Etiqueta: cosecha

  • El cambio climático alteró la cosecha de arroz

    Evelyn Tapia (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Las hectáreas cosechadas se redujeron un 27% hasta junio, debido a los cambios de clima que este año ha soportado el Litoral ecuatoriano, especialmente en Los Ríos y Guayas, en donde se produce la mayoría del arroz.

    El clima que soportó el Litoral ecuatoriano le jugó una mala pasada al sector arrocero durante el primer semestre del año. Las lluvias, que se extendieron dos meses más de lo previsto, afectaron la productividad de las hectáreas en las que se siembra el grano y a las puertas de la segunda época de cosecha del año, los agricultores están atentos ante un posible Fenómeno de El Niño.

    La gramínea se siembra en unas 411 000 hectáreas aproximadamente. Según el último Censo Nacional Agropecuario elaborado en el 2012 por el Ministerio de Agricultura (Magap), en Guayas y Los Ríos se concentra la mayor parte de las hectáreas sembradas (383 000 ha).
    Para el sector arrocero, la cosecha más importante del año es la invernal, es decir, la que se realizó entre mayo y junio.

    Javier Chon, presidente de la Corporación de Industriales Arroceros del Ecuador (Corpcom), explica que las hectáreas sembradas fueron considerablemente inferiores en esta primera cosecha, principalmente en Los Ríos. Las hectáreas cosechadas pasaron de 218 000 de abril a junio del 2014 a unas 158 000 en ese mismo período del 2015, según los datos de Corpcom.

    De acuerdo con las previsiones de los agricultores, este año se esperaba que las lluvias en la Costa se extendieran hasta abril, sin embargo, se registraron precipitaciones hasta junio.
    “En enero tenían que comenzar las primeras lluvias y no se dieron, hubo sequía ese mes y luego llovió hasta junio. Eso nos afectó porque cuando llueve de más, el grano se cae. Ya hay un 30% de pérdidas en la producción”, dice Nelson Burgos, productor arrocero del cantón Colimes, en Guayas.

    Cuando las lluvias provocan la caída del grano, los agricultores suelen decir que el arroz tiende a “acamarse”, explica Julio Carchi, vicepresidente de la Junta de Riego del Plan América en Guayas. Esta situación, añade el dirigente, provocó que la producción de arroz decaiga un 20% en la primera cosecha del año.

    Al clima también se le atribuye un incremento en las plagas. “El clima proliferó hongos y enfermedades. Tenemos una enfermedad que se conoce como ‘enrollador de la hoja del arroz’, el ‘vaneamiento del arroz’, el gusano ‘barrenador’. Con el caracol ya nos acostumbramos a vivir, en el caso del gusanito el problema es que a veces no se lo identifica a tiempo”, explica Carchi.

    Esta situación obliga a los productores de arroz a elevar los costos de producción, debido a que se suele invertir hasta USD 200 por hectárea para control de plagas, detalla Burgos.
    La situación que atraviesa el sector arrocero ecuatoriano no es aislada. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alertó en julio pasado, que debido a las condiciones climáticas, en particular las precipitaciones, los rendimientos de los cultivos se verían afectados.

    “En términos absolutos, los países más afectados por el descenso de las perspectivas fueron India, República Democrática de Corea, Filipinas, Nepal, Tailandia y Vietnam”, indica el informe elaborado por la FAO.

    El organismo internacional reconoció que las plagas y las lluvias han representado un desafío en el caso puntual de Ecuador, sin embargo, el informe hace hincapié en que los precios “atractivos” que ha tenido este año el arroz han incentivado al sector.

    En el 2014, el saco de 205 libras alcanzó los USD 37, mientras que este año llegó a 48. El incremento de los precios es el resultado de los bajos inventarios que mantiene el país y la baja de producción.

    Pero para Chon, vocero de Corporación de Industriales Arroceros, esta situación no es beneficiosa, porque la capacidad adquisitiva de la cadena de comercialización se afecta ante el precio del producto y el consumidor final es el más afectado. “Adicional a los precios que se ofertan en las piladoras, existe un incremento hasta llegar al consumidor, debido a la rentabilidad que debe mantener la cadena de comercialización para el abastecimiento a la población”.

    A las puertas de la cosecha de verano, prevista para septiembre, los arroceros están atentos a las noticias sobre un posible Fenómeno de El Niño. Si este se diera en el primer trimestre del 2016, con lluvias fuertes, impediría la cosecha de unas 56 000 toneladas métricas.

    Los agricultores esperaban que las precipitaciones lleguen hasta abril, sin embargo se extendieron hasta junio. Ese cambio afectó la producción durante la cosecha invernal. Foto: Mario Faustos/LÍDERES
    Los agricultores esperaban que las precipitaciones lleguen hasta abril, sin embargo se extendieron hasta junio. Ese cambio afectó la producción durante la cosecha invernal. Foto: Mario Faustos/LÍDERES
  • El vino de Yaruquí cosecha paladares en el país

    Redacción Quito

    «Mi padre tenía unas parras (planta de uva) en su casa. Era su hobbie», cuenta Jorge Durán, un ingeniero agrónomo, hoy encargado del viñedo ecuatoriano Chaupi Estancia Winery.

    Durán cuenta que en 1990, su padre, Ángel Durán, vendió las viñas a Dick Handall. Así surgió Chaupi Estancia Winery, en un terreno de seis hectáreas en Yaruquí, en el nororiente de Quito.

    «Para entonces construir un viñedo era algo poco común. No había viñedos, pero el clima favorecía esta actividad y teníamos solo dos estaciones: una lluviosa y otra soleada», cuenta Durán, administrador de este negocio.

    Handall comenzó a sembrar las parras con la cepa de uvas palomino, especiales para elaborar determinadas variedades de vino blanco. Este proceso, explica Durán, puede durar unos cuatro años, por lo que no fue sino hasta 1994 que pudieron obtener sus primeras barricas de vino. «No eran muy buenas y solo las tomábamos entre amigos y conocidos. Aún conservamos algunas botellas de esta época de experimentación», dice.

    La viticultura en el país, asegura el enólogo Christopher Gamboa, es un desafío por lo impredecible del clima; «sin embargo, en este viñedo han sabido adaptarse al clima de la capital».

    Este es uno de los detalles que ha obligado a Chaupi Estancia a mantener una constante experimentación para identificar las variedades que mejor se adaptan al suelo y clima ecuatorianos.

    Handall, quien vive en los Estados Unidos, es quien consigue en sus viajes las diferentes cepas o tipos de plantas de uva con las que se experimenta en este viñedo.

    Luego de 10 años de experimentación, el viñedo logró obtener un total de 30 diferentes variedades de parras en una superficie de tres hectáreas, estudiando su comportamiento y adaptación. Las que mejores resultados ofrecieron fueron las variedades de palomino y pinot noir que se cosechan un promedio de dos veces al año.

    En el 2000 se comenzó a comercializar el producto con una línea de vinos blancos y tintos, todos vinos secos: Palomino Fino, Meritage «Alyce», «Alyce» Gran Reserva, Pinor Noir y Chardonnay Viognier.

    La bodega, a pesar de ser pequeña, contiene todos los instrumentos necesarios para realizar el proceso de vinificación que se cumple en tanques de acero inoxidable, barricas de roble americano y francés. Las instalaciones incluyen un laboratorio donde se realizan los análisis químicos necesarios en la producción de vino. La mayoría de los instrumentos que se utilizan en Chaupi Estancia fueron importados de Italia.

    Adicionalmente se ofrecen tours guiados para todas las personas que quieran conocer Chaupi Estancia y degustar sus vinos. Esta actividad sumada a la venta de vinos permiten que este emprendimiento tenga una facturación anual de USD 35 000.

    En dos ocasiones Chaupi Estancia Winery ha ganado una mención de honor en el evento del «Decanter World Wine Awards» en Londres.

    Su distribución todavía es local, pues su producción es más artesanal y en cantidades que no superan las 5 000 botellas por año. Christian Sáenz, de La Mansión del Queso, en Quito, recomienda estos vinos por su sabor y por ser un producto nacional.

  • La quinua asoció a más de 1600 familias

    Cristina Márquez Redacción Riobamba / LÍDERES

    En Chimborazo, 1 632 familias indígenas encontraron en la asociatividad una oportunidad. La Corporación de Productores Orgánicos Biotaita Chimborazo (Coprobich) exporta quinua a EE.UU. y Francia.

    La organización comercializa el cereal en el extranjero desde el 2010. Cada año se envía a la empresa Inca Organics, en EE.UU., entre 50 y 60 toneladas empacadas en saquillos de 25 libras. Cada tonelada cuesta USD 5 260. La misma cantidad, se envía a la empresa Ethiquable, en Francia, en presentaciones de 500 gramos que cuestan USD 2,35 por caja.

    Antes de fundar la Corporación, los productores comercializaban la quinua por su cuenta. José Sagñay recuerda que hasta hace ocho años la quinua casi no generaba réditos económicos y la mayor parte de la cosecha se destinaba al consumo propio. «Estábamos decepcionados. A pesar de tener muy buena calidad, era rechazada en el mercado local. La gente la consumía muy poco», cuenta Sagñay. De hecho, en esa época eran los intermediarios quienes ponían el precio al quintal, que llegaba a costar hasta USD 30.

    En el 2006, los presidentes de las comunidades con más producción de quinua de Riobamba, Colta y Guamote decidieron unirse e integrar la Coprobich. En un inicio la Corporación se asoció como colectivo a la empresa Sumak Life, que se fundó en las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador, pero después de dos años decidieron independizarse y ser una empresa comunitaria.

    «Comenzar un negocio propio siempre es difícil, pero con los dirigentes nos reunimos y decidimos dejar de solo proveedores para convertirnos en empresarios y comercializadores», dice Abelino Morocho, presidente de Coprobich.

    El panorama cambió. El primer paso fue deshacerse de los abonos químicos para obtener una certificación de cultivos orgánicos. Para eso recibieron capacitaciones del Ministerio de Agricultura (Magap) y de otras instituciones.

    «Aprendimos a preparar bocashi, té de humus y plaguicidas naturales. Son formas más económicas de cuidar el cultivo y más sanas para nuestros consumidores», cuenta Morocho. Además, cada productor hizo aportes mensuales para adquirir un terreno e instalar un centro de acopio y una planta procesadora.

    La corporación invirtió USD 15 000 en la compra del terreno y el Gobierno Nacional, a través del Magap aportó USD 530 000 para la construcción de la infraestructura y la adquisición de maquinaria para tecnificar el proceso de lavado, pulido y secado de la quinua.

    Cada octubre, cuando concluye la época de cosecha, los productores entregan el cereal en la bodega de la Corporación, ubicada en Cajabamba. Cada entrega se pesa, se codifica y pasa por una estricta revisión de calidad. Después se procesa en la planta. Allí laboran 13 personas que se capacitaron en el manejo de las maquinarias, asimismo en el empacado y envío del producto.

    JAPÓN ALISTA VEHÍCULOS DE HIDRÓGENO

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    Japón quiere liderar la carrera para imponer el hidrógeno como fuente de energía limpia en el ámbito doméstico y en la automoción y para ello ha trazado una hoja de ruta que busca su uso generalizado en el país asiático para 2040.

    El plan forma parte de la estrategia económica del Gobierno del actual primer ministro, Shinzo Abe, que aboga por recuperar la innovación tecnológica de las grandes corporaciones niponas como motor de crecimiento.

    Dos de los principales fabricantes de vehículos nacionales, Toyota y Honda, están a punto de lanzar ya sus primeros modelos alimentados con hidrógeno (las cuales emiten vapor de agua a la atmósfera en vez de dióxido de carbono) producidas en serie. Y pese a que Toyota ya explicó que su modelo saldría a la venta en Japón en torno a marzo de 2015 por un precio de USD 69 500, un importe lejos de ser competitivo, el Gobierno de Abe ha salido al paso anunciando la semana pasada un plan de subsidios especiales.

    El programa, que beneficiará también al futuro modelo de Honda, recortará el precio del coche de Toyota hasta USD 48 900. Aunque quede lejos del bolsillo de un hogar medio, el precio será lo suficientemente asequible como para permitir renovar sus flotas a las grandes compañías de taxis japonesas o a ministerios.

    Esta fórmula ya se utilizó para sacar a flote en Japón al Prius de Toyota, el primer híbrido que se empezó a fabricar en serie en 1997 y cuyo precio inicial estaba en torno a los USD 20 000 de la época.

    Para atajar otro gran obstáculo que de momento impide extender el uso del vehículo de hidrógeno -la inexistencia de una red de estaciones de recarga- el Partido Liberal Demócrata de Abe medita también ayudas de hasta USD 1,9 millones por cada hidrogenera nueva. EFE