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  • El café que se cosecha en Loja y que hoy se vende en Amazon

    Patricia González

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    Tres generaciones de la familia Baylón Loaiza se han dedicado a la comercialización y exportación del café cultivado en la provincia de Loja.

    Por muchos años, vendieron café verde (granos extraídos de la cosecha), como materia prima hacia Colombia. Eso cambió en 2015, cuando la familia decidió lanzar una marca propia y empezó a exportar el café procesado molido o tostado en grano.

    Así nació Café Pergamino, marca de la empresa Sabdi Alimentos, registrada el mismo año. “Decidimos darle un valor agregado al producto y crear nuestra propia marca, pensando en que tenemos que cambiar la forma de trabajar con el café”, comenta Ángel Baylón, presidente de la compañía.

    Café Pergamino es un producto de especialidad, orgánico, cultivado sin fertilizantes. La altura, de entre 1400 y 1600 metros sobre el nivel del mar y el clima nublado de Loja le otorgan aromas y sabores distintivos, como el chocolate.

    El grano es comprado a un centro de acopio en el cantón de Catamayo, que almacena los productos de 1 200 caficultores de la zona.

    Luego se procesa en Loja y es enviado como café tostado a Quito, donde es molido, empacado y envasado en una planta en Calderón.

    El producto se vende en dos presentaciones: café molido, en fundas de 400 gramos, y café tostado en grano, en fundas de 400 gramos y de un kilogramo.

    La compañía Fupel es la proveedora de las fundas de empaques. Además, en esta empresa se consume Café Pergamino. “Es muy bueno, tiene buen aroma y está bien cargado”, comenta Leonor Ramón, vendedora de Fupel.

    Pero el fuerte de Sabdi Alimentos es la exportación. En 2016, arrancó con una tonelada trimestral hacia EE.UU. y actualmente envía a este mercado tres toneladas mensuales.

    El producto se puede hallar en cinco cadenas de supermercados y en la tienda virtual Amazon.
    La empresa no descarta colocar el producto en el mercado local. No obstante, Baylón reconoce que el proceso es más complicado por la cantidad de requisitos que solicitan las empresas locales.

    El año pasado la empresa facturó USD 350 000. Baylon estima que para este año puedan duplicar sus ventas, tomando en cuenta que se encuentran cerrando negociaciones para exportar a Canadá, China, Japón, Inglaterra y Rusia.

    El presidente de la firma destaca el apoyo de Pro Ecuador, que les facilitó su participación en dos ferias internacionales, una en Colombia y otra en Corea del Sur.

    “Estar presente en estos eventos nos abrió las puertas para poder acceder a otros mercados”, destaca Baylón.

    Ángel Baylón es el presidente de la compañía que oferta la marca Café Pergamino. Su producto se vende molido y tostado en grano. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Ángel Baylón es el presidente de la compañía que oferta la marca Café Pergamino. Su producto se vende molido y tostado en grano. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • El panorama es favorable para el café

    Patricia González

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    La variedad de climas y ecosistemas que posee el Ecuador permiten que el café se cultive en las diferentes regiones del país: Costa, Sierra y Amazonía.

    Actualmente, el grano se ubica entre los 10 cultivos con mayor superficie, siendo sembrado en 21 provincias del Ecuador.

    Si bien la productividad nacional aún se mantiene en niveles bajos, con un rendimiento de 0,1 toneladas por hectárea, distintos esfuerzos han permitido mejoras en rendimiento y calidad en ciertas zonas del país.

    Es el caso del noroccidente del Distrito Metropolitano de Quito, donde la producción del grano creció de cinco a 20 quintales por hectárea el último año, según datos de la Agencia de Promoción Económica ConQuito.

    Guillermo Ortiz, responsable de cadenas productivas de ConQuito,
    explica que el café de la zona se ve favorecido por las características del ecosistema, la baja luminosidad y la altura, que permiten captar más minerales y beneficia la maduración.

    Luis Salazar es propietario de la hacienda El Rosario
    , ubicada en el sector de Nanegalito, del noroccidente de Pichincha. En su primera cosecha (2011) obtuvo medio quintal por hectárea. Para 2016, alcanzó los 16 quintales (100 libras cada uno) por hectárea.

    El productor atribuye la mejora en productividad a un manejo más adecuado en poda, fertilización, controles de plagas y enfermedades. Salazar señala que el apoyo de ConQuito, con capacitaciones en cosecha y poscosecha han sido clave en los cultivos.
    En El Rosario, Salazar produce diferentes variedades de café arábigo: caturra, pacas y catucai.

    Brian Brohnke, otro caficultor de la zona de Nanegalito, dice que el café que se produce en Pichincha es de “ talla mundial”.

    La calidad del café se mide en un puntaje del 1 al 100, que evalúa 10 parámetros, entre ellos aroma, acidez y cuerpo. Un café de más de 85 puntos es considerado especial y se cotiza mejor en los mercados internacionales.

    Brohnke cultiva el grano en la hacienda Reserva Tambo Quinde, donde en 2016 alcanzó una producción de 25 quintales por ha.

    En el sur del país, los productores también perciben un crecimiento sostenido.
    La Federación Regional de Pequeños Productores Ecológicos del Sur aglutina a seis organizaciones en tres provincias (Loja, Zamora Chinchipe y El Oro). Su presidente, Vinicio Martínez, afirma que el rendimiento de la producción de los 1 200 socios se ha crecido de 12 quintales hasta 18 quintales por hectárea, en los últimos dos años, lo que ha impactado en un incremento en sus niveles de exportación.

    Para Martínez esto es producto de una optimización en las prácticas agronómicas, de procesos de fertilización con certificación orgánica y del cultivo de nuevas plantaciones más productivas .

    El caficultor reconoce que aún es difícil competir con grandes mercados, como Brasil, Perú y Colombia, que han entrado a una caficultura a gran escala. Sin embargo, subraya que se deben aprovechar las ventajas de contar con diferentes pisos altitudinales y climas. “Esto nos permite producir cafés especiales, que son los que mejor se cotizan en el mercado mundial”.

    Serbio Pardo, productor de Loja, fue el ganador del concurso Taza Dorada 2016, organizado por la Asociación Nacional de Exportadores de Café (Anecafé). Con un puntaje de 90,5 puntos, Pardo logró vender su café de especialidad a USD 2 100 el saco de 60 kilogramos, a un comprador surcoreano. Un precio muy por encima de lo que paga el mercado internacional por un café convencional, donde el saco oscila entre USD 130 y 140.

    Pablo Pinargote, presidente de Anecafé, comenta que el caso de Pardo –quien ha participado en las 10 ediciones del concurso– es un ejemplo de que con capacitación y constancia se puede mejorar la calidad del grano.

    A pesar de que el Ecuador ha alcanzado mejoras en rendimiento y calidad en algunas zonas, continúa con bajos volúmenes de producción y productividad. Pinargote señala que este es uno de los factores que ha generado un decrecimiento de las exportaciones. En el primer trimestre del año se exportaron 32 742 sacos menos que en igual período del 2016.

    El representante del gremio espera que el Proyecto de Reactivación de Café y Cacao Nacional Fino de Aroma, del Ministerio de Agricultura, genere los resultados esperados. La iniciativa ha permitido capacitar al productor y entregar semillas importadas de Brasil para mejorar la calidad y productividad.

    Brian Brohnke produce café orgánico en la hacienda Reserva Tambo Quinde, en el noroccidente de Pichincha. Luis Salazar, caficultor en el noroccidente de Pichincha, ha mejorado su producción de medio quintal por hectárea, en el 2011. Fotos: Patricio Terán
    Brian Brohnke produce café orgánico en la hacienda Reserva Tambo Quinde, en el noroccidente de Pichincha. Luis Salazar, caficultor en el noroccidente de Pichincha, ha mejorado su producción de medio quintal por hectárea, en el 2011. Fotos: Patricio Terán / LÍDERES
  • El negocio es convertir al café en una experiencia

    Redacción Quito

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    Traviesa es el nombre que se le da a la primera cosecha de café del año -que ocurre entre abril y mayo- y fue la inspiración para que Felipe Cisneros creara toda una experiencia entorno a la bebida que resulta de este fruto.

    En el 2013 abrió sus puertas Traviesa, tostaduría de cafés especiales y también cafetería. Cisneros asegura que su negocio se enmarca en la tercera ola del café.

    Tal y como sucede con los movimientos culturales y artísticos, el mundo del café ha marcado sus propias fases o épocas, según sitios web especializados .

    La primera ola se refiere al café después de la Segunda Guerra Mundial en EE.UU., cuando nacieron tostadores con una oferta de consumo de café soluble y de café molido. Fue un momento en donde el consumo de café se consolidó y expandió con una venta enfocada al volumen y no a la calidad, con precios bajos.

    En la segunda ola, los involucrados en el mundo del café se enfocaron en la calidad, así como en sus orígenes y las técnicas de tostado del fruto. Starbucks es la representación de esta época, que nació en EE.UU. y se expandió por todo el mundo.

    Finalmente, la tercera ola está marcada por una generación que se emociona cada vez más con el café y su mundo, que cuida detalles de los orígenes del grano, del cultivo, cosecha, del tostado en lotes más pequeños, así como de los procesos de preparado.

    Justamente eso es lo que busca Traviesa y toda esa experiencia es fruto de 13 años de trabajo de Cisneros en este ámbito.

    Para empezar con su negocio invirtió USD 70 000 -de sus ahorros- que los destinó a la compra de una tostadora, molinos y una máquina de expreso.

    No obstante, el negocio no se consolidó, a decir de Cisneros, por varios factores como la ubicación del local o la falta de parqueaderos. Por esta razón, durante un año Traviesa se mantuvo solo con el negocio de la tostaduría de grano para entregar a restaurantes ‘gourmet’ y cafeterías de especialidad, en Quito y en Guayaquil.

    Luego de un año de análisis del mercado y sector, Traviesa volvió -a finales de mayo del año pasado- con su cafetería y tostaduría a otro local, ubicado entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. En total, la inversión acumulada del negocio actualmente es de USD 100 000.

    Ahora, Traviesa busca mostrar la cadena de valor del café a sus clientes. En un recinto plagado de aroma a café, los visitantes pueden apreciar el proceso de tostado y empacado de los granos del café.

    También pueden adquirir gramos o kilos del producto de diferentes variedades de frutos cultivados por 50 productores de especialidad (cultivos de calidad) del Carchi, Imbabura, Pichincha, Loja y Zamora. Además, se está incorporando producto de Azuay y Chimborazo.

    También los clientes pueden degustar en el mismo lugar de una gran variedad de café preparado bajo diversas modalidades. Además se sirven infusiones, cerveza, vino y platillos como salmón ahumado o roast beef.

    En la panadería, pastelería y cafetería Masamadre, de Guayaquil, usan el café de Traviesa desde el año pasado. Jaime Buendía, chef ejecutivo y propietario, cuenta que Traviesa le dio asesoría sobre el café más conveniente de acuerdo con su carta. “El café ha tenido buena aceptación”, dice Buendía.

    Jervis Café Delicatessen, de Quito, también utiliza café de Traviesa desde hace dos años. Juan Pablo Jervis, su propietario, asegura que Traviesa “es una de las pocos sitios en Quito que tiene una tostadora y sabe tostar café” y lo puede personalizar al gusto.

    Felipe Cisneros, propietario del negocio, prepara un café para sus clientes en el local de Traviesa, ubicado  entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Felipe Cisneros, propietario del negocio, prepara un café para sus clientes en el local de Traviesa, ubicado entre las calles Humboldt y San Ignacio, en el norte de Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • El chocolate y el café local dan identidad a sus tiendas

    Redacción Quito

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    Jorge Guacanés soñaba desde niño con tener una casa de chocolate. Ese anhelo de la infancia, comenta, venía a su cabeza como cuando Homero Simpson alucinaba con la tierra del chocolate: todo lo que está a su alrededor es comestible, desde las paredes hasta conejos que saltan.

    Hace siete años, pudo hacer realidad en algo ese sueño que coincidió con el inicio del ‘boom’ del chocolate fino ecuatoriano.

    En ese entonces, Guacanés se convirtió en papá y necesitaba mayores ingresos para cubrir la nueva etapa de su vida. Dejó su trabajo en una tienda de artesanías y montó su chocolatería, sin mayor noción del mundo al que se metía. Su experiencia en ventas y trato con turistas fueron su punto de partida.

    Para iniciar invirtió USD 6 000 que los financió con su tarjeta de crédito. Ese dinero le sirvió para comprar mercadería, maquinaria como neveras -para los postres- y rentar un local en el sector de La Mariscal (centro-norte de Quito). Así, en el 2010, abrió sus puertas Cacao&Cacao.

    Uno de sus primeros proveedores, cuenta Guacanés, fue Pacari. Habló con Santiago Peralta y recuerda que en su encuentro le dijo algo así como: “toma mis tabletas y anda endulza el mundo”.

    Algo más de un año después de la apertura de su primer local abrió un segundo local en la misma zona de la ciudad.

    Guacanés se metió en el mundo del chocolate y fue sumando proveedores que comenzaban a producir chocolate ecuatoriano con identidad. También, incorporó otros ítems elaborados con cacao, como cervezas y postres.

    Además, en la nueva tienda agregó el servicio de cafetería y desde ese entonces incursiona en ese segmento. Cacao&Cacao también comenzó a ofertar café de diferentes puntos geográficos del país, como Loja, Nanegalito, entre otros lugares.

    Para abrir este local invirtió cerca de USD 8 000, que los consiguió con un crédito del Ministerio de Turismo más las ganancias que le dejaba la primera tienda. Este local se convirtió en el principal de la cadena de Cacao&Cacao.

    Ahora, la pequeña cadena se especializa en café y chocolate de productores nacionales. También, ofrece otros productos locales, como licor de maracuyá, por poner un ejemplo.
    El año pasado abrió otro local que se dedica solo a la venta de los productos, al frente del Mercado Artesanal de La Mariscal.

    Asimismo, el año pasado la cadena abrió su primera franquicia ubicada en el Centro Comercial Unicornio. Este es un proyecto piloto con el que crearon su manual de franquicia para la marca y buscará expandirse en el futuro.

    Ahora, Cacao&Cacao busca difundir la cultura del café en el país. Por ello, organiza un evento para entregar la certificación Barista Skills Foundation y Barista Intermediate, que se desarrollará esta semana, entre el 2 y 4 de mayo.

    Dolores Moreno es clienta de Cacao&Cacao desde hace un año. Ella trabaja cerca de La Mariscal y acude todos los días, con compañeros de la oficina, en búsqueda de café. Moreno destaca la variedad, el sabor y los aromas de los productos que se ofertan.

    La Leyenda del Chocolate es un negocio quiteño que provee diversos ítems a la cadena. Doménica Mero, encargada de ventas, asegura que cada mes le venden a Cacao&Cacao unas cuatro cajas de chocolate en pasta para diversas preparaciones y también otro chocolate para bebidas.

    Además de estos productos, la Leyenda del Chocolate entrega pequeñas barras. Mero destaca la cadena que se ha convertido en un sitio especializado.

    Jorge Guacanés, el fundador de la cadena, en su local más grande que cuenta con cafetería, que está ubicado en la Juan León Mera y Ramón Roca, en el sector de La Mariscal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Jorge Guacanés, el fundador de la cadena, en su local más grande que cuenta con cafetería, que está ubicado en la Juan León Mera y Ramón Roca, en el sector de La Mariscal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • El café que se disfruta en Asia y EE.UU.

    Redacción Quito

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    La historia de Café Valverde está marcada por la nostalgia, la tradición, el esfuerzo, la persistencia y las ganas de superarse. Pero también por las oportunidades que traen las nuevas tecnologías y el olfato para los negocios.

    Este emprendimiento trabaja con una de las materias primas más valoradas en la región y en mercados extranjeros: el café. Su fundadora es María Fernanda Valverde, una zarumeña que emigró a Quito en 1999.

    A la capital vino por motivos de estudio y trabajo. En la ciudad trabajó en una empresa privada, sin olvidar nunca el aroma a café recién molido de su tierra natal. Ese sentimiento la motivó a empezar un negocio de venta de café, que evolucionó hasta ser una pequeña empresa que hoy hace envíos a mercados como Taiwán, Kuwait y Estados Unidos.

    En este camino Valverde cuenta con el apoyo de su esposo, Fabián Acosta, que antes de ser parte del negocio trabajó en el sector petrolero. La primera inversión de la pareja fue por USD 150 que sirvieron para comprar unas 30 libras de café de Zaruma que lo comercializaban entre amigos y conocidos. Era el 2014.

    La idea inicial fue tener un ingreso extra. Pero los pedidos se incrementaron y los clientes empezaron a crecer. “Hacíamos pruebas y degustaciones en hogares y en empresas en las que tenía contactos”, cuenta esta mujer y madre emprendedora.

    Con la demanda en crecimiento, la pareja decidió probar suerte en ferias. Una de las primeras fue en Riobamba; allí constataron que el café fresco en grano y molido tenía una aceptable demanda. Había que dar un siguiente paso.

    Los creadores de Café Valverde contactaron a más productores de Zaruma, pero también acudieron a caficultores de Loja, del noroccidente de Pichincha, de Imbabura y de Carchi.
    Valverde y Acosta saben que un buen café es valorado y por eso están pendientes de que los productores cumplan los procesos, en los que se incluyen la cosecha, la poscosecha y la fermentación. “Cuidamos la trazabilidad para que los clientes en el extranjero conozcan cada detalle del producto que consumen”.

    Esta pequeña empresa tiene una cartera de unos 50 clientes, entre corporativos y particulares.

    Diana Pareja, supervisora de compras de Quifatex, cuenta que compran a Café Valverde desde hace dos años. “Los empleados están muy contentos con la calidad del producto. En principio lo usamos en el centro de distribución y ahora vamos a comprar para la oficina matriz”, dice Pareja. Quifatex le compra a Café Valverde alrededor de 50 paquetes al mes.

    La Huerta de la Abuela, en Cumbayá, también confía en el café de estos emprendedores. Su administradora, Cynthia Silva, dice que la relación comercial empezó hace un año y asegura que los clientes del negocio están satisfechos. “Los compradores son hombres y mujeres por igual, tienen entre 30 y 60 años y siempre buscan variedad, por eso prefieren a Café Valverde”. La Huerta de la Abuela adquiere hoy en día 12 libras de café cada tres semanas.

    Este negocio procesa dos sacos de 50 kilos por semana y para la comercialización se apoya en su página web. El 50% de las ventas se hace por ese canal (así les contactaron desde Taiwán y Kuwait) y el 50% restante se va para cafeterías, empresas y clientes fieles.

    En la actualidad, Café Valverde factura USD 3 500 al mes, pero la cifra puede crecer, en especial luego de abrir, días atrás, una oficina en EE.UU.

    María Fernanda Valverde es la fundadora y CEO de Café Valverde. El negocio tiene ubicado  su centro de operaciones  en el valle de los Chillos. Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES
    María Fernanda Valverde es la fundadora y CEO de Café Valverde. El negocio tiene ubicado su centro de operaciones en el valle de los Chillos. Foto: Pedro Maldonado / LÍDERES
  • Los secretos del buen café

    Ana Cristina Alvarado

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    El barista Pablo Esteban Puente demostró que con una inversión de unos USD 150 se puede adquirir los utensilios para hacer un café fresco y aromático.

    El grano se puede comprar en cafeterías de especialidad como Isveglio. Debe mantenerse sellado, en un lugar fresco y seco y no en la refrigeradora.

    El café debe ser molido al instante y para ello, una herramienta práctica es el molino manual. Mientras más fino se muela el grano, más amarga será la bebida. Con la molienda gruesa, el café será suave.

    Para calentar el agua se aconseja usar las jarras eléctricas, que permiten fijar la temperatura. Puente dice que la temperatura ideal es de 91 grados.

    La prensa francesa es una opción popular. Para este método se recomienda trabajar en una proporción de 1, siendo el café, a 12, siendo el agua. Es decir, si se coloca 20 gramos de café, se usarán 240 gramos de agua.

    Las mediciones se deben realizar sobre una balanza, así se podrá registrar la fórmula que guste y repetirla.

    Primero se hace una preinfusión; se colocan 50 gramos de agua sobre el café en la prensa francesa. Después de 30 segundos se agita para que reviva el café y 20 segundos más tarde se coloca el resto de agua y se baja el filtro. En unos tres minutos el café estará listo para servir.

    Puente también gusta del filtro V60, este es como un embudo que funciona con un filtro de papel. Estos implementos se pueden adquirir en Amazon. Puente prefiere la marca Hario.

    Foto: Facebook Isveglio
    Foto: Facebook Isveglio
  • Los secretos del buen café

    Ana Cristina Alvarado

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    El grano se puede comprar en cafeterías de especialidad como Isveglio. Debe mantenerse sellado, en un lugar fresco y seco y no en la refrigeradora.

    El café debe ser molido al instante y para ello, una herramienta práctica es el molino manual. Mientras más fino se muela el grano, más amarga será la bebida. Con la molienda gruesa, el café será suave.

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    Puente también gusta del filtro V60, este es como un embudo que funciona con un filtro de papel. Estos implementos se pueden adquirir en Amazon. Puente prefiere la marca Hario.

    Tomar café de calidad en la oficina sí es posible
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  • El sabor manabita, en un empaque

    María Victoria Espinosa

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    Tras cinco meses de pruebas, Michael Garretty logró reunir en un envase los sabores típicos de Manabí.

    El café molido, la sal prieta y el maní quebrado se distribuyen en Azuay, Guayas, Pichincha y Manabí bajo el sello de Nostalgia. Una marca que busca recordar las tradiciones gastronómicas ancestrales manabitas.

    Los productos conservan el olor, sabor y textura de las recetas milenarias. Así lo aseguró la manabita Pamela Reina, quien dejó su provincia natal hace ya 20 años. “He vivido en Quito y en Santo Domingo y he encontrado productos como la sal prieta. Pero solo Nostalgia me trasladó hacia mi infancia y la comida de mi abuela”, señala esta mujer.

    Garretty explica que para darle un toque ancestral a su marca, el proceso de producción, desde la recolección de frutos hasta el empaquetado, se hace en Manabí. “Es un producto pensado para conquistar al manabita que vive lejos de su tierra. La idea del empaque es que incluso se pueda llevar como un souvenir a otras partes del mundo”, dice el emprendedor.

    Otra de las ventajas de que el producto se haga en Manabí es que indirectamente se generan unas 80 plazas de trabajo en los agricultores de las zonas rurales de Portoviejo como Abdón Calderón, El Rodeo y del cantón Tosagua. Además, de forma directa, en la elaboración del producto se involucran 20 personas.

    El emprendimiento nació en el 2015 con un capital de USD 10 000. Garretty recuerda que vivía en Guayaquil y añoraba los sabores típicos de su natal Manabí. Así que retornó e inició una investigación para dar con las recetas típicas que más les podrían gustar a los ecuatorianos. “Los productos reúnen los ingredientes de las recetas originales, pero tienen un moderno y práctico empaque, que se transportar fácilmente”.

    Garretty señala que la inspiración para crear este negocio nació de la añoranza por la comida de su abuela Maruja Zambrano y la admiración por su bisabuelo Luis Arboleda Martínez, quien tenía una fábrica de galletas, chocolate y la fábrica de hielo La Sirena. “Él siempre estaba buscando nuevas máquinas para mejorar la producción e innovar”.

    El primer producto que salió al mercado -a principios del 2016- fue el café tostado y molido, en una presentación de 250 gramos. “Es un café rubio, sin mezclas y con poca acidez, que hace que el olor se perciba mejor”.

    Luego se impulsó la creación de la sal prieta, que es una fusión entre harina de maíz, maní tostado y especias. “Este producto se consigue en los mercados de abastos en tarrinas o fundas plásticas. Nuestra marca se consigue en los supermercados y es utilizada en la gastronomía gourmet”.

    Pero Garretty recuerda que encontrar la fórmula perfecta no fue fácil porque se debía buscar un sabor autóctono, pero con una textura atractiva y sin exceso de grasa. “Nos basamos en las recetas y secretos familiares”.

    En la actualidad, en la sede de Nostalgia también se elabora mantequilla de maní, frutos secos, frutas deshidratadas y leche de almendras de varios sabores como el chocolate.

    En Manta los productos se los puede conseguir en la cafetería Grocerry, en el centro de la ciudad. Este espacio fue creado por Garretty para impulsar a Nostalgia, pero también otros productos de emprendedores del país. En el segundo piso se están construyendo un espacio para que los artistas expongan su arte.

    Michael Garretty es el propietario de Nostalgia, una microempresa de Manta que elabora y vende productos como la mantequilla de maní y el café. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Michael Garretty es el propietario de Nostalgia, una microempresa de Manta que elabora y vende productos como la mantequilla de maní y el café. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Estos accesorios son hechos con tagua y café

    Stives Reyes (I)

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    Lo que inició como un hobby, de diseñar bisutería y semijoyas, ahora se convirtió en el negocio de la manabita María José Zambrano le que dedica el cien por ciento de su tiempo.

    Cuando tenía 21 años, en el 2007, Zambrano invirtió USD 250 que había ahorrado en su trabajo en la Cámara de Comercio de Manta para comparar ‘pepitas’ de plásticos y otros accesorios. Así elaboraba adornos de bisutería.

    Investigó sobre la elaboración de los artículos y con la ayuda de una amiga de su mamá que era experta en el tema, aprendió cómo manejar las pinzas y otros elementos para confeccionar sus primeros accesorios. Los clientes eran familiares y amigos.

    En las primeras tres semanas recuperó lo invertido y ganó más USD 1 000. Entonces se dio cuenta de que el negocio era rentable y decidió renunciar a su trabajo en l para constituir su compañía Manabijou y dedicarse a lo que considera su máxima pasión.

    El camino no ha sido fácil. Manabijou quebró al poco tiempo de ser constituida a inicios de 2012. “En ese momento quebré porque no tenía mucho conocimiento de finanzas y porque el lugar donde tenía el local no era el más adecuado” dice Zambrano.

    Sin embargo, a mitad de ese mismo año, la emprendedora logró vender sus productos a De Prati logrando finalizar en octubre su primer pedido de 260 artículos, luego llegaron órdenes de hasta 2 000 piezas logrando reactivar su negocio. Así pudo abrir un nuevo local al interior del hotel Mantahost, en el kilómetro 1,5 de la vía a Barbasquillo, en Manta.

    Fue en este local, a inicios de 2013, cuando Zambrano se dio cuenta que debía ofrecerle algo extra al cliente que visitaban la ciudad por turismo. Así nació la idea de crear semijoyas elaboradas con materiales naturales como tagua y granos de café tostado.

    Ahora estas dos son sus materias primas estrellas. Dice que el valor agregado que ofrece se encuentra en los diferentes diseños que plasma con estos materiales. “Tanto así que los turistas cuando los ven no creen que se trata de tagua o café por su diseño y calidad que es muy diferente a la que se encontraría en algún mercado artesanal”, dice Zambrano.

    Josefa Intriago, vive en Manta y dice que le gustan los accesorios de Manabijou porque tienen un diseño innovador y son naturales. Especialmente las pulseras de tagua que parecen hechas de piedra y por eso las recomienda.

    La materia prima para los productos de Manabijou lo proveen artesanos de la misma provincia. La tagua llega desde Portoviejo mientras que el café de la Asociación Nacional de Cafetaleros del Ecuador (Anecafe). Las dos semillas llegan curadas y tratadas para amoldarse a los diseños de la creadora ecuatoriana.

    Para Manabijou trabajan diez personas. Aunque el sueño de María José es darle trabajo a decenas de amas de casa para que desde sus hogares puedan elaborar sus diseños con los materiales y así poder genera ingresos para más familias. Según su proyecto, en un futuro la iniciativa tiene como objetivo dar trabajo a las amas de casa de su localidad para no solo vender una marca sino también crear responsabilidad social.

    Actualmente, las ventas superan las expectativas de la emprendedora. Al mes vende en promedio cerca de USD 8 000 en sus tres locales: uno en Manta y dos de ellos en Quito.
    También ha llegado con sus diseños a varios países de Europa como Alemania, Polonia, Inglaterra, Francia, Suiza e Italia, gracias a la promoción que ha tenido al asistir a diferentes ferias nacionales e internacionales invitada por el instituto de promoción de exportaciones Pro Ecuador

    María José también ha incursionado en la elaboración de semijoyas con otros materiales con piedras preciosas como cuarzos. Cada año se realiza un colección en la cual se presentan nuevos artículos para este 2 de diciembre tiene previsto lanzar su última colección denominada Agata.

    Maria Jose Zambrano en  su local de vende las  artesania, de  sus joyas realizadas con tagua Foto: Mario Faustos / LÍDERES
    Maria Jose Zambrano en su local de vende las artesania, de sus joyas realizadas con tagua Foto: Mario Faustos / LÍDERES
  • Cacao, café y maní, la esencia de las cremas Delilú

    Redacción Quito

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    Las perchas de supermercados y autoservicios del país tienen, desde agosto del 2016, un nuevo participante. Se trata de la crema Delilú, elaborada por la firma La Fabril, que tiene su base de operaciones en la vía Manta-Montecristi, en Manabí.

    El factor principal que motivó el desarrollo de esta marca y sus tres presentaciones fue el costo de la competencia, según explica Susana Calero, gerenta de Mercadeo de la División Alimentos. “Vimos que en el país existía una sola marca internacional que lideraba el mercado de cremas untables con un producto importado a un costo muy elevado, siendo esto un limitante para el consumidor”.

    Esto, añade la ejecutiva, abrió la oportunidad para desarrollar la categoría en el país con una oferta que logre romper esta limitación de precio, sin sacrificar la calidad.

    La firma manabita aprovechó la buena fama del cacao, maní y café ecuatorianos. Estos ‘commodities’ ecuatorianos gozan hoy en día del reconocimiento internacional por su aroma y sabor, añade Calero. “Decidimos utilizar esta materia prima para la elaboración de las cremas untables Delilú para garantizar la calidad y el sabor”.

    El conocimiento del mercado también ayudó en el proceso. La gerenta de Mercadeo de la División Alimentos detalla que la marca se enfoca en un público objetivo joven porque en su mayoría están atraídos por los sabores dulces y están deseosos de probar cosas nuevas.

    El desarrollo del producto tomó 10 meses aproximadamente. Este tiempo incluyó la creación de fórmulas, desarrollo de empaque, branding y diseño de etiqueta. El empaque, por ejemplo, es de plástico y con tapa rosca, lo que facilita su portabilidad, según Calero.

    En cada paso del proceso se realizaron evaluaciones con el público objetivo para validar las propuestas y realizar las correcciones necesarias.

    En cuanto a la inversión, la ejecutiva señala que La Fabril cuenta con una planta de chocolate en donde actualmente se produce Delilú, por lo que no fue necesario inversión en maquinarias. “Al contar con una planta de chocolates además de un equipo de investigación y desarrollo con la capacidad para diseñar productos con altos estándares de calidad se decidió incursionar en esta nueva categoría de chocolates untables”.

    Calero comenta que en el país existe el capital humano capaz de desarrollar productos que puedan competir ampliamente con marcas extranjeras. Por eso, asegura que esta nueva marca ecuatoriana Delilú llega para ofrecer a un consumidor exigente una variedad de productos de delicioso sabor, con la mejor calidad y a un precio asequible “que nos permita darnos un gusto sin tener que pagar tanto por ello”.

    Lourdes Carpio es una consumidora de estas cremas. Ella compra una vez al mes la presentación de chocolate para sus nietos. “El precio es racional y el sabor no le pide ningún favor a las marcas extranjeras”.

    Otra clienta satisfecha es Valentina Febres Cordero. Esta mamá de tres niños pequeños no sabía que Delilú era producto ecuatoriano. “Cuando la probé me pareció espectacular, es una delicia”.

    Foto: cortesía La Fabril Las cremas de la marca Delilú se producen en la planta de La Fabril, ubicada en Manabí.
    Foto: cortesía La Fabril
    Las cremas de la marca Delilú se producen en la planta de La Fabril, ubicada en Manabí.