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  • 3 puntos que alteraron la brújula de la entidad

    Al pasar las páginas de la historia de la entidad se puede determinar que un punto clave en la desorientación que vivió en varios de sus pasajes fue la falta de una identidad.

    El consultor Juan Alberto Vargas explica que el Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV) nació bajo el objetivo de ser el ente que dé una solución al déficit de vivienda popular en el país. Pero que esa política no fue consistente. «Pasó de banca de primer piso, a banca de segundo piso en varias ocasiones. Se encargó de entregar el Bono de la Vivienda y hasta se puso a pagar a los clientes de una mutualista (Benalcázar) cerrada. Perdió su esencia, su brújula. Y sin ella, era evidente que iba a naufragar».

    De la mano, la línea política de cada Gobierno de turno dirigió los hilos de la institución hacia los objetivos prometidos en campaña. Aunque la idea original, fuertemente impulsada en la dictadura del general Guillermo Rodríguez Lara, era la de dar vivienda a los más pobres, esto se convirtió en un juego político.

    «El ofrecimiento de dar casas a los más pobres siempre fue algo rentable en términos de votos. Y el BEV fue una buena tarima para estos ofrecimientos. Allí, las cuotas políticas y los palanqueos empezaron a ser la tónica. Se enquistó el problema de las entidades públicas, que incluso ahora tiene bajo amenaza al Banco nacional de fomento (BNF), por ejemplo», señala Jacinto Armijos, un arquitecto que ya no ejerce.

    Por si eso fuera poco, en el 2010 apareció con fuerza el Banco del Afiliado (Biess), que se convirtió en la entidad que copó todos los espacios para el financiamiento de vivienda. Durante estos últimos años, y ante la flexibilidad para el otorgamiento de créditos blandos y a largos plazos, ello captó la totalidad de la atención de los constructores.

    Para la asesora inmobiliaria Francis Narváez, los constructores vieron que no era rentable invertir en vivienda popular, por eso los proyectos de este mismo Gobierno se han retrasado. «No es negocio para una constructora hacer proyectos de vivienda popular. Para tenerlo en perspectiva, si por cada casa de este tipo ganan 100, por una de mayor valor ganaran el doble, el triple y más. Entonces obviamente van a preferir realizar proyectos de vivienda más caros».

    Además, ya que el Biess ofrece financiamiento de hasta el 100% para cierto nivel de precios, el mercado inmobiliario iba a desplazar a la vivienda popular.

  • La inversión ángel da sus primeros aleteos

    Pedro Maldonado O. Redacción Quito / LÍDERES

    La tarea de emprender requiere buenas ideas, paciencia, financiamiento… y ángeles. Estos últimos son inversionistas que apuestan por una idea y la apoyan con recursos económicos, asesoría, oficinas, contactos… a cambio de ser socios o tener un porcentaje en las ganancias de la iniciativa.

    En Ecuador, la cultura del inversor ángel está naciendo y ya se cuentan redes o espacios en donde los emprendedores pueden encontrar respaldo para desarrollar sus iniciativas.

    El Club de Inversionistas Ángeles, creado por Startups & Ventures, es un ejemplo. Su apoyo se cumple con financiamiento, mentoría y contactos; y está formado por empresarios de Quito y Guayaquil, que se reúnen una vez cada dos meses con emprendedores que presentan sus proyectos.

    Este club exige condiciones. Tiene que ser una idea innovadora; el monto máximo de inversión requerida no puede superar los USD 150 000; solicita información sobre la iniciativa, entre otras.

    También existen los inversionistas ángeles que actúan solos y que prefieren el bajo perfil. Un ejemplo es Paul Sorensen Icaza, ecuatoriano-estadounidense que invierte recursos y conocimiento en Equitable Origin, una empresa que desarrolla una certificación de responsabilidad social y ambiental para la industria del petróleo y del gas. Él, como empresario y filántropo, está consciente de que los recursos económicos y humanos se deben dedicar a fines trascendentales Andrés Zurita, director Ejecutivo de la Corporación para el Emprendimiento y la Innovación del Ecuador, describe a estos ángeles de los negocios. «Son empresarios dispuestos a destinar sus recursos económicos y personales (tiempo, redes de contactos, etc.), para apoyar proyectos nacientes. Por lo general son empresarios que crearon o heredaron una empresa».

    Para que esta cultura se desarrolle en el país, Zurita cree que es necesario contar con incentivos tributarios. También se requieren fondos de inversión públicos que, en contraparte a los fondos privados, bajen el riesgo del inversionista en proyectos nacientes. «Y generación de flujo de proyectos para que sean evaluados por los inversores».

    La Fundación Crisfe cumple con las condiciones para ser considerada un inversionista ángel. Su representante, Paúl Arias, explica que Crisfe busca ser un aliado de emprendedores impulsando el crecimiento y surgimiento de empresas. Esto con apoyo financiero, capacitación, asesoría técnica y acompañamiento en la puesta en marcha del negocio.

    Además, añade Arias, se fomenta la actitud emprendedora ante la vida, «mejorando las habilidades como liderazgo, orientación al logro, orientación al cliente, compromiso, persistencia y visión práctica». Primero, aclara, es necesario contar con un modelo de negocio bien realizado, rentable y sostenible.

    Pero aún hay camino por recorrer. El informe ‘Global Entrepreneurship Monitor 2013’, capítulo Ecuador, advierte que la falta de redes de inversores ángeles es una de las principales debilidades que detienen la intención de crear empresa.

    Estas redes, recomienda el estudio, pueden formarse desde el Gobierno, en las escuelas de negocios o entre los mismos emprendedores. Además, es necesario diferenciar entre capital semilla, inversiones ángeles y financiamiento tradicional (deuda o capital accionario).

    El perfil
    El empresario ángel.   Por lo general maneja empresas grandes de segunda o tercera generaciones. Estas firmas están en etapas de diversificación de sus líneas de negocio.

    Lo que busca.  El propósito es diversificar su inversión y buscar el bien común; son personas que están interesadas en que su inversión sea recuperada, con una idea innovadora.