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  • Medicamentos para los más vulnerables

    Patricia González

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    Para la población de bajos recursos, el acceso a medicamentos es más limitado por el costo de los productos. Esta situación afecta en mayor medida a quienes padecen de enfermedades crónicas.

    Grupo Difare, en alianza con el Banco de Alimentos Diakonía, promueve desde hace dos años un Banco de Medicinas, cuyo objetivo es permitir una mayor accesibilidad a medicinas a personas en situación de vulnerabilidad.

    Sylvia Banda, gerenta de Asuntos Corporativos de Grupo Difare, explica que gracias a la vinculación con Diakonía lograron llegar a ese grupo de personas.

    El Banco de Alimentos, integrado a la Arquidiócesis de Guayaquil, trabaja con una red de más de 45 fundaciones para la entrega de alimentos y, desde el 2015, también de medicamentos. Los productos son destinados, principalmente, a adultos mayores, mujeres embarazadas y niños.

    En dos años, el Banco de Medicinas ha beneficiado a 7 090 personas, con 518 899 unidades de medicamentos, entregados a la fecha, valorados en USD 153 000. Banda señala que en el segundo año la cantidad de medicamentos se incrementó un 41%.

    Una de las beneficiadas fue Jackeline del Pezo, quien recibió las medicinas a través del proyecto Estrella de Belén, de la iglesia Discípulos de Jesucristo, en Guayaquil, que ayuda con alimentos y productos farmacéuticos a personas de bajos recursos.

    Pezo tiene una hija de cinco años, para quien ha recibido vitaminas, medicamentos para la tos y contrainfecciones. “Para nosotros es una ayuda muy grande”.

    El Banco cuenta con un portafolio de 110 productos, en 18 categorías, para el tratamiento de enfermedades cardíacas, respiratorias, diabéticas, gastroentéricas, dermatológicas, entre otras.

    El portofolio no solo lo integran productos del Grupo Difare. Desde febrero, Farmaya se unió al Banco con dos tipos de medicamentos, un antigripal y un multivitamínico.

    Banda aclara que los productos tienen plena vigencia. “Es una cantidad destinada a temas de responsabilidad social”.

    Los medicamentos son otorgados bajo dos condiciones. La primera es que la fundación beneficiada cuente con un dispensario médico y la segunda que las medicinas se entreguen bajo pedidos. De esta manera, Difare garantiza que no haya retorno de los productos.

    Para Verónica Sión, vicepresidenta del Directorio de Diakonía, el beneficio de la alianza con el banco de medicinas es el poder aportar a recuperar la salud y generar mayor bienestar en personas vulnerables.

    Ella recuerda que uno de los compromisos suscritos por el país en las Naciones Unidas es el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030. Uno de los ODS busca lograr una cobertura universal de salud y facilitar medicamentos y vacunas seguras y asequibles para todos.

    Banda y Sión resaltan que este tipo de alianzas entre un banco de alimentos y uno de medicina es una iniciativa pionera, incluso en América Latina. Hoy, el banco beneficia a los cantones de Guayaquil y Durán y a la provincia de Santa Elena. Pero la intención es lograr un alcance nacional.

    El Banco de Medicamentos también trabaja en campañas de prevención, en alianza con Laboratorios Bayer. Cortesía: Grupo Difare
    El Banco de Medicamentos también trabaja en campañas de prevención, en alianza con Laboratorios Bayer. Cortesía: Grupo Difare
  • Jóvenes vulnerables que reciben apoyo

    Valeria Heredia

    Un grupo de voluntarios hizo una donación más valiosa que el dinero y los objetos: compartieron su tiempo y sus conocimientos con jóvenes en situación de vulnerabilidad.
    Ubicado en una de las zonas de mayor movimiento económico de la capital, el Hotel JW Marriott Quito abandera desde el año pasado el proyecto denominado Espíritu de Servicio, que unió a 289 voluntarios del hotel.

    El proyecto consiste en apadrinar a dos jóvenes de grupos vulnerables durante tres meses para que aprendan conocimientos hoteleros. La ingeniería, el ‘housekeeping’, la lavandería y la floristería son parte de las áreas que abordan los jóvenes considerados como pasantes.

    El hotel trabaja con una adolescente de 17 años que pertenece al Centro Adole-Isis de Acogida Temporal para madres adolescentes y adolescentes embarazadas, y refugiados de HIAS, una organización global de protección e integración de refugiados. La meta es preparar a los beneficiarios para la reinserción laboral.

    Este proyecto ya cuenta con beneficiados: cuatro madres adolescentes culminaron el curso y recibieron su certificación de culminación de esta capacitación.

    La formación incluye servicio al cliente, procedimientos y políticas de la empresa con respecto a seguridad, responsabilidad ambiental y otros temas.

    Priscila Almeida, trabajadora social en JW Marriott, explica que el proyecto engloba a niños, jóvenes, adultos y adultos mayores; pero la gran apuesta es el proyecto de aprendizaje y capacitación. “Los refugiados y las madres adolescentes aprenden conocimientos básicos de hotelería. Lo que les lleva a tener más oportunidades de trabajo”.

    El proyecto tiene tres fases, en el caso de las madres adolescentes. Primero aprenden arreglo de habitaciones; luego van a la lavandería, donde se capacitan en lavado de ropa y manejo de maquinaria industrial; y el último mes pasan a floristería, con el objetivo de desarrollar su creatividad.

    Los adornos florales decoran distintos espacio del hotel.

    Mientras que los jóvenes aprenden mantenimiento e ingeniería dentro del hotel; es decir, instalaciones eléctricas, tuberías, etc.

    Para Almeida, el objetivo central es aumentar la autoestima y fortalecer sus relaciones sociales y laborales dentro del hotel.

    Almeida sostiene que el ambiente laboral permite que los jóvenes se desenvuelvan de mejor manera. “Cuando termina el curso no queremos que se vayan”.

    Lo importante de este proyecto es que deja las puertas abiertas para que cuando terminen sus estudios puedan ingresar al hotel como empleados.

    Otro de los beneficios de Espíritu de Servicio es que los pasantes pueden acceder a servicios del hotel como la comida, explica la trabajadora social del hotel.

    Además, cuentan con un bono de USD 50 al mes para que se transporten sin complicaciones desde sus casas hasta el trabajo y viceversa; también tienen atención médica. “Las fundaciones a las que pertenecen cubren sus gastos y buscan reinsertarlos en los diferentes puestos de trabajo”.

    El hotel, además, hace un seguimiento de las personas que se capacitaron dentro del hotel, para saber si se ponen en práctica los conocimiento aprendidos.

    Según Almeida, hay otros proyectos de responsabilidad social. Este año, por ejemplo, entregarán una vivienda y adecentan un albergue de la ciudad.

    “Una vez al mes realizamos un proyecto de responsabilidad social; hacemos reforestación, visitas de niños a las instalaciones del hotel, limpieza de los alrededores, apoyo a otras instituciones…”.

    Para Almeida, el espíritu de servicio es un valor innato del hotel, que lo fortalecen a diario.

    Una de los jóvenes que se capacita en el Hotel JW Marriott, como parte del programa Espíritu de Servicio. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Una de los jóvenes que se capacita en el Hotel JW Marriott, como parte del programa Espíritu de Servicio. Foto: Patricio Terán / LÍDERES