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  • El ocaso del BEV

    El memo de la semana

    Aunque la decisión se había tomado hace más de un año, el Gobierno quiere poner en marcha un cambio en el manejo de las instituciones financieras bajo su poder. La primera decisión se orientó hacia el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV), cuya gestión será asumida paulatinamente por el Banco del Estado, en el transcurso de este año.

    El objetivo es optimizar la gestión de la banca pública y reorganizar su funcionamiento. No obstante, en el caso del BEV, los resultados en su manejo financiero no han sido óptimos. La entidad ha registrado una tendencia a la baja en su rentabilidad y eso se refleja en los resultados del primer trimestre; además, en su momento, la autoridad de control recomendó que se implementen estrategias para fortalecer la recuperación de cartera.

    Entre las razones que llevaron a la extinción del banco, otrora referente para la obtención de una vivienda en el país en el último medio siglo, están un errático manejo de la cartera, influencia política, débiles acciones para la recuperación de créditos, elevados gastos operativos, limitados planes de promoción de programas de vivienda y hasta la aparición del Biess, como un actor importante que le restó espacio en el mercado habitacional.

    A partir de este diagnóstico es fundamental tener en cuenta las lecciones que deja para la administración de la banca pública el ocaso del BEV. Este también es un referente importante a la hora de girar el timón en las otras entidades que están en la mira del Ejecutivo.

  • 3 puntos que alteraron la brújula de la entidad

    Al pasar las páginas de la historia de la entidad se puede determinar que un punto clave en la desorientación que vivió en varios de sus pasajes fue la falta de una identidad.

    El consultor Juan Alberto Vargas explica que el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV) nació bajo el objetivo de ser el ente que dé una solución al déficit de vivienda popular en el país. Pero que esa política no fue consistente. «Pasó de banca de primer piso, a banca de segundo piso en varias ocasiones. Se encargó de entregar el Bono de la Vivienda y hasta se puso a pagar a los clientes de una mutualista (Benalcázar) cerrada. Perdió su esencia, su brújula. Y sin ella, era evidente que iba a naufragar».

    De la mano, la línea política de cada Gobierno de turno dirigió los hilos de la institución hacia los objetivos prometidos en campaña. Aunque la idea original, fuertemente impulsada en la dictadura del general Guillermo Rodríguez Lara, era la de dar vivienda a los más pobres, esto se convirtió en un juego político.

    «El ofrecimiento de dar casas a los más pobres siempre fue algo rentable en términos de votos. Y el BEV fue una buena tarima para estos ofrecimientos. Allí, las cuotas políticas y los palanqueos empezaron a ser la tónica. Se enquistó el problema de las entidades públicas, que incluso ahora tiene bajo amenaza al Banco nacional de fomento (BNF), por ejemplo», señala Jacinto Armijos, un arquitecto que ya no ejerce.

    Por si eso fuera poco, en el 2010 apareció con fuerza el Banco del Afiliado (Biess), que se convirtió en la entidad que copó todos los espacios para el financiamiento de vivienda. Durante estos últimos años, y ante la flexibilidad para el otorgamiento de créditos blandos y a largos plazos, ello captó la totalidad de la atención de los constructores.

    Para la asesora inmobiliaria Francis Narváez, los constructores vieron que no era rentable invertir en vivienda popular, por eso los proyectos de este mismo Gobierno se han retrasado. «No es negocio para una constructora hacer proyectos de vivienda popular. Para tenerlo en perspectiva, si por cada casa de este tipo ganan 100, por una de mayor valor ganaran el doble, el triple y más. Entonces obviamente van a preferir realizar proyectos de vivienda más caros».

    Además, ya que el Biess ofrece financiamiento de hasta el 100% para cierto nivel de precios, el mercado inmobiliario iba a desplazar a la vivienda popular.