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  • Artesanía fina nacional se exporta a Europa y EE.UU.

    Redacción Quito, (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La creación de artesanas de Azuay y Cañar forma parte del ‘outfit’, en su mayoría, de clientes franceses. Se trata de los sombreros de paja toquilla de Taytta Hats.

    Esta empresa quiteña, centrada en comercio justo, nació hace 15 años de la mano de los esposos Marjorie Reyes y Paúl Montalvo.

    Ambos eran compañeros en la carrera Hospitalidad y Turismo, en la universidad. Como parte de sus estudios recorrieron el país y se dieron cuenta del valor de la artesanía fina ecuatoriana; fue así como desarrollaron su proyecto de pregrado en torno al tema, que luego se convirtió en su negocio.

    Taytta Hats adquiere, directamente, las creaciones de los artesanos, añade valor agregado y luego las comercializa. Enfatiza en el respeto al productor local.

    En un inicio, realizó esta actividad con artesanías de varios materiales, como tagua, tela andina, paño, paja toquilla y otros. Pero tras cuatro años de vigencia del negocio, se concentró estrictamente en los sombreros de paja.

    La empresa arrancó con la compra de los productos a un grupo pequeño de mujeres toquilleras de la zona rural de Azuay y Cañar; actualmente, suman 400.

    Una de ellas es Lourdes Cárdenas, líder de las 60 artesanas que integran la cooperativa Padre Rafael González, de Biblián (Cañar); entregan el producto hace 10 años.

    “Enviamos sombreros clásicos y con diseño. Modelos diversos, de acuerdo con el pedido”, indica. En noviembre, por ejemplo, distribuyeron 30 de ellos a la firma. Cárdenas añade que recibe pedidos de cinturones de toquilla.

    Para ella, el trabajo con la firma les ha permitido obtener ingresos y acceder a talleres de formación.

    Precisamente, para Marjorie, quien también es coordinadora nacional de la Academia de Mujeres Emprendedoras de la Embajada de EE.UU. y parte de la Cámara de Comercio e Industrias de Mujeres de la India (Wicci), su negocio no solo busca crear fuentes de ingreso para los artesanos, sino generar una experiencia en los consumidores de su oferta.

    Parte de ello es la venta personalizada. El cliente recibe asesoría de los propietarios del negocio a través de la cual se les indica qué tipo de sombrero les luce mejor.

    Esa es la experiencia que vivió Margoth Maruri, quien adquirió 20 sombreros el año pasado.
    Ella necesitaba diferentes tipos de estas prendas para lucirlos en la graduación de su sobrino en La Florida (EE.UU.). Recibió asesoría personalizada, incluso para el traslado, y así la familia pudo usar un producto ecuatoriano, en una ceremonia con personas de diferentes nacionalidades.

    Cada producto es único. Los sombreros de Taytta Hat pueden llevar una infinidad de accesorios, que incluyen cintas con bordados, trapillo, mullo, huairuro, platanillo, achotillo y otros.

    Cada diseño de sombrero es único, según la propietaria de la firma. El 80% de la oferta de la compañía se envía a diferentes países del mundo.
    Cada diseño de sombrero es único, según la propietaria de la firma. El 80% de la oferta de la compañía se envía a diferentes países del mundo.

    Sus proveedores son 40 artesanos de Zuleta, 30 de la Amazonía y 35 de Pichincha. Estos últimos utilizan la técnica de trenzado de trapillo; es decir, de los desechos textiles. Con esto se busca generar un impacto ambiental positivo.

    Los insumos para el empaque y las bolsas están hechos a base de materiales que no impactan.

    Los consumidores en el extranjero valoran ampliamente esta oferta. El 80% de las ventas son de la exportación. La empresa hace estos envíos desde su segundo año de operación. Su principal comprador es Francia, al que le siguen Italia, EE.UU., entre otros.
    Lo sombreros se venden a clientes directos; la firma también maquila para empresas en el exterior.

    Actualmente, tiene una oficina en EE.UU., desde donde se atiende a otros mercados.
    El resto se comercializa en el país. Taytta Hats, antes de la pandemia, vendía directamente en el domicilio de los clientes, pero ahora tiene un ‘showroom’ en el sector del coliseo Rumiñahui. Aplica todas las medidas de seguridad para atender a los visitantes.

    Marjorie explica que, incluso, se puede diseñar los sombreros con los clientes. Estos tienen un costo desde USD 55, pero la firma ha llegado a vender productos con el grado más alto de finura, cuyo valor alcanza USD 30 000.

    Estos últimos se elaboran en el sector de Pile, en el cantón costeño de Montecristi, en Manabí.

    Hoy los emprendedores trabajan con sombreros de paño, que se envían principalmente a Canadá. También se proveen de artesanos. 

    Los sombreros que vende la firma los realizan 400 artesanas de Cañar y Azuay. Se los decora con cintas, mullos, semillas de la Sierra y Amazonía. Foto: Cortesía Taytta Hats
    Los sombreros que vende la firma los realizan 400 artesanas de Cañar y Azuay. Se los decora con cintas, mullos, semillas de la Sierra y Amazonía. Foto: Cortesía Taytta Hats
  • La artesanía que se reinventa y evoluciona

    Redacción Quito

    (F) 
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    Un espacio que reúne artesanía ecuatoriana de calidad se puede encontrar en Plazanaya. Esta tienda, que abrió sus puertas en 1994, la fundó Ximena Benavides y con los años ha evolucionado para adaptarse a los cambios del mercado; hoy busca potenciar su negocio a través de estrategias digitales.

    La oferta inicial consistió en camisetas y postales. Más adelante empezaron a trabajar con artesanos y artistas locales, principalmente quiteños, logrando diversificar su oferta.

    En Plazanaya, cuyo nombre significa ‘nuestra plaza’, el cliente puede encontrar una amplia selección de artesanías; las que más se demandan son en cerámica, madera, peltre, ropa de alpaca, cuadros y bordados de zuleta.

    Aunque la clientela es amplia, los principales compradores son los turistas extranjeros, que luego de su visita al país desean llevarse un recuerdo. Además, otro grupo importante son los clientes corporativos, que adquieren regalos para directivos, inversionistas o empleados de compañías.

    La demanda nacional también ha crecido, especialmente porque los ecuatorianos han empezado a apreciar el producto local, aseguran en Plazanaya, aunque en sus primeros años fue un reto llegar a este público.

    Según Benavides, con este negocio buscan la revalorización de las raíces, las tradiciones y la cultura ecuatoriana. Sus esfuerzos son para que la artesanía sea vista como un producto de calidad y que logre llegar al público ecuatoriano y extranjero.

    El equipo de Plazanaya colabora con los artesanos en la creación de sus obras, dando ideas sobre el diseño y uso de materiales, con el objetivo de asegurar la calidad del producto final, señala Benavides. “Trabajamos para crear diseños únicos y originales, que no se consiguen en otras tiendas; así nos diferenciamos de la competencia”, explica la líder de esta iniciativa.

    Para agregar un producto a su oferta en Plazanaya son muy estrictos. No importa solo el diseño, sino también el material usado, de dónde se inspira dicho trabajo o la historia que hay detrás.

    Esto es transmitido al cliente que visita la tienda. Antes de adquirir una pieza, se solicita información sobre el artesano que elaboró dicha artesanía, la historia que guarda o su significado para la cosmovisión ancestral.

    Por otro lado, en Plazanaya buscan la reinvención y evolución del trabajo artesanal. Así se aseguran que los diseños sean vanguardistas y exclusivos. “Vendemos artesanía fina”, comenta Benavides.

    Uno de sus clientes es Andrés Salazar, quien labora para una firma privada. Él frecuenta Plazanaya desde hace varios años y sus compras suelen ser regalos corporativos para distintas empresas y en esta tienda ha encontrado un sinónimo de calidad y buen servicio.

    “Regularmente compramos obsequios para entregar a empresas nacionales y extranjeras. Con esta tienda siempre tenemos la seguridad de adquirir un producto de calidad y exclusivo, difícil de encontrar en otro lado”, señala este cliente.

    Con los años la tienda ha experimentado muchos cambios. Plazanaya llegó a tener seis locales en diferentes ciudades de Ecuador, pero debido a las dificultades económicas del país y la disminución en la afluencia de turistas, hoy se concentran en un solo local, ubicado en Quito.

    Francisco Cevallos, hijo de Benavides, comenta que se han enfocado en este almacén para brindar la mejor experiencia, pero ya trabajan para volver a expandirse en Ecuador y en el extranjero.

    Además, los dueños del negocio también son conscientes de los cambios en los hábitos y la manera de consumir. Es por ello que han puesto sus esfuerzos en potenciar el negocio en redes sociales. Esto les ha permitido aumentar sus ingresos. “En la tecnología hemos encontrado una gran herramienta para alcanzar a un mayor público”, señala Cevallos.

    Otra estrategia es implementar una tienda ‘e-commerce’, que se planea lanzar la primera semana de enero de 2020.

    DETALLES

    1994 fue el año en que Ximena Benavides empezó con su tienda de artesanías.

    Plazanaya se deriva del idioma Kichwa y significa ‘nuestra plaza’, que se relaciona con uno de sus objetivos, ser un espacio para el artesano ecuatoriano.

    La tienda emplea a cinco personas, para la atención al cliente. Estas dominan hasta cinco idiomas para poder atender adecuadamente a turistas y clientes extranjeros.

    La venta en línea es la más reciente estrategia de la tienda. Los clientes pueden visitar su página de Facebook para conocer sus productos y realizar pedidos desde otras ciudades.

    Ximena Benavides fundó Plazanaya en 1994. Oferta artesanías en madera, peltre, cerámica, bordados  y más. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Ximena Benavides fundó Plazanaya en 1994. Oferta artesanías en madera, peltre, cerámica, bordados y más. Foto: Vicente Costales /
    LÍDERES
  • Una tienda exhibe la artesanía y el trabajo local

    Redacción Quito

    (F)
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    Con la intención de promover la ecoartesanía y el consumo saludable, Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts en 2016, en Quito.

    Esta tienda tiene un enfoque ecológico. Sus productos provienen de pequeños artesanos ecuatorianos, que usan materiales reciclados, de origen natural o que se producen de manera orgánica.

    Criollo y su familia tienen otros emprendimientos con enfoque verde. Uno de estos es el centro cultural y gastronómico La Cuchara Orgánica, que se especializa en comida saludable basada en plantas y con recetas tradicionales ecuatorianas. Este centro oferta talleres, charlas, asesoría y eventos para “generar una conciencia de consumo responsable y alimentación sana en la gente”, comenta Criollo.

    Otras iniciativas son el taller Ecovive, que elabora joyería con papel de revistas; o la marca Sao, de infusiones de cacao con sabores a fruta tropical.

    A sus múltiples emprendimientos Criollo vinculó su tienda Eco&Crafts. Para esto se asoció con Capa, ya que tenían ideas con mucho en común. La tienda estaba ubicada originalmente en el barrio La Mariscal (centro-norte de Quito), pero se trasladaron recientemente a Pomasqui, norte de la capital.

    El cambio de ubicación trajo una reducción significativa en sus ingresos. “En La Mariscal llegamos a facturar entre 900 y 1 000 dólares; actualmente, por el cambio de sitio, facturamos en promedio 400 al mes, pero estamos creciendo, a medida que la gente del lugar nos conoce”, cuenta Criollo.

    La tienda tiene dos líneas de productos. Una de alimentos, complementaria a su restaurante. Ofertan infusiones de cacao, café orgánico, cerveza artesanal, kombucha (bebida de té fermentado), entre otros productos orgánicos.

    Un cliente es Eduardo Almeida. Él frecuenta el restaurante por su oferta de platos con ingredientes vegetales. “La atención del lugar es excelente. Suelo visitar el restaurante, pero también soy cliente de la tienda. Me gustan sus productos orgánicos, que me ayudan a mantener una mejor alimentación. Creo que este negocio ayuda a fomentar la cultura y el rescate de la tradición alimentaria autóctona”, señala este cliente.

    La segunda línea se enfoca en las artesanías. Algunos de sus proveedores son de Quito, y elaboran sus productos con materias naturales. También trabajan con artesanos locales, por ejemplo alpargateros y productores de chawarmishki.

    Capa comenta que con Eco&Crafts buscan promover la cultura desde los productores locales. “Las personas con las que trabajamos son de los pocos artesanos que conocen esos oficios, como elaborar las alpargatas o el chawarmishki, que son una tradición que se está perdiendo”.

    Otro cliente es Jorge García. Él también frecuenta el lugar por la comida. De la tienda suele comprar productos como la sal marina, vino de mora o la kombucha. “Conozco a los dueños del lugar desde que empezaron con el negocio. Iniciaron con poca artesanía y han ido creciendo. Gracias al esfuerzo que han hecho, ahora son un gran ejemplo de la alimentación sana. Es necesario que estas iniciativas se repliquen”.

    Detalles

    En 2016 se fundó la tienda Eco&Crafts. Sus creadores buscan apoyar a los productores y artesanos locales, a través del comercio justo.

    Su oferta 
    tiene dos líneas. Una de alimentación sana y orgánica, que complementa a su restaurante. La segunda línea son las ecoartesanías.

    Algunos de sus productos son el chawarmishki, alpargatas, muñecas, joyería con papel de revista o vasijas de cerámica hechas por mujeres kichwas de Napo.

    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
    Lorena Criollo y Samiy Capa fundaron Eco&Crafts. En la tienda ofrecen ecoartesanías y productos orgánicos. Foto: LÍDERES
  • La talabartería se niega a desaparecer en el país

    Red. Sierra Centro (F)
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    En el taller de Carlos Castañeda nada es moderno. Aún moldea el cuero y la suela con sus herramientas rudimentarias.

    Con precisión, da forma a las monturas y zamarros. Las heredó de su padre Fidel, quien también fue un talabartero reconocido en el cantón Píllaro, en Tungurahua.

    Alrededor del rústico taller, localizado en el centro de la ciudad, cuelgan las grandes alfombras de piel de borrego y de vacuno que crean un ambiente tradicional.

    Castañeda, de 65 años, se lamenta porque esta actividad pierde fuerza con el tiempo y porque todo se ha industrializado. Además, ninguno de sus tres hijos continúa la tradición familiar, a pesar de que en las haciendas se sigue requiriendo de sus servicios.

    Este experto artesano domina todo el proceso en la elaboración de estos objetos hechos a mano. La calidad de sus trabajos permitió que más chagras o vaqueros de Machachi, Quito, Ambato y otras ciudades llegaran para solicitar una montura bajo pedido. También sus trabajos han ido hacia EE.UU., Chile y Bolivia.

    Castañeda cuenta que la talabartería consiste en trabajar diversos artículos de cuero para caballerías, especialmente las monturas y los zamarros que son utilizados por los vaqueros de las grandes haciendas de la localidad.

    Y su local Talabartería Castañeda parece resistir el paso del tiempo. Al ingresar, el olor a cuero se riega en el ambiente.

    Recuerda que su abuelo Miguel aprendió este arte en el tiempo de Eloy Alfaro, que trajo al país a maestros de la albañilería, sastrería, herreros y talabarteros para que enseñen a la población. “Son alrededor de 100 años que hemos trabajado en conjunto con los herreros elaborando estas prendas”.

    Para Castañeda, ese negocio es su vida. Cada mañana se despierta a las 05:00 para continuar con la confección de las monturas, cuyo 90% es hecho a mano. Para dar forma a los grabados de media luna y otros utiliza una especie de cincel de acero, en donde están grabadas las figuras y con base en los golpes de un martillo estos quedan impregnados en la baqueta (suela).

    El color café lo da con un pigmento natural. En este arte, el trabajo de los herreros es importante, puesto que elaboran las argollas, los cinchos para sujetar los estribos. “Eso da resistencia a toda la estructuras y correas que van agarradas a la montura”, manifiesta Castañeda.

    La estructura de una montura se inicia con el fuste elaborado con madera, luego se cubre con un cuero crudo templado para que la estructura sea maciza y resistente, para cuando el jinete -que atrapa un toro- lo amarre a la montura. “Mi padre me enseñó a trabajar con responsabilidad en cada una de las obras, por eso la garantía en los trabajos es de 5 años”.

    La elaboración de una montura puede tardar hasta tres semanas. Lo que requiere es de días soleados para domar la baqueta o suela que es humedecida. El cosido, el pretal y las retrancas de la silla deben ser fuertes para cabalgar y al momento de arrear al ganado o al atrapar a una res.

    Atahualpa Chato es conocido como el último talabartero de la parroquia Ambatillo. Este artesano, que heredó esta profesión de su abuelo, domina todo el proceso de elaboración de esas artesanías hechas en cuero de res.

    Chato estuvo vinculado desde pequeño a los caballos y se interesó por el oficio que aprendió solo mirando. Luego fue a las páginas de Internet para conocer las técnicas que las perfeccionó.

    Antiguamente los vaqueros o chagras usaban las patas de venado como el soporte del látigo, pero este fue reemplazado por la madera de chonta. ““No está permitido cazar a los venados en el páramo y reemplacé por madera”.

    Carlos Castañeda se dedica a un oficio que ha estado en su familia por más de 100 años.  Teme que se pierda el conocimiento de la actividad. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
    Carlos Castañeda se dedica a un oficio que ha estado en su familia por más de 100 años. Teme que se pierda el conocimiento de la actividad. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
  • El taller que cree en la artesanía en cuero

    José Luis Rosales

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    Con los modelos de billeteras, Megan y Fox, la pequeña empresa JJ Leathersmith incursiona en el mercado ecuatoriano.

    La marca nació hace cinco años en Mozambique y hoy opera en Otavalo, Imbabura. Se especializa en la producción y venta de artículos elaborados a mano con cuero de grano completo, que recibe un tratamiento mínimo en el proceso de curtido.

    En este tiempo la iniciativa apuntó al mercado internacional, por medio de Internet. La oferta incluye mochilas, carteras, cinturones, billeteras y monederos.

    Los pedidos llegan desde Estados Unidos y Canadá. También, de países de Europa y Asia, asegura Gabriela Cabascango, responsable de marketing. Pero, ahora la meta es crecer en el país.

    El mentalizador, el canadiense Jonathan Jameson, antes de establecerse en Ecuador recorrió una treintena de países de América, Europa y África.

    En Portugal, luego de confeccionar un cuaderno para sus relatos de viaje, descubrió la vocación por el arte de trabajar el cuero. Por eso, la marca a más de las iniciales de su nombre, como era una antigua tradición en su país, lleva la frase Leathersmith, que significa artesanos de cuero.

    Este cuño, que se coloca en bajo relieve en todas las prendas, empezó a tomar forma cuando Jameson arribó a Mozambique.

    Recuerda que ahí elaboró prendas que gustaron mucho. En la factoría, ubicada en las calles Sucre 5-21 y Olmedo, en Otavalo, aún conserva la primera mochila que confeccionó. El local está decorado con varias fotografías retratadas por el canadiense.

    Jameson considera que el cuero que se produce en la nación africana es similar al que se procesa en Ecuador. Además, destaca el proceso natural, con el empleo de semillas de guarango previamente cocidas, para curtir las pieles de ganado vacuno.

    Eso no solo garantiza una materia prima óptima, sino ecológica. “Es un cuero que tiene vida. Incluso, con el tiempo renueva el color y cambia de textura, lo que no sucede con las pieles curtidas con químicos”.

    En Ecuador, asegura, hay el mejor cuero que ha visto en los viajes por los diferentes continentes. En siete países hizo una prueba de la calidad del material.

    La materia prima que usa en la elaboración de las manufacturas proviene de Quito. A las pieles les adiciona remaches de cobre, hebillas de latón, anillos y broches de presión, que los adquieren en el país. Mientras que, los herrajes de latón y los tintes son traídos desde el vecino país del norte.

    Para Cristian Puente, otro de los colaboradores, en JJ Leathersmith cuidan especialmente dos aspectos: calidad y diseño. La primera les permite ofrecer a sus clientes una garantía de por vida. “En el mundo hay pocas marcas que pueden hacer eso”.

    En el diseño, en cambio, manejan 30 modelos. Todos han surgido de la creatividad del fundador de la empresa. Algo singular es que cada uno tiene un nombre. La mayoría se adopta del primer cliente que realiza el pedido.

    La billetera Megan, diseñada para damas, es un artículo delgado, elegante y práctico. Entre tanto, el estilo Lucas, ideal para caballeros, es versátil y con más servicios.

    Las mochilas y carteras están diseñadas para ser llevadas a la montaña, la playa o la oficina. Sus fabricantes resaltan que son productos que se adaptan bien con todos los ambientes.

    JJ Leathersmith mantiene como estrategia un crecimiento exponencial. Desde hace dos años está enfocada a buscar distribuidores y tiendas en varias ciudades. Por ahora, tienen presencia en Vancouver, Nueva York (Brooklyn), Portland, Chalottetown y Houston. Para octubre llegarán también a California.

    La estrategia para conquistar al país es comerciar básicamente los productos más pequeños.
    Por lo pronto, continuarán con la meta de convertirse en una marca de líder de la industria de artículos de cuero, asegura Xavier Calderón, responsable de tecnología de la empresa.

    Jonathan Jameson y parte el equipo de trabajo de  JJ Leathersmith, en su taller ubicado en Otavalo. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    Jonathan Jameson y parte el equipo de trabajo de JJ Leathersmith, en su taller ubicado en Otavalo. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • La innovación y la artesanía se fusionan en Sophetic

    Ana Cristina Alvarado

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    La billetera es el accesorio icónico masculino, sin embargo, la oferta de marcas locales no es amplia. Fue con esto en mente que los hermanos Cristian y Alexander Fuentes decidieron proponer modelos con diseños contemporáneos y sofisticados.

    Ellos se aliaron con un grupo de artesanos expertos en la elaboración de accesorios en cuero y juntos fueron desarrollando prototipos que no recaigan en la billetera genérica y sin personalidad.

    Cristian, 24, es diseñador industrial y está a cargo de la dirección de la empresa. Alex, 19, es diseñador gráfico y es responsable del trabajo de diseño y de control de calidad junto a los artesanos.

    El cuero es el material base de todos los productos de la marca, pues consideran que es uno de los materiales más sofisticados.

    La empresa trabaja con materia prima ecuatoriana y se encarga de visitar las curtiembres para escoger los mejores cueros, libres de cromo y aquellos que tengan un mejor tratamiento para disminuir el impacto en el ambiente.

    Sophetic hace énfasis en esta línea a través de prácticas como usar materiales amigables con el ambiente: las etiquetas de papel y la madera de las cajas de los productos son reciclados. El comercio justo es otro tema en el que trabaja esta marca, así que se asegura de que los trabajadores involucrados en la producción reciban trato y pago justo.

    En cuanto al diseño de las billeteras, el objetivo es crear accesorios sofisticados y modernos. Ahora la marca tiene cuatro líneas, todas nombradas bajo el nombre de ciudades cosmopolitas para transmitir ese espíritu en los productos.

    Las billeteras, portatarjetas y estuches Nueva York, por ejemplo, se caracterizan por ser elaboradas con cuero negro con textura y cuero liso de color vino. Las otras líneas se inspiran en Boston, Mónaco y Wembley.

    Ahora la marca trabaja en el diseño de nuevos artículos, como bolsos pequeños, portapasaportes, estuches para celulares o tabletas y pulseras.

    Los precios para Ecuador están entre los USD 40 y USD 80. El precio aumenta mientras más servicios tenga el producto. Por ejemplo, el tarjetero, que es lo más básico, también es lo menos costoso. Mientras tanto, el estuche, un diseño nuevo en la marca con capacidad para una notebook, está entre los ítems más costosos por el tamaño y los materiales.

    Sophetic vende a través de su tienda en línea al extranjero y en Ecuador está en la Tabaquería del Megamaxi y en Tabaco y Pipa, presente en los principales centros comerciales de Quito y Guayaquil.

    Esta marca elabora billeteras y accesorios para hombres. Fotos: Galo Paguay / ÚN
    Esta marca elabora billeteras y accesorios para hombres. Fotos: Galo Paguay / ÚN
  • La artesanía se suma al turismo comunitario

    Cristina Márquez 

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    Los ponchos, bayetas, fajas y bufandas, prendas originarias que manufacturan los artesanos de Cacha, una parroquia situada a 20 minutos de Riobamba, se comercializan en Pucara Tambo. Un emprendimiento comunitario donde la cultura y la identidad se promueven a través del turismo.

    Los ponchos de lana roja, tejidos en telares de cintura y con bordados que simbolizan la cruz andina son el producto estrella en el centro artesanal. Estos, además de ser emblemáticos en Cacha por la tradición artesanal, simbolizan alta jerarquía. Por eso, son apetecidos por turistas extranjeros y locales.

    “Antes, todas las familias nos dedicábamos a las artesanías pero por la migración y el desinterés de los jóvenes en continuar con este oficio de los abuelos, la tradición artesanal disminuyó mucho”, afirma Segundo Sucuy, administrador del emprendimiento.

    Según él, la iniciativa de fundar un centro de acopio de artesanías surgió en el 2007, precisamente para contrarrestar la migración y ofrecer a los artesanos un espacio propio para vender sus creaciones sin necesidad de salir de la comunidad.

    En ese año, en Cacha ya funcionaba el Centro Turístico Pucara Tambo, donde se ofrecen recorridos guiados por diversas rutas de la comunidad, comidas típicas, alojamiento y la visita a un centro de interpretación.

    Este sitio en la antigüedad fue un templo ceremonial Puruhá y está ubicado a 3 200 metros de altitud, en el cerro más alto de Cacha, por eso desde ahí se observa toda la urbe. “Mucha gente empezó a visitar Pucara Tambo por la vista panorámica de la ciudad y la cordillera andina. Unos nos preguntaban dónde comprar artesanías, así descubrimos una oportunidad de mercado”, dice Sucuy.

    En una habitación de piedra se colocaron troncos de árboles y pedazos de madera, que funcionan como percheros. Allí se exhiben shigras (bolsos), tres tipos de fajas originarias y bufandas.

    Todas esas prendas se tejen manualmente en telares hechos con pedazos de troncos e hilos de borrego. Los artesanos tiemplan las fibras y anudan firmemente los hilos para formar los diseños y formar figuras para adornarlos. Estas figuras, como la pishic siza (flores) y el quingo (surcos), representan la cosmovisión andina.

    Unos 10 artesanos entregan cada semana sus creaciones para abastecer el centro artesanal.
    Rosa Janeta, de 50 años, es una de ellas. Ella aprendió a elaborar guangos (cintas para el cabello), fajas y otras prendas, desde su niñez.

    Sus padres le enseñaron la técnica para procesar la lana de borrego y convertir los hilos en hermosas obras de arte. “Me toma unos cuatro días hacer una faja, pero bien hecha. En una
    fábrica pueden hacer muchas más en solo una hora, pero la calidad no se iguala”, cuenta Janeta.

    Antaño, en Cacha había una gran producción de prendas originarias y los compradores eran los pobladores indígenas de cuatro cantones de Chimborazo, pero el ingreso de la industria textil, que oferta prendas más baratas, perjudicó a los artesanos.

    Hoy, el mercado son los turistas extranjeros y los amantes de los objetos étnicos, por eso parte de la estrategia para impulsar las artesanías es un recorrido turístico que incluye una visita a la casa de los artesanos. “Los turistas pueden ver cómo se elaboran estos tejidos, su proceso laborioso y valoran más nuestras artesanías”, dice Sucuy.

    Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • La artesanía sustenta a cuatro sociedades

    Marcel Bonilla (F)

    Contenido Intercultural

    Cuatro asociaciones de artesanos de Esmeraldas trabajan en la promoción de la cultura del pueblo afroesmeraldeño, con la venta de sus artesanías elaboradas en madera, pambil, coco, tagua, coral y conchas.

    La producción de carteras, aretes, bolsos, monederos, pulseras, maracas, cununos, bombos y pequeñas marimbas es un imán para el turista, que lleva un recuerdo de su paso por los balnearios.

    El mayor mercado artesanal está en Atacames, por ser el polo turístico que atrae a miles de visitantes. Los cerca de 200 artesanos de las asociaciones: Era Nuclear, El Pambil, El Bambú y Nelson Estupiñán Bass se dedican a la elaboración y venta de sus artesanía desde hace 25 años.

    Las ventas son mayores en las temporadas de vacaciones de la Sierra, porque los niños y jóvenes se detienen observar y para comprar más, explica Iván Rosales, unos de los 32 socios de la asociación de artesanos Era Nuclear. Él obtuvo una venta de USD 5 000 en la última temporada playera, por las vacaciones de la Sierra.

    “Cuando pasa la temporada, las ventas oscilan entre 200 y 300 dólares en promedio de jueves a domingo, pero aún sigue siendo bueno, porque vendemos la mercadería que producimos”, señala Rosales.

    En su caso, elabora artesanías conjuntamente con cinco miembros de su familia, para surtir tres tiendas: una en la ciudad de Esmeraldas y dos en Atacames.

    El compromiso es mantener la cultura con artículos que identifiquen al pueblo afroesmeraldeño, como la figura de afro tocando el bombo, la marimba o sobre una canoa y con mujeres danzando.

    Adison Guisamano es antropólogo y artesano. En su casa elabora collares con semillas, bombos y maracas. A cada artículo le da un tratamiento especial para luego venderlos en el Gran Chozón de Tonsupa. Su producción, en la que utiliza materiales autóctonos, le genera entre sábado y domingo una venta de USD 200.

    Aunque no hay un registro de cuánto dinero mueve la venta de artesanías afros en Esmeraldas, Guisamano dice que si solo se promedia USD 3 000 por cada uno de todos los artesanos en temporadas de 45 días se hablaría de una cifra de USD 600 000 en ventas.
    Los clientes mayoritarios, amantes de las artesanías afros, provienen de la Serranía ecuatoriana y se caracterizan por adquirir marimbas, maracas con palmeras, un bombo o una canoa elaborada en balsa y pintada con los colores de Esmeraldas.

    Las artesanías lucen en los locales ubicados en las playas de la provincia esmeraldeña. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES.
    Las artesanías lucen en los locales ubicados en las playas de la provincia esmeraldeña. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES.

    Leonardo Paucar, uno de los turistas de Quito, quien visita las playas del sur de Esmeraldas dos veces al año, asegura que siempre lleva a su casa un detalle de la cultura afroesmeraldeña.

    Una de sus últimas adquisiciones fue una pareja de danzantes afros, que colocó en la sala de su vivienda. Además, conserva cuadros pintados al óleo de mujeres afro danzando descalzas, mientras un hombre toca la marimba; lo compró en USD 300.

    Pero también los turistas colombianos aprecian el trabajo artesanal, como lo hace Luis Felipe Pérez, un turista de la ciudad de Ibagué. Dice que gusta de las artesanías elaboradas con coral y coco. “Me parecen elegantes y de buen acabado”, señala.

    Los artesanos aseguran que han tenido que competir con la llegada de ‘artesanías’ asiáticas, que invaden el mercado. Sin embargo, muchos optaron por incluir un pequeño segmento de estos artículos en sus locales.

    Cecibel Castillo, presidenta de la asociación Era Nuclear, explica que el 70% de lo que se vende es producido con material del medio y el 30% restante es mercadería que se adquiere para variar las ofertas a sus clientes.

    Los artesanos aseguran que las inversiones que realizan van desde los USD 5 hasta los 10 000 en la adquisición de maquinarias para cortar, lijar, coser y dar acabado a cada artesanía elaborada en sus talleres y sitios de venta en Esmeraldas y Atacames.

    El uso de materiales autóctonos es parte de la identidad de la artesanía afro en la zona. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES.
    El uso de materiales autóctonos es parte de la identidad de la artesanía afro en la zona. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES.
  • Diana Sojos lleva Las artesanías por todo el mundo

    Ivanna Zauzich / Redacción Cuenca

    Un álbum con fotos, cartas de personalidades públicas y privadas -agradeciéndole por su trabajo- y recortes de periódicos resumen una trayectoria de 42 años, impulsando el sector artesanal de Ecuador a escala mundial. Diana Sojos ha acumulado experiencia, y millas, en sus viajes por Japón, India, Alemania, Francia, Estados Unidos, México, Bolivia,Argentina, Colombia… en donde ha trabajado en la investigación, conservación y promoción de la cultura ecuatoriana.

    Desde 1991, pertenece al World Crafts Council (Concejo Mundial de Artesanías, por sus siglas en inglés), para América Latina, un organismo avalado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

    Esta cuencana describe a la artesanía como la vivencia de los pueblos. “Esa expresión se hace a través de tejidos, teñidos, textiles, cerámica, barro u otros elementos que dan forma a las culturas”.

    Esa pasión se desarrolló cuando estudió Arte y Diseño en la Universidad de Cuenca. Al graduarse, en 1964, exploró cómo aportar a la cultura cuencana. Sin embargo, comprendió que necesitaba más formación, por lo que se especializó en Madrid (España) en Arte Popular y Artesanía, en unos cursos dictados por la Organización de Estados Americanos (OEA). También participó en seminarios de Antropología y Etnografía (método de investigación que consiste en observar las prácticas de los grupos humanos), en Sucre (Bolivia).

    Esa formación y su convicción por impulsar al sector artesanal la hicieron una pionera cultural en la capital azuaya, según el ex vicepresidente de la República, Alejandro Serrano Aguilar. Él destaca la labor y capacidad de esta madre de dos hijos. Serrano la conoció en 1972, cuando trabajó con ella en la Junta para el Desarrollo Artesanal del Azuay, en donde Sojos demostró una perspectiva creativa e innovadora. Esta labor le dio experiencia, cuando la OEA designó a Ecuador, y a Cuenca, como sede del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap).

    Su trabajo fue la investigación y recuperación de las expresiones culturales de los pueblos, indica el ex director del Cidap, Gerardo Martínez. Un caso puntual fue el trabajo con el Ikat, que es una técnica de teñido que dibuja patrones sobre textiles. Esta técnica se conserva en dos comunidades (Bullcay y Bulzhún), ubicadas entre Gualaceo y Cuenca. Para 1980, solo dos mujeres mayores de 80 años sabían esta técnica (que se usa en el paño que utiliza la chola cuencana), y las nuevas generaciones no querían aprender sobre ese teñido. Por esa razón, el trabajo de Sojos fue impulsar este tejido entre esas comunidades. ¿El resultado? Después de 15 años de trabajo, en 1995,se abrieron 2 000 talleres familiares que se dedicaban a esa técnica.

    La satisfacción duró solo cuatro años, por la crisis bancaria que vivió el país y que llevó a los campesinos y artesanos a migrar agresivamente hacia España y EE.UU.

    Para Sojos esa fue una pérdida invaluable para la cultura ecuatoriana, pero ante este tropiezo no se rindió y su objetivo de recuperar las expresiones artesanales de la cultura cuencana no se diluyó ante la migración. Esa capacidad de reaccionar con optimismo ante los obstáculos es lo que destaca Martínez de esta apasionada por el arte. “Es una mujer de buen gusto y ningún proyecto le queda grande”.

    Para el ex Director del Cidap, el mayor aporte de esta cuencana, quien tiene un tono de voz suave, es la recuperación de tejidos azuayos. Por ello, en el 2003 dictó una conferencia en La Paz (Bolivia) sobre este tema.

    La experiencia es uno de los tesoros, además de su familia, que valora esta emprendedora. Con ese bagaje cultural, en 1991 fue invitada a vincularse al Consejo Mundial de Artesanías y aún continúa como miembro de la directiva de ese organismo para la región.

    En el 2007, esta abuela de siete nietos, creó un espacio llamado la Esquina de las Artes, que está ubicado en el centro de Cuenca, con 12 locales iluminados y ventanales para que los diseñadores o artistas exhiban sus trabajos en cerámica, platería, paja toquilla, cuero…

    Para José Galarza, presidente de la joyería Aurum, esta emprendedora tiene una visión clara que se demuestra en este espacio, en donde los artistas comercializan su producto sin intermediarios. “Su objetivo es que no comercialicemos el producto a bajo costo, sino dar el valor real a nuestro trabajo”.

    Para el artista (en cerámica) Eduardo Vega, lo valioso de esta cuencana es que combina su pasión por sacar adelante al sector artístico, con una actitud emprendedora. Con estas dos características, dice, ha transformado al arte y a la artesanía en actividades que sí generan réditos económicos.

    Al revisar el álbum de fotografías de Sojos se destaca en el inicio una del papa Juan Pablo II, mientras ofrecía una misa ante una multitud en Cuenca. Ella sonríe mientras recuerda, en voz alta, que en 1985 el máximo representante de la Iglesia Católica usó la casulla (una suerte de capa), con la técnica Ikat tejida y teñida por los artesanos de Bullcay.

    Junto a esa fotografía, aún conserva la carta de agradecimiento que le envió, en esa época, monseñor Luis Alberto Luna Tobar, por ese obsequio al Papa. Esa fue una de las experiencias que más recuerda esta cuencana, porque demuestra que el trabajo artesanal puede ser exhibido por cualquier persona a escala mundial.

    Su labor en el tema artesanal

    • 2002. Fue jurado calificador en el premio que otorga la Unesco a las mejores artesanías de América Latina y el Caribe.
    • 2012. En noviembre viajó a India para reunirse con los otros miembros de la Unesco para abordar el reto de los artesanos.
    • 2003. Dictó una conferencia en La Paz (Bolivia) sobre el Ikat en América Latina y cómo esta técnica es una muestra de la cultura en la región.
  • La artesanía ‘chic’ se luce en más espacios

    Ivanna Zauzich

    La artesanía ‘chic’ es aquella que además del trabajo manual tiene un componente de diseño y utiliza técnicas especiales, como repujado en metales, fundición en vidrio, tejidos en fibras naturales…

    El producto final se traduce en espejos, vitrales, murales, biombos, jarrones, adornos, entre otros artículos, que son demandados para decorar espacios en hogares, oficinas y locales comerciales, explica Daniela Alvarado, gerenta del Centro Artesanal Nueva Era en Quito.

    La artesanía ha experimentado una evolución desde el 2005. Antes de ese año estaba desvalorizada en el país, aunque los artesanos hacen un trabajo manual de calidad, dice Alvarado. Sin embargo, las piezas eran comercializadas a bajo precio, porque el ritmo de vida de los artesanos era nómada, viajando entre ciudades y vendiendo sus creaciones para subsistir

    ¿Qué ocurrió? Surgió una nueva generación de artesanos y diseñadores, quienes identificaron una oportunidad de negocio con su trabajo. Se capacitaron, asistieron a ferias y cursos, en otros países.

    Asimismo, estos profesionales se asentaron en sus ciudades, invirtieron en la instalación de locales llamativos decorados con repisas atractivas para atraer a los clientes. Esa estrategia funcionó, porque decorar espacios con artesanía es una tendencia que suma adeptos.

    La capacitación de los artesanos, la fusión de materiales e innovación en el diseño transformó el concepto de artesanía común a ‘chic’, explica Alvarado.

    Cuenca es un ejemplo del posicionamiento del trabajo artesanal. En La Esquina de las Artes, hay ocho locales que ofertan lámparas, biombos, bandejas, portavasos… con técnicas artesanales.

    Uno de ellos es la galería Artes de la Tierra, en donde se encuentran productos de Eduardo Vega, María Augusta Crespo, Juan Guillermo Vega y Ernesto Jaramillo. Esos artistas trabajan en cerámica o madera, para crear cuadros, jarrones, maceteros, espejos, etc. El precio de estos productos bordea los USD 30, explica la colaboradora del local, Diana Vintimilla.

    Este sitio de 60 m², tiene 30 repisas en madera y vidrio, en donde se exhiben las creaciones de los artistas. Los compradores son hombres y mujeres, por igual, casados y de 30 a 60 años.

    Otro local es el de Ivonne Artes de Fuego que oferta lámparas, portavasos, entre otras creaciones en vitrofusión. En esta técnica se funde el vidrio a 800 grados centígrados y se tiñe de diferentes tonalidades, dice su propietaria, Ivonne Pérez.

    Los clientes que decoran con el estilo de artesanía ‘chic’ combinan las técnicas que oferta el mercado. Diana Salamea vive en un edificio ubicado en una zona exclusiva de Cuenca. Su departamento de 100 m² está en el cuarto piso.

    En sus ventanas hay vitrales y sus lámparas son de cerámica pintada a mano. También, tiene un centro de mesa elaborado en paja toquilla. En decoración ha gastado unos USD 1 000. “Me gusta este estilo, por la originalidad de la piezas y porque se impulsa al sector artesanal”.

    El aluminio también es un elemento clave en la artesanía ‘chic’. Este material se moldea y tiñe de colores. Sirve de marcos de espejos, móviles, cuadros…, explica Silvia Di Rosa, gerenta de Di Rosa.

    Estas piezas de aluminio se exhiben en el clúster Rikhuna, que está ubicado en el aeropuerto Mariscal La Mar y en el Mall del Río. Los precios de estos productos bordean los USD 15.

    La artesanía ‘chic’ gana espacio en los hogares ecuatorianos, porque la clase media del país se fortalece y busca productos de calidad y con diseño. La competencia del sector artesanal son los productos que importan desde China, por su precio, comenta el analista de mercados, Miguel Cáceres. No obstante, esta nueva clase media disfruta tener piezas exclusivas y con materiales y trabajo de calidad, por lo que la artesanía ‘chic’ se fortalece.

    En Quito y Cuenca se está formando una generación de artesanos que defienden su trabajo y lo exponen en ferias en diferentes puntos de la ciudad.

    También, viajan a ferias internacionales para comercializar sus piezas y de esta forma se revaloriza este arte, señala Alvarado. “La artesanía ‘chic’ está creciendo e impulsa una forma de decoración”.

    Sobre la tendencia

    • Los extranjeros. En Cuenca viven unos 4 000 jubilados provenientes de EE.UU. y Canadá. Ellos también demandan la artesanía chic para decorar sus hogares
    • Los precios. Según el material y complejidad de la pieza. Se encuentran desde USD 5 hasta 150