
    El funcionario detalla que entre ellas está la rotación de cultivos, el manejo del agua, la incorporación de abono orgánico. Este último, añade, ayudan a mejorar la textura, estructura y el contenido de materia orgánica de la tierra.

    Entre los objetivos igualmente está estimular la conservación de semillas propias de la zona. Vargas explica que en el caso de Natabuela hay una base de mazorcas que por su tamaño, color y sabor son ideales para elaborarlos como mote o maíz tostado.

    20 dólares es el valor de una canasta básicos de alimentos que producen en Natabuela.

    Luzmila Meza, Karinay Luz María Potosí y Margarita Chávez son parte de las 12 integrantes de esta iniciativa productiva, que surgió a raíz de la emergencia sanitaria. Foto: José Luis Rosales/LÍDERES
    Luzmila Meza, Karinay Luz María Potosí y Margarita Chávez son parte de las 12 integrantes de esta iniciativa productiva, que surgió a raíz de la emergencia sanitaria. Foto: José Luis Rosales/LÍDERES
  • En China se venden sus ‘snacks’

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    En medio de una pandemia que afectó el comercio mundial, la marca de ‘snacks’ saludables Wanabana logró ingresar en nuevos mercados, como China, donde se vende en dos plataformas de comercio electrónico.

    Wanabana es una marca fundada en 2017 por la empresa Austrofood, que se ha especializado en el cultivo y comercialización de frutas tropicales, y productos derivados, como la pulpa. Las plantaciones de la empresa de alimentos, con 12 años en el mercado, se ubican en la provincia de Esmeraldas.

    Francisco Peña, presidente de Austrofood, explica que la inversión en el desarrollo de la marca fue por escalas. Primero fue en los cultivos. Luego, en 2013, se creó la fábrica. Y en 2017 se adquirió una maquinaria italiana para el desarrollo de productos de “alta gama”, como los ‘snacks’ de puré de frutas de Wanabana, que no requieren refrigeración ni conservantes.

    La marca tiene diferentes líneas de productos, en las que ha desarrollado unas 30 presentaciones. En puré de frutas cuentan con las versiones tradicional, orgánica, y ‘liga de la justicia’, dirigida a los niños. Vienen en diferentes sabores como mango, guanábana, manzana o en combinaciones de frutas. Además, tiene compotas para bebés y pulpa de frutas.

    Desde su inicio la marca comenzó a buscar mercados internacionales, y logró ingresar a países como EE.UU., Canadá, Panamá, entre otros. Sin embargo, con miras a alcanzar un crecimiento más rápido, tanto en el mercado nacional como internacional, en 2019 se concretó una alianza estratégica con Dyvenpro, empresa de Grupo Difare que actualmente la representa comercialmente.

    A mediados del 2018 la empresa ya se vendía en la cadena Supermaxi, de Corporación Favorita. Gracias a la alianza, logró expandirse hacia otros autoservicios (Akí, Santa María, Mi Comisariato, Coral) y el canal farmacéutico (Grupo Difare, GPF y Farmaenlace). También se vende en las tiendas On the Run Mobil.

    Actualmente, tiene presencia en casi 2 500 puntos a escala nacional. Además, hace tres meses ingresó en la tienda en línea Zapi.store, especializada en productos de salud y bienestar. Luis Felipe Almeida, gerente general del mercado en línea, detalla que en estos meses han vendido cerca de USD 5 000 en productos de Wanabana, cuyos precios unitarios oscilan entre los USD 2 y 3.

    “Es un producto innovador, que llama la atención por su practicidad y además por sus versiones orgánicas”, señala Almeida. Recientemente, la línea orgánica de Wanabana recibió un premio de Canadian Produce Marketing Association.

    Los productos de Wanabana son maquilados por Austrofood, empresa fundadora y que tiene 12 años en el mercado.
    Los productos de Wanabana son maquilados por Austrofood, empresa fundadora y que tiene 12 años en el mercado.

    En el mercado internacional, uno de sus principales logros es haber ingresado en febrero pasado al comercio electrónico en China, donde se encuentra en las plataformas Tmall y JD. “Esto fue gracias a un esfuerzo previo en ferias internacionales y a un trabajo de equipo”, subraya Marcelo Merino, gerente de Negocios de Consumo Masivo de Dyvenpro.

    El ejecutivo añade que el crecimiento alcanzado en medio de la pandemia ha sido gracias “a la persistencia, un trabajo continuo y el reinventarse para seguir en contacto con los clientes”.
    Al momento, Wanabana se vende en ocho mercados internacionales: Israel, Francia, Panamá, Paraguay, Holanda, Perú, China y España. Además, están en etapa de desarrollo los países escandinavos, Alemania e Italia. Durante este año, la marca ha exportado en total 3,5 millones de unidades de productos.

    Una de las motivaciones de Dyvenpro para impulsar a Wanabana ha sido ofrecer al mercado ecuatoriano e internacional productos que se enmarquen dentro de la tendencia de consumo saludable en el mundo, señala Merino. Este concepto lo han trabajado junto a la agencia Kommunik, dentro de la campaña “El poder de la fruta”, indicó Daniel Chavarría, gerente de cuentas de esta firma.

    En los planes futuros de Wanabana, marca que ha facturado en lo que va de año USD 1,3 millones, está la consolidación de su portafolio de productos dentro de la categoría saludable. Además, tiene la expectativa de explorar nuevos mercados. Se han hecho contactos en España, El Salvador y Guatemala.

    2,5 millones de unidades de productos fabricó la marca en 2019.

    8 mercados internacionales ha conquistado Wanabana. Otros tres están en desarrollo.

    55% de la producción  anual se destina a la exportación .

    15% de las ventas se destinan a publicidad y crecimiento de la marca.

    27 provedores tiene la firma de alimentos entre empaques, tapas, cajas, agricultores y una agencia de publicidad.

    Marcelo Merino 
    Hemos podido crecer en medio de una pandemia, gracias a la persistencia, el haber hecho un trabajo continuo y el reinventarnos. El mérito más importante de este año fue haber entrado al comercio electrónico en China. Tenemos la expectativa de consolidarnos como el portafolio saludable para las familias ecuatorianas y en el mundo. Además, queremos explorar otros mercados del continente como Centroamérica y México.

    Los productos de Wanabana se elaboran a base de frutas tropicales como la guanábana, mango y otras, que son cultivadas en Esmeraldas. Foto: Patricio Terán / Líderes
    Los productos de Wanabana se elaboran a base de frutas tropicales como la guanábana, mango y otras, que son cultivadas en Esmeraldas. Foto: Patricio Terán / Líderes
  • Medias que se venden por Amazon

    Cristina Marquez

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    Las medias de Pierre Henry Socks son más largas de lo usual y tienen un cómodo ajuste que impide que se resbalen bajo la pantorrilla. Ese diseño es el resultado de un exhaustivo análisis que hizo Pierre Thys, el gerente ejecutivo y CEO de la marca.

    Las medias tienen diseños coloridos pero elegantes, y están pensadas en los ejecutivos, oficinistas, adultos y jóvenes, que visten con un ‘look’ casual y divertido. Se venden en colecciones de tres y nueve pares, que se comercializan a través de internet en Estados Unidos, Canadá y Europa

    “Desarrollamos medias de alta calidad. Nos tomó mucho tiempo entender las necesidades de los clientes potenciales, los estudiamos, les preguntamos y descubrimos que a los hombres les irritaba mucho tener que acomodarse las medias constantemente. En eso se inspiró nuestro producto estrella”, cuenta Thys.

    Las medias se fabrican en la planta de Kapitex, situada en el Parque Industrial de Riobamba. Allí trabajan nueve personas que, además de elaborar los calcetines para Pierre Henry Socks, también confecciona medias deportivas para los colegios y escuelas de Chimborazo.

    Se trata de un negocio familiar. Kenol Thys y Leticia Chávez, padres de Pierre, fundaron la empresa en el 2001 con una inversión de USD 40 000. Ellos adquirieron cinco máquinas cosedoras y empezaron a manufacturar medias para los uniformes de las instituciones educativas de Riobamba.

    Las medias deportivas para estudiantes se volvieron populares en la ciudad por su alta calidad y resistencia. La empresa incluso recibió pedidos de instituciones educativas de todo el país.

    En el 2015, Henry, quien acababa de graduarse como ingeniero mecánico en el Georgia Tech, en Estados Unidos, tuvo la idea de iniciar un negocio propio con las medias que fabricaban sus padres. “En una ocasión necesitaba medias, y las que encontré en el mercado me parecieron de muy mala calidad. Entonces pensé: ‘mi familia puede hacer medias mucho mejores’, y así surgió la idea”, cuenta Thys.

    En noviembre de ese mismo año, tras un estudio de mercado, él diseñó la primera colección de medias de vestir y empezó a publicitarlas en Amazon, la gigante de ‘e-commerce’. Así decidió formalizar la empresa y capacitarse en negocios.

    En el 2016 Pierre ingresó a la escuela de negocios de Harvard para especializarse en marketing y simultáneamente, en enero, su empresa se inició oficialmente. Ese año lanzó una campaña publicitaria enfocada al diseño especial de las medias y logró ventas por USD 40 000.

    “En Estados Unidos el mercado está copado por medias asiáticas. En nuestra campaña publicitaria enfatizamos que las medias están hechas en Riobamba, Ecuador, y también mostramos nuestra responsabilidad con los trabajadores de la planta, explicamos que ellos reciben los beneficios de ley y que incluso reciben una parte de la utilidad de la empresa. Eso le agradó mucho a nuestros compradores”, explica el emprendedor, de 28 años.

    Los resultados de la fuerte campaña publicitaria se evidenciaron en el 2017. Las ventas ese año subieron a USD 130 000, y en el 2018 facturaron USD 350 000, la mayor parte de ventas se hizo a través de Amazon.

    Otra parte de las ventas se hace a través de la página web y redes sociales de la empresa. En febrero, debido a la buena acogida, decidieron abrir su primera tienda física en Boston, Massachusetts. Invirtieron USD 9 000.

    Además, nuevos colaboradores se sumaron a la empresa. Actualmente el equipo está integrado por 16 personas que se encargan de la administración de la tienda física, atención al cliente y de los envíos.

    “Ganamos la confianza de nuestros clientes con un envío ágil de nuestros productos. Les garantizamos que máximo en dos días recibirán su paquete”, dice Thys.

    Durante el 2018 el equipo descubrió que algunos vendedores revendían las medias en Canadá e incluso en Europa. Por eso decidieron expandirse a esos países, lo hicieron a través de la plataforma de envíos de Amazon.

    Este año la empresa proyecta vender al menos un millón, y sumaron nuevos productos a su menú.

    Ahora cuentan con medias para practicar equitación, también hay una línea para quienes practican fútbol americano, una línea ‘big and tall’, que incluye tallas muy grandes, y otra de medias deportivas.

    La fábrica funciona en el  Parque Industrial de Riobamba. Hay diez máquinas para fabricar los calcetines con hilos de orlón y algodón. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
    La fábrica funciona en el Parque Industrial de Riobamba. Hay diez máquinas para fabricar los calcetines con hilos de orlón y algodón. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
  • Los tsáchilas venden sus productos en un mercado

    María Victoria Espinosa

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    En el centro de Santo Domingo se fundó un mercado para que los tsáchilas pudieran vender los productos que siembran y cosechan en sus comunas.

    Hace 15 años, los vecinos de la urbanización Albarracín decidieron donarles un espacio a los tsáchilas para que instalaran un mercado artesanal y productivo.

    María Calazacón recuerda que esa decisión se tomó, luego de que un grupo de tsáchilas le contara a los vecinos las dificultades que tenían para comercializar sus productos en los mercados.

    Una de las razones era que debían pagar un arriendo para poder vender en los mercados y un vehículo para que los transportara desde las comunas hasta la ciudad con sus productos. “No era rentable porque teníamos poca producción y no nos quedaba nada para nosotros”.

    En ese terreno, construyeron pequeñas cabañas con materiales como el pambil y la caña guadúa, que obtuvieron de los bosques nativos. Ahí, 32 tsáchilas exhiben de lunes a domingo productos como la piña, plátano, papaya, naranjas, entre otras, que se dan en las parcelas tsáchilas.

    Cada tsáchila invirtió alrededor de USD 50, para acondicionar el terreno para construir las cabañas y recibir a los clientes. Además hicieron estanterías y sillas de madera para acomodar productos.

    Entre los frutos más comercializados están el plátano, las naranjas y la piña. Esos productos son comprados por dueños de los restaurantes aledaños al mercado. “Solo nos pitan y ya sabemos que vienen a comprarnos y le llevamos las frutas”, dice Calazacón.

    Las artesanas también venden collares, pulseras, faldas típicas y artículos de madera para el hogar.

    Los tsáchilas reciben alrededor de 60 clientes semanales en el mercado. La mayoría son vecinos de la urbanización, aunque también llegan personas de otros lugares para buscar productos orgánicos.

    Uno de los clientes es Miguel Flores. Él señala que los productos tsáchilas aún se cosechan con las técnicas ancestrales y que por ello no contienen químicos. “El sabor es diferente, más natural”.

    Además son alimentos económicos. Los tsáchilas ofrecen piñas desde USD 0,50 y racimos de verde desde USD 3.

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería les ayudará a organizar una feria artesanal y productiva cada jueves para atraer a más clientes. La semana anterior se realizó la primera feria con la que se re inauguró el mercado.

    Miguel Aguavil, presidente de la Asociación de Tsáchilas, afirma que a diario se seguirá atendiendo a los clientes. Pero que el jueves habrá más variedad de productos.

    Susana Aguavil, de la comuna Colorados del Búa, afirma que para economizar USD 20 diario que cuesta un vehículo para transportar los productos desde la comuna hasta el mercado, ella solo saldrá los jueves a vender sus productos en la feria. “Hay días que se vende poco (USD 10). Pero en la primera feria vendimos más de USD 100 en frutas”, asegura.

    María Calazacón, de la comuna Chigüilpe, en cambio, venderá a diario debido a que en su cabaña puede almacenar los productos y por eso solo ocupa un vehículo semanalmente, por el que paga USD 10.

    Según el gobernador tsáchila, Javier Aguavil, se trabajará en la promoción de la feria. Se hará a través de la radio comunitaria tsáchila Sonba Pamin. También harán la invitación a través de las redes sociales.

    A esa iniciativa de la feria también se unirán los tsáchilas que realizan remedios naturales y artesanías como collares y pulseras para evitar las malas energías.

    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    María Calazacón es una de las vendedoras del mercado tsáchila, ubicado en el centro de Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Las artesanías de Pilahuín se venden a turistas en ferias

    Redacción Sierra Centro 

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    La de la parroquia Pilahuín del cantón Ambato, en Tungurahua, confeccionan shigras, blusas bordadas con figuras andinas, collares, aretes y utensilios elaborados con paja de páramo como paneras, individuales, canastas…

    Este grupo trabaja desde hace cinco años en la fabricación y comercializar sus productos en las ferias. El dinero que obtienen de la venta ayuda a la economía de la casa y a financiar el costo de la educación de sus hijos.

    Ellas invirtieron USD 1 000 en el inicio del emprendimiento. Las socias se encargan de producir en sus casas las artesanías, luego entregan a la asociación que se encarga de las ventas. Los ingresos del grupo son de unos USD 800 mensuales.

    En este proceso les apoya la Cooperativa de Ahorro y Crédito Warmi Kunapak que tiene 1 100 socias de varias comunidades de Yatzaputzan. Esta entidad mejoró sus conocimientos a través de cursos y charlas de capacitación. Además, impulsa las ventas participando en las ferias que se cumplen en la Universidad Católica de Quito o en otras ciudades. Un bordado del cuello de una blusa está valorado en USD 30.

    Susana Poaquiza, gerente de la entidad financiera, explica que con la capacitación las mujeres lograron mejorar sus productos. Además, entrega créditos para financiar la comprar de la materia primaron que elaboran las shigras, collares y utensilios de cocina para la casa. Ellas compraron ovinos o camélidos de donde obtienen la fibra para tejer su vestimenta. Los préstamos van desde los USD 100 a 14 000.

    En los diseños se plasman la flor de la papa, la flora, la fauna y la naturaleza, en sus bordados conocimiento. Foto: Gelnda Giacometti / líderes
    En los diseños se plasman la flor de la papa, la flora, la fauna y la naturaleza, en sus bordados conocimiento. Foto: Gelnda Giacometti / líderes

    María Poaquiza, Hortensia Poalo, Asunción Punina y Mercedes Punina están al frente de la asociación. Este grupo de mujeres visten anaco negro, blusa blanca con bordados elaborados con hilos de colores, tratar de reforzar los conocimientos heredados de sus taitas y mamas.

    En los diseños se plasman la flor de la papa, la flora, la fauna y la naturaleza, en sus bordados conocimiento.

    María Poaquiza cuenta que a través de capacitación reforzaron las técnicas en los tejidos y los bordados que se cosen en la comunidad localizada en la vía Ambato-Guaranda.

    A la hora de tejar las shigras Mercedes Punina es toda una experta en esta rama. La mujer, de 68 años, une cada puntada los hilos de cabuya y da forma a este bolso. Cose shigras grandes, medianas y pequeñas que las comercializa en las ferias. Las pequeñas cuestan USD 5 y las más grandes que sirven para poner guardar los granos como el maíz, la cebada, el trigo, arroz, ocas. Mashua y otros productos en USD 25.

    En cada uno de sus diseños grafica la naturaleza, animales como la llama o los rombos y hace una mezcla de colores similar al arco iris. Mensualmente puede tejer hasta dos shigras.

    También vende a los turistas que transitan por la vía a Guaranda o en la feria indígena del domingo.

    Según la Cooperativa Warmi Kunapak menos 250 mujeres participan en los talleres de producción artesanal en Yatzaputzan. El objetivo es que cada una cuente con su propio negocios o emprendimiento artesanal.

    Las mujeres de Yatzaputzan trabajan en el los bordados y la confección de las shigras en sus talleres. Los comercializan a los turistas. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Las mujeres de Yatzaputzan trabajan en el los bordados y la confección de las shigras en sus talleres. Los comercializan a los turistas. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Las comunidades de Pilahuín crían y venden truchas

    Redacción Sierra Centro

    El proyecto de crianza y comercialización de truchas se realiza en las comunidades de Yatzaputzan, 10 de Octubre, Tamboloma, Cunugyaku y Llangagua pertenecientes a la parroquia Pilahuín de Ambato.

    La iniciativa cuenta con el apoyo económico de la Junta Parroquial y la Prefectura de Tungurahua.

    La propuesta comenzó a realizarse en julio con la construcción de los criaderos y canales por donde se traslada el agua que nace de los deshielos del volcán Chimborazo. Al momento los indígenas son los encargados de criar los alevines y comercializar las truchas en los mercados de las comunidades cercanas y de la capital de Tungurahua.

    Otro grupo vende el producto en varios tramos de la vía AmbatoGuaranda. Ubicaron mesas, baldes con los peces y una balanza.

    Ángel Matiag, dirigente de la comunidad de Cunugyaku, explica que el kilo de la trucha tiene un valor de unos USD 6. En los seis meses del proyecto se han comercializado unas 1 000 truchas.

    El comerciante cuenta que en este proyecto productivo participan alrededor de 500 personas de cinco sectores de Cunugyaku.

    “Se han creado fuentes de trabajo para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las comunidades. Estamos felices, porque hemos logrado criar a las truchas con éxito”, asegura Matiag.

    El agua que utilizan para criar los alevines proviene de los deshielos del Chimborazo y es trasladada por la acequia Yakuputina Polboloma. El líquido vital también es utilizado para el regadío de sembríos y pastizales.

    Las comunidades que son parte del proyecto están ubicadas en la zona de amortiguamiento de la Reserva de Producción Faunística de Chimborazo.

    Según Alejandro Tomaquiza, presidente de la Junta Parroquial de Pilahuín, una parte del proyecto se financia con los dineros obtenidos en el premio del primer lugar en el concurso nacional ‘Premio Verde’, que organizó el Banco de Desarrollo del Ecuador y con recursos de la institución.

    El galardón lo otorgó el Gobierno Provincial por conservar los páramos en la zona de influencia de la represa Mulacorral con la ayuda de las comunidades.

    Tamaquiza aseguró que se incrementó la producción de alevines en varias comunidades. Para eso se entregaron 10 000 alevines y se fortalecieron las asociaciones de criadero y comercialización de truchas en las comunas.

    Estas se encargan del mantenimiento, cuidado y alimentación a los animales. Mientras que las comunas se encargan de cuidar las instalaciones.

    “Para garantizar una producción en calidad y cantidad se capacitaron en temas de administración, producción y comercialización. Vamos a continuar con el seguimiento para que el proyecto sea sustentable”, indica Tomaquiza.

    Las piscinas de crianza están ubicadas en la zona de amortiguamiento de la reserva de Producción Faunística de Chimborazo. Foto: Cortesía junta parroquial Pilahuín / LÍDERES
    Las piscinas de crianza están ubicadas en la zona de amortiguamiento de la reserva de Producción Faunística de Chimborazo. Foto: Cortesía junta parroquial Pilahuín / LÍDERES
  • Artesanías de edición limitada se venden en línea

    Evelyn Tapia

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    Buena parte de la infancia de María Sara Gabela transcurrió en el taller de arte en el que trabajaba su madre, Carmen Ribadeneira, en el segundo piso de una casa en la avenida Coruña.

    Gabela es comunicadora y estudió Gestión de Proyectos de Ocio en la Universidad de Deusto, en España, pero los primeros años de su vida en el taller de su mamá fueron claves -dice- pues la acercaron al mundo del arte, que hoy es el eje de su negocio: Saramanaca.

    El apodo de su infancia ‘Saramanaca’, dio nombre a este negocio que ofrece piezas de arte y ­artesanías elaboradas exclusivamente por mujeres, con el que genera 25 empleos directos.
    La idea comenzó a gestarse en febrero de este año, con una inversión de USD 10 000; en julio ya tenía un concepto de marca, con lo que lanzó una tienda ‘online’ y abrió un ‘showroom’ ubicado en la vía a Nayón, cerca de Quito.

    Utensilios y mobiliario de madera de cedro reciclada, bordados y tejidos en croché, ponchos tejidos en telares, collages, accesorios de cuero y tazas de cerámica con diseños de autor, son algunos de los 169 productos disponibles en Saramanaca.

    Gabela cuenta que por tratarse de trabajos manuales, que tardan semanas en realizarse, cada ítem es de edición limitada. “De cada producto hay máximo cinco unidades. Ninguna pieza es exactamente igual a la otra, porque el arte es una interpretación”.

    Este es el segundo emprendimiento de Gabela. En el 2011 abrió un restaurante, pero lo cerró. “Conseguí un empleo fijo, pero luego me di cuenta que mi naturaleza es el arte y emprender”.

    Actualmente, Saramanaca tiene nueve proveedoras, pero cuando se inició, quienes proveyeron las primeras piezas fueron las mujeres de la familia: su mamá, que hace los artículos de madera; su abuela, Carmen Orellana, que teje en croché, y su prima, Marcela Ribadeneira, que hace cuadros con la técnica de collage digital.

    Claudia Otero es una de las proveedoras, que elabora tazas con diseños de autor. “Me encantó la idea porque está ligada al arte, y la intención de ella es muy desprendida, busca promover técnicas y oficios de artesanos que están casi escondidos”, destaca.

    En cuatro meses, Saramanaca ha alcanzado ventas por unos USD 3 000. Gabela cuenta que solo el 30% de sus ventas se realizan en la tienda virtual, el resto a través de visitas al ‘showroom’.

    Además de este espacio, Gabela cuenta que la estrategia para darse a conocer fue abrir tiendas itinerantes, conocidas como pop-up, y visitar ferias.

    Así muestra la calidad de los productos y promociona el canal virtual. “Abrimos dos tiendas itinerantes para comenzar. La primera fue un fin de semana de julio y la segunda del 13 al 15 octubre, en Miravalle. El cliente puede ver, tocar y sentir la calidad”, señala. El 2018 espera continuar con esta estrategia, abriendo cuatro tiendas itinerantes como mínimo.

    Aunque el cliente promedio prefiere ver y tocar el producto, Gabela trabaja con un equipo de comunicación para que el negocio en línea se consolide. “Somos número uno para comprar por Amazon, pero nos cuesta comprar lo nacional en línea, estamos trabajando en eso”, dice.

    María Sara Gabela comenzó este emprendimiento en febrero. Ofrece unas 169 piezas de arte y artesanías. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    María Sara Gabela comenzó este emprendimiento en febrero. Ofrece unas 169 piezas de arte y artesanías. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
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    Claudia Otero es una de las proveedoras, que elabora tazas con diseños de autor. “Me encantó la idea porque está ligada al arte, y la intención de ella es muy desprendida, busca promover técnicas y oficios de artesanos que están casi escondidos”, destaca.

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    Además de este espacio, Gabela cuenta que la estrategia para darse a conocer fue abrir tiendas itinerantes, conocidas como pop-up,y visitar ferias.

    Así muestra la calidad de los productos y promociona el canal virtual. “Abrimos dos tiendas itinerantes para comenzar. La primera fue un fin de semana de julio y la segunda del 13 al 15 octubre, en Miravalle. El cliente puede ver, tocar y sentir la calidad”, señala. El 2018 espera continuar con esta estrategia, abriendo cuatro tiendas itinerantes como mínimo.

    Aunque el cliente promedio prefiere ver y tocar el producto, Gabela trabaja con un equipo de comunicación para que el negocio en línea se consolide. “Somos número uno para comprar por Amazon, pero nos cuesta comprar lo nacional en línea, estamos trabajando en eso”, dice.

    María Sara Gabela comenzó este emprendimiento en febrero. Ofrece unas 169 piezas de arte y artesanías. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    María Sara Gabela comenzó este emprendimiento en febrero. Ofrece unas 169 piezas de arte y artesanías. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Los pasteles sin gluten que se venden por Internet

    Carolina Enriquez

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    De un problema pueden surgir grandes ideas. Esto lo puso en marcha María Grazia Borja, la propietaria de Lolita Pastry Gluten Free.

    Su emprendimiento produce pan, pasteles, pastas, cup cakes, entre otros productos de panadería y pastelería libres del gluten del trigo, avena, cebada y centeno.

    La iniciativa nació luego que a la madre de esta empresaria le detectaron enfermedad celíaca, es decir, intolerancia al gluten. Gracias a su formación en gastronomía ella comenzó una investigación, que se extendió a lo largo de dos años, para la producción de masas que pudieran reemplazar los alimentos que se hacen con trigo y cereales similares.

    Grazia hizo diferentes pruebas hasta dar con la receta indicada. Invirtió USD 10 000 en la compra de equipo e implementación de procesos y desde hace un año comenzó con la comercialización de su oferta panadera y pastelera.

    Lolita Pastry Gluten Free tiene una tienda virtual. Los pedidos se hacen a través de la página web (www.lolitaglutenfree.com) o redes sociales. Los clientes pueden recoger el producto en el taller del negocio o solicitar que se lo entreguen en cualquier punto de Quito.

    El único detalle a tomar en cuenta es que los pedidos deben hacerse con 24 horas de anticipación.

    Para los consumidores, el producto se ha convertido en una bendición. Este es el caso de Gabriela Otatti, quien es cliente desde que empezó el negocio.

    Ella también sufre intolerancia al gluten y le era complicado acceder a productos como pan y galletas que no le produjeran un impacto en su salud. Sin embargo, cuando conoció la oferta de Lolita Pastry Gluten Free quedó encantada porque volvió a disfrutar de tostadas en el desayuno.

    “Son productos con muy buen sabor, De la oferta de este negocio me gustan mucho las galletas tipo chocochips, los ‘muffins’ de zanahoria y el pan”, manifiesta.

    Este último producto tiene una característica particular. Se lo puede congelar y cuando se lo quiera utilizar se lo saca de la nevera, se lo calienta con un poco de mantequilla o queso y queda listo para poder ingerirlo.

    Los productos son para el consumo de cualquier persona, incluso de aquellos que no tienen enfermedad celíaca pero que quieren alimentos sin gluten.

    Grazia explica que su producción requiere de precisión y cuidado milimétrico. Por ello en el negocio se cuida que todos los proveedores ofrezcan también insumos, como el chocolate, libres de trazas de gluten.

    La Asociación Ecuatoriana de Enfermedades Digestivas indica que la enfermedad celíaca se produce cuando al momento de ingerir productos con gluten el sistema inmune agrede a la sustancia y se afecta el intestino. De ahí el cuidado que pone Grazia en toda la preparación.
    Tomando en cuenta las limitaciones alimentarias que enfrentan las personas celíacas ha desarrollado nuevos productos que incluyen mermeladas, galletas, pre pizzas e, incluso, productos estacionales como las guaguas de pan, la rosca de reyes, etc.

    La emprendedora tiene nuevos planes. Quisiera abrir una tienda física para comercializar sus productos en Quito y en Guayaquil. La idea es que la gente pueda comprar sus productos cuando quiera y vivir la experiencia de la compra. Hoy tiene clientes en diferentes ciudades del país y la oferta sigue creciendo. Otro objetivo del negocio es poder industrializar.
    Ahora la empresa brinda un plus para sus clientes que implica la decoración de las mesas de dulces cuando, por ejemplo, se hacen pedidos para una fiesta infantil.

    María Grazia Borja es la propietaria de  Lolita Pastry Gluten Free. Su centro de operaciones está en el norte de Quito, cerca al parque metropolitano Guangüiltagua. Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
    María Grazia Borja es la propietaria de Lolita Pastry Gluten Free. Su centro de operaciones está en el norte de Quito, cerca al parque metropolitano Guangüiltagua. Fotos: Vicente Costales / LÍDERES
  • Las shigras se venden en una feria de Ambato

    Redacción Sierra Centro (F) 
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    La esquina de las calles Tomás Sevilla y Juan Benigno Vela, en el centro ambateño, se llena de colorido y de bullicio todos los lunes, desde las 07:00. Ahí se concentran mujeres indígenas y campesinos de Simiatug y Cuatro Esquinas, en Bolívar, y Atahualpa, Quisapincha, Salasaka y Chibuleo, en Tungurahua.

    Ellos están ahí para vender sus artesanías en la Feria de las Shigras. A las 07:30, todo está listo para la comercialización de estas artesanías que utilizan las jóvenes de las comunidades indígenas de Quisapincha, Salasaka, Chibuleo, Pilahuín y Tomabela.

    Vestidas con anacos, bayetas, blusas blancas y sombrero de paño, las mujeres ofertan estos pequeños bolsos que son tejidos con cabuya y tienen decoraciones con figuras como rombos, rayos…

    Carmen Silligana es una de las mujeres indígenas que acude, cada mes, a este sitio para vender las shigras que elabora en ese lapso. En promedio son dos bolsos grandes y dos pequeños; los cuatro fueron decorados con colores vivos. La mujer de 65 años ha tejido shigras durante 50 años. Lo hace en su taller en la comuna Putugleo Grande de la parroquia Quisapincha, a 25 minutos de Ambato.

    Celia Chimborazo, de la parroquia Simiatug, en Bolívar, cuenta que requiere de unas dos horas al día para elaborar esta prenda. Para adornar las shigras, ella usa morados, azules, verdes, rosados, amarillos, cafés y más para adornar las shigras que confecciona. Cada color que se usa tiene vinculación con la naturaleza, la tierra y los animales. Cuenta que usa cabuya y une las puntadas hasta que sea una tela delgada. Ella aprendió el tejido de su madre cuando tenía 13 años.

    Uno de los compradores fue Manuel Chipantiza. Él compra las shigras para guardar cebada, trigo, hasta papas y ocas. Cuando no los usa, los pone en un madero que tiene en el tumbado en su vivienda ubicada en la comunidad de Pungoloma, a 40 minutos al suroeste de Ambato. Otras personas también usan estas prendas para transportar las habas, choclo y mellocos cocinados para alimentarse cuando hay mingas o fiestas.

    Incluso, en la actualidad, en el campo se emplean como medida para el intercambio de productos. En las ciudades es una prenda preferida por las estudiantes universitarias y secundarias.

    Hay otras personas que compran las prendas con el objetivo de mejorar y ampliar los acabados, como Pedro Caiza. “Cosemos los filos con cuero para que las shigras se vean más elegantes. Las venden en la feria de Otavalo.

    Las prendas se caracterizan por los colores vivos que se utilizan. Tienen una conexión con la naturaleza que rodea a las comunidades indígenas. Foto: Archivo LÍDERES
    Las prendas se caracterizan por los colores vivos que se utilizan. Tienen una conexión con la naturaleza que rodea a las comunidades indígenas. Foto: Archivo LÍDERES