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  • Emprendedores venezolanos ayudan a compatriotas a aterrizar en España

    Agencia AFP

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    Con lo puesto, Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país.

    Como Rodríguez, otros venezolanos con éxito en los negocios sienten la necesidad de dar una mano, en plena escalada del número de sus compatriotas en España: en 2016 fue la nacionalidad que más creció, un 26,2% según datos oficiales.

    “Es algo consciente. Es la única manera de ayudar de este lado” , explica Fernando Rodríguez, presidente de Antojos Araguaney, una empresa de productos venezolanos en Madrid con medio centenar de empleados, el 95% del país sudamericano.

    Fundada en 2008 como modesta fábrica casera de quesos por Rodríguez al poco tiempo de establecerse en Madrid, hoy posee un restaurante de carnes, dos panaderías, puestos de productos venezolanos en mercados… Un imán para los venezolanos que buscan empleo al pisar Madrid.

    Recibe 40 currículos al día, el “99% de venezolanos” , dice Rodríguez, secándose el sudor de la frente mientras cocina en una enorme plancha cachapas, unas tortas dulces de maíz, en la fábrica de la empresa en las afueras de Madrid.

    Una diseñadora en la cocina 

    Uno de sus empleados es Ricardo Rojas, de 33 años. Ingeniero de profesión y dueño de una pequeña empresa de café en Venezuela, se cansó, en medio de la aguda escasez del país, “de que no hubiera material” para funcionar y emigró con su esposa a mediados de 2016.

    En Madrid, estuvo varios meses “aguantando” con ahorros hasta el punto de que “la cosa se estaba poniendo chiquita, porque todo era gastar”. Rodríguez le dio una oportunidad y hoy Rojas es el director de operaciones de la empresa.

    Valora la solidaridad de su jefe: “Él ha estado en esa situación de emigrante, que llegó sin mucho, y la comprende y lo primero que hace es ayudar a quien puede”.

    Ingenieros, abogados, periodistas o estudiantes venezolanos llegan a España y consiguen en estas empresas, generalmente restaurantes o bares, un primer trabajo que les brinda estabilidad en su nuevo hogar.

    Una de ellas es la diseñadora de modas Mayela Figuera, caraqueña de 38 años, quien en diciembre de 2015 escapó de “la terrible situación en Venezuela” de escasez de medicinas y alta criminalidad.

    Apenas obtuvo la residencia española, consiguió un puesto en la cocina en Arepa Olé, la cadena de Edgar Rodríguez que vende la tradicional tortilla de harina de maíz rellena, aun cuando nunca había trabajado en un restaurante.

    “Ha sido una gran ayuda”, explica Figuera, entre pedido y pedido en el restaurante en el centro de Madrid, donde trabaja con un ingeniero, una licenciada en turismo.

    Brindar estabilidad 

    La intención “es darles una mano, un apoyo, que lleguen y que mal que bien tengan un trabajo, que probablemente no es lo que hacían allá, pero tienen estabilidad”, señala Edgar Rodríguez, quien tuvo que trabajar en negro un tiempo desde que llegó en 2006 a España hasta conseguir los papeles.

    “Es un apoyo a la comunidad venezolana que está llegando. Nosotros sufrimos cuando empezamos” , dice. Sus 25 empleados son todos compatriotas.

    Figuera reconoce que en España su vida “es otra cosa” : en Caracas tenía negocio propio y residía con su marido en un barrio clase media en Caracas.

    Además de la nostalgia y de estar separada actualmente, el sueldo le alcanza “con las justas” para vivir y pagar el alquiler en Usera, un popular barrio en el sur de Madrid de gran concentración inmigrante.

    Pero “la diferencia es que ahora puedo salir de noche y sé que voy a llegar viva”, dice Figuera, cuya meta es volver a tener más temprano que tarde una empresa propia de moda.

    Desesperación 

     «Duele ver marchar a un cocinero o mesonero que consigue trabajo en su área, pero  se entiende», reconoce Andoni Goicoechea, fundador de la cadena de hamburgueserías Goiko Grill.

    Él mismo aterrizó en España en 2011 para ejercer como médico, pero terminó creando la empresa, hoy con 15 locales y en plena expansión, con 250 empleados, más de la mitad venezolanos.

    Pero ante la ola de inmigrantes venezolanos -en España, uno de sus destinos favoritos junto a Estados Unidos y Panamá, viven unos 180.000- los emprendedores, a sabiendas de que solo pueden contratar a personas con papeles, sienten impotencia por no poder ayudar más.

    “Sientes esa desesperación del venezolano” , confiesa Goicoechea.

    “Tenemos todos los empleados venezolanos que podemos tener” , se lamenta Arnold Moreno, director general en España de Sambil, empresa venezolana de centros comerciales que abrió en marzo su primer mall en Madrid, que es gestionado por una empresas con 60 empleados, la mitad de ellos venezolanos.

    Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país. Foto: AFP
    Edgar Rodríguez llegó a Madrid a probar suerte. Una década más tarde, dueño de una cadena de areperas, es uno de los emprendedores venezolanos que dan trabajo en España a compatriotas emigrantes que escapan de la crisis en su país. Foto: AFP
  • El regalo imposible: la Navidad de los venezolanos en medio de la crisis

    Agencia AFP

    Después de mucho buscar, Gabriela y Carlos encontraron el carrito a control remoto que su hijo Gabriel deseaba para Navidad. Pero en solo dos semanas, mientras completaban el dinero, la inflación que azota a los venezolanos tornó impagable el juguete.

    Costaba 75 000 bolívares cuando lo vieron por primera vez, pero al volver al almacén había subido a 105 000, casi cuatro salarios mínimos.

    El precio equivale a USD 156  a la tasa oficial más alta, y a USD 38 en la del mercado negro. Sin embargo, el sueldo básico en Venezuela es de apenas 40 dólares a la cotización oficial, y de 9,8 a la del paralelo.

    La inflación, que según el FMI cerrará este año en 475% y se disparará hasta 1.660% en 2017, ensombrece la Navidad venezolana. Prácticamente devoró los cuatro aumentos del salario mínimo decretados por el presidente Nicolás Maduro en 2016.

    Sin las luces y adornos que antaño daban colorido a la espera de Navidad y Año Nuevo, muchas calles de Caracas se ven vacías como en un feriado cualquiera, en vísperas de “la llegada del Niño Dios”.

    “Va a ser una Navidad triste, sinceramente. Muy triste, pero pa’lante”, afirma Antonia Cabrera, abuela de Gabriel, de ocho años.

    Es un fin de año muy distinto a los que recuerda Gabriela, acostumbrada a compartir en familia una buena cena, regalos y festejos. “ Ni siquiera era diciembre y la gente esperaba con alegría. Hoy la plata no rinde ” , se lamenta esta ama de casa de 29 años en su apartamento de El Valle, zona popular del oeste de Caracas.

    Allí vive con sus padres, esposo e hijo, una familia de la golpeada clase media. Independizarse es impensable por la crisis, que se agravó con la caída de los precios del petróleo, reflejada en una aguda escasez de alimentos y medicinas.

    Precarización

    Los trabajadores venezolanos que ganan el salario mínimo reciben además un bono mensual de 63 720 bolívares (USD 94,6 a tasa oficial y 23,1 del mercado negro) , intercambiables únicamente por alimentos y artículos de higiene.

    El reajuste de ese bono suplementario, que se otorga mediante tickets y no en dinero efectivo, supera el reajuste del sueldo básico, por lo que los empleados ven casi estancadas sus prestaciones, como los aguinaldos, que Maduro ordenó pagar desde fines de octubre.

    “Los bachaqueros (revendedores que proliferan por la escasez) ganan hasta cinco veces más que un profesional”, según el sindicalista Froilán Barrios.

    Para Humberto García, presidente de la Academia de Ciencias Económicas de Venezuela, subir salarios para compensar la inflación “ es una carrera perdida ” si no hay cambios en el modelo económico centralista, que incluye un férreo control de cambios y de precios.

    El alto costo de vida también impacta en la cena de Navidad y Año Nuevo.

    Una familia como los Cabrera precisa un tercio del ingreso mínimo (salario más bono) para preparar el plato navideño por excelencia: la hallaca, un tamal de maíz relleno con carne de res, pollo, aceitunas y uvas pasas.

    “Vamos a hacer el esfuerzo, pero uno tiene que dejar de comprar ciertas cosas”, apuntó Gabriela.

    Según el Centro de Documentación y Análisis de la Federación Venezolana de Maestros, el costo de la canasta alimentaria quintuplicó en noviembre el ingreso básico.

    Las fiestas decembrinas fueron antecedidas por violentas protestas y saqueos el pasado fin de semana en varias ciudades, que dejaron cuatro muertos y cientos de detenidos, ante el retiro del billete de 100 bolívares (USD 0,15 a la tasa oficial) , el de mayor valor y circulación.

    Denunciando que mafias traficaban con papel moneda venezolano en el exterior, Maduro discontinuó el billete sin que saliera a la calle -como estaba previsto- un nuevo cono monetario cuya mayor denominación es de 20.000 bolívares

    Muchos se quedaron sin efectivo y otros sin poder canjear los billetes en los bancos, pero tras los disturbios Maduro -quien prometió una “ Navidad feliz y en paz ” – prorrogó la vigencia del billete de 100 bolívares hasta el 2 de enero.

    Y al denunciar que comerciantes especulaban con los precios, lanzó a las calles a militares y funcionarios para imponer rebajas en tiendas de ropa.

    Las autoridades también confiscaron 3,8 millones de juguetes. Aunque inicialmente serían vendidos a precios subsidiados, el gobierno decidió regalarlos, confirmó este viernes el superintendente de Precios Justos, William Contreras.

    “No le hagan cartas a Santa Claus (…), en todo caso a San Nicolás, sin barba, con bigote”, bromeó Maduro, cuya gestión rechazan 77% de los venezolanos, según una reciente encuesta.

    Hartos, Gabriela y Carlos se preparan para emigrar con su hijo a Argentina, lo que entristece la Navidad de los Cabrera que ya vieron partir al exterior a otras dos hijas.

    Una mujer habla por teléfono mientras espera en un local que ofrece descuentos navideños. Foto: AFP
    Una mujer habla por teléfono mientras espera en un local que ofrece descuentos navideños. Foto: AFP
  • Venezolanos pagarán 1 400% más por dólares para viajes al exterior

    Agencia AFP

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    Los venezolanos tendrán que pagar 1 400% más por cada dólar que compren al gobierno -que monopoliza las divisas– para viajar al exterior, según un nuevo esquema cambiario anunciado este miércoles 9 de marzo del 2016.

    La moneda estadounidense para viajes al exterior podía adquirirse por 13,50 bolívares la unidad, pero ahora su valor se ajustará a una tasa fluctuante cuyo piso arrancará en 206,92 bolívares por dólar.

    El nuevo cambio flotará “de acuerdo a las dinámicas de la economía”, dijo este miércoles el ministro de Comercio e Industria, Miguel Pérez, en un acto realizado en el Banco Central.

    El piso de la nueva tasa había sido anunciada por el presidente Nicolás Maduro el pasado febrero, cuando decidió devaluar el bolívar en 37%.

    En Venezuela -país con las mayores reservas petroleras del mundo- está vigente desde 2003 un control cambiario que ha pasado por varias fases.

    El nuevo esquema establece dos tipos de cambio. Uno llamado Dipro (Divisas Protegidas) , destinado a rubros esenciales como alimentos y medicinas, que Maduro decidió aumentar de 6,3 a 10 bolívares por dólar en febrero último, lo que implica un alza de 37%.

    El segundo tipo de cambio, llamado Dicom (Divisas Complementarias) , rige la adquisición de dólares para viajes al extranjero de particulares, que deben cumplir un engorroso proceso burocrático.

    El ministro Pérez agregó que el nuevo sistema responde a una “emergencia económica”, como el gobierno socialista se refiere a la crisis que agravada por la caída de los precios del petróleo, generador de 96% de las divisas de este país altamente dependiente de las importaciones.

    Según el gobierno, los ingresos por el crudo se redujeron un 80% en los dos últimos años.

    Sin embargo, Pérez aseguró que Venezuela “no tiene un problema de solvencia”, pues posee “suficientes activos y capacidades para salir adelante. Pero tiene un problema de flujo de caja”.

    La disminución en la entrega de divisas por parte del gobierno ha generado una acumulación de deudas con proveedores internacionales por unos USD 12 000 millones, lo que ha incidido en una escasez de dos tercios de rubros básicos y la inflación más alta del mundo: 180,9% en 2015 (oficial) .

    Pérez denunció que la moneda nacional es objeto de un sistemático ataque, en especial desde la página web DolarToday, sitio de referencia de cambistas y bloqueada desde servidores venezolanos, según la cual el dólar se cotizaba este miércoles a 1.162 bolívares en el mercado negro (116 veces más que la menor tasa oficial).

    El ministro de Comercio e Industria de Venezuela Miguel Pérez informó sobre el nuevo sistema de cambio de dólares para los viajeros venezolanos. Foto: EFE
    El ministro de Comercio e Industria de Venezuela Miguel Pérez informó sobre el nuevo sistema de cambio de dólares para los viajeros venezolanos. Foto: EFE
  • Venezolanos se protegen de la escasez con despensas caseras

    AFP

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    El «está barato, dame dos», sello del venezolano en tiempos de bonanza, ha sido desplazado en época de escasez por «es lo que hay» al momento de comprar cualquier producto para engrosar sus despensas caseras celosamente guardadas por temor a que mañana los anaqueles queden vacíos.

    «En donde había discos, libros o cosas delicatessen que comíamos de vez en cuando, ahora se resguarda el alimento de mañana porque no sabemos si habrá más. En mi casa tenemos reserva para unos seis meses», comenta a la AFP Stephanie Montenegro, una comunicadora de 23 años.

    En su departamento de tres habitaciones, al abrir un cajón de un mueble de la sala o el guardarropa de la recamara, se descubre una reserva de detergente, desodorante, champú, papel sanitario o cualquier alimento.

    El arraigado consumismo de los venezolanos, que antaño regresaban del extranjero cargados de compras porque todo les parecía barato debido a la sobrevaluación de la moneda, se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años y que en este 2015 amenaza con recrudecerse.

    El índice de escasez es una de las mediciones mensuales del Banco Central, aunque desde hace casi un año no se conoce y el último dato disponible la ubicaba en una cuarta parte de alimentos y productos básicos.

    Ahora analistas la estiman en un tercio al menos. El presidente Nicolás Maduro achaca la escasez a una ‘guerra económica’ orquestada por empresarios y opositores, acusa a supermercados de ‘ocultar’ alimentos para generar ‘zozobra’ entre la población y alentar el descontento social. Pero los analistas la explican por el control de cambios vigente desde 2003, el empeño en mantener un dólar barato y la regulación de precios de alimentos y productos básicos.

    A ello se suma el desplome de los precios del petróleo que merma las divisas de Venezuela, que obtiene en el crudo 96% de sus ingresos. 

    El arraigado consumismo de los venezolanos se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años. Foto: Santi Donaire/ EFE.
    El arraigado consumismo de los venezolanos se ha modificado al ritmo de la creciente escasez que afecta a Venezuela desde hace unos años. Foto: Santi Donaire/ EFE.