Etiqueta: artesania

  • Los animales, los colores y el yoga inspiran sus productos

    Redacción Guayaquil

    La guayaquileña Pamela Morales es amante de la pintura desde que era una niña. A su corta edad empezó a plasmar formas y colores sobre un lienzo. En el 2008 decidió experimentar sobre otros materiales, y pintó sobre madera: decoró cajas para su uso personal.

    En la actualidad es la propietaria de Mukunda, una microempresa que oferta productos como portavasos, portainciensos, revisteros, cajas de té, cuadernos, etc., con diseños originales y coloridos.

    Dos años después de que Morales iniciara a pintar sobre madera, una amiga le propuso que creara portavasos. De esa manera pintó unos cuadrados de madera y los barnizó, pero “eran muy artesanales, les faltaba técnica”, cuenta.

    Sin embargo, llamaron la atención de un grupo de artistas locales, quienes la invitaron a ser parte de la exposición Átoma, realizada en el 2011. Allí, Morales exhibió sus creaciones y tuvo la oportunidad de venderlas. La acogida fue tan buena que no solo vendió sus productos, sino que también recibió pedidos.

    A partir de esa experiencia decidió hacer de su pasatiempo un negocio. Para ello invirtió USD 3 500, de ahorros, para la compra de materiales y la creación de una marca. Así nació Mukunda.

    A finales de ese año realizó el lanzamiento de su marca, participando en el Mercadito, realizado en la vía a Samborondón. Su técnica había mejorado con la práctica. En esa feria vendió todos los portavasos y cajas que mostró.

    “Los productos de Mukunda son creativos. No es lo que tradicionalmente se encuentra en el mercado”, opina Piedad Belolio, quien es cliente de Morales desde hace un año. Agrega que lo que hace que el diseño de sus productos sea diferente es que no siguen una línea estructurada. “Se arriesga con un estilo un poco infantil que resulta divertido”.

    A inicios del 2012, Morales decidió diversificar su portafolio de productos. Incluyó los cuadernos, revisteros, mesas de desayuno, portainciensos y otros.

    También buscó la manera de producir un mayor volumen en menor tiempo. La solución fue digitalizar sus diseños hechos a mano y luego realizar impresiones en los productos.

    Lo más demandado son los portavasos, dice Morales. En esto coincide Fernanda Torres, propietaria de Sansaru Estudio, un local que oferta artículos de diseñadores y artistas ecuatorianos. “Sus creaciones gustan a los clientes, porque son originales. Tienen mucho colorido”.

    Morales también es amante del yoga, por lo que el año pasado incluyó una línea especial de sus productos ‘Yogui’, para quienes practican esta actividad.

    El negocio en breve

    Los precios.  El set de 10 portavasos tiene un valor de USD 25. Los cuadernos cuestan USD 10, y las cajas de té, 25.

    La promoción.  Se promociona a través de las redes sociales como Facebook, donde también recibe pedidos.

  • Joyas con tela y concha se tejen en Cuenca

    Redacción Cuenca

    Plata, algodón, lana, concha de spondylus o de nácar, piedras semipreciosas y paja toquilla son parte de la materia prima que utiliza Tania Francisca Tapia para diseñar sus joyas. Además, las comercializa con su nombre.

    Con esta iniciativa factura cerca de USD 5 000 al mes (promedio) y ha llevado sus productos a ferias en Fráncfort (Alemania), Jerusalén (Israel), Buenos Aires (Argentina) y Santiago (Chile).

    Tapia se graduó en 1995 en Diseño de Objetos, en la Universidad del Azuay, y cuatro años más tarde se especializó en técnicas de grabado y repujado en metales en la Escuela de Arte de la Medalla en Roma (Italia).

    Ese mismo año, en 1999, invirtió unos 100 millones de sucres (cuando un dólar costaba 25 000 sucres; es decir, unos USD 4 000 al cambio de ese entonces).

    Con ese dinero compró motores de joyería, estructuras para lijar, limas, gomas para pulir, laminadoras, entre otros equipos. Su facturación bordeaba los USD 300 al mes y ella era la única empleada del emprendimiento.

    Su trabajo tuvo acogida desde el principio, gracias al apoyo del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), explica Tapia. A ese centro llegaban misiones comerciales y diplomáticas, para ver la calidad de la artesanía que se elaboraba en el mercado nacional.

    Para Claudio Malo, ex director del Cidap, el trabajo de Tapia está bien logrado, porque fusiona técnicas, materiales y colores. “Esta cuencana es un ejemplo de superación y sus piezas reflejan su dedicación al trabajo artesanal”.

    Por esa entrega que destaca Malo, esta emprendedora fue invitada, en el 2001, a exponer sus productos en la Embajada Ecuatoriana en Washington, donde mostró la calidad de la artesanía cuencana.

    Asimismo, diseñó joyas para las candidatas de Rusia, EE.UU., Uruguay y otras siete representantes en el Miss Universo que se realizó en el 2004 en Ecuador.

    La asesora de modas Daniela Rivas explica que el éxito de Tapia se debe a la capacidad creativa y de reinvención de sus piezas. “No es casualidad que sus productos sean cotizados en el exterior”.

    El año pasado, Tapia visitó Nueva Delhi (India), dice Diana Sojos, representante ante el Consejo Mundial de Artesanías de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). “Mostró la calidad del producto ecuatoriano”.

    Las piezas de la boutique Tania Francisca cuestan entre USD 7 y 500, según la elaboración y materiales que utilice. Una de sus clientas, Claudia Vintimilla, adquiere estas piezas para acompañar vestidos de coctel o prendas casuales. “Me gustan, porque sus collares, pulseras y aretes resaltan el vestuario”. Sus productos son coloridos y originales y no tienen nada que envidiar a joyeros europeos.

    El local Tania Francisca exhibe sus piezas en La Esquina de las Artes, desde el 2010, y cuenta con dos empleados.

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  • Figuras de vírgenes, hadas y dragones… son su oferta

    Redacción Cuenca

    Vírgenes cholas. Ese es el nombre del producto que elabora la cuencana Isabel Calderón. Son vírgenes con faldas pintadas a mano con flores diminutas. Además, la corona de la Madre de Jesús tiene la misma dedicación, ya que se elabora en plata tejida en filigrana (técnica de hilos delgados) o bañada en oro.

    Estas vírgenes, que bordean los USD 200, se comercializan en el local Isabel Calderón Artes, en Cuenca, y su facturación bordea los USD 3 000 al mes.

    Calderón descubrió que tenía talento para las artes desde los 14 años. En su adolescencia moldeaba figuras en porcelanicrón y paulatinamente aprendió a usar otros materiales como la resina.

    En 1997, con su aprendizaje, se enfocó en diseñar un producto nuevo y ahí nacieron las vírgenes cholas.

    La inversión para comprar los materiales (moldes, plata, oro, telas especiales, etc.), bordeó los USD 2 000. Esta azuaya trabajaba sola desde un taller que adecuó en su hogar y sus ventas bordeaban los USD 600 al mes. Una oportunidad que impulsó el trabajo de Calderón fue exponer sus creaciones en el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap).

    El exdirector de ese centro cultural, Claudio Malo, recuerda que conoció estas pequeñas esculturas hace más de 10 años. Él resalta el trabajo de esta azuaya, por su creatividad y minuciosidad para decorar las vírgenes. Con tela engomada logra que se vean los pliegues en los vestidos y «la expresión del rostro de las imágenes reflejan el amor de una madre».

    Para Malo, la perfección en cada figura muestra la pasión de Calderón por el arte. Otro punto importante es que esta azuaya a través de sus figuras rescata la cultura cuencana.

    Desde hace 6 años, Calderón amplió su oferta con hadas, dragones y otros objetos decorativos.

    Su local en La Esquina de las Artes, centro de Cuenca, es colorido por vírgenes con trajes en tonos brillantes y pintadas a mano. Del techo cuelgan hadas que le dan un toque mágico a su local. Al menos así lo describe Daniela Tamayo, quien conoció el trabajo de esta artista por una amiga. Es un espacio idóneo para escoger regalos para niños y adultos. Además, hay portarretratos en aluminio repujado, colgantes en fibras naturales, tarjetas hechas a mano.

    Los precios van de USD 5 a 250. Este valor es por las figuras más trabajadas. El precio depende de los detalles pintados a mano en su falda. Cada virgen tarda hasta una semana por el moldeo de la resina, el proceso de lograr los pliegues en la ropa, trabajar la corona en metal…

    Para este trabajo, Calderón contrató la ayuda de una persona más que trabaja a tiempo completo. Además, cuando tiene mucho trabajo recibe la ayuda de otra empleada por prestación de servicios. Esta azuaya disfruta enseñarles el arte de las vírgenes cholas.

    Su oferta

    Clientes. Un 60% son ecuatorianos y el resto son italianos, españoles y de otros países de América del Sur.

    Trabajo. Cada virgen es exclusiva. Calderón no repite los colores ni diseño de la corona o flores.

    Otros. Los ángeles también son parte de su oferta artística.

  • La alpaca es su negocio y su trabajo social

    Redacción Quito

    Hace 10 años decidieron reemplazar las vacas y en su lugar apostaron por las alpacas. En la hacienda El Inga, ubicada en el sureste de Quito, decidieron dar un giro al negocio.

    Entre las razones para incorporar a los animales andinos pesó el hecho de que erosionan menos el suelo y su lana puede ser materia prima para producir diferentes textiles. Así lo analizó Alfredo Cordovez, propietario de la hacienda.

    La primera adquisición fue de 20 alpacas. Para concretar el negocio, Cordovez acudió a ferias en Perú para observar de cerca el mercado. Ya con una idea de cómo podría funcionar su empresa llegó hasta Canadá para comprar una maquinaria especial para convertir la lana del animal en fibras exóticas.

    En total, la inversión inicial ascendió a unos USD 150 000. Con la materia prima, su hija Mary Lou Cordovez se unió al negocio. Esta quiteña, que estudió arte en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), se encargaría del diseño de las prendas.

    Ella es la responsable del concepto de gorros, chalecos, guantes, chales, entre otras prendas que imaginaba y que ahora constan en un catálogo.

    A principios del 2009 inició la primera producción. Su esposo, Javier Herrera, también se unió al área de negocios del emprendimiento. Así, en el 2010, se constituyó Inga Alpaca.

    Su aporte a la comunidad sería el valor agregado de su marca. En el proceso de confección artesanal de las prendas están involucradas 25 tejedoras que viven en el sur y las periferias de Quito.

    Por ejemplo, para hacer un chal, las artesanas tejen ocho horas al día, por tres semanas. Todo ello con el fin de que las prendas se caracterice por tener un acabado único, de labrado con agujeta. También han incorporado tejidos elaborados en telares.

    Cordovez supervisa que se cumplan las medidas establecidas, que no tengan ninguna mancha o defecto.

    La identidad de la marca es que la fibra de alpaca es pura y no se mezcla con otras materias primas, como algodón o seda. De hecho, la lana tampoco pasa por un proceso de tinturado; los tejidos solo se los puede encontrar en colores marrón, blanco y gris.

    Las venta de este tipo de textiles es estacional. Los meses en los que las ventas se incrementan son diciembre, enero y febrero; en este período la facturación mensual puede alcanzar unas 100 piezas, lo que representa unos USD 3 000.

    Durante sus cinco años de existencia, Inga Alpaca ha encontrado como canales de distribución tiendas que comercializan productos artesanales. Por ejemplo , la Galería Ecuador Gourmet, tiendas en los aeropuertos de Quito y Guayaquil, el Hotel Quito o la Hostería Chorlaví, en Imbabura.

    La tienda Dufry, que está en el Aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, distribuye la marca Inga Alpaca. Juliana Álvarez, su propietaria, asegura que los productos de esta marca tienen gran demanda por parte de turistas estadounidenses y europeos. Una de las razones es que el acabado artesanal les llama la atención a los compradores. Al mes, vende unas 10 prendas de la marca.

    Karen Espinoza, del departamento de Ventas de la tienda Olga Fisch, ubicada en el norte de Quito, asegura que las prendas tejidas tienen buena aceptación por parte de los compradores. Al mes, este local comercializa unas ocho prendas de la marca. «Los extranjeros se admiran por la laboriosidad».

    La producción
    La materia prima. A la semana procesan unos 18 kilos de lana.

    Las exportaciones. Se envían unas 150 piezas a los EE.UU. cada año.

    Las alpacas.  Actualmente, en la hacienda El Inga (sureste de Quito) cuenta con unas 900 alpacas.