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  • Los emigrantes envían menos dinero por la crisis económica

    Giovanni Astudillo, Carolina Enríquez y Patricia González (I) redaccion@revistalideres.ec

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    La guayaquileña María Parrales vive 17 de sus 55 años en Bilbao, España. Hasta mayo pasado trabajaba cuidando a una persona de la tercera edad, quien falleció de neumonía. Esa labor la cumplió durante nueve años.

    Estuvo dos meses sin empleo porque las agencias y las iglesias, que ayudan a encontrarlo, estaban cerradas por covid-19. Acudió a más de 10 entrevistas de trabajo, pero le ofrecían menos de los USD 1 150 al mes, que es el sueldo básico para cuidar a adultos mayores en ese país europeo.

    En otros casos no le daban las dos horas libres diarias, ni los dos pagos extraordinarios al año (un sueldo básico cada seis meses), “que tenemos las asistentes profesionales y auxiliares de ayuda a domicilio. No podía aceptar eso”.

    Desde que se quedó sin trabajo envía solo USD 400 al mes a su familia en Guayaquil. Es la mitad de lo que depositaba antes. “Intento ahorrar algo para mi salud y estabilidad económica”, dice Parrales.

    Su temor es el nuevo rebrote de coronavirus. Lo mismo teme Mónica Vallejo, de 45 años, y oriunda de la provincia de Napo. Ella, quien vive desde hace 17 años en España, tampoco tiene confianza de que la pandemia acabe pronto. Siempre ha trabajado en la limpieza de casas, pero desde junio pasado se quedó sin empleo.

    Sus ahorros se están terminando porque los usa en la comida y renta del departamento y no envía nada a su familia. “Esta crisis no la he vivido en los 17 años que tengo en Europa”, se lamenta Vallejo.

    De acuerdo con el Banco Central del Ecuador, el país recibió USD 1 398,62 millones por remesas durante el primer semestre del 2020. Es una cifra inferior en 9,52% a la registrada en el mismo período del 2019, cuando ingresaron USD 1 545,82 millones.

    En la investigación del Central se determinó que la reducción se debe a la emergencia sanitaria por covid-19, que fue declarada en Italia, España y EE.UU. Estos tres países son los principales destinos de los ecuatorianos.

    El Gobierno de Ecuador calcula que el dinero que envían los migrantes disminuirá en USD 570 millones durante el 2020, debido a la crisis económica mundial.

    Según el director de Investigación de Economía de la Universidad de Cuenca, Rodrigo Mendieta, la reducción registrada en el primer semestre aún no llega a los niveles previstos por el Régimen, que bordearía el 20%, “pero en el segundo semestre será más evidente la afectación”.

    Él explica que los emigrantes envían la mayor cantidad de dinero en Navidad y fin de año, pero ahora no llegará en la misma proporción por la crisis económica mundial y porque se tiene previsto un rebrote de coronavirus en EE.UU. y Europa.

    “Los migrantes sufren las consecuencias y guardarán dinero para su subsistencia en los próximos meses”, dice Mendieta. Él agrega que debido a las condiciones económicas del Ecuador, ya existe un éxodo de personas, y podría aumentar en los próximos meses por la falta de trabajo.

    Por esa razón emigró Bernarda, quien labora desde hace un mes en una panadería en Queens. Gana USD 800 semanales, más las propinas. Ella estuvo desempleada durante seis meses en Cuenca. No envía dinero a su familia porque está ahorrando y porque tiene temor de quedarse sin trabajo. “Los negocios están cerrando acá por el rebrote (de covid-19)”.

    William Murillo es director de la organización 1800Migrante.com, con sede en Nueva York. Según él, en la actualidad no hay muchas plazas de empleo para la mano de obra ecuatoriana, que en su mayoría es ilegal y que se centra en opciones presenciales como la construcción, limpieza de oficinas, comercios y viviendas, labores en el campo, entre otras.

    “Por eso, buscan trabajos temporales y hacen cosas que antes no pensaban, pero están obligados por la necesidad”, dice. “Por eso cayeron las remesas y es complicado predecir el futuro, por la proximidad electoral en EE.UU. y por el rebrote del covid-19″.

    Desde el país se envía menos dinero afuera

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec
    La pandemia impactó en los envíos de dinero que hacen migrantes desde el país a otras naciones.

    Las cifras del Banco Central del Ecuador (BCE) muestran que este rubro cayó 27,2% entre el primer semestre de este año frente al mismo período del anterior.

    En los primeros seis meses del año, desde el 2015, se evidenció un crecimiento paulatino de las remesas que salieron del país. Sin embargo, es evidente cómo tras la crisis sanitaria del 2020 bajaron.

    Tanto ciudadanos ecuatorianos como extranjeros perdieron el trabajo o enfrentaron una reducción de sus ingresos. Para los segundos se hizo difícil sostenerse en el país, y mucho más complicado enviar dinero a sus naciones.

    César Bernal, un colombiano con 10 años en Ecuador, no ha conseguido empleo en lo que va del año. Es sociólogo, con maestría en el área. Del 2015 al 2018, mientras laboró como funcionario de la Secretaría de Educación Superior (Senescyt), envió alrededor de USD 60 al mes a una de sus hermanas en Colombia, para pagar servicios del hogar y gastos escolares de sus hijos.

    El año pasado prestó servicios profesionales al Instituto Nacional de Evaluación Educativa, con un contrato por 10 meses, hasta diciembre. Con una disminución de sus ingresos, las remesas fueron más distanciadas. Pero este año, al encontrarse sin trabajo, tuvo que suspenderlas. La última vez que entregó dinero a su hermana fue en enero, cuando la visitó. Bernal ha recurrido a sus ahorros y al Fondo de Cesantía del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) para cubrir sus gastos.

    La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló en julio de este año -en el documento ‘Enfrentar los efectos cada vez mayores de covid-19 para una reactivación con igualdad’-, que el envío de remesas será unos de los rubros que se derrumbará en América Latina tras la pandemia.

    Dicho informe también indica que esta situación impactará a los países más pobres de la región. En Venezuela, por ejemplo, existen familias que se sostienen a base del dinero que envían parientes que se hallan en el exterior.

    La venezolana María Eugenia Hernández, de 50 años, es licenciada en Enfermería y vive en Ecuador. Su último empleo fue como cuidadora de un adulto mayor con alzhéimer, que lo hizo por dos meses, hasta el pasado 16 de marzo, cuando arrancó la cuarentena.

    Reside en el país desde hace tres años. Anteriormente, enviaba al menos USD 50 al mes a sus padres y a su hija menor, de 25 años, para ayudarles a cubrir gastos de servicios y alimentación. Tras quedarse sin trabajo, suspendió los envíos de dinero a sus familiares que viven en Caracas.

    Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) proyecta que las remesas para todos los países de la región podrían presentar una caída en promedio de entre 20% y 32% en este año, dependiendo del tamaño de la contracción mundial.

    “Esto podría tener graves efectos en América Latina y el Caribe, que sumirían en la pobreza y el hambre a los hogares que dependen de las remesas. De esta manera, se reducirían los niveles de consumo y sus ingresos fiscales asociados, que son tan necesarios justo ahora en la lucha contra la pandemia”, indica el organismo.

    Vanessa Carrión, docente investigadora de la Universidad de Las Américas (UDLA), señala que algunos migrantes que todavía han tenido posibilidades de supervivencia han enviado sus ahorros. Esto, como una medida para paliar la situación crítica que pudieran estar viviendo sus familiares en el extranjero.

    Ella explica, además, que los migrantes dentro de la región, usualmente, se dedican a actividades que han sido fuertemente golpeadas durante la pandemia, entre las que están las ventas informales, manufactura y otras.

    En el primer semestre del 2020, indica el BCE, se remitieron USD 182,86 millones a Colombia, Perú y China, cifra que representó el 79,20% del total enviado, derivada de actividades económicas en servicios, comercio, hoteles y restaurantes, entre otras.

    De su lado, los recursos girados hacia Cuba, Bolivia, Nicaragua, Haití y Venezuela provendrían de actividades informales y que representaron el 1,66% (USD 3,83 millones) del flujo enviado al exterior, señala el reporte del BCE.

    El estudio del BID
    Análisis. Los países con ingresos más bajos, indica la entidad, tienden a recibir más remesas. Los migrantes en países con ingresos más altos tienden a enviar montos más grandes.
    El impacto. Las remesas, es decir las transferencias de trabajadores expatriados a sus familiares y amigos en sus países de origen, constituyen una fuerza impulsora del crecimiento económico, de la reducción de la pobreza y una mayor inclusión financiera, sostiene el BID. Además, son claves para diferentes naciones de América Latina.
    Ecuador. El país es un punto de envío de remesas en América Latina. Los migrantes buscan obtener ingresos en dólares para enviar a sus naciones de origen.

    Los familiares de los emigrantes esperan su turno en los exteriores de la agencia Quizhpi Express, en el Centro Histórico de la capital azuaya. Realizan envíos de paquetes o reciben dinero. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Los familiares de los emigrantes esperan su turno en los exteriores de la agencia Quizhpi Express, en el Centro Histórico de la capital azuaya. Realizan envíos de paquetes o reciben dinero. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Los costos fijos, el dolor de cabeza que nace en las crisis

    Wilson Araque J. (O) para LÍDERES

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    Los costos fijos son aquellas erogaciones de dinero que se deben hacer independientemente de que, las personas o las empresas, generen o no ingresos producto del trabajo ejecutado o de las ventas realizadas.

    De ahí, cuando se presentan situaciones de crisis imprevistas, como el caso ahora de la cuarentena producto de la pandemia (covid-19), aparece como síntoma negativo de la salud financiera de las familias y las empresas -sobre todo de los negocios más pequeños con menor músculo financiero acumulado de respaldo-, un serio dolor de cabeza al momento de encontrar respuestas.

    Luego del frenazo producido en sus actividades laborales y empresariales tienen la pregunta: ¿cómo cubrir “obligaciones fijas” relacionadas, principalmente, al pago de salarios, arriendos, pago de proveedores de bienes y/o servicios, cumplimiento de obligaciones de créditos contraídos, y los pagos de servicios básicos y obligaciones con el Estado, como impuestos y seguridad social?

    Ante este escenario incierto, como es obvio, lo primero que se deberá hacer es encontrar formas de financiamiento que ayuden a fortalecer la liquidez familiar o empresarial y, así, poder mantenerse operativos -cubriendo esas erogaciones poco flexibles de reducción- hasta cuando, en los meses siguientes, la situación lentamente vaya mejorando.

    Sobre este punto, se debe resaltar que en las circunstancias actuales han ido apareciendo alternativas que, dependiendo de cada caso particular, pueden ser aprovechadas; entre las más relevantes están: las instituciones financieras han dado la posibilidad de no cobrar y diferir para tiempo posterior al menos dos meses de cuotas de créditos pendientes, también, han abierto la opción de renegociar créditos sobre la base del alargamiento de plazos de pago futuros; de parte del Estado se están dando facilidades para el pago de servicios básicos pendientes y de las obligaciones tributarias y de la seguridad social; en cuanto al pago de arriendos, previo acuerdo de las partes, se abren posibilidades de facilidades de pospago en meses futuros; todo ello, con el propósito de cuidar -al máximo- que la cadena de no pagos no se rompa.

    El otro punto a considerar producto de la crisis que se está viviendo es identificar, como “aprendizaje para la acción futura”, a los denominados “reductores de costos fijos” que se pueden activar -yendo a la economía familiar– por tres vías: eliminación o reducción de aquellos considerados como innecesarios -por ejemplo, cambio de contrato de un plan de telefonía móvil, TV pagada y/o internet que, actualmente, esté sobredimensionado a reales necesidades familiares-; conversión de costos fijos en variables -ejemplo: sustitución de la movilidad privada por el uso de transporte publico seguro-; y/o la disminución de cargas financieras fijas al momento de compartirlas de forma colectiva -un ejemplo puede ser: pago asociativo de deudas contraídas gracias al uso compartido de inmuebles o máquinas y equipos ya adquiridos-.

    Con todas las reducciones que se hagan, al final, se estarán fortaleciendo los antídotos financieros que, en crisis futuras, nuevamente requerirán ser activados como medios para afrontar los fuertes impactos que, generalmente, tiende a sufrir el presupuesto de las familias.

    Lo primero será encontrar financiamiento que fortalezcan la liquidez familiar o empresarial. Foto: Pixabay
    Lo primero será encontrar financiamiento que fortalezcan la liquidez familiar o empresarial. Foto: Pixabay
  • Las piscinas incorporan tecnología

    Redacción Quito

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    Las piscinas dejaron de ser un elemento netamente deportivo. Hoy son parte de la recreación familiar y se integran a la vivienda como un elemento estético gracias a sus diseños y nuevos materiales. Además, la tecnología y la modernidad llegan a estos recursos recreativos con nuevos sistemas de calentamiento de agua más inteligentes, ecológicos y eficientes.

    Se trata de la bombas de calor, un sistema que en la actualidad es uno de los avances más importantes en cuanto a piscinas, asegura el arquitecto Pedro Ordóñez.

    Son eléctricas y su sistema es el de un aire acondicionado, pero a la inversa. Es decir captan el calor de la atmósfera aunque la temperatura llegue a estar a menos de cuatro grados centígrados.

    Además del mármol y azulejos hoy se suman materiales como el vidrio y acero para la cubierta.
    Además del mármol y azulejos hoy se suman materiales como el vidrio y acero para la cubierta.

    Es un sistema más limpio y seguro frente a los convencionales que funcionan con gasolina o diésel. Y para ligarse a la vida moderna tiene su propia aplicación para regular y programar la temperatura del agua esté en donde esté desde un smartphone o tablet.

    Las piscinas tienen sistemas de calentamiento de agua más inteligentes, ecológicos y eficientes.
    Las piscinas tienen sistemas de calentamiento de agua más inteligentes, ecológicos y eficientes.
    Las bombas de calor son un sistema moderno para temperar el agua. El costo depende de las dimensiones, pero el aproximado para  una piscina de vivienda es de USD 15 000. Fotos: Cortesía Pedro Ordóñez
    Las bombas de calor son un sistema moderno para temperar el agua. El costo depende de las dimensiones, pero el aproximado para una piscina de vivienda es de USD 15 000. Fotos: Cortesía Pedro Ordóñez
  • Ministerio de Trabajo impulsa emprendimientos

    Carolina Enriquez

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    Desarrollar habilidades y destrezas en la economía familiar, aportar a la generación de emprendimientos en sectores productivos y de servicios, trabajo en equipo, acceso a créditos, entre otros, formaron parte de la capacitación del taller de emprendimiento para prevenir problemas sociales como el trabajo infantil.

    El encuentro lo organizó el Ministerio de Trabajo, la semana pasada. Más de 30 participantes formaron parte de la instrucción liderada por esta Cartera de Estado en coordinación con el Instituto Life College, la Cámara de Comercio de Santa Elena y el Ministerio de Inclusión Económica Social.

    “Los conocimientos aprendidos voy a ponerlos en práctica para emprender un negocio propio” manifestó Hermelinda Alvarado Domínguez, beneficiaria del bono de desarrollo humano.

    Lucía Reyes, coordinadora del Programa de erradicación del trabajo infantil de la regional Guayaquil del Ministerio de Trabajo, indicó que se está desarrollando una planificación que permita que los padres asuman su rol de proveedor y protejan a los niños de actividades peligrosas.

    A través de los emprendimientos las familias logran obtener ingresos y evitan el trabajo de los menores de edad.

    El encuentro lo organizó el Ministerio de Trabajo, la semana pasada. Foto. Archivo / LÍDERES
    El encuentro lo organizó el Ministerio de Trabajo, la semana pasada. Foto. Archivo / LÍDERES
  • Familias se unen para exportar cacao a Europa

    Mayra Pacheco

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    Los pequeños productores pueden ser parte de proyectos importantes. En Aguarico, provincia de Orellana, 70 familias de las nacionalidades Kichwa y Waorani destinan su producción de cacao a un centro de acopio comunitario para luego exportar su cosecha a Italia, en Europa.

    El ingreso del cacao al mercado internacional empezó el año anterior, luego de que las familias recibieran asistencia técnica que permitió mejorar la producción en esta zona. En este proceso participan la comunidad, Petroamazonas y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

    Cada año desde las ‘chakras’ que están próximas al Parque Nacional Yasuní, uno de los sitios con mayor biodiversidad del Ecuador, se comercializan alrededor de 400 quintales de cacao orgánico certificado. El área total, donde estas familias siembran este fruto, asciende a unas 65 hectáreas.

    Esta área no está en un solo sitio. Los terrenos individuales de cada familia no supera la media hectárea (5 000 metros cuadrados), menciona Wladimir Ramírez, técnico agropecuario de la Empresa Pública Petroamazonas.

    Tras cosechar el cacao, los pobladores que son parte del proyecto entregan las apetecidas pepas al Centro de Acopio Comunitario de Boca Tiputini, administrado por el MAG. Este establecimiento se encuentra ubicado a un costado del centro poblado de Tiputini.

    En este lugar, las semillas son clasificadas y extendidas sobre una plataforma para someterlas a un proceso de secado. Para esto se emplean grandes palas. Estas permiten remover las semillas para que la pérdida de humedad se produzca de manera uniforme.

    Durante esta etapa se pueden apreciar los distintos tonos del cacao. Hay unos que son café oscuro y otros son casi anaranjados. Cada uno da cuenta que proviene de una plantación distinta. Pero a la final el contenido es el mismo, refiere Fabián Cárdenas, técnico agropecuario que trabaja en el Centro de Acopio Comunitario.

    Una vez que las pepas están secas, se realiza la selección de los granos para luego colocarlos en sacos oscuros y almacenarlos.

    Cuando se reúnen 200 quintales se entrega el producto a la Asociación Agroartesanal Kallari, ubicada en Tena, provincia de Napo. Esta organización conformada por indígenas kichwas sirve de nexo para transportar el cacao del Yasuní a Italia, en Europa. La venta al exterior se hace dos veces al año.

    Wilson Condo, habitante de Tiputini, comenta que de sus ‘chakras’ saca al menos un quintal y medio de cacao a la semana, cuando la temporada es alta. Los sacos con las pepas van hasta el Centro de Acopio Comunitario, que está cerca de su casa.

    En promedio, por cada quintal de cacao los productores, reciben entre USD 80 y 100. En el mercado internacional, este producto seleccionado -sin cáscara ni residuos- llega a costar hasta 150.

    Parte de estas ganancias son invertidas en el Centro de Acopio Comunitario y para cubrir los costos de producción del cacao.

    Para los compradores finales el precio de estas semillas se justifica, porque el chocolate que se elabora con esta materia prima tiene un aroma, sabor y textura particular, menciona Bladimir Dahua, gerente de la Asociación Agroartesanal Kallari.

    Esta iniciativa favorece a las comunidades que debido a su ubicación no tienen facilidad para comercializar los productos. Aguarico está a orillas del río Napo, cerca de la selva amazónica.
    Las personas se trasladan en embarcaciones. Pero los viajes son largos; al Coca, por ejemplo, el viaje toma entre ocho y 10 horas.

    “Buscamos que las comunidades que están alejadas tengan las mismas oportunidades para sacar sus productos”, precisa Dahua.

    Así, en este año se espera facturar alrededor de USD 55 000 por exportar cacao. Además, un pequeño porcentaje de esta producción (5%) se emplea para hacer chocolates que se comercializan bajo la marca de Kallari. Estos se venden en Europa: en Alemania, Suiza, Inglaterra, República Checa, Francia y, a escala nacional, en las ciudades de Quito, Baños, Cuenca y Galápagos.

    Para el próximo año la meta es exportar más cacao. Se quiere pasar de 400 quintales al año a 800, esto se logrará ampliando el Centro de Acopio. Además, se espera contar con una plataforma individual para procesar el café que se produce en esta zona amazónica.

    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • 1 135 familias trabajan para elevar la producción de leche

    Pedro Maldonado

    Campesinos de la provincia de Cotopaxi que se dedican a la producción de lácteos buscan mejorar sus procesos para comercializar un producto de mejor calidad.

    Para conseguir este objetivo, la fundación Eli Lilly and Company, a través de su división de animales denominada Elanco, donó USD 100 000 para que productores de esta provincia puedan mejorar su línea de producción.

    Con ello, se busca beneficiar directamente a 1 135 familias que forman parte de La Campesina, red de 11 centros de acopio y transformación de lácteos en Cotopaxi.

    La donación se suscribió el pasado miércoles 17 de mayo, en Quito, en un evento que estuvieron presentes representantes de La Campesina, Silvia Bravo viceprefecta de Cotopaxi; Michael McCarty, director Asuntos Corporativos para América Latina de Elanco; Rosa Rodríguez, directora de Heifer Ecuador, entre otros representantes del sector.

    El que ejecuta todo este proyecto es Heifer, una ONG cuyo enfoque combina una propuesta de desarrollo para poblaciones en pobreza, a través de la gestión de ecosistemas y recursos naturales.

    McCarty explica que los desembolsos se realizarán en dos años. Añade que dialogaron con Heifer durante cinco años y coincidieron en las visiones del proyecto, que busca mejorar la producción de proteína animal.

    Además la fundación brindará ayuda técnica con especialistas como veterinarios
    Rodríguez señala que específicamente el dinero se destinará a la mejoramiento genético, mejora del tratamiento animal. Todo esto para que las familias campesinas mejoren los niveles de producción y la calidad de los animales a través de una buena crianza.

    Además, el proyecto busca articular a las diferentes asociaciones campesinas productoras de leche de Cotopaxi con el fin de que puedan garantizar un mayor volumen de producción y así comercializar en mejores condiciones. “Es más fácil comercializar en conjunto, un mayor volumen, que garantizar una venta de una sola comunidad”, señala Rodríguez.

    Esto va acompañado de asesoría en procesos de capacitación en negociación para que puedan comercializar de mejor manera sus productos.

    Toda esta iniciativa va acompañada de una capacitación constante a las diferentes asociaciones. Otra de las aristas del trabajo comunitario es diversificar la producción láctea, con la fabricación de quesos, helados o yogur.

    Silvia Bravo, viceprefecta de Cotopaxi, señala que la verdadera matriz productiva consiste en aportar a los pequeños productores para poder mejorar su situación económica y condiciones de vida. “Deben existir proyectos sustentables, sostenibles para mejorar la calidad de vida”, añade la viceprefecta.

    El 68% de la producción de leche, según las fundaciones, está en manos de campesinos. El 75% de los productores de lácteos actualmente se concentra en la Sierra centro del país.
    Según Bravo, en la provincia de Cotopaxi se producen 400 000 litros diarios de leche y este es un negocio que sustenta a muchas familias de la región.

    Silvia Bravo (de pie), viceprefecta de Cotopaxi, durante la entrega de la donación junto a dirigentes de las comunidades y fundaciones. Foto:: Diego Pallero / LÍDERES
    Silvia Bravo (de pie), viceprefecta de Cotopaxi, durante la entrega de la donación junto a dirigentes de las comunidades y fundaciones. Foto:: Diego Pallero / LÍDERES
  • Diez familias son el eje de Callimanta

    Giovany Astudillo

    Callimanta es una expresión kichwa que significa cosechar de forma pareja sin desperdiciar nada. Esa palabra fue pronunciada por moradores de la zona de AlgarroboTutucán, en el cantón azuayo de Paute, cuando participaban en la cosecha de guayabas.

    Desde entonces, Callimanta fue escogida como la marca de los productos de la asociación que formaron 10 familias del sector. Hace un año iniciaron la elaboración de los condimentos denominados finas hierbas y de las presentaciones de quinua y quinola.
    “Ese nombre lo seleccionamos porque engloba nuestra filosofía de participación y crecimiento conjunto y que todos nos beneficiemos de forma pareja”, señala el directivo Patricio Coronel.

    Al inicio el objetivo era adquirir cinco libras semanales a cada uno de los socios; en la actualidad, compran 50 libras a cada uno. Su estrategia inicial para lograr el crecimiento de las ventas fue participar en degustaciones y ferias gastronómicas en Cuenca, Guayaquil y Quito. “El cliente identificó la potencialidad del condimento de finas hierbas”, agrega Coronel.

    Este producto está elaborado con hierbas como tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero, combinado con pepa de sambo y sal marina.

    Según Coronel, la intención fue usar productos propios de la región para ofrecer un sabor andino, que sirva para preparar carnes de res, mariscos, pollo, papas… y con técnicas de cocina como la parrilla, estofado, horno…

    “Es una base que ocupaban antes nuestras abuelitas y que se conocía como el refrito. Ahora, nosotros lo hacemos con deshidratación”, asegura Coronel, quien es chef profesional.

    En el caso de la quinua y la quinola otra meta, dice Coronel, es colaborar con las 17 organizaciones de productores de las comunidades pauteñas de Guarainag, Chicán y Tomebamba, porque el proyecto de Callimanta surgió con la visión social y mejorar la calidad de vida de los agricultores, dice Coronel.

    “Con ellos se pensó en como generar un producto y nació la idea de hacer un insumo que evite al consumidor todo el proceso engorroso que se requiere para tener lista la quinua”, agrega.

    La quinua es deshidratada y se puede colocar directamente en la olla. Según Coronel, el objetivo de los productores es potencializar el consumo de este alimento entre las familias para que aprovechen sus proteínas.

    Además, el objetivo es que sea un producto de fácil preparación y generar recetarios y talleres con asociaciones, empresas…

    En el caso de la quinola es una granola tradicional fortalecida con quinua deshidratada. Tiene avena, trigo, cardamomo, naranja y pepa de sambo.

    La asociación cuenta con una planta de deshidratación, que tiene una capacidad de 200 kilos al día. En la actualidad, utilizan 150 a la semana, que se distribuye en finas hierbas, quinola y la quinua.

    “Nuestras expectativas es aumentar la producción para cumplir la demanda para ingresar a los grandes supermercados del país”, señala Coronel.

    En la planta de producción invirtieron USD 120 000, que fueron financiados con un préstamo de BanEcuador y con recursos propios. El equipamiento fue instalado en la zona de Algarrobo-Tutucán. Acoplaron la estructura de una cabaña para cumplir con las buenas prácticas de manufactura.

    Son más de 200 metros cuadrados para la elaboración. Tienen tres lavaderos para desinfectar las plantas que llegan. Además, las áreas para picar, deshidratar, molino industrial, empacadora y selladora. En el segundo piso tienen un ‘showroom’ para que lleguen los interesados puedan participar de degustaciones.

    Las familias cultivan tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero (izq.). María Villalta y Carlos Toma trabajan en la planta de deshidratación de esta asociación. Fotos: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Las familias cultivan tomillo, orégano, cebollín, culantro, perejil, albahaca y romero (izq.). María Villalta y Carlos Toma trabajan en la planta de deshidratación de esta asociación. Fotos: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Doce familias sostienen El Cebadeñito

    Cristina Marquez

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    Las siete variedades de quesos tradicionales y gourmet que se fabrican en El Cebadeñito tienen acogida en Chimborazo, Pichincha y Morona Santiago. Este negocio le pertenece a las 12 familias que forman parte de la Asociación de Trabajadores Agrícolas Autónomos de Cebadas.

    La empresa produce en promedio 5 000 quesos, que cada mes que se distribuyen a 32 minimercados, locales de productos artesanales y tiendas de las tres provincias. Además, tiene puntos de venta en Quito y Riobamba.

    El queso mozarela y el queso fresco andino, son los productos estrella y los que tienen mayor demanda, debido a su textura cremosa y sabor equilibrado. Ambas variedades son elaboradas para el uso en la cocina doméstica y la gastronomía gourmet.

    El menú de productos incluye también otras variedades de quesos frescos y madurados como gouda, tilse y dambo. Estos se elaboran especialmente para degustar con vinos, frutas y embutidos.

    La organización se inició en 1982, como una estrategia para mejorar la calidad de vida de 36 familias de Cebadas, una parroquia situada a 30 minutos de Guamote, en Chimborazo. Antes de asociarse ellos subsistían de la agricultura y de la producción de leche que vendían individualmente.

    “En esa época aún había grandes haciendas y los patrones no nos pagaban un precio justo por la leche. Éramos bastante pobres”, recuerda José Luis Aucancela, presidente de la organización.

    La idea de utilizar la leche que producían para elaborar quesos surgió tras conocer la experiencia de un grupo de agricultores de Salinas, en la provincia de Bolívar. “Ellos empezaban a tener éxito en la venta de sus quesos y decidimos seguir su ejemplo”.

    Sin embargo, a pesar de que se capacitaron e invirtieron en una infraestructura para la fábrica, los primeros intentos fallaron. Los quesos no salían bien, la calidad de la leche era desigual, el sabor no era agradable y no contaban con todos los equipos.

    “Fracasamos muchas veces y todos estábamos desanimados”, recuerda Ricardo Guambo, uno de los fundadores.

    Los problemas administrativos continuaron durante los tres primeros años. Los socios tuvieron que solicitar préstamos para adquirir los equipos, las utilidades no alcanzaban para pagar los sueldos y los quesos no se vendían como esperaban.

    Pero la situación cambió cuando en 1985 un nuevo grupo de socios decidió volver a capacitarse y contratar técnicos consultores que ayudaran a solucionar los problemas de la fábrica. “Fue un reto grande. Nos tocó volver a aprender todo, y convencer a la gente de mejorar la calidad de la leche que producían, pero cuando todos decidimos trabajar, nuestra vida cambió”, dice Aucancela.

    En solo unos meses, cuando lograron elaborar un queso de alta calidad comenzó la tarea de comercializar y posicionar el producto en el mercado. Cada socio ayudó en esa tarea, todos recibían una cantidad de productos y recorrían las tiendas de Riobamba presentando el producto y haciendo degustaciones.

    Para el año 2000, los quesos del Cebadeñito eran los más solicitados en las tiendas, y en las instituciones donde se entregaban los productos.

    El incremento en las ventas les incentivó a diversificar su producción, pues en un inicio solo se elaboraban dos variedades de quesos. Parte del crecimiento de la empresa también se debió a la reinversión de las utilidades.

    Darío Suárez, Cathy Taday, Ricardo Guambo, Alberto Ailsalla y José Luis Aucancela forman parte de la Asociación de Trabajadores de Cebadas. Foto; Cristina Márquez / LÍDERES
    Darío Suárez, Cathy Taday, Ricardo Guambo, Alberto Ailsalla y José Luis Aucancela forman parte de la Asociación de Trabajadores de Cebadas. Foto; Cristina Márquez / LÍDERES
  • 14 familias se dedican a criar pollos ecológicos

    Redacción Guayaquil

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    Como una alternativa para generar ingresos económicos, 14 familias de la Asociación de Agroturismo (Asgrotucas) del cantón Naranjal, de la provincia del Guayas, se dedican a criar pollos ecológicos.

    Las 600 aves, criadas bajo un sistema libre de químicos, estarán listas para ser comercializadas luego de siete semanas cuando alcancen un peso de entre 6 y 7 libras. Esta es la segunda vez que Asgrotucas se dedica a la producción de pollos con este sistema.

    Silvia Maya, de 36 años, contó que ella nunca había criado pollos, pero que gracias a capacitaciones que recibió aprendió técnicas de crianza de aves. “Nuestra meta es seguir creciendo como asociación y obtener ganancias para nuestras familias”.

    La dirección de Productividad y Desarrollo, de la Prefectura del Guayas, está a cargo del proyecto. La viceprefecta, Mónica Becerra, resalta la utilidad de este adiestramiento con fines productivos.

    Según Becerra, se realizaron capacitaciones y acompañamientos técnicos para producir pollos ecológicos, “actividad que se convierte en una alternativa económica para las familias, desarrollada de manera responsable”.

    Los moradores de la comuna 23 de noviembre, de Naranjal, fueron capacitados durante cuatro semanas, en conceptos básicos sobre la crianza de pollos y, de igual manera, recibirán acompañamiento en el proceso de comercialización.

    Carlos Morán, técnico pecuario de la Dirección de Productividad y Desarrollo, explica que enseñó varios temas, entre estos, cómo hacer un galpón, la cantidad exacta de pollos que debe haber de acuerdo al espacio, uso de criadora y la temperatura y vacunas.

    Para Miguel Tigre, presidente de Asgrotucas, el emprendimiento ha permitido obtener ingresos económicos a las familias del sector. “Esperamos que esta segunda experiencia sea un éxito también como la primera”.

    Entre los planes de la Prefectura está certificar las prácticas de crianza bajo este sistema. Además, implementar una planta de faenamiento ambiental.

    El otro objetivo es lograr que se realice turismo vivencial ecológico para que los visitantes constaten cómo se maneja de manera eficiente esta actividad.

    Silvia Maya, moradora del sector, participa en la crianza de 600 aves de manera ecológica en una granja ubicada en Naranjal. Foto Cortesía Prefectura del Guayas
    Silvia Maya, moradora del sector, participa en la crianza de 600 aves de manera ecológica en una granja ubicada en Naranjal. Foto Cortesía Prefectura del Guayas
  • 27 familias de Shilpalá emprendieron

    Cristina Marquez

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    Las mermeladas que se preparan en la comunidad Shilpalá, situada a 20 minutos de Riobamba, en Chimborazo, tienen una característica que las distingue de otros productos similares. Están elaboradas artesanalmente con las frutas y verduras que los comuneros cosechan de sus huertos orgánicos.

    No contienen colorantes artificiales, conservantes ni otros aditivos químicos. Además los productos fueron cultivados en las chacras de 27 familias sin el uso de ningún pesticida agrícola.

    Estas familias recibieron capacitación en varias áreas por parte de especialistas de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA), y forman parte de un proyecto de desarrollo comunitario que se inició en el 2014.

    “El proyecto consiste en mejorar la vida de las personas y generar más ingresos económicos, y fuentes de empleo en la comunidad”, cuenta Natsue Higashino, especialista en comercialización.

    En una primera fase del proyecto, que se realiza en conjunto con el Gobierno Provincial de Chimborazo, los especialistas japoneses trabajaron en la organización de la comunidad y en la identificación de potencialidades.

    Antes del proyecto, los agricultores dependían únicamente de la venta de sus cosechas de cebada y trigo. La mayoría de adultos y jóvenes había migrado a la ciudad en busca de trabajos ocasionales en construcciones o como cargadores en los mercados.

    “La situación era difícil. Del campo ya no se ganaba nada y teníamos que educar a nuestros hijos y sobrevivir. Parecía que aquí ya no teníamos esperanzas de progresar”, cuenta Pedro Aulla, uno de los comuneros de Shilpalá.

    Cuando el proyecto se inició en marzo del 2014, el primer desafío fue cambiar la mentalidad del monocultivo en la comunidad. “Antes de producir frutas y hortalizas orgánicas tuvimos que implementar un sistema de riego por goteo y capacitar a la gente. Eso nos tomó más de un año”, cuenta Rubén Aucancela, técnico del Gobierno Provincial de Chimborazo.

    Los cultivos de fresas y moras convencieron a los agricultores debido a su alta rentabilidad y cosechas constantes. También se sembraron hortalizas como lechugas, arvejas, zanahorias, rábanos… entre otros productos.

    Una estrategia para la comercialización directa de la producción de las familias de la comunidad, es el valor agregado. Las verduras se venden limpias, empacadas y listas para el consumo.

    El grupo de mujeres de la organización, integrado por unas 15 personas, se encarga de desgranar, pelar y picar los productos. “Así les ahorramos tiempo en la cocina a nuestros clientes y nos diferenciamos de otras hortalizas que ya hay en el mercado”, cuenta Rosa Hinojosa, una de las emprendedoras de la comunidad.

    Los empaques de hortalizas contienen combinaciones listas para hacer sopas o guisos. Incluyen por ejemplo arvejas, zanahoria en corte juliana y cebollas, o habas frescas peladas con zapallo y hierbas aromáticas.

    Los empaques cuestan entre USD 1,15 y 2, y se venden en tres ferias de productos orgánicos de Riobamba. También se venden canastas familiares que contienen los 32 productos que se cosechan en los huertos de la comunidad.

    La producción de mermeladas se inició en agosto pasado, cuando los técnicos de JICA concluyeron un estudio de mercado y decidieron aplicar algunos conocimientos de su país a la realidad de la comunidad.

    El aprendizaje es una constante. Las mujeres que forman parte de la unidad de productos elaborados, se capacitan al menos una vez a la semana con los chefs de la carrera de Gastronomía de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo.
    “A la gente le enseñamos preparaciones que se puedan hacer únicamente con los productos que cosechan en sus huertos, por lo que los costos de producción son bajos y la rentabilidad muy alta”, cuenta Carlos Sánchez, capacitador.

    Más detalles

    Otra estrategia japonesa que se implementó en la comunidad fue el programa de agroturismo, que consiste en que los turistas pueden adquirir las frutas y verduras que ellos mismo cosechan en los recorridos por los huertos familiares.
    En promedio,  actualmente la comunidad percibe ingresos por USD 2 000 mensuales, que se ingresan a un fondo común administrado por los dirigentes de Shilpalá.

    Rubén Aucancela, Christian Chimbolema, Rosa Hinojosa, Natsue Higashino y Carlos Sánchez son parte del equipo. Foto:  Cristina Márquez/ LÍDERES
    Rubén Aucancela, Christian Chimbolema, Rosa Hinojosa, Natsue Higashino y Carlos Sánchez son parte del equipo. Foto: Cristina Márquez/ LÍDERES