Etiqueta: aulas

  • La formación se amplió en el aula

    Giovanni Astudillo. Editor (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    La responsabilidad social no debe ser entendida solo como una extensión universitaria o voluntariado estudiantil, su propósito fundamental es la formación de nuevos profesionales éticos y socialmente responsables con todos sus grupos de interés.

    Esa es una de las conclusiones del estudio ‘Responsabilidad Social Universitaria en Ecuador’, publicado por Genoveva Espinoza y Marco Guachamín, de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador.

    Según María Beatriz Eguiguren, directora del Departamento de Ciencias Jurídicas y del Observatorio de Conflictos Socioambientales de la Técnica Particular de Loja (UTPL), las universidades no pueden estar alejadas de este tema, porque son instituciones que tienen el propósito de formar profesionales responsables con su entorno, que deben resolver problemas sociales y ambientales.

    Con ese criterio coincide el catedrático cuencano Pedro Mora. Él señala que las universidades dentro de su visión y misión forman talento humano para la sociedad priorizando al ser humano, pero que también exista un equilibrio con el ambiente.

    Eguiguren explica que, a más de la formación académica, los estudiantes están involucrados en la investigación y vinculación y, por ende, están relacionados con la sociedad.

    En una primera fase, los docentes tienen la obligación moral de incluir a los alumnos desde los primeros ciclos en los proyectos de investigación porque es parte de su formación, dice Eguiguren. Cuando los alumnos tienen más competencias y conocimientos acceden a las iniciativas de vincu­lación con la sociedad.

    “Ya no solo recogen las necesidades de la sociedad, sino también dan respuestas y fortalecen sus capacidades para beneficio de la comunidad, centros indígenas o sociedad en general”, comenta la catedrática de la UTPL. Luego, cuando el estudiante está más preparado y tiene una formación en responsabilidad social pasará a una siguiente fase, que son las prácticas pre-profesionales.

    En la investigación de Espinoza y Guachamín se señala que la responsabilidad social universitaria debe garantizar la calidad de la educación superior a través del fortalecimiento y adaptación al entorno académico y realidad actual. Por ello, agregan que no puede pasar por alto la formación de profesionales con conocimientos pertinentes a los requerimientos del entorno, sensibles y motivados por valores y orientar la investigación a la solución de problemas sociales.

    La teoría y la práctica son parte de una formación social

    Redacción Cuenca (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Aunque es optativa, la asignatura de responsabilidad social es una de las más demandadas de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad de Cuenca. Se dicta durante un semestre en el octavo ciclo. Tiene 70 alumnos divididos en dos cursos.

    En su pénsum se trata la historia de la responsabilidad social en el país y el mundo y los elementos de responsabilidad de la empresa ante la sociedad y el ambiente, que forman parte del desarrollo sostenible.

    Los estudiantes también aprenden sobre las normativas nacionales e internacionales, modelos de gestión de responsabilidad social empresarial y gestión estratégica de las relaciones con los ‘stakeholders’, que son los grupos de interés que son afectados por cualquier decisión que adopte la empresa, dice Francisco Roldán, profesor de Responsabilidad Social Empresarial en Administración de Empresas de la Universidad de Cuenca.

    Él destaca que la intención es que los futuros gerentes aprendan que uno de los principales intereses debe ser la responsabilidad social y ambiental y no solo obtener ganancias económicas. “Queremos ir más allá y que el estudiante conozca que existen procesos fijados y que en el ámbito internacional hay certificaciones de calidad”.

    Diego Loyola fue profesor de Responsabilidad Social durante cinco años. Él destaca que con esta materia se busca concienciar que el desarrollo sostenible es una parte fundamental de la gestión y que se está desarrollando en el mundo. “Enseñamos qué es lo que un gerente debe realizar, cuál es su posición frente a la realidad de la sociedad y la naturaleza”.

    Los estudiantes también deben analizar una empresa y ver qué acciones están tomando frente a los requisitos normativos como la ISO 26000 y otros criterios. Con información de empresas multinacionales y las grandes del país se efectúa esta evaluación, señala Loyola.

    En este trabajo, los alumnos conocen la organización, sus actividades y luego analizan en función de los criterios de responsabilidad social y efectúan la evaluación. “Se busca que entiendan que una empresa no solo está para ganar dinero y esa no es su naturaleza inicial sino hacer una labor de distribución de riqueza a sus empleados, accionistas, proveedores, quienes están al lado de la fábrica…”, dice Loyola.

    La formación también se complementa en los posgrados. Pedro Mora es director de la Maestría en Administración y Gestión de Empresas en la Universidad de Cuenca. Paralelo al avance académico, los estudiantes deben realizar un proyecto o pasantía y dar asesoría en varios temas como la responsabilidad social empresarial.

    El proyecto, explica Mora, será preparado en el primer semestre, se desarrollará en el segundo y los resultados se presentarán en el tercero. El estudiante se acercará a microempresas, emprendimientos, artesanos o mujeres asociadas. “Se escoge a ellos porque se supone que las medianas y grandes empresas tienen conocimientos en responsabilidad social”.

    María José Montalvo asesora a la emprendedora Paola Rodas. Xavier Caivinagua para LÍDERES
    María José Montalvo asesora a la emprendedora Paola Rodas. Xavier Caivinagua para LÍDERES

    Las asesorías son parte del vínculo entre el estudiante y la sociedad

    Redacción Cuenca (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    La vinculación con la sociedad forma parte de la formación en responsabilidad social. Allí, por lo general, participan los alumnos universitarios que cursan los últimos años de sus carreras.

    Eso ocurre en el Centro de Servicios Empresariales de la Universidad de Cuenca. Están involucrados los estudiantes de los últimos ciclos de Administración de Empresas, Contabilidad y Auditoría, Economía, Mercadotecnia y Sociología.

    Su objetivo es ofertar los servicios gratuitos de asesoría, estudios y acompañamiento para sus emprendimientos. Los alumnos acompañados por docentes apoyan desde la generación de la idea, desarrollo y otras etapas necesarias para la puesta en marcha de un negocio.

    Según Juan Fernando Castillo, coordinador de este centro, hay tres beneficiados. Las personas que acceden a una asesoría gratuita; los estudiantes que realizan prácticas preprofesionales y la universidad, que se vincula con la sociedad.

    Por su parte, la Universidad Técnica Particular de Loja cuenta, entre otros centros, con el Departamento de Ciencias Jurídicas y del Observatorio de Conflictos Socioambientales. Su directora María Beatriz Eguiguren señala que la formación que ofrecen se enfoca en responder a las necesidades de la sociedad y los estudiantes son preparados para que puedan dar respuestas.

    Ella explica que tienen proyectos que dan soluciones en el campo legal a través de brigadas itinerantes que se desarrollan en todo el país. Por allí deben pasar tanto los estudiantes presenciales como los de a distancia. La carrera de Derecho tiene 13 000 estudiantes en esta última modalidad y otros 1 000 en la presencial.

    Además, brindan asesorías guiadas por sus profesores en los consultorios jurídicos que tienen en Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja.

    En Zamora Chinchipe, en cambio, funciona el Centro de Innovación y Desarrollo para la Industria y Minería que fue creado en el 2013 por la Universidad Técnica Particular de Loja. Su labor se centra en el entrenamiento y formación con programas de capacitación certificados.

    Otros campos de acción se relacionan con el emprendimiento y desarrollo y el trabajo con los gobiernos autónomos descentralizados. Según su director, Leonardo Benavides, como parte de la responsabilidad social capacitaron en primeros auxilios y rescate a 150 mineros artesanales de Nambija.

    Además, dan los primeros pasos para traer el programa ‘Oro con Precio Justo’, que premia a los productores que no emplean niños, no contaminan el ambiente y tienen prácticas de seguridad. Este año llegó una delegación de Mongolia y del consejo de la Alianza por la Minería Responsable.

    Benavides agrega que también certificaron a pobladores de Los Encuentros y Chicaña, que están cerca del proyecto Fruta del Norte y de la parroquia Lita (Imbabura), que está cerca de Cascabel. La idea es que puedan tener los elementos suficientes para determinar si hay contaminación del agua y sean los primeros cuidadores del recurso.

    Francisco Roldán es profesor de Responsabilidad Social en la Universidad de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Francisco Roldán es profesor de Responsabilidad Social en la Universidad de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • En las aulas se desarrolló un asistente virtual

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Un chatbot que surgió en las aulas de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) ya interactúa con los socios de la Cooperativa Policía Nacional.

    Este desarrollo es una iniciativa de Nancy Rogel, estudiante de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación de la UTE. El chatbot ofrece una serie de servicios a los más de 70 000 clientes de esta entidad financiera.

    Los chatbots son programas informáticos que simulan una conversación con una persona al proveer respuestas automáticas a preguntas hechas por el usuario.

    Este sistema aplica inteligencia artificial al reconocer en tiempo real el tipo de preguntas o comentarios y así proveer las soluciones en base a un banco de respuestas programadas. Esta tecnología es cada vez más común en varias instituciones y negocios.

    El chatbot desarrollado por la estudiante de la UTE se llama AVI (Asistente Virtual Inteligente). Según explica la UTE, el chatbot cuenta con un sistema de reconocimiento de biometría de voz para validar al usuario. “Cuando los clientes de la cooperativa necesitan información personal y privada de su cuenta, como saldos, movimientos o bloqueos de tarjeta, ya no necesitan ingresar un usuario y clave ya que AVI realiza una llamada, valida la voz del cliente y automáticamente permite el ingreso al sistema”.

    Rogel explica el funcionamiento del sistema. La futura ingeniera dice que luego de registrar el patrón de voz se obtiene una ‘llave de acceso’. “No es un archivo de audio, sino que la voz se descompone en bits de información para convertirse en una huella, como en el caso de la dactilar”.

    Rogel trabaja hace siete años en la cooperativa. Ella ingresó como auxiliar de call center y fue ascendiendo hasta convertirse en Coordinadora de Servicios Electrónicos. En esta posición tuvo la opción de presentar la idea del chatbot ante las autoridades de la Cooperativa. Así obtuvo el apoyo y los recursos para su desarrollo.

    “El aspecto de seguridad era lo más importante ya que las personas todavía desconfían de la tecnología”, dice la joven.

    Es por esta razón que, junto al equipo de desarrollo de CPN, trabajaron por dos meses en afinar los protocolos y estructura de seguridad y un total de ocho meses para completar el proyecto, que se lanzó en enero de este año.

    Debido a que era un piloto, al principio no lo promocionaron para observar la acogida y funcionamiento de forma orgánica. Sin embargo, en pocos meses logró llegar a tener casi 5 000 usuarios con un rango de edades entre 20 y 45 años. Fue el éxito de esta primera fase que le incentivó a presentar el proyecto en el II Congreso Latinoamericano de Banca Digital, Innovación y Tecnología, que se cumplió en Panamá, en julio.

    El sistema de la CPN compitió con proyectos de Bolivia, Colombia y Costa Rica, y el 13 de julio de 2018 se supo que obtuvo el primer puesto en el I Concurso para Proyectos de Innovación para la Prestación de Servicios Financieros.

    “Es un orgullo haber representado a Ecuador y a la Cooperativa Policía Nacional a nivel internacional ya que demostró la calidad de innovación que se puede dar en nuestra organización y todo el trabajo de equipo que se invirtió en este proyecto”, dice la joven estudiante de la UTE.

    Nancy Rogel presentó la idea del chatbot ante las autoridades de la cooperativa y logró su apoyo. Foto: Cortesía UTE
    Nancy Rogel presentó la idea del chatbot ante las autoridades de la cooperativa y logró su apoyo. Foto: Cortesía UTE
  • Aulas con emprendimientos sociales

    Mónica Mendoza 
    Macroeditora (I)

    Relacionadas

    La Universidad Técnica Estatal de Quevedo (UTEQ) tiene 25 proyectos de emprendimiento destacados este año. El principal puntal es la vinculación con la comunidad y la gestión empresarial.

    El máster Édgar Pastrano, director de Vinculación, señala que los proyectos llegan a grupos vulnerables de la población de Quevedo y las zonas de influencia de Ventanas, Mocache, Quinzaloma y otros cantones fluminenses.

    Con estos proyectos se ha logrado un acercamiento fundamental con la comunidad y ha permitido convenios con gobiernos locales y provinciales y con organizaciones y empresas, explica.

    Uno de esos proyectos es el Rescate del recurso zoogenético, de gallinas criollas. Esto se hace a través de la incubación artificial para mejorar el rendimiento productivo de las aves.

    Uno de los ejes es trabajar en el rescate de los saberes ancestrales en las zonas rurales en Quevedo y Mochache. Piedad Yépez, coordinadora del proyecto de Vinculación, señala que se han firmado convenios con 38 organizaciones campesinas y grupos de economía solidaria de la provincia.

    Ronny Gaibor, estudiante de Ingeniería Zootecnia (22 años), cuenta que el proyecto consiste en recuperar la producción ancestral de los campesinos, que muchas veces se ha perdido por la migración a las urbes o la modernidad. Los estudiantes capacitan a las comunidades con las técnicas para que mantengan la producción de huevos y gallinas criollas.

    Por ejemplo, para incubar 100 huevos se necesita 10 gallinas durante 21 días. Esa labor se puede hacer en incubadoras artificiales durante el mismo tiempo y se puede alcanzar producciones más altas. Una vez que las gallinas ponen los huevos, éstos son colocados en los aparatos. Además, se evita la pérdida de huevos porque las gallinas abandonan los nidos.

    El proyecto de Luis Racines, Chocolates Sweets Of Love, comenzó en junio del 2016, a raíz del terremoto en Manabí. Elisa Sánchez lleva adelante Chocochiqui, que es un proyecto de emprendimiento de Ingeniería en Alimentos. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
    El proyecto de Luis Racines, Chocolates Sweets Of Love, comenzó en junio del 2016, a raíz del terremoto en Manabí. Elisa Sánchez lleva adelante Chocochiqui, que es un proyecto de emprendimiento de Ingeniería en Alimentos. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES

    El proyecto incluye capacitarlos en la fabricación de incubadoras artesanales con el uso de materiales de la zona. Se les enseñan las técnicas para que guarden el calor para incubar los huevos y evitar la humedad que los daña.

    Según Yépez, en cada semestre se vinculan 25 estudiantes en el proyecto con la comunidad.

    En tanto, Chocochiqui es un proyecto de emprendimiento de Ingeniería en Alimentos. Elisa Sánchez (39), es estudiante la carrera, comenzó la práctica desde las aulas de la universidad. Pero ya tenía el interés en este producto desde hace cinco años cuando estuvo en un curso en Quito.

    En días festivos elabora más de 200 chocolates de diferentes modelos para San Valentín, Navidad y Día de la Madre. El 19 de julio participó en una feria organizada por el Ministerio de Inclusión Económica y Social en Quevedo.

    En esa misma línea de productos derivados del cacao está Luis Racines (33 años), estudiante de la Unidad de Estudios a Distancia. Su proyecto Chocolates Sweets Of Love comenzó en junio del 2016, a raíz del terremoto en Manabí. Cuenta que se iba a retirar de la carrera, pero comenzó a producir como un agradecimiento a sus compañeros que lo apoyaron para que continuara con sus estudios. Antes lo había hecho como diversión y fue en la universidad donde descubrió su talento para este tipo de producción.

    Al inicio ofertaba en pocas cantidades y arrancó con un capital de USD 20. Producía 15 kilos y ahora 150 kilos hasta que se convirtió en un emprendimiento de chocolatería artesanal.

    “Las autoridades han dado seguimiento al proyecto para demostrar que el emprendimiento es viable desde el preuniversitario, ya que hay estudiantes que han sacado sus propuestas a partir del quinto o sexto semestre”, dice. Los planes a mediano plazo es lograr que la marca se exporte.

    Joshua Rosales  tiene 22 años y es un estudiante egresado de la carrera de Ingeniería Telemática.
    Joshua Rosales tiene 22 años y es un estudiante egresado de la carrera de Ingeniería Telemática.

    Racines ha participado en una rueda de negocios en la hacienda La Clementina (Los Ríos) en el 2016 y representó a la UTEQ en el Salón del Chocolate en Quito, en junio pasado. Ahí ganó el tercer lugar en la categoría Taza de Chocolate. “Fue mi primera vez para probar suerte y significó un orgullo para la universidad”.

    Racines está empeñado en reestructurar la empresa y hacer el lanzamiento de la marca en agosto en las ferias de emprendimiento de la universidad. Hasta ahora hay siete presentaciones y en la exposición duplicará los productos.

    Joshua Rosales (22 años) es un estudiante egresado de la carrera de Ingeniería Telemática, que está orgulloso del proyecto que hizo con tres compañeros hace un año.

    Él desarrolló un emprendimiento de soluciones electrónicas y de telecomunicaciones. Es un prototipo de programación llamado FPGA que permite programar y controlar sensores. Y así se pueden fabricar sistemas automatizados para la vida cotidiana.

    Los estudiantes de la carrera también automatizaron el sistema para riego del jardín para la universidad. En este proyecto utilizaron sensores, pero un dispositivo más pequeño que se llama microcontrolador que actúa como el cerebro. En el jardín se ubicaron sensores de humedad y temperatura que envían la información al sistema para que se active el riego automáticamente, explica Rosales.

    El alumno Ronny Gaibor y Piedad Yépez, coordinadora del proyecto de Vinculación de Rescate del recurso zoogenético, de gallinas criollas. Foto: Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
    El alumno Ronny Gaibor y Piedad Yépez, coordinadora del proyecto de Vinculación de Rescate del recurso zoogenético, de gallinas criollas. Foto: Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
  • El chocho dio pasó a una investigación en las aulas universitarias

    Pedro Maldonado

    Relacionadas

    En los laboratorios de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) el chocho se convirtió en el centro de una investigación. Un grupo de investigadores planteó una hipótesis: el consumo de chocho disminuye los niveles de azúcar en casos de diabetes tipo II.

    La investigación se cumplió en el Centro de Investigación Biomédica de la UTE se establecieron demostrar a nivel celular y molecular. Y luego de tres meses de trabajo en los laboratorios de la Universidad de Illinois en EE.UU., la respuesta es positiva.

    “Teníamos evidencia que demuestra que consumir chochos disminuye el azúcar en la sangre en pacientes con diabetes o prediabetes. Lo que no sabíamos era el mecanismo de acción y ese fue el objetivo de esta fase del estudio”, explica Manuel Baldeón, Director de Cenbio.

    Según un comunicado del centro de estudios, desde agosto a octubre de 2017, Érika Muñoz, investigadora del Centro, trabajó junto a Elvira de Mejía, una reconocida especialista en Ciencias de la Alimentación y Nutrición de la Universidad de Illinois, para analizar a esta leguminosa.

    La harina de chocho fue uno de los insumos utilizados en la investigación. La idea era determinar si el consumo frenaba la producción de glucosa.

    A través de una aproximación sistemática se evaluó a los fármacos que actualmente tratan la enfermedad y se enfocaron en los tres mecanismos de acción: inhibición de encimas para la disminución de glucosa, aumento de sensibilidad del transportador de insulina a nivel celular, e inhibición de gluconeogénesis (producción de glucosa).

    Los resultados fueron publicados en la revista ‘Journal of Functional Foods’ en abril de 2018. Como señala Baldeón, la investigación da luz sobre el tratamiento a pacientes con la enfermedad ya que, incluir este tipo de alimentos en su dieta más los medicamentos puede mejorar el estilo de vida y en el caso de personas sin la enfermedad, “sin duda, el consumo regular reducirá el riesgo”.

    En base a estudios internacionales, y basado en un revisión global a diciembre de 2018, se recomienda un consumo de 100 gramos (un puñado) de leguminosas (chochos, habas, fréjol) por día al menos tres veces a la semana para tener un efecto positivo.

    El Centro de Investigación Biomédica de la Universidad Tecnológica Equinoccial trabajó con la universidad de Illinois. Foto: Cortesía UTE
    El Centro de Investigación Biomédica de la Universidad Tecnológica Equinoccial trabajó con la universidad de Illinois. Foto: Cortesía UTE
  • En sus aulas se trabaja para apuntalar la productividad

    Modesto Moreta

    Relacionadas

    Estudios en mecatrónica, alimentos funcionales, desarrollo agrícola, biotecnología, el sector pecuario, certificación de producción limpia, programas de vinculación con la comunidad y más desarrolla la Universidad Técnica de Ambato (UTA) en sus 10 facultades y 40 carreras.

    Son 150 proyectos de investigación en los que trabajan estudiantes y catedráticos de la universidad ambateña.

    La investigación que se desarrolla en la UTA está enfocada atender las necesidades de la Zona 3 integrada por las provincias de Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua y Pastaza. “Tenemos investigadores de primer nivel trabajando en proyectos científicos. Desde el año pasado nos mantenemos como el referente investigativo en la Sierra Centro”, dice Freddy Del Pozo, director de Investigación y Desarrollo de la UTA.

    Para lograrlo, el centro de estudios trabaja con los sectores productivos, gobiernos descentralizados y la industria local. Pozo explica que existe una correlación entre la investigación, educación y producción, que está ligada a la transferencia de tecnología a las comunidades que los ponen en práctica, y a la innovación tecnológica. El presupuesto anual destinado sobrepasa el USD 1 millón.

    Por ejemplo, la Facultad de Ingeniería Mecánica trabaja con el sector carrocero en el diseño de carrocerías más aerodinámicas, así como diseños ergonómicos con el sector de calzado.

    En la Facultad de Ingeniería en Alimentos también hay proyectos. Mónica Silva, investigadora de la Facultad, cuenta que hace tres años ganaron un concurso a escala nacional del programa del canje de deuda con España. Se presentaron 30 proyectos y se escogieron cinco, uno de ellos fue de la UTA sobre Fortalecimiento de la Unidad Operativa de investigación y tecnología de alimentos para la investigación, tecnología e innovación para el área de alimentos con el fin de promover el desarrollo de las empresas agroindustriales en la Zona 3.

    Con los USD 2 millones del premio más la contraparte de la UTA de USD 300 000 se adquirieron nuevos equipos. Así se estudió lo que sucede con metales como cadmio y plomo a nivel de los cultivos de pasto, frutas, hortalizas y el agua afectados con el polvo volcánico. La idea fue conocer si había la presencia de estos metales en los alimentos y si persistían con la lluvia.

    También se trabaja es buscar bacterias que produzcan plástico biodegradable. La idea es utilizar esas bacterias para producir plásticos a partir de fuentes renovables usando los desechos de las industrias lácteas de la zona. . “Las bacterias se alimentan de los residuos y producen plástico biodegradable, explica Darwin Llumigusín, estudiante del centro universitario. La investigación inició hace cuatro meses y está prevista que concluya en ocho meses.

    Del Pozo agrega que el año pasado la universidad logró publicar 72 artículos científicos en revistas especializadas. Entre los estudios de impacto en la comunidad científica internacional se encuentran investigaciones relacionadas con el diseño de puestos de trabajo en la fabricación de calzado, el diseño e implementación de un sistema de monitoreo remoto para las instalaciones fotovoltaicas, así como la obtención de nuevos ingredientes funcionales a partir de las proteínas de amaranto y quinua en la elaboración de un alimento funcional.

    Estos y otros proyectos de investigación tratan sobre la producción agrícola que hay en la provincia y otros sectores de la Sierra Centro, en donde la UTA tiene puesta la atención.

    Esta universidad pública tiene hoy en día 90 catedráticos que se encuentran fuera del país estudiando en universidades postgrados y doctorados a través de becas. El objetivo es que a su regreso, estos catedráticos apuntalen la investigación dentro de este centro de estudios que se alista para celebrar en el 2019 sus 50 años de trayectoria académica en la sierra centro del país.

    Datos

    16 000 alumnos estudian en la Universidad Técnica de Ambato que tiene 48 años de actividad.
    15 proyectos  en investigación se desarrollan en la Facultad de Alimentos a cargo de los docentes y estudiantes en áreas como alimentos de consumo masivo, biotecnología, entre otras.

    En la Facultad de Ingeniería en Alimentos trabajan estudiantes y catedráticos. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    En la Facultad de Ingeniería en Alimentos trabajan estudiantes y catedráticos. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • La producción exportable se fortalece en sus aulas

    Maria Angelina Castillo

    Relacionadas

    La Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) desarrolla más de 100 proyectos en áreas como desarrollo agrícola sostenible, cambio climático, biotecnología, biomedicina, nanotecnología, construcciones sostenibles y eficiencia energética este 2018.

    “Nuestras metas institucionales incluyen estar en el top 25 de las universidades latinoamericanas, acreditar internacionalmente todas nuestras carreras de grado y ser el motor del desarrollo tecnológico, social y económico del Litoral”, asegura su rectora, Cecilia Paredes Verduga.

    Para lograrlo, la Espol ejecuta la Zona de Innovación del Litoral Ecuatoriano (ZILE), una propuesta para articular los procesos de investigación, desarrollo e innovación en un circuito en el que colaboren la Escuela Superior junto con otras casas de estudio, institutos públicos de investigación, Gobiernos Autónomos Descentralizados y el sector industrial.

    El objetivo es impulsar los cambios de la matriz productiva del país, a través de un reforzamiento de la producción exportable y la sustitución de importaciones.
    Es decir, generar un ambiente de correlación entre investigación-educación-producción, con énfasis en la innovación y tecnología.

    La profesora María Luisa Granda es la gerenta del proyecto ZILE. Ella asegura que la propuesta se ha construido poco a poco y que pretende incentivar polos de innovación en las siete provincias que componen el Litoral del país.

    “Buscamos transitar hacia un modelo donde se genere conocimiento y valor agregado a los productos”, señala esta catedrática del centro de estudios.

    Los propósitos de la Zona de Innovación del Litoral Ecuatoriano son: diversificar la economía regional y local, contribuir a la transformación de la matriz productiva, incrementar las exportaciones industriales, atraer talento humano avanzado y generar fuentes de empleo.
    El proyecto tiene su antecedente en modelos de interacción y desarrollo, como el parque tecnológico de los años noventa. El programa evolucionó al parque del conocimiento en la década del 2000 y luego surgió la ZILE.

    La universidad obtuvo en el 2016 una cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo para explorar las oportunidades de la ZILE. Y en el 2017 comenzaron un estudio con una consultora europea para elaborar el plan de desarrollo de sostenibilidad de la iniciativa e identificar las potencialidades con las que cuenta.

    El plan involucra a todas las facultades y unidades de vinculación de la Espol. Por ejemplo, el Laboratorio de Materiales presta servicio a la industria del plástico y la cerámica.
    En la línea de la acuicultura, se ha trabajado en solucionar el problema de las enfermedades que afectan al sector camaronero.

    Además, la ZILE cuenta con la colaboración de dos empresas Vibag, importadora y distribuidora de equipos y suministros para laboratorio clínico; y BYD, proveedor de baterías recargables. Estas compañías ya firmaron acuerdos con el centro de estudios para colaborar en la iniciativa, de acuerdo con la Rectora de la Espol.

    El programa incorpora una Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE) y los centros de investigación aplicada de la Espol.

    Para este 2018, Granda espera dar continuidad a las conversaciones con organismos nacionales e internacionales para que se sumen a la iniciativa de financiamiento y desarrollar la infraestructura del programa. Luego se dirigirán a las provincias para extender la visión de la ZILE.

    La rectora de la universidad, Cecilia Paredes, asegura que habrá más metas. “La Espol siempre busca estar a la vanguardia de la educación superior”.

    En las últimas décadas, la Espol ha implementado programas como el de aprendizaje por proyectos y pares (PPL, por su siglas en inglés Peer Project Learning), aprendizaje investigación-acción (PIA), y aula invertida.

    Un grupo de estudiantes trabaja en la elaboración de un dron, en el Laboratorio de Prototipado de la Espol. Foto: Cortesía Espolv
    Un grupo de estudiantes trabaja en la elaboración de un dron, en el Laboratorio de Prototipado de la Espol. Foto: Cortesía Espolv
  • En las aulas desarrollan aplicaciones para drones

    Mayra Pacheco

    Relacionadas

    Buscar soluciones para el sector productivo y la sociedad es una actividad que se desarrolla, permanentemente, en la Escuela Politécnica Nacional (EPN).

    En esta institución, ubicada en el norte de Quito, los estudiantes, docentes y autoridades decidieron que el conocimiento que se imparte en sus aulas cruce el cerramiento de esta universidad.

    Lo que se aprende en las 21 carreras relacionadas con ingenierías o ciencias básicas, luego se aplica en casos reales. Para esto, la Politécnica prioriza proyectos de desarrollo tecnológico para cambiar la matriz productiva e iniciativas que contribuyan a mejorar la convivencia social, refiere Alberto Celi, vicerrector de Investigación de esta universidad.

    Basados en estos principios, los profesionales y estudiantes de este campus universitario, han creado máquinas para el secado de café, equipos que ayudan a pelar cocos, simuladores para rehabilitar una mano con ayuda de dispositivos, adaptadores para camiones que recolectan basura, drones con aplicaciones innovadoras y otros. “Esto mejora la producción y genera más empleo”, sostiene Celi.

    En la creación de estos productos o servicios la EPN trabaja, desde el 2014, de manera centralizada desde el Vicerrectorado. Para impulsar estas iniciativas se considera que estas se ajusten a la realidad y, sobre todo, que ofrezcan ventajas nuevas.

    Por ejemplo, el primer dron que fue diseñado y ensamblado en el Laboratorio de Robótica y Sistemas Inteligentes de la EPN, a diferencia de otros, puede operar en zonas elevadas de la Sierra. Este cuenta con seis hélices y seis motores. Pero ahora se requiere el desarrollo de los programas y de una cámara de fotos y video que capte la información en cualquier condición (lluvia, noche, día…).

    Danilo Chávez, profesor y jefe del Laboratorio de Robótica, menciona que este proyecto aportará en el sector agrícola, en energía y en cartografía.

    En el primer caso, una vez que se encuentre listo el software el equipo estará en condiciones de identificar plagas en plantaciones para que los agricultores puedan tomar medidas a tiempo.

    En el sector eléctrico, con este dron se busca automatizar el control de los cables de alta tensión; en cartografía, el fin es levantar información actualizada sobre la geografía del volcán Cotopaxi. En este proceso se trabaja con los estudiantes. Ellos aportan con sus ideas mediante trabajos de tesis de pregrado y maestrías. Por esto, el plazo para la ejecución de este aparato y sus funciones no tiene plazo un plazo definido.

    Este no es el único dispositivo creado. La EPN ha desarrollado vehículos aéreos no tripulados para la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). Estos aparatos se emplean, generalmente, para la vigilancia y control.

    A estas iniciativas se suman otros proyectos de innovación. Entre ellos se encuentran, el Programa de Aceleramiento del Emprendimiento Regional (REAP por sus siglas en inglés).

    Con esto se busca motivar a que los proyectos de innovación se constituyan en empresa para brindar este servicio en el mercado. Para esto se trabaja en conjunto con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés).

    Además, la EPN impulsa un proyecto para desarrollar ciudades inteligentes. Sang Guun Yoo, investigador y docente de informática, expresa que el propósito es que las personas puedan activar dispositivos, puertas y otros aparatos mediante ondas cerebrales, contar con parqueaderos inteligentes e interconectar los servicios. La meta es aplicar esta innovación, en un inicio, en el campus de esta universidad.

    La EPN, aparte, impulsa otras iniciativas. Solo el año anterior se presentaron 58 proyectos de investigación, de estos al menos la tercera parte tiene un alto componente de innovación.

    Para fomentar los proyectos de innovación e investigación en este campus universitario se cuenta con USD 4 millones de presupuesto cada año. Estos recursos son entregados por el Estado, pero además se gestiona con entidades privadas y fundaciones para obtener financiamiento extra. El año anterior, mediante este mecanismo, se obtuvieron USD 500 000.
    Todo esto tiene como fin apoyar la creatividad e ingenio de quienes conforman la Politécnica.

    LA EPN

    12 000 estudiantes de pregrado y posgrado se forman en la Escuela Politécnica.

    Las carreras de Informática, Robótica y Mecánica son las que tienen una mayor participación en el desarrollo de proyectos de innovación.

    Por sus proyectos de innovación, a fines del año anterior, la institución tenía 15 patentes en trámite, una patente otorgada, 41 registros de derechos de autor y 15 marcas registradas.

    El dron que se desarrolló en la Politécnica se va perfeccionando en el Laboratorio con el aporte de los estudiantes y docentes. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    El dron que se desarrolló en la Politécnica se va perfeccionando en el Laboratorio con el aporte de los estudiantes y docentes. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • El microprocesador diseñado en las aulas

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Los estudiantes de la maestría de Nanoelectrónica de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) están rompiendo esquemas. Este grupo conformado por ecuatorianos -con edades entre 24 y 37 años- diseñó el primer microprocesador del país.

    En el trabajo participaron Luis Sánchez, Félix Chávez, Diego Jaramillo, Sofía Lara, Carlos Macías y Esteban Garzón. Ellos contaron con la guía de Etienne Sicard, profesor e investigador de la maestría de Nanoelectrónica de la USFQ.

    Para dar forma a este proyecto, los seis estudiantes trabajaron en cada uno de los diminutos componentes durante dos semanas. Se dedicaron a tiempo completo para realizar la parte aritmética, la memoria, el reloj y a la final diseñaron este dispositivo que mide menos de un milímetro, pero tiene varias funcionalidades.

    El prototipo que por ahora se aprecia utilizando un software especial puede realizar operaciones aritméticas básicas; se conecta vía Bluetooth, almacena información y convierte datos del sistema analógico al digital, refiere Lionel Trojman, director de la maestría de la Universidad San Francisco de Quito.

    El diseño de este dispositivo electrónico representa un reto en el país, porque demandó de varias horas para pensar cómo hacer funcionar cada uno de sus componentes, menciona Esteban Garzón, de 24 años. “A la final lo logramos. Los ecuatorianos somos capaces de hacerlo”.

    El diseño actual de este chip servirá como base para que la segunda promoción de esta maestría incluya nuevas características al microprocesador. La aspiración de los seis estudiantes que iniciaron el proyecto es que este se implemente, es decir se construya. Aunque esto tiene ciertas limitaciones económicas y técnicas.

    Para producir el chip este equipo debería enviar su diseño a un ‘foundry’ o fábrica en el exterior. Pero antes se requiere cumplir con una medida mínima y contar con recursos económicos.

    Para proyectos educativos, la implementación de un microprocesador de un milímetro cuadrado cuesta al menos USD 29 000. El chip diseñado por los estudiantes de la maestría de la San Francisco mide 0,1 milímetros cuadrados, refiere Diego Jaramillo, estudiante de la maestría de Nanoelectrónica.

    Por esto, el objetivo de estos ingenieros es unir su diseño a los de otras universidades para completar el área requerida por las fábricas y, luego, dividirse los gastos. Este tipo de microprocesadores se pueden utilizar en teléfonos celulares, sensores u otros.

    La implementación del chip quedará en manos de los nuevos estudiantes de la maestría. Luis Sánchez, Félix Chávez, Diego Jaramillo, Sofía Lara, Carlos Macías y Esteban Garzón viajarán a Europa para concluir su formación.

    El diseño de este microprocesador concluyó hace un mes. Para su diseño se usó un software especial. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    El diseño de este microprocesador concluyó hace un mes. Para su diseño se usó un software especial. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Dos días para hablar de investigación en las aulas

    Redacción Quito

    La Universidad Internacional SEK organizó la segunda edición del Simposio Internacional de Investigación e Innovación 2017. El encuentro se realizó entre el 18 y el 19 de mayo en el auditorio del Campus Carcelén, Quito.

    El objetivo de este encuentro fue contribuir al intercambio de conocimientos entre estudiantes, docentes e investigadores.

    En el evento, que se cumplió en la sede de la universidad, participaron investigadores y docentes de alrededor de 10 países. Entre estos están: Brasil, EE.UU., Alemania, Cuba, España, México, Colombia, entre otros.

    Durante los dos días se buscó generar espacios de participación, debate e intercambio de conocimiento en temas como seguridad y salud ocupacional; desarrollo y transformación social; biodiversidad y recursos naturales aplicados a la gestión ambiental; y desarrollo tecnológico.

    Para Alfonso Algora, rector de la Universidad Internacional SEK, este simposio sirvió para que los jóvenes valoren la investigación como una manera de expandir su conocimiento y no conformarse con lo que tienen.

    Tomas Ortiz, Phd en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, fue uno de los primeros en participar. Él habló sobre ‘El papel del cerebro en la regulación del comportamiento y emociones humanas’.

    La astrobiología es otro de los temas abordados dentro del simposio de investigación. Jesús Díaz, conferencista español, piensa que este tema encierra múltiples disciplinas que ayudan al desarrollo del estudiante. Entre estas: la ética, la educación y la tecnología.

    Al evento acudieron alrededor de 250 personas, entre investigadores, docentes, profesionales y estudiantes. Yury Rosales, investigador de la Escuela Superior Politécnica del Chimborazo,
    acudió al simposio internacional y comenta que es primordial compartir ideas y estos espacios permiten aprender con investigadores internacionales y sus perspectivas. “Me interesa la parte de salud y ciencias del comportamiento humano”.

    El Simposio de Investigación e Innovación 2017 se cumplió en  la universidad. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    El Simposio de Investigación e Innovación 2017 se cumplió en la universidad. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Los textileros de Calderón reciben apoyo desde las aulas

    Redacción Quito (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    La ayuda a los emprendedores y el fortalecimiento de sus negocios son dos de los objetivos que se plantearon los estudiantes y docentes de la Escuela de Diseño, de la Universidad de Las Amé­ricas (UDLA).

    180 estudiantes trabajaron junto a los emprendedores textiles de las parroquias de Calderón y San Antonio de Pichincha, en el noroccidente de Quito. El proyecto consiste en potenciar sus negocios. Lo hacen a través del diseño de las marcas de ropa que comercializan.
    Se suman las mejoras en los procesos de manufactura desde un enfoque amigable con el ambiente, el desarrollo de una identidad corporativa y otros temas.
    El proyecto está compuesto por 25 emprendimientos asentados en este sector del norte de la capital. De estos, tres son asociaciones con un promedio de seis miembros cada una. En total son 43 beneficiados.
    Fernanda Reinoso, estudiante de octavo semestre de Diseño Industrial, destaca este proyecto porque logró formar una amistad con la emprendedora Nelly Monta. Ella recuerda que el proceso fue positivo, porque pudieron establecer las necesidades que tenía su negocio. Por ejemplo, no tenía un nombre, por lo que Fernanda le ayudó a buscar uno que sea adecuado al tipo de ropa que confeccionaba desde su hogar.
    El nombre ideal surgió de la fusión de los nombres de los dos hijos de Nelly: Kenan y Axel. Al principio, el nombre fue Kenax, pero no les convenció porque sonaba a productos de limpieza. Luego, investigó y encontró el nombre Kena, que significa bonito o guapo en gaélico. “Fue ideal, porque Nelly comercializa ropa para mujeres”.
    Fernanda rescata varias experiencias, como la ayuda para potenciar los negocios. “Queremos que la marca sea reconocida”.
    Las historias de las mujeres dejaron una huella en los jóvenes universitarios. Andrés Ossa ya egresó de Diseño Industrial y considera que la experiencia fue gratificante porque aprendió nuevos conocimientos de Beatriz Molina, su beneficiaria. “Ambos aprendimos juntos”.
    Una situación que rescata es la forma de vida de la mujer. Recuerda que Beatriz siempre estaba ocupada en algo. Fue misionera, monja y crió a sus hijos sola, por lo que le apostó a emprender un negocio de costura. “El hijo fue quien le dio el impulso para que saliera adelante. La mujer le dio todo: educación, comida y más”.
    Sin embargo, el negocio tenía algunas falencias en el tema de la marca, que se llamaba Bruno Bianchi y se encarga de la confección de ropa interior para hombre. “Le ayudé para cambiar la tipografía de la marca y otros detalles”.
    Andrés también rescata que aprendió la habilidad de la mujer para hacer negocios.
    El proyecto se inició en marzo de este año y se extenderá hasta marzo del 2018. En este participaron 15 docentes.
    Una de ellas es Silvia Andrademarín, quien se encarga de impartir la materia de Fotografía.
    Para ella, la vinculación de los estudiantes a la comunidad es importante, porque se ponen en práctica los conocimientos que se dan en las aulas. “Los emprendimientos no dejaban un rubro alto, por lo que analizamos las formas para mejorar el negocio”.
    Una de las fortalezas es que los emprendedores se encargan de compartir sus necesidades para luego buscar la actividades que les ayudarán a mejorar.
    El proyecto tiene varias etapas. La primera fue el desarrollo de imagen corporativa, ya que las prendas, al no contar con una marca o etiqueta, eran vulnerables a que “robaran los diseños”, explica la docente universitaria.
    Este semestre seguirá el proyecto y se diseñará un producto textil propio, ya que necesitan producir algo más el resto del año. Actualmente, los emprendedores tienen dos temporadas buenas: ingreso a clases y la época navideña. “Los jóvenes desarrollarán un diseño y los comerciantes lo elaborarán y venderán”.
    La última parte del proyecto está relacionada con la imagen por medio de páginas web o redes sociales, para darse a conocer. Se suman la fotografía, la ergonomía y mejorar los talleres que tienen en sus casas. Al final, se hará una feria para que presenten sus productos. Esperan ese día con ansias.

    Datos adicionales

    Las reuniones. Los estudiantes se reúnen con los emprendedores en el Centro Textil de Carapungo, que es parte de la Junta Parroquial, En este espacio se hacen los conversatorios.
    La misión. Es necesario un compromiso entre estudiantes, comunidad y docentes. “Todos,
    desde sus conocimientos, aportarán a las personas que lo requieran. Les permite evidenciar la realidad”, según lo dijo Óscar Cuervo, director de la Escuela de Diseño Gráfico Industrial.