Etiqueta: fabrica

  • Las mangueras son su especialidad

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

    Relacionadas

    Carlos Romero y su familia sonríen cuando recuerdan cómo transformaron su pequeño negocio, una ferretería que distribuía insumos para la agricultura, en una fábrica de plásticos que actualmente lidera el mercado nacional. Ellos manufacturan mangueras de diversos grosores, tuberías y todo insumo hecho a partir del plástico que requiera la industria agrícola y el sector de la construcción.

    Sus productos se distribuyen en 23 provincias del Ecuador, aunque tienen mayor clientela en las que la agricultura es la actividad predominante, como Cotopaxi, Chimborazo, El Oro.
    “El futuro de la economía del país está en el campo. La agricultura fue una actividad menospreciada durante años, pero es lo que nos da de comer y todas las ciudades necesitan alimentos”, dice Carlos Romero, quien es el gerente y fundador de Icoplast.

    La empresa surgió en 1994. Ese año Romero y su esposa Dora Marroquín se dedicaban a la distribución de materiales ferreteros, pero su fuerte siempre estuvo en el sector agrícola, por lo que también entraron en la venta de insumos para el agro.

    “Conocíamos bien el campo, y así nos dimos cuenta de las necesidades insatisfechas y decidimos convertirnos en fabricantes”, recuerda Dora.

    El principal desafío en esa época era la falta de tecnología. La gente desconocía sobre riego tecnificado y aunque el agua siempre fue un recurso escaso, no se optimizaba en el campo.

    La familia adquirió ese mismo año una máquina de segunda mano para fabricar mangueras de plástico.

    Posicionar su producto en el mercado no fue una dificultad debido a la escasez de materiales de ese tipo, pero sí lo fue desarrollar el producto sin conocimientos previos. En Riobamba, donde se instaló el negocio, pocos conocían sobre la industria plástica.

    Desarrollar un producto durable, que resistiera las condiciones ambientales, la presión del agua y otros factores externos, les tomó meses de ensayos y capacitaciones. Pero finalmente lograron desarrollar una manguera resistente, que era su único producto y que aún ahora, 14 años después, se mantiene como el artículo estrella de la firma.

    Daniel Chalán, de Agroproyectos El Emprendedor, en Loja, dice que las mangueras de Icoplast son las que han dado mejores resultados en el campo y son competitivas en costos. “Somos clientes frecuentes de esa empresa porque le tenemos mucha confianza al producto”.

    Cerca del 80% de materias primas para fabricar las mangueras son recicladas. Romero dice que parte del éxito consistió en desarrollar un sistema de reciclaje de alta calidad.

    Ese proceso no solo es amigable con el ambiente, sino que también influye en el resultado final del producto.

    En el 2002 la familia decidió diversificar la línea de producción de la fábrica. Incrementaron al menú tuberías PVC y así incursionaron en la industria de la construcción.

    “La experiencia que logramos al fabricar las mangueras nos ayudó en nuevas líneas que añadimos. Ese conocimiento previo nos ayudó a la hora de seleccionar equipos y definir procesos”, dice el gerente.

    De hecho, las metas empresariales a corto plazo incluyen el diseño de nuevos productos. Una línea completa para los invernaderos es una de las prioridades en la investigación de la empresa. Próximamente ellos producirán plásticos para cubiertas con cualidades especiales de resistencia.

    Además experimentan para desarrollar una especie de madera plástica que revolucionaría el uso de madera convencional en la construcción y evitaría la tala de bosques.

    Otra meta para el 2019 es abrir al menos dos puntos de venta propios para ser aún más competitivos en el mercado con precios de venta directa para los agricultores.

    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales.
    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • Rocafuerte es la fábrica de los dulces manabitas

    Redacción Guayaquil

    Relacionadas

    El olor a canela y leche seduce a los clientes de Dulcería Los Almendros, ubicada en la vía de ingreso al cantón Rocafuerte, en Manabí.

    Este negocio se inició hace 20 años como una herencia familiar con los esposos Ondina Delgado y Jimmy Romero. Fue la madre de Ondina quien le enseñó la preparación hace 40 años. Ahora, 14 mujeres son las encargadas de preservar el sabor tradicional.

    Al entrar al local, los turistas nacionales y extranjeros se encuentran con 90 variedades. Entre las más solicitadas están los alfajores de chocolate, bocadillo, huevo moyo, bizcochuelo, manjares de leche, conitos. También ofertan dulces de frutas de guineo, piña, agua de coco, mamey, papaya; y de zanahoria y camote. Hay cocadas de diferentes colores: negra, blanca, roja, verde, de leche condensada; y helados.

    Las puertas de la dulcería están abiertas desde las 07:00 hasta las 20:00. Pero la jornada de Romero empieza a las 04:00. Se levanta a ordeñar las vacas para proveerse de la leche que necesitará para la elaboración de los dulces. También compra algo adicional a sus vecinos ganaderos.

    “Los turistas llegan a toda hora y de todas partes. Tenemos un promedio de 300 a 500 personas diarias que vienen a comprar”. El manabita señala que Rocafuerte es el único sitio donde se prepara el limón relleno.

    Este manjar se prepara por ocho días. Se parte el limón a la mitad y se saca lo agridulce, se sumerge alternativamente en agua fría y caliente hasta eliminar lo ácido. El relleno es de manjar de haba o arroz. Este dulce cuesta USD 1. Los demás varían entre 0,05 y 0,10.

    Los esposos recuerdan que empezaron con 10 variedades, pero que cada año crean nuevos productos. “Este año implementamos el alfajor de chocolate que venden en Argentina, ahora lo estamos haciendo aquí. Siempre estamos innovando, porque es lo que los clientes exigen”.

    Hace tres años, los productos se elaboraban artesanalmente en las estufas y hornos de barro. Pero por la demanda debieron invertir en hornos y cocinas industriales. “Solo se cambió el instrumento pero la receta y la elaboración mantienen la tradición”, dice Romero.

    El local se divide en dos secciones: en la parte delantera se exhiben y comercializan los dulces, helados y lácteos; mientras que en la parte de atrás se instaló una fábrica de alimentos, donde cada mujer sabe su labor y se divide la cocción, el horneado, la mezcla y la distribución.

    La preparación de dulces nació cuando llegaron las monjas oblatas, quienes enseñaron a las manabitas a elaborar los dulces con los productos que había en su entorno, como leche, harina, azúcar. “Mientras sus esposos estaban en el campo, ellas hacían dulces”, cuenta Concepción Solórzano, presidenta de la Asociación de Productores de Dulces de Rocafuerte (Asoprocar).

    Actualmente la mayor parte de la población utiliza esta actividad como sustento económico. A lo largo de la vía se observa cómo cada familia coloca una mesa fuera de su casa para ofertar sus productos. Asoprocar tiene 60 socios de pequeños y medianos negocios.

    La mayor parte de la población de Rocafuerte, en Manabí, tiene en los dulces su principal sustento económico. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    La mayor parte de la población de Rocafuerte, en Manabí, tiene en los dulces su principal sustento económico. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • El cantón Rocafuerte es la fábrica de los dulces manabitas

    Redacción Guayaquil

    Contenido Intercultural (F)

    Relacionadas

    El olor a canela y leche seduce a los clientes de Dulcería Los Almendros, ubicada en la vía de ingreso al cantón Rocafuerte, en Manabí.

    Este negocio se inició hace 20 años como una herencia familiar con los esposos Ondina Delgado y Jimmy Romero. Fue la madre de Ondina quien le enseñó la preparación hace 40 años. Ahora, 14 mujeres son las encargadas de preservar el sabor tradicional.

    Al entrar al local, los turistas nacionales y extranjeros se encuentran con 90 variedades. Entre las más solicitadas están los alfajores de chocolate, bocadillo, huevo moyo, bizcochuelo, manjares de leche, conitos. También ofertan dulces de frutas de guineo, piña, agua de coco, mamey, papaya; y de zanahoria y camote. Hay cocadas de diferentes colores: negra, blanca, roja, verde, de leche condensada; y helados.

    Las puertas de la dulcería están abiertas desde las 07:00 hasta las 20:00. Pero la jornada de Romero empieza a las 04:00. Se levanta a ordeñar las vacas para proveerse de la leche que necesitará para la elaboración de los dulces. También compra algo adicional a sus vecinos ganaderos.

    “Los turistas llegan a toda hora y de todas partes. Tenemos un promedio de 300 a 500 personas diarias que vienen a comprar”. El manabita señala que Rocafuerte es el único sitio donde se prepara el limón relleno.

    Este manjar se prepara por ocho días. Se parte el limón a la mitad y se saca lo agridulce, se sumerge alternativamente en agua fría y caliente hasta eliminar lo ácido. El relleno es de manjar de haba o arroz. Este dulce cuesta USD 1. Los demás varían entre 0,05 y 0,10.

    Los esposos recuerdan que empezaron con 10 variedades, pero que cada año crean nuevos productos. “Este año implementamos el alfajor de chocolate que venden en Argentina, ahora lo estamos haciendo aquí. Siempre estamos innovando, porque es lo que los clientes exigen”.

    Hace tres años, los productos se elaboraban artesanalmente en las estufas y hornos de barro. Pero por la demanda debieron invertir en hornos y cocinas industriales. “Solo se cambió el instrumento pero la receta y la elaboración mantienen la tradición”, dice Romero.

    El local se divide en dos secciones: en la parte delantera se exhiben y comercializan los dulces, helados y lácteos; mientras que en la parte de atrás se instaló una fábrica de alimentos, donde cada mujer sabe su labor y se divide la cocción, el horneado, la mezcla y la distribución.

    La preparación de dulces nació cuando llegaron las monjas oblatas, quienes enseñaron a las manabitas a elaborar los dulces con los productos que había en su entorno, como leche, harina, azúcar. “Mientras sus esposos estaban en el campo, ellas hacían dulces”, cuenta Concepción Solórzano, presidenta de la Asociación de Productores de Dulces de Rocafuerte (Asoprocar).

    Actualmente la mayor parte de la población utiliza esta actividad como sustento económico. A lo largo de la vía se observa cómo cada familia coloca una mesa fuera de su casa para ofertar sus productos. Asoprocar tiene 60 socios de pequeños y medianos negocios.

    La mayor parte de la población de Rocafuerte, en Manabí, tiene en los dulces su principal sustento económico. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    La mayor parte de la población de Rocafuerte, en Manabí, tiene en los dulces su principal sustento económico. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • Esta fábrica de quesos es el sustento de una asociación

    Redacción Sierra Centro
    Contenido Intercultural

    La leche de buena calidad que se utiliza para manufacturar quesos frescos, mozarella y semimaduros es el valor agregado de la fábrica de quesos de la Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos de la comunidad La Esperanza, en Chimborazo.

    Los 36 socios invierten en el cuidado y en el manejo de las vacas lecheras para obtener un producto limpio, con la acidez adecuada y para evitar enfermedades como la mastitis, que alteran el sabor y la calidad del resultado.

    “Nos costó mucho mejorar la calidad de la leche que estábamos produciendo. La gente de la comunidad no entendía porqué era necesario invertir para ganar más”, cuenta Segundo Pilamunga, gerente del emprendimiento.

    Antes de convertirse en asociación, los habitantes de La Esperanza se dedicaban a la agricultura y a la venta de leche a los carros recolectores que cada día pasaban por la comunidad. Pero frecuentemente eran víctimas de estafas.

    “A veces los carros pasaban por aquí y se llevaban la leche pero nunca volvían con la paga. Otros carros nos pagaban USD 0.25, o menos”, cuenta Pilamunga.

    Eso los motivó a fundar un emprendimiento propio. Los ganaderos empezaron a organizarse en el año 2009, cuando recibieron la visita de voluntarios de la organización italiana Ayuda Directa.

    Eso marcó un antes y un después. Ellos les capacitaron en temas relacionados a la salud y a la educación, pero también les enseñaron cómo convertirse en emprendedores. El objetivo fue capacitarles para mejorar por sí mismos las condiciones de vida de las familias de la comunidad.

    El primer reto para los dirigentes fue convencer a los comuneros de cambiar las tradicionales prácticas ganaderas para mejorar la calidad de la leche. Para lograrlo recibieron capacitaciones del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

    Luego, los productores lecheros aprendieron a elaborar quesos gourmet. Un convenio que se firmó con la fábrica El Salinerito, en Salinas de Bolívar, les permitió capacitarse para elaborar quesos de tres variedades, ideales para la alta cocina.

    La planta de producción se inauguró en enero del 2014. Ese día los socios festejaron el arranque de su emprendimiento con una comida comunitaria para degustar sus nuevos productos. Fue un momento especial para todos los miembros de la asociación.

    El producto estrella y la especialidad es el queso andino. Se comercializa en presentaciones de un kilo y cuesta USD 8,50. Esa variedad se caracteriza por su sabor delicado debido a que es semimaduro y bajo en sal.

    El queso mozarella también tiene una alta demanda. Se comercializa en dos restaurantes de Quito y en los puntos de venta de El Salinerito, cuesta USD 7.50.

    En la fábrica también se elabora queso fresco que se distribuye en Milagro y en otras ciudades costeras, pero a futuro los emprendedores planean cerrar esa línea de producción para especializarse en quesos madurados y mozarella.

    “Son los que tienen más demanda. Por nuestro convenio con El Salinerito, tenemos el mercado para esas dos variedades y necesitamos incrementar nuestra producción”, cuenta Pilamunga.

    Los socios logran reunir cada día en el centro de acopio 250 litros de leche. La asociación sólo adquiere la producción certificada de los socios, por cada litro se pagan USD 0.40.

    “Nunca más seremos estafados o nos pagarán un precio injusto por nuestra leche. Ese es el objetivo”, dice Pilamunga pensando en el futuro de la asociación..

    Segundo Pilamunga, presidente de La Esperanza, y Fabiola Cepeda, jefe de producción, muestran las tres variedades de queso de Mi Chacra. Foto: Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Segundo Pilamunga, presidente de La Esperanza, y Fabiola Cepeda, jefe de producción, muestran las tres variedades de queso de Mi Chacra. Foto: Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Sombreros Shaman fabrica 20 modelos

    José Luis Rosales  (F)  
    Contenido intercultural

    Zoila Haro confecciona sombreros como lo hacía su tío, Gustavo, y su abuelo, Segundo Rojas. La artesana, de 61 años, es la heredera de esta tradición centenaria.

    En la parroquia Ilumán, cantón Otavalo, en Imbabura, tiene su taller y una tienda copada con estas prendas de todo tipo. En los anaqueles de Sombreros Shaman resaltan los sombreros blancos de lana prensada destinados a vestir a los indígenas de los pueblos Natabuela, Pilahuín, Cacha, Saraguro, entre otros.

    Pero, entre los que tienen más demanda, están los de paño de diversos colores que son utilizados por los kichwas otavalo. Es un sombrero elegante. El ala tiene entre 5 y 6 centímetros, mientras que el alto de la copa, que es más redonda que de las demás prendas, está entre 11 y 12 centímetros.

    Estos artículos buscados por los indígenas otavaleños están al alcance de todo bolsillo. Los más módicos, de lana de oveja, cuestan USD 18. Mientras que, los de pelo de conejo, que posibilitan un acabado más fino, valen 95. En este modelo los tonos más populares son el negro, el crema y el celeste.

    En parcialidades kichwas, como las del Pueblo Kayambi, el sombrero lo utilizan tanto hombres como mujeres. Estos indígenas que habitan en el norte de Pichincha y sur de Imbabura prefieren el modelo chemise, que es más pequeño en copa y ala, señala Haro.

    Haro, de estatura pequeña, ojos cafés y cabello negro, optó por diversificar la producción y modernizar el taller. Actualmente ofrece una veintena de modelos hechos en paño, cuero y paja toquilla, para damas, caballeros y niños. Desde hace seis años los vende con la marca Sombreros Shaman, en alusión a esta parroquia famosa por sus curanderos.


    Fotos: Francisco Espinoza para EL COMERCIO

    Carlos Rojas, hijo de la emprendedora, abandonó sus estudios en Administración de Empresas, para ponerse al frente del área de producción. Esta tiene una capacidad para fabricar 200 unidades de paño, 100 de cuero y 500 de paja toquilla, cada semana. “La mayoría de diseños es creación propia. Aunque también investigamos en Internet nuevas tendencias en colores y estilos”.

    Es un emprendimiento familiar. En el obraje también colaboran otros dos parientes.
    En el país, explica la matrona, es escasa la venta de maquinaria especializada para confeccionar sombreros. Por ello, para comprar los equipos como troqueladora, prensadora y engomadora, los buscaron en Colombia.

    En la compra de estos implementos invirtieron USD 20 000, que los obtuvieron con un crédito bancario. Así superaron un intento anterior por mejorar la planta, que no llegó a operar por detalles técnicos.

    Hay sombreros con tallas que van desde la 42 cm hasta los 65. Los primeros están destinados a los infantes y el último es para personas con cabeza muy grande. Los tamaños que tienen más salida, comenta Rojas, son la 57 y 58.

    Estos emprendedores aseguran que sus sombreros no solo han ido a varias ciudades del país, sino también han cruzado fronteras. Uno de los clientes más fieles es Julio Pintado, comerciante de sombreros. Su sitio de trabajo es el sur del país. Él aprecia los Sombreros Shaman por la calidad y los precios convenientes.

    En la factoría también se elaboran sombreros para entregar a una firma distribuidora. Cada año elaboran 4 000 piezas para atender los pedidos. Muchos de ellos salen del país.

    La fama de esta discreta tienda de producción y venta de Ilumán también llegó a Chile, Estados Unidos, Francia e Inglaterra. A los tres últimos países lo hacen a través de comerciantes extranjeros, que alguna vez visitaron a Zoila Haro. Hay firmas distribuidoras que realizan compras entre tres y cuatro veces al año. El último envío, de 400 sombreros de paño, cuero y paja toquilla, se fueron hacia Chile.

    El esfuerzo de esta familia comienza a dar frutos. Ante la creciente demanda, ahora alista una nueva tienda que piensan abrir en febrero del 2018, en las calles Roca y Quito, en Otavalo.

    Algunos detalles

    El almacén está ubicado en las calles Bolívar número 26 e Intiñan, en la parroquia de Ilumán. Abre de lunes a sábado, de 08:00 a 19:00.

    Turistas extranjeros visitan el taller y tienda para conocer la producción artesanal. Hay modelos como sombreros de vaqueros, mexicanos, de fiesta.

    El proceso para elaborar el sombrero de cuero es el que más tiempo demanda, por el corte y el armado.

    Made in Ilumán, Ecuador, esta prenda esta elaborada a mano con las mejores materias primas pensando en su buen gusto y confort. Ese es el eslogan de la tienda.

    Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES Zoila Haro ofrece una veintena de modelos hechos en paño, cuero y paja toquilla. Su local está en Ilumán.
    Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
    Zoila Haro ofrece una veintena de modelos hechos en paño, cuero y paja toquilla. Su local está en Ilumán.
  • Un ascensor que se acomoda en cualquier lugar

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Instalar un ascensor en un espacio que no estaba planificado ya no es una tarea imposible. Desde este año, Metaltronic fabrica ascensores electrohidráulicos que se pueden adoptar a cualquier edificación.

    A diferencia de los elevadores tradicionales, los que emplean tecnología electrohidráulica no requieren espacios extras para su operación ni equipos complementarios complejos.

    La infraestructura desarrollada por Metaltronic tiene un mecanismo similar al de un montacarga. Es decir, existen unos soportes que hacen que la cabina baje o suba. Además, tiene todos los elementos de seguridad requeridos.

    Por estas características, Mauricio Chávez, gerente de Operaciones de Metaltronic, considera que este ascensor electrohidráulico se puede adaptar en residencias o establecimientos que sin haber planificado inicialmente, requieren ahora de un elevador.

    La empresa fabricante y sus técnicos se encargan de diseñar, instalar esta infraestructura y asesorar en el mantenimiento. Para esto se toman en cuenta los requerimientos de los clientes y el espacio disponible

    En Quito, una tienda departamental ubicada en el norte instaló esta infraestructura en septiembre pasado. Tiene capacidad para ocho personas. Funciona de la misma manera que un elevador convencional, con el único detalle que no requiere pesas ni cuarto de máquinas para su operación.

    Aparte de almacenes, este tipo de elevadores se pueden instalar en instituciones educativas, casas o empresas. Incluir esta infraestructura permitirá que las personas con discapacidad o adultos mayores que tengan complicaciones para movilizarse cuenten con este tipo de facilidades, refiere Oswaldo Landázuri, gerente general de Metaltronic.

    Los ascensores electrohidráulicos tienen capacidad para entre dos y 10 personas. Y permiten que el usuario haga hasta cuatro paradas, es decir, sirve para edificaciones de hasta 12 metros de altura.

    En la fabricación e instalación de estos elevadores participan, principalmente, ecuatorianos.
    De las partes que se emplean hay unas que son fabricadas en el país, por ejemplo, toda la estructura metálica, cables y piso. Otros como el motor eléctrico, la bomba, los cilindros, los dispositivos de seguridad y los paneles de información son importados.

    El desarrollo de este proyecto tomó alrededor de dos años. En el primero se realizó el diseño y luego la empresa se enfocó en buscar proveedores de los materiales. La inversión inicial para este producto ascendió a USD 500 000.

    Según Landázuri, el desarrollo de este producto tecnológico significó un reto. La empresa aprovechó los conocimientos adquiridos con apoyo de la academia (Escuela Politécnica Nacional, EPN) para innovar.

    En la fabricación de los ascensores electrohidráulicos se aplican técnicas relacionadas con mecánica e hidráulica. Estos productos se comercializan bajo la marca de Alfametal. Para el 2018 la meta es vender 20 de estos equipos.

    El arquitecto Mario Carrión explicó que productos de este tipo ayudarán mucho a los constructores y abaratará costos, ya que no se tendrá que importar productos con aranceles altos. “Se abre un mercado interesante y se mejorará la calidad de vida de personas como los adultos mayores. Es una buena solución”, indica.

    El primer ascensor electrohidráulico está instalado en una tienda departamental, ubicada en El Bosque. Cortesía Metaltronic
    El primer ascensor electrohidráulico está instalado en una tienda departamental, ubicada en El Bosque. Cortesía Metaltronic
  • La innovación llegó a la etiqueta

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Para ir un paso adelante con la innovación y la tecnología, Industrias Omega lanzó hace cuatro meses su línea de impresión digital, dentro de la cual ofrecen etiquetas autoadhesivas. Con este avance la empresa apunta a incrementar su producción.

    Industrias Omega fue creada por Adolfo Ginsberg en 1940 y abrió sus puertas en Quito bajo la denominación Omega Fábrica de Artículos de Papel.

    La firma inició sus operaciones con siete personas. En su producción inicial usó una máquina flexográfica, la cual imprimía papel en rollos a cuatro colores.

    Desde hace 40 años y hasta la actualidad, la familia Álvarez es la propietaria. Esteban Álvarez es el gerente general y María José Álvarez, la subgerente.

    Omega empezó con la fabricación de bolsas de papel madera o ‘kraft’. Actualmente, esta industria se dedica a la transformación del cartón y cartulina en cajas plegadizas, material POP, láminas microcorrugadas y productos impresos para las industrias farmacéutica, alimenticia, publicitaria, floricultora, entre otras.

    Desde hace cuatro meses empezó la producción de línea digital y cuenta con la sección de etiquetas autoadhesivas.

    Para ello, este año la empresa invirtió USD 450 000 para adquirir maquinaria de última tecnología: una impresora digital. La proyección de producción de esta línea es de 60 000 etiquetas al mes, comenta María José Álvarez.

    Con esta apuesta, su objetivo es satisfacer las exigencias de los actuales clientes y conseguir nuevos, como microempresarios o emprendedores. “La impresión digital se puede hacer a menor escala, desde unas 100 unidades, y es personalizada, a diferencia de la impresión flexográfica de etiquetas”, enfatiza la subgerente de la empresa.

    Con esta propuesta, Industrias Omega ya está trabajando con alrededor de 20 empresas y emprendedores.

    Javier Aponte, coordinador del departamento de impresión digital, señala que la tecnología digital utilizada para la impresión de este material garantiza rapidez y cuenta con una resolución de 1200dpi, que ofrece mayor resolución. La máquina puede imprimir aproximadamente 5 000 etiquetas al día.

    Para finales de año se espera que llegue una segunda máquina, con lo cual se duplicará la producción y se logrará el resurgimiento luego de que en los dos años pasados las ventas y la producción del sector gráfico en general se estancaron, debido a la crisis económica del país, afirma Patricio Viteri, gerente comercial.

    La línea gráfica, que es la más antigua de la empresa, tiene una capacidad de producción de 100 toneladas al mes. La empresa factura anualmente alrededor de USD 13 millones, cifra que podría crecer en 2018, con la inversión destinada a la innovación.

    En esta empresa, ubicada al sur de Quito, trabajan 150 empleados de planta y producción. La subgerente considera que Industrias Omega es el espacio ideal para que un trabajador haga carrera; ya que al menos el 60% de los empleados trabajan más de 10 años.

    La pasión por el trabajo y las oportunidades de crecimiento son algunos los factores que han contribuido a que Marco Polo Negrete labore por 21 años. Él empezó en el área de limpieza, escaló poco a poco y ahora es jefe de planta del área gráfica.

    Este colaborador señala que es un reto sacar adelante a la industria. “Mi aspiración es que el negocio mejore”, afirma.

    Al ser una empresa familiar se fomenta el diálogo y se rescata mucho el trato directo con el personal, comenta María José Álvarez, quien ha implementado políticas de comunicación interna para conocer las propuestas e inquietudes de los empleados.

    Pequeños detalles como saber los nombres de las personas hacen que el ambiente laboral sea agradable, confiesa la subgerente.

    Hasta la fecha, Industrias Omega cuenta con dos certificaciones internacionales.
    En el 2013, obtuvo la certificación ISO 9001:2008. Un año después, alcanzó la certificación FSC, del Consejo Forestal Mundial, la cual garantiza a los clientes que la materia prima que se utiliza para la elaboración de cajas y empaques de cartulina ha sido producida usando prácticas social, económica y ambientalmente responsables.

    Entre sus clientes más importantes están Ferrero, Confiteca, Tecnandina, entre otras firmas.

    La planta de Industrias Omega se encuentra en el sur de Quito. Allí trabajan 150 personas en la parte de producción y en la sección administrativa. Fotos: Armando Prado /LÍDERES
    La planta de Industrias Omega se encuentra en el sur de Quito. Allí trabajan 150 personas en la parte de producción y en la sección administrativa. Fotos: Armando Prado /LÍDERES
  • USD 12 millones para producir ácido sulfónico

    Diana Viveros

    Relacionadas

    Después de 18 meses de construcción, la nueva planta de Unilever para la fabricación de ácido sulfónico empezó a operar.

    La industria, ubicada en el kilómetro 25 de la vía a Daule (Guayas), realizó la inauguración de esta planta, el jueves pasado, con la presencia de su director general en Ecuador, Matías Laks, y la ministra de Industrias y Productividad, Eva García.

    Según explicó Laks, la inversión en la planta fue de USD 12 millones y el área total es de 1 000 metros cuadrados. Esta obra ocupó a 115 personas.

    “La construcción demandó el esfuerzo de profesionales nacionales y extranjeros de diferentes áreas con la finalidad de cumplir con los estándares de calidad, seguridad y medio ambiente”, indicó el ejecutivo.

    El ácido sulfónico es la materia prima que se utiliza en la elaboración de detergentes y otros productos de limpieza. Con esta innovación, no solo se prevé el abastecimiento de la materia prima para Unilever , también están en la capacidad de abastecer a otros productores en el mercado ecuatoriano. Incluso, dijo su gerente, uno de sus objetivos es exportar el ácido sulfónico.

    El día de la inauguración, Unilever organizó un recorrido. Al menos una docena de trabajadores vestidos con camisetas rojas y cascos azules recibió a los invitados y mostró las instalaciones, cuya capacidad de producción anual supera las 10 000 toneladas.

    Sobre esta iniciativa, la Ministra de Industrias y Productividad destacó la inversión realizada en el país por parte de la multinacional angloholandesa. También, dijo que la planta es una de las más innovadoras en Sudamérica por sus estándares de calidad.

    De esta forma, dijo García, la empresa busca contribuir con el cambio de la matriz productiva y el desarrollo social y económico del Ecuador, uno de los objetivos planteados por el actual Gobierno. “Es un día importante para la industria y para el país. Es una muestra de cómo se puede impulsar la industria nacional y generar empleos dignos”.

    Según Unilever, Ecuador es pionero en la creación de productos amigables con el medioambiente, ya que produce detergentes libres de fosfato. El Gerente explicó, durante su intervención, que el fosfato es considerado como un alimento para las algas, que al llegar a los ríos taponan las superficies marinas. Esto ocasiona que la flora y fauna en el Ecuador muera.

    Por ello, la empresa no utiliza este elemento como materia prima para la elaboración de sus productos en la línea de limpieza.

    En la inauguración se destacaron los beneficios que genera la nueva planta como: la sustitución de importaciones, la inversión extranjera directa, el uso de tecnología de última generación, mayor capacidad en el proceso productivo, generación de nuevas plazas de trabajo y oportunidades de negocios y el fortalecimiento de la producción nacional y encadenamiento productivo.

    “Esto demuestra que en Ecuador sí se puede tener este tipo de desarrollo y que la empresa privada puede ir de la mano con las políticas de Gobierno”, añadió la ministra García.

    La inauguración también contó con la presencia de otras autoridades como: Ana Cox, subsecretaria de Calidad del Ministerio de Industrias; César Díaz, director del Instituto Ecuatoriano de Normalización (Inen); Pablo Van, gerente de la planta Guayas de Unilever; y otros directivos de la empresa.

    Unilever es considerada como una de las compañías líderes en la alimentos, productos de cuidado personal y productos de limpieza para el hogar.

    En la actualidad mantiene ventas en alrededor de 190 países, llegando a más de 2 000 millones de consumidores por día, según datos de la empresa.

    Además, tiene más de 400 marcas, en el caso de Ecuador, algunas de estas son: Deja, Omo, Surf, Dove, Sedal, Rexona, Axe, Dorina, Hellmann’s, etc.

    En mayo pasado, Unilever adquirió las marcas Savital y Savilé; eGo; Bio-Expert; Fortident; y Aromatel de la empresa latinoamericana Quala que tiene mercado en Colombia, Ecuador, México, República Dominicana, Haití, Perú, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala.

    La nueva planta de Unilever, inaugurada la semana pasada, está ubicada en el kilómetro 25 de la vía a Daule. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
    La nueva planta de Unilever, inaugurada la semana pasada, está ubicada en el kilómetro 25 de la vía a Daule. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
  • 24 millones de pares de zapatos fabrica Ecuador

    Modesto Moreta (I)  redaccion@revistalideres.ec

    Relacionadas

    La inversión en la compra de maquinaria con tecnología de punta, la capacitación de la mano de obra en un diplomado en tecnología del calzado, el funcionamiento de un laboratorio de pruebas físico-mecánicas, etc. son unas de las estrategias que aplican los socios de la Cámara del Calzado (Caltu), para recuperar sus ventas.

    Durante el último año, la producción de este producto cayó en un 25%. Según los ejecutivos de Caltu, en el 2013 hubo una producción de 33 millones de pares de zapatos. Esta cantidad creció en el 2014 a 35 millones y el año pasado decreció a 34 millones.

    Lilia Villavicencio, presidenta de la Caltu, explicó que antes del 2008 la producción de calzado a escala nacional llegaba a menos de 14 millones de pares anuales.

    En esa época el ingreso de los zapatos chinos y de otros países afectó a la gran industria, la pequeña industria y el área artesanal, que comenzó a cerrar sus puertas. Solo sobrevivieron alrededor de 600 empresas en el país.

    Pero en el 2009, el Gobierno protegió al sector a través de la aplicación de salvaguardias y la vigencia un arancel mixto al ingreso del producto importado. Eso ayudó a alcanzar un crecimiento importante de la producción. Pero nuevamente está afectado por el contrabando que ingresa de Perú y de Colombia.

    Ahora, buscan que la Asamblea desarrolle una Ley que sancione en forma drástica esta ilegalidad.

    El gremio, junto al Gobierno, también busca impulsar campañas que motiven el consumo del producto nacional. La idea es que los ecuatorianos dejen de salir a comprar en los países vecinos.

    Esto promoción se iniciaría en los próximos días. “La salida de divisas nos está dejando sin el circulante y empeorando la situación económica”, dice Villavicencio.

    Mientras eso ocurre, vía promociones, implantación de nuevas tecnologías en las industrias del calzado y capacitación de la mano de obra, para que elabore un calzado que compita, se busca recuperar el mercado local.

    El sector, junto al Ministerio de la Producción, también puso en marcha los laboratorios para pruebas físicas y mecánicas. La inversión bordea USD 136 000. El objetivo es que los fabricantes de zapatos den la garantía a sus clientes con productos de alta calidad.

    El sector busca evitar que más empresas cierren y que crezca la desocupación. Según un informe de Caltu, 187 talleres cerraron y 1 870 personas quedaron en la desocupación durante el último año.

    Hasta el 2015, en el país funcionaban 5 000 empresas confeccionistas entre grandes, medianas y pequeñas, que daban trabajo a 100 000 personas en el país.

    En medio del escenario económico actual, el sector ha puesto en marcha otras estrategias de impulso como ofertas y promociones por la temporada escolar.

    A los clientes de los asociados a Caltu les dan un descuento del 10% en las compras. También obsequian esferográficos, cartucheras y otros incentivos. La finalidad es recuperar las ventas.

    Cada empresa del calzado tiene una situación diferente, entre ellas Plasticaucho Industrial, en Ambato, que es una compañía referente que está presente en el mercado de calzado por 80 años.

    Sebastián Sánchez, supervisor comercial, indica que anualmente facturan USD 80 millones. Dentro de la marca se divide el sector calzado con el nombre Venus e industrias diversas.
    La producción de zapatos representa el 91% de sus ventas. Esta firma, según Sánchez, hasta ahora ha mantenido los volúmenes estables de ventas. “Somos una empresa bastante estable en el área financiera y que cumple con todas las obligaciones tributarias, vamos a la par con el 2015”.

    Otra firma es la fábrica de Calzado Vecachi, que da empleo a 62 personas. Esta mediana industria produce 220 pares diarios en sus líneas colegial, escolar, damas, ejecutivo y casual. Para competir en el mercado con productos de calidad adquirió tecnología de punta y normas de calidad.

    Calixto Peñaloza, gerente de la firma, explica que compiten en el mercado pese a la reducción de las ventas. Por eso han aplicado algunos mecanismos para la comercialización de sus productos.

    Citó por ejemplo, que si el cliente compra en la tienda virtual obtiene un 10% de descuento ingresando a www.vecachi.com.ec. La firma tiene 31 años de presencia a escala nacional.
    El Gobierno busca sustituir las importaciones de calzado, de acuerdo a sus política.

    Una imagen de la producción de calzado en la empresa Vecachi. La entidad emplea a 62 personas y produce al día 220 pares de zapatos. Están en la competencia pese a la baja de ventas. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
    Una imagen de la producción de calzado en la empresa Vecachi. La entidad emplea a 62 personas y produce al día 220 pares de zapatos. Están en la competencia pese a la baja de ventas. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • Las bicicletas eléctricas se fabrican en Cuenca

    Redacción Cuenca (I)

    La empresa cuencana Ecuacyclo presentó el jueves pasado dos modelos de bicicletas eléctricas, las primeras de su tipo que se producen en el Ecuador. Este proyecto que estuvo en estudio y desarrollo desde hace cinco meses.

    Es un modelo para ciudad y otro para montaña con la marca GTI. El cuadro y las partes metálicas son fabricadas en la planta, ubicada en el norte de Cuenca. En cambio, las catalinas, frenos, suspensión, baterías… son importadas.

    Hace dos semanas empezó la producción. Se fabrican 400 bicicletas eléctricas al día y 600 de los modelos convencionales de Ecuacyclo. La empresa cuenta con una capacidad instalada de 4 500 unidades diarias, según Juan Pablo Ortiz, ejecutivo del Grupo Ortiz, propietario de la compañía, que fue inaugurada hace dos años.

    Las bicicletas eléctricas no generan ruido. El motor y el pedal pueden funcionar de forma simultánea para generar un mejor rendimiento o cada uno a la vez, señaló Andrés Tapia, del Grupo Ortiz.

    Según él, el tiempo de carga de la batería, que utiliza tecnología Samsung, es de hasta tres horas y brinda una duración de 60 kilómetros de autonomía eléctrica. Es decir, sin que la persona realice ningún esfuerzo en el desplazamiento. Además se alcanza una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, sin usar el pedal. Eso depende de las características del terreno y del peso del ciclista.

    Son baterías de litio, señaló Xavier Valencia, gerente de Ecuacyclo. Él agregó que se garantiza entre 1 000 y 1 400 cargas, si se hace una por día, con lo que la ‘bici’ puede durar más de tres años. Él recomienda que sea la carga completa durante tres horas para que llegue al 100% y volver a cargar cuando bajé al 25%, no antes.

    En el caso del modelo para ciudad, el motor está en la parte delantera con lo que se logra una doble tracción y mayor velocidad. En cambio, en la montañera está atrás para generar una mayor fuerza.

    Los empresarios Ángel y Juan Pablo Ortiz y Andrés Tapia, representantes del Grupo Ortiz, presentaron sus bicicletas eléctricas para ciudad y montaña. El acto fue en el Centro de Convenciones Mall del Río de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Los empresarios Ángel y Juan Pablo Ortiz y Andrés Tapia, representantes del Grupo Ortiz, presentaron sus bicicletas eléctricas para ciudad y montaña. El acto fue en el Centro de Convenciones Mall del Río de Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES