Etiqueta: yogurt

  • Los quesos y el yogurt salen desde Sigchos

    Redacción Sierra Centro (F)
    Contenido intercultural

    Relacionadas

    Los 5 700 litros de leche que produce diariamente la Asociación Artesanal de Comercializadores de Leche del Cantón Sigchos (Asocolesig) son de buena calidad. Se utilizan para la elaboración de quesos mozarella y frescos. Además, yogurt de frutas y natural con la marca Sigcholag.

    350 comuneros integran esta agrupación. Ellos pertenecen a las parroquias de Insiliví, Chugchilán, Las Pampas y Cerro Azul. Los productores procesan 2 000 litros diarios para la fabricación de derivados. Mora, durazno y fresa son los sabores de los yogures que comercializan.

    Jesús Doicela, administrador, cuenta que 3 700 litros de leche se venden a las industrias El Ordeño, Alpina, Mi Ranchito y San José. Los principales mercados son Sigchos, Latacunga y Quito, pero buscan expandirse con la comercialización a Ambato, Guayaquil y otras urbes. “Estamos trabajando y buscamos lograr nuestra meta”.

    En 2018 esta firma lechera facturó alrededor de USD 1 millón. Recuerda que al inicio compraba 200 litros de leche diarios, pero la demanda creció.

    La agrupación cuenta con cinco empleados. “Estamos creciendo con el apoyo del Consejo Provincial de Tungurahua y del Ministerio de Industrias y otras entidades. Los técnicos nos ayudan en la producción y capacitación constante de la mano de obra, para ofrecer productos de calidad”.

    La empresa comenzó a invertir en el 2010; el capital inicial fue de USD 370 000. Los recursos llegaron del canje de deuda que mantenía Ecuador con Italia y este la condonó y financió proyectos y programas de orden social.

    Con el apoyo del Municipio de Sigchos, que aportó con USD 97 000, se ejecutó el proyecto. “Iniciamos produciendo tanto el queso, como el yogurt”.

    Doicela explica que tiene quesos en presentaciones de 500 y 750 gramos, de uno y tres kilos. La leche compra en las fincas a USD 0,37 el litro y lo vende en 0,41. Los USD 0,04 centavos ayudan a financiar el funcionamiento de la planta. “Nuestros productos cuentan con registros sanitarios y son de calidad, por eso cambiamos de categoría de la pequeña a mediana empresa. La facturación llegó a un millón”.

    Ahora trabajan en un nuevo proyecto para el envasado de leche con el apoyo del Consejo Provincial de Cotopaxi, que dará USD 140 000 para el montaje de la nueva planta. La Asociación entrega como contraparte el terreno.

    Con la Prefectura de Cotopaxi trabajaron en el fortalecimiento del consorcio de lácteos. El Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) capacitó en el procesamiento de leche en quesos frescos, mozarella y yogurt de frutas. “La propuesta es dar un valor agregado a la producción”.

    La formación técnica asegura que los productores obtengan leche de calidad. Los productores conocen sobre manejo de pastos, ganado y buenas prácticas de ordeño. “Estamos trabajando constantemente en la capacitación de nuestro personal y eso garantiza nuestro producto”.

    Uno de los distribuidores en Latacunga es Gonzalo Calderón. Trabaja con la firma hace dos años. “Los productos que manufactura Asocolesig son de excelente calidad y cuentan con todos los registros sanitarios. Los clientes buscan el queso que tiene buen precio en el mercado”.

    Explica que las ventas han crecido en un 10%, aunque en la actualidad se mantienen estables. “Es una forma de respaldar la industria local y que mejor a las comunidades indígenas”.

    Washington Salgado y Oswaldo Doicela cuentan que iniciaron a trabajar hace 12 años en la recolección de leche en las comunidades. Eso ayuda en la economía de las familias de sigchos.

    La idea de esta asociación es poder comercializar el producto de manera directa.

    En el Ecuador se producen 5,5 millones de litros de leche al día. 2,5 millones van a las industrias formales y el resto se queda en la informalidad, según datos de la Asociación de Ganaderos de la Sierra y Oriente.

    Washington Salgado  y Oswaldo Doicela son parte de la Asociación de Comercializadores de Leche de Sigchos
    Washington Salgado y Oswaldo Doicela son parte de la Asociación de Comercializadores de Leche de Sigchos. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La mashua es la estrella de su negocio

    Cristina Marquez

    (F)
    Contenido Intercultural

    Relacionadas

    El yogurt que manufacturan las 16 socias de la organización Mushuc Kawsay tiene un sabor dulce, un toque frutal y el particular sabor de la mashua, un tubérculo andino similar a la oca. Ellas fundaron una empresa comunitaria para mejorar la calidad de vida de sus familias y simultáneamente cuidar el ambiente y rescatar el cultivo andino que estaba cerca de desaparecer en el mercado.

    Las socias son oriundas de la comunidad indígena Shobol Calerita, situada a 45 minutos de Riobamba, en las faldas del volcán Chimborazo. Allí, además del negocio comunitario, se dedican a la agricultura y a la crianza de especies menores.

    “Las mujeres aquí siempre han sido menospreciadas incluso por sus mismos esposos. Pensaban que solo tenían que dedicarse al cuidado de la casa y de los hijos, por eso un día decidimos fundar una organización de mujeres”, recuerda María Cutiupala, presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Mushuk Kawsay.

    Eso ocurrió en el 2000. Según las mujeres, la asociatividad fue la antesala al emprendimiento que hoy tiene acogida en tres provincias del país.

    En un inicio, ellas tejían prendas con fibras de alpaca. Lo hicieron por casi 14 años, pero las ventas no eran rentables y el mercado era muy limitado debido a la distancia que hay entre su comunidad y los sitios estratégicos para el turismo en la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo.

    En el 2016, durante una reunión, empezaron a explorar otras opciones de negocio. La idea de rescatar la mashua y darle valor agregado surgió tras una conversación con los adultos mayores de la comunidad y la sugerencia de un técnico del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

    “Antes todos los campos de la comunidad tenían mashua. Pero debido a que nadie compraba el producto en el mercado, la gente dejó de sembrarlo desde hace casi una década”, dice Cutiupala.

    Los primeros experimentos que hicieron con el tubérculo fracasaron. “El yogurt se cortaba, no sabíamos cómo esterilizar los recipientes, el sabor no nos convencía”, cuenta otra socia.

    Para mejorar el sabor y la calidad del producto la asociación solicitó apoyo de capacitadores de varios organismos. El Gobierno Provincial y el MAG no solo les dotaron de capacitación, sino que también les entregaron equipos para mecanizar la producción.

    La asociación recibió ollas pasteurizadoras, una refrigeradora y una cocina, recipientes y mesas de acero inoxidable, entre otros enseres para equipar su planta de producción. Además, aprendieron todo sobre el manejo adecuado de la leche y cómo convertirla en yogurt, y prácticas de higiene.

    El primer éxito que alcanzaron juntas fue la compra de una infraestructura propia donde cuentan con un espacio para la fabricación del yogurt, sala de reuniones y una pequeña bodega. Por el buen mantenimiento de la fábrica y las prácticas higiénicas adecuadas, ellas obtuvieron el registro sanitario para su producto.

    La primera semana elaboraron de manera artesanal los primeros cinco litros de yogurt. El sabor agradable y diferente cautivó de inmediato al público, y pronto la cantidad se volvió insuficiente para la alta demanda.

    “Esos equipos marcaron un avance importante en nuestro emprendimiento. No podíamos creer que ese producto tan menospreciado nos iba a convertir en empresarias”, cuenta Carmen Borja, otra de las socias.

    Hoy producen cada semana 150 litros que se comercializan en Chimborazo, Azuay y Cañar. Las materias primas como la leche y las ocas se compran a las mismas socias, e incluso a otras mujeres de las comunidades cercanas a la planta de producción, que no forman parte de la organización.

    “Nuestro yogurt es especial para nosotras no solo por la ayuda económica para nuestras familias, también tiene parte de la herencia de nuestros abuelos, está muy relacionado con nuestra identidad cultural”, dice Cutiupala.

    El yogurt se envasa en recipientes de tres presentaciones. Ofrecen desde envases pequeños para consumo personal, hasta envases de 2.5 litros, y cuestan entre USD 0,50 y 3,50.

    Los planes para este año incluyen una nueva presentación para comercializar el yogurt en los bares escolares de la zona, y nuevos productos hechos a base de mashua como helados. La meta es duplicar las ventas.

    Las socias del emprendimiento se turnan para elaborar el yogurt. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Las socias del emprendimiento se turnan para elaborar el yogurt. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Este emprendimiento junta el sabor y la tradición griega

    Redacción Quito

    El yogur hizo que Sebastián Andrade dejara Nueva York. Este ingeniero bioquímico, de 25 años de edad, decidió dejar su trabajo en laboratorios Husky de esa ciudad estadounidense, para dedicarse a tiempo completo a su emprendimiento en Ecuador.

    A mediados del 2011, Andrade estaba de vacaciones en el país. Su madre, Stacy Flamer, elaboró yogur griego (que contiene menos agua y es más espeso que el tradicional) para consumirlo en casa; su consumo en su hogar es una costumbre que la mantenían desde hace años.

    Pero Andrade, en esa ocasión, no vio la golosina con los mismos ojos. Él observo al lácteo, que consumía desde la infancia, con la mirada de un ingeniero bioquímico recién graduado de la Universidad de Pace (Nueva York). Luego de reflexionar pensó: «Esto está hecho con bacterias y podemos modificarlas para un mejor el producto». Y así lo hizo.

    Tras experimentar y probar consiguió un buen sabor del lácteo, con menos acidez para que pueda tener diferentes usos en la cocina y sea agradable para el consumo. Quiso compartir su hallazgo con familiares y amigos, por ello, les obsequió litros del nuevo yogur. Su creación pasó la primera prueba, tanto que los improvisados catadores pidieron más, con las intenciones de comprarle.

    La acogida fue la motivación para iniciar su emprendimiento junto a su madre y hermana Isabelle. Juntaron letras que sonaran bien y así nació Kaarú Greek Yogurt, con una inversión de USD 60 000. Este monto lo destinaron a la compra de maquinaria y materias primas, obtención de permisos sanitarios y constitución de la marca.

    Ahora, Kaarú procesa al mes 1 200 litros de leche y abrió un local en Cumbayá (nororiente de Quito). Entre venta directa e intermediarios, la facturación mensual de la marca asciende a unos USD 5 400.

    Para obtener un litro de yogur griego se utilizan cuatro litros de leche, que se filtran y pasan por un proceso de centrifugado para llegar a una textura espesa.

    Gloria Montúfar, ama de casa que consume Kaarú, cuenta que el yogur griego es una tendencia creciente en el mundo gastronómico. «Una de las razones es que contiene el doble de proteína y la mitad de azúcar del yogur común».

    Mientras que Grigoris Grigoriadis, propietario del restaurante de comida griega, Suvlaki (norte), comenta que el yogur es un ingrediente básico para sus preparaciones; al mes adquiere unos 80 litros. «Es el mejor yogur griego que se puede comprar en Ecuador», declara.

    En ello coincide Nicolás Ntovas, dueño del restaurante Sofía: «Es lo más parecido al producto original griego».

    MAS DATOS:
    El producto. La materias primas.  La leche la compran a un productor de Cumbayá y las frutas en autoservicios de Quito.

    Los precios. Cada litro de yogur asciende a USD 4,50. También producen ‘Ghee’, o mantequilla clarificada.

    LA CIFRA:
    USD 5 400 es la facturación mensual del emprendimiento