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  • Un aporte científico sobre las levaduras

    Redacción LÍDERES

    Cuando mencionamos levaduras, es muy común asociarlas rápidamente con pan o cerveza. El estudio de estos organismos es una parte importante de la microbiología.

    Estos hongos microscópicos unicelulares son importantes por su capacidad para realizar la descomposición a través de la fermentación. Su aplicación abarca diversos ámbitos, desde el farmacéutico hasta el alimentario.

    Desde el 2006, la Pontificia Universidad Católica (PUCE) cuenta con el equipo de colección de levaduras. En este laboratorio se encuentran almacenadas 2 500 levaduras. Las muestras se han obtenido de frutos en descomposición, cuerpos de agua, suelos, excrementos de animales, insectos, flores y vasijas de barro de vestigios arqueológicos de diversos puntos geográficos del Ecuador.

    Actualmente, el equipo de trabajo está conformado por Javier Carvajal, director; Patricia Portero, encargada del laboratorio; y Bernardo Bastidas, asistente de Investigación y tesista.

    Gracias a la recolección de muestras en diversas partes del país, los investigadores de la PUCE han descubierto seis nuevas especies de levaduras. La primera fue la Candida carvajalis, en Orellana, durante el 2008; la Saccharomycopsis fodiens se encontró en Ecuador, Costa Rica y Australia; en el 2011, la Candida ecuadoriensis fue encontrada en Orellana y Bolívar; la Saturnispora quitensis, en Quito; y contribuyeron al hallazgo de la Kodamea transpacífica, que se descubrió el año pasado en Galápagos y Malasia.

    El último hallazgo, la Saturnispora quitensis, fue colectada en una mora silvestre en la reserva de Maquipucuna (Pichincha) durante una visita con los estudiantes de Biología en el 2007.

    El trabajo de su caracterización y descripción corrió a cargo de la National Collection of Yeast Cultures de Inglaterra y el CNIB (Centro Neotropical para la Investigación de la Biomasa) de la PUCE. Esta levadura se ha acomodado taxonómicamente con el nombre de Saturnisporaquitensis. Se caracteriza porque sus esporas de forma esférica presentan un anillo ecuatorial, lo que las hace lucir como el planeta Saturno (Saturnispora). Futuras investigaciones revelarán su función ecológica y sus posibles aplicaciones biotecnológicas.

    La validación

    • El proceso. Para que una levadura sea declarada ‘nueva especie’ se debe encontrar una similar, con composiciones parecidas hasta en un 95%.
    • Los aportes. La PUCE cuenta con el aporte de universidades extranjeras y centros de investigación, que cuentan con bancos de levaduras.
  • La cerveza hecha en casa es su aporte al emprendimiento

    Redacción Guayaquil

    Para Gabriel Proaño, el aroma, sabor y cuerpo de una cerveza artesanal es totalmente superior al de una cerveza industrial. “No tiene comparación”, insiste. Él es el propietario de Barracuda, que oferta cerveza preparada artesanalmente en Guayaquil.

    Este fanático de la cerveza vivió en Argentina por cinco años. En ese país probó variaciones de esta bebida elaboradas de forma artesanal. “Desde entonces decidí que quería hacerlo yo también”.

    Así, luego de regresar al país hace unos dos años, inició una etapa de investigación. Leyó libros de química, consultó con expertos y tomó tres cursos en la Sociedad Ecuatoriana de Cerveceros Artesanales (Quito).

    Fue un proceso largo, cuenta. Tuvo que practicar varias veces y equivocarse hasta encontrar la fórmula adecuada. “Lo más importante es la sanitización”, enfatiza. “La cerveza puede saber bien, pero el artesano debe cerciorarse de que esté libre de bacterias”. Finalmente lo logró, y hace aproximadamente un año nació Barracuda.

    Para la creación del negocio, Proaño invirtió unos USD 3 000. Los usó para la implementación de un cuarto de producción en su domicilio. También compró implementos como barriles, fermentadores y moduladores.

    Hoy, Barracuda produce unos 500 litros semanales de cerveza, lo que le genera ingresos mensuales de aproximadamente USD 1 000. La cerveza que realiza es de tipo Weissbier (de trigo) en tres presentaciones: roja, rubia y negra.

    La elabora en el cuarto de producción, utilizando ingredientes importados como malta y lúpulos. Otros, como azúcar negra, avena y trigo, los consigue localmente. Es un proceso riguroso que dura unas 16 horas, explica Proaño.

    Pipo Klinger es cliente de Barracuda. Él ha probado la cerveza en dos ediciones distintas de El Mercadillo, el año pasado en Guayaquil. Dice que el sabor es bueno. “No puedo afirmar que es mejor que una cerveza industrial, pero sí es muy diferente. Es un sabor fuera de lo común, y eso es lo que la hace buena”.

    La venta de la cerveza Barracuda se realiza por barriles y por ‘pintas’ (330 cm3). Cada barril posee unas 45 pintas. Los barriles se venden a USD 55 al por mayor y a 65 al por menor. Las pintas, en cambio, tienen un valor de USD 2.

    Francisco Santana es otro cliente. Él asegura que compra esta cerveza regularmente debido a que es “un producto interesante, ya que hay pocas cervezas artesanales en el país”. Agrega que la diferencia entre una cerveza industrial y una artesanal es notoria. “Es agradable saber que la artesanal no contiene aditivos”.

    Más sobre el negocio

    La promoción.  Se promociona mediante la participación en ferias y a través de Twitter: @BarracudaBeer.

    La elaboración.  Proaño elabora la cerveza en su domicilio, ubicado en el norte de Guayaquil.

  • Su aporte es crear pequeños huertos en los departamentos

    Redacción Quito

    La jardinería y la agricultura fueron concebidas para espacios abiertos; lo rural es su territorio natural. Pero Nina Velasco, una bióloga quiteña de 29 años e Isadora Espinosa, una diseñadora gráfica de la misma edad, quisieron romper estas reglas. Para estas dos emprendedoras, la casa o el departamento en la ciudad, también pueden ser un espacio para sembrar alguna planta.

    Con esta idea nació Kenku, en el 2011, una marca que comercializa pequeños maceteros con semillas, para germinar una planta de jalapeño, tomate, ají, rúcula, albahaca, girasol y cebollín.

    Kenku significa bambú en Shuar. Según un relato de esta nacionalidad ecuatoriana, un espíritu de la selva habita en el bambú que almacena agua, por ello, el Kenku es un símbolo de vida, y este nombre calzaba para su producto.

    Con el nombre definido, Espinosa se encargó del diseño de los logotipos y las etiquetas. Mientras que Velasco estudiaba qué semillas se adaptarían al clima de Quito y germinarían sin mayores dificultades. Así, el kit de kenku consta de la pequeña maceta, las semillas y dos pastillas de sustrato de fibra natural de coco, donde se plantan las semillas. Para hacer esto posible, la inversión inicial fue de USD 800.

    En principio sacaron a la venta 100 unidades. La mayoría se distribuía entre amigos y familiares, pero desde el año pasado se comenzó a vender en la tienda Messklan (norte de Quito).

    Velasco dice que no tienen un público específico, ya que personas de distintas edades adquieren los pequeños kits para sembrar. Aunque dice que han tenido éxito con los niños, que les gusta mirar el proceso de crecimiento de una planta, y también en jóvenes que tienen un pequeño huerto en sus departamentos.

    Cada kit cuesta USD 6. Al mes tienen una venta promedio de 50 unidades; en meses como diciembre las ventas se incrementan hasta 150. Actualmente, buscan nuevos canales de distribución para que la marca Kenku sea más conocida.

    Carmen Terán es secretaria de una empresa privada y adquirió el producto el año pasado. Comenta que es una gran iniciativa, porque es muy fácil de usarlo, porque en la etiqueta vienen todas las instrucciones. «Es muy bonito ver cómo crece la ‘plantita’, y no necesita de mucho cuidado». Ella ha adquirido seis macetas, la mayoría para regalar a familiares.

    Oferta
    Los kits.Producen un promedio de 80 unidades. Las semillas son provenientes de los EE.UU.

    El armado.  La elaboración de los kits lo realizan en la vivienda de Nina Velasco, ubicada en el Valle de los Chillos. Un fin de semana produen 80 unidades entre dos personas.

    LA CIFRA
    USD 300 al mes es el promedio de facturación