Etiqueta: yogur

  • La demanda de su yogur y leche condensada aumentó

    Redacción Cuenca

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    La empresa El Pinar, que funciona en el norte de Cuenca, aumentó sus ventas durante la emergencia que rige en Ecuador desde marzo pasado que busca frenar el avance de covid-19. Tuvo una ligera para, pero retomó sus operaciones debido a la necesidad de cubrir la demanda de sus productos lácteos y bebidas.

    Los productos principales son la leche condensada y el yogur de diferentes sabores y presentaciones. Las ventas de ambos crecieron un 50% durante este confinamiento con respecto a los meses anteriores, dice el gerente de El Pinar, Juan Carlos Correa. Este ingeniero de Alimentos abrió esta compañía hace 15 años.

    “El consumo ha subido porque el yogur es considerado como un producto de primera necesidad para las familias, sobre todo, para los niños”, explicó Correa.

    En el caso de la leche condensada, agregó el empresario, es más demandada porque las amas de casa y otras personas han optado por hacer repostería y helados durante esta cuarentena como una opción para tener ingresos adicionales o de distracción”.

    Todos los años ha sido de crecimiento en ventas para esta empresa. Durante el 2019 facturaron más de USD 1,26 millones en sus diferentes líneas y para el 2020 tiene previsto llegar a los USD 2 millones, comentó Correa.

    Él solicitó a los propietarios de los supermercados y de los comisariatos que destaquen a los productos ecuatorianos sobre los importados porque, en la actualidad, hay un sentimiento de consumir los bienes nacionales.

    “Hay expectativas para un crecimiento constante. No solo para las líneas de producción que tenemos en la actualidad, sino también para diversificar los productos”.

    El empleado Sergio Pérez registra los lotes de las bebidas con aloe.
    El empleado Sergio Pérez registra los lotes de las bebidas con aloe. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES

    Correa aseguró que la demanda crece porque la principal fortaleza de la firma es la calidad de los productos. Eso implica controles en los procesos productivos basados en Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), materias primas y logística. “Las materias primas llegan de proveedores certificados. Todos los procesos están completamente automatizados en la planta”.

    El Pinar cuenta con un laboratorio propio para efectuar el control de calidad de sus productos, que son controlados antes de que salgan de la fábrica, dijo Correa.

    Durante el confinamiento solo dejó de operar durante tres días,. Luego determinó la necesidad de seguir laborando porque había demanda; los comisariatos no cerraron y la firma tiene 12 agencias del país para la distribución.

    Sus productos están en todas las cadenas de supermercados que funcionan en el Ecuador. “No desabastecimos en ningún momentos a ninguno de nuestros compradores”.

    Correa señaló que cuando se reanudaron las operaciones, el ingreso de las materias primas de otras ciudades y sacar el producto terminado a otras regiones fue muy complicado, sin embargo, poco a poco se aplicaron los protocolos de bioseguridad y “no hemos tenido una sola persona que se haya contagiado”.

    Todos los colaboradores pasan por un proceso de control para ingresar a la planta con tomas de temperatura, desinfección, entre otros parámetros de bioseguridad. Adicionalmente, se llevan registros de toda la producción
    .
    Otro aspecto fue la elaboración de protocolos para los transportistas externos y su flota de cinco vehículos propios.

    La firma tiene 35 empleados laborando en producción, principalmente. A más del yogur y de la leche condensada se prepara manjar y, hace tres meses, se lanzó una bebida con pedazos de aloe. Según Correa, el despegue de este último fue espectacular, pero se frenó por la pandemia porque la gente prioriza los productos indispensables. Se ofertan los sabores de uva y manzana verde con trozos de aloe.

    Hasta antes del confinamiento por covid-19, que empezó en marzo pasado, la firma comercializó 4 500 cajas, que contienen 24 botellas de 330 centímetros cúbicos. Las ventas se hacen a través de 12 distribuidores y de las cadenas de supermercados. “Es un mercado prometedor el de las bebidas de aloe”, señaló el empresario e ingeniero de alimentos que se especializó con cursos en EE.UU., Colombia y Europa. También visitó fábricas en países europeos, para conocer sus procesos y el equipamiento de las mismas.

    El trabajador José Arias labora en los tanques de procesamiento de los lácteos. Usa todas las protecciones de bioseguridad.
    El trabajador José Arias labora en los tanques de procesamiento de los lácteos. Usa todas las protecciones de bioseguridad. Foto: Xavier Caivinagua par LÍDERES
  • Un yogur quiteño con toque griego

    Redacción Quito

    El yogur es un producto que los ecuatorianos consumen, sea directamente o en preparaciones. Aprovechando esta preferencia nació el negocio Atlas Yogurt.

    Surgió de un proyecto universitario en 2015. Se buscaba desarrollar algo innovador, de calidad, que satisficiera la necesidad de clientes que quisieran mantener una dieta equilibrada.

    Patricio Aguinaga, actual propietario de Atlas Yogurt, trabajó en la empresa como asesor de contabilidad y finanzas; en julio del año pasado, adquirió la totalidad de acciones para continuar con este negocio, pues los anteriores dueños querían liquidarlo.

    El nombre del negocio nació de la relación entre la receta de yogur griego y el titán Atlas, personaje de la mitología.

    Cuando inició este emprendimiento la inversión que realizaron los exdueños fue de aproximadamente de USD 20 000. Este monto sirvió para adecuar la planta de producción y empezar con las primeras pruebas.

    Para la producción se utiliza leche y fermentos lácticos. La elaboración del producto demora, aproximadamente, 36 horas.

    El proceso se inicia con la colocación de la leche en un recipiente industrial para luego añadir los fermentos lácticos. Después de esto se debe esperar un tiempo para proceder al filtrado, en el que se inicia la recolección del yogur.

    “El proceso de producción lo realizamos respetando al máximo la manera tradicional de producción de yogur griego. Con ello logramos hacer un lácteo con una textura determinada: cremoso y con un sabor balanceado”, expresa el propietario de la firma.

    Aguinaga añade que lo que hace diferente a su producto es que no contienen ningún tipo de preservante ni espesantes.

    Además, afirma que mantiene vínculos fuertes con los principales proveedores. Esto asegura el abastecimiento y la calidad de cada una de las materias primas. En cuanto al equipo de trabajo, Atlas Yogurt está formado por siete personas que aportan directa e indirectamente en la producción.

    La oferta que la empresa presenta al mercado se divide en dos segmentos: consumidores finales e institucional; para cada uno tiene presentaciones diferentes.

    Dentro del segmento de consumidor final comercializa frascos de vidrio de 730 mililitros (ml), de sabor natural. El envase de 250 ml tiene sabores de frutas como maracuyá, mora, coco y taxo.

    La oferta del segmento institucional tiene dos presentaciones de cuatro y ocho litros, ambas en sabor natural.

    Verónica García, clienta de este emprendimiento, menciona que conoció de los productos Atlas en agosto del año pasado y desde entonces los adquiere frecuentemente. “La calidad de este yogur es extraordinaria, tanto en sabor, cremosidad y textura. Me encantan porque son naturales y bajos en azúcar; los envases de vidrio me llamaron mucho la atención, es una manera muy buena de colaborar con el medioambiente”.

    El propietario del emprendimiento comenta que busca generar conciencia ambiental entre los clientes. “Todas las presentaciones al público son en envases de vidrio. Tenemos una política de retorno de envases desde el inicio. Pueden entregarnos los clientes o desde los puntos de venta”, añade Aguinaga.

    Los productos de este emprendimiento se distribuyen en una red de tiendas de Quito, Cumbayá y el valle de Los Chillos. Debido a la emergencia sanitaria se pensó en una alternativa de distribución: se está realizando envíos a domicilio y se abastece a los puntos de venta.

    Los planes a futuro de este emprendimiento son desarrollar nuevos productos y sabores, así como expandir el negocio hacia otras plazas que le permitan mantener una estrategia de crecimiento sostenido.

    Patricio Aguinaga es actual propietario de Atlas Yogurt. Destaca su política de cuidado ambiental
    Patricio Aguinaga es actual propietario de Atlas Yogurt. Destaca su política de cuidado ambiental. Foto: Cortesía Atlas Yogurt
  • La nueva idea es un yogur para veganos

    Redacción Quito

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    La innovación. Si algo caracteriza a Ecopacific, empresa que elabora jugos naturales es este término. Por eso, la búsqueda de los mejores estándares tecnológicos y de calidad en sus productos llevó este año a esta empresa a presentar una nueva opción para los veganos y los intolerantes a la lactosa: el yogur D’hoy elaborado con pulpa de coco.

    Kevin Barcia, CEO de la compañía, menciona que en octubre del 2015 Ecopacific asistió a una feria internacional en Alemania en la que se exhibieron una serie de productos acordes a las nuevas exigencias de los consumidores. Entre las principales innovaciones presentadas estaban los productos lácteos veganos, como el yogur.

    Barcia, a su regreso, empezó a idear la estructura para elaborar un nuevo producto. Primero elaboró estudios de mercado que le ayudaron a determinar si un yogur, de esas características, funcionaría en el país. Según sondeos de Ecopafic, existe un 15% de la población ecuatoriana que es intolerante a la lactosa.

    Pero todavía no hay registros de cuántas personas se consideran veganas, menciona el empresario.

    El resultado de la investigación fue un yogur elaborado con pulpa de coco, libre de gluten, soya y lácteos. En lugar de azúcar, D’hoy utiliza un toque de jugo de caña recién extraído.
    Entre los ingredientes están componentes probióticos, que ofrecen vitaminas D y calcio digerible. La bebida tiene dos sabores: coco y almendras.

    Para la producción, Barcia señala que en la planta de producción en Sangolquí, al oriente de Quito instaló esta nueva línea de negocio. Durante el proceso, la pulpa de coco obtiene una resistencia similar al yogur, aunque el CEO de la compañía prefiere no dar más detalles de cómo obtiene su producto por temas de estrategia y competencia.

    En cuanto a los proveedores de coco, todos son locales. Vienen de Manabí y Guayas; la almendra la compran a importadores que adquieren la fruta seca desde Chile. Hoy se producen 7 000 litros semanales de yogur de coco.

    En cuanto al sistema de etiquetado del producto, Ecopacific trabaja con la empresa Etiflex, ubicada en las afueras de Guayaquil.

    Ruth Rojas, ejecutiva de ventas de la empresa, detalla que para esta línea de negocio de Ecopacific se usan etiquetas de mangas de termoencogible. Estas en lugar de adherirse con adhesivo, lo que hace es vestir a toda la botella. La demanda de etiquetas por mes es de 30 000 unidades.

    Barcia resalta que este producto no debe ser considerado como competencia de los productos lácteos, sino debe verse como una alternativa para quienes son intolerantes a la lactosa y son veganos.

    Desde julio de este año, los yogures veganos de D’hoy se comercializan en cadenas de supermercados, farmacias y gasolineras a escala nacional.

    Las ventas han superado las expectativas, según Barcia. Por lo que entre agosto y septiembre del 2016, el yogur vegano D’hoy representa un 7% del total de ventas en los productos procesados de Ecopacific. Para finales de este año, la firma prevé sacar nuevos ocho sabores. Asimismo, quiere posicionar el yogur vegano D’hoy en mercados extranjeros como Colombia.

    Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES Kevin Barcia, CEO de Ecopacif presenta la nueva opción de yogur vegano de la marca D’hoy. El producto tiene dos sabores y no tiene azúcar.
    Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Kevin Barcia, CEO de Ecopacif presenta la nueva opción de yogur vegano de la marca D’hoy. El producto tiene dos sabores y no tiene azúcar.
  • Un reconocimiento al sabor y la calidad

    Washington Paspuel

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    El Grupo Vilaseca, un holding con presencia en varios países de la región con cuatro unidades de negocios, recibió en julio pasado un reconocimiento internacional a la calidad de dos de sus productos más emblemáticos en su segmento de alimentos procesados: el pan de yuca con queso criollo de la línea Facundo y el yogur clásico de frutilla de la línea de lácteos Chivería.

    El Grupo es uno de los conglomerados empresariales más diversificados del país, con segmentos de negocios dedicados a la exportación, producción y distribución de productos y al sector inmobiliario.

    La unidad de alimentos del holding recibió el reconocimiento del Instituto Internacional de Sabor y Calidad (íTQí, por su siglas en inglés) este 2016. El galardón fue por los dos productos, que son considerados como exitosos por su posicionamiento entre los consumidores.

    El Instituto, con sede en Bruselas (Bélgica), es una entidad especializada en catar y promocionar productos alimenticios de atributos destacados de determinadas características.

    Según la compañía, el sello iTQi Superior Taste Award es un reconocimiento a la calidad en sabor, otorgado anualmente por 120 chefs y sommeliers. El jurado del premio lo componen miembros de 17 países, que representan a las asociaciones culinarias consideradas las más prestigiosas en Europa.

    “Al igual que la guía Michelin (de los mejores restaurantes del mundo), el iTQi no organiza una competición, sino que recompensa a los productos por sus propios méritos”, explicó el grupo empresarial.

    Los dos productos del holding recibieron la calificación de dos estrellas de oro, como reconocimiento a sus atributos de sabor, olor y textura.

    Fanny López, directora de la Unidad de Negocios del holding, manifestó que ese reconocimiento se traslada a todo el portafolio de la compañía. “Todas nuestras fábricas tienen los mejores certificaciones de producción. El yogur Chivería, por ejemplo, está hecho con leche fresca, sin aditivos”, explicó la ejecutiva.

    En el caso del pan de yuca Facundo, la compañía detalló que en su desarrollo se buscó la mejor receta criolla y en el proceso se descubrió al queso ecuatoriano. “Es más esponjoso y garantizamos a nuestros consumidores que no tenemos conservantes ni aditivos en sus procesos”, dijo.

    El holding citó a la consultora internacional de mercado GFK para señalar que el pan de yuca es el preferido por seis de cada 10 consumidores ecuatorianos.

    El Holding nació en 1931 y está presente, actualmente, con el portafolio de su unidad de alimentos en 43 países, a los que exporta procesados, lácteos, bebidas y helados, según datos de la compañía. El grupo tiene presencia en Perú y Colombia.

    Francisco Risques, presidente ejecutivo de la Unidad de Alimentos de Vilaseca, manifestó que las dos líneas de alimentos tienen más de 50 años dentro del grupo empresarial. En el caso del yogur clásico de frutilla, el ejecutivo contó que se procesa con ingredientes frescos, sin la adición de colorantes ni preservantes.

    El color de la bebida, por ejemplo, lo obtienen de la propia pulpa de la fruta fresca, cosechada en las haciendas que posee la firma y la leche se recolecta en centros de acopio que se manejan con controles de calidad. “Es un orgullo porque es una prueba más de que hacemos las cosas correctamente”. Según la firma, se trata del único producto en su segmento que recibe dicha distinción en América Latina.

    Con este reconocimiento la compañía apunta a potenciar la imagen de sus dos productos. Fernando Calderón, jefe de Compras de Frigomar, una comercializadora de lácteos y congelados del norte de Guayaquil, mencionó que el yogur de la firma mantiene una alta rotación en sus perchas porque se promociona como un producto natural. “Hay una mayor clientela que ahora busca productos que ofrecen ingredientes frescos y sin aditivos”, manifestó.

    Lo propio hizo la consumidora María Paredes, quien considera que el yogur tiene un toque de sabor que concentra la fruta. Igualmente destaca el pan de yuca.

    Los principales ejecutivos del Grupo Vilaseca presentaron los dos productos de su línea de alimentos reconocidos por su calidad y sabor. Foto: Cortesía Grupo Vilaseca
    Los principales ejecutivos del Grupo Vilaseca presentaron los dos productos de su línea de alimentos reconocidos por su calidad y sabor. Foto: Cortesía Grupo Vilaseca
  • La modalidad de franquicia expande un emprendimiento de yogur dietético

    María Victoria Espinosa (I)   redacción@revistalideres.ec

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    El 2010 fue clave para encontrar la fórmula exacta del helado de yogur dietético Greenfrost.
    Andrea Arévalo y sus padres iniciaron el negocio familiar, tras conocer que en Europa se comercializaba el producto.

    Ellos intentaron varias recetas hasta conseguir un helado de textura suave y homogénea. Para darle un valor agregado al producto, este se sirve con frutas de temporada, salsas como chocolate, leche condensada o manjar, y aderezos como las nueces, pasas o galleta desmenuzada. También se lo puede acompañar con suaves licores como la piña colada, el rompope, el licor de cacao, entre otros.

    Para ella, la idea inicial era convertir al negocio en una heladería de renombre en Santo Domingo de los Tsáchilas, pero a las dos semanas de abrir el primer local (27 de febrero del 2011), recibió una oferta para desarrollar el modelo de franquicia de esta iniciativa.

    A los seis meses ya tenían más de 10 locales franquiciados. Arévalo asegura que, aunque no estaba en los planes crecer en tan poco tiempo, el resultado se debe a la calidad y a la exigencia para que la atención al público sea óptima.

    También influyó el respaldo de la clientela. La emprendedora recuerda que más allá de la publicidad y las estrategias de mercadeo, fue fundamental que una persona fuera con su familia al local y recomendara el helado a sus amigos.

    Arévalo dice que el producto tiene acogida porque en Santo Domingo, en el 2011, no se ofertaba un helado dietético. “El yogur tiene menos calorías que el tradicional, por eso solo se pensó en un helado natural y más bien se ofrecen frutas y aderezos al gusto del cliente”.

    Mientras prepara el helado, Arévalo recuerda que los primeros meses el producto se hacía de forma artesanal en su casa. Tardaban ocho horas y solo necesitaban tres personas (su familia).

    Los hacían en una olla con capacidad para 20 litros. Pero hace un año instalaron una planta llamada Yogurt Nature, ubicada en la avenida Quito, en Santo Domingo de los Tsáchilas. Se invirtieron USD 500 000, en el mobiliario y adecuaciones del lugar. Allí trabajan ocho personas.

    La cantidad mínima de helado que se elabora es de 1 120 litros diarios. Ese producto se distribuye a escala nacional a 40 franquicias que hoy tienen la marca. Esta cuesta USD 10 000 e incluye los derechos para utilizar la marca y logotipos en un local. El mobiliario tiene un costo de unos USD 40 000.

    Pero Arévalo asegura que antes de otorgar una franquicia, el primer paso es realizar un estudio de mercado. Uno de los parámetros es que el local se ubique en zonas urbanas, comerciales o escolares. “Tenemos personal que se queda varios días en una ciudad, para analizar si el negocio tendrá éxito”.

    Viviana Márquez tiene una franquicia en el centro de Santo Domingo, desde hace un año. Ella invirtió alrededor de USD 40 000.

    En días calurosos o temporada escolar venden hasta USD 10 000 mensuales. Para la propietaria, el negocio fue rentable desde el inicio. Ella recuerda que el primer fin de semana obtuvo de ganancia neta USD 400. “Me emocioné, porque elegí la franquicia adecuada”.

    Constanza Armijos es clienta y dice que siempre compra en ese local. “Me parece sano para mis hijos, porque comen frutas”.

    En Santo Domingo de los Tsáchilas, por ser la provincia en la que se inició el emprendimiento, hay más de nueve locales. Por el momento, no se abrirán más franquicias, para no saturar el mercado. La marca se difunde en más de 20 ciudades de Ecuador.

    El nuevo reto será incursionar en Galápagos. Tardarán seis meses. En ese tiempo la familia busca fortalecerse espiritualmente.

    Andrea Arévalo y su familia idearon un helado de yogur bajo en calorías. Ahora tienen una planta para elaborar el producto; en tres años lograron vender 40 franquicias. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    Andrea Arévalo y su familia idearon un helado de yogur bajo en calorías. Ahora tienen una planta para elaborar el producto; en tres años lograron vender 40 franquicias. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • Su yogur conquista el paladar del austro

    Redacción Cuenca

    Juan Carlos Correa se graduó hace 18 años en Ingeniería de Alimentos en la Universidad del Azuay. Luego de laborar cerca de una década en una empresa de lácteos del Austro, incursionó en su negocio. Invirtió USD 500 000 para montar El Pinar, que funciona desde hace siete años (norte de Cuenca).

    Los conocimientos que adquirió le permiten desarrollar productos lácteos y de frutas. En la planta se elaboran yogur, manjar y crema de leche, mantequilla y ‘topping’ de frutas (aderezo), para las heladerías. La inversión inicial también sirvió para abrir y equipar un Delicentro que funciona hasta la actualidad, en el sector de Challuabamba, en la vía rápida Cuenca-Azogues.

    El inicio fue difícil, porque tuvo que competir con empresas que ya estaban consolidadas en el mercado nacional y que tenían un sistema de comercialización montado y funcionando. Otra limitante fue la falta de dinero para crecer.

    Según Correa, venció esas trabas con constancia, ofertas comerciales atractivas y producto de calidad. «El yogur es semidescremado y eso es un ‘plus’ que es apreciado, porque los clientes buscan productos bajos en grasas».

    Hace dos años, Lácteos El Pinar amplió la capacidad de su planta a 3 500 kilos diarios de las diferentes variedades con una inversión de USD 100 000. Al inicio solo producía 200 kilos al día.

    Este año está planificada otra ampliación, porque la firma está trabajando a plena capacidad y la demanda aumenta. Con ello, indica Correa, se producirán nuevas variedades en un par de meses y la capacidad se duplicará.

    Sus conocimientos los reforzó especializándose con cursos en Estados Unidos, Colombia y Europa. Correa también visitó fábricas en países europeos, para conocer sus procesos y el equipamiento. La última ocasión estuvo en Alemania, desde donde importa su nueva tecnología. La anterior es de procedencia francesa e italiana.

    El año pasado, esta empresa cuencana facturó USD 720 000 y para este período planifica cerrar con USD 1 millón. «El incremento se debe al ingreso a Guayas, en donde cada día hay más demanda de los locales comerciales…».

    En la actualidad, laboran 20 empleados en los departamentos de producción, comercialización, administrativo y logístico. La planta está ubicada en la parte posterior del Delicentro, en donde también se oferta comida rápida junto a las 30 líneas de productos de diferentes sabores y tamaños, que tiene la firma.

    Correa tiene vendedores que ofertan la producción en el sur del país. Ellos comercializan en las provincias de Loja, El Oro, Zamora Chinchipe, Cañar, El Oro, Azuay y Guayas. Estas dos últimas jurisdicciones son sus principales mercados, porque tienen cerca del 60% de sus ventas. «En los mercados de Guayaquil, Machala y Loja aún se puede crecer más», señala el empresario, de 40 años.

    Este emprendedor adquiere la leche en un centro de acopio ubicado en el cantón cañarense de Biblián, las frutillas y las moras las compra a una asociación de productores de Sevilla de Oro, un cantón azuayo ubicado en la zona nororiental. «Les compro toda la producción, porque tienen sello verde y ofrecen buenos estándares de calidad. Debo garantizar la calidad de la materia prima para elaborar mis productos», dice Correa.

    Sus productos también se comercializan en heladerías que tienen alcance nacional, como Tutto Freddo, y en centros comerciales, como Almacenes Tía, Coral Hipermercados del Grupo Ortiz y la Megatienda Santa Cecilia. El representante de este último establecimiento ubicado en Centro Histórico de Cuenca, René Barahona, señala que desde hace tres adquieren las variedades de yogur y manjar de Lácteos El Pinar.

    Barahona considera que es una marca que se ha hecho espacio frente a los líderes del sector y lo hace con productos de calidad y con envases; es moderno y resulta atractivo a los clientes. «La rotación del producto es aceptable».

    La pyme por dentro

    • Sus 30 líneas de productos. Se dividen en yogur de varios sabores y tamaños, manjar de leche, topping de frutas y crema de leche al granel e industrial.
    • La planta de Lácteos.  El Pinar está por certificarse con la norma de Buenas Prácticas de Manufactura, para el control sanitario. En los envases colocará la nueva exigencia del Régimen para identificar la cantidad de azúcar y grasa.